Muy buenas noches, amados amigos y hermanos, y todos los que están a través del satélite o internet en diferentes naciones, ministros e iglesias, hermanos en Cristo nuestro Salvador.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para mí es un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión y todos estos días que hemos de estar acá con ustedes en diferentes actividades. Quiero enviar un saludo muy especial a Puerto Rico, al reverendo José Benjamín Pérez y a la iglesia allá en Cayey, Puerto Rico. Que Dios les bendiga y les guarde.
Para esta noche… Ya mañana estaremos de nuevo con ustedes en las actividades de los ministros y también las demás actividades que hemos de tener con las damas, colaboradores, en el Reino de Cristo.
Leemos en Apocalipsis, capítulo 1, versos 1 al 3, que dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL ÁNGEL CON EL TESTIMONIO A TODAS LAS IGLESIAS.”
Este Ángel es el mismo que en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, es enviado. Donde dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Es un Ángel para traer la revelación de las cosas que han de suceder; traerlas a la Iglesia del Señor Jesucristo y también al pueblo hebreo.
También aparece en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 al 17, donde dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
Dios por medio de Cristo, a través de este Ángel que Él envía, da a conocer las cosas que debe conocer la Iglesia: las cosas que han de suceder.
Este Ángel Mensajero es enviado por el Dios de los espíritus de los profetas; el Dios de los espíritus de los profetas, el Dios de los cuerpos angelicales de los profetas, de los cuerpos teofánicos.
En Hebreos, capítulo 12, versos 22 al 24, dice:
“…Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”
La congregación de los primogénitos que están inscritos en los Cielos es la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por todos los creyentes en Cristo, que son los hijos primogénitos de Dios; no son los siervos sino los hijos.
Israel es compuesto por los siervos de Dios del pueblo hebreo; pero el pueblo de los santos, el pueblo de los primogénitos, es el pueblo, la Iglesia compuesta por los creyentes en Cristo. Esos son los santos a los cuales es dado el Reino de Dios.
“…a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”
Ahora, hemos visto la Jerusalén celestial, hemos visto el Monte de Sión, que es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo, que va creciendo de edad en edad en forma de un monte, de mayor a menor; y recuerden que un monte representa siempre un reino.
Es el Reino de Cristo compuesto por Su Iglesia, que va creciendo de etapa en etapa, de edad en edad. Es llamado también, Cristo, la Piedra no cortada de manos que viene en el Día Postrero y hiere a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido. La imagen es el reino de los gentiles en su etapa final: los pies de hierro y de barro cocido de la profecía de Daniel, capítulo 2, versos 30 en adelante, 30 al 45.
Y ahora, encontramos en Hebreos, capítulo 3, verso 5 al 6, que dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”
Y ahora, esa Casa de Cristo es Su Iglesia; y Su Iglesia está compuesta por Sus hermanos, que son los creyentes en Cristo, por lo cual se llaman hermanos.
Y Cristo dice también en Hebreos, capítulo 2, a través de San Pablo [verso 13]: “He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.” También habla de los hermanos.
Y por consiguiente, encontramos a Cristo identificándose con los creyentes en Él como Sus hermanos. Capítulo 2 de Hebreos, verso 11 en adelante, dice:
“Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos…”
Él nos llama hermanos; y nosotros lo reconocemos como nuestro hermano mayor, nuestro hermano primogénito, el cual tiene una doble herencia: la celestial y la terrenal. Y nosotros coherederos con Él de todo el Reino de Dios; del celestial y del terrenal también.
“…diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.
Y otra vez:
Yo confiaré en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.”
Ahora, por cuanto nosotros hemos participado de carne y sangre, hemos venido de la dimensión de Dios a esta dimensión terrenal para participar de carne y sangre; y Cristo, el Ángel del Pacto, hacerse carne también como nosotros, a través de creación divina en el vientre de María, para redimirnos, porque nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Así como Israel es llamado en el capítulo 4 del Éxodo, verso 22, donde nos dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” (Podemos pedirle a Miguel que nos consiga la cita correcta).
Israel como pueblo es el pueblo primogénito de Dios, creado por Dios; por eso Dios dice: “Yo te creé,” lo creó como pueblo; y por eso es el primer pueblo creado por Dios, el pueblo primogénito de Dios.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo es el pueblo, la Iglesia compuesta por los primogénitos de Dios del Nuevo Pacto, del Nuevo Testamento, así como Israel fue el primogénito de Dios del Antiguo Testamento. Tan sencillo como eso.
Dios por medio del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical —que aparece en algunas ocasiones en una llama de fuego—, sacó a través del profeta Moisés al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Y Dios por medio de Cristo ha sacado del mundo, del imperio del faraón, del imperio del diablo, del imperio del reino de las tinieblas, ha sacado a los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y con ellos ha estado formando Su Iglesia, el pueblo de Dios.
