Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y autoridades de esta ciudad. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos permita entender Su Palabra, nos abra el entendimiento para comprenderla, y nos hable directamente a nuestra alma, y nos edifique así nuestras almas, nos alimente espiritualmente, y nos prospere espiritualmente y materialmente también. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Para esta noche tenemos un tema muy importante, es el tema titulado: “EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO”. EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO, es un misterio que ha sido abierto para todos los creyentes en Cristo.
Dice Cristo en San Mateo, capítulo 16, versos 13 en adelante dice… 13 al 16, dice… Vamos a ver, 13 al 20 vamos a leer, para que tengamos un cuadro claro de todo lo que está sucediendo ahí en esa ocasión. Dice, capítulo 16, verso 13 en adelante de San Mateo, dice:
“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (o sea, del infierno) no prevalecerán contra ella.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo”.
Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra y nos permita entenderla en esta ocasión.
Nuestro tema, como les dije, es: “EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO”.
Aquí les habla Cristo abiertamente a Sus discípulos acerca de Su Iglesia, y les dice que Él edificará Su Iglesia “sobre esta roca”: es la roca de la revelación divina, la revelación del Cielo; pues Pedro, por medio de la revelación del Padre celestial, la revelación del Cielo, recibió el conocimiento de quién era Jesús.
Él recibió el conocimiento de que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Ungido de Dios, en el cumplimiento de la Primera Venida del Mesías como Cordero de Dios en Su Obra de Redención, para morir en la Cruz del Calvario, y allí pagar el precio de la redención, y lavar nuestros pecados en Su Sangre; y así justificar a cada uno de Sus hijos.
“Justificar” significa que una persona, al ser lavado en la Sangre de Cristo, al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, la persona queda como si nunca antes hubiera pecado, queda justificado ante Dios.
Porque la Sangre de Cristo toma nuestros pecados y los desintegra, los quita; como el blanqueador toma la tinta que está en alguna prenda de ropa manchada, y al colocar en el blanqueador esa prenda de ropa manchada, cuando usted luego saca esa prenda de ropa ya no tiene la mancha; busca la mancha de la tinta, ¿la busca dónde?, en el blanqueador, y tampoco la ve; ¿por qué? Porque el blanqueador envió nuevamente esa mancha, esa tinta, la envió a lo que era antes de ser tinta: la envió a sus elementos que la compusieron; y por eso, vean ustedes, desapareció la tinta.
Y ahora, vean ustedes, la Sangre de Cristo hace desaparecer nuestros pecados, y aun de la Mente de Dios desaparecen; ¿por qué? Porque Dios no los recuerda más, porque Jesús los borró.
Y ahora, vean ustedes lo milagrosa que es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
En el Antiguo Testamento el pueblo hebreo usaba los sacrificios de ovejas y machos cabríos para ofrecerlos a Dios; porque, conforme a la Ley divina, por medio de esos sacrificios el pueblo se acercaba a Dios, y sus pecados eran cubiertos con la sangre de esos animalitos, pero no podían quitar el pecado, sino solamente cubrir el pecado.
Pero cuando llegó el Cordero de Dios, el Sacrificio perfecto, el cual estaba tipificado en aquellos animalitos, cuando llegó el Sacrificio perfecto: Jesucristo, Él hizo un Sacrificio perfecto y quitó nuestros pecados; no los cubrió, sino que los quitó.
Y también quitó los pecados de todos los santos del Antiguo Testamento que estaban en el Paraíso, los cuales habían ofrecido a Dios los sacrificios de aquellos animalitos y machos cabríos, pero que sus pecados solamente habían sido cubiertos con la sangre de aquellos animalitos; pero ellos estaban en el Paraíso esperando el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario para que sus pecados fueran quitados completamente; porque estaban cubiertos mientras el Sacrificio perfecto no era ofrecido, pero cuando fue ofrecido en la Cruz del Calvario, los pecados de ellos fueron quitados; estaban cubiertos, pero fueron quitados, y estaban listos ya para resucitar e ir luego al Cielo con nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso cuando Cristo resucitó victorioso, resucitó, y con Él resucitaron y aparecieron en la ciudad de Jerusalén los santos del Antiguo Testamento1; y estuvieron con Cristo en la Tierra por unos 40 días; pues Cristo estuvo 40 días sobre la Tierra después de resucitado, y luego ascendió al Cielo, y con Él los santos del Antiguo Testamento2.
