Cristo, la Luz

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, y a todos los ministros y todas las personas que trabajan en la Obra del Señor: que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo 60, verso 1 en adelante, y dice de la siguiente manera:

«Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.

Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.

Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.»

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

«CRISTO, LA LUZ.»

A través de la Escritura escuchamos hablar mucho de la Luz, y que hay una bendición grande para las personas que verán la Luz, así como hay una bendición grande para las personas que tienen buena vista, que pueden ver y pueden entonces ver todas las cosas que están sucediendo a su alrededor.

Ahora, aquí en esta Escritura que leímos se trata de la Venida del Señor, se trata de la Luz siendo manifestada para dar luz de conocimiento a todos los seres humanos; encontramos que además de esta promesa aquí, hay otras que nos hablan de la Luz, por ejemplo, tenemos Oseas, capítulo 6, que nos dice:

«Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida (o sea, como la mañana, como el amanecer, está dispuesta la salida del Señor, la Venida del Mesías)… como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.»

Y ahora vean, saldrá conforme a esta Escritura, como el alba, como la mañana, y vendrá como la Lluvia Tardía y Temprana a la tierra. Estos son los símbolos que nos hablan de la Venida del Señor para la Iglesia hebrea y la Iglesia gentil.

La Iglesia hebrea está esperando la Venida del Señor, del Mesías (o sea, Israel, los judíos), y la Iglesia del Señor Jesucristo, que está bajo el nuevo Pacto, está esperando la Venida del Señor también. En Malaquías también nos dice capítulo 4, verso 1 en adelante:

«Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.»

Eso es lo que va a suceder durante el tiempo de la gran tribulación que corresponde, ese tiempo, a los tres años y medio que faltan de ser cumplidos en la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, verso 21 al 27. Pero sigue diciendo… así será para la humanidad en el Día Postrero, en el tiempo del fin o fin del tiempo, llamado ‘la gran tribulación’ en medio del Cristianismo. Pero para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, dice:

«Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.»

Ahora vean, para los que temen el Nombre del Señor, dice: «Nacerá el sol de justicia,» aquí nos habla de la Luz viniendo del Sol de Justicia, viniendo del Mesías, viniendo como el Sol de Justicia, como la Luz del mundo a la Tierra en el Día Postrero.

El cántico último que escucharon, fue escrito en Israel cuando estuve en el año 1.977 mientras estaba rayando el alba, y yo mirando por la ventana del Hotel Moriah, en aquel tiempo, que ahora tiene… le han cambiado el nombre unas cuantas veces, y es el hotel en que el 99 por ciento de las veces que voy a Israel me he quedado desde el año 1.977; ahí mientras miraba por la ventana hacia el Este, naciendo el sol, vino la inspiración para ese corito, y es un corito profético. «Por el este ya se ve, una luz aparecer.»

Y ahora, estamos hablando de esa misma Luz que es Cristo, el Mesías, la Luz del mundo, la Luz de Israel y la Luz de la Iglesia del Señor Jesucristo. La Luz divina manifestada es la Palabra prometida para cada edad hecha carne en el mensajero que Dios tiene para cada tiempo, para cada edad, y él predicando, trayendo el mensaje de su tiempo, y haciendo Dios a través de él lo que Dios ha prometido para ese tiempo; así es como Dios es Luz, y Cristo dijo: «Yo soy la luz del mundo,» y Él dijo: «El que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida,» Él también, además de San Juan, capítulo 8, verso 12, Él, en San Juan, capítulo 16, versos 1 al 15, nos habla que va a estar con nosotros y en nosotros, en todos los creyentes en Cristo y con nosotros como Cuerpo Místico de creyentes que forman, que formamos la Iglesia del Señor Jesucristo. En San Mateo, capítulo 24, verso 14 al 16, dice:

«Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.»