En el Nuevo Testamento trata con individuos, en el Pacto anterior trató con Israel como pueblo. Y ahora, por eso encontramos que Israel es el tipo y figura de la Iglesia del Nuevo Pacto, de la Iglesia del Señor Jesucristo cubierta con la Sangre de Cristo; así como Israel era cubierto con la sangre de aquellos animalitos que representaban a Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario.
Y así como envió Dios a Su Ángel para libertar al pueblo hebreo en el Antiguo Pacto: en el Nuevo Pacto el mismo Ángel del Pacto, Cristo, que vino en carne humana y murió en la Cruz del Calvario, luego desciende el Día de Pentecostés para guiar a Su Iglesia, desciende en Espíritu Santo y Fuego.
Así como Dios en el Antiguo Pacto tenía a Su Ángel, ahora Cristo dice: “Yo Jesús enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en la iglesias.” Apocalipsis, capítulo 22, verso 16: “Yo Jesús he enviado mi ángel…”
Así como Dios dice en el Antiguo Testamento, que envía Su Ángel para libertar al pueblo hebreo, y dice: “Oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él…” [Exodo 23:21]
¿Dónde estaba el Nombre de Dios? En el Ángel de Dios. El Ángel de Dios: Cristo en Su cuerpo angelical, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová.
Y ahora bajo el Nuevo Pacto Cristo envía Su Ángel. Y las bendiciones que Cristo recibe (como Su Ángel…), a tal grado que se sienta en el Trono de Dios en el Cielo, encontramos que luego, en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
En la misma forma que Cristo venció y se sentó con el Padre en el Trono celestial, ahora Cristo dice: “Le daré, al que venciere, que se siente conmigo en mi Trono.”
Cristo en el Cielo está sentado en el Trono del Padre. ¿Y cuál es, entonces, el Trono de Cristo? El Trono de Cristo es el Trono de David, del cual el Ángel Gabriel le dice a la virgen María que Dios le dará el Trono de David Su padre, y se sentará sobre él, y reinará sobre Israel para siempre. (San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36).
O sea que hay una bendición muy grande para los creyentes en el Día Postrero: que son reyes y sacerdotes y jueces, y por consiguiente tendrán la posición más alta en el Reino del Mesías, en el Reino Milenial.
Y cada uno de los apóstoles tendrá una posición muy importante, que dice Cristo en San Mateo, capítulo 19, verso 28… Recuerden que toda persona desea y espera recibir recompensa por toda cosa que hace, y más los judíos.
Me dijo un rabino una vez: “Aquí en Israel no hay voluntarios. Todos trabajan – todo lo que hacen lo hacen por dinero (o sea, esperan recibir recompensa).”
Ahora, hay personas en la Tierra, y principalmente en la Iglesia del Señor Jesucristo, que esperan que su recompensa Cristo se la dé en Su Reino, en Su Reino Milenial; porque la que le den aquí la gasta en ropa, comida, carro, casa y los hijos; y si a los hijos les gusta muchas cosas, eso se le acaba de un día a otro; más la deuda de los préstamos (si toma préstamos)…
Cristo dijo: “Haced tesoros en los cielos.” [San Mateo 6:19-21] Ahí no hay quién le coja prestado tampoco.
Capítulo 19, verso 27 en adelante, dice, de San Mateo:
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? (¿Ven?)
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”
O sea que tendrán una posición bien importante. Por cuanto el Reino del Mesías será teocrático, estos apóstoles vendrán a ser jueces para juzgar a las doce tribus de Israel; como en el tiempo de los jueces antes del tiempo de los reyes, del tiempo de la monarquía; los jueces, hasta el profeta Samuel.
Y ahora, los mensajeros de cada edad también tendrán una bendición: tendrán la bendición, también, de sentarse en tronos en el Reino del Mesías; y eso está relacionado con los gentiles, con los cuales el ministerio de esos mensajeros fue llevado a cabo.
Así que los creyentes en Cristo tienen la bendición más grande que haya en el Cielo para seres humanos; y los del tiempo final son los más bienaventurados, porque son los que estarán esperando y verán la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en el Día Postrero, para ser transformados, ver los muertos en Cristo resucitados; y cuando los veamos, seremos transformados; y nos iremos con Cristo después de 30 a 40 días de estadía aquí en la Tierra, en cuerpos glorificados y jóvenes.
Nos iremos con Cristo: Él enviará los carros de fuego, como los envió para llevarse al profeta Elías y también a Enoc (que Dios se lo llevó).
Así que el boleto es el Espíritu Santo. Y el traje de novia, el vestido de las Bodas, es el Espíritu Santo también, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Para lo cual enviará los carros de fuego para llevarnos a esa gran fiesta en el Cielo.
