Damas sirviendo a Dios por gratitud

Muy buenas noches, hermanos y hermanas presentes, y ministros, y también los que están a través de internet o del satélite Amazonas. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión, en esta actividad de damas, a la cual también han sido invitados caballeros y jóvenes y jovencitas.

“DAMAS SIRVIENDO A DIOS POR GRATITUD.”

O sea, de buena voluntad, con amor divino, porque amamos a Cristo nuestro Salvador; caballeros, damas, jóvenes, jovencitas y niños también, y niñas, todos sirviendo a Dios por gratitud.

Vamos a leer una Escritura: San Juan, capítulo 12… Capítulo 12, verso 25 en adelante, de San Juan, donde dice:

“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”

Así que damas sirviendo a Dios por gratitud, vean la bendición tan grande que hay para las damas; y no solamente para las damas, sino para los caballeros, los jóvenes, los niños; para todo el que sirva a Cristo, Cristo dice: “Donde esté yo, allí estará también mi servidor.” O sea que estaremos con Cristo todo el tiempo, por el Milenio y por toda la eternidad.

En otra ocasión, San Pedro y los discípulos le dicen a Cristo allá en San Mateo, capítulo 19, versos 27 al 30:

“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?

Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.

Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.”

Aquí podemos ver también las bendiciones que hay para los que, si tienen que dejar padre, madre, hijo e hija, hijos, terreno, tierras, casa, lo dejan por causa de Cristo. O sea que por Cristo el creyente está dispuesto a dejarlo todo; pero Cristo le dará la vida eterna y le dará herencia en el Reino Divino.

Por eso dice Cristo en San Mateo, capítulo 6, verso 33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”

O sea que lo primero en la vida para todo ser humano es, debe ser y tiene que ser: el Reino de Dios. No hay otra cosa más importante que el ser humano pueda recibir. El Reino de Dios es lo más importante.

Y por consiguiente, entrar al Reino de Dios tiene un Programa Divino ya establecido, del cual le dijo a Nicodemo, Cristo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6: “De cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Nicodemo le pregunta: “¿Y cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?”

¿Y qué si la madre de Nicodemo, si estaba muerta? Le era imposible nacer de nuevo, según pensaba él. Y si estaba anciana, una ancianita con un hombre ya mayor dentro de ella. O sea, no comprendía lo que era el nuevo nacimiento.

Y Cristo le dice: “De cierto te digo que el no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”

Ahora, hay un nacimiento físico el cual hemos tenido para entrar al reino de este mundo, al reino que está controlado por el enemigo de Dios. Para entrar a este reino de las tinieblas en el que hemos nacido, el reino de este mundo… el cual le ofreció el enemigo a Cristo luego de ayunar cuarenta días, le ofrece los reinos de este mundo, y Cristo los rechazó. Vean, le pide que le adore y le dará todos los reinos del mundo. O sea que establecería la adoración al enemigo de Dios y no a Dios.

Pero Cristo le dice: “Al Señor tu Dios adorarás.” No a Satanás; sino “al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás.” Rechazó los reinos de este mundo y vean cómo, aunque difícil la tarea, se mantuvo sirviendo a Dios, se mantuvo en el Reino de Dios y hablando del Reino de Dios.

El Reino de Dios va a ser establecido en la Tierra literalmente, cuando la Piedra no cortada de manos venga, que eso es la Venida del Señor como Rey, como León, y los reinos de este mundo, que están en los pies de hierro y de barro cocido, se van a destruir automáticamente.

Ahora, Cristo sabía que el Reino le pertenece. Por eso en Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, dice que los reinos de este mundo han venido a ser de nuestro Señor y de Su Cristo, o sea, de Su Ungido; y ahí es donde tenemos herencia hombres y mujeres, jovencitos y jovencitas, niños y niñas que han estado sirviendo a Cristo con gratitud.

Donde esté nuestro corazón, ahí está nuestro tesoro; y donde esté nuestro tesoro, ahí está nuestro corazón.

