Dios difiere su ira

Muy buenas tardes, ministros y damas, jóvenes, y todos los presentes y todos los que están en otros países en esta ocasión, en esta reunión de ministros y colaboradores y damas que sirven a Cristo y trabajan en la Obra del Señor Jesucristo nuestro Salvador; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo *48, verso 9 en adelante, donde nos dice:

«Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte.»

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

«DIOS DIFIERE SU IRA,»

o sea, la atrasa, la coloca para un tiempo más adelante.

Es como cuando se lleva a cabo una actividad y no se transmite en ese momento por la televisión, pero luego la pasan una hora o dos horas o al otro día esa actividad por la televisión, eso fue diferido, se grabó en un momento lo que se habló, y luego lo transmitieron más adelante; todo el mundo lo vio más adelante.

Y lo que Dios ha hablado acerca de Su ira para venir sobre la humanidad, luego, más adelante, es visto. Ahora, cuando Dios dice: «Para tantos años o tal tiempo,» y luego no vemos que se cumple en ese tiempo, eso no significa que Dios no lo va a cumplir, sino que Dios lo atrasa para un tiempo más adelante, eso es diferir Su ira que fue hablada para caer en cierto momento, y luego podemos ver que no se cumple en ese momento, sino en un tiempo más adelante, atrasa Su ira por amor a Su Nombre, porque el pueblo se arrepiente en ese tiempo, busca a Dios, y Dios tiene misericordia porque es un Dios misericordioso que se arrepiente de lo que Él dijo que va a hacer para ese momento y lo coloca para más adelante.

Como el caso en el tiempo de Jonás, en el cual Dios le ordenó predicar, proclamar que Dios iba a destruir aquella ciudad de Nínive, y el pueblo escuchó a Jonás hablando, y hasta el rey se arrepintió de sus pecados junto con el pueblo, y se pusieron en ayuno y oración pidiendo a Dios misericordia, y hasta los animales fueron puestos en ayuno, juntamente con el pueblo, por tres días, y Dios miró lo que hicieron, arrepentidos, y tuvo misericordia de ellos, de ese rey y su reino (el pueblo), y pasaron los cuarenta días y no vino la destrucción.

El profeta Jonás, un profeta verdadero de Dios con el mensaje verdadero de Dios para ese tiempo, se enojó, él se colocó a la sombra de una calabacera que había Dios hecho aparecer, nacer, esperando que Dios destruyera a Nínive, y no ocurrió. ¿Falló ese profeta en decir que en cuarenta días, dentro de cuarenta días o pasados cuarenta días Dios destruiría a Nínive? No falló. ¿Qué sucedió? Que Dios tuvo misericordia con el pueblo y fue diferida Su ira para más adelante.

Más adelante, en otra ocasión, el pueblo estaría en una condición de pecado y sin arrepentimiento, y entonces se cumpliría esa Palabra. Dios difiere Su ira; cuando el pueblo busca a Dios, Dios se arrepiente de destruir en ese tiempo al pueblo, pero lo hace más adelante donde el pueblo no estará arrepintiéndose de sus pecados.

Miren, aquí en Éxodo también nos habla acerca de estas cosas, en el capítulo 34 del Éxodo, cuando Moisés estaba en el Monte Sinaí orando por el pueblo, pidiéndole a Dios que tuviera misericordia del pueblo, pues Dios le había dicho a Moisés que lo dejara destruir al pueblo y Dios pondría a Moisés sobre otro pueblo. Dice capítulo 34 del Éxodo, versos…

Esto fue cuando tuvo que Moisés subir por segunda vez al Sinaí, porque había roto las Tablas de la Ley, del pacto divino, porque había descendido del Monte Sinaí y encontró al pueblo hundido en la idolatría en esa fiesta del becerro al oro, lo cual es el ídolo representante de la religión babilónica que tenía también Egipto y que representaba también al dios babilónico, y que representaba también a Nimrod.

Algún día tendré que hablar del tema del becerro de oro con todos los detalles. Pero eso lo vamos a dejar para el tiempo en que ustedes tengan el nuevo templo: la Carpa Catedral, a donde he sido invitado para predicar en esos días, y en ese tiempo he sido invitado para predicar acerca de estos temas: del tema de las trompetas, el tema de las Copas con las plagas, de esos juicios divinos, y todas estas cosas que vendrán durante el tiempo de la gran tribulación.

Por lo tanto, en esta ocasión y en otras ocasiones solamente tocaré, sin muchos detalles, sobre estos juicios que han de venir sobre la Tierra, pues yo mismo no quiero que vengan todavía, hasta más adelante. Todas estas cosas podrían estar sucediendo desde la década de los ‘60, pero Dios ha diferido Su ira, ha aguantado todo eso que está señalado que ocurrirá en el tiempo de la gran tribulación, que son los juicios divinos que caerán sobre la raza humana.