Los carros de fuego son llamados los ovnis o platillos voladores. Recuerden que cuando Elohim, Dios, visitó a Abraham con dos Ángeles más, que eran Gabriel y Miguel, esos eran… Y vinieron en aquel tiempo para confirmar la promesa a Abraham, estar almorzando con Abraham; y después dos de ellos fueron a Sodoma y cenaron con Lot y le dijeron a Lot: “Hemos venido para destruir esta ciudad.” [Génesis 19:13]
O sea que esos Ángeles de Dios, cuando aparecen, hay bendición de parte de Dios para los creyentes, pero hay juicios divinos para los incrédulos. Esos Ángeles tienen que ver con los reinos terrenales: para terminar un reino o imperio terrenal y que comience otro reino, otro imperio.
Pero ya el reino de los gentiles en su etapa final está en los pies de hierro y de barro cocido; y después de eso vendrá el Reino del Mesías, esa Piedra no cortada de manos que herirá a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido. Y esa Piedra crecerá, y se hará un Monte grande, un Reino grande, el Reino del Mesías.
Para dar a conocer estas cosas que han de acontecer, dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Cuando nos habla de un mensajero, de un ángel que envía para la Iglesia, es un hombre, un mensajero; porque ángel lo que significa es: mensajero.
Y para que sepamos acerca de ese mensajero que Él dice que enviará, veamos lo que nos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en la página 41, párrafo 330. Es un extracto del mensaje “La Revelación de Jesucristo” (página 25). Dice:
330 – “Y fue enviado – ‘Y significó esto por su ángel a Juan.’ No sabemos quién era el ángel. La Biblia no dice quién era el ángel. Pero sabemos que era un profeta (eso es muy importante saberlo, porque es por medio de ese Ángel que Él le habla a las iglesias), porque la Biblia enseguida dice: ‘Yo Jesús he enviado mi ángel para testificar de las cosas que han de acontecer brevemente.’ Luego vemos que cuando Juan comenzó a adorar al ángel, el ángel dijo: ‘Mira que no lo hagas.’ Revelación 22 (o Apocalipsis 22). Y él dijo: ‘Porque yo soy siervo juntamente con los profetas.’ Podía haber sido Elías, podía haber sido uno de los profetas… Juan era un apóstol, pero este profeta fue enviado. Y Juan siendo un apóstol… mire la naturaleza de sus demás epístolas; prueba que Juan no lo escribió; porque no tiene la naturaleza como Juan. Tome Primera de Juan y Segunda de Juan y Tercera de Juan, y léalo; y mire la naturaleza de ellos. Luego mire la naturaleza de esto. Juan era un escritor y un apóstol, pero éste es un espíritu de profeta. Es enteramente una persona diferente.”
Y en la página 94, párrafo 811, lo cual es un extracto de “El Quinto Sello,” dice:
“¿Han captado algo? Puede que yo no tenga que contarles entonces el domingo.”
Y el domingo era el Séptimo Sello, y aquí está hablando en el Quinto Sello. O sea, que está relacionado este Ángel con lo que va a hablar domingo bajo el Séptimo Sello.
“¡Maravilloso! Ahora, noten ahora. Y entonces de acuerdo al tiempo que Dios iba a liberar al mundo antediluviano, Él envió un águila (o sea, a Noé, un profeta. O sea, eso lo estoy diciendo yo. Un águila pues es un profeta). Y al tiempo que Él iba a liberar a Israel, envió el águila. ¿Creen ustedes que el tiempo, aun en Juan, en la Isla de Patmos, este Mensaje fue tan perfecto que Él no pudo confiarlo a un ángel? Ustedes saben, un ángel es un mensajero, pero ¿sabían ustedes que el mensajero era un profeta? ¿Creen ustedes eso? Vamos a probarlo. Revelación 22 –vamos a ver si era un águila. Seguro que él fue un ángel; era un mensajero… Pero fue un profeta que a él le reveló este libro completo de Revelación.”
Es que la Palabra viene ¿a quién? A los profetas correspondientes a cada tiempo en que Dios va a enviar Su Palabra. Dice:
“Y cuando la Palabra de Dios es traída, tiene que ser traída por el profeta, porque a él es al que la Palabra de Dios viene.”
O sea que cuando está prometida la Palabra para venir al pueblo, aparece un profeta en el cual viene sellada esa Palabra para ser revelada al pueblo.
Vamos a ver el tema… “EL ÁNGEL CON EL TESTIMONIO A TODAS LAS IGLESIAS.” Eso es lo que nos dice Jesucristo en Su Palabra, que Él envía Su Ángel.
