Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes. Tengan una feliz Navidad y un próspero año 1998; y que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto todos seamos transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Para esta noche tenemos el tema: “EL MISTERIO DE LA FECHA DEL NACIMIENTO DE JESÚS”.
Para lo cual quiero leer en San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 38, donde nos dice de la siguiente manera:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
porque nada hay imposible para Dios.
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Para todos los presentes y los televidentes en los diferentes países, nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LA FECHA DEL NACIMIENTO DE JESÚS”.
Conforme a la tradición del cristianismo, hasta la actualidad han estado celebrando la fecha del nacimiento de Jesús en el mes de diciembre, el 24 de diciembre; pero eso es conforme a la tradición.
Pero conforme a las Escrituras, el Arcángel Gabriel le apareció a la virgen María en el mes sexto, que es el mes de Elul, el cual para nosotros corresponde a parte del mes de agosto y parte del mes de septiembre; o sea, del 15 al 16 de agosto al 16 de septiembre cubre el sexto mes, llamado Elul, mes del pueblo hebreo, del calendario hebreo, del calendario religioso hebreo.
Y ahora, contando desde el primer día del sexto mes, del mes de Elul, que sería contando desde el día (digamos) 16, del mes de agosto, contando desde esa fecha en adelante, contaríamos:
• De agosto 16 a septiembre 16: un mes;
• de septiembre 16 a octubre 16: dos meses;
• de octubre 16 a noviembre 16: tres meses;
• de noviembre 16 a diciembre 16: cuatro meses;
• de diciembre 16 a enero 16: cinco meses;
• de enero 16 a febrero 16: seis meses;
• de febrero 16 a marzo 16: siete meses;
• de marzo 16 a abril 16: ocho meses;
• de abril 16 a mayo 16: nueve meses, del calendario hebreo.
Y el embarazo de una mujer toma unas 40 semanas, que son 280 días; y puede adelantarse por dos semanas (o sea, por 14 días), o puede atrasarse por 14 días. O sea que puede nacer el niño en forma normal, un parto normal, 14 días antes de los 280 días; que serían entonces, sería un parto llevado a cabo unas dos semanas, o sea, 14 días antes; o sea, un parto a los 266 días. Y esto entonces sería para mayo, mayo 2, sería un parto con dos semanas antes de tiempo.
Si fue dos semanas antes de las 40 semanas, pues sería para mayo 2; pero si fue para las 40 semanas completas, entonces eso sería para mayo por ahí 21 o 22; mayo 22 (digamos), que caería bajo el signo de Géminis.
Y si fuera con los 14 días de atraso en el parto, eso sería entonces un parto de 294 días; y eso sería un parto para el día (digamos), vamos a ver… (sería 21+14=35) por ahí para junio 6 por ahí, y todavía está en el signo del zodíaco del Géminis. Y eso es contando desde el día primero del mes sexto en que apareció el Ángel a María.
Pero, ¿qué si le apareció a mitad del mes? Entonces caería por el día 21 del mes de junio. ¿Y qué si le apareció a fines del mes sexto? Pues ya sería para el mes de julio el parto. ¿Y qué si le apareció un poquito antes?
O sea que podría ser desde mayo 16 hasta el mes de julio; ahí hay un lapso de tiempo que no está definido.
¿Y qué si fue el Día de Pentecostés? Pues el Día de Pentecostés fue que vino el Espíritu Santo sobre 120 personas; pero el Día de Pentecostés, 33 años atrás podía ser la Venida del Espíritu Santo en carne humana en la persona de Jesús.
Así que podemos ver que la fecha exacta del nacimiento de Jesús, el mes y el día exacto de ese mes, no está definido completamente; pero es de mayo 16 al mes de julio.
Si se dijera…, en esta Escritura:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María”.
Si dijera en qué día del mes sexto, entonces ya podríamos poner una fecha exacta al nacimiento de Jesús; pero vean, tiene una variación de no menos de 30 días. De ahí en adelante podemos ver que hay una variación, pero podemos ver que fue de mayo 16 en adelante. De mayo 16 en adelante pudo ser en mayo, pudo ser en junio, y aun pudo ser hasta en el mes de julio.
Ahora, si fue de mayo 22 a junio 21 o 22, cae bajo el signo de Géminis, y es un signo muy significativo en el Programa de Dios: es el signo del aguador también, o sea, está envuelto ahí el aguador; es el signo de los gemelos.
Y vean ustedes, tiene que ver en algo con el aguador, pues Cristo en una ocasión dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Eso fue en San Juan, capítulo 7, verso 34 al 39.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 17, dice de la siguiente manera; hablándonos acerca del Agua que Dios da, dice: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Ahora, vean ustedes cómo, conforme a la Escritura, la fecha del nacimiento de Jesús la tenemos de mayo a julio; o sea, que en uno de esos tres meses nació nuestro Señor Jesucristo; y eso es un tiempo de verano, en donde las ovejas están en el campo.
En el mes de diciembre las ovejas están en el aprisco porque no pueden estar en el campo, porque es tiempo en que cae nieve, es tiempo de frío, tiempo de invierno, y están colocadas en el aprisco para protegerlas del tiempo del invierno.
Pero conforme a la tradición se celebra el nacimiento de Jesús el 24 de diciembre. Es una celebración que no significa que Jesús haya nacido en ese día, pero se celebra en ese día el nacimiento de Jesús.
Ahora, la Venida de Jesús a este planeta Tierra es la bendición más grande que la raza humana ha recibido. Él es el Segundo Adán, que vino a redimir la raza humana, vino a restaurar la raza humana a su posición original; por eso Jesús es el Redentor, y el nombre Jesús significa ‘Redentor’ o ‘Salvador’.
Jesús es en griego, y también se traduce así para otras naciones; pero en hebreo es Josué o Yoshua; y ese es el nombre que significa ‘Redentor’: la Obra que vino a llevar a cabo Jesucristo en Su Primera Venida; y por consiguiente, es la Primera Venida de Cristo un evento que tiene que ser recordado por todos los seres humanos todos los días de nuestra vida terrenal.
Él es el Hijo de la virgen, Él es la simiente de la mujer de la cual Dios habló en el Génesis, capítulo 3, verso 15, cuando dijo, le dijo a la serpiente:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
Esta simiente de la mujer, vean ustedes, es un hombre; y ese hombre es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual vino por medio de una mujer llamada María, una virgen de la ciudad de Nazaret pero que era descendiente del rey David1, y por consiguiente era una princesa; aunque era una joven pobre, pero su posición como descendiente de David permanecía en ella.
José, con el cual estaba ella desposada o comprometida, era también de la descendencia del rey David2; por eso el Ángel Gabriel le llama a José en algunas ocasiones: “José, hijo de David”3, porque era un descendiente del rey David.
Y por medio del rey David y su descendencia, vendría a la Tierra el Mesías. Por lo tanto la simiente de la mujer de la cual habla Dios en el Génesis, capítulo 3, verso 15, tenía que ser cumplida esa promesa por medio de una mujer virgen descendiente del rey David; y esa fue la virgen María, la cual ha tenido el privilegio más grande que una mujer ha tenido en la Tierra: ha tenido el privilegio de tener un hijo por medio de creación divina.
Esa era la forma establecida por Dios originalmente para Adán y Eva; pero por cuanto Eva pecó, esa forma de traer los hijos por creación divina fue alterada, y de la caída del ser humano en el Huerto del Edén en adelante, los seres humanos han estado viniendo por medio de la unión de hombre y de una mujer, y no por medio de creación divina.
Pero en Jesús tenemos el ejemplo de cómo serían los seres humanos viniendo por medio de creación divina desde el tiempo del Génesis; pero esa forma fue alterada por Eva cuando pecó.
Así que los seres humanos han estado viniendo por medio de la unión de un hombre y de una mujer, y por consiguiente han estado viniendo en medio de una raza caída, sentenciada a muerte y viviendo en muerte. Por lo tanto, el ser humano viene en un cuerpo mortal, corruptible y temporal, el cual nace, crece y después se pone viejo y se muere; y aun algunas personas mueren antes del tiempo que corresponde, por edad avanzada.
Ahora, vean ustedes cómo por causa de la caída en el Huerto del Edén el ser humano viene en un cuerpo mortal, temporal y corruptible, para vivir una temporada en este planeta Tierra; y también obtiene un espíritu del mundo cuando nace en esta Tierra, en ese cuerpecito que nace por medio de su madre terrenal, un espíritu del mundo que lo inclina hacia el mal, un espíritu en la permisiva voluntad de Dios, o sea, un cuerpo espiritual de otra dimensión (o sea, de la quinta dimensión).
Por eso se requirió la Primera Venida de Cristo: para restaurar al ser humano a su posición original. Y la Primera Venida de Cristo, vean ustedes que fue por creación divina el cuerpo en el cual moró el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, llamado “el Verbo que era con Dios y era Dios” en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18.
“Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre), lleno de gracia y de virtud”. Eso está en San Juan, capítulo 1, verso 14.
Encontramos que antes de Jesús venir a esta Tierra en un cuerpo mortal ya Él tenía un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, llamado “Espíritu”, el cual en el Antiguo Testamento fue visto por los profetas del Antiguo Testamento, fue visto por Abraham. En este cuerpo era que estaba Dios y que llevó a cabo toda la creación del universo. Dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
O sea que Dios con el Verbo, o sea, con Su cuerpo teofánico, encontramos que llevó a cabo toda la Creación.
El Verbo es el cuerpo teofánico de Dios, llamado también “el Espíritu Santo”, llamado también “el Varón vestido de lino” de Ezequiel, capítulo 9.
Este Verbo, que es el cuerpo de la Palabra, el cuerpo teofánico de la sexta dimensión de Dios, es el cuerpo en donde Dios habitó y desde donde Dios llevó a cabo toda la Creación; ese cuerpo teofánico es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo terrenal pero de otra dimensión.
