El llamado final de las doce tribus de Israel

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y también los que están en diferentes naciones. Un saludo muy especial para todos los ministros y sus congregaciones en diferentes países; y un saludo muy especial para el misionero Miguel Bermúdez Marín allá en São Paulo, Brasil, con el reverendo, licenciado Oswaldo Aparecido Natale y la congregación allí, y demás ministros reunidos allí con sus congregaciones, hermanos y hermanas reunidos allá, colaboradores también.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y nos abra a todos las Escrituras y el entendimiento para comprender la Palabra del Señor y Su Programa correspondiente a este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Buscamos en Éxodo, capítulo 19, verso 5, donde nos dice… Y también San Mateo, capítulo 13, verso 44. Aquí nos dice en Éxodo 19, verso 5 en adelante:

“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”.

Y San Mateo, capítulo 13, verso 44, dice:

“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL LLAMADO FINAL DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL”.

Ese es nuestro tema para esta ocasión: “EL LLAMADO FINAL DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL”.

Hoy domingo, día de escuela bíblica, nuestro tema ya han visto que es relacionado con el pueblo hebreo: “EL LLAMADO FINAL DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL”.

Las doce tribus de Israel en el tiempo del hijo de Salomón, Roboam, fueron divididas las tribus de Israel en dos reinos, por consiguiente dos partes: una de las del grupo fue dividido, una parte, en diez tribus para el reino del norte, con Jeroboam descendiente de José; y dos tribus para el reino del sur, con Roboam, descendiente de Salomón, hijo de Salomón, por causa del pecado de idolatría de Salomón.

Siempre es importante que mientras más años nos pasen, más nos agarremos de Dios. Recuerden eso para siempre estar bien agarrados de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Las tribus del norte continuaron con la idolatría. Fueron las tribus que colocaron dos becerros de oro, uno en Dan y el otro en Bet-el, y eso fue causa de pecado en las tribus del norte; y ese becerro de oro le ha traído muchos problemas a Israel. Le trajo problemas en el tiempo de Moisés, y ahora vemos que también en el tiempo del rey Jeroboam, el cual era el rey de las diez tribus del norte, que le fueron dadas a causa del pecado de Salomón, pecado de idolatría.

Y ahora, vemos que el reino fue dividido en dos partes: diez tribus para el reino del norte y dos tribus para el reino del sur, el reino de Judá. Por eso encontramos que luego se le llamaba el reino de Judá o reino del sur, y al de las diez tribus se le llamaba reino de Israel.

Pero la promesa es que van a ser unidas las diez tribus del norte con las dos tribus del sur (con la tribu de Benjamín y la tribu de Judá); y va, por consiguiente, a ser restaurado el Reino de David y Trono de David. A las diez tribus del norte se les llaman también las tribus perdidas de Israel, porque fueron esparcidas por diferentes naciones, y hasta perdieron su identidad como tribu.

Por eso encontramos que para el tiempo final ese es el tesoro escondido que el Señor encontró y luego lo guardó; y para este tiempo final Él llamará y juntará todos los que forman parte de ese tesoro escondido de San Mateo, capítulo 13, verso 44.

Para lo cual y por lo cual el mismo Yeshua o Jesús habló proféticamente, y dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31… Y dice:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Estos escogidos son los judíos, y los va a juntar en este tiempo final. ¿Cómo dice Cristo que los va a juntar? Enviando a Sus Ángeles. Sus Ángeles son los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14.

Y con estos ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías para el tiempo final (los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 11, y Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14), ahí tenemos la revelación divina de cómo es que va Él a juntar el tesoro que Él ha escondido: Él lo va a recoger. Esos son los judíos. Por eso leímos al principio, en el capítulo 19, verso 5, del Éxodo, que Dios dice: “Vosotros sois mi especial tesoro”.

El tesoro que está repartido, escondido en todas las naciones, es la descendencia de Israel, descendencia de Abraham; son los judíos esparcidos por el mundo entero. Y la parte más importante de ese tesoro son los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, porque esos son los que van a estar en el Milenio como eunucos, asistiendo al Rey y la Reina, asistiendo al Hijo de David, el Rey prometido para el pueblo hebreo, el Príncipe de Paz, descendiente del rey David, el cual se sentará en el Trono de David y restaurará el Reino de David.

