Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo en esta hermosa ocasión en que han dedicado este lugar para servicio al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Siempre que dedicamos a Dios un lugar para la predicación de Su Palabra y reunión de los creyentes, recordamos siempre cuando Moisés dedicó el tabernáculo a Dios y cuando el rey Salomón dedicó el templo a Dios.
Y ahora, siendo que tanto el templo que construyó Salomón y el tabernáculo que construyó el profeta Moisés son tipo y figura del Templo celestial… Y —por consiguiente— tipo y figura de la Iglesia de Jesucristo, que es el Templo espiritual de Jesucristo nuestro Salvador.
Veamos lo que nos dice aquí, cuando Salomón dedicó el templo a Dios, en Segunda de Crónicas, capítulo 5, verso 13 al 14. Dice:
“… cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová.
Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios”.
Esto fue cuando Salomón dedicó el templo a Dios.
Y ahora veamos también cuando Moisés dedicó el tabernáculo a Dios. Éxodo, capítulo 40, verso 34 al 35, dice:
“Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.
Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba”.
Y ahora, leemos en Hebreos, capítulo 3, verso 5 al 6, donde dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “DEDICANDO LA CASA DE DIOS”.
Ahora vean, antes de la gloria de Dios entrar en toda Su plenitud a la casa que se construye, se edifica para Dios, primero tiene que ser edificada esa Casa para Dios.
Encontramos el templo que construyó Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés, como casa construida para Dios y luego dedicada a Dios. Y teniendo todo lo correspondiente, conforme al modelo que Dios le mostró a Moisés, fue recibida esa casa. Ese tabernáculo fue recibido por Dios, y Dios habitó en él: entró a ese tabernáculo y pasó hasta el lugar santísimo y se posó sobre el propiciatorio, que representa el Trono de Dios en el Cielo; y encontramos que allí hay dos querubines de oro, los cuales en el Cielo son los Arcángeles Gabriel y Miguel.
Y ahora, encontramos que lo mismo sucedió cuando el rey Salomón construyó y luego dedicó a Dios la casa, porque fue construida para el Nombre de Dios, para el Nombre de Jehová, el Nombre de Dios: YHWH; y fue dedicada a Dios cuando fue construida.
Y Dios la recibió y habitó en esa casa. Entró a esa casa y moró en el lugar santísimo, sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro. Y también estaban allí dos querubines de madera de olivo gigantes, con sus alas extendidas, uno en cada lado; y en medio de los dos querubines de oro (pero cubiertos de oro, los cuales eran de madera de olivo), vean ustedes, bajo las alas de esos querubines estaba el arca del pacto. Dentro del arca: las tablas de la Ley, la vara de Aarón que reverdeció y también el maná escondido allí (en una vasija de oro). Todo eso estaba allí, y quedó bajo las alas de los dos querubines. Y allí moró Dios en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio.
Ahora, todo eso es tipo y figura de lo que hay en el Cielo y de lo que en la Iglesia de Jesucristo, que es la Casa de Jesucristo… Una casa es una familia, por lo tanto, tanto la casa que construyó Salomón para Dios como la que construyó Moisés, representa la Casa de Jesucristo, Su Iglesia, que es Su Templo espiritual.
Y ahora, Jesucristo es el que construye una Casa para Dios, pues ya la casa que construyó Moisés no está, ni la que construyó Salomón tampoco está; y no hay casa para Dios en Jerusalén. Pero ahora Cristo lleva construyendo una Casa para Dios con piedras vivas, con seres humanos, lleva mucho tiempo.
Construyó el Atrio con seres humanos: de Adán hasta Cristo; luego el Lugar Santo con seres humanos también: de Cristo hasta el séptimo ángel mensajero; y ahora, en el Día Postrero, está construyendo el Lugar Santísimo de Su Casa con seres humanos también; porque es una Casa para Dios. “Porque vosotros sois (como individuos) templo de Dios (casa de Dios)”1. Y con personas que son casa de Dios, Cristo construye Su Casa espiritual, Su Iglesia.
Y ahora, cuando esa Casa esté completada (la cual será completada en este tiempo final, cuando entre hasta el último de los escogidos a la Casa de Dios, al Lugar Santísimo), ahí se completará la construcción de la Casa de Cristo, que es Su Iglesia, y será dedicada a Dios, para morar Dios en toda Su plenitud en esa Casa espiritual, en ese Templo espiritual.
Y ahora, Dios moró en la casa que construyó Salomón y en la que construyó el profeta Moisés. Y ahora, vean ustedes, Dios morará en toda Su plenitud en la Casa que Jesucristo ha estado construyendo.