Cuando Dios creó al hombre a Su imagen: le creó un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, en el cual habitó y tuvo compañerismo con Dios, el cual estaba en Su cuerpo teofánico también; y luego, más adelante, Dios le creó un cuerpo terrenal del polvo de la tierra, y el hombre fue colocado en ese cuerpo de carne; pero Dios todavía no se había creado un cuerpo de carne para Sí mismo, pero estaba en Su Programa.
Y en la Primera Venida de Cristo encontramos la creación del cuerpo de carne de Dios, creado en el vientre de María, cuando Dios creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó; y así fue creado el cuerpo de Dios, el cuerpo de carne de Dios, en el cual Dios habitó en toda Su plenitud para llevar a cabo la redención del ser humano.
Nos dice el profeta Isaías, hablándonos de este evento que sucedería, dice en el capítulo 7 y verso 14:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Emanuel significa: Dios con nosotros)4”.
Era la Venida de Dios en carne humana, era la Venida de Dios con Su cuerpo teofánico dentro de un cuerpo de carne que nació aquí en este planeta Tierra, en Belén de Judea, por medio de la virgen María. La virgen María tuvo el privilegio de ser la primera mujer, en la historia de la raza humana, que ha tenido un hijo por creación divina.
El privilegio que Eva despreció, lo aceptó, lo recibió María, cuando dijo: “Hágase en mí conforme a Tu Palabra”. Dice así la virgen María:
“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”. (Capítulo 1, verso 38, de San Lucas).
La virgen María es la mujer bienaventurada de todas las mujeres, que ha tenido un hijo por creación divina, sin conocer varón; y ese niño que nació, ese cuerpo de carne que nació en Belén de Judea, es el velo de carne de Dios, donde Dios habitó en toda Su plenitud. Dice San Juan, capítulo 1, verso 14, dice de la siguiente manera:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”.
El Verbo hecho carne fue llamado Jesús, que significa ‘Redentor’ o ‘Salvador’. Y el verso 18 de este mismo capítulo 1 de San Juan, dice:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
Ahora, podemos ver cómo por medio de esta manifestación de Dios en carne humana, el Padre estuvo revelado en carne humana en ese cuerpo de carne que nació de la virgen María, llamado Jesús, y llamado por el Ángel también “Emanuel”, y llamado también “Dios con nosotros”, y llamado “Hijo de Dios”.
Ahora, podemos ver que la promesa para Uno sentarse en el Trono de David corresponde a Cristo, porque Él vino por medio de una virgen de la tribu de Judá, descendiente del rey David. Dice San Lucas, capítulo 1, verso 31 en adelante:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ahora, vean cómo la promesa del Trono de David corresponde al Mesías, a Jesús nacido en Belén de Judea por medio de la virgen María.
Ahora, vean ustedes que Él en Su Primera Venida, con Su cuerpo de carne nacido por medio de la virgen María, en donde fue creado ese cuerpo, encontramos que por medio de ese cuerpo Él llevó a cabo la redención nuestra; “para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”5; para que todo aquel que en Él cree, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo: reciba el Espíritu de Cristo, y así reciba el nuevo nacimiento del cual le habló Cristo a Nicodemo en el capítulo 3, verso 1 al 6, de San Juan, le dijo que es necesario nacer de nuevo.
El nuevo nacimiento es un requisito para entrar al Reino de Dios y venir a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo; por eso Jesús le dijo [verso 3]:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no lo puede entender)”.
Y sigue diciendo que:
“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
Ahora, vean que se requiere el nuevo nacimiento y esto es creyendo en Cristo como nuestro Salvador, creyendo en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo Su Espíritu Santo; y así es como se produce el nuevo nacimiento en todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; pues Dios tiene escrito en el Libro de la Vida del Cordero los que vendrán a formar parte de este Cuerpo Místico de creyentes llamado la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, podemos ver que Su Primera Venida fue para quitar el pecado del mundo muriendo en la Cruz del Calvario; pero antes de morir en la Cruz del Calvario, 33 años antes, ya la promesa de la Venida del Mesías estaba cumplida en medio del pueblo hebreo cuando Jesús nació en Belén de Judea.
Hubo una señal muy importante en el cielo; porque cuando Dios ha prometido llevar a cabo en este planeta Tierra un evento, Dios lo muestra también en el cielo; porque “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos”6.
En el cielo y en la expansión Dios coloca señales que dan testimonio de la Obra que Dios está llevando a cabo en la Tierra; y para la Primera Venida de Cristo encontramos un evento muy grande y muy importante que se llevó a cabo en el cielo, como testimonio de que la promesa del Mesías estaba siendo cumplida en la Tierra. En San Mateo, capítulo 2, verso 1 en adelante, dice:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos (o sea, unos sabios babilónicos),
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”.
Esta era una profecía, la cual encontramos en Números, capítulo 24 y verso 17, donde dice que de Jacob saldría una Estrella. Esa Estrella que aparecería en el cielo estaba representando al Mesías; y para la aparición de esa Estrella en el cielo, el Mesías estaría en la Tierra.
Dice la Escritura que estos magos del oriente, o sea, estos magos babilónicos, vieron esa señal en el cielo, pues eran sabios babilónicos que tenían las profecías hebreas de la Venida del Mesías. Pues en Babilonia, recuerden que vivió el profeta Daniel, y fue el gobernador de la capital y estuvo también como el líder de otras ciudades de la capital de Babilonia7.
Y encontramos que también estaban los amigos de Daniel: Sadrac, Mesac y Abed-nego8, los cuales también vivieron en Babilonia y tuvieron hijos allí, como también el profeta Daniel, y como también muchos hebreos que fueron llevados en la cautividad o cautiverio babilónico, los cuales vivieron en Babilonia y tuvieron hijos también en Babilonia.
Por lo tanto, en Babilonia vivían muchos hebreos que estaban esperando el cumplimiento de la Venida del Mesías. Y de seguro estos magos, o eran descendientes de hebreos, o estaban relacionados con los hebreos y con estas profecías mesiánicas.
Y ahora, vean ustedes cómo vienen a la ciudad de Jerusalén buscando al Mesías, porque dicen:
“¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”.
Ellos desde el oriente allá, ellos vieron sobre los cielos de Israel; mirando del oriente hacia el occidente; porque Babilonia está en el este, y al oeste de Babilonia queda Israel.
Así que para ellos ver la Estrella de Belén sobre la tierra de Israel tuvieron que mirar del este hacia el oeste, para ver esa señal en el cielo; y ellos siguieron la ruta hacia el lugar donde estaba esa Estrella siendo vista. Estaba siendo vista esa Estrella hacia el oeste de Babilonia; y eso significaba que estaba siendo vista sobre los cielos de Israel.
Como toda persona piensa que en la capital de una nación es donde se tienen las noticias frescas de todo lo que está sucediendo; y por cuanto en Jerusalén (la capital de Israel) estaba el templo de Dios, el templo de Jehová, y estaba el sumo sacerdote y los sacerdotes allí, pensaron que en Jerusalén, allí en el templo, estaba el Mesías, y que el sumo sacerdote ya lo tenía allí en el templo, y que pronto tomaría el Trono de David, conforme a las profecías. Pero cuando llegan a Jerusalén buscando el Mesías, ¿qué sucede? Dice:
“Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.
O sea, el rey Herodes representando el Gobierno (o sea, la política), y toda Jerusalén, tanto en el campo político como el campo religioso, toda Jerusalén se turbó; porque allí están estos sabios anunciando que el Mesías ya está en la Tierra, que han visto la señal en el cielo, de la Venida del Mesías, la Estrella que vieron en el cielo conforme a la profecía, y ahora en Jerusalén no saben nada acerca del Mesías.
El sumo sacerdote no sabía nada del cumplimiento de la Primera Venida del Mesías; el sumo sacerdote, o sea, el sumo pontífice de la religión hebrea, nada sabía de la Primera Venida de Cristo.
¿Cómo será para la Segunda Venida de Cristo? ¿Se darán cuenta, los líderes religiosos que estarán viviendo en el Día Postrero, del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo? ¿O pasará como sucedió dos mil años atrás: que el sumo sacerdote o sumo pontífice de la religión hebrea nada sabía?
Las religiones, o la religión cristiana tiene también muchos grandes líderes religiosos, como la tuvo la religión hebrea en los días de la Primera Venida de Cristo; y todos los líderes de las diferentes agrupaciones religiosas del cristianismo son como los grandes líderes de las diferentes sectas del judaísmo; porque hubo la secta de los fariseos, hubo la secta también de los saduceos.
La secta de los saduceos tenía como líder máximo al sumo sacerdote, porque el sumo sacerdote siempre era de la secta de los saduceos. Y la secta de los saduceos era la secta religiosa que no creían en resurrección, ni creían en ángel o ángeles; y miren ustedes, de esa secta religiosa era el sumo pontífice de la religión hebrea llamada el judaísmo. Bajo la Dispensación de la Ley también tenían la secta de los fariseos, los cuales creían en resurrección y creían también en ángel y ángeles; y también tenían otras sectas religiosas.
Pero ahora, vean ustedes, la religión cristiana tiene más sectas religiosas que la religión hebrea; aunque todas las sectas religiosas del cristianismo se pueden dividir en tres: católicos, protestantes (o evangélicos) y pentecostales; o sea, se pueden resumir en esos tres grupos: católicos, evangélicos y pentecostales.
Ahora, para el tiempo final en el cual nosotros vivimos, también tenemos la promesa para la Segunda Venida de Cristo, y tenemos también la promesa de señales en el cielo; y sobre todo, una señal: la señal del Hijo del Hombre en el cielo.