Esta restauración está prometida en Ezequiel, capítulo 37, y también en el capítulo 34 está prometida. Por lo tanto, el que se sentará en el Trono de David será el David, el Hijo de David.

Recuerden que cuando promete que David se sentará en el Trono y reinará, se refiere a un descendiente del rey David que se sentará en el Trono de David y tendrá el título del David, o Hijo de David.

Así como en el imperio romano los Césares llevaban ese nombre, todos los que subían como emperadores después de cierto tiempo en adelante; y también en Egipto el Faraón era el rey; y moría uno y subía otro, y seguía siendo el Faraón del imperio, solamente cambiando de persona cuando terminaba su tiempo y moría.

Y ahora tenemos la promesa de parte de Dios de que habrá un llamado final de las doce tribus de Israel. El llamado final es para este tiempo final, en donde llamará a los judíos con Gran Voz de Trompeta, los juntará y los restaurará al Reino de Dios, y le restaurará el Reino de Dios a Israel. Jerusalén será la capital de ese Reino, y todo el territorio de Israel será el Distrito Federal; y se unirán a ese Reino muchas naciones, conforme a la profecía.

Esas naciones que se unirán a Israel entrarán al Reino Milenial, y por consiguiente tendrán las bendiciones de paz permanente prometida en Isaías, capítulo 9, versos 6 al 7. Es que viene un tiempo de paz para toda la humanidad que vivirá en ese Reino del Mesías, llamado el Reino Milenial o el Milenio de Dios para el pueblo judío y para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.

Los que murieron resucitarán en cuerpos glorificados, y los que estén vivos en ese tiempo de la resurrección serán transformados; y todos tendrán cuerpos glorificados, eternos, inmortales, como el cuerpo que tiene el Señor Jesucristo, el cual está tan joven como cuando se fue, como cuando subió al Cielo. Así será el cuerpo que recibirán los creyentes en Cristo nacidos de nuevo en este tiempo final.

Así será la resurrección y luego el rapto o arrebatamiento de los creyentes en Cristo: en carros de fuego; o sea, como se fue Elías en un carro de fuego (o sea, un platillo volador), así también se irán a la Cena de las Bodas del Cordero en el rapto, los creyentes en Cristo en el Día Postrero, los cuales también son llamados y recogidos con la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es la Voz de Dios hablando en el Día Postrero como León, clamando como cuando el león ruge y siete truenos emitiendo sus voces.

Con esa Voz Divina, la Voz de Dios estará revelándonos el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Venida a Su Iglesia en la Edad de Piedra Angular. Así como fue Edad de Piedra Angular en la Primera Venida de Cristo, así también es para nuestro tiempo: Edad de la Piedra Angular en y para la Venida del Señor, y para el recogimiento de los escogidos de Dios, y para la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de los que estamos vivimos y continuemos vivos hasta ese momento.

Estamos en el tiempo preciso para el cumplimiento de esas promesas.

El reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo (así como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo), dice… En el mensaje “El Espíritu de verdad”, predicado en Phoenix, Arizona, de Norteamérica, el 18 de enero de 1963, en la página 7, párrafo 43, dice:

“Pueda que sea mi tiempo de partida al Hogar. Parece ser mucho de esa manera. Si es así, alguien se levantará después de mí, que llevará el Mensaje adelante. Él será una persona rara, pero él se levantará después de esto y llevará el Mensaje adelante. Y ustedes escúchenlo. Mientras sea Escritural, quédense con eso”.

O sea que el reverendo William Branham dice que después de él se levantará otra persona que llevará el Mensaje adelante; así como después del primer mensajero, San Pablo, se levantó un segundo mensajero en la Iglesia en otra edad; luego en la tercera edad se levantó otro mensajero que llevó adelante el Evangelio, el Mensaje; luego vino otra edad, la cuarta edad, y Dios levantó otro mensajero; vino la quinta edad, la sexta, la séptima edad, donde Dios levantó en cada edad un mensajero con el cual abrió cada edad. Y luego, para este tiempo final, el precursor de la Segunda Venida de Cristo nos dice que vendrá otro que llevará adelante el Mensaje.

