Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Es un privilegio grande estar con ustedes, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para esta ocasión vamos a leer el capítulo 10 del Apocalipsis, que es un pasaje muy importante, y es profético, una profecía; dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.
Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.
Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.
La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL ÁNGEL FUERTE CON EL ARCO IRIS SOBRE SU CABEZA, JURANDO QUE EL TIEMPO YA NO ES MÁS”.
Así que la atención para el tema de hoy es: El Ángel Fuerte, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo con el Librito abierto en Su mano.
Para poder comprender este pasaje, vamos a Ezequiel, en donde tenemos lo mismo, pero allá en el Antiguo Testamento. Y nos dice en Ezequiel, capítulo 3, dice:
“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel (o sea, al reino del norte).
(…) Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel”.
Ahí está pasando lo mismo que en Apocalipsis, capítulo 10. Dios aquí a Ezequiel le está dando un Libro, que en esos tiempos era en forma de rollo; no como en la actualidad, que lo tenemos así…, esta forma de libro que usamos en la actualidad. Y ahora, dice Dios que se coma – tome ese Libro y lo coma, ese rollo, lo coma y le hable a la casa de Israel, pero también le dice: “Y alimenta tu vientre”. “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”[1]. Es un Libro que contiene la Palabra de Dios y contiene las cosas que van a suceder. Y para profetizar, pues tiene que comerse él esa Palabra que le es dada, que contiene lo que él va a profetizar a la casa de Israel. Y dice que lo tomó y lo comió, y fue dulce como la miel; lo mismo que de Apocalipsis, capítulo 10.
“Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras (o sea, con esas palabras que están en el Libro que él se comió).
Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel.
No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.
Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.
He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.
Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.
Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos.
Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.
Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar”.
Esa experiencia que pasó allí Ezequiel es paralela a la que está pasando Juan el apóstol en Apocalipsis, capítulo 10. El Librito contiene la Palabra de Dios, y con esa Palabra se alimenta el profeta y le es dulce en su boca; y con esa misma Palabra le habla al pueblo, le profetiza al pueblo; lo mismo es en Apocalipsis, capítulo 10.
El Librito abierto en la mano del Ángel que desciende del Cielo con el arco iris sobre Su cabeza, vean, ese Ángel es Cristo, el Ángel del Pacto, Cristo en Espíritu Santo, Cristo en Su cuerpo angelical; y viene ¿de dónde? Del Cielo, en donde toma en Apocalipsis, capítulo 5, el Librito que estaba sellado con siete Sellos y estaba en la diestra del que está sentado en el Trono; o sea, lo toma de la diestra de Dios, de la diestra del Padre, donde ha estado desde que Adán y Eva pecaron; y ese Libro —que es el Título de Propiedad, el Libro de la Redención, el Título de Propiedad de la vida eterna y de toda la Creación— regresó a las manos de Dios.
Y ahora, ahí están escritos los nombres de todos los hijos e hijas de Dios, que serían enviados a la Tierra, esas almas de Dios que se habían perdido por causa de la caída en el Huerto del Edén; y ahora serán redimidas por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y restaurados a la vida eterna. Y Cristo tiene que estar en el Cielo, en el Trono del Padre, Trono de Intercesión, como Sumo Sacerdote, con Su propia Sangre intercediendo por esas personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en ese Libro sellado con siete Sellos.
Y cuando haya redimido hasta el último que tiene su nombre escrito ahí, hasta el último escogido que formaría Su Iglesia – o que completaría, con el que completaría Su Iglesia, luego Cristo habrá terminado Su Obra de Redención, Su Obra de Intercesión, para luego salir del Trono de Intercesión, tomar ese Libro…; sale y se convierte en el León de la tribu de Judá.
Por eso el anciano le dice a Juan en el capítulo 5 del Apocalipsis: “Juan, no llores. He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido para tomar el Libro y abrir sus Sellos”. Y Juan cuando mira, lo que ve es un Cordero; pero ambos vieron lo mismo, pero desde una perspectiva diferente.
Juan lo vio, vio a Jesucristo, y el anciano también vio a Jesucristo; pero Juan lo vio como Cordero y el anciano lo vio como León; porque Juan lo conocía como Cordero de Dios para la Dispensación de la Gracia, y como Sumo Sacerdote haciendo intercesión en el Cielo; pero el anciano lo vio como León, porque ya había terminado Su Obra de Intercesión, y ahora se convierte en Rey y Juez de toda la Tierra; por lo cual, toma el Título de Propiedad para hacer Su reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, como Cordero de Dios y Sumo Sacerdote.
