Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, ministros presentes también, e iglesias también en diferentes países.
Que Dios les bendiga y les guarde. Reciban mis saludos de todo corazón, y en esta ocasión nos abra Dios las Escrituras y el entendimiento para comprender la Palabra y el Programa Divino correspondiente a este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en la Escritura, en San Lucas, capítulo 17, versos 20 al 30, para tener nuestro estudio bíblico de esta ocasión. San Lucas, capítulo 17, versos 20 al 30, nos dice:
“Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,
ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.
Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis.
Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.
Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación.
Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.
Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.
Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.
Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL DÍA DEL HIJO DEL HOMBRE Y LAS OBRAS QUE HARÁ EN SU VENIDA”.
El título de Hijo del Hombre es título de profeta. O sea que cuando se ha prometido que vendría el Hijo del Hombre, se está prometiendo que vendrá Dios en Espíritu Santo en una manifestación a través de un velo de carne. Es importante entender esto para poder comprender la promesa de la Venida del Hijo del Hombre para el tiempo final.
Al leer el libro del profeta Ezequiel, encontramos que Dios le llamaba a Ezequiel: Hijo del Hombre.
Siempre que está mostrado o manifestado este título, se refiere a la manifestación de Dios en Espíritu Santo en carne humana, en un velo de carne; o sea, en medio de la raza humana hablándole a los seres humanos.
Eso es lo mismo que habló Moisés al pueblo, lo cual Dios le había dicho a Moisés; y en el capítulo 18, versos 15, de Deuteronomio, le dice al pueblo lo que Dios le había comunicado para el pueblo de Israel. Capítulo 18 de Deuteronomio, versos 15 al 19, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
¿A quién tiene que escuchar el pueblo? Al profeta que Dios envía, un profeta como Moisés. ¿Por qué? Porque la Palabra de Dios viene a los profetas, y los profetas la comunican al pueblo de Dios que está bajo el Pacto que está vigente en ese tiempo.
“… conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca…”.
¿Dónde Dios coloca Su Palabra? En la boca del profeta que Él envía. Por eso tenemos la Biblia, que es la Palabra de Dios, pero ha venido por medio del Espíritu Santo a través de seres humanos: de los profetas, luego de los apóstoles, y así por el estilo.
“… y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.
O sea que toda persona está llamada y responsabilizada delante de Dios, de oír lo que Dios coloca en la boca de ese hombre cuando lo envía para esa generación, para esa ocasión.
Y por cuanto el ser humano tiene libre albedrío, le toca al ser humano creer o no creer.
Si cree, escuchará la Voz y la acatará, la recibirá de todo corazón; si no, dirá que no le interesa, que no está obligado a escuchar; pero tiene la responsabilidad delante de Dios de oír. “A él oiréis”, dice Dios. “Y al que no escuchare, Yo le pediré cuenta”, dice Dios.
Así que cada persona tiene su responsabilidad delante de Dios, de oír la Voz de Dios para el tiempo que le toca vivir, la cual viene siempre por medio del Espíritu Santo a través de un hombre, de un profeta.
De eso da testimonio Dios a través del profeta Zacarías en el capítulo 7, versos 11 al 12, donde dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros”.
¿Cómo Dios enviaba por medio de Su Espíritu la Palabra? Por medio de los profetas que Él enviaba. Para eso es que Dios envía profetas en medio de Israel y también en medio de Su Iglesia, donde dice que Dios ha colocado en Su Iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. (Efesios, capítulo 4, verso 11).
Así que hay una forma correcta para escuchar la Voz de Dios.
Por eso cuando leemos la Biblia podemos decir que esta es la Palabra de Dios, porque ha venido por medio del Espíritu Santo a través de los hombres que Él ha ungido como profetas, como mensajeros para Su pueblo, tanto para el pueblo hebreo bajo el Pacto que Dios le dio por medio del profeta Moisés, y luego bajo el Nuevo Pacto en medio del cristianismo, lo cual tenemos como el Nuevo Testamento; lo cual fue dado por Cristo y Sus apóstoles a través de Su ministerio terrenal que tuvo en medio de Israel y los apóstoles, que luego escribieron la historia y también las cartas apostólicas que tenemos, las que fueron incluidas para conformar el Nuevo Testamento y juntarlo con lo que Dios le dio a Israel a través de Moisés y los profetas.
