El crecimiento de los niños

Muy buenos días, cachorritos del León de la tribu de Judá, del Rey de reyes y Señor de señores. Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, nuestro hermano mayor, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto todos recibamos el nuevo cuerpo, jovencito y eterno, representando de 18 a 21 años de edad, para vivir con Cristo por toda la eternidad. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Hubo un niño muy especial que vino a la Tierra hace dos mil años atrás, el cual es el ejemplo de todos los niños. ¿Y cuál niño es ese? El niño Jesús. Jesús pasó por esa etapa de niño, como ustedes están pasando en la actualidad.

Y miren, cuando nació, a los ocho días lo presentaron a Dios para hacer conforme a la Ley de Moisés. Dice en el capítulo 2, versos 36 en adelante [San Lucas]:

“Estaba también allí (o sea, en el templo) Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad,

y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.

Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén (¿De qué niño hablaba? Del niño Jesús).

Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él”.

“EL CRECIMIENTO DE LOS NIÑOS”.

El crecimiento de los niños es muy importante. Por eso, niños, ustedes están en una etapa muy importante de sus vidas, en donde la Palabra que ustedes escuchan llega a sus almas y se materializa (ahí se hace carne, en sus almas) para llevar mucho fruto, mucho fruto de Dios; como el niño Jesús, que “crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él”.

María le enseñaba la Palabra, la Biblia, al niño Jesús, y con esa Palabra siendo enseñada era fortalecido el niño Jesús; porque la Palabra de Dios nos fortalece, porque es alimento espiritual para nuestra alma.

Así como la comida: los fríjoles, las tortillas, y todas esas cosas que a los niños les gusta mucho aquí en la República Mexicana, les fortalece físicamente: están fuertes para vivir, para ir a la escuela, para ayudar a sus papás, a papá y a mamá; así también la comida espiritual, que es la Palabra de Dios, fortalece el alma y el espíritu de los niños, y también de los jóvenes y también de los adultos.

Porque “no solamente de pan vivirá el hombre”, dijo Jesús y también el profeta Moisés, “no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”1. Y la boca de Dios son los profetas de Dios.

Toda Palabra que sale de los profetas de Dios, ungidos por el Espíritu de Dios, es alimento espiritual para nuestra alma; y nos fortalece nuestra alma y nuestro espíritu para caminar adelante en la vida e ir creciendo saludables espiritualmente, sirviendo a Dios y obteniendo así el conocimiento de Su Programa correspondiente al tiempo que nos ha tocado vivir.

Y así también son llenos de sabiduría los niños, porque obtienen la sabiduría de Dios, de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente al tiempo que viven; y también obtienen el conocimiento de toda la historia bíblica y de lo que Dios hizo a través de todos estos tiempos pasados, y cómo envió profetas y cómo habló por medio de los profetas, y cómo llamó a Su pueblo y cómo libertó a Su pueblo y cómo bendijo a Su pueblo, y cómo hubo muchos niños en medio del pueblo hebreo en todos los tiempos.

Y siempre hay más niños que adultos. Porque en una casa normalmente hay 2 adultos: el papá y la mamá, y hay 1, 2, 3, 4, 5, y algunas veces hasta 9 y 12 niños; o sea que hay más niños que adultos.

Y por eso es que los niños tienen que ser instruidos. Dice: “Instruye al niño en su carrera, y aun cuando sea (¿qué?) viejo (o sea, adulto) no se apartará de ella”. (Proverbios, capítulo 22, verso 6). No se apartará del camino de Dios, no se apartará de la Palabra de Dios, no se apartará del Dios creador de los Cielos y la Tierra; y le servirá todos los días de su vida, aun cuando llegue a joven y aun cuando llegue a adulto; y aun cuando ya esté viejito, con un bastón, sabe que el Dios creador de los Cielos y de la Tierra es su Dios; porque Él es el único Dios; y Él es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual en el Antiguo Testamento fue llamado el Ángel de Jehová o Jehová, ¿y en el Nuevo Testamento es llamado cómo? Señor Jesucristo. Él es el mismo en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento.

