La fe basada en las promesas divinas

Muy buenos días para todos los presentes y los que están en diferentes naciones.

Hoy, Día de las Madres, quiero extender mi felicitación a todas las madres: ¡Que Dios les bendiga y les siga usando grandemente en Su Obra en este tiempo final!

Quiero extender un saludo también al doctor Miguel Bermúdez Marín y a la congregación donde se encuentre en este día. Que Dios les bendiga y les guarde y les use siempre grandemente en Su Reino, y a todas las congregaciones e iglesias y ministros que están en diferentes naciones.

Para hoy leemos en Hebreos, capítulo 11, verso 1 al 3:

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para hoy domingo de escuela bíblica es: “LA FE BASADA EN LAS PROMESAS DIVINAS”. Este es el estudio bíblico para la escuela bíblica de hoy domingo de escuela dominical.

La fe está basada, descansa, sobre la Palabra prometida de Dios para cada tiempo. Por ejemplo, tenemos a Noé. Noé recibió la revelación de la Palabra, y sobre esa revelación de la Palabra estaba la fe, la fe para construir el arca donde se salvarían él y su familia. Era la fe en acción cuando él estaba trabajando en la construcción del arca en la cual se salvarían.

La fe siempre tiene que estar fundamentada en la Palabra de Dios prometida para el tiempo en que uno está viviendo, para la dispensación y la edad de esa dispensación correspondiente y en la cual se está cumpliendo esa Palabra; porque esa es la Palabra prometida para ser cumplida de parte de Dios en Su Programa.

Por eso es que hay siete dispensaciones; para cada dispensación hay, digamos, siete edades; y en cada etapa hay Palabra prometida para ser cumplida. Y esa es la Obra que Dios lleva a cabo en medio de Su pueblo de esa dispensación, en cada edad: cumplir lo que Él ha prometido a aquellos y con aquellos que lo creen de todo corazón, los cuales reciben la revelación de esa Palabra; y la Palabra viene a ser vivificada, viene a ser cumplida en esa etapa, en esa edad de cada dispensación. Y eso es tener la revelación de Dios para el tiempo en que uno está viviendo.

Siempre hubo y hay muchas religiones, interpretaciones humanas; pero cuando la revelación de Dios viene a la persona y él cree de todo corazón, se hace realidad en la persona la promesa para ese tiempo; porque él es colocado con el grupo correspondiente para esa edad, con el cual Dios está tratando. Y para cada edad de cada dispensación tiene un mensajero que encabeza el grupo de esa edad; y Dios los junta con el mensajero, porque a través del mensajero es que viene la revelación de Dios para el pueblo; viene al mensajero primero y luego al pueblo. Viene de parte de Dios por medio del Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto.

Y ya han transcurrido unas cuantas dispensaciones, y estamos en el fin de la sexta dispensación para la introducción a la séptima dispensación, la Dispensación del Reino, que está por abrirse muy pronto; lo cual conlleva una introducción a esa dispensación, porque se entrelaza una dispensación con la otra; mientras está finalizando una, está dando comienzo otra, está siendo introducida otra dispensación. Así es también con las edades: se entrelaza una edad con otra edad. Y ya está Dios preparando todo para la introducción de la séptima dispensación, que es la Dispensación del Reino, del Reino de Dios, para ser establecido en este planeta Tierra.

Por lo tanto, estamos en el tiempo más glorioso de la Dispensación de la Gracia, en donde se cerrará la Dispensación de la Gracia con la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que están vivos en Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo; y luego ir a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, y estar allí en un lapso de tiempo correspondiente mientras la Tierra pasa por el lapso de tiempo de tres años y medio de gran tribulación, donde los ministerios de los Dos Olivos estarán manifestados en la Tierra.

Ellos darán a conocer las cosas que sucederán en la gran tribulación, como lo hizo Moisés, que daba a conocer los juicios divinos que vendrían sobre Egipto en aquel tiempo. Él recibía la revelación de Dios del juicio que vendría, y lo daba a conocer; y se materializaba esa Palabra, porque era la Palabra de Dios creadora para traer ese juicio divino. No era la palabra de Moisés sino la Palabra de Dios, la que era hablada de lo que iba a suceder, y sucedía. Eso es Dios hablando por medio de Moisés.

