Muy buenas noches, ministros compañeros en el Cuerpo Místico de Jesucristo. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.
Un saludo para el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, y para todos los que están allá en Guatemala con él, todos los ministros allá presentes; que Dios les bendiga grandemente.
Para esta ocasión vamos a tener una lectura en Isaías, capítulo 45, versos 1 al 4, dice:
“Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán:
Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos;
y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.
Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste”.
“ASÍ DICE EL SEÑOR A SU UNGIDO”. Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Hablándonos de este rey Ciro, dice el reverendo Scofield:
«(45:1) Este es el único caso en que la palabra “ungido” se aplica a un gentil. A Nabucodonosor se le llama el “siervo” de Jehová (Jer. 25:9; 27:6; 43:10)».
Sigue diciendo:
«El uso de la palabra “ungido”, en unión de la expresión “mi pastor” (Is. 44:28), que es también un título mesiánico, señala a Ciro como la asombrosa excepción de que un gentil sea tipo de Cristo. Los puntos de comparación son los siguientes:
(1) Ambos, Cristo y Ciro, son conquistadores de los enemigos de Israel (Is. 45:1; Ap. 19:19-21);
(2) Ambos restauran la ciudad santa (Is. 44:28; Zac. 14:1-11);
(3) por medio de ambos el nombre del único Dios verdadero es glorificado (Is. 45:6; 1 Co. 15:28)».
Este rey llamado Ciro, y llamado “ungido de Dios”, es tipo y figura de Cristo; en él se reflejó Cristo y todo lo que sucederá en la Segunda Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.
En cuanto a la Primera Venida de Cristo, esto que fue reflejado en Ciro se cumplió en el campo espiritual, pues Cristo conquistó el reino de las tinieblas.
Pero ahora, siendo que aquí nos dice de lo que hará, esto tiene un cumplimiento doble:
- En lo espiritual, lo cual ya se cumplió con la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención: Cristo conquistó el reino de las tinieblas, conquistó al diablo, lo venció.
- Pero ahora literalmente esto tendrá cumplimiento: la Segunda Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, en donde Cristo conquistará el reino de las tinieblas, que es el reino del anticristo, el reino de los gentiles, que se encuentra en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, conforme a Daniel, capítulo 2, versos 30 al 45.
En Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 en adelante, luego que la Séptima Trompeta es sonada…; y quien suena esa Séptima Trompeta es el Espíritu Santo, manifestando los ministerios de los Dos Ungidos. Ahí tenemos los Dos Ungidos.
Y ahora, Ciro tipifica a Cristo, el Hijo del Hombre viniendo con Sus Ángeles. Y ahora, para el tiempo final esto será cumplido, y entonces tendremos la realidad de lo que fue tipificado en Ciro.
Ahora, veamos Apocalipsis, capítulo 2, y también capítulo 19 y capítulo 17. Vamos a leer capítulo 17, versos 11 al 15, dice:
“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.
Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
Ahí tenemos a Cristo haciéndole frente al anticristo, pues el anticristo tratará de destruir al Cordero y a los que están con el Cordero, que es la Iglesia verdadera de Jesucristo; y esto es así para el tiempo final, para ser cumplido en este tiempo en que vivimos.
Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 al 16, dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”.
Aquí nos dice que el que viene en el caballo blanco, el que monta ese caballo blanco, se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Nos habla de un juicio y de una guerra, de una batalla.
“Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”.
Por lo tanto, este Jinete del caballo blanco, el cual es Cristo, viene con un nombre que las personas no conocen; es un nombre nuevo, es un nombre que tiene que ver con Su título de Rey. Dice:
“… que ninguno conocía sino él mismo”.
Él es el único que conocerá el nombre con el cual vendrá como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
El Verbo, la Palabra, el Logos, que es Cristo, el Ángel del Pacto; el Ángel que le apareció a Moisés y por medio de Moisés libertó al pueblo hebreo; el Verbo, que era con Dios, y se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (San Juan, capítulo 1, verso 14).
El Verbo dos mil años atrás se hizo carne, se hizo hombre, se vistió de carne humana, y fue conocido por el nombre de Jesús, que en hebreo es Yeshua.
Y ahora, tenemos la promesa que el Verbo volverá, el Ángel del Pacto.
Sigue diciendo el verso 14 [Apocalipsis 19]:
“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”.
