Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, ministros presentes, y en diferentes países y sus congregaciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos abra el entendimiento y las Escrituras para comprender la Palabra correspondiente a este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Monterrey, para compartir con ustedes unos momentos alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Miguel Bermúdez Marín allá en Guatemala: Que Dios te bendiga y te guarde, y te use siempre grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Y ahora vamos a la lectura de San Lucas, capítulo 18, verso 1 al 8; y San Mateo, capítulo 11, versos 25 al 27, donde dice… Comenzamos con ese pasaje de San Mateo, capítulo 11, verso 25 en adelante [Reina Valera 1909]:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños.
Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar”.
Y ahora el capítulo 18 de San Lucas [Reina Valera 1909]:
“Y propúsoles también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre.
Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía á él diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre,
Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela.
Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.
¿Y Dios no hará justicia á sus escogidos, que claman á él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos?
Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?”.
“CUANDO VENGA EL HIJO DEL HOMBRE, ¿HALLARÁ FE EN LA TIERRA?”. Es la pregunta que Cristo hace en esta ocasión.
El tema más importante para este tiempo final es la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre prometida por el mismo Cristo y mostrada en los tipos y figuras del Antiguo Testamento, y también en tipos y figuras en el Nuevo Testamento; porque para el Día Postrero la Venida del Hijo del Hombre será paralela a la Venida del Hijo del Hombre de dos mil años atrás; porque siempre que se habla de Hijo del Hombre o Hijo de Hombre se está refiriendo a profeta.
Por eso Dios a Jeremías, a Ezequiel y a otros hombres de Dios le llamó: Hijo del Hombre; y cuando Jesucristo vino fue llamado también Hijo del Hombre, Él mismo se identificó, se llamó Hijo del Hombre, porque era un profeta.
Recordemos en la ocasión en que Juan el Bautista estaba predicando y bautizando a las personas allá en el Jordán y le preguntan: “¿Tú quién eres? ¿Eres tú Elías? ¿Eres tú el Mesías? ¿Eres tú el profeta?”. Y Juan dice: “No soy”. Y sin embargo él era Elías en su tercera manifestación.
Pero cuando tocan el tema se están refiriendo al Elías del capítulo 4 de Malaquías, el cual corresponde al tiempo final como precursor de la Segunda Venida de Cristo. Vean, San Juan, capítulo 1, versos 19 en adelante, dice [Reina Valera 1909]:
“Y éste es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalem sacerdotes y Levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
Y confesó, y no negó; mas declaró: No soy yo el Cristo.
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No”.
¿Y por qué, cuando le preguntan si es Elías, siendo Elías en su tercera manifestación, dice que no? Porque cuando le preguntan se están refiriendo al Elías de Malaquías 4, que vendrá antes del día grande y terrible del Señor, el cual es el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el cual fue el reverendo William Branham; y aun después del precursor de la Segunda Venida de Cristo en la manifestación cuarta de Elías, vendrá también por quinta ocasión con Moisés, para los judíos.
Y cuando le preguntan a Juan: “¿Eres tú el profeta?”, dice: “No”. Y era profeta, y era el profeta precursor de la Primera Venida de Cristo; pero cuando le hacen esa pregunta, esa pregunta se refiere al profeta que Dios promete en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19: un profeta como Moisés; y un profeta como Moisés, en todo el sentido de la Palabra profética, se refiere al Mesías.
Juan el Bautista no era un profeta dispensacional y tampoco era el profeta Mesías, el Mesías prometido; por lo tanto, no podía decir que él era ese profeta, porque entonces tenía que aceptar que él era el Mesías. Por eso cuando le preguntan si es el Cristo, él dice que no; cuando le preguntan si es el profeta el cual era el Cristo, le dice a ellos que no; entonces le preguntan:
“Dijéronle: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta á los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta”.
Juan tenía que aplicar las Escrituras correspondientes a aquel tiempo, las que le tocaba a él cumplir, decir cuáles eran. La Escritura decía: “La voz de uno que clama en el desierto (dijo), ese soy yo”, ese es Juan el Bautista; pero cuando le preguntan: “¿Eres tú el Cristo?”, esa promesa le tocaba cumplirla a Jesús, entonces Juan tenía que decir: “No soy”; cuando le preguntan: “¿Eres tú el profeta que sería como Moisés?”, él dice: “No soy”, porque esa promesa le tocaba cumplirla a Jesús.