Ahora, en la construcción de esa Casa encontramos que Dios ha estado manifestado en lo que es las primicias del Espíritu, produciendo el nuevo nacimiento, y así produciendo las diferentes partes del Lugar Santo; o sea, construyendo ese Lugar Santo con seres humanos que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido Su Espíritu Santo; y así han nacido en la Casa de Dios, en la Familia de Dios, como hijos e hijas de Dios.
Y ahora, para este tiempo final, en la Casa de Dios, la Familia de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo, son llamados y juntados los escogidos del Día Postrero, para Cristo completar la construcción de Su Casa espiritual, Su Iglesia, Su Familia, Su descendencia.
Vean, en Efesios, capítulo 2, nos dice San Pablo, hablándonos acerca de esta Casa de Dios: dice, capítulo 2, verso 19 al 22:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…”.
Toda persona que vive en esta Tierra ha deseado ser un hijo de un rey, pertenecer a la familia real, a la realeza de alguna nación.
Y ahora, vean ustedes, todos los escogidos de Dios, los miembros de la Iglesia de Jesucristo, son hijos de un rey: del Rey de los Cielos y de la Tierra, son miembros de la Realeza celestial, son miembros de la Familia de Dios – y miembros de la Familia de Dios.
Por eso es que somos reyes y sacerdotes, porque el Padre de la Familia, que es Jesucristo, es el Rey de reyes y Señor de señores, y Sumo Sacerdote del Templo celestial. Él es Melquisedec, Sacerdote del Dios Altísimo; por lo tanto, Sus hijos son sacerdotes también, son del Orden Sacerdotal celestial.
Por lo tanto, tiene que haber una Casa, un Templo, y esos son los sacerdotes del Templo celestial, juntamente con Cristo, el Sacerdote del Templo celestial, Sumo Sacerdote.
Y ahora, esa descendencia del Rey Melquisedec y Sacerdote, Sumo Sacerdote Melquisedec, forman la Iglesia del Señor Jesucristo; por lo tanto, forman, como Cuerpo Místico de creyentes, forman el Templo espiritual de Cristo, en donde Dios morará en toda Su plenitud cuando sea terminado ese Templo y sea dedicado a Dios.
En la actualidad ha estado morando en las primicias del Espíritu, pero cuando se complete ese Templo y sea dedicado a Dios, Cristo lo recibirá.
Cristo recibe Su Iglesia, que es Su Templo espiritual, viene a Su Templo espiritual en el Día Postrero, en la dedicación de ese Templo, en toda Su plenitud; y así traerá la redención del cuerpo, que es la transformación de nuestros cuerpos, la resurrección de los muertos en Cristo y transformación nuestra. Y entonces la Casa de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo, quedará dedicada y habitada por Dios en toda Su plenitud, para servir a Dios durante el Reino Milenial.
Pero antes, vean ustedes, tenemos una invitación para ir a una gran fiesta, a una gran cena —y esa no nos la vamos a perder—: esa es la Cena de las Bodas del Cordero. Así que, vean ustedes, un gran evento en el Cielo, la séptima dimensión, nos espera.
Siendo sacerdotes del Orden de Melquisedec, juntamente con Cristo el Sumo Sacerdote, pues Él nos reunirá en el Templo celestial, en la séptima dimensión, para esa gran fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero.
Lo que estará sucediendo allá será tan grande que todavía no hemos captado ni la mitad; ni siquiera una cuarta parte.
Ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo, vean ustedes, al ser dedicada cuando sea completada: Cristo viene del Cielo (de la séptima dimensión, del Trono del Padre)…, termina Su Obra de Intercesión en el Cielo, toma el Título de Propiedad y lo abre en el Cielo, y viene: y resucitará a los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará. Todo eso corresponde a Su Obra de Reclamo.
Y luego estaremos aquí (estando en el nuevo cuerpo, juntamente con los santos que resucitarán en el cuerpo nuevo), estaremos aquí de 30 a 40 días; y esto será esa etapa de dedicación y recibimiento de parte de Dios de ese Templo espiritual. Y la gloria de Dios estará manifestada en toda Su plenitud en la Casa de Jesucristo, la Familia de Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y Dios estará morando en toda Su plenitud en Su Iglesia y en cada uno de los miembros de Su Iglesia como individuos. Tendremos la doble porción. ¿Y qué significa eso?
Significa que tendremos el cuerpo teofánico, el cual pues se recibe cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en Su Sangre y recibe el Espíritu Santo: y así obtiene el nuevo nacimiento y recibe un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; porque siempre que hay un nacimiento, pues un cuerpo tiene que haber nacido.
Y ahora, para el Día Postrero, este tiempo final, con la transformación obtendremos un nuevo cuerpo, eterno, inmortal e incorruptible; y así tendremos la doble porción; la doble porción del cuerpo teofánico y el cuerpo físico, eterno y glorificado. Y Dios estará manifestado en toda Su plenitud en todos nosotros, y seremos todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora vean, la Casa de Dios en el Nuevo Testamento. Ya no es el tabernáculo que construyó Moisés ni el templo que construyó el rey Salomón, sino la Iglesia del Señor Jesucristo. Y todavía no ha sido dedicada esa Casa a Dios, para Él morar en toda Su plenitud.