Para el Día Postrero se estará predicando el Evangelio del Reino que lo comenzó a predicar Juan el Bautista y Jesús de Nazaret, en donde se habla del Reino de Dios y el establecimiento del Reino de Dios que se llevará a cabo en la Tierra, del cual Cristo dijo en la oración del Padre nuestro, en el capítulo 6, verso 10 en adelante de San Mateo, que cuando oremos digamos: «Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, y hágase tu voluntad como en el cielo también en la Tierra (o aquí en la Tierra).»

Que orando pidamos la venida del Reino de Dios que será la restauración del Reino de David en la Tierra, en donde el Mesías Príncipe se sentará sobre el Trono y en el Trono de David, y reinará sobre Israel y sobre todas las naciones, porque el Reino del Mesías es mundial; y ahí es donde Israel vendrá a estar a la cabeza de todas las naciones, porque Israel, el territorio de Israel, será el distrito federal y Jerusalén será la Capital no solamente de Israel sino el mundo entero, y allí estará la Luz del mundo, el Mesías Príncipe, sentado sobre el Trono de David.

Y ahora, muchos se preguntan: «¿Cómo será esto que está prometido?» Va a ser de la forma más sencilla que las personas se hayan imaginado. Ahora, la Luz del mundo, Cristo, que es el Mesías y que es el Ángel del Pacto que le apareció a Moisés… como también le había aparecido a Noé y le habló a Noé, y cuando Noé recibió esa Palabra prometida y se hizo carne en él, el Ángel del Pacto estaba a través de Noé resplandeciendo, alumbrando, trayendo a través de Noé el mensaje correspondiente a aquel tiempo.

Por lo tanto, la Palabra hecha carne en Noé era la Luz del mundo antediluviano en aquel tiempo, estaba dando luz, alumbrando, dando a conocer las cosas que iban a suceder, y la forma de escapar, que era una sola: el Arca que Dios le ordenó a Noé construir.

Así también en cada ocasión, en cada mensajero dispensacional, también en cada mensajero de cada etapa de Israel y de la Iglesia del Señor, cuando la Palabra prometida para cada etapa viene al mensajero de cada etapa, viene a un hombre y se hace carne en ese hombre y él la proclama, ahí está Cristo, la Luz del mundo, resplandeciendo, alumbrando, el corazón, el espíritu y el ser humano completamente, alumbrándole el entendimiento para poder ver el Programa Divino correspondiente al tiempo en que vive, y caminar en ese Programa Divino, hacerse parte de la Palabra de Dios para ese tiempo.

Y esa Palabra prometida es la que Dios estará cumpliendo y por consiguiente la que Dios estará respaldando, a la que Dios le estará dando vida, trayéndola a cumplimiento; esa es la Palabra que estará siendo prosperada y por consiguiente en el que está esa Palabra, el que la esté proclamando y los que estén con esa Palabra trabajando en el Programa de Dios para ese tiempo, serán prosperados, prosperados espiritualmente y también materialmente, porque esa Palabra que estará en ellos y con la que ellos estarán trabajando, Dios la estará prosperando, y esa prosperidad se convertirá en la bendición más grande de Dios para el pueblo que estará viviendo en ese tiempo.

En el tiempo de Noé, la Luz estaba resplandeciendo donde Noé estaba viviendo, y de ahí la podían ver todos los antediluvianos. Pero cerraron sus ojos para no ver y no dieron atención a lo que Noé estaba hablando, el cual era la Luz para aquel tiempo; porque la Palabra, que es Luz, estaba en Noé, se había hecho carne en Noé, y por consiguiente la Palabra prometida para cada etapa hecha carne en la persona, es la luz para ese tiempo, es la luz del conocimiento divino para los seres humanos.

Como enviamos los niños a la escuela para que reciban la luz del conocimiento de las diferentes asignaturas que tienen, así enviamos los niños a la escuela de niños, a la escuela dominical, venimos también a la Iglesia también para recibir la Luz de la Palabra, para obtener el conocimiento del Programa Divino, del programa de salvación y Vida eterna, del programa de la Redención, y conocer en el Programa Divino en qué parte del Programa Divino estamos viviendo.