Ahora podemos ver… Vean aquí algo más:
“Y los que habían sido enviados eran de los Fariseos.
Y preguntáronle, y dijéronle: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros ha estado á quien vosotros no conocéis.
Este es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí: del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato”.
Y sigue más adelante, al otro día:
“Estas cosas acontecieron en Betábara, de la otra parte del Jordán, donde Juan bautizaba.
El siguiente día ve Juan á Jesús que venía á él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es del que dije: Tras mí viene un varón, el cual es antes de mí: porque era primero que yo.
Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado á Israel, por eso vine yo bautizando con agua.
Y Juan dió testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre él.
Y yo no le conocía; mas el que me envió á bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él, éste es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Ahora viene detrás de Juan (el cual era profeta), viene otro profeta pero mayor que Juan, el cual viene a cumplir la promesa que Dios le dio al pueblo a través del profeta Moisés: que levantaría profeta de en medio del pueblo. Ese sería el Mesías prometido, el que cumpliría esa promesa. Y Juan lo reconoce como aquel al cual él le está preparando el camino, y señala en quién se está cumpliendo esa promesa cuando ve el Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Jesús.
Juan estaba anunciando que después de él vendría uno mayor que él, uno mayor que Juan, uno mayor que el precursor de la Primera Venida de Cristo; y todo esto es paralelo a lo que estará sucediendo en el tiempo final.
Ya vino uno como Juan el Bautista, que fue el reverendo William Branham, como precursor de la Segunda Venida de Cristo; y está anunciando que después de él viene uno mayor que él.
En el libro de Los Siete Sellos él dice como Juan[1]; porque Juan, cuando le llegan a él y le dicen: “Mira, aquel del cual tú diste testimonio, ahora a Él vienen más personas que a ti y bautiza más personas que tú”. Pero Juan no se preocupó de eso. Juan más bien estaba muy contento de que eso estaba pasando con Jesús, porque se estaba cumpliendo en aquel al cual él le preparó el camino, se estaba cumpliendo la Venida del Mesías.
En el capítulo 3 de San Juan dice [verso 25] [Reina Valera 1909]:
“Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación.
Y vinieron á Juan, y dijéronle: Rabbí, el que estaba contigo de la otra parte del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen á él.
Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo.
Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.
El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo es cumplido.
A él conviene crecer, mas á mí menguar”.
Aquí podemos ver que Juan era el profeta más grande, mayor, del Antiguo Pacto, del Antiguo Testamento; pero ahora el que vendría después de Juan sería el mayor del Nuevo Pacto, y aun mayor que todos los demás profetas; porque el Mesías es el mayor de todos los profetas, el Hijo del Hombre es el mayor de todos los profetas.
Y ahora, veamos lo que dice el reverendo William Branham colocando en paralelo la Primera Venida, el precursor de la Primera Venida y el precursado, al cual Juan le estaba preparando el camino; coloca todo esto paralelo con este tiempo, y dice, en el libro de Los Sellos, página 474 y 475, dice:
“[173]. Yo únicamente les estoy diciendo lo que vi y las cosas que me han sido dichas. Usted haga lo que guste. Yo no sé quién será, ni qué va a suceder. ¡No sé! Solamente sé que esos Siete Truenos contienen el misterio por cuya razón hubo silencio en el Cielo. ¿Todos entienden?”.
¿Y cuál fue la razón por la cual hubo silencio en el Cielo? Es el Séptimo Sello, la Venida de Cristo para el Día Postrero. O sea que el misterio del Séptimo Sello es el misterio de la Segunda Venida de Cristo, la cual fue precursada por el Espíritu Santo a través del tercer Elías… – o del cuarto Elías, el reverendo William Branham; él fue el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Así como Juan identificó, Juan el Bautista, identificó la Primera Venida de Cristo y dijo: “A Él le conviene crecer y a mí menguar”, vean, por el Mensaje del reverendo William Branham será identificada la Segunda Venida de Cristo. ¿Y qué dice él acerca del que vendrá después de él?:
“174. Quizás sea ahora el tiempo y la hora cuando aparezca esta gran persona que hemos estado esperando. Quizás este ministerio, por el cual he tratado de convertir a la gente a la Palabra, ha servido de fundamento”.
O sea, le es de fundamento a los creyentes el Mensaje, la Palabra que Dios ha dado por medio del reverendo William Branham, porque el reverendo William Branham con el ministerio de Elías por cuarta ocasión, con su Mensaje que le fue dado de parte de Dios, introduce, hace la introducción de la Segunda Venida de Cristo.
