El misterio de la Cosecha en el fin del siglo

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y también radioyentes y televidentes que estarán escuchando esta conferencia.

Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos abra el entendimiento en esta noche para comprender estos misterios del Reino de los Cielos, para comprender EL MISTERIO DE LA COSECHA EN EL TIEMPO DEL FIN. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Leemos en San Mateo, capítulo 13, versos 36 al 43, las palabras de Jesucristo, o la explicación de Jesucristo acerca de la parábola del trigo y de la cizaña, y nos explica en este pasaje esa parábola. Dice así la Escritura:

“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.

El enemigo que la sembró (o sea, que sembró la cizaña) es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes (allí será el lloro y el crujir de dientes).

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.

EL MISTERIO DE LA COSECHA EN EL FIN DEL SIGLO”.

Cuando Cristo aquí nos habla, en esta parábola del trigo y de la cizaña, y nos habla de la Cosecha, y nos habla de los Ángeles que Él envía para llevar a cabo la Cosecha, nos está mostrando Su Programa en esta forma de parábolas, en donde Él nos enseña lo que estará aconteciendo en el fin del siglo o fin del tiempo.

Ahora, ¿por qué Cristo habló en parábolas? La explicación está en el capítulo 13, versos 10 en adelante, donde dice:

… acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?

Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.

Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,

Y con los oídos oyen pesadamente,

Y han cerrado sus ojos;

Para que no vean con los ojos,

Y oigan con los oídos,

Y con el corazón entiendan,

Y se conviertan,

Y yo los sane (o salve. Algunas versiones dicen ‘sane’, otras versiones dicen ‘salve’).

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”.

Ahora, vean ustedes cómo el uso de las parábolas tiene un propósito; y es: en esas parábolas colocar los misterios del Reino de Dios y sus diferentes etapas o fases, desde los tiempos pasados hasta el tiempo final. Y a la misma vez están ahí escondidos esos misterios, porque no pueden ser comprendidos, excepto por aquellos a los cuales es concedido comprender estos misterios; y esas personas son los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por eso dice: “Mas a vosotros es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos”. Por eso les dice: “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque muchos de los profetas y de los justos desearon ver lo que ustedes ven, y oír lo que ustedes oyen”.

¿Qué estaban viendo ellos? Ellos estaban viendo el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo; la cual había sido prometida en diferentes formas proféticas, como en parábolas; y en diferentes profecías lo encontramos —a Cristo— en los Salmos, lo encontramos también en los sacrificios que el pueblo hebreo ofrecía a Dios, aquellos sacrificios por el pecado.

Aquel sacrificio del macho cabrío, el día de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año representaba a Cristo; también el sacrificio del cordero pascual representaba a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario.

Vean, todos esos sacrificios representaban a Cristo, y la sangre de ellos representaba la Sangre de Cristo siendo derramada por nuestros pecados, para limpiarnos de todo pecado.

La sangre de los animalitos cubría el pecado, pero la Sangre de Cristo lo quita; o sea que el efecto de la Sangre de Cristo en los seres humanos es superior al de la sangre de aquellos animalitos que el pueblo hebreo ofrecía a Dios como sacrificio. Porque ellos ofrecían esos sacrificios en lo que llegaba el Sacrificio perfecto, el Sacrificio del Cordero de Dios, de Jesucristo; pero mientras tanto, ellos tenían que tener el tipo y figura del Sacrificio de Cristo; el cual tuvieron en aquellos sacrificios que ellos ofrecían a Dios. Allí estaba Cristo reflejado.

Y ahora, cuando los discípulos de Jesucristo escuchan a Juan el Bautista decir: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, y está señalando no a un animalito sino a un hombre: a Jesús de Nazaret; allí ellos estaban viendo claramente el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo, y el que bautizaría con Espíritu Santo y Fuego, al cual Juan el Bautista le estaba preparando el camino. Ese era el Ungido por Dios, ese era el Cristo (Cristo significa ‘Ungido’), y allí estaba en medio de ellos.

Y cuando Cristo preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”, comenzaron a decir los discípulos de Jesucristo: “Unos, dicen que tú eres Juan el Bautista que ha resucitado; otros piensan que tú eres Elías; y otros piensan que tú eres algún profeta, o alguno de los profetas (o sea, alguno de los profetas que ha resucitado)”.

Y pregunta Cristo a Sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?”. Pedro le dice: “¡Tú! Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Pedro tenía la revelación del Cielo de quién era Jesús. Y Jesús le dice: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en el Cielo”1.

Y ahora, vean ustedes que Pedro tenía el conocimiento de quién era ese joven carpintero de Nazaret llamando Jesús; él sabía que era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Y ahora, vean ustedes cómo la Primera Venida de Cristo, que fue prometida en diferentes profecías, en diferentes tipos y figuras (como los de los animalitos, también estaba allí reflejado), y también fue prometido usando diferentes parábolas en el Antiguo Testamento…, encontramos que la Venida del Mesías fue así profetizada.

Pero cuando se cumplió, ver todas esas profecías cumplidas en este joven carpintero de Nazaret, en este obrero de la construcción llamado Jesús, era una bendición grande, era una bienaventuranza: “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen”.