Si consiguen ese otro, recibirán la revelación del Séptimo Sello. La Voz de Dios estará hablando a través de él, esa Voz de los Siete Truenos estará revelándonos las Escrituras, la Palabra de Dios para este tiempo final; y recibiremos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

El reverendo William Branham dijo que vendría otra persona después de él. Tiene que venir aquel al cual él le está preparando el camino, porque él es precursor de la persona que vendrá después de él.

Leemos… Página 474 y 475 del libro de “Los Sellos” en español, dice:

“Yo no sé quién será, ni qué va a suceder. ¡No sé! Solamente sé que esos Siete Truenos contienen el misterio por cuya razón hubo silencio en el Cielo. ¿Todos entienden?

174. Quizás sea ahora el tiempo y la hora cuando aparezca esta gran persona que hemos estado esperando. Quizás este ministerio, por el cual he tratado de convertir a la gente a la Palabra, ha servido de fundamento. Si así es, entonces les estaré dejando para siempre. No habrá dos aquí al mismo tiempo. Y aun si así fuera, él crecerá y yo menguaré”.

Lo mismo que Juan el Bautista dijo de Jesús cuando le dijeron: “Mira, aquel del cual tú diste testimonio ahora le siguen más personas que a ti y bautiza más personas que tú”. Él dice: “A Él le conviene crecer y a mí menguar”. Así mismo dijo el reverendo William Branham como precursor de la Segunda Venida de Cristo. Y también en una ocasión dijo: “Será paralelo en todo”; o sea, paralelo a la Primera Venida será la Segunda Venida.

Hubo un precursor allá: Juan el Bautista, con el espíritu y virtud de Elías, como precursor de la Primera Venida de Cristo; y lo presentó, con su Mensaje presentó a aquel al cual él le estaba preparando el camino. Era de la familia, y se llamaban —en aquel tiempo, cuando eran familia— “hermanos” también.

Tiene que ser de la misma familia, tiene que ser de la familia, de la Casa donde está el Espíritu de Dios. Y la Casa de Dios espiritual es Su Iglesia, a la cual vino el Espíritu Santo el Día de Pentecostés; y de ahí en adelante ha estado en Su Iglesia, porque la Casa de Dios donde mora el Espíritu de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, y en cada creyente como individuo.

Por eso Apocalipsis, capítulo 7, el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, vean, viene con el Espíritu Santo. Por lo tanto, él es el que llamará y juntará y sellará los ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu.

Es el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo manifestándose en el tiempo final, en el cumplimiento de lo que está prometido y de lo que fue precursado por el reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo; el cual puso el fundamento para la Segunda Venida de Cristo, y para que sea identificada Su Venida con el Mensaje que él trajo para la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por lo tanto estemos preparados, porque de un momento a otro el Señor saldrá de Su Obra de Intercesión, saldrá de ser el Sumo Sacerdote intercediendo por los creyentes: se convertirá en el León de la tribu de Judá, Rey y Juez de toda la Tierra. Para ese tiempo luego ya no habrá oportunidad de salvación para las personas, porque ya se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo y ya no habrá Sangre sobre el propiciatorio en el Templo de Dios celestial.

Estamos en un tiempo muy importante, en donde de un momento a otro Cristo deja el Trono de Intercesión y se convertirá en Trono de Juicio, y Cristo se convertirá en el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores; y Su Voz en la Tierra, en Su Iglesia clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces; o sea, Cristo hablando en forma consecutiva en medio de Su Iglesia, el Ángel del Pacto de Apocalipsis, capítulo 10, hablando a Su Iglesia. Y luego el Mensaje en Apocalipsis 11 es el contenido de lo que los Truenos hablan en Apocalipsis, capítulo 10.

Porque Juan el apóstol representa la Iglesia del Señor Jesucristo con Sus mensajeros; por consiguiente representa a la Iglesia con el mensajero del Día Postrero también, para comerse el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete sellos, y luego profetizar sobre muchos pueblos, naciones y lenguas. Y en Apocalipsis 11 aparece que quien profetiza sobre muchos pueblos, naciones y lenguas son los Dos Olivos, los Dos Candeleros que están en pie delante del Dios de toda la Tierra.

Ahí podemos ver el ministerio de los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en este tiempo final para llamar y juntar los escogidos del Día Postrero: los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos del tiempo final; esos son los escogidos del tiempo final del pueblo hebreo.