Lo que estamos viendo suceder sobre la Tierra solamente son las señales, los dolores de parto, que han de venir, pero realmente los juicios que han de venir sobre la raza humana, la ira de Dios derramándose sobre la raza humana, todavía no se ha cumplido. Dios ha diferido Su ira por amor de Su Nombre, para más adelante, porque todavía tiene que completarse la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y la Iglesia del Señor Jesucristo está orando para que llegue hasta el último que tiene que formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, y si así se completa la Iglesia del Señor Jesucristo, y cuando se complete, entonces Cristo saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo donde está como Sumo Sacerdote, tomará el Título de Propiedad que es el Libro de los Siete Sellos o sellado con Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo ya como León, y reclamará todos los que Él ha redimido con Su Sangre preciosa en Su Obra de Intercesión como Cordero; ya entonces se convertirá en el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra.

Ya entonces, ya la misericordia de Dios terminará, y entonces va a cumplir el juicio divino correspondiente sobre todos los que han rechazado la misericordia de Dios, han rechazado a Cristo como su único y suficiente Salvador; ya no habrá Sangre en el Propiciatorio, ahí en el Cielo, en el Trono de Dios, porque ya el Señor Jesucristo, que es el Sumo Sacerdote del Templo celestial y también es luego el Juez de toda la Tierra, cuando termine Su Obra de Intercesión, ya entonces no será el Cordero de Dios con Su Sangre para limpiar los pecados del ser humano, sino que será el León de la Tribu de Judá.

Por eso cuando sale del Trono del Padre en el capítulo 5 del Apocalipsis, el Cordero se convierte en el León de la Tribu de Judá, Rey y Juez de toda la Tierra. Cuando el anciano le dice a Juan: «No llores, he aquí el León de la Tribu de Judá ha vencido para tomar el Libro y abrir sus Sellos,» Juan mira, y ve un Cordero ensangrentando. Es que el León es el mismo Jesucristo, el Cordero de Dios, el cual se convierte en el León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores, para tomar el Libro de los Siete Sellos donde están escritos los nombres de todos los que serían redimidos con la Sangre de Cristo y formarían la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y hasta que se complete ese número de la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo no puede salir del Trono de Intercesión, tiene que permanecer como Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo del Templo celestial haciendo intercesión con Su propia Sangre por todos los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que lo recibirían como único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, la ira de Dios no se puede derramar sobre la raza humana hasta que se complete el número de la Iglesia del Señor Jesucristo, número que sabe el Señor Jesucristo, número que está establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo, en que fue escrito el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto, eso es lo que ha estado deteniendo la ira de Dios.

Si se completaba en la década del ‘60, en la década del ‘60 entonces Cristo tomaría el Título de Propiedad, lo abriría en el Cielo, y haría Su Obra de Reclamo, sería revelado todo el misterio de ese Libro, sería revelado el Séptimo Sello también (que es el último) que es la Venida del Señor, y Cristo resucitaría a los muertos creyentes en Él, pasaría por el Paraíso, resucitaría a los muertos en cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado que Cristo tiene, y a los creyentes que estarían vivos los transformaría.

Y luego de una temporada, digamos de 30 a 40 días en la Tierra, ya resucitados los muertos creyentes en Él, y transformar a los vivos, en donde una manifestación poderosa del poder de Dios se llevaría a cabo en medio de Su Iglesia, en la etapa correspondiente a esa manifestación y territorio correspondiente, y desde ahí llenaría toda la Tierra con esa poderosa manifestación de Dios por medio de Cristo en medio de Su Iglesia; en donde el poder de Dios será visto, en donde se repetirán todas esas cosas que fueron vistas en el tiempo de los apóstoles, en donde los Ananías y Safiras nuevamente aparecerán.

Todo lo que está allá en el tiempo de los apóstoles visto en la manifestación de Dios por medio del Espíritu Santo, por medio del Espíritu de Cristo, recuerden que Cristo dijo: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo. Volverá la Iglesia a tener esa manifestación de Dios en el tiempo de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Vimos esa manifestación en el tiempo de los apóstoles, vimos la muestra también en el tiempo del reverendo William Branham, donde el poder de Dios por medio del Espíritu de Cristo a través del reverendo William Branham hizo grandes maravillas, e impactó a Norteamérica y también a muchas otras naciones. Era Dios por medio de un hombre, era Dios por medio del Espíritu de Cristo en el reverendo William Branham, obrando; no era un hombre haciendo esas señales, no era un hombre resucitando a los muertos, no era un hombre sanando a los enfermos, no era un hombre dando vista a los ciegos, era Dios por medio del Espíritu de Cristo en el reverendo William Branham. Por lo tanto la Gloria la lleva Dios.

Y eso fue una muestra de lo que Dios va a hacer en este tiempo final en medio de Su Iglesia, en el tiempo de adopción. La adopción para la Iglesia, la adopción para cada creyente en Cristo, será la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos, eso será la adopción o redención del cuerpo, porque esa es la parte física que viene para la Iglesia del Señor Jesucristo: la adopción física, que es la redención física, la redención del cuerpo, en donde obtendremos el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado que Él ha prometido para todos los creyentes en Él.

Y luego que tengan los creyentes en Cristo ese cuerpo nuevo es que podrán ir con Cristo en el rapto o arrebatamiento a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, tendrán la vestidura espiritual, que es el Espíritu Santo, que produjo el nuevo nacimiento en esos creyentes, y por consiguiente produjo la redención en la etapa espiritual, la redención del alma, y luego viene la redención del cuerpo que es la transformación para los vivos con la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados. Tan simple, tan sencillo como eso.