Y ahora, en el capítulo 11 también habla de la bienaventuranza de comprender las cosas que ellos estaban comprendiendo. En el capítulo 11, verso 25 al 27, dice [San Mateo]:

“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños”.

¿Qué cosas estaban escondidas? La Primera Venida de Cristo, la Venida del Mesías, del Rey de Israel, cumplida en ese obrero de la construcción, ese joven carpintero, llamado Jesús de Nazaret.

Ningún teólogo tuvo en su pensamiento, pasó por su mente, nunca pasó por la mente de ningún teólogo del pueblo hebreo, que la Primera Venida del Mesías se cumpliría en un obrero de la construcción; eso no estaba en el pensamiento de los teólogos de aquel tiempo, ni del sumo sacerdote, ni de los miembros del Concilio de la religión hebrea, del Concilio del Sanedrín, compuesto por setenta sabios hebreos, doctores en teología.

Y ahora, vean ustedes, no estaba en la mente de ellos, pero estaba ¿dónde? En la Mente de Dios.

Y ahora el Constructor del universo completo, Diseñador y Constructor, ahora viene como un sencillo carpintero, como un obrero de la construcción, un obrero sencillo.

Ahora, aun viniendo en esa forma sencilla, aquellas personas sencillas: pescadores, agricultores y personas así, pudieron ver que ese joven sencillo, ese obrero de la construcción, era el cumplimiento de la Primera Venida del Mesías. Vino en forma sencilla y lo recibieron personas sencillas.

Y ahora, vean lo que continúa diciendo Jesús aquí:

“Sí, Padre, porque así te agradó.

Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

Jesucristo estaba revelando al Padre, el Padre estaba manifestado en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret; y Cristo les estaba dando a conocer esta manifestación del Padre celestial, de Dios, del Ángel del Pacto, del Jehová del Antiguo Testamento, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, manifestado en carne humana en la persona de Jesús; y Jesucristo estaba dándole a conocer al pueblo esa manifestación de Dios en carne humana en toda Su plenitud en la persona Suya, o sea, en Jesús de Nazaret.

“Y nadie podía conocer quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie podía conocer quién es el Padre, sino el Hijo; y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”, dijo Jesús. Y lo estaba revelando a Sus discípulos, a todos los que venían a Él y creían en Él. Él les estaba revelando la manifestación del Padre en carne humana en la persona de Jesús, Él les estaba revelando la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Señor, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en carne humana, en medio del pueblo hebreo.

Esa manifestación de Dios en Espíritu Santo en toda Su plenitud en la persona de Jesús era la Primera Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, prometido para aparecer en la Tierra conforme a las profecías.

Dice en Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.

Ese mensajero fue Juan el Bautista, del cual también el profeta Isaías en el capítulo 40 [verso 3], nos dice que es la voz de uno que clama en el desierto; y cuando le preguntaron a Juan el Bautista quién él era, él dijo que él era la voz de uno que clamaba en el desierto: “Preparad o aparejad el camino del Señor”2.

Y ahora, este precursor de la Primera Venida de Cristo, siendo Juan el Bautista, dio testimonio que después de él (de Juan el Bautista) vendría el Mesías, el Cristo, el Ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud; después de Juan el Bautista aparecería el Mesías; o sea que el próximo profeta que aparecería en la escena después de Juan el Bautista sería el Mesías, el Cristo, sería el precursado por Juan el Bautista.

Juan el Bautista dijo: “Yo no lo conocía; pero el que me mandó a bautizar, me dijo: Sobre Aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma, ese es Él”. Y dice: “Y yo le vi, yo le vi descender sobre Él en forma de paloma”3. Eso fue cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús. Y Juan el Bautista dijo: “Este es el que les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”; porque Juan el Bautista estaba anunciando que después de él vendría Uno del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado, el cual les bautizaría con Espíritu Santo y Fuego4.

¿Quiénes recibirían el bautismo del Espíritu Santo y Fuego? Los creyentes en el precursado, los creyentes en Jesús de Nazaret.

Los creyentes en Juan el Bautista, aunque habían creído en Juan, el precursor de la Primera Venida de Cristo, y lo habían recibido, y habían sido bautizados por Juan, con todo y eso se requería que recibieran también al precursado: a Jesús; porque de otra manera solamente se quedarían con el bautismo en agua, pero no recibirían el Espíritu Santo; porque la promesa de recibir el Espíritu Santo es para los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo.

Y los que creyeron en Cristo estuvieron en el Día de Pentecostés en el aposento alto, que fueron 120 personas5, recibieron el Espíritu Santo6; algunos de ellos habían sido discípulos de Juan el Bautista, pero luego creyeron en Jesucristo7.

Los que eran discípulos de Juan el Bautista y no siguieron a Jesús, no estaban allí presentes el Día de Pentecostés; por lo tanto, no recibieron el Espíritu de Cristo. Y luego, si más adelante no creían en Cristo como su Salvador y lavaban sus pecados en la Sangre de Jesucristo, no podían recibir el Espíritu Santo; porque el Espíritu Santo es para los que creen en Cristo como nuestro Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Jesucristo.

Y los discípulos de Juan el Bautista (hasta creer en Jesucristo) no habían lavado sus pecados en la Sangre de Cristo para luego recibir el Espíritu Santo. Así que aunque habían recibido al precursor, al Elías que vendría en aquel tiempo en su tercera manifestación, eso no les bastaba para recibir el Espíritu Santo.