Cristo dijo: “Haced tesoros (¿dónde?) en el Cielo, donde ladrones no minan, donde no hay ladrones.” [San Mateo 6:20]. Es que Satanás, que es el ladrón, es echado del Cielo con todo su reino, con todo su ejército. Por lo tanto, ahí es donde está asegurado y donde no se devalúa lo que almacenamos; y almacenamos no solamente contribuyendo económicamente, sino trabajando en la Obra del Señor, lo cual trasciende al Reino de Dios y se acumula así herencia; porque Cristo dijo: “He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” Apocalipsis, capítulo 22, verso 12.

Y en otros lugares también encontramos promesas de grandes bendiciones para las personas que sirven a Cristo con gratitud, agradecidos por la oportunidad que Cristo nos da de servirle sin limitaciones. Pero Él espera que lo hagamos con gratitud, con agradecimiento por la oportunidad que Él nos da, y con amor; no porque nos obliguen, sino porque lo amamos con nuestra alma y reconocemos que somos de Él.

Él es nuestro hermano mayor, y nuestro hermano mayor nos ama y comparte Su herencia porque Él es el heredero de toda la Creación. La comparte con aquellos que le sirven con amor y gratitud en esta vida terrenal; pero que lo que hacemos trasciende al Reino de Cristo, en el cual por medio del nuevo nacimiento hemos nacido y en el cual vivimos esa vida espiritual que, aparentemente, para muchas personas, es algo terrenal que estamos haciendo, pero lo que hacemos trasciende al mundo espiritual, al Reino de Cristo nuestro Salvador, porque es una obra en el Reino de Cristo.

Somos ciudadanos celestiales al ser parte del Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Por lo tanto, todo lo que hacemos en el campo espiritual para Cristo, con amor y gratitud, está siendo hecho en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, damas, adelante sirviendo a Dios, a Cristo, por gratitud y con gratitud. Estaré mañana, Dios mediante, también acá en… – aquí o allí. Si no estoy aquí, es cerquita, no se preocupen. O un ratito aquí y otro allá, o como sea; estamos cerca, no hay problema. Y el sábado con los ministros, ¿dónde? Aquí. ¿Y el domingo? Aquí cerquita, a unos pasos.

Así que ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en estos días. No lo teníamos programado, pero Dios me ha permitido estar con ustedes en esta noche para estar compartiendo con ustedes estos momentos así de compañerismo en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Que Dios me los bendiga y les guarde; y damas, adelante siempre sirviendo a Dios por gratitud. Como hacían las hermanas, las damas, mujeres, que seguían a Cristo en Sus viajes misioneros, actividades por todo Israel, y dice que le servían aun de sus haciendas; y estuvieron presentes también en la crucifixión de Cristo, y luego vieron a Cristo… Fueron las mujeres las primeras que vieron a Cristo resucitado.

Así que han tenido siempre una parte muy importante en el Programa Divino, en el Reino de Cristo nuestro Salvador. No pierdan esa bendición. Y con gratitud sirvan a Cristo en esa gran oportunidad que Cristo les da en Su Reino.

Y los caballeros no se duerman, porque (por lo que se ve) siempre ha habido más damas, mujeres, sirviendo a Cristo, que caballeros. Si usted va a un culto encontrará un número mayor de damas que de caballeros.

Así que las encontramos también trabajando más en la Obra del Señor también. Una bendición grande Dios le ha dado a las damas; por lo tanto, aprovechen esa bendición para servir a Cristo con gratitud y amor divino.

Hasta mañana, Dios mediante, que estaré nuevamente en las actividades correspondientes a mañana. Dejo con ustedes al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, a continuación.

Siempre él espera el postre, y el postre fue lo que hablé luego de haber terminado. Así que Dios les bendiga, y Dios te bendiga Miguel, y gracias por esta oportunidad de estar aquí en esta actividad.

“DAMAS SIRVIENDO A DIOS POR GRATITUD.”

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