El Día del Señor

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y televidentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Leemos en la Escritura, en la Biblia, en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1 y versos 10 al 11, donde el apóstol San Juan nos dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL DÍA DEL SEÑOR”.

Cuando se nos habla aquí en la Biblia, en el Apocalipsis, del Día del Señor, en el cual Juan el apóstol fue en el espíritu (o sea, no en cuerpo sino en espíritu), ese día, vean ustedes, no es un día de 24 horas, porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”, nos dice Dios por medio del apóstol San Pedro en su segunda carta: Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, dice:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.

También el profeta Moisés habló de esto, de lo cual San Pedro está hablando en este pasaje, y nos enseña que un día delante del Señor es como mil años1; de ahí fue que San Pedro tomó esa Palabra.

Y ahora, cuando la Escritura nos habla de los días postreros y también nos habla del Día Postrero, necesitamos comprender esto bien, para así poder comprender el significado de lo que San Juan está diciendo cuando dijo que había estado en el Día del Señor en espíritu.

Dice Primera de Pedro, capítulo 1, verso 19 en adelante, hablándonos de la forma en que hemos sido rescatados por Dios, que ha sido con la Sangre de Jesucristo, dice:

“… sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros…”.

Ahora, hemos sido redimidos por la Sangre de Cristo; y Cristo, ya destinado desde antes de la fundación del mundo para llevar a cabo esa Obra de Redención en la Cruz del Calvario, vean ustedes, fue manifestado; y se materializó ese Programa que estaba en la mente de Dios, ese Programa de Redención, se materializó en los postreros tiempos, o sea, en los postreros días; y está hablando de esos días en que Jesús estuvo en la Tierra.

Y ahora, San Pedro señala que esos son los postreros tiempos o postreros días. Y veamos lo que también nos dice San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1, versos 1 al 3; dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

¿Cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo? Dice que habló por medio de Su Hijo en los postreros días; y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá.

Vean lo que San Pedro también dice en el libro de los Hechos, el Día de Pentecostés, en donde a San Pedro le tocó predicar el primer mensaje…

Y muchas personas que estaban allí en el Día de Pentecostés, viendo a los discípulos de Jesucristo (los cuales habían sido llenos del Espíritu Santo el Día de Pentecostés en el aposento alto), muchos pensaban que estaban borrachos, otros se preguntaban: “¿Qué significa esto? Porque están hablando las maravillas de Dios en el idioma en el cual nosotros hemos comenzado a hablar. Son todos galileos y están hablando en el idioma en que nosotros hemos nacido, el idioma de la nación donde hemos nacido”; aunque eran hebreos la mayor parte de los que estaban viendo lo que estaba sucediendo, pero habían nacido en otras naciones.

Porque en todas las naciones hay hebreos, a causa de que fueron esparcidos en las diferentes ocasiones en que fueron llevados cautivos, y quedaron en otras naciones y ahí se multiplicaron. Y por eso hay hebreos, los cuales en su acta de nacimiento dice que nacieron en Inglaterra, o en Francia, o en Alemania, o en España, o en Colombia, o en Bolivia, o en Puerto Rico, o en Brasil, o en cualquier otra nación.

Ahora, podemos ver que el pueblo hebreo ha sido esparcido por el mundo entero, y muchos hebreos han nacido en diferentes naciones gentiles.

Ahora, Pedro va a explicar conforme a la Palabra de Dios lo que está sucediendo allí:

“Entonces Pedro…”.

Capítulo 2, verso 14 en adelante, del libro de los Hechos:

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (era de 8 a 9 de la mañana).

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños…”.

Ahora miren lo que Dios había prometido en el Antiguo Testamento por medio del profeta Joel y por medio de otros profetas: que derramaría de Su Espíritu Santo sobre toda carne.