Por eso los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, nacidos en el Reino de Cristo, están sellados con el Espíritu Santo hasta el día de la redención, de la adopción, de la redención del cuerpo, dice San Pablo en efesios, capítulo 4, verso 30, y también Efesios, capítulo 1, verso 1 al 14; y Romanos, capítulo 8, versos 14 al 31.

Por eso es que cada creyente en Cristo gime acá en el alma, por la redención, la adopción, la redención del cuerpo, lo cual será la transformación, por lo cual todos los creyentes en Cristo, desde el Día de Pentecostés en adelante, desde el día en que nació la Iglesia, ha estado clamando, gimiendo, en su alma por esa adopción física que será la redención del cuerpo, la transformación de los vivos, para tener cuerpo eterno, y la resurrección de los muertos en cuerpos físicos, eternos, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador.

Mientras no ocurra eso la ira de Dios estará detenida, no podrá caer sobre la Tierra, porque todavía Cristo está en el Trono del Padre, en el Trono de Intercesión, como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, y por consiguiente Dios mira la Tierra con todos los seres humanos a través de un arco iris, y por consiguiente lo mira a través de la Sangre de Cristo y por consiguiente no ve pecado; no ve el pecado, porque Cristo está intercediendo con Su propia Sangre.

Eso quizás la humanidad no lo puede comprender, pero así es. Pero cuando sea quitada la Sangre de Cristo del Lugar Santísimo, del Trono de Intercesión, del Propiciatorio, entonces Dios mirará la humanidad, Dios mirará el planeta Tierra, y entonces verá el pecado; y eso conlleva el juicio divino para la raza humana, porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Es importante estar bajo la Sangre de Cristo para estar dentro del nuevo Pacto, porque ya hubo un cambio de pacto con la primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario. Recuerden que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, en la última Cena con Sus discípulos, que fue en la víspera de la pascua, en donde luego durante la noche fue tomado preso Cristo, y luego al otro día en la mañana fue crucificado.

Encontramos que Cristo, tomando el pan y partiendo, da a Sus discípulos y dice: «Comed de él todos; porque este es mi cuerpo que por muchos es partido.» Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre, dio a Sus discípulos diciendo: «Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.»

La remisión de los pecados del ser humano es por medio de la Sangre de Cristo nuestro Salvador. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, la Sangre de Cristo lo limpia de todo pecado. El que no recibe a Cristo como Salvador, pues no puede ser limpio de todo pecado, los pecados de la persona permanecen en el individuo y por consiguiente algún día darán cuenta a Dios por sus pecados. Por eso es tan importante recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para lo cual se predica el Evangelio de Cristo a toda criatura:

«Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.»

(San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Dice la Escritura en Romanos, capítulo 10, versos 1 al 15, que la fe viene por oír la Palabra, y que con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. ¿Y cómo creerán, si no hay quién les predique? ¿Y cómo creerán si no fueren enviados? Por eso dice que «son benditos los pies de los que anuncian buenas nuevas,» nuevas de paz, de salvación, de Vida eterna.

Las buenas nuevas se predican por medio del Evangelio de Cristo, las buenas nuevas de salvación y Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador, que Él tomó nuestros pecados y murió por nosotros en la Cruz del Calvario para que nosotros podamos tener Vida eterna; y se hace efectiva la salvación y Vida eterna en la persona que lo recibe como Salvador, porque el perdón no es perdón hasta que la persona lo acepta; si no lo acepta, perdió la única oportunidad de obtener el perdón de sus pecados y obtener la salvación y Vida eterna.

Es importante entender estas cosas para que la fe nazca en el alma, en el corazón, y reciba a Cristo como Salvador la persona. Recuerden que Dios no envía juicio al individuo, ni al mundo, sin antes avisar. La predicación del Evangelio de Cristo es el aviso más grande que le da Dios al ser humano para evitar el juicio divino, evitar ser echado en el lago de fuego el individuo por sus pecados.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.»

Pero el que no cree, pues, se perderá. Y eso lo tiene que oír y entender las personas que viven en el planeta Tierra, para que comprendan que es un asunto de vida o muerte el escuchar el Evangelio de Cristo y recibirlo como Salvador. Si lo recibe como Salvador, es Vida eterna para la persona; si no lo recibe, ya recibió el aviso, y por consiguiente: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; y el que no creyere, será condenado.» Tiene ese aviso el ser humano, por eso… eso fue *San Marcos 16:15 al 16*. San Juan, capítulo 3, verso 16 también:

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.»

Y también nos dice que como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del Hombre sería levantado, ¿para qué? Para que aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna. Es una mirada de fe a Cristo, como era una mirada de fe a la serpiente que fue levantada en el desierto para que fuera anulado el veneno de muerte que era colocado en las personas que eran mordidas por serpientes venenosas; y es una mirada de fe a Cristo crucificado por nosotros en la Cruz del Calvario, la que anula el veneno del pecado que fue colocado en el ser humano en el Huerto del Edén por la serpiente antigua, y anula todo pecado que haya cometido la persona.