Él está en las primicias del Espíritu, llamando y juntando a Sus hijos de edad en edad, sellándolos con el Sello del Dios vivo para el Día de la Redención, para el día en que seremos transformados los que vivimos, y los muertos en Cristo resucitados; y tendremos así el nuevo cuerpo.
Porque Dios glorificará la Casa de Su gloria, dice Isaías, capítulo 60. Ahí el profeta Isaías nos da una gran revelación, la cual se cumplirá plenamente en la Iglesia del Señor Jesucristo. Capítulo 60, verso 7, dice:
“… serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria”.
Y ahora, la Casa de la gloria de Dios ya ni es el templo que construyó Salomón ni el que construyó Moisés, sino la Iglesia del Señor Jesucristo. También el pueblo hebreo como nación es Casa de Dios; por eso estará el Trono de David, Cristo sobre el Trono de David allá en Jerusalén, y allí estará la Iglesia de Jesucristo con Cristo durante el Reino Milenial.
Pero ahora, tenemos el Israel terrenal, el pueblo hebreo, pero tenemos el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo es lo más grande que el Espíritu de Dios tiene en la Tierra, es el Templo de Dios en la Tierra. Y todavía no se ha manifestado Dios en toda Su plenitud en Su Iglesia, y miren las cosas maravillosas que han sucedido durante todos estos siglos que han transcurrido.
Ahora, ¿cómo será cuando Cristo concluya la construcción de este Templo, y sea dedicado a Dios para morada de Dios en Espíritu Santo en toda Su plenitud?
La gloria de Dios estará en la Iglesia de Jesucristo en toda Su plenitud. Y durante el Reino Milenial, la gloria de Dios en la Iglesia de Jesucristo estará manifestada a tal grado que todos verán esa manifestación de Dios; y el Reino Milenial solamente es la luna de miel de Cristo con Su Iglesia. Cristo con Su Iglesia durante el Reino Milenial, así estará durante el Reino Milenial.
Ahora, hay —por supuesto— ahí unos cuantos misterios que no pueden ser hablados por el momento, porque todavía no conviene que sean hablados, ya que corresponden al Reino Milenial; pero recuerden una cosa: que todo lo que tendremos en el Reino Milenial, primeramente, encontramos que Cristo lo manifiesta en Su Iglesia, aquí en la Tierra, antes que lleguemos al Reino Milenial.
Por ejemplo, los que estarán en el Reino Milenial con Cristo como Su Iglesia, Su Novia —la cual será para ese tiempo Su Esposa—, pues han sido manifestados aquí en la Tierra primeramente, y han tomado su lugar en el Cuerpo Místico de Cristo, o sea, en la Casa de Dios, en la Iglesia de Jesucristo, en ese Templo espiritual.
El rey David decía que su deseo era estar en los atrios de la Casa de Dios2, pues aquel tiempo era el tiempo del Atrio (de Adán hasta Cristo); y decía que en los atrios de la Casa de Dios florecería, ahí florecerían los justos: en los Atrios de la Casa de Dios3.
Así fue antes de Cristo, en el Antiguo Testamento. Pero luego los justos, durante las siete edades han florecido ¿dónde? En el Lugar Santo de la Casa de Dios.
Y en este tiempo final florece ¿en dónde? En el Lugar Santísimo de la Casa de Dios, la Casa de Jesucristo.
Y ahora, así como David deseaba vivir en los Atrios de la Casa de Dios, luego los apóstoles y los siete ángeles mensajeros con sus grupos, desearon vivir en el Lugar Santo de la Casa de Dios; y ahí vivieron.
Y ahora, para el Día Postrero, los que desearían vivir en el Lugar Santísimo de la Casa de Dios, ¿dónde están? Estamos aquí: en el Lugar Santísimo de la Casa espiritual de Dios, en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de la Iglesia de Jesucristo. Y estar en el Lugar Santísimo es estar en la Edad de la Piedra Angular.
Ese es el lugar más importante, más alto, del Templo espiritual de Cristo; así como era el lugar más importante en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón; y como es el lugar más alto y más importante en el Templo celestial de Dios, pues el Lugar Santísimo es esa séptima dimensión, donde habita Dios, donde está el Trono de Dios y donde está Cristo sentado en el Trono de Dios haciendo intercesión con Su propia Sangre, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios.
Ahora, hemos visto el Nuevo Templo. Ya no es el templo o tabernáculo que construyó Moisés ni el que construyó Salomón, pero el Nuevo Templo tiene el mismo diseño, el mismo modelo, pero con seres humanos.
