Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender la Palabra del Señor. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Reciba un saludo el misionero Miguel Bermúdez Marín, donde quiera que se encuentre; y también feliz cumpleaños, reverendo Jesús Barroyeta y todos los que están cumpliendo años hoy. Que Dios los bendiga grandemente y les use grandemente en Su Reino en este tiempo final.
Cuando cumplimos años, estamos un año más cerca de nuestra juventud eterna; o sea, que no es que nos estamos poniendo viejos, es que estamos acercándonos a la juventud eterna, la cual Él nos dará en la resurrección de los creyentes en Cristo que han partido y la transformación de los que estén vivos en ese momento. Así que estamos más cerca de nuestra transformación cada vez que cumplimos años.
Para esta ocasión leemos en Éxodo, capítulo 2, versos 23 al 25, que dice:
“Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.
Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció.”
“DIOS NO SE OLVIDA DE NADA,” y mucho menos de Su Pacto.
Es que Dios tiene memoria. Cuando nosotros nos olvidamos de algunas cosas…, y a medida que le pasan los años a la persona, se olvida de más cosas, principalmente de las del presente; porque las cosas de muchos años pasados, muchas de ellas están grabadas en un lugar donde no se borran fácilmente.
Cuando a las personas se les olvidan muchas cosas, la persona dice que está mal de la memoria; pero con Dios no sucede eso. Dios tiene una memoria perfecta. Recuerden que Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, y por lo tanto el ser humano es lo más semejante a Dios. Dios lo creó a Su imagen: cuerpo angelical, y a Su semejanza: cuerpo físico.
La Escritura nos dice que Dios tiene una imagen, y el apóstol Pablo en Colosenses, capítulo 1, nos dice cuál es esa imagen. Capítulo 1, verso 12 en adelante – en el 15 donde está la imagen; pero leamos:
“…Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Él es la imagen del Dios invisible (¿quién es la imagen del Dios invisible? Jesucristo), el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes de todas las cosas (está hablando de Jesucristo: ‘y Él es antes de todas las cosas’), y todas las cosas en él subsisten;
y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”
Ahora vean, aquí San Pablo dice —hablando de Cristo— que Él es la imagen del Dios viviente; y también nos dice que en Él fueron creadas todas las cosas, y que por medio de Él y para Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los Cielos y las que hay en la Tierra, o sea, las cosas visibles y las invisibles.
Y Él es antes de todas las cosas: antes de la Creación; porque por Él fue creada toda la existencia de los planetas, todo fue creado por Cristo. Él es la imagen: la imagen es el cuerpo angelical, cuerpo teofánico, cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.
Ahora, podemos entender entonces las palabras de Cristo cuando dijo en San Juan, capítulo 8, versos 56 al 58: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día; lo vio, y se gozó.” Le dicen los judíos: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Cristo les dice: “Antes que Abraham fuese, yo soy.”
Vean cómo era antes de Abraham: era el Verbo.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
(San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante).
Y luego nos dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de (virtud).” (San Juan, capítulo 1, verso 14).
Ahora, encontramos que la imagen de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical. Él es el Ángel del Pacto.
En el capítulo 1, verso 18, de San Juan, dice: “A Dios nadie jamás lo vio.” Y en el Antiguo Testamento dice que Jacob vio a Dios cuando luchó con el Ángel durante la noche, y luego no lo soltó hasta que lo bendijo —el Ángel a Jacob— cambiándole el nombre. Un cambio de nombre puede hacer la diferencia entre la maldición y la bendición.
Los nombres influyen en las personas, por eso vemos a Dios cambiándole el nombre a Jacob. Jacob: “suplantador,” estaba suplantando a su hermano Esaú; suplantaba, pero después recibió el cambio de nombre y vino a ser una persona nueva.
Luego Jacob le llamó (el nombre donde había luchado con el Ángel): Peniel, porque dijo [Génesis 32:30]: “Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.” Vio a Dios cara a cara. Y San Juan, capítulo 1, verso 18, dice: “A Dios nadie le vio jamás.”