Se requería recibir a Cristo como nuestro Salvador, ser un creyente y seguidor de Cristo, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, para así recibir luego el Espíritu Santo; y así tener un espíritu teofánico de la sexta dimensión, para luego, en el Día Postrero, si la persona ha muerto en cuanto su cuerpo físico, resucitar en un cuerpo eterno; pero si permanece vivo y ve a los muertos en Cristo resucitados en el Día Postrero, pues esa persona que ha creído en Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu Santo, por consiguiente tiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión: ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Dios, es un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo, y por lo tanto será transformado en este Día Postrero.

Seremos transformados en estos – en nuestros átomos, seremos cambiados en nuestros átomos; y de un cuerpo mortal que tenemos seremos transformados a un cuerpo inmortal e incorruptible y eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad, siendo a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, vean cómo hemos recibido primeramente el cuerpo mortal y corruptible, y también recibimos el espíritu del mundo cuando nacimos en este cuerpo terrenal; pero luego hemos creído en Cristo y hemos nacido de nuevo recibiendo Su Espíritu Santo, y así hemos recibido un nuevo espíritu, un espíritu teofánico de la sexta dimensión.

Y luego, en el Día Postrero, recibiremos el cuerpo eterno que Él ha prometido para nosotros; y así se cumple la palabra que dice: “Que es mejor el fin del negocio, que el principio”8.

En el “principio del negocio” el ser humano ha venido en un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y ha venido por medio de la descendencia del primer Adán.

Y ahora, por medio del segundo Adán, de Jesucristo, “el fin del negocio”, que es en y con Cristo, Él nos da un nuevo cuerpo teofánico, un nuevo espíritu teofánico de la sexta dimensión; y luego nos dará, en el Día Postrero, un nuevo cuerpo, un cuerpo eterno.

Y así será mejor el fin del negocio que el principio, porque el fin del negocio es para vida eterna; y por lo tanto, en el fin del negocio recibimos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, un espíritu teofánico de la sexta dimensión (cuando creemos en Cristo y lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo al recibir Su Espíritu Santo); y luego, en el Día Postrero, recibiremos el cuerpo eterno.

Así que podemos ver que el fin del negocio se lleva a cabo con el segundo Adán, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes cómo hemos entrado al fin del negocio: hemos entrado a Cristo como nuestro Salvador, para así recibir todo lo correspondiente a lo que Cristo ha prometido para cada uno de nosotros:

Primero, el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, en donde así obtenemos vida eterna; hemos pasado entonces de muerte a vida, al creer en Cristo y recibir Su Espíritu Santo.

Y ahora, en el Día Postrero, recibiremos un cuerpo con vida eterna, un cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también, y para todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo de las edades pasadas.

Y ahora, vean ustedes todo lo que ha hecho nuestro amado Señor Jesucristo, Aquel que presentó Juan el Bautista como el Codero de Dios que quitaría el pecado del mundo; el cual lo quitó allá con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. De este dijo el profeta Malaquías [3:1]:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (o sea, Juan el Bautista le preparó el camino; este fue Juan el Bautista; dice); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

Ahora, ¿quién vendría después de Juan el Bautista? Vendría el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¿Cómo vendría? Vendría vestido de carne humana, vendría con un cuerpo de carne, un cuerpo humano, el cual nació en Belén de Judea por medio de la virgen María; y el cual creció en medio del pueblo hebreo, y comenzó Su ministerio cuando tenía cerca de 30 años (o sea, unos 29 años y medio), y lo terminó a los 33 años, llevando a cabo Su Sacrificio en la Cruz del Calvario y quitando así nuestros pecados.

Ahora vean, este es el hombre que los discípulos de Jesucristo recibieron y creyeron que era el Mesías prometido para el pueblo hebreo, el Rey de Israel. ¡Y en verdad lo era! En verdad es Él el Rey de Israel.

Y ahora vean cómo esta manifestación tan grande del Ángel de Jehová, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el mismo Ángel de Jehová, y que es el mismo Jehová, es el mismo Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, vean ustedes, en el capítulo 1 de San Juan, dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (o sea, el Logos, el Logos: la Palabra).

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Capítulo 1, verso 1 al 3, de San Juan. Y el capítulo 1, verso 9 al 10, dice:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”.

Ahora, esa Luz verdadera venía a este mundo, el Verbo venía a este mundo. ¿Cómo venía a este mundo? Veamos a ver cómo venía a este mundo el Verbo. En el capítulo 1, verso 14, de San Juan, dice:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

¿Cómo vendría el Verbo, el Logos? ¿Dios cómo vendría? Vendría en carne humana, vendría hecho carne en medio del pueblo hebreo; lo cual se cumplió con la aparición de Jesús en medio del pueblo hebreo.

Él era nada menos que el Verbo hecho carne, Él era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es el mismo Jehová. El mismo Jehová con Su cuerpo teofánico se vistió luego de carne humana, y vivió en medio del pueblo hebreo por 33 años, en ese cuerpo de carne, el cual murió como el Sacrificio por el pecado en la Cruz del Calvario.