Y cuando eso sucede, el tiempo de redención (el tiempo para las personas venir a Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo, y producir en ellos el nuevo nacimiento) ya ha terminado; ya esa puerta de la Dispensación de la Gracia estará cerrada, que es lo que dice en la parábola de las diez vírgenes[2].
Lo cual nos muestra que cuando las vírgenes insensatas regresan, y encuentran que ya las vírgenes prudentes entraron, y la puerta se cerró, entonces comienzan a clamar para que les sea abierta la puerta; pero les es dicho que no son conocidas por el Esposo: “No os conozco”. No fueron conocidas o reconocidas como parte de la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo, que son las que entrarían con Él a las Bodas y la puerta sería cerrada.
También tenemos aquí en San Lucas, capítulo 13, versos 22 en adelante, otro pasaje que nos habla de lo mismo; dice:
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.
Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos”.
Ahora, podemos ver lo triste que va a ser cuando el Padre de familia, que es Cristo, cierre la puerta; y la puerta es Cristo, dijo Él mismo en San Juan, capítulo 10, verso 9: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y hallará pastos”, o sea, alimento para el alma. También en San Mateo, capítulo 7, versos 13 al 15, nos dice que la puerta angosta es por la cual… (vamos a leerlo), son pocos los que hallan esa puerta, y son pocos los que entran por esa puerta; y también nos habla del camino angosto. Dice, capítulo 7, verso 13 al 14, de San Mateo:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella (o sea, por la puerta ancha, por la puerta que lleva a la perdición);
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
La puerta es angosta y el camino es angosto, la puerta y camino que lleva ¿a dónde? A la vida eterna.
Y ahora, hemos visto que a través de estos dos mil años en donde la Dispensación de la Gracia ha estado vigente, millones de personas han entrado por la Puerta angosta, o sea, por Cristo, que es esa Puerta angosta, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y han estado en el camino que lleva a la vida eterna, que es Cristo, caminando con Cristo nuestro Salvador, estando en el camino del Señor, que es Él mismo.
Y ahora, tenemos que para cuando este Ángel Fuerte desciende del Cielo con el Librito abierto en Su mano, ya habrá terminado el tiempo de redención; o sea, el tiempo en donde las personas tienen la oportunidad de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y recibirlo como su único y suficiente Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego, y producir en ellos el nuevo nacimiento.
Ya para obtener salvación y vida eterna, y venir a formar parte de la Iglesia, ya no habrá tiempo; ya estará completada la Iglesia del Señor, el Templo espiritual de Cristo: Ya todos los escogidos, que han sido enviados del Cielo (sus almas vienen del Cielo, son las ovejas del Padre), ya todos estarán reunidos en el Redil del Señor, desde los primeros hasta los últimos. Los primeros pues ya fueron reunidos en el Redil del Señor, Su Iglesia, y ya terminaron su tiempo en la Tierra, y están en el Paraíso.
Y para este tiempo corresponde a los escogidos del tiempo de la Edad de la Piedra Angular, la etapa de oro, la Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20.
Cristo ha estado en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, en medio de Su Iglesia, y de etapa en etapa ha enviado un mensajero a través del cual se ha manifestado y ha traído la Palabra para el pueblo; la Palabra le ha sido dada al mensajero, el mensajero la ha captado, la ha creído y la ha proclamado; y en la misma forma que ha sucedido con el mensajero, sucede con todos los demás que reciben esa Palabra; y vienen a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo en y para la edad en que es enviado ese mensajero.
Ha sido el Espíritu Santo manifestado por medio de carne humana en los mensajeros diferentes que Él ha enviado. Para el Día Postrero el Espíritu Santo, Cristo, el Ángel del Pacto, vendrá a esa edad de oro manifestado también por medio de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas las cosas correspondientes a este tiempo final, y se hará carne; o sea, tendrá un velo de carne el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, que será el mensajero del Día Postrero, para a través de él hablar; dándole primero ese Librito que Él toma en el Cielo, lo abre y lo trae a la Tierra, ese Título de Propiedad que tuvo Adán de parte de Dios, y perdió el derecho a tenerlo y Dios lo tomó nuevamente, el Título de Propiedad de la Vida eterna, el Título de Propiedad de toda la Creación, donde están escritos los nombres de todos los hijos e hijas de Dios, de todos los escogidos, de todos los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo, que son los hijos que Adán y Eva tenían que traer a esta Tierra.