Ahora, por cuanto en la Primera Venida de Cristo el mundo religioso, que estaba esperando el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo (que era la religión hebrea bajo la Dispensación de la Ley y bajo el Mensaje de la Ley), falló en ver el cumplimiento de la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo: la religión cristiana, el cristianismo, tiene que estar con sus ojos abiertos para no fallar para el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo.
Si a ellos se les pasó por alto, se les escapó el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios en Su Obra de Redención, la Segunda Venida de Cristo es como el León de la tribu de Judá en Su Obra de Reclamo; y el cristianismo, con todas sus sectas religiosas, tiene que estar con sus ojos bien abiertos, porque así como la Primera Venida de Cristo fue en simplicidad, la Segunda Venida de Cristo también será en simplicidad.
La Primera Venida de Cristo estuvo cumplida en medio del pueblo hebreo por 33 años; y ni se dieron cuenta, la religión hebrea bajo el Mensaje de la Ley, no se dieron cuenta del cumplimiento de la Primera Venida de Cristo. Y si algunos se dieron cuenta, combatieron la Primera Venida de Cristo, y decían: “No reinará este sobre nosotros”9.
Ellos estaban esperando un rey; y el Rey vino en una forma tan sencilla, tan humilde, que vino como un sencillo carpintero de allá de Nazaret, cuando ya estaba en una edad en que obtuvo su oficio, como todo hebreo tiene que obtener un oficio para sostener la familia.
Y ahora, vean ustedes cómo se cumplieron las profecías de la Primera Venida de Cristo en medio del pueblo hebreo, y el sumo sacerdote no reconoció en Jesús de Nazaret el cumplimiento de la Venida del Mesías, el cumplimiento de la Venida del Rey de Israel.
Y las consecuencias para la religión hebrea y para el pueblo hebreo fueron desastrosas, pues el mismo Cristo, profetizando acerca del pueblo hebreo y de la capital (Jerusalén), y de los edificios allí, y del templo y de la gente que habitaban allí en Jerusalén, profetizó diciendo en San Lucas, capítulo 19, verso 41 al 44… Esto fue en Su entrada triunfal a Jerusalén. Dice:
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”.
La Primera Venida de Cristo, la Venida del Rey de Israel, estuvo encubierta de los ojos de los habitantes de Jerusalén, incluyendo al sumo sacerdote y los sacerdotes de la religión hebrea; solamente muy pocos sacerdotes se dieron cuenta de que Jesús era el Mesías.
Y ahora, podemos ver que es algo muy triste que Dios cumpla la promesa que le ha hecho a un pueblo, de la Venida del Mesías, y que este pueblo esté ciego espiritualmente y no pueda ver el cumplimiento de esa promesa en un sencillo joven carpintero de Nazaret. Tenía que ser en medio del pueblo hebreo y tenía que ser por medio de un hombre, y fue esa promesa cumplida por medio de Jesús de Nazaret.
Y ahora, dice Jesús, profetizando dice:
“Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”.
Por cuanto no conoció Jerusalén, con sus habitantes y con su religión, no reconocieron el tiempo de la Visitación Divina al pueblo hebreo en carne humana, velado en carne humana en el cumplimiento de la Venida del Mesías, del Rey de Israel, vendrían entonces los juicios divinos sobre la ciudad de Jerusalén y sus habitantes, y el templo de Jerusalén y la religión hebrea.
Y en el año 70 de la era cristiana, el general romano Tito destruyó a Jerusalén luego de cercarla, y destruyó al templo, y llevó los enseres del templo a Roma; y quemó, vean ustedes, el templo, destruyó a Jerusalén. Y dice la historia que hubo tantas personas crucificadas…, porque fueron colocados en cruces, fueron crucificados. Vean ustedes, lo mismo que hicieron con Jesús; pues ellos pidieron la muerte de Jesús en la Cruz. Y ahora, vean ustedes, están recibiendo en pago, están comenzando a recibir el pago de lo que ellos hicieron; pues ellos dijeron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”10.
Y ahora Dios está demandando de manos del pueblo hebreo y de Jerusalén (la ciudad de Jerusalén, donde fue crucificado Cristo), está demandando la Sangre del Justo Jesús; y por cuanto ellos no tenían la Sangre de Jesucristo aplicada en sus almas, en sus corazones (pues lo habían rechazado), ahora Dios demandaba el juicio divino sobre el pueblo hebreo, comenzando en Jerusalén.
Y de ahí en adelante el pueblo hebreo ha estado sufriendo graves persecuciones; a tal grado que hubo ocasiones en la historia del pueblo hebreo en que por poco extirpan del planeta Tierra la raza hebrea.
Hitler se proponía desarraigar de la Tierra al pueblo hebreo; pero la misericordia de Dios ha estado también con el pueblo hebreo, y Dios no permitió que Hitler destruyera totalmente al pueblo hebreo. Aunque por manos de Hitler, Mussolini y Stalin, y otros dictadores antes y después de Hitler, y en el tiempo de Hitler, vean ustedes, la Sangre de Cristo estuvo siendo vengada de manos del pueblo hebreo, y de los hijos y de los descendientes de aquellos que pidieron la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario.
Y por medio de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, encontramos que fue pagado el precio de la redención; fue pagado el precio de la redención para nosotros poder ser restaurados a la vida eterna. Por eso es que Cristo dice: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. (San Juan, capítulo 5, verso 24).
Ha pasado (¿de qué?) de muerte a Vida: Ha recibido vida eterna al creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y así ha comenzado la restauración del ser humano a la vida eterna, la restauración de los hijos e hijas de Dios a la vida eterna; restaurando Cristo, primeramente, el ser humano en y a un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, llamado también en la Escritura “el Ángel del Pacto, que acampa en derredor…”, o “Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende”11.
Los cristianos de la antigüedad, del tiempo de los apóstoles, tenían conocimiento de este ángel que tiene cada cristiano; y cuando Pedro estuvo preso en la cárcel y fue libertado por el Ángel de Dios12, fue a la casa donde estaban orando por él: tocó a la puerta, y una joven llamada Rode fue y vio que era Pedro el que estaba a la puerta, y de gozo no abrió la puerta. Así que de seguro tenía una ventanita la puerta, por la cual podía mirar al abrir esa ventanita, podía mirar, y vio que era Pedro; y regresó al grupo que estaba orando por Pedro, y dijo a ellos: “Es Pedro el que está tocando la puerta”. Ellos decían: “No es Pedro, ¡es su ángel!”13.
Porque ellos sabían que cada cristiano tenía un ángel, que es el cuerpo teofánico que recibe la persona cuando cree en Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibe el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo; ahí recibe un espíritu teofánico de la sexta dimensión, o sea, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y cuando la persona muere, va a vivir en ese cuerpo teofánico al Paraíso, o sea, a la sexta dimensión (porque la sexta dimensión es el Paraíso); y allí la persona que ha creído en Cristo y ha nacido de nuevo, y muere su cuerpo físico: va a vivir al Paraíso en ese cuerpo teofánico, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión; esa es la imagen de Dios; esa es la imagen de Dios, que es el cuerpo teofánico.
Y así como Dios tiene Su cuerpo teofánico llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y también llamado el Verbo de Dios; cada cristiano tiene su cuerpo teofánico también; y ese es su ángel, que acampa en su derredor y siempre lo defiende.
Y ahora, miren ustedes cómo la Iglesia primitiva tenía el conocimiento de este ángel que tiene cada cristiano. Y el mismo Jesucristo, hablando de los pequeños del Reino de los Cielos, refiriéndose a Sus discípulos, y representándolos, a los creyentes en Cristo que vendrían a formar Su Iglesia, representándolos en los niños, dice que sus ángeles ven el rostro de Su Padre cada día14. Sus ángeles son sus cuerpos teofánicos, de la sexta dimensión.
Y ahora, vean ustedes cómo Jesucristo, por medio de Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, ha estado restaurando a los hijos e hijas de Dios a la vida eterna: dándonos vida eterna al creer en Él como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo: Él nos da Su Espíritu Santo, y así nos da vida eterna; y así cumple Su promesa de la cual o con la cual Él dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”, dando a entender el Espíritu que recibirían los creyentes en Él.
Vamos a leerlo en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39. Dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
Pero vean, Cristo está dando esta promesa a todos los que creerían en Él, que serían llenos del Espíritu Santo, de estas aguas de vida eterna que correrían de su interior o por su interior; esto es, que serían llenos del Espíritu Santo, y así se produciría el nuevo nacimiento en cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Toda persona tiene que comprender el por qué está viviendo en esta Tierra, y toda persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero ha venido a esta Tierra para hacer contacto con la vida eterna.
Y se hace contacto con la vida eterna creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador, y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo Su Espíritu Santo; y así hacemos contacto con Jesucristo, la Vida Eterna, y así es como nacemos en el Reino de Dios.
Nacemos de nuevo, y así nacemos con vida eterna en el Reino de Dios, para en el Día Postrero recibir la plenitud del Espíritu de Dios, y así recibir la transformación de nuestros cuerpos, y obtener un cuerpo eterno nosotros los que vivimos, y los muertos en Cristo resucitar en cuerpos eternos; y todos juntos estar completamente redimidos, no solamente con un cuerpo teofánico sino con un cuerpo físico, eterno y glorificado.
Para así, en el Día Postrero, que es el Día de la Redención, los que estarán en el Paraíso…, los cuales recibieron el Espíritu de Cristo y fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa para el Día de la Redención… o sea, para el Día Postrero, en que Jesucristo nos dará el cuerpo eterno, en donde Jesucristo redimirá el cuerpo físico, o sea, Jesucristo transformará nuestro cuerpo; y así seremos adoptados en el Reino de Dios como hijos e hijas de Dios.