También el caso de Manoa en el capítulo 13 del libro de los Jueces, cuando le apareció el Ángel a la esposa de Manoa. ¿Cómo se llamaba ella?, ¿cuántos recuerdan? La señora Manoa. Y ella vió al Ángel, y el Ángel le contó, le dijo a ella que iba tener un niño (el cual iba a ser Sansón) y cómo tenía que criar al niño. Y ella luego va a su esposo Manoa, y le cuenta que un Ángel, un Varón le apareció, y le dijo todas esas cosas con relación a un niño que ella iba a tener; y el esposo de ella, Manoa, ora a Dios para que Dios vuelva a enviar al Ángel.
Y Dios lo envía. Y cuando lo envía, ella le dice a Manoa: “Ahora está el Ángel.” Manoa viene y Manoa le pregunta al Ángel: “¿Eres tú el que le apareciste a mi esposa y le dijiste todo lo relacionado al niño que hemos de tener? ¿Cómo debemos de criarlo?”
Y el Ángel le dice: “Sí, yo soy. Criarás al niño de acuerdo – lo criarán de acuerdo a como le dije a ella.” Y entonces Manoa le dice que le va a preparar comida, un cabrito, recordando de seguro a Abraham cuando le preparó una ternera, un becerro tierno a Elohim (a Dios), a Gabriel y a Miguel, que estaban materializados allí con Abraham y podían comer.
Un espíritu no come, pero un cuerpo sí puede comer; y por eso fue que Cristo, cuando pensaron – cuando Él había resucitado y pensaron que era un espíritu, Él les dijo: “Un espíritu no tiene carne y hueso como yo tengo, ¿tienen algo de comer?” Le traen un pedazo de pescado y un panal de miel, y come delante de ellos. Lo que significa que los que resucitarán también podrán comer.
Por eso le dijeron al reverendo William Branham cuando los visitó: “Aquí ni comemos, ni dormimos, ni trabajamos, pero cuando regresemos a la Tierra, entonces…” No dijeron: “trabajaremos.” Aunque cualquier trabajo que lleven a cabo será con los que estarán viviendo en la Tierra, que también van a ser transformados; pero el tiempo de ellos ya pasó. Pero dijeron… No dijeron: “Entonces dormiremos.” Dijeron: “Entonces podremos comer, comeremos”; por tanto, comerán de lo que les ofrezcamos cuando ellos regresen a la Tierra, como Jesús comió con Sus discípulos cuando resucitó.
Ahora, encontramos que el cuerpo angelical de Dios, que es la imagen del Dios viviente, es llamado Espíritu: es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto; el cual es Cristo en Su cuerpo angelical. Y por eso es que Dios cuando creó al ser humano, lo creó alma viviente con un cuerpo espiritual; lo creó a Su imagen: cuerpo angelical, y a Su semejanza: cuerpo físico.
Y ahora, ¿cuál es el cuerpo físico de Dios? Es el cuerpo físico de Jesucristo. Esa es la semejanza física de Dios.
Cuando se aparecía en el Antiguo Testamento, se aparecía en Su imagen, la imagen, el cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto; a través del cual le dió al pueblo hebreo la Ley en el monte Sinaí. Por eso dice la Escritura que la Ley fue dada por comisión de Ángeles (libro de los Hechos, capítulo 7, y libro de los Hebreos, capítulo 2).
Fue dada por comisión de Ángeles la Ley, fue el Ángel del Pacto que vino con Su Ejército poderoso; y en el Ángel del Pacto estaba Dios, porque es el cuerpo angelical de Dios, teofánico de Dios.
Luego, podemos ver quién es Jesucristo: es nada menos que la imagen y semejanza de Dios, es nada menos que Dios vestido de un cuerpo angelical y de un cuerpo físico llamado Jesús. Por eso Jesús decía: “El Padre y yo una cosa somos.” Así como usted y su espíritu o cuerpo espiritual y su cuerpo físico, son una sola persona.
Por eso cuando la persona muere, lo que muere es el cuerpo físico, la semejanza física; pero sigue viviendo en su imagen, su cuerpo angelical; y después volverá a recibir la semejanza física glorificada, cuerpo glorificado. Por eso podemos ver que Dios tiene Su imagen: Su cuerpo angelical, el Ángel del Pacto; y tiene Su semejanza física, la cual ya está glorificada: Cristo glorificado es la semejanza física de Dios.
