Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes en Ariquemes, Rondônia, Brasil. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.
En esta noche quiero leer una Escritura, donde nos habla acerca de nuestro tema: “EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”.
Leemos en San Mateo, capítulo 13, versos 16 en adelante, donde Jesucristo da la explicación de la parábola del sembrador. Dice así la Escritura en San Mateo, capítulo 13, verso 16 en adelante:
“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Y el que fue sembrado en pedregales, este es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”.
Nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”.
Esta parábola del sembrador revela a la raza humana a todos los que oyen la predicación del Evangelio, los cuales están divididos en cuatro grupos conforme a esta parábola. No es solamente escuchar la predicación, sino escucharla y entenderla.
Ahora, el que fue sembrado junto al camino es el que escucha la predicación del Evangelio y no lo entiende; y luego viene el diablo y saca fuera del corazón de la persona lo que fue sembrado allá en el corazón, saca fuera esa Palabra que fue sembrada en el corazón. Cuando la persona escuchó la predicación de la Palabra: entró por sus oídos, pasó a su espíritu, y luego llegó a su alma; pero esa persona no entendió, no comprendió la Palabra; y luego el enemigo, el diablo, arranca eso que fue sembrado en el corazón de la persona.
Pero están luego los que oyen la Palabra y con gozo la reciben. Pero ¿qué sucede? No tiene raíces; o sea, no se ocupan en las cosas de Dios, en estar estudiando la Palabra, en profundizar en la Palabra para entender correctamente todo el Programa Divino. Y son personas que solamente asisten a la iglesia, pero que no profundizan en las cosas de Dios; son (como diríamos) cristianos solamente de ir a la iglesia, pero no se ocupan de obtener el conocimiento completo de todo el Programa de Dios; y eso no está bien.
Toda persona debe entender la Palabra de Dios para el tiempo en que le toca vivir, porque de otra forma es de corta duración; o sea que recibe la Palabra, asiste un tiempo a la iglesia y después se aleja. ¿Qué sucedió? Pues sucedió lo que dijo Jesús: que después de un corto tiempo vienen las aflicciones, las persecuciones, hasta en su propia casa le llegan problemas y su familia algunas veces lo critica; y así por el estilo comienza la persona a pasar por las diferentes pruebas como cristiano, y luego se aleja.
Algunas veces dicen: “Pero yo no esperaba que mi familia me criticara porque quiero buscar a Dios. Yo no esperaba que en mi trabajo me criticaran porque busco a Dios. Yo no esperaba que mis amistades me criticaran o se apartaran de mí porque estoy buscando a Dios”.
Y así le comienza una etapa de pruebas a la persona; y si no tiene raíces, si no se ha arraigado bien en la Palabra de Dios y Su Programa, luego ¿qué pasa? Se aleja; le vienen las tentaciones, vienen todas esas cosas del mundo a tratar de conquistarlos, y se va tras las cosas del mundo o tras algunas otras cosas, o por causa de las pruebas dice: “Yo no voy a continuar con las cosas de Dios”, y pierde la bendición de Dios. ¿Quién es el que pierde? Pues la persona, porque pierde el derecho a la vida eterna.
Y ¿de qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? Eso fue lo que preguntó Jesús en San Mateo, capítulo 16, versos 25 en adelante: “¿De qué le sirve al hombre, si gana todo el mundo, y pierde su alma?”. De nada le ha servido vivir en esta Tierra.
¿Por qué no le ha servido de nada? Porque la persona ha sido una persona que no ha tenido en cuenta que en esta Tierra lo que se vive normalmente son de 70 a 100 años, y después este cuerpo se muere. Y la persona, si no aseguró su vida eterna con Jesucristo (que es el único que da vida eterna), tiene que ir a hacerle compañía al hombre rico de la parábola de Jesucristo1; o sea que la persona no puede ir al Paraíso a vivir en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Pero si la persona se ocupó de su salvación, si muere su cuerpo físico va a vivir al Paraíso, que es la sexta dimensión, en el cuerpo teofánico que recibió cuando creyó en Cristo como su Salvador, lavó sus pecados en la Sangre de Cristo y recibió el Espíritu de Cristo; y así recibió un espíritu teofánico de la sexta dimensión, que es un cuerpo parecido al nuestro, pero de otra dimensión.
Ese es el cuerpo en que Dios le apareció a muchos profetas en el Antiguo Testamento, como a Abraham. En una ocasión le apareció como Melquisedec2: era Dios en Su cuerpo teofánico; y también le apareció como Elohim3: era Dios en Su cuerpo teofánico. También aparecieron los Arcángeles Miguel y Gabriel en sus cuerpos teofánicos.
