Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y ministros presentes.
Y ahora iremos al estudio bíblico de hoy domingo de escuela bíblica dominical. Para lo cual leemos en Primera de Samuel, capítulo 16, versos 1 al 14:
“Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.
Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere.
Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.
Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a este ha escogido Jehová.
Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha elegido Jehová.
E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a estos.
Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es.
Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.
El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”.
El tema de la escuela bíblica de hoy es: “DAVID, EL OCTAVO HIJO DE ISAÍ, UNGIDO COMO REY DE ISRAEL”.
Es importante saber que David es un hombre conforme al corazón de Dios, y que es profeta, y que, por consiguiente, tiene las dos consciencias juntas: el subconsciente y el consciente lo tienen juntos los profetas. Por eso aun estando despiertos pueden ver con el subconsciente, porque no tienen la barrera que tienen los seres humanos corrientes.
Por eso es que ven en otras dimensiones, pueden oír la Voz de Dios y pueden ver a Dios en Sus manifestaciones, y a los ángeles también. Y dice la Escritura que “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas” (Amós, capítulo 3, verso 7).
Y también en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, dice que Israel no quiso escuchar a Dios. ¿Y cómo estaba hablándole Dios, para Israel escuchar a Dios?… Capítulo 7, verso 11 en adelante, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.
Aquí establece la forma en que Dios le hablaba al pueblo hebreo: le hablaba por medio de Su Espíritu a través de los profetas; porque la Palabra viene a los profetas: “No hará nada el Señor, sin que revele antes Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”. Por eso los envía con las dos consciencias juntas, para poder oír la Voz de Dios y poder comunicar lo que Dios dice al pueblo que está bajo el Pacto que está vigente en ese tiempo.
Israel estaba bajo el Pacto de la Ley, por lo tanto Israel recibía de parte de Dios los profetas mensajeros correspondientes a la Dispensación de la Ley.
Y encontramos que David no solamente era rey, sino profeta también; y por consiguiente, Dios le hablaba, Dios le guiaba y Dios lo escogió para ser rey en lugar de Saúl. Y David era el octavo hijo de Isaí, nacido en Belén de Judea, porque en Belén de Judea nacería el Cristo[1]; por lo tanto, David tenía que ser también de Belén.
Y el Cristo, el Mesías, nacería en la Casa del Pan de Dios, que es Belén, porque Belén es o significa ‘la Casa del Pan de Dios’; por eso Jesucristo tenía que nacer en Belén también, porque Él dijo: “Yo soy el Pan de Vida; el que come de este Pan vivirá para siempre”[2].
Y ahora, encontramos que David siendo el octavo hijo de Isaí es tipo y figura del Rey venidero, descendiente del rey David, para el tiempo postrero. Tiene que ser judío el Rey venidero, y tiene que cumplir el tipo y figura de David; porque David es tipo y figura del Mesías-Príncipe que vendrá y que gobernará sobre Israel y sobre todas las naciones; el Rey que restaurará el Reino de Israel y ocupará el Trono de David. Por lo tanto, es importante saber que David es el hijo octavo de Isaí, ungido como rey de Israel.
Ahora, para el tiempo final, el octavo hijo de la monarquía del Hijo de David aparecerá; y eso será la Venida del Hijo del Hombre para el tiempo final, para reclamar el Trono y Reino de David, y sentarse sobre el Trono de David, y gobernar, reinar sobre Israel y sobre todas las naciones; con capital: Jerusalén; Distrito Federal: todo Israel.
Y todas las naciones que sean salvas durante la gran tribulación, entrarán al Reino del Mesías-Príncipe judío, y la paz y felicidad correrá desde Jerusalén como un río para todas las naciones.
Ese es el que traerá la paz permanente para Israel y para todas las naciones. Por lo cual queremos que aparezca aquel que está representado en el octavo hijo de Isaí, el cual será el ungido como Rey de Israel; y tiene que aparecer en este tiempo final. Los judíos lo están esperando, el cristianismo lo está esperando también.
Hay un misterio, un secreto. El secreto más grande de toda la Biblia está en la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, para hablarle a Israel y hablarle también al cristianismo.
¿Cómo vendrá? ¿Cuándo vendrá? ¿Y quién será? Es el secreto. Todo eso está dentro del Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, y capítulo 10 de Apocalipsis, el libro que es como el libro del profeta Daniel; el cual también lo vio en el capítulo 7 viniendo y tomando los derechos del Reino, los derechos de la vida eterna, para el establecimiento del Reino de David, la restauración del Reino de David, de la cual los discípulos de Jesucristo le preguntaron en el libro de los Hechos, capítulo 1, a Jesús: “Señor, ¿restaurarás Tú el Reino en este tiempo a Israel?”. Dijo: “No toca a vosotros”.
No les tocaba a ellos saber; pero a nosotros sí nos toca saber, porque estamos en el tiempo para la restauración del Reino de David y Trono de David.
Esa es la única esperanza que hay para el pueblo judío y para toda la humanidad. Sin esa esperanza la vida no tiene sentido. La vida sería trabajar, dormir, comer, dejar que pasen los años y luego morir; y eso no es vida.
Vida es el Señor, Él es la Vida para todo ser humano. Y conocer los misterios del Señor, el Programa Divino correspondiente al tiempo en que uno vive, es el privilegio y bendición más grande; porque está recibiendo la revelación del Programa Divino para estar dentro del Programa Divino; no viviendo ignorando lo que Dios está haciendo en la Tierra.
Es importante estar conscientes que el octavo hijo de Isaí, ungido como rey de Israel, es tipo y figura del Mesías-Príncipe, que reclamará el Trono y el Reino de David, y establecerá el Reino de Dios en la Tierra; porque el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono terrenal de Dios es el Trono de David.