Ahí tenemos al Verbo viniendo en el Día Postrero en el poder de la Palabra Divina.
Y ahora, dice que tiene una espada aguda que sale de su boca, con la cual herirá a todas las naciones; y las regirá, las gobernará, con vara de hierro.
Por lo tanto, podemos ver al Ungido del Señor para el Día Postrero en la Venida del Verbo, el cual estará en medio de Su pueblo; y el anticristo se levantará en contra de él. Dice:
“ … y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”.
Por lo tanto, a través del Verbo viniendo, Dios traerá el juicio divino: juzgará a las naciones y traerá las plagas apocalípticas sobre las naciones. Eso es la ira del Dios Todopoderoso, que será derramada durante la gran tribulación.
“Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Por lo tanto, vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, y por consiguiente traerá el Nombre con el cual Él reinará.
Cuando el Verbo se hizo carne dos mil años atrás, trajo un nombre: Jesús en español, que es Yeshua en hebreo; ese nombre significa ‘Salvador’, ‘Redentor’, tenía que ver con la Obra que iba a llevar a cabo.
Y ahora, para Su Segunda Venida, traerá un nombre nuevo, que tendrá que ver con la Obra que Él hará como Rey de reyes y Señor de señores, tendrá que ver con la Obra que Él hará en Su Reino, el Reino que Él establecerá en este planeta Tierra; porque los reinos de este mundo vendrán a ser de nuestro Dios y de Su Cristo, de Su Ungido, del Ungido del Señor[1].
Y ahora, estamos viendo que algo grande tiene que suceder en este tiempo final.
Sigue diciendo en el verso 19 de este mismo capítulo 19 de Apocalipsis:
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”.
Por lo tanto, habrá un enfrentamiento, como lo hubo en el tiempo de Moisés con Faraón y el ejército del faraón[2]; y también como lo hubo en el tiempo del profeta Elías contra el rey Acab y contra los sacerdotes de [Baal] y de Asera[3].
Ahora veamos cuál será el resultado. El mismo capítulo 19, verso 20 al 21, dice [Apocalipsis]:
“Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”.
Ahí podemos ver lo que está profetizado para suceder en este tiempo final cuando aparezca el Ungido del Señor; porque así ha dicho el Señor.
Y lo que fue manifestado en el rey Ciro vino a ser el tipo y figura de lo que estará sucediendo en este tiempo final; y el rey Ciro tipifica a Cristo en Su Segunda Venida como Rey de reyes y Señor de señores. Por esa causa, en el Salmo 2 dice, versos 1 en adelante:
“¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
Se levantarán los reyes de la tierra,
Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová y contra su ungido…”.
Y aquí podemos ver que esto tuvo su cumplimiento dos mil años atrás. Pero para este tiempo final tendrá su cumplimiento físico, en donde los reyes, los diez reyes que le darán su poder y su autoridad a la bestia, consultarán en contra de Dios, en contra del Señor, y en contra de Su Ungido; el Ungido, que será como Ciro, o sea, que está tipificado en Ciro.
“… diciendo:
Rompamos sus ligaduras,
Y echemos de nosotros sus cuerdas.
El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos.
Luego hablará a ellos en su furor,
Y los turbará con su ira”.
O sea, les hablará el juicio, las plagas que han de venir sobre esas naciones; y la ira de Dios será derramada sobre esas naciones.
“Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte”.
Y ahora, Dios dice que Él ha colocado Su Rey sobre Sion, Su santo Monte, o sea, Jerusalén. Está la Jerusalén literal en la tierra de Israel, y está la Jerusalén espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; está la Jerusalén celestial, que es la Ciudad de Dios en el Cielo, a la cual pertenecen todos los redimidos de Dios.
“Yo publicaré el decreto…”.
Y ahora, a alguien le tocará publicar el decreto divino.
“Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú…”.
Por lo tanto, este Hijo de Dios publicará el decreto divino, el Ungido de Dios. Sigue diciendo:
“Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por (heredad) las naciones…”.
Aquí tenemos la promesa de que todas las naciones vendrán a ser de nuestro Dios y de Su Ungido.
“Pídeme, y te daré por (heredad) las naciones,
Y como posesión tuya los confines de la tierra.
Los quebrantarás con vara de hierro…”.
Lo mismo que dice Apocalipsis 19, versos 11 al 21.