Una mirada de fe a Cristo crucificado hace eso, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado; todo pecado que es confesado a Cristo por la persona, es colocado en la Sangre de Cristo y Cristo con Su Sangre lo limpia, lo desaparece ese pecado, y cuando Dios mira a la persona no ve pecado en la persona; ha sido justificada la persona. Por lo tanto, es importante entender estas cosas para saber qué hacer para obtener la misericordia de Dios y no perecer.

En el tiempo de Noé era lo mismo, era una mirada de fe a lo que Dios había prometido, y dar una mirada de fe a lo que Noé estaba haciendo, y lo que Noé hacía, era una obra de fe, había obtenido la revelación de lo que vendría y de lo que tenía que hacer para que la ira de Dios no cayera sobre él y su familia. Era una obra de fe, y las personas tenían que mirar esa labor, esa construcción del arca, con una mirada de fe; porque no llovía en ese tiempo, no se veían nubes cargadas con agua, por lo tanto él estaba hablando de unas cosas que no se veían en aquel tiempo, pero que fueron reveladas a Noé; y Noé creyó a Dios.

Miren lo que nos dice el capítulo 34 del Éxodo, cuando Moisés subió por segunda vez al Monte para… con unas tablas de piedras que él preparó, porque las primeras Dios las cortó de la roca, las preparó Dios; las segundas tablas le tocó a Moisés cortarlas y prepararlas como estaban las primeras; o sea, fue una labor difícil para Moisés, y tenía poco tiempo para hacerlo. Capítulo 34 del Éxodo, dice:

«Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.

Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.»

O sea, tenía poco tiempo. Le dice: «Para mañana,» así que el día antes tenía él que cortar las tablas, alisarlas, prepararlas como estaban las primeras, para subir a la cumbre del Monte Sinaí. ¿Cuántos de ustedes han subido al Monte Sinaí, a la cumbre? ¿Verdad que da trabajo? ¿Como cuántas horas toma subir? Y sube uno muy cansado; y eso actualmente, ¿cómo sería en aquel tiempo que no estaba preparado quizás el lugar para subir fácilmente? Pero ese Monte era llamado el Monte de Dios en aquel tiempo, y puede seguir siendo llamado «Monte de Dios,» porque ahí apareció Dios a Moisés. Y tenía mucho trabajo Moisés:

«Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana (o sea tempranito, por la mañana) al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.

Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte.

Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra

(y pesan, dependiendo el tamaño y el espesor de ellas).

Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová

(Dios proclamando Su Nombre).

Y pasando Jehová por delante de él, proclamó

(ya en el idioma en que lo hizo, esta es una traducción)… proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira…»

Tardo para la ira, ¿ven? Da oportunidad al ser humano. No trae la ira apresuradamente, sino que le da tiempo al ser humano para que escuche el aviso de parte de Dios, recapacite, y se arrepienta delante de Dios antes que venga la ira de Dios.

«…tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado…»

Y si dice que perdona, entonces da tiempo al ser humano para que se arrepienta, para perdonarlo; porque eso es lo que Dios quiere: tener misericordia de las personas y perdonar a las personas.

«…y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.»

O sea, que el pecado que cometen los padres, luego pueden recibir castigo por ese pecado los hijos o los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación; o sea, la consecuencia del pecado de una persona puede tenerla también sus hijos o sus nietos o sus bisnietos, hasta la cuarta generación.

Recuerden que en la persona, en un hombre, está en sus lomos sus hijos que va a tener, también sus nietos y sus bisnietos; habla algo de que están en la persona sus hijos, sus nietos y sus bisnietos. Tenemos el caso de Abraham cuando diezmó a Melquisedec en el capítulo 14 del Génesis, ahí Dios le dio pan y vino a Abraham. En el capítulo 7 de Hebreos, explicando San Pablo en el capítulo 7 de Hebreos, dice, verso 1 en adelante para tener el cuadro claro, dice:

«Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo,

a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz

(Rey de Salem: Rey de paz. Salem, pues, es paz);

sin padre (por lo tanto, si es sin padre, pues, es eterno)… sin padre, sin madre, sin genealogía (por lo tanto antes que Él tampoco hubo nada, o sea que no viene de alguien; y entonces, ¿quién es Éste? Es Dios); que ni tiene principio de días, ni fin de vida (es eterno, el Dios Todopoderoso, El Eterno), sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.»

Este es el Sumo Sacerdote del Templo celestial. En Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, dice: «Grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne.»

Era el mismo Dios en la forma de un hombre, pero de otra dimensión, el Sacerdote del Templo celestial:

«…sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.»

Ese es el Sumo Sacerdote del Templo celestial, el cual es Cristo, porque el Sumo Sacerdote Melquisedec, el cual aparece a Abraham, es Dios en Su cuerpo angelical apareciéndole a Abraham, y el cuerpo angelical de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical: el Ángel del Pacto, el que luego le dio la Ley a Moisés en el monte Sinaí, porque la Ley fue dada por comisión de Ángeles, el Ángel del Pacto allí en el Monte Sinaí, y ángeles de Dios allí presentes, ejército celestial allí presentes. Por eso Cristo dijo en el capítulo 8, verso 56 al 58, de San Juan:

«Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.»