Y ahora, cada hijo de Dios nacido de nuevo tiene un cuerpo teofánico también, un cuerpo angelical de la sexta dimensión. Y cuando muere va a vivir a esa sexta dimensión en ese cuerpo de la sexta dimensión llamado la teofanía; va a vivir a un lugar en donde hay árboles, aves, flores y gente, pero en otros cuerpos, o sea, cuerpos de otra dimensión.
Porque el creyente en Cristo no muere, sino que solamente su cuerpo físico es el que muere; pero la persona sigue viviendo por toda la eternidad. Cristo dijo:
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
San Juan, capítulo 5, verso 24.
Y Jesucristo también nos dijo en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Ven que el creyente en Cristo no muere? Solamente pasa a vivir a la sexta dimensión en su cuerpo teofánico, si su cuerpo físico termina sus días aquí en la Tierra y muere ese cuerpo físico; la persona sigue viviendo.
Somos almas vivientes con vida eterna, al creer en Jesucristo y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo. Así es como somos restaurados a la vida eterna, de donde nosotros hemos venido.
Pero por cuanto hemos venido a un mundo, a una generación caída, a una raza caída, entramos a muerte; pero por medio de Cristo regresamos a la vida eterna y obtenemos el cuerpo eterno de la sexta dimensión.
Y luego en el Día Postrero o séptimo milenio recibiremos el cuerpo físico eterno en la resurrección de los muertos en cuerpos eternos; y si estamos vivos, pues en la transformación de nosotros los que vivimos.
Ahora podemos ver lo importante que es permanecer firmes en Cristo entendiendo Su Palabra; porque los que no hacen así y son de corta duración, pierden el derecho a la vida eterna.
Ahora, vean ustedes, esto de corta duración: son los que comienzan, están un tiempo y después se apartan; pierden la bendición de Dios. “El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino de Dios”4; pierde la bendición de la vida eterna.
Y ahora tenemos al grupo representado en [espinos]. Ese es el grupo que está muy ocupado en los afanes del siglo en que vive, del tiempo en que vive y en el engaño de las riquezas; porque creen que la vida aquí en la Tierra es para hacer dinero; pero la vida aquí en la Tierra Dios la ha dado para que busquemos a Dios, para que hagamos contacto con Jesucristo la Vida Eterna, y seamos restaurados a la vida eterna.
Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, las demás cosas serán añadidas”5. Hay personas que se ocupan más de las añadiduras de la vida que de la vida eterna, que del Reino de Dios; pero lo más importante es el Reino de Dios.
Lo más importante es creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así nacer de nuevo, nacer en el Reino de Dios, nacer en el Cuerpo Místico de Cristo, nacer en la Iglesia del Señor Jesucristo en la edad que nos toca vivir.
Y para la Iglesia de Jesucristo encontramos que Dios ha ordenado hijos en los diferentes tiempos. Encontramos que de edad en edad han sido llamados y juntados los hijos e hijas de Dios en los diferentes territorios del planeta Tierra donde Dios ha colocado Sus hijos.
Sus hijos también están representados en la buena semilla.
Vean ustedes, la semilla es la Palabra, en la parábola del sembrador es la Palabra del Reino6; y en la parábola del trigo y de la cizaña, la buena simiente, o sea, el trigo, son los hijos del Reino7.
Ahora, ¿cómo podemos entender esto? Veamos: la buena tierra en la parábola del sembrador son los hijos e hijas de Dios que oyen la Palabra de Dios y la entienden, escuchan el Evangelio y lo entienden; y obtienen el perdón de sus pecados al creer en Cristo como su Salvador, y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir el Espíritu de Jesucristo; y así nacen de nuevo, nacen en el Reino de Dios; y así obtienen la bendición de ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, porque han nacido en el Cuerpo Místico de Cristo.
Y ahí esas personas han sido colocadas y tienen un cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Esas personas oyen la Palabra y la entienden; esas personas profundizan en la Palabra de Dios, en el Programa Divino correspondiente al tiempo en que están viviendo; y esos son representados en la buena tierra, donde ha sido sembrada la Palabra del Evangelio.
Vean ustedes, la buena tierra son seres humanos, son los hijos e hijas de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo que han nacido de nuevo.
Jesucristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios”8. Nicodemo pensó en nacer de nuevo por medio de su madre; y si ella estaba ya ancianita era muy difícil; y si ya había muerto era imposible para Nicodemo nacer de nuevo.