Le dice a Felipe, Cristo, en el capítulo 14 de San Juan, verso 6 en adelante: “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros Felipe ¿y no me has conocido? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre y nos basta? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?” ¿Ven? Así que usted está en su cuerpo angelical, y con su cuerpo angelical dentro de su cuerpo físico.
El ser humano es descendiente de Dios. Por eso son hijos e hijas de Dios los creyentes en Cristo, son descendientes de Dios; estábamos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Así como Leví estaba en los lomos de Abraham cuando le apareció a Melquisedec en el capítulo 14 del Génesis, estaba en los genes de Abraham; y luego pasó de Abraham a Isaac, de Isaac a Jacob, y de Jacob nació en esa cuarta generación Leví; o sea, que Leví viene a ser cuarta generación de Abraham: Abraham, Isaac, Jacob y Leví. Es que la vida surge en la cuarta generación anterior.
Por lo tanto, estábamos en Cristo eternamente porque éramos los genes del pensamiento divino; estábamos en Dios eternamente, y por eso es que somos redimibles.
Ser restaurados a la vida eterna significa que pertenecemos a Dios eternamente, estábamos eternamente con Dios como pensamientos divinos. Por lo tanto, no nos podemos perder. Por eso fue que Cristo vino: para que no nos perdiéramos, sino que obtuviéramos la salvación, la redención y vida eterna; fueramos restaurados a la vida eterna.
En Israel está un tipo hermoso, un tipo y figura hermoso de la Iglesia del Señor Jesucristo. Israel es la Iglesia del Antiguo Testamento, del Antiguo Pacto que Dios dio a Israel por medio de Moisés; y Dios manifestado en Su Ángel, el Ángel del Pacto, le dio la Ley al pueblo hebreo por medio de Moisés, el Pacto que Dios hizo con Israel.
Pero ahora, en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, Cristo en la última Cena que tiene con Sus discípulos, toma el pan, da gracias a Dios, lo parte y da a Sus discípulos, y les dice: “Comed de él todos, porque esto es mi cuerpo que por muchos es partido, o que por vosotros es partido.” Y tomando la copa de vino dice a Sus discípulos: “Tomad de ella todos; porque esta es mi Sangre del Nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Ahora, Cristo está hablando de un Nuevo Pacto. El Ángel del Pacto hecho carne, vino para establecer un Nuevo Pacto (como había dicho en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36) que haría con la casa de Judá y la casa de Israel, un Nuevo Pacto. No como el Pacto que hizo con ellos allá en el Sinaí, en el Monte Horeb; porque ellos invalidaron Su Pacto.
Ahora ¿cómo Jesucristo va a establecer un Nuevo Pacto? ¿Por qué puede establecer un Nuevo Pacto? Porque es el Ángel del Pacto. Otra persona no lo podía establecer. Él es el Mesías Príncipe, el Ángel del Pacto hecho carne para dar Su vida por el ser humano y establecer el Nuevo Pacto, para que bajo ese Nuevo Pacto las personas sean reconciliadas con Dios al obtener el perdón de sus pecados, y puedan ser bautizados en agua en Su Nombre, y puedan recibir el nuevo nacimiento, recibir el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo; y así nacer de nuevo, nacer en el Reino de Dios y estar bajo el Nuevo Pacto.
Ya no estamos bajo el Pacto Antiguo, sino bajo el Nuevo Pacto. La Iglesia del Señor Jesucristo es la Iglesia del Nuevo Pacto, del Pacto que Dios prometió llevar a cabo; para lo cual tenía que enviar al Ángel del Pacto, para —por medio del Ángel del Pacto— Jesucristo llevar a cabo el Nuevo Pacto, establecer el Nuevo Pacto.
Por lo tanto, Jesucristo no es cualquier hombre que apareció en la Tierra de Israel; es el Ángel del Pacto, es la imagen del Dios viviente, que se materializó, se hizo carne. En el vientre de la virgen María creó la vida de ese cuerpo que nació a través de la virgen María; y por consiguiente, ese es el velo de carne de Dios, la semejanza física de Dios.
