Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones, conectados a través del satélite Amazonas o de internet.
Es para mí una bendición grande estar aquí con ustedes en esta hermosa ciudad de Encarnación (departamento de Itapúa), un bello estado del Paraguay muy acogedor; y lo más bello que tiene son su gente. Catorce años han transcurrido desde la ocasión en que estuve con ustedes, y el tiempo ha pasado volando; y yo he pasado el tiempo volando también. Así que estamos aquí de nuevo para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en San Marcos, capítulo 13, versos 24 en adelante, donde nos dice:
“Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.
Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“ISRAEL, EL RELOJ DE DIOS.” Ese es nuestro tema para esta ocasión en que estamos reunidos.
Israel es descendencia de Abraham, el Padre de la Fe, el que tiene las promesas de que su descendencia heredará la Tierra. Por lo tanto, en Abraham y su descendencia está reflejado el Programa Divino que Dios llevaría a cabo a través de las diferentes generaciones que transcurrirían hasta la Segunda Venida de Cristo y hasta el establecimiento del Reino de Cristo en la Tierra.
Tenemos el caso de Génesis, capítulo 15, verso 5, donde Dios le dice a Abraham… Capítulo 15 del Génesis, verso 4 en adelante, dice:
“Luego vino a él (a Abraham) palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.”
Aquí podemos ver que Dios hace un Pacto con Abraham, de que su descendencia heredará la Tierra y que serán como las estrellas del cielo.
Entonces tenemos que ir a Génesis, capítulo 1, donde nos habla de la Creación y nos muestra las estrellas del cielo. Veamos lo que nos dice sobre ese tema: Génesis, capítulo 1, versos 14 al 19:
“Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.”
Aquí podemos ver que Dios colocó las estrellas del cielo como señal, señales para los tiempos; también la luna y el sol. Y ahora, encontramos que la luna representa a Israel bajo el Pacto Antiguo, y bajo el Nuevo Pacto representa a la Iglesia del Señor Jesucristo; y el sol representa a Dios, representa a Cristo, representa al Mesías.
Por eso en Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice: “Mas a vosotros los que teméis mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación.” Está hablando ahí de la Venida del Mesías como el Sol de Justicia naciendo.
Y en el Monte de la Transfiguración, del capítulo 17 de San Mateo, verso 1 al 13, dice que Jesús llevó a Pedro, Jacobo y a Juan a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos, y Su rostro resplandeció como el sol; porque Cristo es el Sol de Justicia.
Cristo está representado en el sol, Israel bajo el Pacto Antiguo está representado en la luna; y bajo el Nuevo Pacto, la Iglesia del Señor Jesucristo está representada en la luna. Y las estrellas, ¿quiénes son? Los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; descendientes de Abraham por la fe, que creen en Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Y ahora, podemos ver que el sol representa a Cristo, la luna representa a la Iglesia del Antiguo Pacto, del Antiguo Testamento, y también representa a la luna del Nuevo Testamento: la Iglesia. Y las estrellas representan a los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo bajo el Nuevo Pacto.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 22, encontramos detalles; y en San Mateo, capítulo 2, los magos cuando llegaron a Jerusalén buscando al Mesías que había nacido, dicen al rey y a los sacerdotes allí: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido, porque su estrella hemos visto en el Oriente?”
Ellos eran del Oriente; y allá, desde allá, ellos observaban el firmamento, porque saben que todo lo que Dios va a hacer en la Tierra primero lo refleja en el cielo; aparece siempre la señal en el cielo de lo que Dios va a hacer en la Tierra. Por eso Cristo llama la atención a mirar al cielo, porque ahí se refleja lo que luego Dios va a realizar en Su Programa en la Tierra con los seres humanos.
Encontramos también que hasta Balaam, que conocía la Ciencia del Altísimo, dijo que de Jacob se levantaría estrella. Eso está en Números, capítulo 24, verso 17. Y esa Estrella de Jacob es el Mesías que buscaban los magos cuando llegaron a Jerusalén.
Vean cómo el Mesías-Príncipe está representado en la Estrella de la Mañana y también en la Estrella de la Tarde; y también en el sol está representado el Mesías. Y los creyentes están representados en estrellas. Y los mensajeros de Dios para la Iglesia del Señor Jesucristo también están representados en estrellas más grandes, con más luz, que les traen el Mensaje de Dios a los creyentes en Cristo en cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, no podemos ignorar las señales en el cielo, de las cuales el mismo Cristo dijo que acontecerían “señales en el sol, la luna y en las estrellas; y en la Tierra angustia de los hombres confundidos a causa del temor y la expectación de las cosas que vendrán, porque las potencias de los Cielos serán conmovidas, y entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con poder y gloria,” como nos dice el mismo Jesús.