Es la Palabra de Dios, porque es lo que Dios habló por medio de seres humanos ungidos con el Espíritu Santo, en los cuales estaba el Espíritu Santo hablándole a Su pueblo Israel y hablándole luego al cristianismo, a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Hablando acerca del Hijo del Hombre, encontramos que esa es un promesa divina, de la cual ya vimos que Dios llamó a Sus profetas: Hijo del Hombre; porque el título de Hijo del Hombre es título de profeta; como el título de Hijo de Dios es el título del Espíritu Santo, es título de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia; y como el título de Hijo de David, ese es título del Mesías-Príncipe como Rey, heredero del Trono de David, y por consiguiente del Reino de David; Trono y título que el Mesías reclamará; y se sentará sobre el Trono de David, y reinará sobre Israel y sobre todas las naciones.
Y así como para Israel la Edad de Oro fue miles de años atrás, el tiempo del reinado del rey David y el tiempo del reinado del rey Salomón, los cuales son tipo y figura también del Mesías: David es tipo y figura del Mesías y también el rey Salomón; y en tipo y figura está mostrando que el Reino del Mesías en el Día Postrero será la Edad de Oro del Reino de Dios sobre la Tierra, en el cual el Mesías-Príncipe se sentará sobre el Trono de David; y será restaurado el Reino de David, como dice Ezequiel, capítulo 37, versos 15 al 28.
Es una promesa de parte de Dios para Israel, que impactará el mundo entero; porque Israel vendrá a ser el Distrito Federal, Jerusalén vendrá a ser la capital del mundo, y por consiguiente, Israel y su territorio será el lugar más importante del planeta Tierra; esto es para el Reino del Mesías.
Dice que las riquezas serán llevadas a Israel; o sea que se convertirá Israel en el lugar en donde estarán todas las riquezas del mundo[1]. Eso lo veremos cuando estemos en el Reino del Mesías: de cómo será ese Reino y cómo será todo el sistema económico, político, judicial, religioso también, y así por el estilo.
Ahora, para que venga el Reino del Mesías tiene que venir el Mesías-Príncipe que está prometido, y tiene que haber una manifestación del Hijo del Hombre en el Día Postrero.
Jesucristo fue el más que habló de la Venida del Hijo del Hombre, así como en Ezequiel encontramos el libro donde más se ha escrito (aplicado a Ezequiel) Hijo del Hombre: “Hijo del Hombre, di esto”, “Hijo del Hombre, di esto”; él hablaba en el Nombre del Señor, y eso era la Palabra de Dios creadora para el pueblo hebreo. Lo que Ezequiel hablaba, eso tenía que cumplirse, tenía que materializarse; o eran bendiciones o maldiciones.
Y ahora, viendo que Hijo del Hombre es un título de profeta, y viendo que también Daniel habló de este tema en el capítulo 7, verso 13 en adelante, lo cual fue mostrado para el tiempo final…; dice:
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran…”.
Ahí tenemos al Mesías, pero lo presenta como un Hijo de Hombre; porque para reinar en Israel y sobre Israel y sobre todas las naciones, y sentarse en el Trono de David, tiene que venir como Hijo del Hombre, tiene que venir como un profeta como Moisés; porque la promesa a través de Moisés fue: “Profeta como yo os levantará el Señor vuestro Dios; a él oiréis”. Porque Dios pondría ¿qué? Su Palabra en la boca de ese profeta; por lo tanto, el Mesías-Príncipe será un profeta como Moisés.
De este tema “el Hijo del Hombre”, sigue diciendo algo aquí:
“… su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Se me turbó el espíritu a mí…”.
Y cuando escuchamos acerca de este tema, a cualquiera se le puede turbar el espíritu, viendo que la humanidad está en una etapa de picada hacia su destrucción, de todos sus sistemas, y el planeta Tierra también. Y ver que hay una promesa de bendición, eso nos hace pensar: “¿Y cómo será eso?”.
En tiempo de dificultades (como las hay en todos los países) es una luz de esperanza la promesa de la Venida del Hijo del Hombre recibiendo ese poder y sentándose en el Trono de David para reinar sobre Israel y sobre todas las naciones.
Como nación, Israel es la nación bienaventurada, que tendrá la capital del Reino y el Distrito Federal. Y si todas las riquezas de la Tierra van a ser llevadas allá, vendrá a ser la nación más rica del planeta Tierra; o sea que para Israel hay grandes bendiciones.
“Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron (o sea que él al estar viendo, teniendo esas visiones, lo asombraban).
Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las cosas.
Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra”.
O sea que esto es el imperio babilónico, el imperio medo-persa, el imperio griego y el imperio romano, representados en cuatro grandes bestias. Y eso es lo mismo de la estatua[2] que vio el rey Nabucodonosor y se la interpretó el profeta Daniel luego de Dios mostrarle en visión la estatua y su significado o interpretación:
La cabeza de oro, que es el imperio babilónico de Nabucodonosor; los pechos y los brazos de plata, que es el imperio medo-persa; el vientre y los muslos de bronce, que es el imperio de Grecia con Alejandro el Grande; y las piernas de hierro, que es el imperio romano de los Césares. Y tiene otra parte, que son los pies de hierro y de barro cocido, que continúa el imperio romano en su fase final; o sea que el cuarto imperio, el imperio romano, tiene dos partes.
De eso no vamos a explicar ahora. “LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE” es el tema que tenemos. Y el imperio de los gentiles va a ser quitado.
La piedra que vio Daniel, que fue cortada del monte y vino e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó, esa Piedra no cortada de manos es la Venida del Mesías; Él es la Piedra del Ángulo[3]. Es con la Venida del Mesías que el imperio de los gentiles llega a su fin, para dar paso al Imperio o Reino del Mesías-Príncipe, de Isaías, capítulo 9, versos 1 al 11.
Él es esa Piedra no cortada de manos, Él es el Príncipe de Paz, el que traerá paz para Israel y para toda la humanidad. Él es el que se sentará en el Trono de David al restaurar el Reino de David. Y por eso el título de Hijo de David será el que usará para reclamar y restaurar el Reino de David.
En palabras más claras, así como el profeta que Dios promete es un profeta como Moisés —lo cual será el Mesías—; el Rey, el Hijo de David que está prometido, será un rey como David; no será David literalmente sino un rey como David. El Mesías-Príncipe va a reinar sobre Israel y sobre todas las naciones, por mil años y luego por toda la eternidad.
O sea que para el Día Postrero tendremos un Moisés y tendremos un David. Y también otro de los títulos del Mesías-Príncipe es: Hijo de Abraham. Como Hijo de Abraham, la herencia es todo lo que Dios le prometió a Abraham que le daría, y que le dijo: “Todo lo que pisare la planta de tus pies será vuestro”[4].
Por eso es bueno lo que hizo Abraham, lo que hizo Isaac y lo que hizo Jacob, y lo que hicieron las tribus, los patriarcas y todo el pueblo hebreo: caminar todo el territorio, porque todo el territorio que pisare la planta de sus pies sería de ellos.
Son promesas bíblicas que, cuando se creen, se materializan para las personas que las creen.
El título de Hijo de Abraham nos muestra que tendremos un Isaac; eso será también el Mesías-Príncipe: el heredero de todo el territorio que Dios le dio, le prometió a Abraham y le dio a Israel.
También está otro título del Mesías, que es: Hijo de Dios. Ese título de Hijo de Dios contiene la herencia de los Cielos y de la Tierra. Él es el heredero de los Cielos y de la Tierra, y los creyentes son coherederos con Él.
Es importante conocer estos títulos, porque están en esos títulos la herencia de todas las cosas: de los Cielos y de la Tierra, o de la Tierra y de los Cielos.
¿Y como Hijo del Hombre? Como Hijo del Hombre Él es el heredero al Trono de David y Reino de David. Por lo cual, la promesa para el Día Postrero es que el Hijo del Hombre vendrá como el relámpago que sale del oriente y se muestra en el occidente.
El oriente es la tierra de Israel y el occidente el continente americano. Tan sencillo como eso. Como el sol, que sale del oriente y se muestra, y se esconde, termina su recorrido, en el occidente. O sea que el tiempo de comienzo está en el este y el tiempo para el fin está en el oeste. Y así como la luz resplandece en el oriente, saliendo así: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”. (Malaquías, capítulo 4, verso 2). Al caer la tarde habrá Luz. ¿La tarde cae dónde? En el oeste.