Porque no estamos viviendo en el tiempo de Noé. Si estuviéramos viviendo en el tiempo de Noé, tendríamos que estar con Noé, creyendo el mensaje de Noé, que era que Dios destruiría a la humanidad, el mundo antediluviano en aquel tiempo, pero que había una forma de escapar de ese juicio divino, escapar de morir, y era conforme a como Dios le había revelado a Noé, construyendo un Arca y entrando al Arca para salvar su vida física. No funcionó otra forma, esa era la forma provista por Dios para salvación, para escapar y luego venir a formar una nueva generación de seres humanos.

El mundo antediluviano estaba lleno de conocimiento en todos los campos, no era como algunos puedan pensar, que eran salvajes, sin conocimientos; aunque eran salvajes muchos de ellos, pero con conocimiento: conocimiento en las ciencias, las matemáticas y todas las ciencias que el ser humano tiene.

Pero estaban en problemas, en guerras, naciones contra naciones, por el poder, la Tierra estaba llena de violencia, y Cristo dijo que «como fue en los días de Noé será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, así será el día en que el Hijo del Hombre vendrá,» (San Mateo, capítulo 24, versos 34 al 39 y San Lucas, capítulo 17).

Y actualmente vemos que la humanidad está llena de violencia, todas las naciones están llenas de violencia, porque estamos viviendo en un tiempo como el de Noé, un tiempo paralelo al de Noé.

Pero así como resplandeció la luz en aquel tiempo a través del profeta Noé, para este tiempo final dice Cristo en San Lucas, capítulo 21, versos 27 al 28, que «la Venida del Hijo del Hombre será como el relámpago que sale del Oriente y se muestra ¿dónde? en el Occidente.»

La primera Venida de Cristo fue allá en el Medio Oriente, el Hijo del Hombre manifestado allá, Dios por medio del Ángel del Pacto, del Espíritu Santo, dentro de un velo de carne, hablando al pueblo, predicando el año de la buena voluntad del Señor. Para el Día Postrero será predicando «el día de venganza del Dios nuestro.»

Ahora, como el relámpago que sale del Oriente, el Medio Oriente allá, en Israel, y se muestra ¿dónde? en el Occidente, el continente americano. Y ahora, «a los que temen mi Nombre nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá salvación.» Para los judíos la Venida del Hijo del Hombre en el Día postrero, ellos la van a ver, el Este va a ver lo que en el Occidente Dios estará llevando a cabo.

Veamos lo que dijo el reverendo William Branham en la página 69, párrafo 593 del libro de «Citas,» que es un pasaje del mensaje predicado… titulado: «Restauración del Árbol Novia.» predicado en el año 1.962. Dice:

«Vendrá una Luz, se levantará. ¿Dónde vendrá? ¿Allá en Jerusalén? (Pregunta) No, señor. Las luces de la tarde no se levantarán en Jerusalén. Las luces de la tarde ¿van para dónde? ¡En el Oeste! (Y el Oeste es el continente americano) Ellos tuvieron su día y lo rechazaron (o sea, los del Oriente, Israel, tuvo su día), pero la Luz de la tarde se levantará en el Oeste. ¿Para qué? Para brillar sobre la Palabra…»

Para así resplandecer sobre la Palabra, ¿y qué? y dejarnos saber lo que está en la Palabra de Dios para este tiempo final, cuáles son las promesas divinas para los creyentes en Cristo en este tiempo final para que se haga carne en nosotros esa Palabra y se materialice, se haga una realidad, se cumpla, lo que Dios le ha prometido a Su Iglesia para este tiempo final.

¿Y qué cosas están prometidas? El recogimiento de los escogidos para darles la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Del Oeste, que es el Occidente, y que es el continente americano, de ahí se extenderá esa Luz para alumbrar para todos los seres humanos que la verán y que están escritos en el Libro de la Vida.:

«Para brillar sobre la Palabra ¿Qué? Para madurar la fruta (o el fruto), traer hacia adelante el Árbol Novia con las mismas señales, maravillas, y frutos que ellos tenían en el principio.»