Por eso nos dice: “Cuando ustedes vean suceder estas cosas, cuando ustedes vean la higuera reverdecer y echar sus ramas, levantad vuestras cabezas al Cielo porque vuestra redención está cerca.”
¿Qué es la redención de la cual habla? La redención del cuerpo, de la cual habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39. La redención, la adopción física como hijos e hijas de Dios, lo cual es la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, y la transformación de los que estén vivos, creyentes en Cristo, esperando Su Venida para nuestra redención física, la adopción como hijos e hijas de Dios, la transformación nuestra, la glorificación. Tan sencillo como eso.
Por lo tanto, viendo que Dios dice por medio de Jesús que la higuera va a reverdecer, y que miremos la higuera y todos los árboles, Israel es una señal de Dios para estar despiertos en este tiempo final; es el Reloj de Dios. Y está marcando la hora, el tiempo en que el Mesías tiene que aparecer en la Tierra, como sucedió dos mil años atrás.
Por lo tanto, tenemos que estar preparados, conscientes, de que enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, como sigue diciendo Cristo en San Mateo, capítulo 24, versos 30 al 39; y en San Marcos, capítulo 13 (lo cual hemos leído), versos 24 al 37.
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.” [San Mateo 24:31]
Los escogidos son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, con los cuales Dios tratará en este tiempo final.
“Y enviará Sus Ángeles”: Sus Ángeles son los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14; y Apocalipsis capítulo 11, versos 1 al 14; los cuales son los ministerios de Moisés y Elías para el tiempo final.
Por eso en el Monte de la Transfiguración, en donde Cristo llevó a Sus discípulos habiéndoles dicho de antemano que el Hijo del Hombre vendría… Veamos cómo dice, para entender mejor lo del Monte de la Transfiguración. Capítulo 16 de San Mateo, versos 26 al 28, dice:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Recuerden que cuando Cristo habla de la salvación o de la perdición, nos habla directamente del alma de la persona; porque el ser humano es alma viviente. Alma viviente viviendo dentro de un espíritu, un cuerpo espiritual, y luego en un cuerpo físico también.
Al ser nacido en esta Tierra, recibe el cuerpo físico para cumplir su tiempo de prueba aquí en la Tierra; y luego todo trasciende a otra dimensión.
Por lo tanto, el alma es lo que en realidad es la persona: alma viviente; el espíritu de la persona es un cuerpo de otra dimensión; y el cuerpo físico, pues de esta dimensión.
Continúa diciendo en el verso 27 al 28:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”
O sea que Cristo muestra que van a quedar personas creyentes en Cristo vivos en la Tierra para el tiempo de Su Venida, que van a ver Su Venida, y por consiguiente, que Él va a estar en medio de ellos. Otros ya partieron y están en el Paraíso, la sexta dimensión, mirando todo lo que ocurre acá en la Tierra.
Y de seguro los que pensaban en la Tierra, al tener dificultades, dirían y decían: “Ya quiero irme.” Ahora cuando miran para acá, dicen: “Ya quisiera yo estar allá.” Pero ahora nos ha tocado a nosotros estar acá en la Tierra para tener nuestras cabezas levantadas al Cielo, a las cosas de Dios, al Reino de Dios, esperando Su Venida y por consiguiente, las bendiciones de Su Venida, que son: la glorificación, la transformación de nuestros cuerpos.
“Viniendo en Su Reino”: Hemos sido trasladados del reino de las tinieblas al Reino de Cristo. La Iglesia está en el Reino de Cristo en la etapa espiritual; y es a Su Iglesia que Él viene en este tiempo final, y viene con Sus Ángeles.
Dice capítulo 17, versos 1 en adelante:
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.”
Aquí Cristo está mostrándole en esa visión lo que Él le prometió: que verían Su Venida con Sus Ángeles; Su Venida a Su Iglesia, Su Segunda Venida prometida para todos los creyentes en Cristo, para la adopción, la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y jóvenes para toda la eternidad, y la transformación de los que estén vivos para tener cuerpos glorificados y vivir eternamente con Cristo en Su Reino, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
¿Por qué aparecen los Dos Olivos aquí? Moisés y Elías son los Dos Olivos. Moisés fue profeta para Israel. Elías fue profeta para Israel y también para los gentiles. Esos son los Dos Testigos, los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 14; y de Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14. Son los Ángeles con los cuales Él viene en Su Segunda Venida.