Y Nicodemo ya era un hombre avanzado en edad. “¿Puede acaso el hombre, ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre y nacer?”, pregunta Nicodemo a Jesús; está dando testimonio de que él (Nicodemo) ya estaba viejo, ya era un hombre viejo.
Ahora, Jesús le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”, o sea, no puede entrar a formar parte de la Iglesia de Jesucristo; porque la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo. Se nace en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Una persona no puede decir: “Yo me voy a meter a la Iglesia del Señor Jesucristo”. Solamente puede entrar a la Iglesia de Jesucristo por medio de creer en Cristo, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así nace de nuevo. Y nace ¿dónde? Nace en el Reino de Dios, nace en la Iglesia del Señor Jesucristo; y esos son la buena tierra: que oyen la Palabra y la entienden, y llevan fruto a ciento, a sesenta y a treinta por uno.
Ahora, esta buena tierra la encontramos de edad en edad escuchando la Palabra de Dios; y encontramos también el terreno que está junto al camino; encontramos también el terreno que no es propicio, o sea, el terreno de pedregales; y encontramos también el terreno de espinas.
Ese terreno que está lleno de espinas, ese terreno también lo encontramos a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo. Pero lo más glorioso es que encontramos también el terreno bueno, la buena tierra, que son los hijos e hijas de Dios que vienen a ser parte del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en la edad que le ha tocado vivir.
Ahora, para que podamos comprender cómo han surgido estas personas representadas en la buena tierra, que son los que escuchan la Palabra de Dios y la entienden en la edad que les toca vivir, tenemos aquí un diagrama de la Iglesia del Señor Jesucristo en la forma de un monte o de una pirámide, que usó el reverendo William Branham en el mensaje “La estatura de un hombre perfecto”9, e hizo referencia también a este diagrama en otras conferencias.
La Iglesia del Señor Jesucristo ha ido apareciendo de etapa en etapa, y ha tenido entre los gentiles siete etapas muy importantes, las cuales corresponden al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo; representado ese Templo espiritual de Cristo en el tabernáculo de Moisés y el templo de Salomón.
Y ahora, vean ustedes, en el tiempo de San Pablo, Dios lo envío a los gentiles: él fue a Asia Menor; y llamó y juntó a los escogidos de Dios, Jesucristo por medio de San Pablo. San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”10; y Cristo en San Pablo estaba llamando y juntando a todos los escogidos con Su Palabra, con Su Palabra del Evangelio. Esto sucedió en esta primera etapa o edad de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Para ese tiempo aparecieron los que están representados junto al camino: que escucharon, pero no entendieron. Encontramos que San Pablo predicó a reyes también11, y a personas muy importantes que escucharon, pero no entendieron.
Encontramos también a aquellos que están representados en el terreno lleno de pedregales, donde la Palabra no puede profundizar: la reciben con gozo, y luego se apartan. Hubo de esas personas en el tiempo de San Pablo también.
Y hubo las personas que estaban muy ocupadas en los afanes del siglo del tiempo de San Pablo, y también ocupados en las riquezas; y la Palabra no pudo llevar fruto como tenía que llevar en esas personas.
Pero también estaban los creyentes en Cristo representados en la buena tierra: que creyeron, que recibieron a Cristo, que lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibieron el Espíritu de Cristo; y esos tenían tiempo para servir a Cristo; esos profundizaron en el Evangelio, en la Palabra de Cristo; y llevaron fruto en abundancia en el tiempo de San Pablo. Esos fueron los escogidos de la primera edad de la Iglesia gentil allá en Asia Menor.
Luego vino la segunda etapa o edad de la Iglesia gentil en Francia, donde Dios envió a Ireneo. Vino esta segunda etapa o edad, la cual se cumplió en Francia; y también allá fueron llamados y juntados todos los escogidos de Dios, la buena tierra, que son seres humanos, personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
También hubo personas que escucharon la Palabra, pero el enemigo arrancó de su corazón lo que fue sembrado, porque no entendieron esa Palabra, no entendieron el Evangelio.
Y también hubo los representados en pedregales: que no tenían raíz, no profundizaron en la Palabra, y luego se apartaron.
Y también están los que estaban muy ocupados en las riquezas y los afanes del siglo, pero que escucharon la Palabra; pero por causa de los bienes materiales, de los afanes del siglo y las riquezas, no llevaron fruto, el fruto que tenían que llevar como hijos e hijas de Dios.
Pero también estaban los representados en la buena tierra que llevaron el fruto correspondiente a la segunda edad, la cual se cumplió en Francia, allá en Europa.