Cuando venga la apretura comprenderemos esto mejor, porque entonces la plenitud de Dios va a manifestarse en la Iglesia del Señor Jesucristo, habrán llegado a madurez, maduran por medio de la revelación divina que les trae Cristo por medio de Su Espíritu en este tiempo final, y eso será la Luz resplandeciendo sobre la Palabra y sobre la Iglesia del Señor Jesucristo, y eso será: «Ha venido tu luz, y la gloria de Jehová, del Señor, ha nacido sobre ti.»

Y eso será en el programa de restauración, la cuarta etapa, en donde quedará restaurada la Iglesia del Señor Jesucristo completamente a como era en el tiempo de los apóstoles, y en ese ambiente recibirán la fe para ser transformados los creyentes, recibirán la fe para ser transformados los creyentes, y luego de ser transformados juntamente con los muertos en Cristo que vendrán y resucitarán en cuerpos glorificados, todos estaremos una temporada aquí en cuerpos glorificados de 30 a 40 días, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo tanto, es importante conocer cómo será que esa gran Luz estará en la Tierra resplandeciendo, y así llenando del conocimiento divino a todos los creyentes en Cristo. En la página 128, párrafo 1.141 del libro de «Citas,» un extracto del mensaje: «Fiesta de las Trompetas,» predicado en el año 1.964, dice:

«La Palabra hecha carne es la Luz de la edad cuando la ven.»

Y así podemos seguir viendo lo que es la Luz que ha sido prometida para la Iglesia del Señor Jesucristo. En la página 105 también… yo me conformaba con hablarles aunque fuera cinco minutos, pero leyéndoles esto aquí, página 105, párrafo 907, del mensaje, extracto del mensaje: «¿Por Qué Clamas? Habla,» predicado en el año 1.963, dice:

«El tiempo del rapto está a la mano, estamos esperando esa fe de rapto que traerá a las Iglesias juntas y les dará fuerza super-natural que cambiará estos cuerpos en que vivimos (miren cómo va a ser todo). Miramos un Dios que levanta muertos del suelo, de afuera del patio, y los trae a vida y los presenta ante nosotros. Cuando miramos a un Dios que quita el cáncer, a un hombre que parece sombra comida de cáncer, y lo levanta a ser un hombre fuerte y sano, esto debería dar a la gente fe para el rapto.

Cuando esa luz brilla del Cielo y haya sonado la trompeta, el cuerpo de Cristo pronto será juntado (o sea, la Iglesia), y en un momento será cambiado y llevado al Cielo, ¿cuando qué? Cuando esa luz brille del cielo.»

Es que Cristo es celestial, y también los creyentes en Cristo tienen su ciudadanía en el Cielo:

«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.» (Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21).

Y ahora, en la página 118 de este libro de «Citas,» párrafo 1.054, dice:

«Cuando esta persecución venga, no te asustes; hay una luz que dice que se llevará a Sus hijos. Ella no pasará por la tribulación. Ella nunca lo hará. El dijo que ella no, ella será levantada. (o sea, ella, la Iglesia del Señor Jesucristo).»

Cuando venga la persecución, esa apretura, será una señal de que nuestro tiempo para partir ya ha llegado, y durante ese tiempo de persecución será que la resurrección de los muertos en Cristo ocurrirá, y que también la transformación nuestra ocurrirá. Pero para ese tiempo la manifestación plena de Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, estará en Su Iglesia; y lo que vimos en parte en el reverendo William Branham, esa manifestación poderosa de Dios por medio del Espíritu Santo en él, será sin límites en la Iglesia del Señor Jesucristo en ese tiempo que estará pasando por una apretura; no por la gran tribulación, por una apretura que vendrá.