Físicamente también hemos sido sellados nosotros con el Espíritu Santo de Su promesa, de la promesa, como también los santos de las edades pasadas; como nos dice San Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 4, donde dice, verso 30:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
El Día de la Redención es el séptimo milenio para la Iglesia del Señor Jesucristo; porque en el séptimo milenio la Iglesia de Jesucristo estará en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que es la etapa de la edad eterna de la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa edad está representada en el número 8, y es la edad octava, la edad eterna, en donde los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados; y así seremos todos restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno también.
El Día de la Redención también está en Levítico, capítulo 25, verso 8 al 13, en donde nos habla Dios por medio del profeta Moisés, y nos dice:
“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.
Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.
Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”.
Esto nos habla, para la Iglesia del Señor Jesucristo, del tiempo en que regresaremos a la herencia que perdió Adán y Eva en la caída: regresaremos a vida eterna con un cuerpo eterno y con un espíritu teofánico eterno, el cual hemos recibido cuando recibimos el Espíritu Santo de Jesucristo. Dice que habrá un Mensaje que pregonará libertad en toda la Tierra, o sea, que pregonará esa libertad gloriosa de los hijos de Dios, que recibirán en este tiempo final.
O sea que tendremos el Mensaje del Evangelio del Reino pregonando la libertad gloriosa de los hijos de Dios, que recibirán en el Día Postrero con la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, para ser restaurados a toda nuestra herencia, la cual Adán y Eva perdieron en la caída allá en el Huerto del Edén, pero que será restaurada a los hijos e hijas de Dios en este tiempo final, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que es la edad del Año del Jubileo actualizado en este tiempo final para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Para este planeta Tierra, el Año del Jubileo será actualizado después del Reino Milenial.
Ahora, vean ustedes que después de las siete semanas de años es que viene el año del jubileo; y para la Iglesia del Señor Jesucristo: después de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil es que viene la Edad de la Piedra Angular, en donde se actualiza el Año del Jubileo y en donde se proclama libertad a todos los hijos e hijas de Dios, para ser transformados los que vivimos y ser resucitados los muertos en Cristo.
“El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,
porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.
En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”.
Y con el Año del Jubileo actualizado a la Iglesia del Señor Jesucristo, volverá cada hijo e hija de Dios escrito en el Libro de la Vida del Cordero, a vida eterna, con un cuerpo eterno, y a la herencia nuestra que perdió Adán y Eva en la caída; o sea que seremos restaurados a la vida eterna y a toda la herencia divina.
En la herencia divina está la vida eterna, está el cuerpo eterno, está el cuerpo físico eterno y el cuerpo teofánico eterno también; y también están todas las cosas que el ser humano perdió en la caída, pues somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
Y para el Día Postrero, en la Segunda Venida de Cristo, Cristo restaurará a la vida eterna con cuerpos eternos a todos los miembros de Su Iglesia: los que han muerto ya sus cuerpos físicos (los cuales serán restaurados luego en cuerpos eternos), y los que estamos vivos seremos transformados y tendremos el cuerpo eterno también.
Y así se materializará en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, el Año del Jubileo, con todo lo que conlleva proféticamente el Año del Jubileo para la Iglesia del Señor Jesucristo para este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo: para recibir un cuerpo eterno, y luego ser raptados e ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Ahora, vean ustedes la importancia de la Venida del Señor, tanto de la Primera Venida de Cristo como de la Segunda Venida de Cristo, pues la Venida del Mesías, la Venida de Cristo, la Venida del Señor, tiene dos partes, que son: Su Primera Venida, que es la primera parte como Cordero de Dios en Su Obra de Redención allá en la Cruz del Calvario; y la segunda parte de la Venida del Señor es Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá en Su Obra de Reclamo para el Día Postrero.
Ahora, nosotros estamos viviendo en un tiempo muy importante: el tiempo para el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo; por lo tanto, las cosas que sucedieron en la Primera Venida de Cristo estarán reflejando y simbolizando las cosas que sucederán en la Segunda Venida de Cristo.
Por ejemplo, hubo un precursor para la Primera Venida de Cristo: habrá un precursor para la Segunda Venida de Cristo.
El precursor de la Primera Venida de Cristo fue proféticamente llamado Elías, porque era un profeta en el cual estaba el ministerio de Elías manifestado por tercera ocasión; y el nombre de ese profeta fue Juan el Bautista, del cual el Arcángel Gabriel dio testimonio que era el Elías que le prepararía el camino al Señor; y Jesús también dio testimonio en el capítulo 11, verso 17, de que Juan era el precursor de Su Venida, el mensajero que Él enviaría delante de Él preparándole el camino. San Mateo, capítulo 11, verso 14, dice:
“Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir”.
Y en capítulo 17 de San Mateo, verso 10 en adelante, nos dice así… Cuando bajaron del Monte de la Transfiguración, en donde habían visto a Moisés y a Elías, luego vienen los discípulos a donde Jesús diciéndole lo que los escribas estaban diciendo acerca de la venida de Elías. Dice:
“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.
Ahora, vean cómo Jesús en dos ocasiones identifica a Juan como su precursor, lo identifica como Elías. Y en una ocasión les dijo también a ellos que Juan el Bautista era una antorcha, o sea, una lámpara que ardía, y ellos quisieron caminar a su luz, pero Jesús les dijo: “Mas yo tengo mayor testimonio que Juan”15.
Ahora, vean ustedes cómo Jesús identificó a Juan como el profeta que vendría antes que Él; y después vendría el Mesías, el cual es identificado como Jesús de Nazaret.
Y el mismo Jesús también dio testimonio de que Él era el Mesías cuando dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. (San Lucas, capítulo 4, verso 12 en adelante). Y en otros lugares también Cristo dio testimonio de que Él era el Mesías.
Él dio testimonio usando la Escritura, que es la Palabra del Padre; por lo tanto era el testimonio del Padre en la Escritura. Y también dio testimonio Dios cuando fue bautizado Jesús por Juan el Bautista, y Dios dijo: “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia (o sea, tomo contentamiento)”16. Y también en el Monte de la Transfiguración Dios dio testimonio de Jesús, diciendo: “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia; a Él oíd”17.
Ahora, podemos ver el testimonio que el Padre dio de Jesús, de que ese era el Hijo de Dios, de que ese era el Mesías, de que ese era el Rey de Israel.
Ahora, podemos ver cómo también Juan el Bautista dio testimonio de Jesús diciendo: “Después de mí viene Uno del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado; Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”18.
Ahora, vean ustedes cómo Juan el Bautista estuvo dando testimonio de Uno que vendría después de él; y cuando lo vio, Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”19. Lo presentó como Cordero de Dios en Su Primera Venida. Porque Su Primera Venida es como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, y por eso tuvo el nombre Jesús; porque Jesús significa ‘Redentor’ o ‘Salvador’.
Y por eso en Josué se reflejó también la Primera Venida de Cristo; y aun el nombre Josué significa ‘Salvador’ o ‘Redentor’; o sea, es el mismo nombre de Jesús.
Y ahora, podemos ver que Josué es en hebreo y Jesús es en griego.
Y ahora, podemos ver cómo se reflejó en el pasado aun el nombre de Jesús: cómo estuvo en un hombre de Dios llamado Josué, y cómo ese fue el hombre que metió al pueblo a la tierra prometida.
Y es Jesús el que lleva al ser humano a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo, y es Jesucristo el que en Su Segunda Venida meterá a todos los hijos de Dios, a Su Iglesia, a la tierra prometida del nuevo cuerpo, del cuerpo eterno que Él ha prometido para todos nosotros; y también nos meterá a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial que estará establecido en la Tierra durante el séptimo milenio.
Y ahora, vean ustedes cómo es nuestro amado Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en carne humana dos mil años atrás en Su Primera Venida: Él es la bendición más grande que recibió la raza humana o que ha recibido la raza humana, porque ha sido nada menos que la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová; y en el Ángel del Pacto, en el Ángel de Jehová, estaba el Nombre de Dios; eso lo dice Dios por medio del profeta Moisés en el capítulo 23 y verso 20 al 23, del libro del Éxodo. Dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.
¿Dónde está el Nombre de Dios aquí en este pasaje? Está en Su Ángel, en el Ángel de Jehová, que es el cuerpo teofánico de Dios, en el cual Dios ha estado manifestado desde el principio.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios”.
Y dice: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
O sea que Dios en Su cuerpo teofánico, en la forma de un hombre pero de otra dimensión, de la sexta dimensión, llevó a cabo toda la Creación, como dice Génesis, capítulo 1, verso 1:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Y ahora, vean ustedes que el Ángel de Jehová aquí apareciéndole al profeta Moisés en el capítulo 3, le dice a Moisés20: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”.
El Ángel de Jehová es el mismo Dios manifestado en Su cuerpo teofánico, en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión que apareció a los profetas del Antiguo Testamento en muchas ocasiones, envuelto en esa nube de luz o llama de fuego. Pero dentro de esa luz o llama de fuego está un hombre de la sexta dimensión llamado el Verbo o Ángel de Jehová, el cual tiene el Nombre Eterno de Dios.
Ahora, en el Antiguo Testamento encontramos que ese Nombre Eterno de Dios, el cual quiso conocer el profeta Moisés, le fue dicho a Moisés que era YHWH, y los traductores interpretaron estas cuatro consonantes añadiéndole otras palabras o letras – otras letras, formando así el nombre de Yahweh o Yahvé y también Jehová. O sea, en diferentes tiempos colocaron así, porque dejó de ser pronunciado el Nombre de Dios, el cual era pronunciado dentro del templo en el lugar santísimo, cuando el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo el día de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año.
Moisés conocía también ese Nombre, él oyó la pronunciación de ese Nombre. Y Moisés, vean ustedes, también entraba al lugar santísimo, y Dios hablaba con él en el lugar santísimo, y Moisés hablaba con Dios.