Ahora, podemos entender por qué Cristo decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” [San Juan 14:9]
¿Y cómo usted se llama? Si alguien ve su cuerpo, ¿como le llamarían? Como usted se llama, porque lo están viendo a usted; aunque realmente lo que están viendo es su semejanza física, a usted no lo están viendo en el cuerpo angelical, en la imagen, sino en la semejanza física; tampoco lo están viendo en el alma, no están viendo su alma; o sea, no lo están viendo a usted, solamente están viendo la semejanza física. Pero por cuanto usted viene a ser en cuerpo angelical, en espíritu, y en cuerpo físico de carne donde usted habita, su casa; usted y su casa espiritual y su casa física viene a ser uno: una sola persona.
Otra persona no puede decir: “Préstame tu cuerpo que yo tengo que ir para un lugar y necesito un cuerpo como el tuyo.” No, es incambiable, y por consiguiente solamente habrá una transformación; y eso será en la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia, conforme al Nuevo Pacto.
Las promesas de la transformación de los creyentes en Cristo, la resurrección en cuerpos glorificados y transformación para tener cuerpos glorificados, corresponde al Nuevo Pacto, y corresponde esa bendición a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, cada creyente en Cristo necesita conocer las bendiciones de parte de Dios, que Él tiene para usted y para mí. Porque usted no puede esperar una bendición si no sabe qué bendición está esperando. Puede decir: “Estoy esperando muchas bendiciones,” pero es importante saber cuáles son las bendiciones que Dios ha prometido para cada creyente en Cristo bajo el Nuevo Pacto; y así orar para que vengan pronto esas bendiciones.
La bendición de la resurrección es una de las bendiciones del Nuevo Pacto para los creyentes en Cristo; la bendición de la transformación es una de las bendiciones del Nuevo Pacto para los creyentes en Cristo; y el rapto o arrebatamiento de la Iglesia es una bendición para los creyentes en Cristo bajo el Nuevo Pacto; y la Cena de las Bodas del Cordero es una bendición para los creyentes en Cristo bajo el Nuevo Pacto.
Dice Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10, que son bienaventurados los que son convidados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, son bienaventurados los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, no importa en qué etapa de la Iglesia, en qué edad hayan vivido en la Tierra; lo importante es que sean parte del Cuerpo Místico de Cristo. Los cuales están escritos ¿dónde? En el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Y DIOS NO SE OLVIDA DE NADA. Aparecimos en la Tierra; y Él, así como fue a Israel porque recordó Su Pacto con Abraham, Su promesa a Abraham con relación a Su descendencia…; y conforme al Programa Divino, conforme al contenido del Libro de la Vida del Cordero, Dios ha enviado de edad en edad, de etapa en etapa, a los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Y esos son aquellos de los cuales Cristo dice: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Por lo tanto… Eso está en San Juan, capítulo 8, verso 47.
Y también en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30, dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna.”
Es un asunto de vida eterna escuchar la Palabra del Señor y recibirlo como Salvador.
Seguir al Señor es vida eterna. “Y yo les doy vida eterna,” dice Cristo. Él tiene la exclusividad de la vida eterna. Ninguna otra persona le puede dar a usted vida eterna, solamente hay Uno, y Su Nombre es: Señor Jesucristo, nuestro Salvador.
Por eso es tan importante escuchar el Evangelio de Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador. Es la única forma en que la persona asegura su futuro eterno. No hay otra forma para asegurar nuestro futuro eterno. No hay compañías de seguros que le vendan a usted un seguro eterno. Es más, cuando ya llega a cierta edad, la persona ni siquiera puede comprar un seguro de vida, porque la compañía de seguros dice: “Este se muere de un momento a otro y hay que pagarle esa cantidad que tendría el seguro,” y eso no le conviene a la compañía.
Pero Cristo no mira la edad nuestra. No importa la edad que tenga la persona, tiene el derecho y oportunidad de obtener el seguro eterno de vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; pero la oportunidad la tiene solamente mientras esté vivo en esta Tierra; si deja este planeta Tierra y no ha obtenido el seguro de vida eterna con Cristo, se le hizo tarde.