Y el Día de Pentecostés Dios derramó de Su Espíritu Santo sobre 120 personas que allí estaban esperando la venida del Espíritu Santo; y esas personas obtuvieron allí el nuevo nacimiento. Porque ninguna persona, de los que habían seguido a Jesús, ninguno de ellos había nacido hasta ese momento, hasta el Día de Pentecostés; ninguno de ellos había nacido antes, ninguno de ellos había nacido de nuevo.

Y ahora, es un requisito para entrar al Reino de Dios: nacer de nuevo.

Y allí nacieron de nuevo 120 personas, y por consiguiente obtuvieron también el cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y de ahí en adelante son millones de seres humanos los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, y por consiguiente han nacido de nuevo; han nacido de nuevo y han nacido así en el Reino de Dios.

En la Iglesia del Señor Jesucristo han nacido, porque para pertenecer a la Iglesia de Jesucristo se requiere que la persona nazca de nuevo; así como para ser parte de la familia, legítimamente ser parte de una familia, la persona tiene que nacer en esa familia.

Y ahora, vean cómo para ser parte de la Familia de Dios, de los hijos e hijas de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo, se necesita que la persona nazca de nuevo; y así nazca, por consiguiente, en la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y esto es creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo y recibiendo Su Espíritu Santo. Y así es como la persona obtiene el nuevo nacimiento y la persona obtiene vida eterna.

Cristo dijo2:

“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

Todo ser humano necesita conocer el propósito de su vida aquí en la Tierra; y conforme a las enseñanzas de Jesús, el ser humano necesita nacer de nuevo para así entrar al Reino de Dios; y solamente puede suceder eso en su vida recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo. O sea que hay un Programa Divino establecido para obtener las bendiciones de Dios.

Y ahora, ¿cuándo Dios derramaría de Su Espíritu Santo sobre toda carne? San Pedro dice que es para los días postreros.

Y ahora, vean ustedes, la venida del Espíritu Santo está prometida para los días postreros; y también Dios estuvo hablando por medio de Jesús, y Pablo dice que fue en los días postreros.

Y ahora, para poder comprender cuáles son los días postreros, necesitamos entender que delante de Dios, un día delante de Dios, para los seres humanos son mil años. Y cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio; y por consiguiente, delante de Dios comenzaron los días postreros.

Porque los días postreros delante de Dios son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Esos son los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son tres días mileniales, los cuales son tres mil años, o sea, tres milenios.

Y de Cristo hacia acá, Dios ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que ha creído en Cristo como nuestro Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre del Señor Jesucristo. Y son millones los seres humanos que han creído en Cristo como nuestro Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y así han nacido de nuevo, han nacido en el Cuerpo Místico de Jesucristo, que es Su Iglesia.

Y ahora nosotros estamos viviendo en el tiempo final.

Los días postreros, les dije que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya han transcurrido dos mil años y ya estamos en el séptimo milenio, en el Día Postrero delante de Dios.

Y para el Día Postrero delante de Dios también Dios está derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que se arrepiente… – cree en Cristo como su Salvador, se arrepiente de sus pecados y lava sus pecados en la Sangre de Jesucristo; y recibe el Espíritu de Cristo y así obtiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, llamado también el Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende3.

Y ahora, vean cómo hemos llegado al Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio para los seres humanos. Y el séptimo milenio, para los seres humanos, de los tres milenios postreros es el tercero; porque los días postreros son los tres milenios postreros.

Y ahora, para el Día Postrero Jesucristo ha hecho promesas muy importantes para los creyentes en Él. Tenemos en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, la promesa de Jesucristo que dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Es para el Día Postrero que Jesucristo ha prometido la resurrección de todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, pero sus almas y sus espíritus se encuentran en el Paraíso; y están viviendo allí, en ese cuerpo teofánico, que es el espíritu; y viven en un sitio donde todo es paz y amor divino: hay árboles, hay pajaritos, hay animales; pero allí no tienen ellos las luchas y problemas que nosotros tenemos en esta dimensión terrenal de luz, tiempo y materia.