Y aunque él en carne humana no esté en este tiempo final, su Mensaje introduce la Segunda Venida de Cristo; por eso él dijo: “Este Mensaje introducirá a Cristo en Su Segunda Venida”. Eso está por la página 119 del libro de Citas [párrafo 1058] del reverendo William Branham, de mensajes, extractos de mensajes del reverendo William Branham.
“[174]. Quizás este ministerio, por el cual he tratado de convertir a la gente a la Palabra, ha servido de fundamento. Si así es, entonces les estaré dejando para siempre. No habrá dos aquí al mismo tiempo”.
¿De qué está hablando? De aquel al cual él le está preparando el camino. Y dice: “No habrá dos aquí al mismo tiempo”, como fue en el tiempo de Juan el Bautista, que hubo dos: Juan el Bautista y Jesús. Pero Juan el Bautista dijo: “A Él le conviene crecer y a mí menguar”. Y fue menguando hasta que fue decapitado y murió[2]; fue quitado el menor y fue colocado el mayor, Jesús.
“[174]. No habrá dos aquí al mismo tiempo. Y aun si así fuera, él crecerá y yo menguaré”.
Está hablando de aquel al cual él le está preparando el camino, que ha de venir a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero. Esto es la página 474 y 475 del libro de Los Sellos en español. Dice:
“[174]. ¡Yo no sé! Pero Dios me ha dado el privilegio de mirar y ver lo que es; lo vi abrirse hasta donde lo vi”.
Ahora podemos ver que algo muy grande está prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo, y es la Segunda Venida de Cristo. Así como vino al pueblo hebreo enviando a Su precursor primero, Juan el Bautista, y luego se presentó Él en las actividades de Juan el Bautista cuando estaba predicando y bautizando, y Juan el Bautista lo bautizó para Jesús cumplir toda justicia, y entonces Juan lo identificó, lo señaló: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, este es del cual yo dije que vendrá después de mí”.
Ahora podemos ver que algo grande está preparado, prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo; y los Truenos revelarán este misterio del Séptimo Sello, este misterio de la Segunda Venida de Cristo a la Iglesia.
Recuerden que la Venida de Cristo a Su Iglesia es para la resurrección de los muertos creyentes en Cristo en cuerpos glorificados, y la transformación de los creyentes en Cristo que estén viviendo en el Día Postrero, a los cuales les será dada la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; por lo cual les será revelado.
Cuando le fue revelado a Pedro el misterio de la Venida de Cristo dos mil años atrás, Jesús le pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”, o sea, la revelación de quién es el Hijo del Hombre; la fe (recuerden que fe es revelación). La fe, la revelación, de quién es el Hijo del Hombre en aquel tiempo era Jesús.
Y pregunta Jesús: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Comenzaron a decir Sus discípulos: “Unos dicen que Tú eres Juan el Bautista que ha resucitado, y por eso obran estas señales en Ti”; así pensaban en aquel tiempo acerca de Jesús. Otros decían: “Es Jeremías”. Recuerden que lo veían llorando en la tumba de Lázaro, y lo oían llorando en algunas ocasiones; la parte humana de Él. Tenía sentimientos humanos y obraba como hombre.
Dicen: “Otros dicen que Tú eres Jeremías o Elías o alguno de los profetas”. Y Cristo les pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre? ¿Quién dicen ustedes que soy Yo?”.
Pedro dice: “Tú, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
—“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás (dice Cristo), porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los Cielos”[3].
La revelación de quién es el Hijo del Hombre allá dos mil años atrás, la revelación de quién es Aquel al cual Juan el Bautista precursó, la revelación venía del Cielo; así vendrá del Cielo la revelación de la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, porque el mundo estará sin fe, sin revelación, para conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo en el Día Postrero; lo cual será un misterio y un secreto que la Iglesia del Señor Jesucristo recibirá, esa revelación, para tener así la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Sin esa revelación para el Día Postrero ninguna persona podrá ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
El reverendo William Branham dijo también, hablando acerca del tema de la fe… Dice en la página 128 del libro de Los Sellos en español, de esta versión, dice:
“121. Ahora, los Siete Truenos de Apocalipsis permitirán que Él muestre a la Novia cómo prepararse para obtener esa gran fe de traslación”.