“Como vasija de alfarero los desmenuzarás”.
En Daniel, capítulo 2, versos 30 al 45, la piedra no cortada de manos hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Es lo mismo que está aquí prometido.
“Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra.
Servid (al Señor) con temor,
Y alegraos…”.
En esta versión dice: “Servid a Jehová con temor”.
“Y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino”.
Honrad al Ungido de Dios: “Honrad al Hijo”. Ahí está el Hijo del cual habla aquí la Escritura.
“Bienaventurados todos los que en él confían”.
Y ahora tenemos un cuadro claro aquí del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.
Y ya casi para terminar, veamos aquí que el pueblo hebreo está esperando estas cosas.
En Apocalipsis, capítulo 11, versos 3 en adelante; y también en Zacarías, capítulo 4, versos 11 al 14, dice:
“Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos; a la derecha del candelabro y a su izquierda?
Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra”.
Y ahí tenemos los Dos Ungidos, los Dos Olivos: las dos ramas de olivo. Y en Apocalipsis, capítulo 11, nos habla de lo mismo, y nos dice: capítulo 11, verso 3 al 4:
“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra”.
Aquí tenemos los Dos Testigos, o sea, los Dos Olivos, para profetizar por mil doscientos sesenta días [1260]. Y ahora, estamos viendo aquí los Dos Olivos, que son los Dos Ungidos que están delante del Dios de toda la Tierra.
Y ahora, continuemos para ver algo muy importante aquí, ya que los Dos Olivos son los ministerios de Moisés y Elías; y ahora veamos lo que está esperando Israel. En el libro “La religión de Israel”, página 73, dice:
(…) “Cuando llegue el tiempo del reino de la fe israelita, Dios enviará a su profeta Elías que ‘unirá el corazón de los padres al de sus hijos, y el corazón de los hijos al de los padres’, y proclamará así la paz universal imperecedera. Ese es el verdadero precursor del Mesías judío, el ángel de la unión y de la concordia en el mundo”.
Eso es lo que Israel está esperando: a Elías, ese Ungido de Dios.
Ahora recuerden, tenemos la promesa de los Dos Ungidos que están delante de la presencia del Dios de toda la Tierra, y son los ministerios de Moisés y Elías, que estarán repitiéndose en la Tierra operados por el Espíritu Santo en el Día Postrero.
Cuando al reverendo William Branham le preguntaron acerca del quinto Elías, del Elías que le predicará al pueblo hebreo, miren la pregunta número 11 en el libro de Los Sellos en español; en esta versión dice [Pág. 399]:
“11. El Elías que viene a predicar a los judíos, ¿es el verdadero Elías que estuvo en los días de Acab, o será solamente el espíritu de Elías en otro hombre?”.
La traducción que hicieron dice:
“[94]. Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu…”.
Por lo tanto, habrá un hombre ungido con el espíritu ministerial de Elías; por lo tanto, será un hombre ungido por el Espíritu Santo, a través del cual el Espíritu Santo estará operando el ministerio de Elías por quinta ocasión. El único que tiene ministerios es el Espíritu Santo, y Él es el que opera los ministerios. Sigue diciendo:
“[94]. … porque allá, cuando Elías ya había subido y Eliseo se encontró con los hijos de los profetas, ellos dijeron: ‘El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo’. Es que Eliseo obró igual a Elías”.
Y ahora podemos ver que nos habla de un hombre que va a estar en la Tierra, en el cual estará el Espíritu Santo operando el ministerio de Elías. Dice en la página 408, en la pregunta número 17:
“17. Hermano Branham, ¿es el séptimo ángel con el espíritu de Elías, el mismo Elías enviado a los 144.000 judíos durante los tres años y medio de la tribulación después del rapto? Algunos estamos enredados con esta enseñanza.
- No. No es el mismo”.
O sea que el Elías con el cuarto ministerio de Elías, operado por el Espíritu Santo, no es el mismo Elías que le llevará el Mensaje a 144.000 hebreos.
Por lo tanto, será otro profeta, otro hombre, en el cual estará el Espíritu Santo; y por consiguiente será el ungido por el Espíritu Santo y con el Espíritu Santo, en el cual el Espíritu Santo estará operando el ministerio de Elías por quinta ocasión: Cristo en Espíritu Santo en un hombre de este tiempo operando el ministerio de Elías por quinta ocasión.