Por lo tanto, el oeste, el continente americano, y sobre todo la América Latina y el Caribe, tiene grandes promesas de grandes bendiciones de parte de Dios. Los latinoamericanos van a ver (y luego Israel) la Venida del Hijo del Hombre con esas manifestaciones que le acompañarán, que son las obras que estará llevando a cabo; las cuales serán lo que Dios ha prometido para Su Iglesia (y luego para el pueblo hebreo), que hará en este tiempo final en la Venida del Hijo del Hombre. No va a estar haciendo cualquier cosa, sino lo que está prometido que hará el Señor en Su Venida en el Día Postrero, como el Hijo del Hombre viniendo a Su pueblo.
Es importante estar preparados, porque siempre que Dios envía un profeta, un Hijo del Hombre a Su pueblo, digamos que el 90% de las ocasiones lo rechazaron. No todos los profetas que Dios envió fueron recibidos por el pueblo, los líderes políticos y los líderes religiosos y académicos.
Es que un profeta cuando es enviado, un Hijo de Hombre cuando es enviado, no viene para hablar conforme a su propia voluntad, sino lo que Dios coloca en su boca para que lo hable.
Un profeta como Moisés está prometido, en el cual Dios pondrá Su Palabra —en la boca de ese profeta—, y él les hablará todo lo que Dios le mande a hablar. Habrá bendiciones y habrá maldiciones también.
En palabras más claras, lo que Dios va a hablar o lo que Dios tiene que hablar —ya sea de bendiciones o maldiciones, juicios—, lo habla siempre por medio de un Hijo del Hombre, por medio de un profeta.
Un profeta es la señal más grande que pueda ser vista en la Tierra de parte de Dios; y un profeta, como algunos lo han señalado, es un hombre que ve donde otros no pueden ver; y oye donde y lo que otros no pueden oír: la Voz de Dios.
Por lo tanto, es importante que estemos preparados, porque para el tiempo final, que es el tiempo en que nos ha tocado vivir a nosotros, tenemos la promesa de la Venida del Hijo del Hombre: un profeta como Moisés, un profeta como Isaac, un profeta como José el hijo de Jacob, un profeta como los demás profetas, un profeta como Jesús, un profeta como Elías.
Tenemos la promesa de que los Dos Olivos, los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, que son Moisés y Elías, van a estar manifestados en la Tierra; esos son sus ministerios repitiéndose en el Día Postrero. Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14; y Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14. O sea que tenemos la promesa de que habrá un profeta como el profeta Elías y que habrá un profeta como el profeta Moisés.
Siempre que está prometido que vendrá una persona que vino en el pasado, será el ministerio de esa persona repitiéndose en otro hombre.
Por ejemplo, Elías: luego el segundo Elías fue Eliseo, el tercer Elías fue Juan el Bautista, el cuarto Elías fue el reverendo William Branham; y falta el quinto Elías: un profeta como Elías. Será también un profeta como Moisés, un profeta como Isaac, un profeta como José (el hijo de Jacob), un profeta como estos profetas que Dios envió en el pasado.
El tiempo de más grandes bendiciones prometidas para los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es este en el cual nosotros vivimos. La Biblia habla más de la Segunda Venida de Cristo que de la Primera Venida de Cristo; o sea, habla más de la Segunda Venida del Hijo del Hombre que de la Primera Venida del Hijo del Hombre.
El mismo Cristo Jesús habló acerca de la Venida del Hijo del Hombre y dijo: “Cuando ustedes vean estas cosas suceder, la higuera reverdecer (Israel reverdecer como una nación libre y soberana), y los demás pueblos también, levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca”[5]. “Vuestra redención”, o sea, la transformación de nuestros cuerpos, la redención del cuerpo físico, que es la glorificación de los cuerpos de los creyentes para tener cuerpos inmortales, jóvenes, eternos, para toda la eternidad, cuerpos interdimensionales.
El cuerpo de Jesús está tan joven como cuando subió al Cielo, y así va a ser el cuerpo que yo voy a tener, ¿y el de cuál más? El de cada uno de ustedes también.
Una de las obras que hará el Hijo del Hombre en el Día Postrero será que a través de él, Dios por medio de Su Espíritu, el Espíritu Santo sonará, tocará la Trompeta Final; esa Gran Voz de Trompeta que escucharán los creyentes en Cristo para obtener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Será la Trompeta para obtener nuestra redención física, la inmortalidad. Y eso será el Mensaje Final de Dios, hablándolo a Su Iglesia, para darnos la fe para nuestra transformación.