Por lo tanto, es importante conocer estos misterios de la Biblia, para que así no estemos ignorando lo que está pasando en el Programa Divino.
Se requiere saber que Dios es el Rey del universo y que estamos aquí con y por un propósito divino. No estamos aquí para perder el tiempo. Estamos aquí para entrar en un Programa Divino que nos llevará a la vida eterna, para nunca morir.
Por lo tanto, es importante que estemos alerta porque va a ser revelado el octavo hijo de Isaí, tipificado en David; y los judíos lo van a recibir. Pero, ¿de dónde saldrá? Eso lo vamos a ver algún día.
Veamos aquí: Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 22 en adelante, dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre…”.
¿En qué trono se sentó Salomón? En el trono de David su padre; y dice que es el Trono de Dios, el Trono del Reino de Dios. O sea que el Trono terrenal de Dios es el Trono de David, y el Reino terrenal de Dios es el Reino de David.
Por eso los judíos preguntaban: “¿Cuándo restaurarás…? ¿Restaurarás Tú en este tiempo el reino de Israel?”, porque el reino de Israel o el reino de David es el Reino de Dios terrenal, y el trono de David es el Trono terrenal de Dios, el cual es conectado con el Trono celestial de Dios y el Reino celestial de Dios.
La representación del Reino celestial de Dios es el Trono de David y el Reino de David. Tan sencillo como eso.
Y habrá un octavo hijo de David; o sea, habrá un octavo hijo de Isaí, representado en David. David: El amado. Belén, Belén de Judea: La Casa del Pan de Dios.
El cristianismo está esperando la Venida del Señor. El Señor viene primero a Su Iglesia y después a los judíos; porque la Casa del Pan de Dios (que es Cristo el Pan de Dios, el cual dijo[3]: “Yo soy el Pan de Vida”) está en la Iglesia, que es la Casa de Dios espiritual del Nuevo Testamento, del Nuevo Pacto.
Así que el cristianismo tiene que abrir sus ojos, porque la Venida del Señor se cumplirá primero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo de Dios espiritual y es la Casa del Pan de Vida; porque Cristo y Su Iglesia son uno. Es el Cuerpo Místico de Cristo Su Iglesia, y es la que está bajo el Nuevo Pacto, el Nuevo Testamento.
Luego se revelará al pueblo hebreo. El pueblo hebreo lo verá, verá la Venida del Señor en Su Iglesia, y dirá: “¡Este es el que nosotros estamos esperando!”. Ellos lo recibirán luego, y entrará la Dispensación del Reino, que es lo que le corresponde a los judíos, ese entrelace de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia. Tan sencillo como eso.
Pero por cuanto es un misterio, el misterio más grande de todos los misterios, queda sellado hasta ese momento en que Dios lo abra y dé a conocer ese misterio de la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre en este tiempo final a Su Iglesia, y luego al pueblo hebreo.
Por lo tanto, viene un tiempo de preparación para los cristianos y también para los judíos, para prepararse para la Venida del Señor, la Venida del Rey de Israel, la Venida de la cual David es el tipo y figura como el hijo octavo de Isaí.
Recuerden que Cristo dijo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16… Cristo en Espíritu Santo es el que habla en el libro del Apocalipsis, por eso siempre dice: “El Espíritu dice tal cosa”, “El Espíritu dice…”. Y luego dice: “El Espíritu y la Esposa dicen…”, porque la Iglesia tiene que repetir lo que Cristo en Espíritu Santo está diciendo a y en medio de Su Iglesia. Capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Aquí podemos ver que Cristo es la raíz y el linaje de David. Él es el Hijo de David. Y en el Día Postrero está prometida la manifestación del Hijo del Hombre en medio del cristianismo, y luego en medio de los judíos. Eso es la Venida del Señor para el tiempo final. Hay un misterio grande ahí.
Recuerden que Cristo siempre decía: “El Hijo del Hombre…, el Hijo del Hombre…”. Es que como Hijo del Hombre, ese título corresponde a profeta; por eso como profeta Cristo se identificaba como el Hijo del Hombre.
Y la promesa es que el Hijo del Hombre vendrá en las nubes con Sus Ángeles, para llamar y juntar los escogidos del pueblo hebreo, que son 144.000 escogidos, 12.000 de cada tribu; pero primero viene y se manifiesta en medio de Su Iglesia en este tiempo final.
El cristianismo tiene que estar preparado para ese evento, estar bien unido; y los judíos también; para que sea de bendición la Venida del Hijo del Hombre, lo puedan identificar y puedan recibir las bendiciones que vienen en el Hijo del Hombre para los seres humanos en este tiempo final.
“EL OCTAVO HIJO DE ISAÍ, UNGIDO COMO REY DE ISRAEL”.
Ese ha sido nuestro tema de escuela bíblica para hoy domingo de escuela bíblica aquí en La Gran Carpa Catedral, y para todos los que están conectados con esta transmisión vía satélite o vía internet.
Israel está esperando al Hijo de David, al Mesías-Príncipe, está esperando un hombre, un profeta, en el cual se cumplan esas profecías; eso es lo que está esperando Israel.
“DAVID, EL OCTAVO HIJO DE ISAÍ, UNGIDO COMO REY DE ISRAEL”.
Ese ha sido el tema de nuestra escuela bíblica de hoy domingo, 19 de febrero de 2017.
Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez a continuación.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos; y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“DAVID, EL OCTAVO HIJO DE ISAÍ, UNGIDO COMO REY DE ISRAEL”.
[Revisión octubre 2025]
[1] San Mateo 2:4-6
[2] San Juan 6:51
[3] San Juan 6:48