Y no les explicó. Pensaban que estaba loco, porque si usted dice: «Antes que Abraham fuese, yo soy,» van a decir que usted está loco. Pero todos los creyentes en Dios, todos los creyentes en Cristo, estaban en Cristo cuando Él estuvo aquí en la Tierra, y todos los creyentes en Cristo estaban en Cristo, antes de Cristo venir a la Tierra. Eso no es entendible humanamente, pero es bíblico.

Estábamos en Dios desde antes de la fundación del mundo escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que es la sección del Libro de la Vida donde están los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo, y que por consiguiente son los que recibirían a Cristo como único y suficiente Salvador, y son los que no se pueden perder en ningún momento, esas son las personas de las cuales Cristo dice en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30: «Mis ovejas oyen mi Voz…» ¿y cuál es la Voz? El Evangelio de Cristo hablado por el Espíritu Santo a través de los que predican por el Espíritu Santo el Evangelio de Cristo, el Evangelio de nuestra salvación.

«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.»

Aquí podemos ver que no se pueden perder, son los elegidos, los escogidos, los predestinados, por conocimiento previo por Dios. Dios nos conocía desde antes de la fundación del mundo, ¿dónde estábamos? En el pensamiento divino, porque todo lo que Dios hace, primero encontramos que lo piensa. No es como algunas personas que dicen: «Yo no pensé lo que hice,» y por eso se cometen errores. Pero Dios piensa todo lo que va a hacer.

Nadie conoció la mente de Dios sino el Espíritu de Dios que está en Él, y el Espíritu de Dios es el Ángel del Pacto, porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión. El Espíritu de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical, por eso dice la Escritura: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y por Él fueron hechas todas las cosas; sin Él nada de lo que fue hecho, fue hecho.» (San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante). «Y Aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros,» el Verbo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, fue hecho carne y habitó entre la raza humana en medio del pueblo hebreo.

Eso fue Dios en Su cuerpo angelical dentro de un cuerpo de carne llamado Jesús, Dios con nosotros, Emanuel. «Dios ha visitado a Su pueblo porque un gran Profeta se ha levantado entre nosotros,» decían las personas que vieron a Jesús resucitando al hijo de la viuda de Naín, de la ciudad de Naín; Dios visitando a Su pueblo dentro y a través de un velo de carne llamado Jesús.

Ese cuerpo llamado Jesús fue resucitado, glorificado, por eso ya no lo conocemos según la carne, sino a Cristo glorificado. Él no era ni judío ni gentil, era el Verbo hecho carne, fue creado por Dios ese cuerpo de carne, para por medio de ese cuerpo de carne llevarse a cabo la redención del ser humano; fue para ser ése el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, tipificado en el cordero que Abraham sacrificó a Dios en lugar de su hijo Isaac.

Ese es el cordero que sacrificaban en la víspera de la pascua para la preservación de la vida de los primogénitos hebreos, como fue sacrificado en la víspera de la pascua allá en Egipto para la preservación de la vida de los primogénitos hebreos que estaban en los hogares hebreos.

Los egipcios no tenían sacrificio de expiación por el pecado, no tenían sacrificio de un cordero, porque la revelación la tenían los judíos, los hebreos, dada por Dios a través del profeta Moisés, y eso venía desde el tiempo de Adán, que se comenzó a sacrificar animalitos por el pecado, para obtener el perdón y ser cubiertos con la sangre de esos sacrificios, que no quitaban los pecados pero los cubrían, porque todavía no había llegado un Sacrificio perfecto, porque los animales no tienen alma, por lo tanto no eran perfectos esos sacrificios.

Pero Cristo fue presentado como el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo por Juan el Bautista, así lo presentó, ese era el Sacrificio perfecto, el Cordero perfecto, que sería sacrificado para quitar el pecado del mundo, para la preservación de los hijos e hijas de Dios, en el éxodo espiritual que se llevaría a cabo (segundo éxodo); el primero fue físico, que llevó a cabo Dios por medio del profeta Moisés sacando el pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto para llevarlos a la tierra prometida.

El segundo es espiritual: Cristo libertando a Su pueblo, a Sus escogidos, escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, libertándolos del reino de las tinieblas, del reino del maligno, y colocándolos en Su Reino.

Y luego el Tercer Éxodo es para este tiempo, para entrar a la tierra prometida del cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, entrar a la tierra prometida del Reino de Cristo, del Reino de Dios, entrar físicamente; ya hemos entrado espiritualmente, hemos sido trasladados del reino de las tinieblas, del reino del maligno, al Reino del Hijo de Dios (Colosenses, capítulo 1, versos 12 al 25).

Y ahora viene la segunda parte de la redención, la segunda parte de la adopción, para entrar físicamente al Reino de Dios con Vida eterna, en un cuerpo físico con Vida eterna.

Ahora, terminemos de leer este pasaje del Éxodo… ya les dije que los hijos, los nietos y los bisnietos, pueden heredar las consecuencias de pecados de sus tatarabuelos. Por eso cuando le llenan unos documentos, en casos para un seguro o para algunos requisitos en un hospital, o algo, le preguntan: «Su papá, o alguno, su abuelo o algo ¿tuvo cáncer? ¿Tuvo diabetes? ¿Tuvo tal cosa o tal cosa?» ¿Por qué? Porque son cosas que se heredan, consecuencias por problemas que tuvieron algunos, y sobre todo, problemas que entraron a la raza humana con la caída del ser humano.

