Muy buenas tardes, damas, jóvenes y adultos, trabajando y colaborando en el Gran Equipo de Dios. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
“DAMAS, JÓVENES Y ADULTOS TRABAJANDO Y COLABORANDO EN EL GRAN EQUIPO DE DIOS”.
Para esta ocasión leemos en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 5 al 14, donde nos dice San Pablo:
“¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“DAMAS, JÓVENES Y ADULTOS TRABAJANDO Y COLABORANDO EN EL GRAN EQUIPO DE DIOS”.
Así como Dios el Padre, obró a través de Su Hijo Jesucristo, Jesucristo obra a través de Su Iglesia, que son los hijos e hijas de Dios.
Por lo tanto, así como determinó tener un cuerpo físico llamado Jesús, el cual fue el Templo humano de Dios en el cual Dios se manifestó y llevó a cabo la Obra de Redención; ha tenido y tiene Jesucristo la Iglesia, a través de la cual se manifiesta y lleva a cabo la Obra, para así llamar y juntar Sus escogidos de edad en edad; y así llevar a cabo la cosecha en el tiempo final, en donde, el Día de Pentecostés, que es la cosecha allá, acá vendrá a ser la cosecha en el Año de Pentecostés, que es el Año del Jubileo. Allá se comenzó a recoger el fruto, se ha continuado recogiendo, y luego todo estará junto para este tiempo final en el Año de Pentecostés.
Por lo tanto, habrá otro Pentecostés, en donde recibirán los creyentes el cuerpo nuevo, cuerpo glorificado, joven, igual al cuerpo glorificado que tiene Cristo nuestro Salvador.
Allá en el Día de Pentecostés se recibió el Espíritu Santo, lo cual se ha estado recibiendo hasta nuestro tiempo; pero en el Año de Pentecostés se recibirá el cuerpo físico, que es la redención del cuerpo, la adopción como hijos e hijas de Dios, cuerpos creados por Dios.
Por lo cual, son hijos e hijas de Dios en el nacimiento, diríamos, en el Día Postrero, de los que murieron, surgir en cuerpos nuevos y eternos; y los que vivimos ser transformados a personas con cuerpos eternos; pero ya nuestra alma es eterna, y nuestro espíritu que hemos recibido, el Espíritu de Dios, es eterno también. Lo que nos falta es el cuerpo físico, que sea transformado de mortal a inmortal, de cuerpo terrenal a cuerpo celestial; y entonces toda la Familia de Dios será joven para toda la eternidad.
Y la cabeza de esa Familia es Jesucristo nuestro Salvador, Él es nuestro hermano mayor. Ahí se cumple la Escritura que dice: “He aquí, yo y los hijos que Dios me dio”[1]. Son los que tenían que venir en el tiempo de Adán, si Adán y Eva no pecaban.
Pero lo que aparentemente ha sido un atraso, ha dado lugar a una experiencia en cuerpos mortales, cuerpos que pasan por esta Tierra y luego terminan su vida terrenal, y el creyente sigue viviendo en su cuerpo angelical, en la sexta dimensión, la dimensión de los espíritus, la dimensión de los cuerpos teofánicos, a donde habíamos tenido que venir antes de venir en carne humana, pero tuvimos que venir antes a la Tierra por causa del problema que hubo en la familia allá, en la familia de Adán con Eva; pero estamos aquí para identificar nuestro lugar en el Reino de Dios.
“El que es de Dios, la Voz de Dios oye”[2]. Por eso es que hay millones de creyentes en Cristo a través del tiempo, desde el Día de Pentecostés hacia acá, que han estado escuchando la Voz de Cristo; la Voz de Cristo por medio del Espíritu Santo a través de los mensajeros que Él ha enviado, de los ministros, de los predicadores de cada edad junto al mensajero de cada edad, que han llevado el Mensaje por diferentes lugares; y el grupo de cada edad ha sido llamado y juntado en la edad que le corresponde.
Pero la edad más importante es la nuestra. Y sabiendo lo que es nuestra edad, si nos hubieran preguntado: “¿En qué edad te hubiera gustado vivir en la Tierra?”, sabiendo lo que ya sabemos, diríamos lo mismo que decimos en la actualidad: “Yo escogía este tiempo”. Y con un pueblo como ustedes, mucho más; un pueblo al cual Dios le ha estado abriendo las Escrituras y el entendimiento para comprender cosas que en otras edades no era posible; porque no estaba abierto el Mensaje de la Edad de Piedra Angular, no estaba abierto en otras edades.