Luego vino la tercera, la cuarta, la quinta y la sexta también en Europa, en diferentes lugares del continente europeo: Francia, Irlanda, Escocia, Hungría, Alemania e Inglaterra. En esos lugares se cumplieron esas edades correspondientes a Europa, a esas cinco edades que se cumplieron en Europa; segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta edad se cumplieron en el continente europeo.
Y luego encontramos que fue Jesucristo a través de cada uno de esos ángeles mensajeros el que estuvo llamando y juntando a Sus escogidos de edad en edad.
Y ahora nos preguntamos: “¿Y después de Europa para dónde se fue Jesucristo en Espíritu Santo?”. Para Norteamérica, para cumplir la séptima edad de Su Iglesia gentil, donde envió al séptimo ángel mensajero: el reverendo William Branham; y por medio de ese mensajero llamó y juntó a Sus hijos en la séptima edad de la Iglesia gentil; y hubo los cuatro grupos, los cuatro tipos de personas también.
Y luego que termina Jesucristo la séptima edad de la Iglesia gentil, ¿hacia dónde se ha ido Jesucristo en Espíritu Santo para llamar y juntar a Sus escogidos del Día Postrero, del séptimo milenio y del siglo XXI?, porque tenemos la promesa que el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos.
¿Dónde estará juntando a Sus escogidos en este Día Postrero, en este séptimo milenio que ha comenzado si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene? ¿A dónde ha viajado Jesucristo en Espíritu Santo en este tiempo final para llamar y juntar a Sus escogidos, a los hijos del Reino, a la buena tierra del tiempo final? Ha viajado de Norteamérica a la América Latina y el Caribe; porque en la América Latina y el Caribe Jesucristo tiene la buena tierra donde será sembrada la Palabra de Dios, el Mensaje del Evangelio del Reino, y llevará fruto a ciento por uno, a sesenta por uno y a treinta por uno.
O sea que es en la América Latina y el Caribe donde estarían las personas representadas en la buena tierra para el Día Postrero, en donde sería sembrada la Palabra del Evangelio del Reino, la Palabra de Dios, y llevaría fruto en abundancia.
En la América Latina y el Caribe es que está la buena tierra: las personas que escucharían la Palabra de Dios siendo predicada, el Evangelio del Reino, y entenderían; “porque los entendidos entenderán”, dice Dios por medio del profeta Daniel, en el capítulo 12.
Y ahora, ¿dónde estarían los entendidos en el Día Postrero escuchando la Voz de Jesucristo? Aquí estamos en la América Latina y el Caribe escuchando la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final, y entendiéndola. Y eso identifica a los latinoamericanos y caribeños que oyen la Palabra de Dios, el Evangelio del Reino para este Día Postrero, y lo reciben y lo entienden: los identifica como la buena tierra del Día Postrero.
Y ahora, hemos visto la buena tierra como individuos. ¿Cuál es la buena tierra como individuos en este Día Postrero? ¿Dónde está? ¿Quiénes son esas personas representados en la buena tierra en este Día Postrero? Aquí estamos, recibiendo la Palabra del Reino y entendiéndola.
¿Dónde estamos en el Cuerpo Místico de Cristo en este tiempo? En la Edad de la Piedra Angular. ¿Cuántos lo han entendido? Lo hemos entendido todos.
Estamos viviendo en el tiempo en donde el Mensaje del Evangelio del Reino está siendo proclamado en este Día Postrero. Estamos viviendo en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, la cual se ha abierto en este Día Postrero; y estamos escuchando el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual los escogidos de Dios, la buena tierra, están siendo llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular; y en una nueva dispensación: la Dispensación del Reino, que se está abriendo en la América Latina y el Caribe.
Y Jesucristo, así como estuvo hablando por medio de cada ángel mensajero en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, para este Día Postrero nos hablaría directamente al alma, al corazón, con Su Mensaje de Gran Voz de Trompeta; y nos llamaría y nos juntaría en Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.
Estaríamos escuchando la Voz de Cristo representada en la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, para ser llamados y recogidos en el Día Postrero. Jesucristo en San Mateo, capítulo 24, verso 31, dijo:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.
Estos Ángeles son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero en el Ángel del Señor Jesucristo. Estos ministerios estarán manifestándose en este Día Postrero; y por medio de estos ministerios vendrá el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, Juan fue transportado en espíritu al Día del Señor; y dice así:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.