También estará Dios manifestándose en toda Su plenitud en este tiempo final, en Su pueblo del Nuevo Pacto, que es Su Iglesia, los creyentes en Cristo del Día Postrero.
Y también esa manifestación estará siendo llevada a cabo en una Gran Carpa Catedral que le fue mostrada al reverendo William Branham, el cual era el Elías de su tiempo, en la cuarta manifestación del ministerio de Elías.
Esa manifestación plena de Dios en el Día Postrero en una Gran Carpa Catedral será lo que llevará a la Iglesia al nivel más alto de fe; a tal grado que obtendrán la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y todo eso está dentro del Programa Divino correspondiente a la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. De lo cual, por ahora no conviene explicar mucho para que no salgan imitadores tratando de interrumpir el Programa de Dios.
¿Qué estará haciendo el Hijo del Hombre en el Día Postrero? Cumpliendo – trabajando y cumpliendo lo que Dios ha prometido para el tiempo final; o sea, Dios a través de esa manifestación del Hijo del Hombre estará cumpliendo lo que está prometido para este tiempo final.
¿Recuerdan a Jesús que se identificaba como el Hijo del Hombre? Él decía: “Yo no hago nada de Mí mismo, Yo hago lo que agrada al Padre que Yo haga. El Padre me muestra lo que Yo debo hacer”. Y también decía: “No hablo nada de Mí mismo. Como escucho al Padre hablar, así les hablo”[6]. Tan sencillo como eso.
Por eso se estaba escuchando la Voz de Dios a través de aquel joven carpintero de Nazaret llamado Jesús, en el cual estaba Dios velado y revelado en toda Su plenitud. Y por eso era el Hijo del Hombre un profeta, Dios velado en carne humana, Emanuel, Dios con nosotros, como dice Isaías, capítulo 7, verso 14. Emanuel: Dios con nosotros[7].
Dios usa diferentes velos de carne en diferentes tiempos, para manifestarse y estar en medio de Su pueblo, y hablarle a Su pueblo la Palabra que deben escuchar, la cual es de bendición para Su pueblo que está bajo el Pacto vigente en el tiempo en que Dios habla.
Por eso la Escritura dice: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Es el Espíritu Santo, es Dios en Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, velado en cuerpo humano hablándole a Su pueblo; y eso es la manifestación o venida o revelación del Hijo del Hombre.
El reverendo William Branham dijo en la página 22 y 23 del libro de Citas que el Hijo del Hombre estaba revelándose en misericordia: eso fue a través del reverendo William Branham; y dijo que se volvería a revelar, pero en juicio[8]. O sea que estará hablando los juicios divinos que van a venir sobre la raza humana, los juicios apocalípticos, las plagas apocalípticas, las estará abriendo, dando a conocer todo eso que va a suceder. O sea que estará predicando lo que será “el día de venganza del Dios nuestro”; estará predicando, anunciando, los juicios divinos que han de venir sobre la raza humana; porque Dios colocará en su boca esa Palabra, esa Palabra revelada para darla a conocer a la raza humana.
Muchos se darán cuenta que lo que estará diciendo es la verdad, y podrán prevenir consecuencias; otros no harán caso, no le darán importancia (como pasó en el tiempo de Noé), y perecerán.
El Día del Hijo del Hombre. “Un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y también el Salmo 90, verso 4.
Y el Día del Hijo del Hombre, para los seres humanos será el séptimo milenio de Adán hacia acá; en el cual, conforme al calendario gregoriano ya estamos en ese Día Postrero o séptimo milenio de Adán hacia acá. Es el Día del Señor, al cual fue transportado el apóstol Juan en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, y vio las cosas que sucederán en este tiempo final.
Como edad de la Iglesia será la Edad de Piedra Angular, así como fue Edad de Piedra Angular la Primera Venida de Cristo; o sea, la Venida del Hijo del Hombre dos mil años atrás fue en Edad de Piedra Angular, y tuvo un precursor llamado Juan el Bautista. Y fue Jesús en el cual estaba esa manifestación del Hijo del Hombre, porque era un profeta en el cual estaba Dios colocando Su Palabra y hablándola; fue un profeta dispensacional.
Por lo tanto, toda la Dispensación de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida del Señor, la Primera Venida del Hijo del Hombre en medio de Su pueblo.