Por lo tanto, es importante estar en el Redil del Señor, que es el único lugar seguro; y el Redil del Señor es la Iglesia del Señor Jesucristo, de la cual dijo [San Juan 10:16]: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil; las cuales también debo traer; y habrá un Rebaño, y un Pastor.”
El Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo; el Pastor es el Señor Jesucristo; y las ovejas ¿quiénes son? Todos nosotros, creyentes en Cristo nuestro Salvador. Es importante reconocer quiénes somos ante la Presencia de Dios.
La Iglesia del Señor Jesucristo está bajo el Nuevo Pacto y tiene derecho a todas las bendiciones habladas bajo el Nuevo Pacto. También hay juicios y maldiciones mencionadas bajo el Nuevo Pacto, de las cuales San Pablo habla; por ejemplo, él dice que el que come y bebe indignamente el pan y el vino en la Santa Cena: juicio come y bebe. Así que… Eso está en Primera de Corintios, capítulo 11, versos 23 en adelante.
Es importante conocer estas cosas para buscar las bendiciones de Dios y evitar los juicios, las maldiciones, que hay también establecidas.
Es motivo de agradecimiento saber que tenemos un Salvador, un Intercesor, un Sumo Sacerdote en el Cielo, al cual confesamos nuestras faltas, errores y pecados cuando los cometemos, porque todavía estamos en estos cuerpos mortales; y Él tiene misericordia de nosotros y con Su Sangre nos limpia de todo pecado; al perdonarnos nos limpia de todo pecado, y así nos mantiene limpios ante la Presencia de Dios.
Por lo tanto, el creyente en Cristo no puede estancarse, no puede desanimarse por los problemas de la vida que le puedan venir. Tiene que seguir adelante, porque nació para obtener la victoria, para vencer.
No estamos aquí en la Tierra por mera casualidad. Usted no escogió venir a la Tierra, nacer en esta Tierra y vivir en este territorio donde vive. Entonces, podemos ver que hay una mano Divina que eligió para nosotros el que viniéramos en este tiempo, que escucháramos el Evangelio y recibiéramos a Cristo como único y suficiente Salvador.
Recuerden que “la fe viene por el oír la Palabra,” el Evangelio de Cristo; y “con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para Salvación.” Eso está por el capitulo 10 por ahí (de Romanos o de Hebreos), Romanos pienso que es; y si no lo encuentran ahí, lo buscan en la Concordancia, y allí encontrarán dónde está.
Es importante saber que el usted creer es un milagro Divino. Escuchar la Voz de Dios, de nuestro Padre celestial, por medio de la predicación del Evangelio es un milagro Divino. El Señor Jesucristo lo muestra cuando dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil; las cuales también debo traer, y oirán mi Voz.” ¿Ven? Es un milagro Divino. “Y oirán mi Voz; y habrá un Rebaño, y un Pastor.” San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante.
“El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” [Apocalipsis 2, 3] ¿Ve? Hay personas que tienen oídos para oír la política, para oír los deportes, para oír el fútbol o los juegos de pelota o de baloncesto, o para oír música y estar en ese ambiente, o para oír política, y así por el estilo; pero hay unos que tienen oídos para oír la Voz del Espíritu Santo, lo que Dios está diciendo en el tiempo en que la persona vive. Esos son oídos bienaventurados.
El mismo Cristo lo dijo: “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque muchos de los profetas y de los justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; oír lo que oís, y no lo oyeron.” [San Mateo 13:16-27] ¿Y qué estaban viendo ellos y oyendo ellos? Estaban viendo al Mesías, lo que desearon todos los profetas y justos del Antiguo Testamento. ¿Y qué estaban escuchando ellos? Escuchando la Voz del Mesías, estaban escuchando a Jesucristo predicándoles; y eso sí que es una bienaventuranza grande.
Y en Apocalipsis dice: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” O sea que Cristo en Espíritu Santo, el cual dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y el capítulo 18, verso 20, de San Mateo, dice: “Donde estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estaré, estaré allí.” Y ¿qué hace Él? Hablándonos y bendiciéndonos grandemente con Su Presencia.