¿En qué día fue, se encontró Juan el apóstol (en espíritu)? Se encontró en el Día del Señor. En carne él estaba en la década del 90, pero vean ustedes, en la década del 90 del primer siglo de la era cristiana; pero Juan fue transportado al Día del Señor; y el Día del Señor es el Día Postrero, que es el séptimo milenio. Fue transportado al Día del Señor, al séptimo milenio; porque “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”12.
¿Y qué escuchó Juan? ¿Y qué vio Juan allí? Vamos a ver:
“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (una Gran Voz como de trompeta. No fue una trompeta literal, sino que fue la Voz de una persona hablando en el Día Postrero),
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y quién es el Omega? Nuestro Señor Jesucristo; y Él es el primero y el postrero13.
Es la Voz de Jesucristo nuestro Salvador en el Día Postrero, hablando en medio de Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, en el séptimo milenio. Y hablando con una Gran Voz de Trompeta: esto es hablando con el Mensaje del Evangelio del Reino, y dándonos a conocer todas las cosas que deben suceder pronto; pues esa es la promesa de Cristo en Apocalipsis, capítulo 4 y verso 1, cuando nos dice:
“… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
La Voz de Cristo ya no está ni en la primera, ni en la segunda, ni en la tercera, ni en la cuarta, ni en la quinta, ni en la sexta, ni en la séptima edad; porque la Voz de Cristo estuvo en cada una de esas edades en el mensajero de cada edad, y ya los mensajeros de las siete edades se fueron. Cristo estuvo hablando por medio de ellos en cada edad. Para escuchar la Voz de Cristo en cada edad había que subir a la edad donde estaba el mensajero a través del cual Cristo estaba hablando.
Y ahora, ya han transcurrido las siete edades de la Iglesia gentil, y se fueron ya los siete ángeles mensajeros, las siete estrellas del Señor de las siete edades de la Iglesia gentil; y ahora Él nos dice: “Sube acá (¿A dónde? A la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las que han de suceder después de estas”, o sea, después de estas que ya han sucedido en las siete edades.
¿Y cómo estará Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en el Día Postrero y en la Edad de la Piedra Angular? Vamos a ver. Porque donde quiera que Él esté y a través de quién Él esté manifestado hablando, estará dándonos a conocer todas esas cosas que deben suceder pronto; las cuales Él prometió que nos daría a conocer en la Edad de la Piedra Angular, a todos los que suban a la Edad de la Piedra Angular.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, nos dice a través de quién nos estará dando a conocer todas esas cosas que Él prometió que nos daría a conocer. Dice así Apocalipsis, capítulo 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién envía? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrarle a los hijos de Dios, a los escogidos de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo, las cosas que deben suceder pronto.
No hay otra forma para poder comprender las cosas que deben suceder en el tiempo de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino excepto por medio del Ángel de Jesucristo, en el cual Jesucristo en el Día Postrero estaría velado y revelado, hablándole a Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto; así como habló por medio de San Pablo y demás mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.
Ahora en estos postreros días nos hablaría por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y la buena tierra escuchará la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero y entenderá la Palabra de Jesucristo para este Día Postrero, y llevará fruto en abundancia. Profundizará en el Programa Divino, en la Palabra de Dios, y estará bien arraigada en el Programa de Dios; estará bien arraigada cada persona en el Cuerpo Místico de Cristo, estará bien arraigada cada persona en Jesucristo.
Y no importa las pruebas que vengan, los sufrimientos y todos los problemas: permanecerá, porque está bien arraigado en Cristo Jesús, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Pero los que son como junto al camino: son los que escuchan la Palabra, pero no la entienden; luego viene el enemigo y arranca lo que fue sembrado en su corazón; y no ocurre nada más, hasta que sean juzgados en el juicio divino por no haber permanecido en la Palabra de Dios sirviendo a Jesucristo. Pierden la bendición de la vida eterna esas personas.
Los que fueron sembrados en pedregales reciben la Palabra con gozo; y después de algún tiempo, cuando le vienen las pruebas, se apartan. También tenemos en cada edad ese tipo de personas, y también en nuestra edad ustedes encontrarán que también han estado esas personas: que son los que escucharon la Palabra, estuvieron un tiempo y después se apartaron.
Y también están los que los afanes de esta Tierra, de este mundo y las riquezas de este mundo ahogan esa Palabra, y siempre dicen que no tienen tiempo para nada. Pero sí tienen tiempo; lo que pasa es que usan el tiempo para las cosas de este mundo y para las riquezas de este mundo, para hacer riquezas para que sus negocios materiales crezcan, y se olvidan del Plan de Dios, del Programa de Dios para Su tiempo; y quieren tener vida eterna ocupándose de las cosas terrenales en vez de ocuparse primeramente del Reino de Dios. Esas personas también pierden la bendición de Dios.