Para el Día Postrero, la Venida del Hijo del Hombre será llevada a cabo en medio del cristianismo y luego en medio del pueblo hebreo; los cuales verán esa manifestación del Hijo del Hombre y dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando”.
Habrá un ministerio dispensacional para la dispensación séptima, la Dispensación del Reino, en donde el Reino de David será restaurado para bendición y felicidad del pueblo hebreo y de todos los creyentes en Cristo de todos los tiempos.
Reconoceremos esa manifestación del Hijo del Hombre al estar ubicados en el Día del Hijo del Hombre, que es la Edad de Piedra Angular como edad, y como tiempo cronológico será el séptimo milenio de Adán hacia acá.
Y por las obras que estarán siendo llevadas a cabo —el Espíritu Santo a través de esa manifestación del Hijo del Hombre— reconoceremos la Venida del Hijo del Hombre en este tiempo final. Es lo que tenemos para reconocer la Venida del Hijo del Hombre en este tiempo final.
Estará tocando la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, y llevando a cabo el recogimiento de todos los escogidos de Dios del cristianismo y también de los judíos; o sea que habrá bendición para los judíos también, como también para los cristianos y los familiares también de los creyentes.
“EL DÍA DEL HIJO DEL HOMBRE Y LAS OBRAS QUE HARÁ EN SU VENIDA”.
Es sencillo. Ya sabemos que Hijo del Hombre es un título de profeta, y que cuando Dios manifiesta la Venida del Hijo del Hombre en el pasado era Dios viniendo en una manifestación plena en Jesús; y por eso Jesús decía “el Hijo del Hombre”, y se identificaba como Hijo del Hombre; porque Hijo del Hombre es título – un título de profeta.
Para que haya una manifestación de Hijo del Hombre, tiene que haber un velo de carne, un profeta, en la Tierra; si no lo hay, no puede haber una Venida y manifestación del Hijo del Hombre.
Dios como Hijo del Hombre manifestado a través de carne humana. Tiene que tener un velo de carne. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”[9].
Y las obras que están prometidas para el Día Postrero para hacerlas, para llevarlas a cabo Dios por medio del Hijo del Hombre, serán las señales que veremos para identificar la Venida del Hijo del Hombre; porque las señales en el sol, la luna, las estrellas y en la Tierra, ya el mundo entero las está viendo: los problemas del planeta Tierra, los problemas en las estrellas, en el sol, las explosiones en el sol, los agujeros en la capa de ozono, todas esas son señales; en la luna hay señales también, los eclipses son señales también, y así por el estilo. Esas señales todo el mundo las ve y algunas veces no saben lo que están viendo.
Ahora, es importante ver las señales en medio de los creyentes, las cuales serán las más importantes en cuanto a la fe de los creyentes en Cristo y también de los judíos. Porque los judíos están esperando la venida de Elías proclamando la paz imperecedera, y los cristianos también; los judíos están esperando un profeta como Moisés, al Mesías, y los cristianos también.
La bendición vendrá primero a los creyentes en Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo, los cristianos; y los judíos la verán y dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando”. Tan sencillo como eso.
Y entonces la semana, la segunda parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, se cumplirá para los judíos, que es lo único que le falta a los judíos de las setenta semanas de Daniel. Les falta tres años y medio, porque esa semana se detuvo: Cristo cumplió la primera parte con tres años y medio de ministerio, y allí se detuvo cuando Cristo fue crucificado; y le faltan tres años y medio, que será el tiempo de “la apretura de Jacob”, la apretura de Israel, que vendrá para este tiempo final, en donde Dios va a tratar con Israel nuevamente.
Todo es sencillo en el Programa de Dios. Lo único es que Dios nos abra las Escrituras y nos abra el entendimiento para comprender.
“EL DÍA DEL HIJO DEL HOMBRE Y LAS OBRAS QUE HARÁ EN SU VENIDA”.
[Revisión abril 2018 – noviembre 2023]
[1] Isaías 60:5, 60:11
[2] Daniel 2:31-45
[3] Sal. 118:22, Is. 28:16, Hch. 4:11, Ef. 2:20, 1 P. 2:6-7
[4] Génesis 13:14-17, Deuteronomio 11:24
[5] Mt. 24:32-33, Mr. 13:28-29, Lc. 21:28-31
[6] San Juan 8:29, 14:10-11
[7] San Mateo 1:23
[8] Citas, pág. 22, párr. 183
[9] Amós 3:7