O sea que los Truenos son los que permitirán a la Novia mostrarle cómo prepararse para esa fe de traslación, para esa fe de rapto.
¿Y qué son los Truenos? Es la Voz del Ángel Fuerte de Apocalipsis, capítulo 10, que desciende del Cielo y clama como cuando un león ruge; o sea, la Venida de Cristo como León. Ya no como Cordero sino como León, con el Librito de los siete Sellos, con el Título de Propiedad, donde están escritos los nombres de todos los que van a ser transformados, de todos los que van a ser resucitados también en la primera resurrección, de todos los que recibirán la transformación; y por consiguiente, recibirán el cuerpo eterno y glorificado igual al de Jesucristo; y luego estaremos en la Tierra, de 30 a 40 días, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Recuerden que solamente en el cuerpo glorificado es que podrán las personas ir a la Cena de las Bodas del Cordero; porque no hay aviones ni cohetes que nos puedan llevar a la Casa de nuestro Padre celestial, que es en otra dimensión, para esa gran fiesta: la fiesta más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo; a la cual yo he sido invitado, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, pues dice: “Bienaventurados los que son convidados a la Cena de las Bodas del Cordero”. (Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10).
Por lo tanto, yo acepté la invitación y por eso estoy esperando mi transformación para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
¿Qué más hacen los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10?
Recuerde que ese Ángel con el Librito abierto en Su mano es Cristo viniendo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Ángel que le apareció allá a Moisés y le dio la comisión para la liberación del pueblo, y los llevó por el desierto, los llevó al monte Sinaí, y allí les dio los diez mandamientos, y después los llevó rumbo a la tierra prometida. Y ese Ángel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical.
Ahora, en la página 212 del libro de Los Sellos dice, en español, a la mitad del primer párrafo dice:
“[104]. La Novia todavía no ha tenido un avivamiento; todavía no ha habido allí ningún avivamiento, ninguna manifestación de Dios para sacudir a la Novia. Estamos esperando eso. Se necesitarán esos Siete Truenos misteriosos para despertarla”.
¿Qué despertará a la Iglesia-Novia? Los Siete Truenos. ¿Qué son los Siete Truenos? La Voz de Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo trayendo el Mensaje Final, trayendo el Mensaje de la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo.
El reverendo William Branham hizo la introducción, puso el fundamento para el Mensaje de los Siete Truenos, el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo, la revelación del misterio del Séptimo Sello, la revelación del misterio de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia, para darle la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
“[104]. Estamos esperando eso. Se necesitarán esos Siete Truenos misteriosos para despertarla. Él los mandará, lo ha prometido”.
O sea que es una promesa de parte de Dios, la revelación de los Siete Truenos para la Iglesia del Señor Jesucristo; porque esos Siete Truenos es la Voz de Cristo como León; ya no como Cordero, sino como León, hablándole a Su Iglesia y trayéndole la revelación de la Segunda Venida de Cristo, con todo lo que conlleva la Segunda Venida de Cristo.
Así como habló por medio de Su Espíritu a través de cada mensajero de cada edad, y trajo Su Mensaje para esas siete etapas de la Iglesia…; lo cual fue la Voz de Cristo pero como Cordero y Sumo Sacerdote, hablando de edad en edad.
Habló a través de cada mensajero al cual le dio la revelación; y a través de ese mensajero, al cual ungió, le habló a Su Iglesia, y llamó y juntó los escogidos correspondientes a cada etapa de Su Iglesia; pero no fue en una forma consecutiva; en una forma consecutiva hubiera sido que hablara el Mensaje para las siete edades, lo hablara a través de San Pablo, que fue el primer mensajero entre los gentiles de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Pero habló a través de San Pablo para la primera edad, después habló a través de otro mensajero, más adelante, para la segunda edad, después más adelante para la tercera, y así en forma progresiva hasta llegar a la séptima edad de la Iglesia; y habló a través del reverendo William Branham en la séptima edad de la Iglesia.
Pero ahora está prometida una etapa en la cual Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, hablará, pero ya no como Cordero sino como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, y Juez de toda la Tierra; hablará en forma consecutiva.