Ahora podemos ver quién era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, viniendo en medio del pueblo hebreo, al cual Juan el Bautista le preparó el camino. Ese fue el misterio grande que fue manifestado dos mil años atrás en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, Él dice que hay trigo y cizaña en el campo, y Él muestra que el trigo y la cizaña crecerán juntos. Y cuando los siervos dijeron: “¿Quieres que vayamos y arranquemos la cizaña?”, Él dice: “No, porque arrancando la cizaña, pueden también arrancar el trigo”.

Miren, por ejemplo, cuando no quisieron recibir a Cristo allá en un lugar de Samaria; porque Cristo tenía que ir para Jerusalén, pero quería hacer una parada allí en Samaria, en cierto lugar; dijeron los discípulos Santiago y Juan: “¿Quieres que mandemos a descender fuego del cielo, como hizo Elías?, ¿quieres que mandemos a descender fuego del cielo sobre esa gente?”. Cristo les dijo: “No, ustedes no saben de qué espíritu son”9.

Vean ustedes, si allí destruyen (Juan y Santiago) los habitantes de aquel territorio, mandando a descender fuego del cielo, como hizo Elías, que mandó a descender fuego del cielo en unas ocasiones en donde lo mandaron a llevar al rey, y el rey mandó un oficial o general o capitán con cincuenta soldados, para llevárselo al rey, llevarlo arrestado, Elías dijo: “Si soy siervo de Dios, siervo de Jehová, que descienda fuego del cielo y consuma a esos cincuenta con su capitán”, y así sucedió10.

Y ahora, eso es lo que querían hacer Santiago y Juan el apóstol, pero Jesús no se los permitió; pues allí, si quemaban todas aquellas gentes, vean ustedes, allí de seguro había hijos e hijas de Dios, escogidos de Dios, trigo de Dios, y podían destruir el trigo con la cizaña.

Ahora, Cristo dijo: “Dejen crecer todo junto: el trigo y la cizaña dejen que crezca junto, hasta el tiempo de la siega”. Dice en el capítulo 13, verso 28 al 30, dice [San Mateo]:

“Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos (o sea, arranquemos la cizaña)?

Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega (o sea, hasta la cosecha); y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Ahora, para el tiempo de la Cosecha, el tiempo del fin, es que viene el ministerio que lleva a cabo la Cosecha.

Y ahora, vean ustedes, este es el ministerio prometido aquí por Cristo, en el capítulo 13 y verso 39 al 41, donde dice [San Mateo]:

“El enemigo que la sembró es el diablo (el que sembró la cizaña); la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles…”.

Ahora, vean que es el ministerio de los Ángeles del Señor el que lleva a cabo la labor del Día Postrero, la labor de la Cosecha en el Día Postrero.

Y ahora, vean ustedes, la cizaña será atada en manojos y será echada en el horno de fuego.

¿Y qué es el horno de fuego? Vean ustedes, serán echados…:

“… y los echarán (a la cizaña) en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”.

Ahora, vean ustedes, el horno de fuego es lo que dice el profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 1, donde dice:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.

Ese es el horno de fuego. Es la gran tribulación, donde el juicio divino caerá sobre la raza humana.

Y ahora, ¿qué será del trigo? Dice:

“… pero recoged el trigo en mi granero”.

En Malaquías, capítulo 4, verso 2, continúa diciendo:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.

Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

Ahora, vean cómo la cizaña será quemada; pero los escogidos, los que temen el Nombre del Señor, serán recogidos, porque esos son el trigo del Señor, y para ellos nacerá el Sol de Justicia, que es la Segunda Venida de Cristo.

Cristo dijo: “Yo soy la Luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida”11, o sea, la Luz de la vida eterna.

Y ahora vean, para los que temen el Nombre del Señor, para los escogidos, que son el trigo del Reino de Dios: nacerá el Sol de Justicia. O sea, la Segunda Venida de Cristo será cumplida como el nacimiento del sol: que comienza con una claridad por el este, y luego sigue aumentándose esa claridad, hasta que va esclareciendo el día, hasta que el día es perfecto.

Y para el día de la Dispensación del Reino, que es el Día Postrero o Día del Señor, que es el séptimo milenio: la Segunda Venida de Cristo comenzará a esclarecer gradualmente, hasta que hace el día perfecto, hasta que hace el séptimo milenio perfecto, con Su Luz, y produce el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, donde caminaremos sobre la ceniza de los malos.

¿Y por qué caminaremos sobre la ceniza de los malos, sobre la ceniza de la cizaña? Porque la cizaña, los malos, serán quemados durante la gran tribulación, con el fuego que dice aquí Dios por medio del profeta Malaquías:

“… he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.

Ahora, vean ustedes, ese fuego es fuego atómico, y también habrá fuego volcánico; y también habrá fuego de todos estos químicos que hay en la actualidad: gasolina, petróleo, y todas estas cosas que son explosivas, son cosas que se incendian; todo eso estallará; y juntamente con las explosiones atómicas que han de venir durante esa guerra que vendrá durante la gran tribulación, encontramos que producirá ese día ardiente como un horno, y quemará a los malos.

Y ahora, vean ustedes que eso es lo que está dicho que será para los malos, para la cizaña; pero para los que temen el Nombre del Señor, que es el trigo, los hijos e hijas de Dios, los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, vendrá la bendición de Cristo.