Pero están los representados en la buena tierra: que son los que escuchan la Palabra y la entienden. ¿Y dónde están esas personas? Aquí estamos en este Día Postrero escuchando la Palabra de Dios, el Evangelio del Reino, recibiéndolo en nuestra alma, y llevando fruto en abundancia en este Día Postrero.
Ahora podemos ver la buena tierra como individuos. También podemos ver en la parábola del trigo y de la cizaña la simiente, que son los hijos del Reino.
Ahora, vean ustedes, en la parábola del sembrador, la semilla que es sembrada, la simiente que es sembrada, esa buena simiente es la Palabra del Reino, y es sembrada en el corazón de los seres humanos y en la buena tierra, que son los escogidos de Dios, produce fruto en abundancia.
Y ahora, la buena simiente en la parábola del trigo y de la cizaña son los hijos del Reino. Ahora miren, la Palabra del Reino en la parábola del sembrador es sembrada en la buena tierra.
Y ahora, en la parábola del trigo y de la cizaña, la buena semilla, que es la Palabra de Dios y que son los hijos del Reino (en la parábola del trigo y de la cizaña), los hijos del Reino son sembrados en este mundo.
Ahora, hay territorios como los de junto al camino, donde se pierde lo que es sembrado; porque las aves del cielo se lo comen. Eso representa el diablo con todos sus instrumentos destruyendo la Obra de Dios, lo que fue sembrado en el corazón de las personas, destruyendo a los hijos e hijas de Dios.
Y ahora, la tierra de pedregales, llena de piedras, es un terreno no muy bueno para sembrar los hijos del Reino; porque la buena semilla en la parábola del trigo y de la cizaña son los hijos del Reino; y si son sembrados los hijos del Reino en un territorio malo, ahí ellos están un tiempo sirviéndole a Dios y después se apartan.
Y también está el terreno representado – lleno de espinas o espinos, que es el terreno en donde los afanes de esta vida y las riquezas de esta vida impiden para que la buena semilla, los hijos del Reino, produzcan fruto en abundancia.
Pero también está la buena tierra como territorio, donde Dios coloca Sus hijos en cada edad. En cada edad la buena tierra como territorio es el territorio donde se cumple cada edad de la Iglesia del Señor. Para el tiempo en que se cumple ese territorio es buena tierra, después se puede convertir en mala tierra; pero para el tiempo en que Dios coloca Sus hijos en ese territorio es buena tierra.
Ahora, miren ustedes, también las edades en cada etapa es la buena tierra donde Dios coloca a Sus hijos, donde Dios coloca esa simiente, o sea, los hijos del Reino.
Y ahora veamos la buena tierra como edad y la buena tierra como territorio:
• La buena tierra como edad es —para la primera edad— Asia Menor; o sea, para la primera edad la buena tierra es la primera edad de la Iglesia del Señor, la cual se cumplió en Asia Menor.
• La buena tierra como edad para la segunda edad de la Iglesia del Señor es la segunda edad, la cual se cumplió en Francia; y así seguimos viendo la buena tierra como edad.
• Para la tercera etapa de la Iglesia del Señor la buena tierra fue la tercera edad, la cual se cumplió en Francia y también en [Hungría].
• Luego, para la cuarta edad o etapa de la Iglesia del Señor, la buena tierra fue la cuarta edad, la cual se cumplió en [Irlanda] y en Escocia, donde Dios envío Su mensajero Colombo.
• Luego, para la quinta edad, la buena tierra fue la quinta edad, la cual se cumplió en Alemania.
• Luego, para la sexta edad, la buena tierra fue la sexta edad: la Edad de Filadelfia, representada en la iglesia de Filadelfia; y el territorio fue Inglaterra, donde se cumplió esa sexta edad.
• Luego, para la séptima etapa de la Iglesia del Señor entre los gentiles, la buena tierra como edad fue la séptima edad, representada en la Laodicea, la cual se cumplió en Norteamérica.
Ahora, vean ustedes que después que se cumple ya el Programa Divino en cada edad, ese territorio deja de ser buena tierra para la próxima edad; así sucede con cada edad y con cada territorio donde se cumple cada edad.
Y ahora, ¿cuál es la buena tierra donde Dios tendrá sembrada la buena semilla, o sea, los hijos del Reino, los escogidos de Dios? Como edad es la Edad de la Piedra Angular, donde Dios siembra, donde Dios coloca la buena semilla, que son los hijos del Reino; es acá donde Él coloca los hijos del Reino en este Día Postrero. Y el territorio es la América Latina y el Caribe; como territorio, la buena tierra es la América Latina y el Caribe.