Eso es lo que muestra cuando dice que el Séptimo Sello es como un cohete que explota; un cohete, no de estos que llevan bombas atómicas, sino un cohete como estos que usan en las fiestas patronales de las diferentes naciones y celebraciones importantes que llevan en algunos países, y de noche disparan esos cohetes; y al dispararlos hace la explosión y salen muchas estrellitas; y luego, de alguna de esas estrellas, explota y salen otras estrellas; y así por el estilo. Los que han visto esos fuegos artificiales podrán notar que hacen unas cuantas explosiones y salen estrellas; y luego de cierta estrella o estrellas, salen otras estrellas; y así por el estilo. Así dice el reverendo William Branham (en la página 474 y 475 del libro de Los Sellos) que es el Séptimo Sello.
Vamos a ver si es esa o si es otra, se los estaré… 464 y 465. Dice, el último párrafo dice:
“139. Al final de este Séptimo Sello es el fin de la edad de la Iglesia; es el fin del Séptimo Sello, es el fin de las Trompetas, es el fin de las Copas y aun es el fin de la entrada al Milenio. Todo eso es contenido en el Séptimo Sello”.
Miren todas las cosas que están dentro del Séptimo Sello, las cuales serán reveladas a los creyentes en Cristo en este tiempo final, e identificadas a medida que Dios las dé a conocer.
“140. Es como disparar un cohete al aire. Este cohete hace una explosión por aquí cerca; y luego mucho más alto hace otra explosión, y de allí salen cinco estrellas. Una de esas cinco hace una explosión, y de allí salen otras cinco estrellas; y una de esas estrellas explota, y de allí salen otras cinco estrellas; y después desaparece gradualmente. Así es el Séptimo Sello. Allí termina el tiempo para el mundo. Es el fin del tiempo para esto y aquello y todas las cosas. Todo termina con el Séptimo Sello. Ahora, ¿cómo lo va a hacer Dios? Eso es lo que no sabemos, no lo sabemos. En esto será el tiempo para todas estas cosas y la entrada del Milenio”.
Miren todas las cosas que contiene el Séptimo Sello, y a todas las cosas que le pondrá fin el Séptimo Sello. Por lo tanto, tenemos que estar atentos a la Palabra de Dios correspondiente al Día Postrero porque Él va a cumplir todo lo que Él ha prometido a Su Iglesia. Es Su Iglesia la que va a estar escuchando y entendiendo la Voz de Cristo clamando como cuando un león ruge y siete truenos hablando sus voces.
Recuerde que la Voz de Dios siempre es como un trueno, como un trueno o una trompeta sonando. Por lo tanto, tenemos que estar atentos a la Voz del Señor Jesucristo correspondiente a este tiempo final; porque así como Cordero y Sacerdote habló a través de Sus diferentes mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia… Como León nunca habló a través de ninguno de los siete mensajeros de las siete edades, porque eso es para el Día Postrero, en donde Cristo cambia de Cordero a León, de Sumo Sacerdote a Juez y Rey, Rey de reyes y Señor de señores.
Los creyentes en Cristo del Día Postrero estarán recibiendo la fe para ser transformados, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, por el mismo Cristo hablándonos en la etapa de oro de la Iglesia, la Edad de Piedra Angular, hablándonos no como Cordero sino como León; no como Sumo Sacerdote sino como Juez y Rey, Rey de reyes y Señor de señores.
Ahí está la diferencia de la forma en que habló en las siete edades y la forma en que hablará en la Edad de Piedra Angular, la edad en donde estará hablando con esa Voz de Trueno, Voz de León, Voz de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.
Recuerden que el león es el rey, el rey de la selva; y en el campo espiritual es el Rey de reyes y Señor de señores.
Por lo tanto, es la Voz de Cristo como León, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces, que los escogidos del Día Postrero recibirán la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Eso será lo que nos dará Cristo hablándonos con esa Voz de Siete Truenos y revelándonos el misterio de Su Venida y todas las cosas que Él estará llevando a cabo; y a medida que las va llevando a cabo, las estará revelando a Su Iglesia; y Sus escogidos las estarán entendiendo.
Y se repetirá lo que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 11, verso 25 en adelante, cuando dice [Reina Valera 1909]:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las hayas revelado á los niños”.
O sea que también así será en este tiempo final. Para los creyentes en Cristo es la revelación. Vean aquí:
“Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar”.
Esa es la revelación de Cristo para los creyentes en Cristo dos mil años atrás, y para los creyentes en Cristo de este tiempo final: Conocer el misterio de Dios el Padre, y del Hijo.