Ese tiempo de alguna forma va a surgir, por lo tanto, tenga sus ojos bien abiertos y no tropiece en la Palabra de Dios, no tropiece en las promesas divinas, sino manténgase firme creyéndolas, porque bajo esa etapa de apretura y persecución, los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos, los que vivimos vamos a ser transformados, y luego de una manifestación, ahí, de cierto tiempo, ya estrenando los cuerpos nuevos, luego nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo, al Cielo.

Recuerden que cuando Cristo resucitó estuvo con Sus discípulos unos cuarenta días apareciendo en diferentes ocasiones a ellos, aunque antes cuando resucitó inmediatamente subió al Cielo, se presentó y presentó el Sacrificio y Su Sangre ante Dios en el Trono de Intercesión en el Propiciatorio, el Trono de Dios; y luego apareció a Sus discípulos y habló con ellos, comió con ellos, y les mostró que era Él, aunque no lo conocían porque en la resurrección el cuerpo es glorificado y por consiguiente joven que representará de dieciocho a veintiún años de edad.

No conocer a Jesús, el que había estado con ellos por tres años y medio, significa que en Su apariencia hubo un cambio; es como el que lo conoce a usted: cuando usted sea transformado y lo vea y usted le diga: «Soy yo,» o lo vea a usted, no lo va a conocer, no va a saber que es usted, y si usted le dice: «Soy yo, fulano de tal,» tampoco le va a creer hasta que le hable usted de algunas cosas que ya él conozca que usted sabe de él o que usted le dijo a él, y entonces podrá entender un poquito.

Si los discípulos del Señor Jesucristo no lo conocían cuando resucitó, mucho menos lo conocerán a usted cuando sea transformado, y a los muertos creyentes en Cristo que murieron, cuando resuciten, pero nosotros conoceremos a los de nuestro tiempo que han partido cuando resuciten y se aparezcan a nosotros y hablen con nosotros.

No estamos esperando a los que murieron, creyentes en Cristo nacidos de nuevo, resucitar en los cuerpos que tenían, mortales, sino en cuerpos inmortales, cuerpos glorificados; por eso nos estamos viendo y mirando los últimos días de nuestra vida terrenal, porque luego nos vamos a ver pero en el cuerpo eterno y glorificado, y ya no nos vamos a ver representando los años que representamos en la actualidad.

Los jóvenes, pues ahí quizás no se notará tanto el cambio, pero si se va a notar, porque será en cuerpos perfectos, inmortales, glorificados, y por consiguiente con todo el poder divino. Lo que hablen, así se cumplirá, en todos va a estar ese poder como estuvo en Cristo nuestro Salvador.

Estamos esperando ese momento glorioso para nuestra transformación. Dice que cuando alumbre esa Luz del Cielo y la trompeta suene, el cuerpo de Cristo será juntado y en un momento será cambiado (o sea, transformado).

¿Ven por qué es importante saber, conocer, esta Luz que resplandecerá del Cielo, esta Luz que se llevará también a la Iglesia, a los creyentes en Cristo?. Cuando llegue la apretura, cuando llegue esa persecución, no temas: hay una Luz que dice que se llevará Su Iglesia.

Por lo tanto, cuando esa Luz brille, resplandezca del Cielo, recuerden que es celestial, la Luz resplandeciendo en el Día Postrero, es del Cielo, viene del Cielo; es Cristo manifestándose en el Día Postrero en medio de Su Iglesia. Ahora dice que sonará la trompeta, dice que será cuando la Luz haya resplandecido del Cielo, será que sucederán estas cosas:

«Cuando esa luz brille, resplandezca del cielo y haya sonado la trompeta, el cuerpo de Cristo será juntado y un momento será cambiado y llevado al cielo.»

Aquí hay otro lugar que nos dice, página 169 del libro de «Citas,» párrafo 1.509, dice, esto fue predicado en el 1.965:

«Yo pensé, ¡Oh! mi Dios, un día vendrá un trompetazo del Cielo, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Esos santos… («del Antiguo Testamento» dice aquí, pero puede ser «de la antigüedad») Esos santos del Antiguo Testamento allá atrás, quienes están esperando su llamada para salir de allí primero e ir en la resurrección; caeremos directo en línea y yendo a los cielos, estos viejos cuerpos mortales serán cambiados y hechos como Su Propio cuerpo glorioso (glorificado).»