El Mensaje para cada edad es abierto en la edad correspondiente, por el Espíritu Santo al mensajero, y a través del mensajero lo abre al pueblo. Fuera de eso no puede ser entendido el Mensaje de una edad en otra edad; excepto una edad que viene después, puede entender más (por la parte histórica) de lo que fue la edad pasada. Y los únicos que podrán entender todo serán los de nuestro tiempo, entender la historia de la Iglesia a través de sus diferentes etapas, de sus diferentes edades.
Cristo presentó todo eso en parábolas también. Como la siembra del trigo, en donde también el enemigo sembraría cizaña, mostrando en el capítulo 13 de San Mateo que el trigo son los hijos de Dios y el que siembra el trigo es el Hijo del Hombre, Cristo; y el campo es el mundo, y la cizaña son los hijos del malo. Lo dice claro aquí en la Escritura de San Mateo, capítulo 13… verso 24 en adelante, dice:
“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en (el) su campo;
pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue”.
Ahora vean, aquí Cristo identifica quién es el enemigo de Él, y qué ha sido la obra del enemigo de Cristo: sembrar cizaña.
“Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
Vinieron entonces los siervos del padre de familia…”.
Recuerden que el Padre de Familia es Jesucristo.
“Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega…”.
O sea que la cizaña va a estar hasta la siega. En el tiempo de la siega se hace la separación: trigo para un lado y cizaña para otro. Y después: trigo en el Reino de Dios, y cizaña en el fuego, con el que la sembró. El trigo con el que sembró el trigo: con Cristo; y la cizaña: con el diablo, que sembró la cizaña, el cual va a ser echado en el fuego también.
“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega…”.
Esto es hasta la cosecha, hasta la Fiesta de la Cosecha. Y la Fiesta de la Cosecha es en el día cincuenta, el Día de Pentecostés; y luego acá se repite en el Año Cincuenta, el Año de Pentecostés, que es el Año del Jubileo, y que corresponde a la Edad de Piedra Angular, donde sube el trigo a esa edad en y para la cosecha del Día Postrero.
“… y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
El trigo en el Granero de Dios, de Cristo; y la cizaña será recogida para el fuego, será echada en la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes, como dice Malaquías, capítulo 4:
“… he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.
Eso es lo que sucederá con la cizaña. Aquí la cizaña Él la menciona como los que hacen maldad. Y cuando habla del trigo, de los hijos de Dios, dice:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.
Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”.
O sea, antes que venga la gran tribulación, la promesa es que Dios enviará a Elías. Elías en su cuarta manifestación, para la séptima edad de la Iglesia, fue el reverendo William Branham; y Elías, con Moisés, para Israel, será otro profeta. Tan sencillo como eso.
“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con (destrucción) maldición”.
O sea que antes de la destrucción viene Elías para una restauración. Elías para el cristianismo, para la Iglesia en la séptima edad; y luego Elías para los judíos, en la Edad de Piedra Angular, viene con Moisés en la Venida del Señor, en la Venida del Hijo del Hombre; como fue mostrado en el Monte de la Transfiguración, donde aparecieron, Jesús transfigurado delante de Sus discípulos, con Moisés y Elías, uno a cada lado, hablando acerca de la ida de Jesús a Jerusalén para ser crucificado.
Ahí está el misterio de la Venida del Señor para el Día Postrero, mostrado en el Monte de la Transfiguración, porque es la promesa que hizo Cristo. Dijo: “Algunos de los que están aquí no gustarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino, viniendo con Sus Ángeles”. Capítulo 16 de San Mateo, verso 27 en adelante, dice:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
A los obreros del Señor en Su Iglesia las recompensas serán bendiciones, y la más grande: nuestra transformación. Para la cizaña: la gran tribulación, donde el fuego volcánico, atómico y todo fuego, quemará la cizaña.
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.
Algunos de los discípulos que estaban allí no iban a morir hasta ver la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino con Sus Ángeles. Y en el capítulo 17, ahí a continuación les dice… Dice:
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol…”.
¿Por qué cómo el sol? Leímos que en Malaquías dice: “A los que temen mi Nombre nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”. La Venida del Señor es como el sol. Recuerden que la luna representa a la Iglesia y el sol representa a Cristo.
