Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están en otras naciones, ministros e iglesias reunidos en esta ocasión. Un saludo especial para el misionero Miguel Bermúdez Marín y el ministro y la iglesia allá en Cancún, República Mexicana.
Feliz cumpleaños para William Pérez (Billy), Félix Caro, que cumplen años hoy, y todos los que cumplen años hoy; y también para José Benjamín Pérez que cumple años el martes. Feliz cumpleaños, y que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre ustedes, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para hoy tenemos un resumen del Foro Judicial de la República Mexicana. Así que tenemos este resumen, este video de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, y luego estaré con ustedes para continuar platicando la Palabra del Señor, hoy domingo de escuela bíblica, como siempre se tiene la enseñanza del Evangelio de Cristo todos los domingos; así como los apóstoles se reunían los domingos, y Cristo resucitó domingo, y los domingos luego de resucitado, le aparecía a Sus discípulos y les enseñaba las Escrituras.
Dejamos este video de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, que es un resumen del Foro Judicial de México.
[Presentación del video-documental]
Ya vimos la actividad que se llevó a cabo, el Foro Judicial en la República Mexicana, en el Distrito Federal, lo cual fue un éxito total.
Ahora leeremos en San Lucas, capítulo 4, verso 16 en adelante, donde dice:
“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL TIEMPO PARA EL CUMPLIMIENTO DE LA ESCRITURA.”
La Escritura es la Palabra de Dios, donde están las profecías de las cosas que Dios llevará a cabo. Esta Escritura que leímos fue tomada de Isaías, capítulo 61, y la leyó Jesús en el capítulo 4, versos 16 al 21. Y no continuó leyendo donde decía: “Y para predicar el día de venganza del Dios nuestro,” porque el día de venganza es para ser predicado en este tiempo final. Es el tiempo en que se predicará el juicio que vendrá sobre la raza humana durante la gran tribulación. Está ligado al Sexto Sello, al Séptimo Sello, al Cuarto Sello también; por lo tanto, todo eso corresponde a este tiempo final.
Encontramos en Isaías 55, verso 10 al 11, que dice:
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”
O sea, que la Palabra de Dios tiene que cumplirse en el tiempo que le corresponde. No vuelve a Dios vacía, porque es la Palabra de Dios; y “los Cielos y la Tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará,” dice Cristo [San Mateo 24:35]; y por consiguiente, la Palabra del Señor permanece para siempre y hace aquello que dice que va a hacer para cada edad y para cada dispensación.
Cuando se hablaba de que publicaría…: “(para) publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová” [Isaías 61:1-2], eso era una profecía que fue cumplida cuando apareció el Mesías, Cristo, y a través de Él Dios la cumplió. Pero no continuó leyendo donde dice: “y el día de venganza del Dios nuestro,” porque el día de venganza del Dios nuestro es para ser predicado en este tiempo final.
Ahora leemos en Jeremías, capítulo 1, verso 11 al 12, que dice:
“La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro.
Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.”
O sea, que lo que Él ha prometido que va a hacer, lo apresura en hacerlo en el tiempo correspondiente. O sea, que Dios, cuando llega el tiempo de cumplir lo que Él prometió, Él lo hace en forma rápida, apresurada; no con vagancia, sino con ánimo, cumpliendo lo que Él ha prometido.
Él ha estado llevando a cabo la creación de un pueblo, la creación de hijos e hijas de Dios. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es,” dice San Pablo en su carta a los Corintios [Segunda de Corintios 5:17]. Está llevando a cabo una nueva creación. Por eso fue que le dijo en San Juan, capítulo 3, verso 1 a1 6, a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Un nuevo nacimiento, el cual es como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.
El Reino de Dios está en la esfera espiritual, en la forma de la Iglesia del Señor Jesucristo. Él está llevando a cabo la creación de Su Iglesia, de edad en edad.