Y bajo el ministerio de los Ángeles del Señor Jesucristo serán llamados y juntados todos los escogidos de Dios, conforme a la promesa de Cristo en San Mateo, capítulo 24 y versos 30 al 31, donde dice:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Vean ustedes que es enviado el ministerio de los Ángeles del Señor Jesucristo, el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre, con la Gran Voz de Trompeta, que es con la Trompeta del Evangelio del Reino, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.

El Mensaje del Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y como el Sol de Justicia resplandeciendo en nuestros corazones; y como el Rey prometido para reinar durante el Milenio y por toda la eternidad.

Él es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19; ese es Cristo viniendo en el Día Postrero, y manifestándose en este Día Postrero. Es la Venida de Cristo para el Día Postrero en un caballo blanco como la nieve.

Ahora, cuando el precursor de la Segunda Venida de Cristo habló de este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, dijo que era el Espíritu Santo ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Eso lo dijo en la página 277 del libro de Los Sellos en español.

Y en la página 256 del libro de Los Sellos en español, dijo también, hablando acerca de ese Jinete del caballo blanco dijo:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Es la Palabra de Dios, el Verbo, el Logos.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.

Y dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”12.

Y para el Día Postrero el Verbo se hará carne, el Logos se hará carne; el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vendrá en carne humana manifestado en el Día Postrero en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo; y eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, la Venida del Espíritu Santo, la Venida de Cristo en Espíritu Santo en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero. Eso es lo que está prometido para ser manifestado en el Día Postrero.

Y el Espíritu Santo estará manifestando, por medio de carne humana, por medio de Su velo de carne, por medio de Su Ángel Mensajero, los ministerios de los Ángeles del Señor, los ministerios del Hijo del Hombre con la Gran Voz de Trompeta, los ministerios de Moisés y Elías.

Esos son los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 al 7, y de Zacarías, capítulo 4. Esos son los ministerios que para el Día Postrero llevan a cabo la gran Cosecha, la Siega, y recogen el trigo; o sea, recogen los escogidos de Dios en este tiempo final.

Ahora, ¿dónde recogen a los escogidos de Dios? De edad en edad han estado siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios, conforme a las palabras de Jesucristo en San Juan, capítulo 10 y versos 14 al 16, donde Él dijo:

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea que no son del Redil hebreo, no son del pueblo hebreo); aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.

Dice que oirán Su Voz, y habrá un rebaño y un pastor. ¿Por qué oirán Su Voz? Porque Cristo dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen” (“porque el que es de Dios, la Voz de Dios oye”)13, eso está en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30.

Y ahora, si Cristo estuvo aquí en la Tierra dos mil años atrás, murió, resucitó, y ascendió al Cielo; y luego no lo hemos visto más en aquel cuerpo que Él tuvo dos mil años atrás; ¿cómo es que Cristo estaría llamando o buscando esas ovejas entre los gentiles? ¿Cómo sería? Pues vean ustedes, sería Jesucristo en Espíritu Santo por medio de cada uno de los mensajeros que Él envió en cada edad.

Por medio de San Pablo Él estuvo llamando y juntado a Sus escogidos en la primera edad de la Iglesia gentil, allá en Asia Menor. San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”14. Cristo estaba en San Pablo en Espíritu Santo manifestado.

Cristo había descendido en Espíritu Santo el Día de Pentecostés, y estaba manifestado en medio de los seres humanos; y estaba llamando y juntando a Sus escogidos de edad en edad.

Por medio de los apóstoles, allí en la tierra de Israel, llamó y juntó a los escogidos del pueblo hebreo. Y luego, de edad en edad, ha estado llamando y juntando a Sus escogidos de entre los gentiles; y de vez en cuando ha entrado algún o algunos hebreos también; porque el Cuerpo Místico de Cristo está compuesto de gentiles y de hebreos también; porque de ambos pueblos ha estado haciendo un solo pueblo15, un Cuerpo Místico de creyentes, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y para entrar a ese Cuerpo Místico, a ese pueblo celestial: creemos en Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo; porque con y por un mismo Espíritu entramos nosotros a ese Cuerpo Místico de creyentes16.

Y ahora, vean ustedes cómo han estado entrado de edad en edad; y Dios ha estado manifestándose en Espíritu Santo por medio de cada ángel mensajero que Él ha enviado en cada edad.

San Pablo fue el primer ángel mensajero de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, y esa primera etapa o edad se cumplió en Asia Menor, y Cristo habló por medio de San Pablo en el idioma que San Pablo usaba para predicar.

Luego vino la segunda edad y fue cumplida en Francia, y el mensajero fue Ireneo; y por medio de Ireneo estuvo Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, llamando y juntando a Sus escogidos de esa segunda edad, llamando y juntando a Sus ovejas de esa segunda edad.

Vean ustedes la forma en que escucharían la Voz de Cristo las ovejas de Jesucristo de edad en edad; y así fue de edad en edad a través de cada uno de estos mensajeros, en el territorio donde se cumplió cada una de estas edades.