Y ahora, por medio del segundo Adán y la segunda Eva vienen a ser manifestados en la Iglesia del Señor Jesucristo como hijos e hijas de Dios. Por eso es la congregación de los santos, la congregación de los elegidos de Dios, de los primogénitos escritos en el Cielo[3], en el Libro de la Vida del Cordero; esas son las ovejas que se habían perdido; y ahora, han sido redimidas por Cristo nuestro Salvador.
Y ahora, estaremos viendo en el tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular, al Ángel Fuerte que desciende del Cielo con el Librito abierto en Su mano y con el arco iris sobre Su cabeza; el arco iris representa el Pacto de Dios.
Y ahora, ese Ángel viene con el Pacto Divino. Es Cristo viniendo en Espíritu Santo, o sea, en Su cuerpo angelical, y dándole al instrumento que Él tendrá en la Tierra, dándole ese Título de Propiedad para que se lo coma; y luego dice que profetice sobre muchos pueblos, lenguas y reyes.
La Palabra profética para el Día Postrero será traída por el Espíritu Santo. Como siempre lo ha hecho el Espíritu Santo a través de diferentes profetas, ahora para el Día Postrero la traerá por el que va a recibir y comerse ese Título de Propiedad. Y será la primera ocasión en que un hombre se coma el Título de Propiedad. Y por eso es que tendrá que venir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, para regresar, ser restaurados físicamente a la vida eterna.
Por eso es tan importante la Venida del Ángel Fuerte con ese Título de Propiedad; Título de Propiedad de la vida eterna, Título de Propiedad de toda la Creación. Ahí es donde será efectiva la Palabra profética de Cristo, que dice:
[Apocalipsis 2:26] “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre (en la misma forma. Y dice); y le daré la estrella de la mañana”.
¿Qué es la Estrella de la Mañana? Es la Columna de Fuego, el Espíritu Santo. Ese es el Sello del Dios vivo, con el cual viene el Ángel Mensajero de Apocalipsis, capítulo 7, para llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
De las tribus del norte, que es el reino de Israel, son (10 por 12, ¿cuánto es? 120, ¿no?) 120.000 del reino del norte. Y del reino del sur, del reino de Judá, por cuanto son dos tribus, ¿cuántos son? 24.000 del reino del sur. Esos son los escogidos de Israel, del reino de Israel y del reino de Judá.
Y será bajo el ministerio del Espíritu Santo operado en ese mensajero que viene con el Sello del Dios vivo, que todo eso va a suceder.
Y por cuanto son los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis 11, que aparecen y que surgen luego que el Ángel Fuerte viene con el Librito abierto y lo da a un hombre para que se lo coma, y después le dice que profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; y luego la profecía viene en Apocalipsis 11, que le corresponde a los Dos Olivos, a los ministerios de Moisés y Elías; ¿operados por quién? Por ese mismo Ángel Fuerte que desciende del Cielo, operado a través de carne humana, para llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
Y ahora, podemos ver lo importante que es entender quién es ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo con el arco iris sobre Su cabeza y un Librito abierto en Su mano.
Ya vimos que es el Libro de los Siete Sellos, que ya fue abierto en Apocalipsis, capítulo 5, y… Fue tomado en Apocalipsis, capítulo 5; abierto en Apocalipsis, capítulo 6; y también el Séptimo Sello abierto en el capítulo 8, verso 1 de Apocalipsis.
Y ahora, conociendo ya este misterio del Ángel Fuerte con el arco iris sobre Su cabeza jurando que el tiempo no será más, o que el tiempo ya no es más, vean, el tiempo de la Dispensación de la Gracia llega a su final, el tiempo para llamar la gente para que reciban a Cristo y vengan a formar parte de la Iglesia, terminó; pero la Tercera Etapa que viene en ese tiempo, vean, impactará a los escogidos de la Iglesia que todavía estarán aquí en la Tierra, impactará a las vírgenes insensatas también (pero ya no tendrán oportunidad para ser transformadas y llevadas con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque ya la puerta estará cerrada), e impactará también al mundo entero y también al pueblo hebreo.
Y ahora, el tiempo ya no será más, dice la Escritura, cuando ese Ángel Fuerte desciende del Cielo y clama como cuando un león ruge y siete truenos emiten sus voces. Es la Voz del Ángel Fuerte, la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo hablándole a Su Iglesia por medio del velo de carne que Él tenga en la Tierra, al cual le da el Título de Propiedad para que profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas.
Y para el tiempo en que Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, ya el tiempo de redención, para ser redimidos por la Sangre de Cristo y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia, ya terminó.