Siendo que Cristo es el segundo Adán, como nos dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, es el postrer Adán y la Iglesia del Señor Jesucristo es la segunda Eva…. Así como Adán se reprodujo en hijos e hijas por medio de Eva, Cristo por medio de Su Iglesia se reproduce en hijos e hijas de Dios que vienen a formar el Cuerpo Místico de Cristo, que es la familia de Dios, los descendientes de Dios, los hijos e hijas de Dios.
Por eso nos dice la Escritura que somos llamados hijos de Dios, hijos e hijas de Dios. Es que así como se nace en la Tierra a través de nuestros padres terrenales, se nace a una vida temporal, una vida terrenal, en cuerpos mortales; cuando se nace del Agua del Evangelio y del Espíritu Santo, se nace a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Ha entrado la persona al Reino de Dios, al Reino celestial.
Así como cuando hemos nacido en la Tierra a través de nuestros padres terrenales, hemos nacido al reino terrenal, al reino temporal, a una vida en donde nuestros cuerpos son corruptibles, temporales; pero nos da la oportunidad de confirmar nuestro lugar en la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por eso en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, nos dice: “Porque nuestra ciudadanía está en los Cielos, de donde también esperamos al Salvador, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria Suya.”
O sea, para que sea un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado que Él tiene. ¿Cómo lo va a hacer? “Con el poder con el cual puede también sujetar a Sí mismo todas las cosas.” Él tiene el poder para transformarnos físicamente, así como tiene el poder para transformarnos espiritualmente e interiormente.
Él es el Todopoderoso, para Él no hay nada imposible. Las generaciones de Cristo anteriores a Él (físicamente), están en San Lucas, capítulo 3, y San Mateo, capítulo 1. Capítulo 3 de San Lucas, versos 23 al 38; y al final dice: “…hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.”
Y en San Mateo, capítulo 1, nos habla también de la ascendencia de Jesús según la carne. Capítulo 1, verso 1 al 17, desde David… desde Abraham en adelante. Esa es la genealogía de Cristo por José. Pero la genealogía de Cristo por María está en San Lucas, capítulo 3. Esa es Su genealogía ascendente.
¿Y qué de Su genealogía descendiente de Cristo? La ascendente es en la carne, la descendiente es según el espíritu. Los que nacen en el Cuerpo Místico de Cristo son la descendencia de Cristo; por eso dice: “Anunciaré a mis hermanos tu nombre.” (Hebreos, capítulo 2 [Verso 12]). Y dice también: “Yo y los hijos que Dios me dio.” Esos son los hijos de Cristo por medio de la unión de Cristo y Su Iglesia de edad en edad.
Y así como sobresalen en la ascendencia de Cristo algunas personas; encontramos que en la descendencia de Cristo también sobresalen los apóstoles y cada uno de los mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo de entre los gentiles (San Pablo y los demás mensajeros), de edad en edad.
De edad en edad encontramos que viene un despertamiento espiritual en donde Dios se revela a un mensajero, el cual envía en medio del cristianismo, le da Su Palabra para ese tiempo, él comienza a proclamar ese Mensaje, esa Palabra, ungido con el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo; y Cristo comienza a obrar, comienza a llamar y juntar Sus escogidos, comienza a producir el nuevo nacimiento en ellos; y así comienzan a nacer en el Reino de Dios, el Reino de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, los hijos e hijas de Dios correspondientes a cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo. Tan sencillo como eso es el programa de la reproducción de Cristo a través de Su Iglesia, de edad en edad.
La ascendencia de Cristo es según la carne y la descendencia es según el espíritu. Nacen primero en el Reino de Dios en el campo espiritual, obteniendo el nuevo nacimiento, y por consiguiente, recibiendo el Espíritu de Cristo; y luego, en el Día Postrero, los que partieron serán resucitados en cuerpos eternos, y serán a imagen y semejanza de Cristo con cuerpos glorificados; y los que estemos vivos seremos transformados. Tan sencillo como eso.