La primera edad se cumplió en Asia Menor; la segunda, tercera, cuarta, y quinta, y sexta se cumplieron en Europa, en diferentes territorios europeos; y luego la séptima se cumplió en Norteamérica, en donde envió al reverendo William Branham, en donde estaba el Espíritu de Cristo manifestado, y estaba operando el ministerio de Elías por cuarta ocasión, y era el precursor de la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, vean ustedes, llamó y juntó a Sus escogidos para la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil.

Luego hubo una brecha entre la séptima edad y la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo estuvo manifestado también en ese ángel mensajero (séptimo ángel mensajero), el reverendo William Marrion Branham.

Luego… Vean ustedes, se cubrieron esos territorios de Asia Menor, Europa y Norteamérica durante estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Y ahora, para la Edad de la Piedra Angular ¿qué sucede? Pues Cristo en Espíritu Santo pasa a la América Latina y el Caribe; y envía Su Ángel Mensajero en la América Latina y el Caribe, y por medio de Él se manifiesta en el Día Postrero: Cristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero llamando y juntando a Sus escogidos latinoamericanos y caribeños, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

¿Vieron lo sencillo que es todo el Programa de Cristo? ¿Vieron la forma en que Cristo llamaría y juntaría Sus ovejas de edad en edad? Él dijo que tenía unas ovejas que no eran del Redil hebreo, las cuales también le convenía traer. ¿Dónde las va a traer? Él las tiene que traer a este Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Cuerpo Místico, que es Su Iglesia; y Él dijo: “Oirán Mi Voz; y habrá un rebaño y un pastor”.

Las ovejas de Cristo de la primera edad escucharon la Voz de Cristo por medio de San Pablo; y los de la segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta la escucharon por medio de estos cinco mensajeros que Cristo envió allá en Europa, en diferentes edades; y luego en Norteamérica escucharon la Voz de Cristo por medio del reverendo William Branham, del precursor de la Segunda Venida de Cristo.

Y por medio del ministerio de cada mensajero vino la Voz de Cristo; y se extendió la Voz de Cristo, el Mensaje de Cristo, a diferentes naciones, por medio de la labor que llevaron a cabo los ministros que estuvieron brazo a brazo con ese mensajero que Dios envió para cada edad.

Y así es también para la Edad de la Piedra Angular; edad que se cumple en la América Latina y el Caribe, donde envía a Su Ángel Mensajero, Jesucristo, para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto; y así darnos a conocer todos estos misterios del Reino de Dios, del Reino de los Cielos, y así llamar y juntar a los escogidos de Dios del Día Postrero, ¿con qué? Con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino. Ese es el Mensaje con el cual son cosechados, son recogidos, los escogidos de Dios, el trigo de Dios, en el Día Postrero, en el fin del siglo.

Y luego encontramos que la cizaña será quemada en el horno de fuego; o sea, durante la gran tribulación será quemada la cizaña (los malos), porque vendrán los juicios divinos sobre la raza humana.

Pero antes los escogidos son llamados y juntados, y son colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, en este Día Postrero. Y ese es el llamado de Cristo para Sus escogidos en la América Latina y el Caribe, por medio de Su Ángel Mensajero, a través del cual viene dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto.

Vean que esta Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, aparece aquí en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11; y Juan el apóstol dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…”.

Ahora, ¿en qué día estaba? En el Día del Señor, que es el séptimo milenio. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, dice San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y dice el profeta Moisés en el Salmo 90 y verso 4.

Y ahora, ese es el Día del Señor: el séptimo milenio, ese es el Día Postrero. Los días postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; y de los días postreros el último es el séptimo milenio. El séptimo milenio, vean ustedes, es el último de los días postreros delante de Dios. Para Dios… un día de Dios para los seres humanos es mil años.

Y ahora, es en el Día del Señor, o sea, en el séptimo milenio, en el Día Postrero, que Juan escucha la Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta. Él fue transportado al Día del Señor, o sea, al séptimo milenio, y escuchó a la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia:

“… que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo en el Día Postrero hablándole a Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, Juan también escuchó la Voz de Cristo como una Trompeta. Dice:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo…”.

Cristo es la Puerta, recuerden eso. Y cuando Cristo, el Séptimo Sello, se abre en el Cielo en el capítulo 8, ahí tenemos la Puerta abierta en el Cielo: es el Séptimo Sello, la Segunda Venida de Cristo.

“… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Y ahora, vean ustedes, la promesa es: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.

Ahora, ¿dónde tenemos que subir? Porque todos queremos escuchar estas cosas que deben suceder pronto.

Si estuviéramos viviendo en el tiempo de San Pablo, teníamos que subir a esta primera edad para escuchar la Voz de Cristo por medio de San Pablo. Si estuviéramos viviendo en la segunda edad, teníamos que subir a esta segunda edad para escuchar la Voz de Cristo por medio de Ireneo.

Y así por el estilo, si estuviéramos viviendo en alguna de estas siete edades, teníamos que subir a esa edad para escuchar la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo por medio del mensajero de esa edad; y estaríamos en el territorio de ese mensajero, seríamos parte de ese territorio, y escucharíamos la Voz de Cristo en el idioma de ese mensajero.

Pero vean, ya han transcurrido las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, y ahora Cristo dice: “Sube acá (es acá en la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”; o sea, las cosas que han de suceder después de todas estas que ya han sucedido, en estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Ahora Cristo nos va a mostrar las cosas que deben suceder en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Él nos va a mostrar las cosas que deben suceder en el Día Postrero, o sea, en el Día del Señor, en el séptimo milenio; y esto es por medio de un profeta dispensacional.