“… y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él”.
Moisés y Elías hablando con Jesús acerca de Su ida a Jerusalén. En otro de los Evangelios encontrará que dice que estaban hablando de Su ida o partida a Jerusalén[3]. Y ahí les está mostrando, en esa visión, el orden de Su Venida. Porque en el capítulo 24 también, de San Mateo, verso 27, dice:
“Porque como el relámpago que sale del oriente (la tierra de Israel, el Medio Oriente. ¿De dónde vino la Primera Venida? Del Medio Oriente, del este) y se muestra hasta el occidente (el occidente es el continente americano), así será también la venida del Hijo del Hombre”.
Representando la Venida del Hijo del Hombre en el relámpago, que sale del oriente y se muestra en el occidente.
Y luego, el mismo capítulo 24, verso 30 al 31, dice [San Mateo]:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Los Ángeles, dice el reverendo William Branham en la página 458 y 459 del libro de Los Sellos en español, que esos Ángeles son los Dos Olivos, Moisés y Elías, y que los escogidos son los 144.000 judíos o hebreos, 12.000 de cada tribu.
Y encontramos que esos son los ministerios para llamar y juntar a los hebreos en el Día Postrero, en ese despertamiento espiritual que va a haber entre los judíos.
Para los creyentes en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de Piedra Angular, será la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre como el relámpago.
Lo que es la Venida del Señor a Su Iglesia será lo que será la Venida de los Dos Olivos a Israel. Tan sencillo como eso. Y esto es para el llamado o recogimiento final.
Por lo tanto, habrá personas trabajando en la Obra del Señor, brazo a brazo con esos ministerios del Día Postrero prometidos para ser manifestados en medio de la Iglesia, que es el Templo espiritual de Cristo y que es el pueblo del Nuevo Pacto; y después el pueblo hebreo, pueblo del Pacto Antiguo, que tiene todavía tres años y medio que no se le han cumplido, y Cristo los va a cumplir en este tiempo final.
Porque las setenta semanas de Daniel, que son 490 años, en la mitad de la semana setenta ocurrió la muerte de Cristo; y por consiguiente, le falta a la semana setenta tres años, para completarse ese trato de Dios con el pueblo hebreo.
Ellos están esperando. Pero lo que ellos están esperando, primero lo recibe ¿quién? El pueblo del Nuevo Pacto en este tiempo final. Se trabaja con dos pueblos, pero con el que se trabaja principalmente es con el pueblo del Nuevo Pacto.
Y así como Cristo dijo: “Hay mucho trabajo en el campo. La mies es mucha, y los obreros son pocos; oren para que el Padre de Familia envíe más obreros”[4].
Por lo tanto, cada día se añaden más obreros, niños, jóvenes, personas adultas, ancianos, porque no hay edad para trabajar en el Reino de Dios. No se jubila nadie, no tiene necesidad de jubilarse; siempre hay trabajo, no importa la edad que tenga la persona.
Y es el único lugar donde el trabajo que hace aquí en la Tierra trasciende al Reino de Dios, trasciende para eternidad y para recibir la recompensa en el Reino de Dios; y va a recibirla en el Reino de Dios cuando estemos transformados, para no gastarla acá. Pero de seguro la invertiríamos de nuevo, que es lo mejor que uno puede hacer para seguir almacenando tesoros en el Cielo. No irse a gastarlo a la tienda, sino trabajar con eso en la Obra del Señor; y así se le multiplicará. Cristo dijo: “Haced tesoros (¿dónde?) en los Cielos, donde ni el orín ni la polilla corrompen, ni ladrones minan”[5].
Por lo tanto, de edad en edad Cristo ha tenido en Su Iglesia un equipo de trabajo que ha dado su vida por Cristo, y tienen su tesoro almacenado en el Cielo.
Pero yo siempre he dicho: El tesoro, los tesoros más grandes, mi deseo es que sean para ustedes. Que ninguna de las edades tenga un tesoro mayor que el que tendrán ustedes. Y yo estaré con ustedes también, no se preocupen. Y les puedo decir que será el mayor, porque la edad nuestra es la Edad de Piedra Angular, es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y el lugar santísimo allá, en el tabernáculo que hizo Moisés y en el templo que hizo Salomón, era de oro puro, cubierto de oro, madera, cubierto de oro por dentro y por fuera. O sea, era el lugar de más valor, porque era el lugar del Trono de Dios, donde estaba el arca del pacto con el propiciatorio, que es la tapa del arca del pacto, que tiene dos querubines de oro puro, la tapa del propiciatorio; el propiciatorio era de oro puro también; el arca de madera: cubierta de oro. Fuera de ahí estaba un altar que también era de oro, a la parte afuera, frente a la cortina del lugar santísimo.