Y cuando ese hombre esté en la Tierra será el hombre que llevará el Mensaje al pueblo hebreo. Solamente a ese hombre el pueblo hebreo reconocerá como el Elías de Malaquías, capítulo 4, verso 1 al 6; y solamente a ese hombre escuchará el pueblo hebreo. Sigue diciendo, o dice:
“138. No. No es el mismo. Son dos hombres distintos”.
O sea, el quinto Elías y el cuarto Elías son dos hombres distintos. Aunque es el mismo ministerio de Elías en ambos hombres y el mismo Espíritu Santo, pero en cada uno de esos profetas será diferente: uno es un profeta para la séptima edad de la Iglesia; el otro es un profeta para la Edad de la Piedra Angular, para la Iglesia de Jesucristo y para el pueblo hebreo.
Solamente con ese hombre es que Dios obrará tanto para Su Iglesia como para el pueblo hebreo; y junto a ese hombre Dios colocará muchos ministros, muchas personas, para trabajar con ese ministerio.
Hay personas que preguntan: “¿Con qué ministerio usted está trabajando?”. Es que en Brasil acostumbran a pregunt-… a tener ministerios; en otros países no se entiende eso así, o sea, no hay eso; pero en Brasil sí lo hay: tienen diferentes nombres y tienen diferentes ministerios con los cuales trabajan las iglesias; unas iglesias trabajan con un ministerio que tiene cierto nombre, y otros trabajan con otro ministerio que tiene cierto nombre.
Pero los escogidos de Dios que van a ser transformados, estarán trabajando con el ministerio de los Dos Olivos; ese es el ministerio de parte de Dios para trabajar en este tiempo final.
Y esos ministerios los estará operando el Espíritu Santo a través de carne humana. Habrá un hombre de este tiempo en el cual el Espíritu Santo estará, y ese será el Ungido de Dios, el Ungido del Espíritu Santo, a través del cual estarán siendo operados estos ministerios.
Y ahora veamos en la página 369…
Durante las diferentes etapas de la Iglesia, la Puerta de la Misericordia de Dios ha estado abierta, pero va a ser cerrada; y por consiguiente, la Iglesia tendrá el ministerio final, que es el ministerio de los Dos Olivos. Bajo esos ministerios será que el Espíritu Santo estará hablando y dando la última oportunidad a los seres humanos.
Dice en la página 369 del libro de Los Sellos en español, dice el reverendo William Branham:
“193. Ya pronto será tiempo para que acontezca todo esto del Sexto Sello. Y cuando eso suceda, será el FIN. Y en esa hora la Novia ya habrá subido…”.
O sea, cuando estén los juicios divinos sobre la Tierra, los juicios de la gran tribulación, los escogidos estarán con Cristo en la Cena de las Bodas del Cordero.
“[193]. … la Reina ya estará en su lugar. Mientras esto sucede sobre la Tierra, ella estará allá celebrando las Bodas con el Rey. Entonces el remanente de Israel es sellado y listo para salir, y en ese tiempo comienzan a estremecerse las fuerzas de la naturaleza. ¡Qué tiempo!
- Ahora fijémonos en los últimos dos versículos de Apocalipsis 6, o sea, lo que sucederá con los que hicieron mofa y se rieron de la predicación de la Palabra vindicada del Dios viviente. Esos profetas estarán allí y harán toda clase de milagros, oscurecerán el sol, y todas esas cosas a través de ese tiempo. Luego aquellos clamarán a las piedras y a los montes, que los escondan de la misma Palabra de la cual antes se habían burlado, porque ahora lo podían ver que venía. Decían: ‘Escondednos de la ira del Cordero’. Él es la Palabra. Ellos se habían reído de la Palabra y ahora allí estaba la Palabra encarnada”.
¿En dónde estará la Palabra encarnada? En los Dos Olivos; ahí estará el Verbo, la Palabra, Cristo encarnado.
“[194]. Ellos se habían mofado grandemente de esos profetas, pero ahora había venido la Palabra encarnada. ¿POR QUÉ NO SE ARREPINTIERON? No pudieron; ya era demasiado tarde. Y ellos conocían muy bien el castigo que les esperaba; habían oído todo eso. Ellos habían estado en cultos como este, y habían escuchado todas esas cosas. Y sabían que estaban encarando las mismas cosas que esos profetas habían predicho. Pero lo habían rechazado; despreciaron la misericordia de Dios por última vez”.