Así fue dos mil años atrás y así será en este tiempo final. A los escogidos les será dada la revelación para tener así esa fe, esa revelación, para ser transformados y raptados; así como los creyentes en Cristo de aquel tiempo tuvieron la revelación para recibir el Espíritu Santo el Día de Pentecostés.
Pedro supo quién era Jesucristo, Pedro conoció el misterio de la Primera Venida de Cristo, eso era lo que anunciaba Juan: la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios; y el reverendo William Branham ha estado precursando la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de Señores en Su Obra de Reclamo.
En Colosenses, capítulo 2, versos 2 en adelante, San Pablo dice [Reina Valera 1909]:
“Para que sean confortados sus corazones, unidos en amor, y en todas riquezas de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo (conocer el misterio de Dios, conocer el misterio de Dios y del Padre y de Cristo);
En el cual están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento”.
Y ahora, los escogidos en el Día Postrero van a conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo, lo cual será revelado por los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10. Capítulo 10 de Apocalipsis muestra el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Cristo; y por eso viene con el Librito abierto que recibió en Apocalipsis, capítulo 5, que es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Título de Propiedad de la vida eterna, el Título de Propiedad donde están escritos nuestros nombres.
Recuerden que en el Título de Propiedad tiene que estar escrito el nombre de los herederos; si no, no es heredero una persona que no tiene el nombre escrito en el Título de Propiedad.
Y ahora nuestros nombres están allí escritos desde antes de la fundación del mundo; por eso es que Cristo dice: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen, y Yo las conozco, y Yo les doy vida eterna”[4].
¿Desde cuándo están escritos nuestros nombres? Eternamente. Desde antes de la Creación. O sea que usted y yo hemos sido eternamente hijos e hijas de Dios en la Mente de Dios, como un pensamiento que ahora se ha materializado en una persona: en usted y en mí.
Así como es un misterio Jesucristo, el Hijo de Dios, también los hijos de Dios son un misterio, pero que ya lo conocemos, y por consiguiente sabemos que un hijo de Dios nunca se perderá. Si se porta mal, pues así como el padre corrige a su hijo, Dios nos corrige. Dice la Escritura: “Como el padre castiga a su hijo, Dios también a Sus hijos”[5]. Así que el que no quiera castigo, pórtese bien; ese es el secreto para no recibir castigo.
Todos queremos la bendición de Dios, y hay tantas bendiciones de Dios que todos podemos alcanzar; por lo tanto, portándonos bien, trabajando en Su Obra, reconociendo las promesas que hay para este tiempo, y trabajando en ellas y por ellas, estamos almacenando tesoros en el Cielo; y estamos haciendo como Jesús dice: “En los negocios de Mi Padre me conviene estar”[6]. ¿Y cómo estaba? Trabajando.
¿Cuáles eran los negocios del Padre para aquel tiempo? Las cosas que Dios había prometido que llevaría a cabo, las cuales llevaría a cabo a través del Mesías; y Jesús tenía que llevarlas a cabo, ¿por qué?, porque Él era el Mesías prometido; por lo tanto Dios no las podía llevar a cabo a través de otra persona sino a través de Jesús.
Y Dios no puede llevar a cabo a través de otras personas las cosas que están prometidas para llevar a cabo a través de Su Iglesia, sino a través de Su Iglesia, a través de usted y de mí, y de todo creyente en Cristo nacido de nuevo que forma la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, usted tiene una parte importante en el Programa Divino, a través del cual Dios llevará a cabo una obra; usted está aquí en la Tierra para ser instrumento de Cristo en los negocios de Él, en Su Programa Divino; por lo tanto, como le dijo el rey David a Salomón: “¡Manos a la obra!”[7]. A trabajar en todos los proyectos de Dios que corresponden a este tiempo final, para ser llevados a cabo por Cristo en Espíritu Santo a través de Su Iglesia-Novia, y así cumplir todo lo que está prometido que Cristo llevará a cabo. ¿Lo llevará a cabo a través de quién? De Su Iglesia. ¿Lo llevará a cabo a través de quién? De cada uno de ustedes y también de mí, y de todo creyente en dondequiera que se encuentre.
“CUANDO VENGA EL HIJO DEL HOMBRE, ¿HALLARÁ FE EN LA TIERRA?”. ¿Hallará la revelación, como la tuvo Pedro, que reconocerán Su Venida y la recibirán? No, pero Cristo les dará la revelación, y entonces la tendrán; y entonces al tener la revelación conocerán el misterio de Su Segunda Venida.