Y ahora hemos visto: “EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”.
De edad en edad la bendición de Dios ha estado en la buena tierra, que ha sido la edad correspondiente a cada tiempo en el territorio donde se cumplió cada edad.
Y en la actualidad la buena tierra como edad es la Edad de la Piedra Angular; y como territorio es el territorio latinoamericano y caribeño; y como individuos la buena tierra son los escogidos de Dios, los hijos e hijas de Dios.
Y la buena semilla son los hijos del Reino, los escogidos de Dios en este tiempo final; como también en cada edad la buena semilla como individuos fueron los escogidos de Dios.
Y ahora, vean ustedes EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA.
La buena tierra que es bendecida como individuos en este tiempo final, ¿dónde están? ¿Quiénes son? Pues somos nosotros: latinoamericanos y caribeños en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Y la buena tierra como edad, ¿cuál es? La Edad de la Piedra Angular. Esa es la buena tierra que es bendecida, esa es la edad que es bendecida en este tiempo final; las demás edades tuvieron su bendición en el tiempo en que estaban vigentes delante de Dios.
Y ahora, miren ustedes, la buena tierra que produce buen fruto es la que obtiene la bendición de Dios, nos dice el apóstol San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 6 y verso 7 al 8, donde dice:
“Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios…”.
¿Cuál es la tierra que recibe bendición de Dios? La tierra que produce buena hierba. La tierra que produce la buena simiente, el trigo de Dios, los hijos e hijas de Dios, es la que recibe la bendición de Dios.
Así ha sido de edad en edad: la bendición de Dios ha estado siempre en el territorio donde han estado siendo manifestados los hijos de Dios en cada edad. Ese ha sido el territorio que ha tenido la bendición de Dios, cuando la buena tierra como territorio ha tenido esos hijos de Dios en cada una de esas edades.
Y ahí ha estado la buena tierra como individuo, que son los hijos e hijas de Dios; y ha estado también la buena semilla como individuos, que son los hijos del Reino, los hijos de Dios; y ha estado la buena semilla como Mensaje, que es la Palabra de Dios para el tiempo correspondiente.
Y ahora, ¿dónde está la buena tierra? ¿Cuál es la buena tierra que es bendecida en este tiempo final? Como edad: la Edad de la Piedra Angular; como individuos: los hijos e hijas de Dios, los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular; y como territorio: pues la América Latina y el Caribe. Esa es la buena tierra que está produciendo en este Día Postrero los hijos e hijas de Dios.
Son latinoamericanos y caribeños los escogidos de Dios que en este Día Postrero están siendo llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, la edad de la buena tierra del Día Postrero.
Ahora hemos visto la buena tierra como individuos, que son los hijos e hijas de Dios, los hijos del Reino. Hemos visto la buena tierra como edad, que son cada una de las edades en el tiempo correspondiente en que fueron manifestadas.
Hemos visto cuál es la buena tierra como edad en este Día Postrero: la Edad de la Piedra Angular.
Hemos visto la buena tierra como territorio, que ha sido el primer territorio: Asia Menor; el segundo territorio: Francia; el tercer territorio: Francia y [Hungría]; el cuarto territorio: [Irlanda] y Escocia; el quinto territorio: Alemania; el sexto territorio: Inglaterra; el séptimo territorio: Norteamérica; y el octavo territorio: la América Latina y el Caribe. Ahora, hemos visto la buena tierra como territorio.
La bendición de Dios está en la América Latina y el Caribe, porque esta es la buena tierra que es bendecida en este Día Postrero; en donde Jesucristo está derramando Sus bendiciones y está dándonos Su Mensaje del Evangelio del Reino, y está llamando y juntando a todos Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y colocándonos en la Edad de la Piedra Angular, y preparándonos para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Ahora, hemos visto: “LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”.
Y ahora, ¿qué será de la mala tierra? Sigue diciendo San Pablo en Hebreos, capítulo 6, el verso 8 dice:
“… pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada”.
El juicio divino de la gran tribulación, en donde los malos serán quemados, vean ustedes, tiene que ver con esta palabra del apóstol San Pablo. En esos territorios encontramos que no estarán los escogidos de Dios del Día Postrero; por lo tanto, no es buena tierra delante de Dios para producir hijos e hijas de Dios para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Por lo tanto, el fuego prometido para la cizaña en la gran tribulación…; porque la cizaña, que son los hijos del malo, o sea, los hijos del diablo, dice Cristo que la cizaña será atada en manojos y será echada al horno de fuego, donde será el lloro y el crujir de dientes.