Veamos, Cristo dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Y ahora, veamos por medio de quién son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque por medio de quien sean dadas a conocer estas cosas, estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado dándonos a conocer estas cosas que deben suceder pronto. Ahí estará esa Gran Voz de Trompeta, la Voz de Cristo, hablándonos estas cosas que deben suceder pronto; porque siempre Él ha tenido un instrumento aquí en la Tierra para por medio de él manifestarse y hablarle a Su pueblo, y darle a conocer lo que deben conocer en ese tiempo, en esa edad.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿a quién ha enviado? A Su Ángel. Vamos a ver para qué), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Para qué ha enviado Su Ángel Mensajero? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Por medio del Ángel Mensajero de Jesucristo es que obtenemos el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, acá en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio. No hay otra forma para comprender estas cosas que deben suceder pronto, sino por medio del Ángel Mensajero de Jesucristo.

Vean, dice que ha enviado Su Ángel. No dice que ha enviado muchos predicadores, no dice que ha enviado muchas personas para dar a conocer estas cosas, sino que ha enviado a Su Ángel Mensajero.

Su Ángel Mensajero es el profeta de la Dispensación del Reino, es un profeta, viene dando a conocer las cosas que han de suceder. Eso es lo que hacen los profetas de Dios cuando son enviados: profetizar, dar a conocer las cosas que han de suceder, y dar a conocer las que ya están sucediendo, y dar a conocer las que sucedieron en tiempos pasados.

Y ahora, vean ustedes cómo Cristo dice por medio de quién es que serán dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque Jesucristo en Espíritu Santo (así como vino en cada edad manifestado en el ángel mensajero de cada edad), viene Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer por medio de él, todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y con ese Mensaje, con el cual nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, llama y junta y recoge – llama y recoge a Sus escogidos en el Día Postrero; los llama y los junta ¿dónde? En la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo (o sea, en esta parte del Redil del Señor Jesucristo, del Redil del Buen Pastor).

Porque este es el Redil del Señor, el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, representada en este diagrama17.

Y ahora, cada escogido de Dios, cada oveja Dios, en la edad que le tocó vivir fue juntado, fue reunido, fue colocado en el Redil del Señor, en la edad que le tocó vivir. Por el mensajero que le tocó a esa edad fue que Cristo, el Buen Pastor, llamó a esas ovejas y las colocó en Su Cuerpo Místico de creyentes.

Y ahora, el Buen Pastor, Jesucristo, por medio de Su Ángel Mensajero llama y junta Sus ovejas latinoamericanas y caribeñas. Este es el llamado del Buen Pastor, de Jesucristo, en este Día Postrero, para llamar y juntar Sus ovejas, Sus escogidos, Sus últimas ovejas, para completarse el Redil del Señor Jesucristo, para completarse el Cuerpo Místico de Cristo en este Día Postrero; y así realizarse el recogimiento del trigo del Señor en la Cosecha, la Siega, la Cosecha en el fin del siglo, en el cual nosotros estamos viviendo.

Hemos visto: EL MISTERIO DE LA COSECHA EN EL FIN DEL SIGLO”, y hemos visto en qué etapa estaría la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así como una planta de trigo tiene diferentes etapas, y nace esa semillita de trigo que fue sembrada. Y al nacer, vean ustedes, no se lleva a cabo la cosecha en ese momento que nació esa plantita de trigo, porque ¿qué va a cosechar si se lleva a cabo la cosecha? Pues lo que va a cosechar es esa plantita, pero sin trigo; aunque en esa matita esta potencialmente todo el trigo que será cosechado en el tiempo de la cosecha; pero por cuanto está en esa etapa primaria, no se puede llevar a cabo la cosecha.

Y por eso a los obreros les fue prohibido arrancar la cizaña en medio del campo: porque arrancarían también (con la cizaña) el trigo, arrancarían esas plantitas de trigo, las cuales todavía no tenían los granos de trigo, y todavía no había madurado el grano de trigo o los granos de trigo en esa planta.

Pero es para la etapa del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular, donde se lleva a cabo la gran Cosecha de los hijos e hijas de Dios; en donde son llamados y juntados, y colocados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para recibir así la fe, la revelación, para ser transformados y raptados, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y así ser preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

Ahora, vean el por qué Él nos coloca en este Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad de la copa del Árbol-Novia, de la copa de la planta de trigo, donde madura el trigo a través de la Luz que el Sol del verano le da. La Luz del Sol del verano, la Luz del Sol de la Venida del Reino de Dios en el Día Postrero madura el trigo; nos madura para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

Ahora, somos cosechados y colocados en la Edad de la Piedra Angular, esa es una etapa de la Cosecha; pero luego somos transformados y somos colocados en la Cena de las Bodas del Cordero, en el Día Postrero.

Ahora, vean ustedes cómo toda esta etapa del tiempo de la Cosecha…, que corresponde al tiempo del verano, porque es en el tiempo del verano donde se lleva a cabo la cosecha, y es en el tiempo del verano donde se lleva a cabo la Venida del Reino del Dios.

