Muy buenos días, Miguel Bermúdez Marín, misionero del Señor en este tiempo final; y Oswaldo Aparecido, ministro allá en San Pablo, Brasil; y todos los hermanos y hermanas allá reunidos.
Es para mí una bendición grande saludarles en este tiempo final, y desearles y pedirle a Dios las bendiciones sobre cada uno de ustedes. Que Dios les bendiga y les guarde y les use grandemente en este tiempo final; y nos permita ver la Visitación de Dios en este tiempo, como fue en cada edad en que se cumplió la Palabra prometida para cada edad, se hizo carne en el mensajero y en el pueblo que la recibió; y el mensajero y el pueblo fueron la Palabra hecha carne para el tiempo en que vivieron.
Así tiene que ser en este tiempo final. Por lo tanto, tenemos que conocer la Visitación de Dios en la Palabra prometida para este tiempo final, correspondiente a la Edad de Piedra Angular; Palabra prometida que se tiene que hacer carne en el mensajero y el pueblo correspondiente a la Edad de Piedra Angular.
Por lo tanto, que Dios nos permita ver y conocer la Palabra prometida para este tiempo final, para que se haga carne en nosotros y nos dé la fe para ser transformados y llevados con Cristo en el rapto, a la Cena de las Bodas del Cordero. Así tiene que ser en este tiempo final, como fue en cada edad.
Que Dios les bendiga y les guarde, y les abra las Escrituras y el corazón para creer la Palabra prometida para este tiempo final, hasta que se haga carne en nosotros y así nos dé la fe para ser transformados y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Que Dios te bendiga, Miguel; que Dios te bendiga, Oswaldo; les bendiga a cada uno de ustedes: ministros, colaboradores y todos los presentes, hermanas y hermanos reunidos en esta ocasión, en esta reunión de ministros y colaboradores.
Que Dios les bendiga, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Amén.
“LA PALABRA ENCARNADA.”