Moisés quiso conocer el Nombre de Dios, que estaba en el Ángel de Jehová; porque el Ángel de Jehová es el mismo Jehová, el mismo Dios manifestado en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión; un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es parecido al cuerpo físico nuestro pero de otra dimensión.
Dios estando en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión (que es parecido a un cuerpo humano de nuestra dimensión), estando en ese cuerpo creó los Cielos y la Tierra. O sea que fue un Hombre de la sexta dimensión el que creó los Cielos y la Tierra; y ese Hombre era con Dios y era Dios; es llamado el Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico, y que luego en San Juan, capítulo 1, verso 14, dice que aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Cuando se hizo carne y habitó entre nosotros lo conocimos por el nombre de Jesús. Ese es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Creador de los Cielos y de la Tierra, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, hecho carne en medio del pueblo hebreo; y es Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
Por eso San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, nos dice que ese es un misterio muy grande el que fue manifestado allí. Y nos dice, hablándonos de ese misterio, nos dice de la siguiente manera; y quiero leer lo que nos dice aquí el gran apóstol de Jesucristo, San Pablo; vamos a ver lo que nos dice en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad (o sea, el misterio de Dios):
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria”.
Ahora, podemos ver que Dios manifestado en carne humana fue visto de los ángeles y fue visto también de los seres humanos; vivió entre los seres humanos en aquel velo de carne llamado Jesús; y luego murió, resucitó y ascendió al Cielo; y fue recibido arriba en el Cielo, y se sentó a la diestra de Dios, sobre el Trono de Dios en el Cielo21.
Ahora, podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo. Es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, manifestado en carne humana en el velo de carne que nació a través de la virgen María.
Por eso Jesús podía decir: “Antes que Abraham fuera, Yo soy”. Le decían: “No tienes 50 años, ¿y dices que has visto a Abraham?”. O sea, le están diciendo: “Tú eres un mentiroso, porque no tienes todavía 50 años; y Abraham pues vivió cientos de años atrás. Así que estás mintiendo”. Pero Cristo dijo: “Antes que Abraham fuera, Yo soy. Y Abraham deseó ver mi día; lo vio y se gozó”.
Ahora vean, esto lo dijo el Señor Jesucristo en San Juan, capítulo 8, y pensaron que Jesucristo estaba equivocado por lo que Él estaba diciendo. Vamos a ver, capítulo 8… Versos 56 en adelante, del capítulo 8 de San Juan, dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue”.
Ahora, vean ustedes que Jesús al decir: “Antes que Abraham fuese, Yo soy”. Se está identificando como el Yo soy que le apareció a Moisés, el cual le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Y ese era el Ángel de Jehová. Y el Ángel de Jehová, por cuanto es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, en esa teofanía de la sexta dimensión, vean ustedes, es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Y ahora, le dice Moisés, le pregunta: “¿Cuál es Tu nombre?”. Y el Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová, le dice: “Yo soy el que soy”. En inglés es: “I am”. O sea, Él es el I am, el Yo soy.
Pero ese Nombre, que significa el I am, el Yo soy en español, vean ustedes, está en cuatro letras consonantes: YHWH; pero la pronunciación de ese nombre, vean ustedes, Moisés la escuchó.
Ahora, una es la pronunciación en hebreo de un nombre… Si decimos Jesús en hebreo, pues tenemos que decir Yoshua o Josué; si lo decimos en griego, pues decimos Jesús, o Jesus [Yisus], Jesús.
Así que todo depende en qué idioma estemos pronunciando el nombre de Jesús. Si lo decimos en chino, pues la pronunciación va a variar. Si lo decimos en algún otro idioma diferente al inglés y al español y a algún idioma en que suene como el idioma nuestro, pues de seguro cualquier persona va a escuchar el nombre de Jesús y no va a saber que están diciendo el nombre de Jesús.
Ahora, podemos ver que esas cuatro letras tienen una pronunciación que escuchó el profeta Moisés. Ahora, encontramos que cuando apareció Jesús era nada menos que ese Ángel que le había aparecido a Moisés, era nada menos que ese Ángel que tiene el Nombre de Dios, el Nombre Eterno de Dios.
Y ahora, vean cómo Jesucristo en una ocasión dice22: “Padre, glorifica tu nombre”. Y Dios, con una voz de trueno desde el cielo, habló y dijo: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez (o sea, aún una vez más)”.
Esa es una promesa divina. Y esa promesa divina, vean ustedes, será cumplida. Parte fue cumplida en la Primera Venida de Cristo, en donde fue glorificado el Nombre de Dios; y lo glorificará aún, aún más, o lo glorificará otra vez: en la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, ahí estará el Nombre del Ángel de Jehová. Vean ustedes, San Juan, capítulo 12, verso 27 en adelante, dice:
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré?…”.
Esto es el monte de los Olivos o Huerto de los Olivos, allí en el Getsemaní:
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora”.
O sea, había llegado para este propósito: para tomar nuestros pecados, hacerse mortal y morir en la Cruz del Calvario.
“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo…”.
Vamos a ver… No, esto no fue en… Fue un poco antes del monte… fue un poco antes del Getsemaní. Dice:
“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros”.
Ahora, vean ustedes cómo el Nombre Eterno de Dios fue glorificado en la Primera Venida de Cristo; y será glorificado en la Segunda Venida de Cristo.
En la Venida del Verbo hecho carne dos mil años atrás en Jesús, fue glorificado el Nombre de Dios, el Nombre del Ángel del Pacto; y será glorificado, conforme a Apocalipsis, capítulo 19, en la Venida del Verbo; conforme a Apocalipsis 19, viniendo el Verbo, que es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, el cual tiene un nombre que ninguno entendía, sino él mismo. Apocalipsis 19, vamos a ver lo que nos dice: versos 11 en adelante, dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
Es la Venida del Verbo de Dios, la Venida del Ángel del Pacto en Su Segunda Venida. El precursor de la Segunda Venida de Cristo, en el libro de Los Sellos, página 256 en español, dijo:
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
O sea, la Palabra, el Verbo, viniendo en carne humana en el Día Postrero, en el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo. El Verbo viniendo encarnado ¿en qué? “En un hombre”, dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
O sea que tendrá, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico, Jesucristo en Espíritu Santo, para el Día Postrero Él tendrá un velo de carne en el cual estará velado y revelado, manifestado, y donde será glorificado el Nombre Eterno de Dios; y en donde Jesucristo estará manifestado como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora, recuerden que la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios, manifestado en carne humana en un hombre llamado Jesús de Nazaret, ese misterio estuvo cumplido y manifestado en la Tierra por 33 años; y las personas no se daban cuenta que allí estaba el velo de carne donde estaba el Verbo, la Palabra encarnada en toda Su plenitud; no se daban cuenta que allí estaba el Ángel del Pacto vestido de carne humana en la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios.
Así también será para la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, y como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo: estará manifestado el Ángel del Pacto en carne humana, en un hombre, en el Día Postrero, por muchos años.
Y las personas que estarán viviendo en la Tierra no se darán cuenta de lo que estará sucediendo en el Programa de Dios, y no se darán cuenta que Jesucristo estará en Espíritu Santo en un velo de carne aquí en la Tierra en el Día Postrero; en el tiempo final y Edad de la Piedra Angular; y ahí estará llevando a cabo la Obra correspondiente al tiempo final.
La Primera Venida de Cristo estuvo manifestada en la Tierra por 33 años, o sea, la Venida del Ángel del Pacto en carne humana, en un velo de carne creado por Dios en el vientre de María; porque no había velos de carne, seres humanos, limpios del pecado; porque habían venido por medio del primer Adán, el cual había caído, y todos estaban contaminados con el pecado; y Dios tuvo que crear un cuerpo de carne sin pecado, para morar en él.
Y luego de llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y lavarnos con Su Sangre preciosa, y llenarnos de Su Espíritu Santo, en este planeta Tierra (durante todos estos dos mil años que han transcurrido, y aun en nuestro tiempo), ha habido personas limpias de todo pecado y llenos del Espíritu de Dios, nacidos en el Reino de Dios, nacidos de nuevo.
Y una persona nacida de nuevo no tiene pecado, porque la Sangre de Cristo ha quitado sus pecados. La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado23.
Por lo tanto, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, ha estado manifestándose de edad en edad en cada ángel mensajero enviado por Dios a Su Iglesia; y esos han sido velos de carne lavados con la Sangre de Cristo, por lo tanto han sido velos de carne sin pecado.
Y para el Día Postrero, estará manifestado en Su Ángel Mensajero lavado en la Sangre de Cristo y lleno con Su Espíritu Santo; por lo tanto, estará sin pecado, y será el instrumento de Jesucristo, del Ángel del Pacto, para Su manifestación del Día Postrero, a través del cual estará hablándole a Su Iglesia y estará dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en el tiempo final.
Juan quiso adorar al Ángel del Señor Jesucristo, pero el Ángel se lo impidió, y le dijo: “Mira, no lo hagas, porque yo soy consiervo tuyo y de los profetas. Adora a Dios”24. ¿Por qué Juan quiso adorar a los pies del Ángel que le mostraba estas cosas? Porque vio la manifestación de Jesucristo, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Dios a través de Su Ángel Mensajero; y escuchó la Voz de Cristo como esa Gran Voz de Trompeta hablando por medio de Su Ángel Mensajero; pues este Ángel Mensajero fue el que le mostró a Juan todas estas cosas que Juan vio en el libro del Apocalipsis.
Y ahora, vean ustedes cómo el Ángel se identifica como uno de los profetas de Dios y le dice a Juan que no lo puede adorar, que adore a Dios.