Y ahora, podemos ver que estas personas que están en el Paraíso, los cuales han partido pero que han sido creyentes en Cristo, están esperando la resurrección en cuerpos eternos y glorificados; y esta promesa es para ser cumplida en el Día Postrero, en el séptimo milenio.

Para el Día Postrero, que es el séptimo milenio, llamado también el Día del Señor (en el Nuevo Testamento llamado también “el Día del Señor”, o “Día de Jehová” en el Antiguo Testamento), en este día, que es el día séptimo delante de Dios y para nosotros el séptimo milenio, encontramos que grandes profecías están registradas en la Biblia, en donde podemos ver que es un día en donde el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles para recompensar a cada uno según sea su obra4.

Y en este Día del Señor, que es el séptimo milenio, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados; y luego Dios se tornará al pueblo hebreo, y llamará y juntará 144.000 hebreos, los cuales serán llamados por el Ángel del Señor Jesucristo, en el cual estará el Sello del Dios vivo, y estarán los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados, y el ministerio de Jesús también.

Y con ese ministerio que tendrá el Ángel del Señor Jesucristo, el Ángel que sube de donde nace el sol en Apocalipsis, capítulo 7, bajo ese ministerio de ese Ángel Mensajero, vean ustedes, Dios revela las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, y nos prepara para ser transformados y raptados; y nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, para disfrutar esos tres años y medio mientras la Tierra estará pasando por la gran tribulación, donde los juicios divinos estarán azotando a la raza humana.

Ahora podemos ver que en el Día Postrero, que es el séptimo milenio (llamado también el Día del Señor o Día de Jehová), para el mundo será un tiempo de juicio divino que caerá sobre la Tierra, pero para los escogidos de Dios será el tiempo más grande y glorioso que los escogidos de Dios hayan vivido en tiempo alguno.

Este es el tiempo más glorioso de todos los tiempos, llamado el Día del Señor o Día de Jehová; y ese Día del Señor o Día de Jehová es el séptimo milenio.

Y ahora, ¿qué hicieron durante estos dos mil años que han transcurrido los escogidos de Dios? Estuvieron escuchando la Voz de Cristo, la Voz de Dios, por medio del mensajero que Dios envió en cada etapa, en cada edad, y estuvieron siendo llamados y juntados, y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo.

Y en diferentes lugares, naciones, se cumplieron las siete etapas de la Iglesia de Jesucristo: en Asia Menor se cumplió la primera; la segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta se cumplieron en Europa, en diferentes territorios europeos; y la séptima edad de la Iglesia gentil se ha cumplido en Norteamérica, la edad representada en la iglesia de Laodicea; porque esas iglesias que aparecen en el libro de Apocalipsis existieron, y luego se convierten en tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por sus diferentes etapas.

Para este tiempo final tenemos la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que es una etapa en donde los escogidos de Dios son llamados y juntados, y preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final. Eso es así en el Programa de Dios en medio de Su Iglesia.

Tenemos que en esta etapa —que es muy importante para la Iglesia de Jesucristo— Él nos abre las Escrituras y nos deja conocer esos misterios que están escondidos en la Biblia (la Escritura), pues fueron colocados en forma de parábolas en la mayor parte de las ocasiones. Aun el mismo Jesús habló en parábolas; habló del trigo y de la cizaña5; el trigo representa los hijos de Dios y las cizañas los hijos del malo. ¿Ven? Y así por el estilo encontramos que Jesús habló a Su pueblo en parábolas; pero también hubo ocasiones en que les habló sin usar parábolas6.

Y vean cómo estas etapas de la Iglesia se han movido a través del tiempo, de Cristo hacia acá: en Asia Menor se cumplió la primera edad y San Pablo fue el mensajero; luego sigue recorriendo la Iglesia de Jesucristo —Cristo con Su Iglesia— el territorio europeo, en donde envió cinco mensajeros, cada uno en la edad correspondiente al tiempo en que vivió; y luego Cristo pasa de Europa a Norteamérica, y se vela y se revela por medio del reverendo William Branham (que es el precursor de la Segunda Venida de Cristo) y le enseña al pueblo las cosas que el pueblo necesita conocer para estar listos para recibir al Mesías en Su Venida.