Entonces vienen otras etapas que tienen que ver con la humanidad, con los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra, que serán dados a conocer cuáles serán y cómo van a ser. Y por consiguiente, el Espíritu Santo estará advirtiendo por medio del velo de carne que se come ese Título de Propiedad, le estará advirtiendo a la humanidad las cosas que han de suceder, los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra.
Y si prestan atención a esas cosas que van a suceder: si es dicho que tal lugar va a ser destruido, y prestan atención, pues se van a otro lugar para evitar ser destruidos; pero si se quedan, son destruidos. Y al principio quizás no crean mucho; pero después que vean ya que las cosas suceden, entonces van a prestar atención.
Ahora, será siempre como ha sido en otras ocasiones: la manifestación de Cristo en Espíritu Santo por medio de un velo de carne dispensacional, un profeta mensajero dispensacional para la dispensación séptima, la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino; porque con el Mensaje del Evangelio de la Gracia, se proclama la misericordia de Dios para los seres humanos; pero los juicios divinos son proclamados, dados a conocer, bajo la predicación del Evangelio del Reino, que será el Mensaje que estará predicando cuando se coma el Título de Propiedad.
En ese Mensaje del Evangelio del Reino estarán todas esas cosas que van a suceder, dando a conocer el juicio que ya Dios ha dictado en el Cielo. Luego de juzgar, dicta el juicio, o sea, declara sentencia, se da a conocer la sentencia; y después ya ocurren las cosas. Tan simple como eso.
Y ahora, podemos ver el por qué en Apocalipsis, capítulo 8, cuando es abierto el Séptimo Sello, luego ahí aparece lo que va a suceder. Recuerden que el Séptimo Sello es la Venida del Señor, o sea, la Venida de ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo. Y en el verso 5 de Apocalipsis, capítulo 8, dice:
“Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto (eso es juicio divino viniendo, cayendo sobre la Tierra)”.
Y ahora, conociendo ya el misterio del Ángel Fuerte con el arco iris sobre Su cabeza, “jurando que el tiempo ya no es más”, entonces, mientras todavía Cristo está en el Trono de Intercesión en el Cielo, el cual todavía está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión, los que no han recibido a Cristo como Salvador necesitan aprovechar el corto tiempo que queda antes de que se cierre la Puerta de la misericordia, antes que sea demasiado de tarde y Cristo cambie de Cordero y Sumo Sacerdote a Juez y León de la tribu de Judá; antes que Cristo cambie a Rey, a León; porque como León Él es el León de la tribu de Judá, el Rey de reyes y Señor de señores, Él es la raíz y el linaje de David, y Él es la Estrella resplandeciente de la Mañana (Apocalipsis, capítulo 22, verso 16).
Y ahora vean, lo que habíamos dicho de Apocalipsis, capítulo 2, verso 28: “Y le daré la Estrella de la Mañana”, ahora Cristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice que Él es la Estrella resplandeciente de la Mañana; o sea que el Vencedor va a recibir a Cristo, Cristo va a estar en Él, Él va a tener a Cristo, va a tener la Estrella resplandeciente de la Mañana, para resplandecer en un nuevo día dispensacional.
Y entonces ese cántico que escuchamos, el último cántico que escuchamos, antes de… mientras estaba Miguel, antes de yo comenzar: “Por el este ya se ve una luz aparecer”…; ese fue escrito allá en Jerusalén en una madrugada en donde comenzaba a verse una claridad por el este; y luego también se estaba viendo la estrella de la mañana por el este, hasta que apareció por el mismo este, por esa misma claridad surgió el sol; de esa experiencia fue hecho ese himno, ese cántico.
Y ahora, cuando estuve – he estado en estos días en Jerusalén, o en cada ocasión que voy, en el mismo hotel que me quedé, el Hotel Moriah, allí mismo me he quedado siempre, y por consiguiente estoy pendiente en algunas madrugadas a que salga esa claridad por el este, y luego ver el sol saliendo. Ese es un cántico profético.
Y cuando ustedes vean a los judíos, a Israel, interesándose y vean que estarán interesados en saber acerca del Ángel Fuerte en Su manifestación final, aunque no lo entiendan, pero van a ser atraídos, impactados, cuando ustedes estén viendo eso, recuerden: Por el este ya se ve una Luz aparecer.
Como fue en el tiempo en que Jacob se encontró con el Ángel, con este mismo Ángel que desciende del Cielo, y luchó con él toda la noche; y ya cuando estaba rayando el alba, el Ángel le dice: “Suéltame, tengo que irme”, se tenía que ir[4].