La misericordia de Dios por última vez estará disponible bajo el ministerio de los Dos Ungidos, de Moisés y Elías, de los Dos Olivos; pero luego viene la ira de Dios. Ahí es donde ocurrirá el cambio: de misericordia a juicio divino.
Por lo tanto, los Dos Ungidos son los ministerios de Moisés y Elías; ahí es donde viene la Palabra encarnada para el tiempo final.
En la página 256 del libro de Los Sellos en español, dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá en un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Ahí tenemos la promesa de lo que va a suceder. Es lo mismo: la Palabra, Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo en carne; o sea, en un hombre manifestado en el Día Postrero.
Dice en la página 146 del libro de Los Sellos:
“[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.
Es Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, encarnado en un hombre en el Día Postrero; y ese hombre será el Ungido de Dios para el tiempo final. Pero ese hombre no será Jesucristo; pero Jesucristo, el Ángel del Pacto, Jesucristo en Espíritu Santo, estará en ese hombre manifestado. Será Cristo en Espíritu Santo velado y revelado en carne humana en medio de Su Iglesia, y después en medio del pueblo hebreo.
Primero la Iglesia de Jesucristo tendrá ese hombre en su medio, a través del cual el Espíritu Santo estará operando el ministerio final.
En la página 352 del libro de Los Sellos en español, dice el reverendo William Branham:
“[107]. Y sucederá que al tiempo cuando el anticristo venga en su plenitud, Dios también vendrá en Su plenitud para redimirnos. Siempre corren paralelos”.
Y ahora, vendrá Dios en Espíritu Santo, Dios manifestado en la Tierra en toda Su plenitud. ¿Para qué? Para redimirnos, esto es: para transformarnos a nosotros los que vivimos, y a los que murieron: resucitarlos en cuerpos glorificados.
La resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos depende de esta manifestación de Dios prometida aquí. En esa manifestación es que sucederán grandes milagros y maravillas a nivel mundial.
Cuando haya entrado hasta el último escogido a la Iglesia de Jesucristo, de ahí en adelante veremos grandes maravillas, grandes milagros físicos en medio de la Iglesia; y después en medio del pueblo hebreo. Porque estará Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, manifestado en un velo de carne, en un instrumento, el cual estará ungido con el Sello del Dios vivo; tendrá el Sello del Dios vivo, conforme a Apocalipsis, capítulo 7.
Ese es el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo para llamar y juntar 144.000 hebreos, ese es el mensajero ungido con el Espíritu Santo, ese es el Ungido del Señor para el tiempo final.
Y así como Dios le dijo al profeta Isaías: “Así dice el Señor a Su ungido”[4], eso es lo mismo para el Ungido de Dios del Día Postrero; que estará primero en la Iglesia de Jesucristo, y después con el pueblo hebreo.
Será el mismo mensajero con el Espíritu Santo, siendo operado el ministerio de Moisés y de Elías a través de ese mensajero, que será el Ungido del Señor para el Día Postrero. No será Jesucristo; pero Jesucristo estará en él ungiéndolo con Su Espíritu Santo, y usándolo en todas las labores correspondientes a este tiempo final.
“ASÍ DICE EL SEÑOR A SU UNGIDO”.
Las mismas palabras habladas para Ciro, por Dios a través del profeta Isaías, son también para el Ungido del Señor Jesucristo del Día Postrero.
“ASÍ DICE EL SEÑOR A SU UNGIDO”. Esas son palabras (como ya les dije) para Ciro en aquel tiempo, pero aquello era el tipo y figura de lo que sucederá en este tiempo final.
Esas mismas palabras fueron para Cristo dos mil años atrás, y se cumplieron en el mundo espiritual; y para este tiempo se cumplirán en el mundo físico. Será una Obra no de hombre, sino de Dios, a través del Ungido de Dios, ungido con el Espíritu Santo en el Día Postrero.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.
Con nosotros el reverendo Oswaldo Natale para continuar.
“ASÍ DICE EL SEÑOR A SU UNGIDO”.
[Revisión enero 2025]
[1] Apocalipsis 11:15
[2] Éxodo 14:5-31
[3] 1 Reyes 18:17-40
[4] Isaías 45:1