“El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” De edad en edad va hablando Su Mensaje a Su Iglesia por medio de los diferentes mensajeros que Él ha enviado.
Si estuviéramos en el tiempo de Noé, escucharíamos la Voz de Dios, la Voz del Espíritu Santo por medio del profeta Noé; y aunque fuera un clavito nada más, nosotros allí colocaríamos. Algo haríamos con Noé en el trabajo que él tenía de la construcción del arca de salvación, que tipifica a Cristo nuestro Salvador.
Si estuviéramos viviendo en el tiempo de Moisés, estaríamos con Moisés, y no protestando, como hubo muchos que protestaron siempre y se desviaron del camino de Dios; los cuales, pues, recibieron maldiciones. Estaríamos como Josué y Caleb: brazo a brazo con Moisés, reconociendo la manifestación de Dios en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, la Columna de Fuego velada en carne humana en Moisés, y revelada a través de Moisés, hablándole al pueblo, trayéndole la revelación divina, la Palabra de Dios para aquel tiempo.
Si estuviéramos viviendo en el tiempo de Jesús o de Juan el Bautista, seríamos discípulos de Juan el Bautista. Si estuviéramos viviendo en el tiempo de Jesús, seríamos discípulos de Jesús. “Porque el que es de Dios, la Voz de Dios oye,” no importa en la edad que esté viviendo; la Voz de Dios por medio del Espíritu Santo a través del mensajero que Él tenga en ese tiempo, la estaríamos escuchando nosotros.
Estamos en el tiempo más importante de todos los tiempos, escuchando la Palabra del Señor, la Voz de Dios, la Voz del Espíritu Santo en nuestro tiempo; y preparándonos para nuestra transformación, y preparándonos para el arrebatamiento o rapto de la Iglesia, y preparándonos para la gran Cena de las Bodas del Cordero, que serán en el Cielo, a donde nadie podrá ir, excepto los que tengan su cuerpo glorificado; porque no hay medios de transportación para ir a donde será la Cena de las Bodas del Cordero, lo cual será en otra dimensión, la dimensión de Dios, la Casa del Padre celestial, donde nos están esperando con la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo: la Cena de las Bodas del Cordero.
Por eso es que dice: “Bienaventurados los que son convidados a la Cena de las Bodas del Cordero.” Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10. O sea, que son bienaventurados ¿quiénes? Hemos sido convidados.
¿Recuerdan la fiesta o cena o gran cena que preparó el rey para su hijo, y los convidados no fueron, y mandó a buscar por todos los lugares personas para que se llenara la casa? Porque la Cena tiene que darse. Y después que ya han llenado casi toda la casa, lo cual corresponde a las siete etapas de la Iglesia y al tiempo de los apóstoles también, el siervo dice: “Se ha hecho como mandaste, y todavía hay lugar.”
¿En donde habrá lugar para ser colocadas personas para esa gran Cena? El único lugar que hay es uno. Ya el tiempo de los apóstoles llenó su lugar, ya el tiempo del primer mensajero llenó su lugar en el Cuerpo Místico de Cristo, ya el segundo mensajero tiene los de su edad; y así por el estilo, cada mensajero ha ido siendo usado por Dios para el recogimiento de los escogidos de su edad.
Del séptimo mensajero todavía quedan algunos vivos, pero que están en la etapa que les corresponde. Y después de las siete edades ¿qué lugar queda para acomodar personas en el Cuerpo Místico de Cristo? El reverendo William Branham dijo: “Mire hacia arriba, la edad que viene, la Edad de Piedra Angular.” Ese es el único lugar que queda. Y es en ese lugar que yo estoy, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Y cuando se llene, cuando entre al Cuerpo Místico de Cristo hasta el último escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo; y entonces Cristo completará así Su labor como Sumo Sacerdote en el Cielo, y saldrá para tomar el Título de Propiedad, el Libro sellado con Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5; lo tomará de la diestra de Dios. Ese es el Libro o Título de Propiedad de la Vida Eterna, y por consiguiente de toda la Creación.