En alguna ocasión les hablaré más claro de esos problemas de salud que entraron a la raza humana allá en el tiempo de Adán y Eva, y de dónde vinieron esos problemas, cómo entraron a la raza humana, y cómo entró la muerte a la raza humana, con más detalles veremos eso.

Hoy estamos aquí en un estudio bíblico, mañana también, pues los domingos son estudios bíblicos en la escuela dominical en todas las iglesias que creen en Cristo, no importa la denominación, no importa el grupo. Vean:

«…que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos (estos son los nietos), hasta la tercera (generación que son los nietos) y cuarta generación (que son los bisnietos). Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad.

Y él contestó…»

Ahora, vean, Moisés sabiendo cómo era el pueblo, y Dios también, Moisés pide misericordia y que Dios tome al pueblo como Su pueblo y como Su heredad; un pueblo lleno de problemas, pero había una promesa de parte de Dios para la descendencia de Abraham; por lo tanto Moisés está basándose en lo que Dios prometió, en la promesa divina para aquel tiempo; no mirando Moisés los problemas del pueblo, que era un pueblo problemático que hasta lo quiso matar en unas cuántas ocasiones (no menos de diez).

«Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo…»

Ahora, le dice: «Tu pueblo,» porque todavía no lo había adoptado, no lo había tomado como Su pueblo, porque el pacto todavía no estaba hecho.

«Yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo.

Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.

Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti.

Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.

Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.

Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios;

o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas.

No te harás dioses de fundición.»

Ahora, vean todo lo que Dios le ordenó a Moisés para que le ordenara al pueblo. Y ahora, lo de la tercera y cuarta generación, vean aquí el capítulo 7 de Hebreos, que nos detuvimos un poquito, ahora volvemos, retomamos ese pasaje, vamos a tomar el verso 4 en adelante del capítulo 7 de Hebreos, donde estábamos leyendo dice:

«Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.

Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.

Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.

Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor

(o sea, que Dios, que es el mayor, bendijo a Abraham).

Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive

(o sea, de que está vivo, de que vive eternamente, de que no muere).

Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;

porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.»

Dice que está en los lomos de su padre, y todavía Jacob, que es el padre de Leví, todavía no había nacido; y el padre de Jacob, que es ¿quién? Isaac, tampoco había nacido. Estaba Isaac en los lomos de Abraham, y estaba Jacob en los lomos de Abraham, y estaba Leví en los lomos de Abraham. ¿Ve? Ahí tenemos, podemos contar: Abraham (la primera generación), Isaac (la segunda), Jacob (la tercera), y Leví (la cuarta); en la cuarta generación, la cuarta generación corresponde a los hijos de Jacob, contando a Abraham como primera generación.

Si contamos a Isaac como primera generación, pues entonces los hijos de Jacob son la tercera generación; depende cómo usted comience a contar la primera generación.

Pero vean, así las bendiciones que fueron dadas a Abraham y la liberación de su descendencia, se cumplió ¿en cuál? En la descendencia de los hijos de Jacob que formaron las tribus, formaron el pueblo hebreo allá en Egipto, porque cuando salieron de Canaán eran unos setenta a setenta y seis personas, contando también a José y sus hijos con ese grupo, más los siervos que tenía Jacob, ahí, pues, hay que contarlos (si uno quiere), pero si no los cuenta, pues son setenta y algo, setenta a setenta y seis personas.

Y se multiplicaron tan grandemente que vino a ser un pueblo hasta más fuerte, se estaba formando un pueblo más fuerte que el mismo pueblo egipcio; y por eso tuvo miedo el rey o faraón que estaba en aquel tiempo de Moisés, de cuando nació Moisés, y por eso mandó a matar todos los niños; y Moisés es tipo de Cristo; cuando Cristo nació también mandó Herodes a matar a todos los niños de dos años hacia abajo. Y ahí lo vamos a dejar, no vamos a explicar mucho de eso, eso lo vamos a dejar quizás para el Séptimo Sello, cuando sea dado a conocer.

Ahora vean cómo se hereda, por eso las promesas dadas a Abraham, pasan de Abraham a Isaac, de Isaac a Jacob, y de Jacob a los patriarcas, y por consiguiente a toda la descendencia de los patriarcas, de los doce hijos de Jacob. Y la Bendición de la Primogenitura, como tiene una doble porción, lo que le tocaba al mayor entonces le fue pasado a José a través de los hijos de José. Así que la bendición de Rubén, que era el primogénito, por cuanto deshonró a su padre, no fue fiel a su padre, en algo que dice aquí, Primera de Crónicas, capítulo 5, verso 1 en adelante, dice:

«Los hijos de Rubén primogénito de Israel (o sea primogénito de Jacob, Israel) (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito;

bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José)…»

Por eso, siendo la Bendición de la Primogenitura una bendición doble, una porción doble, José, la tribu de José, está compuesta de dos tribus: la tribu de Efraín y la tribu de Manasés. ¿Ven lo sencillo que es? Y esa Bendición de la Primogenitura se requiere para la restauración del Reino de David. Por eso cuando fue dividido el Reino de David, diez tribus le fueron dadas a Jeroboam, descendiente de la tribu de Efraín, y quedaron dos tribus solamente para Judá, para el Reino de David en el tiempo de Roboam, hijo de Salomón.