Jesucristo también dijo en una ocasión: “La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque tales adoradores busca el Padre que le adoren”25.
El Ángel del Señor Jesucristo es el último profeta mensajero que Jesucristo enviaría a Su Iglesia; y es el profeta de la última dispensación: la Dispensación del Reino, con el último mensaje dispensacional, que es el mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
El Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él es solamente el profeta mensajero del Señor Jesucristo, a través del cual Jesucristo estará manifestado en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Y él no quiere más honra que la de ser el siervo mensajero del Señor Jesucristo para el Día Postrero, el instrumento de Jesucristo para el Día Postrero. Con eso le bastará al Ángel del Señor Jesucristo.
Ahora, vean ustedes cómo, así como para la Primera Venida de Cristo hubo un Israel terrenal, en donde se cumplió la Primera Venida de Cristo; para la Segunda Venida de Cristo habrá un Israel celestial, y ese Israel celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo, que por dos mil años aproximadamente ha estado esperando la Segunda Venida de Cristo.
Y es para el Israel celestial, la Iglesia de Jesucristo, la promesa de la Segunda Venida de Cristo, primeramente; y después para el pueblo hebreo. Y Su Venida es como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo; y ahí estará el Nombre Eterno de Dios manifestado.
Y les bastará a los hijos e hijas de Dios saber que ahí estará el Nombre Eterno de Dios manifestado. Aunque muchos no lo podrán comprender, pues dice Apocalipsis, capítulo 19… y verso 12, dice:
“Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”.
O sea que no pueden aparecer personas diciendo que conocen el misterio de ese Nombre, porque ese misterio lo conoce Él mismo; y en Su manifestación en carne humana será conocido por el Ángel del Señor Jesucristo ese misterio.
Y él lo comprenderá en la manifestación del Verbo viniendo como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, viniendo en carne humana, y teniendo ese Nombre que ninguno entendía, excepto él. Viene para obtener la Victoria del Amor Divino. Y con ese Nombre obtendrá la Victoria en el Amor Divino, porque Dios glorificará Su Nombre. Él dijo: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”.
Ahora, dejemos lo del Nombre quietecito, porque todos sabemos que en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular (que es la Edad del Lugar Santísimo), es donde ese Nombre estaría manifestado y estaría obrando en favor de todos los hijos e hijas de Dios; así como en el lugar santísimo del templo que construyó Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés, estaba el Nombre Eterno de Dios allí, en el lugar santísimo. ¿Por qué? Porque allí estaba ¿quién? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, sobre el propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto. Y si estaba el Ángel de Jehová: el Ángel de Jehová es el que tiene el Nombre Eterno de Dios.
¿No dijo Dios, hablando del Ángel de Jehová, de Su Ángel, dijo: “No le seas rebelde, porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi Nombre está en Él”? Donde esté el Ángel de Jehová, ahí está el Nombre de Dios, ese Nombre Eterno de Dios.
Y ahora, viniendo en el Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, y como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; si viene el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el Verbo viniendo en carne humana en el Día Postrero, pues viene con Su Nombre Eterno; y ahí estará manifestado ese Nombre Eterno.
Por lo tanto, vendrá manifestado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en el Nombre Eterno de Dios en el Día Postrero; y Dios glorificará Su Nombre Eterno en el Día Postrero.
Ahora, veamos cómo, así como Jesús nació en Belén de Judea…; o sea, nació la Primera Venida de Cristo ¿dónde? En Belén de Judea, pero habían nacido muchas personas en Belén de Judea, y muchos descendientes de David; y también el rey David nació en Belén de Judea.
Y ahora, Belén es “la Casa del Pan de Dios”, y Cristo es la Casa del Pan de Dios, por eso nació en Belén de Judea. Y Cristo siendo la Casa del Pan de Dios, vean ustedes cómo Cristo habló la Palabra: “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”26. Y allí estaba el Pan de Dios, el Verbo, la Palabra; por eso Él dijo: “Yo soy el Pan vivo que he descendido del Cielo; y el que come de este Pan, vivirá eternamente”27.
Ahora, vean cómo el Pan de Vida estaba manifestado en carne humana en Jesús, porque Él es la Casa del Pan de Dios.
Y ahora, Cristo siendo la Casa del Pan de Dios, Él es nuestro Belén; y todos los nacidos en Cristo, creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo: han nacido en Cristo, por consiguiente han nacido en Belén; porque Cristo es nuestro Belén, es la Casa del Pan de Dios, del Pan de Vida.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo también es la Casa de Dios, y es el Israel espiritual y es la Casa de Dios; y por consiguiente es la Casa del Pan de Dios, en donde Cristo, el Pan de Dios, ha estado de edad en edad alimentando a Sus hijos de edad en edad, por medio de cada siervo fiel y prudente que Él ha enviado.
Y así la Iglesia del Señor Jesucristo, teniendo los nacidos en Cristo, los nacidos en Belén, se convierte a la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo en la Belén también, la pequeña Belén.
Y en nuestro tiempo, en la Edad de la Piedra Angular, la pequeña Belén para el Día Postrero tendrá el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo; porque en la Iglesia del Señor Jesucristo… vean ustedes, por medio de creer en Cristo, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo: nacemos en la Iglesia del Señor Jesucristo; o sea que nacemos en la Iglesia del Señor Jesucristo como la Belén que tendría los hijos e hijas de Dios descendientes de Cristo el Hijo de David.
Y por consiguiente, todos los nacidos en Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo, son la Casa de David, y por eso son reyes y sacerdotes, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Por eso es que todos estaremos con Cristo reinando en y desde Jerusalén sobre el planeta Tierra completo, y sobre el pueblo hebreo; porque es la Casa, la Familia, la descendencia de David, la descendencia de reyes de la Casa de David, que recibirán el Reino de Dios y reinarán con Cristo, con el Mesías, por mil años y luego por toda la eternidad.
Ahora, vean cómo de entre todos los nacidos en Cristo (nuestro Belén), y en la Iglesia del Señor Jesucristo (nuestra Belén como Iglesia), habrá uno en el cual de edad en edad Dios se manifestará, Jesucristo en Espíritu Santo se manifestaría; y ese sería el mensajero de cada edad o etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Se manifestó en San Pablo, el primer ángel mensajero de la Iglesia de Jesucristo entre los gentiles; en Ireneo, el segundo; en Martín, el tercero; en Colombo, el cuarto; en Lutero, el quinto; en Wesley, el sexto; y en William Branham, el séptimo; y en el Ángel del Señor Jesucristo, el octavo, para la Edad de la Piedra Angular.
Y todos estos: nacidos en Belén; como en Belén nació el rey David, y como en Belén nacieron también los hermanos del rey David; que eran siete hermanos que tuvo el rey David, pero el menor de ellos ¿era quién? David, el cual era el octavo hijo de Isaí.
Y ahora vean cómo, en la manifestación del octavo mensajero, Jesucristo se manifestará como Hijo del Hombre e Hijo de David, para hacer el reclamo de Su Trono y de Su Reino, y reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y hacer el reclamo de Su Iglesia: todos los redimidos con Su Sangre preciosa, para colocarlos en cuerpos eternos: a nosotros los que vivimos y también a los muertos en Cristo, los cuales vivieron en etapas pasadas.
Ahora, vean cómo en estos ocho hijos de Isaí están representados los ocho mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles; y cómo en la manifestación del octavo mensajero —que está representado en el rey David— Cristo se manifestará como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo. Y reclamará el Trono de David; porque Él es el heredero al Trono de David.
Y en Su manifestación final, Jesucristo como heredero al Trono de David, hará el reclamo de Su Trono, y se sentará en el Trono de David. Y al Vencedor, que en el Día Postrero será Su Ángel Mensajero, dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
O sea, en el Trono de Dios en el Cielo, Cristo al vencer, al morir y resucitar y ascender al Cielo: se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, a la diestra de Dios, y recibió el poder sobre todas las cosas.
Y ahora, en Su Trono, el Trono de Cristo, que es… no el que está en el Cielo, sino el Trono de David, en el cual Cristo se sentará porque Él es el heredero a ese Trono, ahora dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
O sea que lo mismo que hizo el Padre cuando Jesús ascendió al Cielo victorioso, lo mismo que hizo el Padre: que lo sentó en el Trono del Padre, lo sentó en Su Trono en el Cielo, ahora Cristo hace lo mismo con el Vencedor, con Su Ángel Mensajero del Día Postrero: lo sentará en Su Trono con Él. Y se cumplirá lo que está prometido en el capítulo 2 del libro del Apocalipsis, verso 26 al 27:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro”.
Y recibirá autoridad sobre todas las naciones el Vencedor, así como Cristo recibió autoridad en el Cielo y en la Tierra cuando se sentó en el Trono del Padre.
Ahora, podemos ver este misterio del Reino de Dios.
Y ahora, viendo EL MISTERIO DE LA FECHA DEL NACIMIENTO DE JESÚS, la fecha que corresponde a los meses de mayo, junio o julio, todo depende en qué día del mes sexto del calendario religioso hebreo apareció el Arcángel Gabriel a la virgen María. Y como no dice en qué día apareció (aquí en la Escritura que les leí), pues no les puedo decir exactamente el día del nacimiento de Jesús.
Pero les pude decir: entre el mes de mayo al mes de julio fue el nacimiento de Jesús, y cae bajo el signo de géminis (o el otro signo que le sigue, si es para el mes de julio o el mes de junio del 22 en adelante).
Así que vean ustedes, conforme a la Biblia, la fecha del nacimiento de Jesús no es la fecha en que en la actualidad se celebra. Pero recuerden, solamente es una celebración; es una celebración, una tradición en conmemoración al nacimiento del Señor Jesucristo; aunque la fecha no fue el 24 de diciembre, porque del 24 al 25 de diciembre era la fiesta al sol, la fiesta al sol.