Entonces tendremos la imagen (cuerpo angelical) y la semejanza física de Cristo (cuerpo físico glorificado); todos iguales a Cristo, con cuerpos glorificados y eternos. Y eso significa que es una raza con vida eterna; que nunca se pondrá vieja la persona ni enferma, y que el poder de Dios estará siempre en la persona; hijos e hijas de Dios adoptados en el Reino de Dios.
Primero recibimos la adopción espiritual al recibir el Espíritu de Cristo, y luego recibiremos la adopción física, que será la redención del cuerpo, como dice Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39, lo cual será la transformación del cuerpo. Y será la primera ocasión, aparte de Cristo, que seres humanos son adoptados en el Reino de Dios, con vida eterna, cuerpos glorificados y eternos, para vivir por toda la eternidad.
Esos son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo de etapa en etapa, de edad en edad, de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así será el gabinete del Reino de Cristo, la parte política, tendrá Su gabinete Cristo como Rey, y los creyentes en Cristo Su gabinete administrativo. Y serán también el orden sacerdotal del Milenio y de toda la eternidad, donde Cristo es el Sumo Sacerdote de ese Reino, y los creyentes en Cristo son sacerdotes con Cristo. Y también será el gabinete del poder judicial, donde Cristo es el Juez Supremo, al cual Dios ha colocado como Juez de los vivos y de los muertos; y los creyentes en Cristo pertenecen a ese poder judicial celestial del Reino del Mesías. O sea, que la posición que ocupan en el Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, es la posición más alta del Reino de Dios.
El Reino de Dios pasó de los judíos a la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso es que en la Iglesia del Señor Jesucristo nacen los hijos e hijas de Dios por medio del Espíritu de Cristo; nacen del Agua y del Espíritu. Por eso hay gozo en el Cielo, dice Cristo, cuando un pecador se arrepiente. ¿Por qué? Porque está naciendo en el Reino de Dios un hijo o una hija de Dios. Y cuando nace un rey, siempre hay gozo en el Cielo; como cuando nace un rey en un país, hay gozo, hay una fiesta en ese país.
Por lo tanto, cuando usted recibió a Cristo, fue bautizado en agua en Su Nombre y recibió el Espíritu de Cristo: en el Cielo hubo gozo.
Recuerden que cuando nació Cristo en Belén de Judea también hubo gozo en el Cielo; el Ángel Gabriel fue enviado con una hueste celestial cantando, alabando a Dios.
Así es en el mundo espiritual, que es más real que el mundo terrenal; porque el mundo terrenal es temporal y el mundo espiritual es eterno.
Y ahora, conscientes de que hay un mundo terrenal, físico, y hay un mundo espiritual invisible en donde están los ángeles, en donde está Cristo en Espíritu Santo, y al cual pertenecemos como hijos e hijas de Dios nacidos en el Reino de Dios; tenemos doble ciudadanía: la ciudadanía terrenal y la ciudadanía espiritual o celestial, del Reino de Cristo.
Ahora, así como hubo una guerra en el Cielo, en donde el enemigo de Dios (Satanás) se rebeló en contra de Dios y formó un problema en el Cielo; y luego más adelante encontramos que formó otro problema en la Tierra, cuando Adán y Eva en el Huerto del Edén. Y la batalla entre los dos reinos: el Reino de Cristo y el reino del enemigo de Dios (el diablo) – han estado en una batalla en la mente de las personas.
Ahí es la batalla, ahí es donde ruge la batalla; y por eso es que el apóstol San Pablo nos dice en Efesios, capítulo 6, versos 12 en adelante… versos 11 en adelante, dice… Capítulo 6, verso 10 en adelante:
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.”
O sea, que el enemigo de Dios (el diablo) siempre va a estar molestando a los hijos de Dios, a los creyentes en Cristo. Allá al principio los persiguió; mató cientos o miles o millones, y el imperio romano los echaba a los leones y también los quemaban.