Es en ese Libro que están escritos los nombres de los elegidos de Dios, de los escogidos de Dios, y también están escritos los nombres de otras personas en otra sección del Libro; porque el Libro de la Vida tiene esas dos secciones: el Libro de la Vida del Cordero, la parte del Libro de la Vida del Cordero, de la cual no puede ser borrada ni una persona; el nombre de ninguna persona de los que están escritos ahí pueden ser borrados. Esos son los que están representados en las vírgenes prudentes. Las vírgenes insensatas están escritas en otra sección de la cual pueden ser borrados algunos nombres, por la actitud frente a los escogidos de Dios.
Así que es importante saber que hay un Libro que contiene los nombres de los seres humanos, de personas; pero también dice la Escritura que hay personas que no están escritas en el Libro de la Vida, en la sección donde pueden ser borrados.
Por lo tanto, hay tres clases de personas que viven sobre el planeta Tierra: los que están en la sección del Libro de la Vida del Cordero, que no pueden ser borrados ni uno de ellos; los que están en la otra sección del Libro de la Vida, pero que pueden ser borrados, donde están las vírgenes insensatas; y otro grupo de personas que no están escritas en ninguna parte de ese Libro o sección del Libro de la Vida.
O sea, que tenemos los de la sección del Libro de la Vida del Cordero: las vírgenes prudentes; los de la sección del Libro de la Vida, de donde pueden ser borrados algunos: las vírgenes insensatas; y la sección – y los otros que no están escritos en ningún sitio, esos son representados en la cizaña.
Ahí tienen el trigo y la cizaña (el trigo: los hijos del Reino). Y ahí, en el trigo, el trigo tiene una parte que es la cáscara, donde en el Día Postrero, en el tiempo final, estaría la etapa séptima de la Iglesia; después de eso la etapa del trigo, que es la Edad de la Piedra Angular. Tan sencillo como eso.
Ahora, es importante agradecer a Dios el que Él nos haya escogido desde antes de la fundación del mundo para ser parte de Su Cuerpo Místico de creyentes, la Iglesia del Señor Jesucristo; y que nos haya colocado en la parte más importante, que es la parte de Piedra Angular. No hay otro lugar más importante que ese.
Esa es la Edad del Trono, esa es la Edad del Rey, esa es la Edad de Oro, esa es la edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Y todo lo que estaba allí, en el lugar santísimo del tabernáculo que hizo Moisés y del templo que hizo Salomón, es tipo y figura de lo que habrá en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular. Ahí estará todo lo que fue representado allá en el tabernáculo que hizo Moisés, allá en la parte del lugar santísimo, y en el lugar santísimo del templo que hizo Salomón.
Ahora estamos en el tiempo del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, como piedras vivas en el Templo del Señor.
El estar en el Cuerpo Místico de Cristo en este tiempo y ocupando nuestra posición correcta como miembros del Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, nos recuerda que Dios no se olvida de nada. Eso ya Dios lo tenía planificado desde antes de la Creación.
Y ahora, vean, ha transcurrido mucho tiempo, muchos miles de años, y hemos aparecido conforme al plan, al propósito divino. En el lugar que Él pensó y determinó que estaríamos, ahí estamos en este tiempo final; y en la eternidad estaremos con Él, lo estaremos viendo cara a cara; y esto es: estaremos viendo a Dios en Su cuerpo glorificado, y también lo podremos ver en Su cuerpo angelical, porque tendremos también cuerpos glorificados nosotros, y esos cuerpos son interdimensionales; o sea, que seremos como dice la Biblia: como Cristo.
Es la bendición más grande que un ser humano puede tener: ser parte del Cuerpo Místico de Cristo del Día Postrero. Es algo que usted no hizo, sino que lo hizo Dios. Usted es un hijo o una hija de Dios, porque así lo determinó Dios.
Cuando Él pensó en tener hijos e hijas, pensó en mí ¿y en quién más? En cada uno de ustedes. Somos, entonces, el fruto del pensamiento divino; un pensamiento divino materializado. ¿Quién? Usted y yo. Pensamientos divinos hechos carne en este tiempo final.
Todavía Dios sigue llamando y juntando los que faltan para completar Su Cuerpo Místico de creyentes; y cuando las personas escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y son elegidos desde antes de la fundación del mundo, esa Palabra llega al alma, al corazón, y ahí nace la fe; porque “con el corazón se cree para justicia.”