El trompetazo del Cielo es de la cual habla San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, que nos dice:

«He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.»

Lo pueden buscar en sus Biblias luego para que lo lean y lo tengan tal y como está escrito, se los estoy citando así, y es bueno que lo busquen para que lo tengan después tal y como fue escrito… vamos a verlo aquí, dice capítulo 15, verso 51 en adelante dice:

«He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.»

Entonces ya seremos inmortales, con cuerpos jóvenes, eternos, glorificados. También el apóstol Pablo, muy conocedor de este tema y creyente firme en esta promesa, dice en Tesalonicenses, capítulo 4, verso 15 en adelante:

«Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios (ahí tienen la trompeta), descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.»

Ahí tenemos la Trompeta también de Dios, del Cielo, esta es nada menos que la Voz de Cristo hablando en el Día del Señor, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá, porque los días postreros delante de Dios son los milenios postreros que son: quinto milenio en el cual vivió Cristo al principio de ese milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

De esos tres milenios el milenio postrero es el tercero. Ya han transcurrido dos milenios de Cristo hacia acá, y ya estamos en el tercer milenio de Cristo hacia acá, esos son los días postreros: quinto, sexto y séptimo milenio delante de Dios, porque «un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.» Vean, Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11 que dice:

«Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.»

¿En qué día escucha esa gran Voz como de trompeta? En el Día del Señor, al cual fue transportado en espíritu Juan el apóstol:

«…que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último…»

¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? Cristo nuestro Salvador. Todas estas cosas que están prometidas para la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de los creyentes que estén vivos, y rapto o arrebatamiento de la Iglesia, corresponden al Día Postrero, y es ese el tiempo de redención, el día de Redención, que es ese tiempo en donde la redención física, que será la transformación de nuestros cuerpos, la redención del cuerpo, será llevada a cabo, de lo cual habló San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, dice:

«Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.»

El día de la Redención, el día de la redención del cuerpo, que será nuestra transformación. Romanos, capítulo 8, versos 21 en adelante dice:

«Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.»

Porque seremos libertados físicamente de la condición de corrupción física. El cuerpo tiene un lapso de tiempo de vida, y después muere, y desaparece:

«…a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.»

La redención de nuestro cuerpo, que será nuestra transformación para tener cuerpos eternos, inmortales, glorificados, será nuestra adopción física, la redención del cuerpo. Ahora vean, por qué hemos sido sellados con el Espíritu Santo para el día de la Redención, para el día de nuestra… y hasta el día de nuestra redención física, la redención del cuerpo.

Ya hemos sido sellados, estamos seguros y estamos esperando la redención del cuerpo que es nuestra transformación, para lo cual en este tiempo final estará resplandeciendo la Luz, Cristo, el Ángel del Pacto, por medio de la Palabra prometida para nuestro tiempo, por medio de lo que Dios ha prometido para nuestro tiempo, en donde esa Palabra se hará carne y por medio de esa manifestación en carne de esa Palabra prometida, van a estar siendo cumplidas todas las promesas que Cristo ha hecho a Su Iglesia, las cuales han sido hechas por medio del Espíritu Santo a través de los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, y los apóstoles y los mensajeros de cada edad.

Bajo la Luz resplandeciendo en el Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, será que se van a cumplir todas las promesas que están hechas para la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente van a estar siendo hechas por medio de la manifestación del Espíritu de Dios en Su Iglesia. Así como Dios se vació, se manifestó, en Cristo en toda Su plenitud, colocó todo Su poder en Cristo, Cristo ha colocado todo Su poder en Su Iglesia. Por medio del Espíritu Santo Él dijo: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo,» ¿cómo? En Espíritu Santo, y por medio del Espíritu Santo todo el poder de Dios ha sido colocado en Su Iglesia, a la disposición de todos los creyentes en Cristo.