La Iglesia de Jesucristo en este planeta Tierra es la representación del Templo celestial de Dios, y en cada etapa representa la parte del Templo celestial.
Y ahora, en la etapa en la cual nosotros vivimos está siendo representada, reflejada, la parte del Lugar Santísimo del Templo celestial de Dios; está siendo reflejada y representada en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular.
¿Dónde está el Nombre de Dios en el Cielo? En la séptima dimensión, en el Trono de Dios.
Ahora, ¿dónde estará en la Casa de Dios (la Iglesia de Jesucristo) el Nombre de Dios? En el Lugar Santísimo de Su Casa espiritual. Pues la Iglesia del Señor Jesucristo es un pueblo llamado para Dios, un pueblo llamado para Su Nombre. Así como la casa que construyó Moisés y la que construyó el rey Salomón: el templo que construyó el rey Salomón fue una casa para el Nombre de Dios, para que habitara allí el Nombre de Dios y la presencia de Dios; y así es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y en cada dedicación de cada lugar que dedicamos a Dios, para servicio de Dios, para la predicación de la Palabra de Dios y reunión de las personas que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en Su Sangre y reciben Su Espíritu Santo, es: cada uno de esos lugares que es presentado a Dios para servicio a Dios, es un tipo y figura, solamente un tipo y figura.
Pero el verdadero Templo, el verdadero Tabernáculo aquí en la Tierra, Templo de Dios, es la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico; y como individuos, como individuo: pues los miembros de la Iglesia de Jesucristo.
Vean, tenemos también las tres partes del Templo. Atrio: nuestro cuerpo; Lugar Santo: nuestro espíritu; y Lugar Santísimo: nuestra alma. Y el Trono para Dios morar es nuestra alma; ese es el lugar para morada de Dios en Espíritu Santo en cada uno de nosotros como individuos.
Y en la Iglesia de Jesucristo, para Dios morar en el Día Postrero, ese es el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, que es la Edad de la Piedra Angular, en donde Dios está trabajando, Cristo está trabajando en la construcción de ese Templo, en las primicias del Espíritu; pero cuando se complete ese Lugar Santísimo con seres humanos, entonces será dedicado a Dios ese Templo, y Dios en Espíritu Santo morará en toda Su plenitud.
Hemos visto los tipos y figuras del Templo celestial, el cual se materializa aquí en la Tierra en la Iglesia de Jesucristo; por lo tanto, hemos visto los tipos y figuras de la Iglesia de Jesucristo, los hemos visto en el Antiguo Testamento en estos templos: el que construyó Moisés y el que construyó el rey Salomón.
Y ahora, cada uno de ustedes y yo también, somos parte de ese Templo espiritual que estará durante el Reino Milenial, en el cual Cristo estará manifestado en toda Su plenitud.
“DEDICANDO LA CASA DE DIOS”.
Vean, en el tiempo de Moisés hubo allí un profeta y un sumo sacerdote. En la dedicación del templo de Salomón hubo allí un rey: el rey Salomón; también estaba un profeta y el sumo sacerdote. Y en el Templo espiritual de Cristo, Cristo es el Sumo Sacerdote, Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y Cristo es el Profeta de los profetas; y en ese Templo estarán los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús.
Así que tendremos todo lo que estaba allá, para la dedicación de ese templo. Fue Moisés el que dedicó el tabernáculo allá, un profeta; fue Salomón, un rey, el que dedicó el templo a Dios, pero allí estaba el sumo sacerdote también.
Y ahora, para el Día Postrero, un rey y un profeta estarán en la Casa de Dios, el Templo espiritual de Cristo. Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y el Sumo Sacerdote, el cual tiene todos los ministerios; y estará manifestando los ministerios principales prometidos para el Día Postrero, que son los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús; por lo tanto, la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, cuando se complete será dedicada a Dios; estarán ahí los ministerios que tendrán que ver para la dedicación de esa Casa.
“DEDICANDO LA CASA DE DIOS”, ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Y adelante sirviendo a Cristo todos los días de nuestra vida, conscientes de que como individuos somos Casa de Dios, un Templo espiritual; y que somos también miembros del Templo espiritual de Cristo, pertenecemos a un Cuerpo Místico de creyentes, llamado la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo espiritual de Cristo.
Y ahora, el deseo nuestro es ser como Cristo, ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Y eso es la gloria de Dios llenando nuestro ser en toda Su plenitud como Casa espiritual, como individuo; y así también es para la Iglesia de Jesucristo como Templo espiritual, como Cuerpo Místico de creyentes.
“DEDICANDO LA CASA DE DIOS”.
[Revisión abril 2021]
1 2 Corintios 6:16
2 Salmos 84:10
3 Salmos 92:12-13