Ahora, miren cómo el lugar que representa nuestra edad es el de más valor. El oro representa a Dios. La presencia de Dios estará en toda Su plenitud, conforme a la promesa divina en el cumplimiento de la Venida del Señor en este tiempo final; y es ahí donde será llevada a cabo la manifestación más grande de Cristo en medio de Su Iglesia a nivel mundial; impactará a toda la humanidad.
Es llamada esa manifestación: la Tercera Etapa; y la Tercera Etapa, Dios nos dio una muestra a través del reverendo William Branham, cómo funcionaba, qué cosas hacía; y es por la Palabra hablada, la Palabra creadora siendo hablada, y las cosas siendo creadas por la Palabra creadora de Dios. Esa es la Espada de dos filos que sale de la boca del Señor.
Y esa manifestación, llamada la Tercera Etapa por el reverendo William Branham, o por el Ángel mencionándosela como Tercera Etapa al reverendo William Branham, es una manifestación plena de Dios, como nunca antes ha sido llevada a cabo en la Iglesia del Señor Jesucristo. Solamente nos fue dada una muestra a través del reverendo William Branham. Él dice: “Lo que ustedes han visto en parte, será manifestado en toda su plenitud”[6].
Y esa Tercera Etapa será para la Iglesia-Novia, para las vírgenes insensatas y para los perdidos, para el mundo; o sea que va a impactar a toda la humanidad. Y eso es lo que van a ver los judíos y van a decir: “Pero si esto es lo que estamos nosotros esperando”. Pero Él viene por Su Iglesia-Novia, para darle la fe para ser transformados y llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y Cristo, así como habló en medio de Su Iglesia en las edades pasadas por medio de Su Espíritu a través del mensajero de cada edad…, al cual vino la revelación de la Palabra, el Mensaje, y él se dejó usar por el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo habló a través del mensajero al pueblo, lo que era para el pueblo; y lo que era para el mensajero, que no podía hablar, lo reservó el mensajero para sí mismo.
Siempre el mensajero tiene que saber más de lo que sabe el pueblo, y tiene que conocer cómo Dios obra a través de él; y ser reservado para que no lo imiten y no vayan a quitarle el pueblo o a tratar de formarle problemas en medio del pueblo.
Para este tiempo final Cristo estará hablándole a Su Iglesia desde la edad correspondiente a este tiempo, que es la Edad de Piedra Angular. Ya no estará hablando como habló en las edades: a través de un Mensaje, terminaba y después venía otro Mensaje y otro mensajero; sino que hablará por medio de uno solo todos los Siete Truenos, que es la Voz de Cristo, el Ángel Fuerte hablando en medio de Su Iglesia, todo el misterio correspondiente a la Edad de Piedra Angular.
La Voz de Cristo en esos Siete Truenos revelará el misterio de Su Venida a Su Iglesia en este tiempo final, y eso nos dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Así como la revelación de la Primera Venida de Cristo que recibieron los discípulos, les dio la fe para estar en el aposento alto y el día cincuenta recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento; y la revelación que los Truenos darán a Su Iglesia, el Ángel Fuerte dará a Su Iglesia… Recuerden que Cristo es el Ángel Fuerte en medio de Su Iglesia hablándole consecutivamente; no hablando por medio de un mensajero y después por medio de otro, sino por uno solo.
Y lo que nos hablará el Ángel Fuerte será lo que nos dará la fe para ser transformados y llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Nos dará la revelación de Su Segunda Venida a Su Iglesia como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y esa Tercera Etapa donde nos va a dar la fe para ser transformados, se va a cumplir en una Gran Carpa Catedral, como le fue mostrado al reverendo William Branham; y se le dijo: “Eso será la Tercera Etapa”. Él vio a Cristo, el Ángel Fuerte, bajando a un lugar pequeño de madera, un cuartito pequeño de madera, y allí manifestándose. La misma Columna de Fuego que lo acompañaba, dice que subió, dice que estaba hablando con uno que estaba más arriba de él.