Y ahora encontramos… Capítulo 22, verso 6 (que habíamos leído), dice: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
O sea, que envía un espíritu de profeta. ¿Y cómo lo envía? Tiene que enviarlo encarnado, para que pueda tener el ministerio profético correspondiente, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y en el capítulo 22, verso 16 de Apocalipsis, dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
O sea, que la Iglesia del Señor Jesucristo recibe esa bendición tan grande que Jesús le envía: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
El reverendo William Branham dice que ese Ángel es un profeta; y puede ser Elías o alguno de los profetas. Y para el Día Postrero, para la Iglesia del Señor Jesucristo y para el pueblo hebreo, está prometida la Venida del Señor con Sus Ángeles, con Moisés y Elías, con los Dos Olivos.
En la Venida del Señor se cumplirá plenamente esa promesa. No les vamos… no vamos a examinar hoy si ya en otras edades ha estado presente ese Ángel; pero vamos a dejarlo quieto hasta aquí, vamos a ver lo que tiene que ver con nosotros que vivimos en este tiempo final.
Sabemos que tenemos la promesa de que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, que son los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías; conforme a Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14; y Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14; la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles
Por eso el reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo, habló tanto de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Precursando la Segunda Venida de Cristo tiene que hablar obligatoriamente de Moisés y Elías, porque esos son los ministerios de los Dos Olivos que acompañan la Venida del Señor.
Dice en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, que el Hijo del Hombre vendrá en Su Reino, en la gloria de Su Reino, o en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles; y entonces pagará a cada cual – a cada uno conforme a sus obras. Y los llevó luego (en el capítulo 17 de San Mateo) al Monte de la Transfiguración, se transfiguró delante de ellos; y aparecen allí Moisés y Elías.
Esa es la visión de la Venida del Señor a Su Iglesia, a un Monte; ese monte representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que está esperando la Venida del Señor, un monte alto.
Un monte representa un reino, el Reino de Cristo, al cual ha entrado cada creyente en Cristo que lo ha recibido como Salvador y ha nacido de nuevo.
Estamos en un monte, en un Reino, el Reino de Dios, el Monte de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que está esperando la Segunda Venida de Cristo para el Día Postrero. Y tiene que esperarla ¿cómo? Con Moisés y Elías, con Sus Ángeles; para, luego de ahí, luego pasar a Israel, y llamar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu. De lo cual no vamos a explicar mucho ahora, lo dejaremos para otra ocasión.
Primero vamos a atender a la Iglesia del Señor Jesucristo, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, que tienen la promesa de ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y cuando ellos vean la Venida del Señor con Sus Ángeles en medio de Su Iglesia, en medio de la Iglesia, dirán: “Esto es lo que nosotros estamos esperando.” Pero Él viene por Su Iglesia, que es la que va a ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y no viene a la edad primera, ni a la segunda, ni a la tercera, ni a la cuarta, ni a la quinta, ni a la sexta, ni a la séptima, sino a la Edad de Oro de la Iglesia, que es la Edad de Piedra Angular. Ahí es donde cumplirá plenamente la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, con Moisés y Elías. Y nos dio una muestra a través del precursor, en el cual estuvo el ministerio de Elías por cuarta ocasión y el ministerio de Cristo manifestado; nos dio una muestra – y nos dio una muestra de lo que será la Tercera Etapa en medio de la Iglesia, en el cumplimiento de la Visión de la Carpa.
Por lo tanto, vean todas las bendiciones que hay para mí en este tiempo final. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. ¡Estamos en un tiempo de bendición para todos los creyentes en Cristo!
Hemos visto que el Ángel con el testimonio a todas las iglesias, dice el reverendo William Branham que es un profeta. Y el próximo domingo continuaremos hablando del mismo tema, porque esta noche es solamente la introducción.
Que Dios me los bendiga a todos, les guarde; y les abra las Escrituras y el corazón para creer, y el entendimiento para comprender.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, lo puede hacer, y estaremos orando por usted en esta ocasión. Puede pasar al frente, y oraremos por usted. También en los demás países pueden venir a los Pies de Cristo en esta ocasión.
El próximo domingo, entonces, estaremos dando la oportunidad también de recibir a Cristo como Salvador, y ser bautizado también en el Nombre del Señor Jesucristo, en agua.
Que Dios me los bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al reverendo Lara, Joel Lara; digo… los dos son Lara. El reverendo Lara con nosotros, Patricio Lara con nosotros, para finalizar; no para continuar, sino para finalizar. Porque es que aquí en Chile cuando son las 9:00 o las 8:00, todavía es de día; y uno cree que todavía es temprano porque llegamos de día, pero cuando llegamos y comenzamos, comenzamos como a las 8:00 de la noche más o menos, 8:00 a 8:30; por lo tanto, es un poquito más de las 8:00.
Que Dios me los bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“EL ÁNGEL CON EL TESTIMONIO A TODAS LAS IGLESIAS.”