Es Cristo en Su Iglesia en Espíritu Santo, el cual ha estado resplandeciendo por medio de la Palabra prometida para cada edad a través de San Pedro, de los demás apóstoles, de San Pablo entre los gentiles, y demás mensajeros, a través del reverendo William Branham y desde Norteamérica resplandeciendo Cristo para todas las naciones, y en nuestro tiempo también.

Es importante tener nuestra vista fija en Cristo, la Luz, resplandeciendo en este tiempo final, en la Palabra prometida para nuestro tiempo siendo vivificada, siendo traída a vida, siendo traída a cumplimiento, en este tiempo final.

Es en la Palabra prometida para cada edad que está siempre la manifestación de Cristo en medio de Su pueblo, y es donde podemos ver a Cristo en medio de Su Iglesia, porque Él es la Palabra, el Verbo, el cual se hizo carne y habitó en medio del pueblo, y dijo: «Yo soy la luz del mundo,» y también dijo a Sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo.»

Cristo resplandece por medio de Su Iglesia de edad en edad, como el sol resplandece por medio de la luna en las diferentes etapas de la luna cuando se ve; la luna no tiene luz propia, es la luz del sol que es reflejada en la luna, y la Iglesia no tiene luz propia, sino que la Luz de Su Iglesia es Cristo, la Luz del mundo, en medio de Su Iglesia resplandeciendo.

«CRISTO, LA LUZ.»

Cuando se hace carne la Palabra prometida en cada edad, ahí está la Luz resplandeciendo en el mensajero que se hace carne y en la Iglesia de esa edad que lo ha recibido, ha creído y ha trabajado con ese mensajero; así ha sido de etapa en etapa, y así será en esta etapa final de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Estamos en un tiempo en que Dios está llamando y juntando Su Iglesia para darle la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Es importante comprender cómo es que la Luz viene a la Iglesia y resplandece en medio de la Iglesia: de edad en edad hay un hombre que puede encender esa Luz, que es Cristo, el Ángel del Pacto, por medio del mensajero que Él tenga para ese tiempo, no hay otra forma; así ha sido de edad en edad, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, pero siempre es la misma persona el que enciende la luz, el que tiene el conmutador para encender la luz en medio de Su pueblo.

«CRISTO, LA LUZ.» Cristo la Luz de Su Iglesia y en Su Iglesia, y Cristo la Luz, Cristo el Ángel del Pacto, la Luz del pueblo hebreo. Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el cual se manifestó en carne humana en toda Su plenitud dos mil años atrás, el mismo que se había manifestado en los profetas, el mismo que luego dijo: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Y ya han transcurrido unos dos mil años de Cristo hacia acá, y ha estado en medio de Su Iglesia todo el tiempo. En este tiempo, como en otros tiempos que resplandeció en medio de Su Iglesia, también estará resplandeciendo conforme a Su promesa, y entonces veremos las cosas que no entendíamos de la Biblia, de la Escritura, del Programa Divino, las estaremos entendiendo y estaremos siendo preparados, siendo madurados, con la Luz de Cristo, el Hijo del Hombre resplandeciendo en el Día Postrero; porque estaremos en pie delante del Hijo del Hombre para madurar en esa manifestación de Cristo, el Hijo del Hombre del Día Postrero, para madurar en el conocimiento de la Palabra de Dios, del Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, y también conocer la historia de lo que ha sido el Programa Divino de tiempos pasados, lo cual nos ayuda para comprender que se estará repitiendo en nuestro tiempo una etapa nueva de la Iglesia, una nueva etapa para la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Esposa Novia del Cordero, Cristo nuestro Salvador.

«CRISTO, LA LUZ.» La Luz de Su Iglesia.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado y sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, para lo cual puede pasar al frente aquí donde nos encontramos, y los que están en otras naciones pueden pasar al frente allá en la Iglesia o auditorio en que se encuentren en estos momentos, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por usted.