Por lo tanto, por cuanto durante la gran tribulación, conforme a Apocalipsis, capítulo 11, estarán los Dos Olivos (que son los ministerios de Moisés y Elías hablando, dando a conocer las cosas, los juicios que van a venir), sabemos que será como en el tiempo del profeta Elías y como en el tiempo del profeta Moisés.

Será un tiempo muy difícil para la raza humana, porque será el tiempo de la Fiesta de las Trompetas, que es para los judíos; y que es ese tiempo el tiempo en que el juicio es llevado a cabo para toda la humanidad. Por eso es el día de Malaquías, capítulo 4, donde nos dice: “He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho el Señor”. Pero antes que venga ese día, dice: “Les enviaré a Elías”.

O sea que estamos en un tiempo de entrelace dispensacional; por lo tanto, tenemos que estar preparados, porque antes de la gran tribulación la Venida del Señor recoge a los escogidos, les da la fe, la revelación para ser transformados y raptados, a los que estén vivos; y a los que murieron los traerá con Él en Su Venida y los resucitará en cuerpos glorificados, como sucedió en el tiempo de la resurrección de Cristo.

Podemos ver que todo esto en el tiempo pasado ocurrió en la Edad de la Venida del Señor, que es la Piedra Angular, por lo tanto, ocurrió en la Edad de Piedra Angular; porque lo que es el mensajero lo es también la edad, la Edad de Piedra Angular para la Venida de la Piedra Angular.

Y si fue allá en Edad de Piedra Angular la resurrección de los santos que habían muerto, tiene que ser la resurrección de los santos del Nuevo Testamento también en Edad de Piedra Angular. Esa es la Edad de Oro, la Edad de la Venida del Señor, la edad más importante de todas, con la cual Dios corona Su Cuerpo Místico de creyentes, Su Iglesia.

Ya la Edad de Laodicea pasó, le cerró la puerta al Señor.

Él, tocando la puerta, llama y dice: “Si alguno abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él”. Y así como de edad en edad fue abierta la puerta al Señor por el mensajero de cada edad, aquí nos dice Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 al 22:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo (si va a cenar, es el tiempo de la tarde).

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

Alguien se va a sentar con Cristo en Su Trono, así como Cristo se sentó con el Padre en el Trono celestial; y Cristo promete que alguien se va a sentar en Su Trono terrenal, el Trono de David. ¿Y quién fue el que se sentó en el Trono celestial con el Padre? El mensajero de la Edad de la Piedra Angular, Jesucristo.

Por lo tanto, tiene que haber alguien en el tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular, que tendrá ese privilegio; y él y su grupo serán bienaventurados, porque tiene que ser el mensajero que corresponde a esa edad y su grupo los que recibirán la bendición más grande en el Reino de Dios en la Tierra.

“Los santos juzgarán al mundo” [Primera de Corintios 6:2]. Recuerden que los santos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ellos son sacerdotes, son jueces también, y les corresponde una posición muy grande con Cristo en el Reino de Dios cuando sea establecido en la Tierra.

Cuando sea establecido en la Tierra, después de la gran tribulación, nos veremos en el Reino no de los gentiles, sino en el Reino de Dios que será establecido; y reinaremos con Él, como dice… Apocalipsis 20, verso 4 en adelante, dice:

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.

Eso es para comenzar, mil años reinando para comenzar, en el Reino de Dios que será establecido en la Tierra. Cuando estemos en el Reino veremos la diferencia que hay del reino de los gentiles al Reino de Dios.

También Apocalipsis, capítulo 1, verso 4 en adelante, dice:

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Nos hizo reyes y sacerdotes; y esto es del Orden de Melquisedec, reyes y sacerdotes del Orden de Melquisedec.