Por eso cuando Cristo habló de la Venida del Reino de Dios, Él nos dijo que al ver todas estas cosas suceder… Dice, vean ustedes, vamos a leer aquí: capítulo 21, verso 27 al 32, dice [San Lucas]:

“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (o sea, ‘vuestra redención’ es la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo).

También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.

Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca”.

Ahora, vean lo que dice del verano:

“Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios”.

Vean, ‘estar cerca el verano’, aquí, Cristo dice que es estar cerca el Reino de Dios.

Y ahora, vean ustedes, dice:

“De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Y el verso… sigue diciendo el verso 34 al 36:

“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.

Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán (o sea, escapar de los juicios divinos), y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.

Ahora, vean ustedes que para el tiempo final, para el tiempo del verano, para el tiempo de la Venida del Reino de Dios (lo cual fue representado también en el Monte de la Transfiguración, donde fue vista la Venida del Reino de Dios, y fue visto el Hijo del Hombre viniendo en el Reino de Dios y viniendo con Sus Ángeles, viniendo con Moisés y Elías) para el Día Postrero: la Venida de Cristo en Espíritu Santo con los ministerios de Moisés y Elías, serán manifestados en esta Tierra en Su Ángel Mensajero.

Y eso nos habla del Día Postrero, nos habla del fin del siglo, nos habla del tiempo de la Siega, de la Cosecha, bajo el ministerio de los Ángeles de Cristo: bajo el ministerio de Moisés y Elías; que llamarán con la Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, a todos los escogidos de Dios.

¿Dónde? En el territorio correspondiente al Día Postrero, que es el territorio latinoamericano y caribeño; en donde son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Hemos llegado al tiempo final, hemos llegado al tiempo correspondiente en la Escritura al tiempo del verano, al tiempo de la Venida del Reino de Dios, al tiempo señalado como el fin del siglo, que es el tiempo de la Cosecha; donde Dios llama y junta a Sus escogidos en este Día Postrero, para recibir la fe para ser transformados y raptados, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero; y para los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos incorruptibles.

Hemos llegado al tiempo de la Cosecha, porque hemos llegado al tiempo del fin del siglo, y hemos llegado al tiempo del Día Postrero, del séptimo milenio, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Si se los añadimos ya estamos en el séptimo milenio, que es el Día Postrero, que es el Día del Señor.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, hemos llegado al fin del siglo, hemos llegado al tiempo de la Cosecha, al tiempo del recogimiento de todos los escogidos de Dios por medio de la manifestación de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, manifestando los ministerios de Moisés y Elías en Su Ángel Mensajero.

Hemos llegado al tiempo de la manifestación del ministerio también de Jesús por segunda ocasión; y hemos llegado al tiempo de la manifestación del Hijo del Hombre en el Día Postrero, para estar en pie delante del Hijo del Hombre, para estar en pie delante de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, en este tiempo final. Hemos llegado al tiempo de la Cosecha en el fin del siglo, y hemos visto este misterio correspondiente al fin del siglo.

En Apocalipsis, capítulo 14, versos 14 a 16, nos dice:

“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.

Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.

Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”.

Ahora, vean que esto es para el tiempo de la Siega, el tiempo en que la mies llega a su madurez; y los escogidos, el trigo, es cosechado en este Día Postrero; donde son llamados y juntados todos los escogidos de Dios y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en el granero para el trigo, donde Cristo ha ordenado que sean colocados todos los creyentes en Él que han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero.

Al recibir el Espíritu de Cristo son colocados en el Redil del Señor, ahí en el granero del Señor, cada uno en la edad que le toca vivir; y a nosotros nos ha tocado vivir en este Día Postrero, en el tiempo de la Cosecha en el fin del siglo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: EL MISTERIO DE LA COSECHA EN EL FIN DEL SIGLO”.

¿Y dónde están los que serían cosechados en este Día Postrero? Aquí estamos: en la América Latina y el Caribe, siendo llamados y juntados y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para pronto ser transformados y raptados e ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y sean colocados en el Cuerpo Místico de Cristo; y pronto sean resucitados los muertos en Cristo, y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, radioyentes y televidentes; y pasen todos muy buenas noches.

Dejo nuevamente con nosotros al reverendo William Sibaja, para continuar y finalizar esta actividad en esta ocasión, dándole gracias a Dios, y teniendo algún cántico para luego concluir.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos; y nos veremos mañana en la noche en San José, Costa Rica, para los que estén allí presentes.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL MISTERIO DE LA COSECHA EN EL FIN DEL SIGLO”.

[Revisión septiembre 2022]

1 San Mateo 16:13-17

2 San Juan 1:22-23

3 San Juan 1:31-34

4 Mt. 3:11, Mr. 1:7, Lc. 3:16, Jn. 1:27

5 Hechos 1:15

6 Hechos 2:1-4

7 San Juan 1:35-37

8 Eclesiastés 7:8

9 San Lucas 9:51-55

10 2 Reyes 1:9-12

11 San Juan 8:12

12 San Juan 1:1-14

13 San Juan 8:47

14 Gálatas 2:20

15 Hechos 15:14

16 1 Corintios 12:13

17 El diagrama de la pirámide se puede observar en la última página del mensaje SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto” – También puede ser descargado en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/

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