Este misterio será revelado por los Siete Truenos de Apocalipsis, o sea, por la Voz de Cristo clamando en medio de Su Iglesia como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; o sea, dándonos el Mensaje Final, dándonos el Mensaje que estará hablando como León, ya no como Cordero sino como León.
Por eso Él es el León de la tribu de Judá, de Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, y otras Escrituras que hablan del León de la tribu de Judá; y ese es Cristo nuestro Salvador.
“CUANDO VENGA EL HIJO DEL HOMBRE, ¿HALLARÁ FE, REVELACIÓN, EN LA TIERRA?”. No, pero la recibiremos en este tiempo final por medio de la Voz de Cristo como León, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces.
La Voz de los Siete Truenos es la Voz de Cristo, el Mensaje Final de Cristo en forma consecutiva en la etapa de Edad de Piedra Angular. Tan sencillo como eso.
Ahí es donde estará la fe para ser transformados y raptados, ahí es donde estará la fe, la revelación, de la Segunda Venida de Cristo, para recibirlo, para escuchar Su Voz y obtener la fe para ser transformados y raptados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Recuerden que Él viene también como ladrón en la noche[8]. El mundo está en oscuridad; pero Su Venida a Su Iglesia, para llevársela a la Cena de las Bodas del Cordero, será el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Venida a Su Iglesia como Rey, como León. Recuerden que Cristo es el León, y el león es el rey de todos los animales.
Todo esto será revelado en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, en donde estará cumpliéndose, manifestándose, la Tercera Etapa. Esa Tercera Etapa nos traerá grandes revelaciones, y sobre todo la revelación del Hijo del Hombre para el Día Postrero.
El reverendo William Branham dijo que el título de Hijo de Hombre es título de profeta, es un profeta[9]; por lo tanto, habrá un misterio manifestándose en el Día Postrero como Hijo del Hombre.
En Jesús vimos esa manifestación de Hijo del Hombre, por eso era un profeta; en el reverendo William Branham también vimos esa manifestación del Hijo del Hombre, de Hijo de Hombre, Cristo en Espíritu Santo velado y revelado y hablándole al pueblo a través de él —tan sencillo como eso—, para cumplir las promesas con las cuales precursaría la Segunda Venida de Cristo; y dice que habrá otra manifestación del Hijo del Hombre[10].
Por lo tanto, este misterio del Hijo del Hombre está ligado al Séptimo Sello, está ligado a la Venida del Señor a Su Iglesia como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Si no lo entiende bien ahora, lo entenderá más adelante; y en el cumplimiento de la Visión de la Carpa será abierto ese misterio completamente para todos los hijos e hijas de Dios. Eso corresponde a la Tercera Etapa de la cual el Ángel le dijo al reverendo William Branham[11].
Mientras tanto, sigue llamando y juntando a Sus escogidos en este tiempo final, para prepararlos para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen, y Yo les doy vida eterna (dice Cristo); y no perecerán jamás. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre. El Padre y Yo una cosa somos”, dice Cristo en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30.
Por lo tanto, sigue Él llamando y juntando a Sus ovejas en Su Redil, que es Su Iglesia; y el Buen Pastor es Cristo nuestro Salvador; y Sus ovejas, ¿quiénes son Sus ovejas? Todos nosotros.
Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer, y oirán Mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”. (San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante). Todavía sigue llamando y juntando, por medio del Evangelio, Su Rebaño.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando un día feliz, lleno de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Y recuerden, nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Que Dios les bendiga y les acompañe todos los días de vuestra vida.
Buenas tardes.
“CUANDO VENGA EL HIJO DEL HOMBRE, ¿HALLARÁ FE EN LA TIERRA?”.
[Revisión diciembre 2023 – JR]
[1] Los Sellos, pág. 474, párr. 174
[2] San Mateo 14:6-12, San Marcos 6:21-29
[3] San Mateo 16:13-17
[4] San Juan 10:27-28
[5] Proverbios 3:12
[6] San Lucas 2:49
[7] 1 Crónicas 22:14-16, 28:20
[8] 1 Ts. 5:2, 2 P. 3:10, Ap. 16:15
[9] Citas, pág. 126, párrs. 1121, 1123; pág. 141, párr. 1262
[10] Citas, pág. 22, párr. 183
[11] Citas, pág. 10, párr. 87; pág. 12, párr. 97; pág. 13, párr. 98; pág. 14, párr. 103; pág. 39, párr. 321