Recuerden que estamos pasando la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad, pero subiendo. Más arriba de San Pablo estaba el segundo mensajero; más arriba del segundo mensajero estaba el tercer mensajero; más arriba del tercer mensajero estaba el cuarto mensajero; más arriba del cuarto mensajero estaba el quinto mensajero; más arriba del quinto, el sexto; más arriba del sexto, el séptimo; más arriba del séptimo, el mensajero correspondiente a la Edad de Piedra Angular.
A cada uno de ellos le habló Cristo, la Columna de Fuego, la Shekinah, el Mensaje correspondiente a la edad en que Él los envió; y ese Mensaje fue transmitido al pueblo por la Columna de Fuego a través del mensajero de cada edad.
Así es para nuestro tiempo con siete voces: las siete voces de los Siete Truenos hablando consecutivamente el Mensaje séptuple para la Iglesia del Señor Jesucristo. Un Mensaje séptuple de Siete Truenos, que nos dará la revelación de Su Venida, y por consiguiente, la fe para ser transformados en el Día Postrero.
Como les dio la fe a los discípulos allá (ciento veinte), que subieron al aposento alto y estuvieron hasta el Día de Pentecostés, el día cincuenta recibieron el Espíritu Santo, y por consiguiente recibieron la adopción espiritual, el nuevo nacimiento espiritual lo recibieron, la primera parte de la redención. La segunda es la redención del cuerpo, la cual estamos esperando.
Y es un privilegio grande saber que Dios usa personas para trabajar en Su Obra, en Su Programa, de edad en edad, de dispensación en dispensación; porque el trato de Dios es con seres humanos y en favor de seres humanos. Y saber que lo que hacemos para la Obra del Señor es Cristo obrando a través de nosotros, y que Él recompensará a cada uno según sea su obra. Como dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12: “He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.
O sea que lo que hacemos tiene recompensa en el Reino de Cristo, si lo hacemos de todo corazón. Es las riquezas que nos llevamos, que serán transformadas en grandes bendiciones en el Reino de Dios. Lo que vayamos a heredar por los trabajos que hayamos hecho: tenemos que hacer los trabajos acá, estando en estos cuerpos terrenales, trabajando como el Equipo o como parte del Equipo de Jesucristo en Su Iglesia de este tiempo final.
No trabajando para una edad que ya pasó, porque ya ellos trabajaron con el mensajero que les tocó. Es trabajando para la edad nuestra, que es la Edad de la Piedra Angular, en todo proyecto que Cristo tiene programado para llevar a cabo a través de seres humanos.
Y cuando sabemos de esos proyectos, decimos: “¡Presente!”. Están los obreros de la cosecha trabajando en la evangelización y en todas las demás labores; están también los que respaldan los proyectos; todos haciendo cada uno la parte para la cual Dios le ha dado habilidades, o parte económica para trabajar.
Algunas veces se empieza con poquito y Dios multiplica; porque la bendición de Dios es la que enriquece[7]. Y cuando viene a ver, ¿cómo ha logrado obtener tantas bendiciones? Trabajando en la Obra del Señor. “Porque el obrero es digno de su salario en el Reino de Dios”[8].
Por lo tanto, como miembros del Equipo de Dios para el Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular, ¡adelante, damas, jóvenes y adultos trabajando y colaborando en el Gran Equipo de Dios!
Hay mucho trabajo. Y después que se termine todo y estemos transformados, ya no hay más trabajo que hacer para recibir recompensas. Las posiciones que ocuparemos en el Reino de Cristo las trabajamos acá, estando en estos cuerpos terrenales.
Por lo tanto, conscientes de la oportunidad que Dios nos ha dado, de todo corazón y con agradecimiento: trabajemos felices en el Programa Divino, como el Equipo de Dios, de Cristo, para este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular.
Que Dios les bendiga y les guarde; y hasta mañana, Dios mediante, en que estaremos reunidos nuevamente.
“DAMAS, JÓVENES Y ADULTOS TRABAJANDO Y COLABORANDO EN EL GRAN EQUIPO DE DIOS”.
[Revisión junio 2024]
[1] Isaías 8:18
[2] San Juan 8:47
[3] San Lucas 9:28-36
[4] San Lucas 10:2
[5] San Mateo 6:19-20, San Lucas 12:32-34
[6] Citas, pág. 119, párr. 1057
[7] Proverbios 10:22
[8] 1 Timoteo 5:18