Verso 12, dice:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”
Ahí nos muestra que el cristiano pasa por una lucha espiritual todo el tiempo.
El apóstol Pedro dice en Primera de Pedro, capítulo 5, verso 8:
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.”
O sea, que el diablo, el enemigo de Dios, anda como león rugiente buscando a quién devorar, a quién apartar del camino del Señor. Pero dice: “Resistidlo y huirá de vosotros.” [Santiago 4:7]
Así como Cristo en el capítulo 4 de San Mateo y capítulo 4 de San Lucas, cuando ayunó por cuarenta días y luego fue tentado por el diablo, Cristo lo resistió y al final se fue, huyó de Jesucristo. Y los ángeles le servían a Cristo.
Ángeles le sirven a los creyentes en Cristo. “El Ángel del Señor acampa en derredor de los que le temen, y los defiende.” [Salmos 34:7]
Es importante estar conscientes de estas cosas para comprender que no es solamente la vida física la que existe. Hay vida en otras dimensiones, hay vida espiritual que no es vista por la vista humana pero que existe.
Es importante saber estas cosas para saber cómo defendernos espiritualmente, y estar bien agarrados de Cristo nuestro Salvador.
¿Recuerdan a Job? Que el diablo vino a molestarlo y pidió que Dios le permitiera herirlo; y le dijo: “Si lo hiero, te va a negar.” Pero Job permaneció firme sirviendo a Dios. Así debe permanecer cada persona: firme en Cristo, amando y sirviendo a Jesucristo nuestro Salvador.
Recuerden que Cristo es Emanuel: Isaías, capítulo 7, verso 14; y San Mateo también nos habla de lo mismo en el capítulo 1, verso 22 al 23:
“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.”
Era Dios vestido de un cuerpo humano creado en el vientre de la virgen María. Era Dios haciéndose a la semejanza humana para redimir al ser humano. Por eso Cristo decía: “El Padre y yo una cosa somos.” “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” [San Juan 10:30; 14:9]
Por eso la Escritura dice que en Cristo moró la plenitud de la Divinidad. Colosenses, capítulo 1, y Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3. El misterio de Dios el Padre, y de Cristo.
O sea, que Jesucristo es el mismo Dios vestido de carne humana visitando a Su pueblo Israel, y permanece en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo. O sea, la misma Columna de Fuego que libertó al pueblo hebreo, que le apareció a Moisés en el Monte Sinaí en un arbusto, en una zarza, es el Ángel del Pacto, Cristo en Espíritu Santo.
Por lo tanto, nuestro amado Señor Jesucristo es la persona más importante de todos los tiempos. Es el mismo Dios vestido de un cuerpo de carne, el cual colocó en Sacrificio de Expiación por nuestro pecados, luego lo resucitó glorificado, y está sentado a la diestra de Dios, en el Trono de Dios.
O sea, que el Señor Jesucristo no es cualquier persona; es Emanuel: Dios con nosotros. Eso es el Ungido, el Mesías-Príncipe. Por eso es nuestro Redentor, nuestro Salvador.
Actualmente estamos viviendo en el tiempo en que tienen que ser cumplidas las promesas correspondientes al Día Postrero: Tienen que ser completados los escogidos, la Iglesia del Señor Jesucristo, y Cristo tiene que salir del Trono de Intercesión para tomar el Título de Propiedad (el Libro sellado con siete sellos que está en la diestra de Dios en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante), y abrirlo en el Cielo para hacer Su Obra de Reclamo; lo cual tiene que hacerlo como el León de la tribu de Judá; ya no como Cordero, sino como León; ya no como Sumo Sacerdote, sino como Rey y Juez de toda la Tierra; para también traer juicio como Juez, dictar el juicio sobre la Tierra, el juicio que caerá durante la gran tribulación.