Y en los mensajes del reverendo William Branham están todas esas profecías que hablan de la Segunda Venida de Cristo, así como en otros profetas hay profecías, allá en el Antiguo Testamento, con relación a la Segunda Venida de Cristo. Y así las personas, vean ustedes, al tener la Biblia, tienen en la Biblia todas las profecías que hablan de la Segunda Venida de Cristo. También tenemos los mensajes del reverendo William Branham que hablan de la Segunda Venida de Cristo.

Y con todas esas profecías que tenemos de la Segunda Venida de Cristo para Su pueblo… Miren, luego de pasar de Norteamérica, Cristo terminar Su labor en Norteamérica, en la séptima edad de la Iglesia gentil, por medio del reverendo William Branham, ¿hacia dónde se habrá ido Jesucristo en Espíritu Santo, ya que Él ha venido en medio de Su Iglesia viajando de edad en edad y de mensajero en mensajero? Pasa a la América Latina y el Caribe, para cumplir las profecías correspondientes a este tiempo final, a la Edad de la Piedra Angular; profecías que están en la Segunda Venida de Cristo.

Todas las profecías del tiempo final giran alrededor de la Segunda Venida de Cristo; ese es el evento más grande que sería realizado en el planeta Tierra completo.

Así como el evento más grande en los días de los apóstoles fue la Primera Venida de Cristo, para el tiempo final el evento más grande es la Segunda Venida de Cristo.

Hubo un orden establecido por Dios y cumplido por Cristo, y eso lo identifica a Él (a Jesús) como el Mesías prometido; porque Él cumplió las promesas que Dios hizo de lo que el Mesías haría en Su Venida.

Y ahora nosotros estamos viviendo en el tiempo final, donde las profecías de la Venida del Mesías tienen que ser cumplidas, las profecías del recogimiento de los escogidos de Dios con la Gran Voz de Trompeta7. La Gran Voz de Trompeta —por supuesto— del Evangelio del Reino, tiene que ser cumplida esa profecía también.

Y ahora, ¿dónde están los escogidos de Dios que en el Día Postrero estarían siendo llamados y juntados? Pues aquí estamos. Por lo tanto, esa profecía está en pleno cumplimiento en este tiempo. ¿Dónde? En la América Latina y el Caribe.

Hemos sido llamados y juntados, colocados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para ser enseñados y para madurar en el conocimiento de Jesucristo y Su Programa; y para —en el Día Postrero— cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, nosotros los que vivimos ser transformados, y así obtener el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para todos nosotros.

Ahora miren el tiempo tan grande y tan importante que está ante la presencia de Dios y ante cada uno de nosotros.

Ahora hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos: hemos llegado al Día del Señor, al séptimo milenio.

¿Y qué escuchó Juan en el Día del Señor? Escuchó una gran voz como de trompeta que hablaba con él, y que le dijo: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”8.

¿Qué estará escuchando la Iglesia de Jesucristo, los escogidos de Dios, en el Día Postrero? Estarán escuchando esa misma Gran Voz de Trompeta que Juan escuchó.

Y esa es la Voz de Jesucristo en el Día Postrero, la cual Juan escuchó: la Voz de Jesucristo revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, revelándolas por medio de Su Ángel Mensajero a Su Iglesia y al mundo entero.

Esto es así porque hemos llegado al Día Postrero, que es el séptimo milenio y que también es el Día del Señor; esto es si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.

Y ahora, ¿se le habrá atrasado a Dios Su calendario? A Dios nunca se le atrasa Su calendario. Pero ahora, el calendario de los seres humanos, el calendario gregoriano, está atrasado.