Recuerde que “ángeles” o “ángel” significa: mensajero.
Son los ministerios de Moisés y Elías que se van a repetir en el tiempo final. Y Cristo viene con Sus Ángeles para llevar a cabo la cosecha, para llamar y juntar a los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu; y también llama y junta a los escogidos de Su Iglesia en este tiempo final.
Por lo tanto, estemos a la expectativa, porque algo grande se va a llevar a cabo en el Programa Divino, y nosotros lo vamos a ver con nuestros propios ojos: vamos a ver a Cristo cumpliendo lo que Él mostró en el Monte de la Transfiguración; mostrando lo que Él prometió: que el Hijo del Hombre vendría en Su Reino con poder y gloria, y que vendrá con Sus Ángeles para llamar y juntar los escogidos de Dios.
¡Levantemos nuestras cabezas al Cielo!, porque el Reloj de Dios está marcando la hora para la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, para llamar y juntar a Sus escogidos, tanto del pueblo hebreo como del cristianismo.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en esta ocasión; y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino.
Eso es lo más importante: estar preparados para la Venida del Hijo del Hombre; porque cuando Él cumpla plenamente Su Venida, ya no va a haber tiempo para prepararse. Ese es el tiempo para nuestra transformación, para los que estén preparados esperando la Venida del Mesías, la Venida de Cristo con Sus Ángeles en este tiempo final.
El Reloj de Dios está marcando que es la hora. Estamos en la hora para que Cristo de un momento a otro venga con Sus Ángeles y cumpla Su Programa de llamado de los escogidos, de recogimiento de la cosecha, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en este tiempo final.
Pueden pasar al frente y estaremos orando por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo aquí y en otras naciones.
Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo en esta ocasión, y los niños también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno. En esta Tierra no hay futuro para ninguna persona; el único futuro está en Cristo. Cristo es nuestro futuro. Cristo es nuestro Salvador. Cristo es el Rey venidero que gobernará el planeta Tierra desde Jerusalén, desde el Trono de David, que será restaurado, y el Reino de David será restaurado; y entonces habrá paz, y por consiguiente felicidad en la familia humana.
La paz verdadera vendrá en el Reino del Mesías; pero mientras tanto la paz temporal es buena también. En lo que llega la paz verdadera permanente, queremos también tener la paz temporal; que nuestras familias, nuestras ciudades, nuestros pueblos vivan en paz, amándose los unos a los otros y trabajando por el progreso de todo el país.
Vivir en paz es lo más agradable que uno pueda vivir; y hace feliz no solamente a los mayores sino también a los niños. Queremos ver a los niños felices viviendo en paz en cada país.
Estamos en el tiempo del Amor Divino, en un tiempo de manifestación del Amor Divino en favor de la familia humana, porque Dios ama al ser humano. De la Creación es lo único que Dios hizo a Su imagen y semejanza: al ser humano.
Vamos a estar orando por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo aquí, y en otras naciones que están conectadas con esta transmisión. Para lo cual, pueden estar en pie todos en las diferentes naciones, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Con nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados:
Padre nuestro que estás en los Cielos, vengo a Ti con todas estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbeles en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Pueden repetir conmigo esta oración que estaremos haciendo por ustedes:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Primera Venida. Creo en Tu Nombre como el único nombre dado a los hombres, bajo el Cielo, en que podemos ser salvos.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Por lo tanto, Tú eres mi Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado; y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Creo en Tu Nombre. Creo en Ti con toda mi alma. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: ‘Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). Preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?”
Recuerden que el bautismo en agua es tipológico. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo.
Aun el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista. Y si Cristo tuvo que ser bautizado, ¡cuánto más nosotros tenemos necesidad de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo! Es que en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Tan sencillo como eso.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida en el Reino de Cristo nuestro Salvador. Tan sencillo como eso es la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en el día, lugar y tiempo en que el ministro les indique luego que pase él a tomar la parte correspondiente. Luego que yo le pase la parte, él les explicará cuándo y dónde pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
“ISRAEL, EL RELOJ DE DIOS.”
Es hora de que todos los que van a ser transformados estén en el Redil del Señor, estén bautizados y tengan el Espíritu de Dios en ellos.
Dejo con ustedes al ministro aquí correspondiente para que les indique cómo hacer y cuándo, para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo nuestro Salvador.
Pasen todos muy buenas noches, y muchas gracias.
“ISRAEL, EL RELOJ DE DIOS.”