Así como el juez es el que venga las injusticias que hacen contra las personas; Cristo como Juez juzgará las injusticias que han hecho con los creyentes en Él. Él es el vengador de la Sangre, el Juez de toda la Tierra.
Estamos en el tiempo más importante de todos los tiempos. Por lo cual, estemos como Jacob, como estuvo Jacob agarrado del Ángel de Dios, o sea, agarrado de Cristo en Espíritu Santo, en cuerpo angelical, el cual le apareció a Jacob en el capítulo 32, versos 24 del Génesis (verso 24 en adelante); y no lo soltó hasta que recibió la bendición del Ángel, que fue cambiarle el nombre de Jacob a Israel; porque había luchado con Dios y con los hombres, y había vencido.
No podemos soltar al Ángel del Pacto, que es Cristo. Necesitamos la bendición de Él, la bendición de un cambio, de una transformación que está prometida para todos los creyentes en Cristo en el Día Postrero. Y si alguno parte o muere físicamente, será resucitado en un cuerpo glorificado y eterno, y volverá a estar con nosotros.
Todo eso está muy cerca; y por consiguiente, esas son promesas que Dios estará cumpliendo en el Día Postrero. Él dice: “Yo le resucitaré en el día postrero.” [San Juan 6:40] Ya sabemos que el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” [2 Pedro 3:8]
Estemos preparados, bien agarrados de Cristo; y el que no ha recibido a Cristo todavía como su Salvador, hágalo lo más pronto posible; porque cuando Cristo salga del Trono de Intercesión ya no habrá lugar para arrepentimiento, no habrá lugar para recibir el perdón por los pecados; porque no habrá Sangre en el Trono de Dios.
Por lo tanto, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo tiene la oportunidad de hacerlo; para lo cual puede pasar al frente aquí, y los que están en otros lugares también, en el lugar donde se encuentran, para recibir a Cristo como Salvador, y así que Cristo les reciba en Su Reino.
Vamos a dar unos minutos para que puedan pasar al frente los que están aquí y los que están en otros países también, para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
Es importante recibir a Cristo lo más pronto posible, porque el tiempo se está acabando en el Programa Divino; el tiempo de la Dispensación de la Gracia está llegando a su fin, y de un momento a otro se cerrará la Puerta. Como en la parábola de las diez vírgenes: se cerró la puerta y ya no había oportunidad para entrar con Cristo a las Bodas.
También en San Lucas, capítulo 13, nos dice: “Cuando el Padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, entonces comenzaréis a decir y…” Comenzarán a clamar. Y Él les dirá: “No sé de dónde sois. Allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Recuerden que la puerta de la misericordia se cerrará en algún momento, y de ahí en adelante ya no habrá oportunidad para recibir a Cristo como Salvador. Las personas tendrán que atenerse a lo que vendrá: la gran tribulación sobre el planeta Tierra, que durará tres años y medio de juicios cayendo sobre la humanidad.
Vamos a estar de pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión.
Con nuestros rostros inclinados y nuestros ojos cerrados:
Padre nuestro, que estás en los Cielos, vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo con todas estas personas que aquí y en otros lugares, otros países, están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbeles en Tu Reino. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Primera Venida y creo que en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.
Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. ¡Sálvame, Señor! Haz una realidad en mi vida, la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Los que han venido a los Pies de Cristo, preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar? Porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:16]
Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Para lo cual dejó al ministro aquí, José Benjamín Pérez; y en cada país dejo al ministro correspondiente, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador; y nos veremos el próximo domingo, Dios mediante, aquí.
Oren mucho por la actividad del próximo domingo, en donde esperamos grandes bendiciones de parte de Dios.
Hoy hemos visto: “EL TIEMPO PARA EL CUMPLIMIENTO DE LAS ESCRITURAS.”
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“EL TIEMPO PARA EL CUMPLIMIENTO DE LA ESCRITURA.”