Pero ahora, vean ustedes, en la fecha pagana de la fiesta pagana del sol, ahora se está celebrando y se está conmemorando y se está recordando el nacimiento de Jesús, aunque no fue en esa fecha el nacimiento de Jesús.
Así como a través de la historia encontramos que cuando una nación conquistaba otra nación, le destruía el templo, y encima de ese lugar donde estaba ese templo construía otro templo de la religión de esa otra nación que había conquistado a aquella nación.
Vean ustedes, eso también sucedió cuando fue destruido el templo allá en Jerusalén; después más adelante, en otro tiempo, construyeron un templo donde estaba el templo en Jerusalén, y construyeron la mezquita de Omar.
Eso lo hacían para que la religión que tenía ese templo no pudiera ser una religión próspera, y fuera absorbida por la religión nueva que había conquistado con la entrada de esa nueva nación y de ese nuevo gobierno.
Y así, pues, vean ustedes, ha estado sucediendo en diferentes naciones y con diferentes religiones. Y ahora el recuerdo o conmemoración del nacimiento de Cristo lo están celebrando en la fecha en donde se celebraba el nacimiento del dios sol, de ese dios pagano; pero esa no es la fecha del nacimiento de nuestro amado Señor Jesucristo.
Pero recordamos en esta temporada, llamada “las Navidades” o “Pascuas”, recordamos el nacimiento de nuestro amado Señor Jesucristo; y le damos gracias a nuestro amado Dios por enviarnos a Jesucristo dos mil años atrás a este planeta Tierra, naciendo en Belén de Judea para nuestra salvación.
Sin Su Venida, este planeta Tierra ya no existiría. La raza humana no existiría en este planeta Tierra sin la Primera Venida de Cristo cumplida dos mil años atrás. En el día que murió Cristo, la raza humana tenía que morir, por causa del pecado; pero todo el pecado de la raza humana fue hallado en Cristo, porque Él tomó nuestros pecados y se hizo mortal, y todo el juicio divino cayó sobre nuestro amado Señor Jesucristo.
Gracias a Dios por la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios dos mil años atrás en Belén de Judea. Estuvo en la Tierra 33 años, en aquel cuerpo de carne, aquel velo de carne; y muy pocas personas se dieron cuenta del cumplimiento de Su Primera Venida.
La pregunta es: para la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, desde el día en que comienza a ser cumplida Su Venida en carne humana, ¿cuántos años transcurrirán hasta que llegue a la cúspide y se realice plenamente el reclamo de todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa? No sabemos.
En el cielo han aparecido las señales de la Segunda Venida de Cristo. Cristo dijo que habría señales en el cielo y en la Tierra. Le preguntaron: “¿Qué señal habrá de Tu Venida y del fin del siglo?”, y Cristo les dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 30 en adelante:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra”.
Una señal aparecería en el cielo para el tiempo final: la señal del Hijo del Hombre en el cielo. Para la Primera Venida de Cristo fue la Estrella de Belén, o lo que llaman la Estrella de Belén. Y para el Día Postrero, vean ustedes, la señal del Hijo del Hombre aparecerá en el cielo:
“… y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
O sea que esa señal del Hijo del Hombre en el cielo iba a contener la presencia del Hijo del Hombre en el cielo, con ángeles en el cielo; y… dice:
“… y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Ahora, ¿por qué están siendo llamados y juntados los escogidos de Dios desde hace años aquí en la Tierra en este tiempo final, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje de la Trompeta del Evangelio del Reino? Es porque estamos en el tiempo de la señal del fin del siglo, que es la venida de los Ángeles del Hijo del Hombre, la venida de los segadores, para llevar a cabo la cosecha: recoger el trigo, los hijos e hijas de Dios, en el Alfolí de Dios.
Esa fue la señal del fin del siglo que dio Cristo en San Mateo, capítulo 13, verso 30 al 43, cuando dijo que dejaran el trigo y la cizaña crecer juntos hasta la siega, porque al tiempo de la siega el Hijo del Hombre enviaría Sus Ángeles, o sea, enviaría los segadores, para llevar a cabo esa cosecha. Y nos dice que los segadores son los Ángeles, y el trigo son los hijos del Reino, y la cizaña son los hijos del malo; y nos dice que la cosecha, la siega, es el fin del siglo.
O sea que al ver el tiempo de la cosecha, del recogimiento de los escogidos de Dios por los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre, los ministerios de Moisés en el Día Postrero: esa es la señal del fin del siglo.
La señal del fin del siglo es la presencia de los ministerios de Moisés y Elías, de los Dos Olivos llamando y juntando los escogidos con la Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, en este tiempo final.
Y algunos preguntarán: “Pero ¿y qué de la señal del Hijo del Hombre en el cielo?”. La señal del Hijo del Hombre en el cielo, así como dos mil años atrás fue vista, y fue una Estrella: la Estrella de Belén que siguieron aquellos magos…; y no se dieron cuenta las personas de aquel tiempo que aquella señal de la Estrella de Jacob era aquella Estrella que estaba siendo vista, y que era la señal de que el Mesías ya estaba en la Tierra, y de que Elías también ya estaba en la Tierra…; y Elías era Juan el Bautista.
Y ahora, vean ustedes, el nacimiento de Juan el Bautista ya había ocurrido, y también el nacimiento de Cristo también había ocurrido; y cuando los magos llegan a Belén de Judea lo encuentran en una casa, pero Él había nacido en un pesebre. ¿Y por qué en una casa? Porque ya tiene unos dos años aproximadamente, por lo tanto ya no está en el pesebre, ya está en una casa.
Y ahora, los magos cuando son interrogados por el rey Herodes, y les pregunta cuánto tiempo, desde cuándo habían visto esa Estrella aparecer: conforme a lo que le dijeron los magos al rey Herodes, ya hacía dos años que esa Estrella estaba apareciendo, dos años dando testimonio de que el Mesías estaba en la Tierra, que ya había nacido en Belén de Judea.
Y ahora, para el Día Postrero la señal del Hijo del Hombre en el cielo, es la señal que estará dando testimonio de que estamos en el tiempo final, en el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre.
En el cielo apareció una señal muy importante, en febrero 28 de 1963, una nube misteriosa en el cielo, de 50 millas de ancho – o 30 millas de ancho por 50 millas de largo, a 26 millas de altura28, donde los aviones no vuelan, y donde no hay humedad y donde no se forman nubes; y allí se formó esta nube.
¿Cómo llegó allí? ¿Qué es esta nube? ¿Cómo fue formada? El precursor de la Segunda Venida de Cristo dice que él fue arrebatado a esa nube, fue llevado a esa nube; y allí estaban siete ángeles, y él vio allí siete ángeles, y uno de los siete ángeles era muy diferente a los otros ángeles; y él dice que en esa nube estaban los ángeles mensajeros de las edades de la Iglesia gentil y otro Ángel que era muy diferente a los demás, el cual tenía el Séptimo Sello; y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo.
Allí estaba el Ángel que tenía el Séptimo Sello, allí estaba el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Su cuerpo teofánico. Y ese es el Ángel que para el Día Postrero, que es el Verbo, el cual en el Día Postrero estará manifestado en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino en Su Ángel Mensajero, así como estuvo manifestado en cada ángel mensajero de cada edad de la Iglesia gentil.
Estuvo manifestado en los siete ángeles mensajeros; y para el Día Postrero estará manifestado en Su Ángel Mensajero este Ángel que era muy diferente a los demás, el cual, para el Día Postrero estará en la Tierra velado y revelado a través de carne humana; y eso será el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 viniendo en carne humana en un hombre.
Ahora, ¿vieron lo sencillo que es todo? Todo es sencillo, como fue sencillo todo para la Primera Venida de Cristo.
Ahora, el velo de carne, el Ángel del Señor Jesucristo, no es el Señor Jesucristo; pero en él estará el Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, velado y revelado, manifestado por medio de él en Su Obra correspondiente a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para así hacer la Obra de Reclamo y traer a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y a nosotros los que estamos vivos transformar nuestros cuerpos; y así todos tener el cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de nosotros.
Ahora, hemos visto el misterio tanto de Su Primera Venida como de Su Segunda Venida. Y ahora, el nacimiento del velo de carne en el cual se cumplió la Primera Venida de Cristo, vean ustedes, su fecha ya la hemos visto: de mayo a julio es la fecha, tomando en cuenta el mes sexto del calendario religioso hebreo en el cual apareció el Arcángel Gabriel a la virgen María; pero no sabemos si fue el día primero, o fue por la mitad del mes sexto, o si fue el final del mes sexto.
Por lo tanto, tenemos ahí 30 días que quedan en juego; porque si fue al principio, pues entonces es 30 días antes de la fecha que tendría que ser si fuera al final del mes sexto la aparición del Ángel Gabriel a la virgen María.
Así que esto nos da un tiempo aproximado, un más o menos, en el lapso de tiempo de los meses de mayo, junio y julio; pero la fecha en que se conmemora el nacimiento de Cristo, en donde se recuerda el nacimiento de Cristo y se le da gracias a Dios por el nacimiento de Cristo, es la fecha del 24 de diciembre.
Pero esa no es la fecha en que nació Jesucristo; pero se conmemora Su nacimiento en esa fecha. Y le damos gracias a Dios por el nacimiento de Jesucristo en Belén de Judea dos mil años atrás.
Lo importante es que nació en Belén de Judea dos mil años atrás, y que murió en la Cruz del Calvario y quitó nuestros pecados; y luego derramó de Su Espíritu Santo sobre todos los creyentes, ha estado derramando de Su Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés hasta este nuestro tiempo.