Así también será en este tiempo final, porque para este tiempo final hay que ir para la Cena de las Bodas del Cordero. Y ustedes saben que cuando usted tiene un compromiso para una… un compromiso bien importante, ya sea fiesta o algún otro compromiso, y hay alguien que lo está aguantando, aunque sea una visita, usted trata de decirle: “Lo siento mucho; te puedes quedar aquí, vas a tener de todo, pero yo tengo que irme, tengo un compromiso”. Y si le…: “¡No, pero no te vayas!”.
—“Es que tengo compromiso, tengo que irme. En palabras más claras, el compromiso que tengo, aunque tú eres importante, es más importante, porque ya es un compromiso que ya yo hice antes de hacer compromiso contigo”.
Y Jacob le dice: “Yo no te voy a soltar hasta que tú me bendigas”. Era lo único que él quería: la bendición de Dios. Y eso es lo que estará pasando con el pueblo hebreo, con esos 144.000, cuando ellos vean la cosa correcta, o sea, al Ángel Fuerte que desciende del Cielo, al Ángel del Pacto, al mismo que los libertó de la esclavitud en Egipto, el Ángel donde está el Nombre de Dios. Cuando lo vean manifestado en el que se come el Libro, dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando”.
Pero Él no viene por ellos, viene por Su Iglesia, por Su Novia, porque es el tiempo para la Iglesia-Novia que murió ser resucitada en cuerpos eternos; y los que están vivos ser transformados; pero van a ser impactados por la Venida de este Ángel Fuerte en Su manifestación final; y ahí es que ellos van a recibir una bendición, como Jacob la recibió. De lo cual pues no vamos a hablar mucho, para que no se interrumpa lo que Dios tiene con ellos para muy pronto, lo cual pues vamos a ver ese comienzo, pero nos tendremos que ir: nos tendremos que ir a la Cena de las Bodas del Cordero, y todos queremos estar listos para ir.
Para lo cual, el Ángel Fuerte cuando clama como cuando un león ruge y siete truenos (¿ven que viene como León?)…, y siete truenos emiten sus voces; o sea que es la Voz de Cristo como León, como Rey, clamando, rugiendo. Y cuando un león ruge nadie entiende, pero saben que hay peligro; nadie se quiere quedar por ahí porque hay peligro; pero no hay problema porque nos vamos a ir a la Cena de las Bodas del Cordero, donde vamos a estar seguros.
La Voz de Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces, es la Voz de Cristo, del Espíritu Santo hablando. Y eso que habla es lo que la humanidad va a escuchar por medio del velo de carne donde Él esté manifestado.
Donde se haga carne, donde tenga un velo de carne, o el velo de carne que tenga, ahí estará la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia primero, y abriéndole el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, que es el misterio de la Venida del Señor, de la Venida del Ángel Fuerte. Y eso le va a dar la fe, la revelación, para ser transformados y raptados a los que van a ir a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahí es donde está y donde recibe —la Iglesia que va a ser transformada y raptada—, ahí es donde recibe la fe, la revelación, para transformación y rapto.
Así como alrededor de la Primera Venida de Cristo, proclamada en el Evangelio de Cristo, está la fe, la revelación, para recibir la transformación interior (recibir a Cristo): recibiendo a Cristo, y recibiendo Su Sacrificio como el Sacrificio de Expiación por nosotros, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu. Y así obtenemos la salvación y vida eterna, obtenemos esa transformación interior.
Pero para la transformación física, esa transformación física está sellada dentro del Séptimo Sello, está dentro de la Venida del Señor a Su Iglesia.
Y solamente siendo abierto ese misterio por el Espíritu Santo, a través del velo de carne que tenga, será que conoceremos ese misterio, lo creeremos y esperaremos nuestra transformación.
Porque Él viene para nuestra transformación y arrebatamiento al Cielo para ir con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
Todo gira alrededor de ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo, todo gira alrededor de la Venida de ese Ángel, que es el Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical; el cual, en palabras más claras, es el Espíritu Santo; porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.
Recuerden que el Señor Jesucristo es el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, Él es el Ángel del Pacto, y ahí pues desciende en Espíritu Santo, o sea, en cuerpo angelical.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL ÁNGEL FUERTE CON EL ARCO IRIS SOBRE SU CABEZA, JURANDO QUE EL TIEMPO YA NO ES MÁS”.
[Revisión junio 2024]
[1] Deut. 8:3, Mt. 4:4, Lc. 4:4
[2] San Mateo 25:1-13
[3] Hebreos 12:22-23
[4] Génesis 32:24-32