Ahora nosotros hemos llegado al Día del Señor, que es el Día de Jehová profetizado allá en el Antiguo Testamento9.

El profeta Malaquías también habló del día grande y terrible de Jehová [4:5], porque en ese día también Dios juzgará a todas las naciones y derramará de Su juicio sobre las naciones que han perseguido al pueblo hebreo o a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora podemos ver que en este tiempo, en este séptimo milenio, que es el Día del Señor…; así como el día séptimo de la semana, el sábado, en medio del pueblo hebreo es llamado “el día del Señor”, porque es tomado para servir a Dios y ya en ese día no hacer ya más las labores que durante la semana realizaban; es un día de descanso para el pueblo hebreo. Pero ahora Cristo es nuestro reposo10, Cristo es nuestro descanso y Él es nuestra paz.

Por lo tanto, todos los días de la semana son muy buenos, pero el séptimo día de la semana es el que representa al séptimo milenio.

Y Cristo en una ocasión…, que lo criticaron a Él y a Sus discípulos, porque en el día sábado, el séptimo día de la semana, Sus discípulos y Él estaban haciendo ciertas cosas, y Jesús sanaba los enfermos, y así por el estilo; y le querían prohibir a Jesús hacer esas maravillas en el séptimo día11.

Y Sus discípulos también tomaban de las espigas y comían, siendo sábado; y los fariseos estaban muy bravos con Jesús, porque no hacían las cosas como los fariseos las hacían; pero Jesús les dijo que el Señor (o sea, el Hijo del Hombre) es Señor del sábado12. Porque ese es el día que le llaman “el día del Señor”: el sábado, el día del Señor como día de la semana.

Y ahora, por cuanto un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día, de los siete días para Dios – los siete días para Dios, para los seres humanos son siete milenios.

En el Programa Divino, los días de Dios, vean ustedes, son mil años para nosotros. Y el séptimo milenio es el día que es representado en el sábado, por lo tanto es un día delante del Señor para descanso, para reposo para los seres humanos, y sobre todo para Su pueblo. Y durante el Reino Milenial, bajo el séptimo milenio, el pueblo de Dios estará en reposo.

Y ahora, ¿quién es el Señor del séptimo día? El Hijo del Hombre es el Señor del Sábado. Por eso Él reinará en el séptimo día sobre el Trono de David sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio comenzará Jesucristo reinando sobre el Trono de David? Esperen a que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación nuestra, y entonces Dios se tornará al pueblo hebreo y les abrirá el entendimiento y les abrirá las profecías bíblicas correspondientes a este tiempo final y la forma en que se están cumpliendo.

El pueblo hebreo creerá y entrará al Programa Divino, y serán sellados en sus frentes 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu, nos dice el capítulo 7 de Apocalipsis; y el capítulo 14, verso 1 en adelante, nos muestra los 144.000 sellados en sus frentes, y tienen el Nombre del Padre y el Nombre del Cordero escrito en sus frentes (o sea, el Nombre de Cristo); tienen la revelación divina de ese Nombre Eterno de Dios y toda la Obra que Él bajo ese Nombre estaría haciendo en este tiempo final.

Ahora, hemos visto a través de la Escritura que ya estamos en el Día del Señor, o sea, el séptimo milenio.

El séptimo milenio está naciendo, está amaneciendo; todavía no tiene un siglo de existencia, pero ya ha comenzado, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Y en algún momento Cristo tomará el Reino, pues Cristo tomará el Trono de David, se sentará sobre el Trono de David; y con Él estarán Sus escogidos, Su Iglesia, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

El reino de los gentiles ha llegado a su final, y ahora se está entrelazando el Reino de Dios con el reino de los gentiles; y el reino de los gentiles dejará de existir, y el Reino de Dios continuará hacia adelante, y estará establecido en el Reino Milenial y luego por toda la eternidad.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, hemos llegado al tiempo llamado el Día del Señor, el Día del Señor Jesucristo, el Día en donde estos grandes eventos prometidos para el tiempo final se estarán cumpliendo gradualmente, hasta que todos se cumplan.