Eso es lo importante de la Primera Venida de Cristo: que Él vino realmente y pagó el precio de la Redención; y nos redimió, nos salvó con Su muerte en la Cruz del Calvario; tipificado en el cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en la víspera de la pascua para evitar la muerte de los primogénitos aquella noche en que la muerte pasaría por Egipto matando a todos los primogénitos en Egipto.
Y ahora, los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, vean ustedes, han sido librados de la muerte y del infierno al creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y así tener aplicada la Sangre de Cristo en el dintel y los postes de nuestra alma, así como lo aplicaban en el dintel y los postes de las casas donde estaban los primogénitos viviendo.
Y ahora, nosotros estamos viviendo en cuerpos mortales, en casas mortales, pero tenemos la Sangre del Cordero Pascual: de Jesucristo, aplicada en nuestra alma, en nuestro corazón, para escapar de la muerte, del infierno, de la muerte y del infierno, y tener vida eterna con nuestro amado Señor Jesucristo.
Miren cómo el tipo y figura se cumple por medio de Cristo y Su Primera Venida; y Su Sangre aplicada en nuestras almas, en nuestros corazones; y la vida de la Sangre de Cristo, que es el Espíritu Santo, siendo recibida dentro de nosotros.
Hemos visto cómo la Primera Venida de Cristo fue representada en el Antiguo Testamento: en todos esos sacrificios que se efectuaban en medio del pueblo hebreo; todos ellos fueron cumplidos en Cristo y Su Primera Venida, Él cumplió esos sacrificios. Y por eso la Segunda Venida de Cristo no es para morir otra vez en una cruz y quitar los pecados, porque Su Segunda Venida es sin relación con el pecado, no viene relacionada con el pecado, para morir por el pecado y quitar los pecados, porque Él ya lo hizo en Su Primera Venida.
Ahora viene a reclamar lo que Él redimió con Su Sangre preciosa, para colocarnos a todos en eternidad, con un cuerpo eterno, glorificado, y a imagen y semejanza todos de nuestro amado Señor Jesucristo.
Es una bendición muy grande para la raza humana la Primera Venida de Cristo. Gracias a la Primera Venida de Cristo la raza humana ha continuado existiendo hasta este día presente, y gracias a la Primera Venida de Cristo nosotros estamos viviendo en este tiempo final.
Le damos gracias a nuestro Padre celestial por la Primera Venida de Cristo, naciendo en Belén de Judea como Cordero de Dios para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Ha sido para mí una bendición grande, y privilegio, darles testimonio de la Primera Venida de Cristo y de Su nacimiento y de Su fecha, y de la fecha del nacimiento (más o menos), y de esta conmemoración a Su nacimiento, que se lleva a cabo en estos días, llamados las Navidades o las Pascuas, en donde recordamos el nacimiento de nuestro amado Señor Jesucristo en Belén de Judea dos mil años atrás, cuando fue vista la Estrella de Belén en el cielo, que fue la señal de la Venida del Hijo del Hombre dos mil años atrás.
Como esta señal de esta nube que apareció en febrero 28 del 1963, es una señal del Hijo del Hombre en el cielo, de la cual Cristo habló en San Mateo 24 y verso 30. Estaban allí los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil y el Ángel Fuerte, el Ángel del Pacto, Jesucristo en Su cuerpo teofánico; para luego, en el Día Postrero, venir manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, en Su Obra correspondiente al Día Postrero.
Ha sido para mí una bendición grande darles testimonio de estos misterios del Reino de Dios; y decirles a todos ustedes que sin la Primera Venida de Cristo no hay perdón de pecados, no hay forma de quitar nuestros pecados; porque por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario, Él nos limpió de todo pecado.
No hay otra forma para entrar a la vida eterna, y así entrar al Cielo, para vivir por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo. Él es nuestro Salvador, nuestro Redentor, a través del cual Dios manifestó Su amor.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”29.
Y los que no creen en Él, pues se perderán; pero los que creemos en Él: somos salvos para toda la eternidad, para vivir con Cristo en cuerpos eternos por toda la eternidad.
No hay otra esperanza para el ser humano. La esperanza está en Jesucristo, en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida; porque Su Venida está en dos partes: Su Primera Venida como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo y redimirnos con Su Sangre preciosa; y como León de la tribu de Judá en el Día Postrero, en la segunda parte de Su Venida —llamada la Segunda Venida de Cristo—, para reclamar todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa y colocarnos en la eternidad con vida eterna y un cuerpo eterno.
No hay esperanza fuera de Jesucristo, no nos podemos hacer de ilusiones fuera de Jesucristo. Toda nuestra fe, nuestra esperanza y nuestras ilusiones están ¿dónde? En nuestro amado Señor Jesucristo. No hay otro como Él, y no hay otro en el cual podamos depositar nuestra fe y nuestra esperanza y nuestro futuro eterno.
Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en Su Cuerpo Místico de creyentes, y pronto los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados; y todos tengamos el cuerpo eterno, y seamos así restaurados a la vida eterna con cuerpos eternos, y a la herencia eterna de Dios, y estemos como herederos de Dios y coherederos con nuestro amado Señor Jesucristo en Su glorioso Reino Milenial y Reino Eterno.
Y pronto, luego de la transformación y resurrección, vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, para recibir allí los galardones por todas nuestras labores realizadas en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Continúen pasando todos, una noche llena de las bendiciones de Jesucristo, una noche llena de felicidad, de paz, de armonía y de bendición celestial.
Dejo nuevamente a Félix Caro para continuar y finalizar nuestra parte o la parte de esta actividad; y luego estaré con ustedes en la otra parte (que será aquí en la parte de atrás), donde estaremos en la cena de Navidad compartiendo esos momentos también; estaré con ustedes compartiendo esos momentos, como todos los años, y dándole gracias también a Dios por Jesucristo nuestro Salvador.
Que Dios les bendiga, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Está también con nosotros Miguel. Sería bueno que nos dé un saludito Miguel, en esta noche. Vamos a pedirle a Félix le dé la oportunidad a Miguel para que nos dé un saludito. Puede pasar por aquí, Miguel.
[Saludo del hermano Miguel].
Muchas gracias, Miguel. Que Dios te bendiga grandemente Miguel.
El 24 de diciembre, que es víspera de Navidad, también recordamos la partida de nuestro hermano Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo; y también acompañamos los sentimientos de su familia; y le pedimos a Dios que los bendiga grandemente, y a todos los hermanos que siguen el Mensaje de nuestro hermano Branham en Norteamérica y en todos los países.
Él es aquel Elías que vendría precursando la Segunda Venida de Cristo.
Así como Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo, murió de una muerte no muy agradable, también nuestro hermano Branham partió en una forma que no era la mejor forma que nosotros hubiéramos deseado para él; pero Dios es el que determina cómo va a partir cada persona que vive en este planeta Tierra.
Acompañamos los sentimientos de su familia, y le pedimos la bendición a Jesucristo para su familia, y que los llene del conocimiento de todo Su Programa correspondiente a nuestro tiempo, y que los use grandemente en Su Obra en este Día Postrero.
Y que el cumplimiento de todas las profecías que fueron dadas por el reverendo William Branham, a medida que vayan siendo cumplidas sean vistas cumplidas por sus familiares, por su familia, y por todos los seguidores de nuestro hermano Branham.
Vean ustedes, Jesús no nació el 24, pero nuestro hermano Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo, partió el 24 de diciembre, el día de la víspera de la Pascua; lo cual será conmemorativo, un día conmemorativo para el Reino Milenial. En algún… en ese día se recordará la partida de nuestro hermano Branham, y en el día de su nacimiento pues la llegada de nuestro hermano Branham. De alguna forma habrá un recuerdo de toda esta trayectoria por la cual nosotros hemos pasado.
Así que, vean ustedes, estamos escribiendo la historia. Lo que será historia para el futuro está siendo escrita en el presente. Y como el pueblo hebreo conmemoraba todo lo que fue historia durante el tiempo de Egipto y la salida de Egipto, vean ustedes, para el Reino Milenial y la eternidad en alguna forma habrá una conmemoración al cumplimiento de todos aquellos tipos y figuras, al cumplimiento de ellos en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y dejo nuevamente a Félix Caro para continuar.
Y que continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo.
“EL MISTERIO DE LA FECHA DEL NACIMIENTO DE JESÚS”.
[Revisión noviembre 2021]
1 Genealogía de Jesús por María: San Lucas 3:23-38 (hijo de David por Natán, versos 31-32)
2 Genealogía de José (padre adoptivo, marido de María): San Mateo 1:1-17 (hijo de David por Salomón, verso 6)
3 San Mateo 1:20
4 San Mateo 1:23
5 San Juan 3:15-16
6 Salmos 19:1 / Reina-Valera 1909
7 Daniel 2:46-49
8 Daniel 1:6-7
9 San Lucas 19:14, San Juan 19:14-16
10 San Mateo 27:25
11 Salmos 34:7
12 Hechos 12:6-11
13 Hechos 12:12-15
14 San Mateo 18:10
15 San Juan 5:33-36
16 San Mateo 3:13-17, San Marcos 1:9-11, San Lucas 3:21-22
17 San Mateo 17:5, San Marcos 9:7, San Lucas 9:35
18 San Lucas 3:16, San Juan 1:27, San Marcos 1:7-8
19 San Juan 1:29, 1:36
20 Éxodo 3:6
21 Mr. 16:19; Lc. 22:69; Col. 3:1; He. 1:3, 8:1, 10:12, 12:2
22 San Juan 12:28
23 1 Juan 1:7
24 Apocalipsis 22:8-9
25 San Juan 4:23-24
26 San Mateo 4:4, San Lucas 4:4, Deuteronomio 8:3
27 San Juan 6:50-51, 6:58
28 30 millas de ancho x 50 millas de largo = 48.3 km x 80.46 km / a 26 millas de altura = 41.8 km
29 San Juan 3:16