Y ahora, los niños necesitan crecer no solamente físicamente sino espiritualmente también; y necesitan ser fortalecidos allá en el alma y en el espíritu, y eso es con la Palabra de Dios, que es el alimento espiritual para el alma, para crecer fuertes, saludables espiritualmente, amando a Dios y sirviéndole con toda nuestra alma, con toda nuestra mente, con todo nuestro ser, con toda nuestra fuerza, con todo nuestro espíritu; y así caminar siempre en el camino de Dios, agradándole en todo.

Vean lo importante que es recibir la enseñanza de la Palabra, los niños, en el tiempo que están pasando por esa etapa de niños.

Hubo un matrimonio, Manoa y su esposa, que oraban a Dios, y Dios les concedió un niño (eso está en Jueces, capítulo 13). Y la esposa de Manoa era estéril, y Manoa y su esposa oraban a Dios por un niño; y el Ángel de Jehová le apareció a Manoa…

Y el Ángel de Jehová es el mismo Jesucristo en Su cuerpo teofánico en el Antiguo Testamento; un varón, un ángel, pero de otra dimensión (no de esta dimensión terrenal), en un cuerpo de otra dimensión (no un cuerpo de carne como nuestro cuerpo).

Y ahora, le apareció a la esposa de Manoa y le dijo que iba a tener un hijo, y luego le dijo de qué tenía que cuidarse ella. Luego ella le contó a su esposo; y Manoa oró a Dios para que enviara Dios de nuevo a ese Ángel, a ese Varón, porque Manoa quería hablar con Él.

Y Dios envió a Su Ángel, al Ángel de Jehová (que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico); y le apareció de nuevo a su esposa, a la esposa de Manoa, al otro día. Y ella fue a buscar a su esposo Manoa, para que viniera a ver al Ángel y hablar con el Ángel; y cuando vino, el Ángel estaba allí, un hombre de otra dimensión.

Y Manoa le dice: “¿Eres tú aquel varón que habló con mi esposa el otro día?”. Y el Ángel le dijo: “Sí, yo soy”.

Y le dijo: “¿Qué se hará y cómo debe ser criado el niño que tú le dijiste a mi esposa que ella y yo íbamos a tener?”. Y Él le dijo: “La mujer (o sea, tu esposa) se cuidará, guardará todo lo que yo le dije; se cuidará…”. Vamos a ver aquí la historia; capítulo 13 del libro de Jueces, verso 11 en adelante, dice:

“Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy.

Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?”.

Es muy importante la manera de vivir del niño, o sea, de todo niño que viene de parte de Dios a este planeta Tierra.

“… y qué debemos hacer con él (o sea, con el niño)?

Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije.

No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé.

Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito.

Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel de Jehová (o sea, no sabía Manoa que aquel era el Ángel de Jehová).

Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?

Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?”.

En otras versiones dice “que es oculto”.

“Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.

Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra.

Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová.

Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.

Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto”.

Ni les hubiera anunciado que iban a tener un niño. Ese niño, cuando nació ¿se llamó cómo? Sansón. Era un niño muy especial, un niño prometido por Dios, para nacer en esta Tierra y tener una parte muy importante en el Programa de Dios.

También encontramos que Juan el Bautista fue un niño muy especial, que vino para cumplir una parte muy importante del Programa Divino.

También el niño Jesús, un niño muy especial, el cual vino para cumplir una parte del Programa Divino, y morir luego en la Cruz del Calvario, llevando así nuestros pecados.

Y ahora cada uno de ustedes, niños, son unos niños muy especiales, que han venido a la Tierra para cumplir un propósito divino.

Sepan que hay una bendición grande para todos ustedes y que deben estar creciendo no solamente físicamente sino espiritualmente; ir creciendo en sabiduría de Dios y conocimiento de Dios y Su Programa, e ir creciendo fortalecidos tanto físicamente (por medio de comer) como también espiritualmente (por medio de comer alimento espiritual, por medio de comer la Palabra de Dios, que es el alimento espiritual para mi alma y para el alma de cada uno de ustedes), y así ser llenos de la gracia de Dios.