Tienen que juntarse nuevamente los dos palos: el palo de Judá y palo de José (o palo de Efraín), que representan, el palo de Judá a las dos tribus que le quedaron al Reino de David; y el palo de Efraín o palo de José que representa y que corresponde a las diez tribus que le fueron dadas a Jeroboam.

Todo eso hay un misterio para la restauración del Reino de David, no es así porque sí, porque las naciones quieran que el Reino de David sea restaurado; es un Programa Divino, y Dios es el que lo hará en la forma en que Él lo ha programado desde antes de la fundación del mundo, y eso está en el capítulo 9 de Isaías, que dice que «el celo del Señor hará esto,» o sea, que no será una obra humana, sino una Obra divina; para lo cual el Mesías, cuando sea recibido por el pueblo hebreo, será el que hará estas cosas.

Mientras tanto… y traerá la paz. Mientras tanto, no habrá paz para Israel, no habrá paz de Dios, porque la paz de Dios para Israel está en el Reino de David y la traerá el Mesías Príncipe, para lo cual vendrá Elías en su quinta manifestación proclamando la paz imperecedera que dará Dios a Israel en la restauración del Reino de David. Por eso Israel está esperando a Elías. Y cuando explican acerca de Elías proclamando la paz imperecedera, dicen que será un hombre de este tiempo, un hombre del tiempo en que se cumpla esa profecía, que no será Elías literalmente.

Así que… y también el reverendo William Branham, en la página 399 del mensaje de «Los Sellos» en español, en esa versión, dice que será un hombre de este tiempo. Siempre que un ministerio o un profeta que vino a la Tierra y tuvo su ministerio, cuando es anunciado que vendrá de nuevo, será el espíritu ministerial de ese hombre operado por el Espíritu Santo en otro hombre. Así siempre ha sido.

Ahora, podemos ver este tema: «DIOS DIFIERE SU IRA.» Cómo han habido ya ocasiones en que Dios lo ha hecho, por lo tanto, eso no es extraño que lo haya hecho también en nuestro tiempo; y gracias a Dios por eso, porque por eso estamos todavía aquí en esta Tierra vivos. Si no difiere Su ira, ya desde la década del ‘60 no tendríamos ciudades, no tendríamos gente viviendo; pero por causa de los escogidos, vean, Dios ha estado haciendo eso.

Como en el tiempo de Noé, Dios le dijo a Noé que iba a destruir la Tierra, al ser humano, pero desde que se lo dijo hasta que se cumplió transcurrieron unos ciento veinte años: la paciencia de Dios en lo que se preparó el Arca para que se salvaran las personas que luego vendrían a comenzar una nueva civilización: Noé y su familia.

Así está sucediendo en nuestro tiempo. Recuerden que Cristo dijo: «Como fue en los días de Noé, así será la Venida del Hijo del Hombre, que comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, y no entendieron.» ¿Qué no entendieron? El Programa de Dios, y no entendieron y vino el diluvio y se los llevó a todos; vino la ira de Dios, el juicio divino, que es tipo y figura, aquel juicio divino, es tipo y figura de los juicios divinos que vendrán en la gran tribulación, es tipo y figura de la ira de Dios que ha de caer sobre la raza humana como cayó en aquel tiempo. Y también dijo que será como en los días de Lot, como en los días de Sodoma y Gomorra; tampoco entendieron, y cayó fuego del Cielo y los quemó a todos.

Y caerá fuego del Cielo, tanto con bombas atómicas que están preparadas, fueron preparadas para ese propósito, y los volcanes también estarán en erupción, los problemas del calentamiento global, que llegará un momento en que el sol será tan caliente, o calentará tanto… recuerden que la capa de ozono ya está rota, y ese agujero va creciendo cada día más por causa de las emanaciones de las industrias y otros problemas más que causan todos estos problemas en la capa de ozono. Y no hay costurero, no hay sastre, que la pueda arreglar.

Cada día es mayor, y saben que en la América Latina y por esa ruta de la América Latina hacia ese agujero, salen, los rayos del sol están pasando sin estar filtrados por esa área y está afectando gravemente a países latinoamericanos.

Por lo tanto, eso es una señal muy grande, una señal en el Cielo de un grave peligro que se va aumentando cada día. Por eso ustedes ven que la temperatura ha aumentado en el planeta Tierra, cada día se pone más caliente el planeta Tierra, y eso es una señal mala, de juicio, que se está avecinando.

Es como cuando usted va en el automóvil y se le calienta el auto en el tráfico, ya no es buena señal, y usted ve que la aguja sube al máximo y prende ya la lucecita (si tiene luz que avise), ya esa no es una buena señal. El líquido del radiador, ya sea agua u otro líquido, se desaparece también o la bomba del agua se dañó, algo pasó, y ya se le sale el líquido por la parte de abajo y hasta por el tapón de arriba, por el escape que tiene, cuando sube mucho la presión tiene una válvula que da lugar a que salga la presión un poco, y sale líquido también ahí.