Y para estar al tanto de los eventos que estarán siendo cumplidos, y estar al tanto de cómo Él los habrá cumplido (cuando los cumpla), Jesucristo dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Y Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, nos dice de la siguiente manera: capítulo 4, verso 1, nos dice Cristo con esa Voz de Trompeta: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, o sea, después de las que ya han sucedido durante estos dos mil años de gracia que Dios les ha dado a los gentiles.

Y ahora, las cosas que han de suceder en el séptimo milenio, es Cristo el que las dará a conocer; ¿y por medio de quién? Apocalipsis 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿El Dios de los espíritus de los profetas ha enviado a quién? A Su Ángel, Su Ángel Mensajero; ¿para qué?), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Las cosas que deben suceder pronto, en el séptimo milenio y en la Edad de la Piedra Angular, son dadas a conocer por el Ángel del Señor Jesucristo; porque ese es el instrumento de Jesucristo para Cristo velarse en él y revelarse por medio de él, y darle a conocer a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, o sea, en el séptimo milenio.

Hemos llegado al tiempo en que Él está dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así nos está dando a conocer el misterio de la Segunda Venida de Jesucristo con Sus Ángeles, y la Obra que Él estará llevando a cabo en este tiempo final, para así que todos los muertos en Cristo puedan resucitar en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos poder ser transformados en este tiempo final.

Todo eso está para ser cumplido en el Día del Señor, donde estaríamos escuchando la misma Voz que Juan el apóstol escuchó, esa Voz de Trompeta, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; pues cuando Juan fue transportado al Día del Señor, escuchó esa Gran Voz de Trompeta dándole a conocer las cosas que deben suceder; y por eso Juan las da a conocer a la Iglesia.

Hemos llegado al Día del Señor, el Día Postrero, el Día de Jehová. Estamos en el tiempo más grande y glorioso que alguna vez la Iglesia de Jesucristo haya estado. Por eso es que para este tiempo Jesucristo cumplirá todas Sus promesas que Él ha hecho a Su Iglesia; y nos llevará a la Casa de nuestro Padre celestial, conforme a como Él prometió cuando dijo, en San Juan, capítulo 14, verso 1 en adelante:

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay (…); voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

Es para llevarnos a la Casa de nuestro Padre celestial que viene Cristo en el Día Postrero. Viene Cristo, el Verbo, el Ángel del Pacto, y se manifestará por medio de Su Ángel Mensajero, y nos dará a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así podremos comprender el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Ahora, vean dónde nos encontramos en el ciclo divino del Año del Jubileo y de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino: nos encontramos en el Día del Señor, escuchando la misma Voz que Juan el apóstol escuchó y que le dio a conocer todas esas cosas apocalípticas; ahora la Iglesia del Señor Jesucristo se encuentra en el Día del Señor escuchando la Voz de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, e identificándolas conforme a como fueron profetizadas.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes dándoles testimonio de “EL DÍA DEL SEÑOR”.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

“EL DÍA DEL SEÑOR”.

[Revisión abril 2020]

1 Salmos 90:4

2 San Juan 5:24

3 Salmos 34:7

4 San Mateo 16:27

5 San Mateo 13:24-30 y 36-43

6 San Mateo 13:10-17

7 San Mateo 24:31

8 Apocalipsis 1:8

9 Isaías 2:12-21, 13:6-14; Ezequiel 30:1-3; Joel 1:15, 2:10-11, 3:12-15; Amós 5:18-20; Abdías 1:15; Sofonías 1:7, 1:14-18

10 San Mateo 11:28

11 (San Mateo 12:9-14, San Marcos 3:1-6, San Lucas 6:6-11), San Lucas 13:10-17, 14:1-6; San Juan 5:1-18, 7:23-24

12 San Mateo 12:1-8, San Marcos 2:23-28, San Lucas 6:1-5

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