¿Dónde estará la cizaña? En la mala tierra. ¿Dónde estará el trigo que será colocado en el Alfolí de Dios? En la buena tierra.
Por eso es que el juicio divino profetizado por el profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 1, vendrá sobre la Tierra que produce espinos y produce mala hierba, produce abrojos; dice que esa tierra está próxima a ser maldecida, y su fin será ser quemada. Y Malaquías 4, verso 1, dice:
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.
¿Por qué? Porque estarán en el territorio representado en la mala tierra que produce abrojos y espinos.
Pero la buena tierra que produce buena simiente, que produce el trigo, que produce los hijos e hijas de Dios del Día Postrero, está cercana a ser bendecida por Dios; está cercana esa tierra a recibir la bendición de entrar al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, para tener las bendiciones de Dios y pertenecer al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso es que el continente latinoamericano y caribeño es el continente que tendrá más prosperidad y bendición de Dios durante el Reino Milenial de nuestro Señor Jesucristo: porque es el territorio que produce la buena simiente, los hijos e hijas de Dios del Día Postrero, que son llamados y juntados en este tiempo final.
Ahora podemos ver la bendición tan grande que tiene la América Latina y el Caribe como territorio que está produciendo a los escogidos de Dios, que está produciendo la buena simiente, los hijos e hijas de Dios del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Y nosotros como individuos también somos la buena tierra, y también somos la buena simiente.
Ahora, como buena tierra recibimos la bendición de Dios, como buena tierra tenemos dentro de nosotros la simiente de Dios: alma de Dios; somos almas de Dios; el alma que viene de parte de Dios, de la séptima dimensión; y por eso nos da también un cuerpo de la sexta dimensión. Y estamos próximos a ser bendecidos con un nuevo cuerpo, con un cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de nosotros.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”; la hemos visto —la buena tierra— como territorio, como edad y como individuos.
Y hemos visto la buena simiente como Palabra de Dios, como Mensaje; hemos visto la buena simiente también como hijos e hijas de Dios. Y hemos visto dónde Dios ha sembrado la buena simiente de los hijos e hijas de Dios: ha sido en la buena tierra, la cual está próxima a ser bendecida.
La América Latina y el Caribe como buena tierra está próxima a ser bendecida con su entrada al glorioso Reino Milenial de nuestro Señor Jesucristo. Y los latinoamericanos y caribeños como buena tierra, como escogidos de Dios, están próximos a ser transformados y tener un cuerpo eterno.
Por eso estamos siendo llamados y juntados en este Día Postrero por Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, con el cual nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos: al tiempo donde estamos viviendo en la buena tierra que es bendecida en este Día Postrero, en el territorio latinoamericano y caribeño; y como individuos somos la buena tierra que seremos transformados y raptados en este Día Postrero.
Estamos cerca a esa bendición de Dios: de la transformación de nuestros cuerpos para tener un cuerpo eterno y vivir con Cristo como reyes y sacerdotes en ese glorioso Reino Milenial de Cristo, y reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Esto es así porque somos la buena tierra que es bendecida.
Hemos visto el porqué de la bendición de Dios sobre cada uno de ustedes y sobre mí también en la América Latina y el Caribe. Hemos visto dónde está la bendición de Dios: en la buena tierra latinoamericana y caribeña, y en la buena tierra de latinoamericanos y caribeños.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”.
Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también en este Día Postrero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Pasen todos muy buenas noches; y dejo con nosotros nuevamente al reverendo Gian del Corto para que continúe y finalice nuestra parte en esta noche, dándole gracias a Dios por Sus bendiciones y por ser la buena tierra como continente, y la buena tierra como individuos.
Pasen todos muy buenas noches, y Dios les bendiga a todos.
“EL MISTERIO DE LA BUENA TIERRA QUE ES BENDECIDA”.
[Revisión enero 2023 –DM-RM]
1 San Lucas 16:19-31
2 Génesis 14:17-20, Hebreos 7:1-10
3 Génesis 18:1-8
4 San Lucas 9:62
5 San Mateo 6:33
6 San Lucas 8:11
7 San Mateo 13:24-30, 13:38
8 San Juan 3:1-15
9 El diagrama de la pirámide se puede observar en la última página del mensaje SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto”. / https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
10 Gálatas 2:20
11 Hechos 25:13-27, 26:1-32
12 2 Pedro 3:8, Salmos 90:4
13 Isaías 44:6