La gracia de Dios siempre esté sobre todos ustedes, los cuales van creciendo espiritualmente y materialmente también, y creciendo en sabiduría y conocimiento de Dios y Su Programa. Y, como dijo Jesús a los 12 años: “En los negocios de mi Padre me conviene estar”. Eso está por ahí por San Lucas, capítulo 2, verso 41 al 52, donde vinieron a buscar a Jesús, el cual se había quedado en el templo; y cuando lo encuentran… Dice el capítulo 2, verso 46 en adelante:

“Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles.

Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas”. 

Esto es así porque estaba creciendo (¿cómo?) en sabiduría y conocimiento de Dios, y la gracia de Dios era sobre Él.

“Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre (María): Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia.

Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?

Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.

Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.

Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.

Vean cómo hay que crecer: en sabiduría y en estatura también, y en gracia con Dios.

Que la gracia de Dios sea sobre ustedes, niños; y así sean ustedes, niños, bendecidos; niños muy especiales que viven en este planeta Tierra en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Y siempre estar en los negocios de nuestro Padre celestial, en los negocios del Señor Jesucristo, trabajando en Su Obra, porque en esos negocios es que nos conviene a nosotros trabajar.

Vean ustedes, niños, si uno de ustedes va a una fábrica o a una oficina buscando trabajo, le dicen: “Ustedes están muy niños. Aquí no hay trabajo para niños así de esa edad”. Pero sin embargo en el Reino de Dios, en los negocios de nuestro Padre celestial, hay lugar para trabajar los niños también.

Todos ustedes pueden trabajar en los negocios de nuestro Padre celestial. Él les da la oportunidad a ustedes para que puedan trabajar y llevar el Mensaje, y darles a conocer a los demás niños —y también a los jóvenes y a los adultos— la Palabra de Dios correspondiente a nuestro tiempo, el Programa de Dios de nuestro tiempo, y las bendiciones que Dios tiene para toda persona en este tiempo final.

Así que, niños, adelante trabajando en el Reino de Dios; niños primogénitos de Dios, niños escogidos de Dios, niños cachorritos del León de la tribu de Judá, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga, niños, que Dios les guarde y les use grandemente en Su Obra; y pronto todos seamos transformados y tengamos el cuerpo nuevo, eterno, glorificado y jovencito, de 18 a 21 años, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego para estar en el Reino Milenial, y así para vivir con Cristo por toda la eternidad.

“EL CRECIMIENTO DE LOS NIÑOS”.

¿Vieron ustedes cómo debe crecer cada niño? Debe crecer en sabiduría e inteligencia del Programa de Dios (sabiduría de Dios, ¿ve?); y debe crecer fortalecido en su alma y su espíritu con la Palabra de Dios, conociendo el Programa de Dios y caminando en el Programa de Dios; y también debe crecer físicamente. Para crecer físicamente, pues coman siempre, para que así crezcan físicamente también.

Y sirvan a Cristo en Su Programa en su edad, la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, con toda su alma y con todas sus fuerzas y con todo su entendimiento; y así ustedes siempre estarán agradando a Jesucristo y siendo instrumentos de nuestro amado Señor Jesucristo.

Porque en el Reino de Cristo, en el Reino de los Cielos, hay trabajo hasta para los niños, porque Dios no quiere vagos en Su Reino. Por lo tanto les da la oportunidad a los niños también para que trabajen en Su Obra y glorifiquen a Dios, y sean usados por Dios en esa etapa tan hermosa de niños en la cual ustedes están en la actualidad.

Que Dios les bendiga, niños, cachorritos del León de la tribu de Judá; y a ustedes, maestras y maestros de los niños, que Dios les bendiga grandemente; y les use grandemente cada día más y más. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y Amén.

“EL CRECIMIENTO DE LOS NIÑOS”.

[Revisión diciembre 2019]

1 San Mateo 4:4, San Lucas 4:4, Deuteronomio 8:3

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