Y le han estado sacando el petróleo, y también mucha agua ha sido sacada, y como bajo la Tierra es como un radiador, que corren los ríos y todo eso, y los lagos de petróleo están abajo, entonces todo eso causa que aumente la temperatura en la Tierra, y los volcanes en erupción y un sinnúmero de cosas, y el sol calentando más o entrando por causa de la capa de ozono que está rota, (tiene un agujero grande), y otros problemas, el planeta Tierra está ya como un auto que se está calentando más de lo que debe. Y un buen chofer para el auto y busca cómo repararlo antes que se dañe el motor.

Ahora, ¿han hecho así los gobiernos del planeta Tierra: parar todo lo que estaba causando el calentamiento global para evitar que siga calentándose? Si no lo han hecho, pasará como le pasa al chofer que no se detiene para resolver el problema y luego continuar su viaje. Dicen que se le funde el motor del carro, y si no detienen lo que causa esos problemas, pueden fundir el planeta Tierra, y más con las bombas atómicas que están preparadas, si explotan, el calentamiento global aumenta.

Pero recuerden que todo eso va a explotar, y por otro lado, va a enderezar el planeta Tierra. O sea, que una tercera guerra mundial, en ese sentido, lo cual será un problema grande, luego va a causar que la Tierra se enderece, y luego la temperatura en el Reino milenial va a ser, digamos, de 70 grados [Fahrenheit], que vendrían a ser como 20 grados [Celsius], no más de 25 grados, la temperatura del planeta Tierra, como era en el tiempo de Adán y Eva, como era en el tiempo antes del diluvio.

O sea, que a larga todo va a obrar para bien para el Reino de Dios y para todos los creyentes en Cristo y para todos los que vivirán en el Reino del Mesías. Gracias a Dios que Dios ha diferido Su ira y por eso estamos todavía aquí.

Pero cuando se complete el número de la Iglesia y sean resucitados los muertos creyentes en Cristo y los vivos sean transformados, se acabó el tiempo de espera. Luego vendrá el rapto o arrebatamiento de la Iglesia, y la ira de Dios caerá sobre la Tierra. Pero es avisado primero lo que ha de venir sobre el planeta Tierra. Dios ha diferido Su ira, pero hasta cierto tiempo.

Por lo tanto, adelante trabajando en la Obra del Señor, llevando a cabo todo el Programa Divino, evangelizando, predicando el Evangelio de Cristo, llevando la Palabra, para que sean llamados y juntados los escogidos que faltan y se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, para que la bendición de Dios sea sobre muchas personas, muchas comunidades, muchos pueblos.

Sabemos que una bendición grande está prometida para el Cristianismo, para la Iglesia del Señor. Sabemos que hay una bendición grande, va a haber una manifestación grande en medio del Cristianismo, y el poder de Dios va a ser visto en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo. Hay una promesa grande también de la Venida del Señor para la resurrección y la transformación de los vivos y resurrección de los muertos en Cristo y arrebatamiento o rapto de la Iglesia, para lo cual se requiere que tengamos fe, la fe para ser transformados y raptados; y fe es revelación.

No puede tener fe si no tiene una revelación de parte del Cielo. Eso lo mostró cuando Pedro dijo: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente,» y Cristo le dice: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás; porque no lo te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo.» ¿Por qué Pedro creía en Jesús como el Mesías? Porque había recibido la revelación del Cielo; tenía esa revelación, y por eso creía, porque fe es revelación; sin una revelación, sin la revelación, la persona no puede tener fe, porque la fe viene por el oír la Palabra del Señor, y ahí obtiene la revelación divina.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final; y pronto veamos la manifestación poderosa del Señor Jesucristo en medio de Su Iglesia.

Hay promesas muy grandes para la Iglesia del Señor Jesucristo. Bienaventurados los que trabajan en y basados en esas promesas correspondientes a este tiempo final, eso es estar trabajando como Cristo dijo: «¿No sabéis que en los negocios de mi Padre me conviene estar?» ¿Cómo estaba? Trabajando en ellos. ¿Qué eran los negocios del Padre? Era trabajar en lo que Dios había prometido, cumpliendo lo que Dios había prometido, eso era lo que Cristo hacía: cumpliendo lo que Dios había prometido para aquel tiempo, y trabajar en lo que Dios ha prometido es estar trabajando en los negocios del Padre.

Es importante saber cuáles son las promesas de Dios para el tiempo en que uno vive y trabajar en ellas. El que está trabajando en la predicación del Evangelio de Cristo, llevando el Evangelio de Cristo por todos los lugares, está trabajando en los negocios de Cristo, en los negocios del Padre, el cual es cumplido por el Espíritu Santo a través de las personas que evangelizan, y así por el estilo, porque están predicando por el Espíritu Santo el Evangelio. Así son todas las cosas en el Reino de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Bueno, que Dios les bendiga y hasta mañana Dios mediante, en donde nos veremos nuevamente con la conferencia correspondiente a mañana, Dios mediante, que también será un estudio bíblico como siempre tenemos y como siempre se hacen los domingos en todas las iglesias del Cristianismo, siempre el domingo, exceptuando algunas que lo hacen el sábado, la mayor parte el estudio bíblico lo tienen el domingo en la mañana.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Con ustedes nuevamente el reverendo José Benjamín Pérez para continuar.

«DIOS DIFIERE SU IRA.»

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