Y recuerden que la fe es una expresión positiva del alma de la persona, la cual tiene libre albedrío para creer o dudar. Dudar es negativo, excepto cuando se duda en lo erróneo, eso está bien no creer. Dudar es no creer. No creer lo erróneo está correcto. Creer en lo verdadero está correcto.
Por lo tanto, con fe positiva creyendo la Palabra del Señor, así es que nace la fe en el alma, porque la fe del alma… No del espíritu; el espíritu razona. El alma tiene fe, cree; y cree para salvación, por eso con la boca se confiesa para salvación, confiesa lo que ha creído.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado; y le bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sea bautizado en Su Nombre, y produzca en usted el nuevo nacimiento. Por lo tanto puede pasar al frente y estaremos orando por usted.
Cristo todavía tiene mucho pueblo que está llamando y colocándolo en Su Reino, en Su Cuerpo Místico de creyentes; y mientras más pronto la persona llegue a Cristo, más pronto es colocado en el Cuerpo Místico de creyentes, y más pronto estará recibiendo las bendiciones del Cielo.
Necesitamos tener asegurado nuestro futuro eterno; y el único que tiene en Sus manos el futuro eterno de la humanidad es Cristo. Él es el único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno. Todos queremos vivir eternamente.
Si vivir en estos cuerpos mortales es tan bueno ¿cómo será en un cuerpo inmortal, incorruptible, glorificado y joven por toda la eternidad? Eso ha sido el deseo siempre de toda persona: vivir eternamente y joven; porque nadie quiere vivir eternamente como un ancianito, sino como un joven de 18 a 21 años de edad, que es la flor de la juventud.
Dios tiene mucho pueblo en la República de Guatemala y los está llamando en este tiempo final; y también allá en Puerto Rico, en Venezuela, en Colombia, en Brasil, en Paraguay, en Bolivia, en el Perú, en el Ecuador, en la Argentina, en El Salvador, en todos los países de Centroamérica y de Norteamérica también; México, Estados Unidos, Nicaragua también. Y todos los demás países del planeta Tierra, Él tiene mucho pueblo que está llamando en este Tiempo Final.
“Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Es la Voz de Cristo por medio de Su Palabra, que llama a Su pueblo y los junta, los reúne en Su Cuerpo Místico de creyentes al recibir a Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego; y así quedan colocados en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios.
Sin Cristo el ser humano no tiene futuro, lo que tiene es una vida temporal; y se le va terminar, y no sabe ni cuándo se le va a terminar. Por eso tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
En todos los demás países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo también les reciba y les coloque en Su Reino.
Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Su Hijo: “El que tiene al Hijo (a Cristo), tiene la vida (la vida eterna); el que no tiene al Hijo de Dios (a Jesucristo, porque no lo ha recibido como Salvador) no tiene la vida (no tiene la vida eterna).” [Primera de Juan 5:12]
La buena noticia es para los creyentes en Cristo. El apóstol San Juan en Primera de Juan, capítulo 5, versos 6 al 13, nos dice esas palabras; nos dice acerca de la buena noticia que hay, es: “Tenemos vida eterna; y esa no la conseguimos a través de nuestros padres terrenales ni a través de algún programa de gobierno, sino a través de Jesucristo.”
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador. En los demás países también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo dentro de algunos segundos.
Con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, y nuestros ojos cerrados:
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti con todas estas personas que están aquí presentes, y en otros países, que están viniendo a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador. Recíbelos en Tu Reino, Te lo ruego. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora repitan conmigo esta oración, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y Suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino.
Haz una realidad la Salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! AMÉN.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado.
Ahora me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar? Porque Cristo dijo: ‘Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no quita los pecados, es tipológico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente, simbólicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino Eterno.
Ese es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Porque en el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Estábamos en Cristo eternamente.
Por lo tanto, damos testimonio en el bautismo en agua, de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, identificándonos con Él en Su muerte, sepultura y resurrección.
Bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al reverendo Tirzo Ramiro Girón Pinzón, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“DIOS NO SE OLVIDA DE NADA.”