Ellos van a estar en el Reino Milenial, ellos van a asistir a la Iglesia y al Señor en el Reino Milenial. Como los eunucos asistían a la reina en los diferentes reinos, así también los ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu, estarán asistiendo a la Iglesia y al Rey.

Hemos visto “EL LLAMADO FINAL DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL”.

¿Vieron qué sencillo es? Son el tesoro escondido, son el especial tesoro de Dios. Y aunque les llamen a las diez tribus del norte las tribus perdidas de Israel, a Dios no se le pierde nada; y la evidencia es que no nos hemos perdido nosotros; ni se le perderán tampoco las tribus de Israel. Van a ser unificadas. Y va a establecerse el Reino de Dios en la Tierra, llamado el Reino de David; y el Trono de David va a ser ocupado por el Hijo de David, descendiente del rey David; y entonces habrá un Reino mundial que traerá la paz para todas las naciones. Ese es el Reino de Dios.

El Reino de Dios celestial está en el Cielo, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios; y el reino de Dios terrenal es el Reino de David, que será restaurado en este tiempo final para ser establecido el Reino Milenial del Mesías-Príncipe, descendiente del rey David.

Todavía se predica el Evangelio de Cristo y se entrelaza con el Evangelio – se entrelaza el Evangelio del Reino; y la Dispensación del Reino se entrelaza con la Dispensación de la Gracia.

Estamos en un tiempo de entrelace, donde también tenemos que ver lo que pertenece al Reino terrenal de Dios que va a ser establecido y lo que corresponde al cristianismo, en donde se vive en la esfera espiritual en el Reino de Dios.

Tenemos que hacer la diferencia entre la Dispensación de la Gracia y la Dispensación del Reino. Lo que tiene que ver con los judíos en este tiempo final corresponde a la Dispensación del Reino, en el entrelace de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos; y estaremos orando por usted, ya sea que se encuentre aquí presente o esté en otro país escuchando en estos momentos. Para lo cual pueden pasar al frente y estaremos orando por usted; pueden pasar al frente para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.

Vamos a dar unos minutos mientras pasan al frente, aquí y en diferentes lugares, los que todavía no habían recibido a Cristo como Salvador.

En este tiempo están entrando los últimos escogidos del cristianismo, de la Iglesia, al Cuerpo Místico de Cristo; y pronto entrarán a la Dispensación del Reino los hebreos para ser restaurados en el Reino de Dios y ser establecidos en el Reino de Dios conforme al Programa Divino.

Este es el tiempo para el llamado final de los que completarán la Iglesia del Señor Jesucristo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y luego para los hebreos, comenzando con los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que en diferentes países han estado recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador:

Padre nuestro que estás en los Cielos, bendito Tu Nombre para siempre. Vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo con todas estas personas que en diferentes países están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbeles en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora podrán repetir conmigo la oración que estaremos haciendo todos los que están recibiendo a Cristo en diferentes países en estos momentos:

Señor Jesucristo, escuché la predicación del Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.

Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Primera Venida. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Creo en Tu Nombre como el único nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.

Señor, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.

Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado; y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer de nuevo. Quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Haz realidad en mi vida, Señor, la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, los que están recibiendo a Cristo como Salvador dirán: “¿Cuándo me pueden bautizar? Pues Cristo dijo: ‘Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” [San Marcos 16:15-16].

Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de nuestro tema: “EL LLAMADO FINAL DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL”.

Que Dios les bendiga y les guarde. Y el próximo domingo… Viernes y domingo tenemos un tema muy pero que muy importante. Próximo domingo estaré con ustedes también, así que nos veremos el próximo domingo, Dios mediante.

Próximo viernes tendremos la introducción. Esté aquí o no esté, tendremos la introducción del tema correspondiente al próximo domingo. Así que es probable, es posible (pero no les puedo asegurar) que el viernes esté con ustedes. Trataré de estar con ustedes, si me es posible, el próximo viernes también, y luego muchos viernes y muchos domingos más durante este mes.

Que Dios les bendiga y les guarde; y oren mucho por mí y por toda la Iglesia del Señor Jesucristo. Hay grandes bendiciones prometidas para la Iglesia del Señor Jesucristo para este tiempo final. No queremos perder ni una de las bendiciones prometidas para nosotros para este tiempo final.

Que Dios les bendiga y les guarde; y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL LLAMADO FINAL DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL”.

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