Lo más importante es la Vida eterna, y solamente la podemos obtener por medio de Cristo nuestro Salvador, Él dijo: «Mis ovejas oyen mi Voz y Yo las conozco y Yo les doy Vida eterna, y no perecerán jamás; mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.» (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).

No hay otra forma de recibir la Vida eterna, Dios nos ha dado Vida eterna y esta vida está en Su Hijo Jesucristo, «el que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo, no tiene la vida, no tiene la Vida eterna,» (Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13); y la buena noticia es que Dios nos ha dado Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador, no hay otra forma de recibir Vida eterna.

Los niños de diez años en adelante también pueden recibir a Cristo como Salvador, porque ya tienen conciencia del bien y del mal la mayoría de los niños en esa edad; y de los 13 años ya tienen completo conocimiento del bien y del mal.

En todos los países también pueden continuar pasando al frente para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador aquí y en otros países.

La Vida eterna es lo más importante, no hay otra cosa más importante, Cristo dijo:

«Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.» (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).

Y Apocalipsis, capítulo 22, verso 12 dice:

«He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.»

Ya estamos listos para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, por lo tanto, con nuestros ojos cerrados y nuestras manos levantadas todos:

Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra.

Señor, Dios eterno, vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo, oh Padre celestial, y traigo ante Tu presencia todas estas personas que han recibido en estos momentos a Cristo como su único y suficiente Salvador. Te ruego los recibas en Tu Reino.

Y ahora, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, Señor, hágase una realidad en mi vida la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario, yo te acepto a Ti como mi Salvador y acepto la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario.

Te pido se haga una realidad en mi vida y te ruego todas estas cosas en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador; ustedes me dirán: «Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.» usted me dirá: «Yo escuché la predicación de Cristo, creí y ahora deseo ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?» Bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, el cual cuando lo vio que entró a las aguas bautismales, le dice a Cristo: «Jesús, yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?» Jesucristo le dice: «Nos conviene cumplir toda justicia,» y entonces lo bautizó.

Si Cristo para cumplir toda justicia necesitaba ser bautizado por Juan el Bautista, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

El agua en el bautismo no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. En el bautismo en agua es que nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando le persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología, del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y fue un mandamiento divino que Cristo dio para todos los creyentes en Él, que fueran bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; fueron bautizados por los apóstoles San Pedro y demás apóstoles, y por (también) San Pablo y por los ministros que han estado bautizando todos los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.

Así ha estado sucediendo por dos mil años en medio del Cristianismo, y son millones de seres humanos los que han recibido a Cristo como Salvador, y han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han recibido luego el Espíritu de Cristo y han obtenido el nuevo nacimiento y han entrado al Reino de Dios y tienen Vida eterna y no perecerán jamás, vivirán eternamente en cuerpos glorificados con Cristo en Su Reino.

La buena noticia es que Él nos ha dado Vida eterna, por lo tanto, bien pueden ser bautizados los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, que están presentes o en algún otro país, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Cristo nuestro Salvador. Continúen pasando todos una tarde feliz, y nos veremos el próximo domingo Dios mediante.

Y estaremos también en la Semana Santa, estaré con ustedes en la Semana Santa, oren mucho por las actividades de Semana Santa, y oren mucho pidiendo la protección de Cristo con Sus Ángeles a la Iglesia, Su Iglesia, para que nos proteja siempre, nos cuide de todos los peligros, ya que sabemos que viene un momento, un tiempo, muy difícil para los creyentes en Cristo, y sobre todos para los que van a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Así que oren mucho para que Cristo nos proteja a todos en este tiempo final y nos use en Su programa para Él por medio de nosotros llevar a cabo la Obra que Él ha prometido llevar a cabo, y pronto seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Y allá Miguel también en donde se encuentra, que Dios te bendiga Miguel, y a cada ministro en donde se encuentra Miguel, y en todas las naciones, y todos los creyentes en Cristo: las bendiciones de Cristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Amén.

Bueno, dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Dios les bendiga y les guarde a todos.

«CRISTO, LA LUZ.»

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