Y Apocalipsis, capítulo 5, verso 9 al 10, dice:

“… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Eso es lo que Cristo ha hecho por nosotros: nos ha redimido con Su Sangre y nos ha hecho para Dios reyes y sacerdotes. Es un reino de reyes y sacerdotes y jueces, porque los mismos sacerdotes y reyes también son jueces, jueces que juzgarán; por eso dice que los santos juzgarán al mundo. Y todo eso está muy cerca.

Estamos tan cerca que ninguna otra edad estuvo tan cerca como nosotros; porque es la Edad de Piedra Angular, la Edad de Corona, la que corona la Iglesia del Señor Jesucristo para la adopción de los hijos e hijas de Dios, para la redención del cuerpo, para tener el cuerpo nuevo, eterno, inmortal y glorificado, igual al de Jesucristo nuestro Salvador. Cuando estemos en ese cuerpo seremos investidos con la investidura de reyes, sacerdotes y jueces.

Estamos muy pero que muy cerca; y podemos decir: “Grande es la heredad que nos ha tocado”. Todo eso es el Programa Divino. Nosotros no hicimos nada, sino Dios. Y la parte nuestra es que, por cuanto hemos sido elegidos desde antes de la fundación del mundo, hemos recibido la revelación de la Palabra, Dios nos ha mostrado cuáles son las promesas para este tiempo, las hemos creído y hemos estado trabajando basados en esas promesas; porque cuando se cree una promesa, se trabaja sobre la base de esa promesa.

Por eso encontramos que Jesús decía: “Dice la Escritura… ¿no dice la Escritura tal cosa?”; porque Él vino a cumplir lo que la Escritura decía acerca de Él. Todo el Programa que Él traía era lo que estaba prometido que Dios haría en aquel tiempo: la redención del ser humano, muriendo como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Él vino para hacer la voluntad del Padre; y Dios le mostraba cada cosa que Él tenía que hacer, el Padre le mostraba haciéndolo y Él lo repetía aquí en la Tierra. Por eso Él decía: “Como yo veo al Padre obrar, así yo hago”. [San Juan 5:19].

Por lo tanto, vemos que hay un Programa Divino que estuvo sellado y que es sellado, y se abre en el cumplimiento; y Dios le permite ver a los escogidos de cada edad el Programa Divino, el cual creen, y por consiguiente tienen fe. La fe entra en acción para llevar a cabo el trabajo que corresponde en ese tiempo, de acuerdo a lo que está prometido para ese tiempo. Por eso vemos a Jesucristo haciendo lo que en el Programa Divino correspondía para aquel tiempo.

Luego, a través de las edades podemos ver a la Iglesia haciendo lo que corresponde para cada edad; y en nuestro tiempo podemos ver a la Iglesia haciendo lo que corresponde para este tiempo. Eso es el Espíritu Santo obrando, dando la revelación; la persona creyendo y a la marcha trabajando en el Programa Divino para nuestro tiempo.

Todo lo que está prometido que Dios hará en nuestro tiempo, Él lo hará por medio de Su Espíritu a través de Su Iglesia, a través de Su Iglesia encabezada por el Espíritu Santo en el mensajero y su grupo de esa edad. Y todo será sencillo; y todo eso dará lugar a la introducción luego del Reino Milenial en la Tierra.

Como fue introducida la Dispensación de la Gracia en los días de Jesús y los apóstoles, así en nuestro tiempo será introducido el séptimo milenio bajo la Dispensación del Reino.

Y nos veremos en el Reino; porque nuestra fe está basada en las promesas divinas.

“LA FE BASADA EN LAS PROMESAS DIVINAS”.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.

Que Dios les bendiga y les guarde.

Disculpen la ronquera. En algunos – en muchos lugares dicen que esa es la ronquera de mozo, porque a los jovencitos de 13 a 15 años les cambia la voz y les da ronquera; y estamos esperando un cambio.

Que Dios les bendiga; y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dejo en cada país al ministro correspondiente. Dejo al reverendo José Benjamín Pérez a continuación.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“LA FE BASADA EN LAS PROMESAS DIVINAS”.

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