Y por eso uno de los salmos dice: “Abrid, oh puertas, vuestras cabezas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Él es el Rey de la gloria”3. Y ese era Jesucristo en el Nuevo Testamento, el Jehová fuerte y valiente que entraría por las puertas eternas.
“Abrid, oh puertas eternas, vuestras cabezas; alzaos, oh puertas eternas; y entrará el Rey de la gloria”. ¿Y quién es este Rey de la gloria? Jehová, el fuerte y valiente en el Antiguo Testamento; y en el Nuevo: nuestro amado Señor Jesucristo, que es el Jehová del Antiguo Testamento.
Ahora, Cristo, encontramos que por medio de Su Obra expiatoria en la Cruz del Calvario, ha limpiado nuestros pecados. Y ahora, cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Jesucristo: se hace efectivo en la persona el Sacrificio de Cristo; porque un perdón no es perdón hasta que la persona lo acepta; no se hace efectivo en la persona.
Y ahora, toda persona que acepta a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, luego recibe el Espíritu Santo, para así recibir vida eterna de parte de Jesucristo; porque la vida eterna está en Cristo y Él es el que nos da esa vida eterna.
Y ahora, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo: se efectúa en cada uno de nosotros el nuevo nacimiento; del cual le habló Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, en donde le dijo que era necesario nacer de nuevo; cosa que Nicodemo no comprendió. Dice el capítulo de San Juan 3, capítulo 3, verso 1 en adelante:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos (o sea, era un hombre muy importante).
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no puede entenderlo, no puede entender este misterio de la Iglesia del Señor Jesucristo).
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
Ahora, aquí Cristo le habla del nuevo nacimiento, lo cual es un misterio para el ser humano.
Ahora, ¿cómo es posible que el hombre puede nacer de nuevo habiendo ya nacido por medio de papá y mamá aquí en la Tierra? Es que cuando nació por medio de sus padres terrenales, él nació en una raza caída, la cual desciende de Adán; y por consiguiente ha nacido condenado a la muerte.
Por eso el ser humano nace, vive un tiempo aquí en la Tierra, se pone viejo y después se muere; y si no, pues se muere antes, de algún accidente o de alguna enfermedad; son pocos los que llegan a la muerte por vejez, o sea, por edad avanzada. Y ahora, eso todo es por causa de que se nace aquí en la Tierra en una raza caída, que está condenada a la muerte.
Y ahora, encontramos que se requiere un nuevo nacimiento: nacer en una nueva raza y por medio de un nuevo Adán que tenga vida eterna; y el segundo Adán, con vida eterna, es nuestro amado Señor Jesucristo. Y así como en Adán todos morimos físicamente y —si no creemos en Cristo— también espiritualmente y eternamente…: “Así como en Adán todos mueren, en Cristo todos seremos vivificados”4. Todos recibimos Vida, somos traídos a vida eterna por medio de Jesucristo.
Y por medio de Jesucristo es que obtenemos el nuevo nacimiento, al creer en Él como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y ahí recibimos vida eterna, y recibimos un espíritu teofánico de la sexta dimensión, llamado el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen, y los defiende5.
Cuando hemos venido a este mundo por medio del nacimiento natural a través de nuestros padres terrenales: recibimos un espíritu del mundo cuando nacimos en esta Tierra, y recibimos también un cuerpo de este mundo (mortal y corruptible y temporal); y por consiguiente recibimos (¿qué?) algo temporal, algo pasajero; para, estando en este planeta Tierra, en este cuerpo mortal y temporal, hagamos contacto con la vida eterna y recibamos a Cristo como nuestro Salvador, y lavemos nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo, y recibamos Su Espíritu Santo; y así se efectúa en nosotros ese nuevo nacimiento del cual le habló Cristo a Nicodemo. Y así es como nacemos por medio del segundo Adán, y nacemos en una nueva raza, que es la nueva raza que comenzó con nuestro amado Señor Jesucristo.
En Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, nos dice que Jesús es el principio de la Creación de Dios, de esa Nueva Creación que Cristo ha comenzado: una nueva raza con vida eterna, para vivir por toda la eternidad con Cristo como reyes y sacerdotes en el Reino de Dios.
Y ahora, esta nueva raza, que son los que han creído en Cristo como nuestro Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero y han recibido Su Espíritu Santo, esta nueva raza es llamada: la Iglesia del Señor Jesucristo. Iglesia significa ‘los sacados fuera’.
Y así como el pueblo hebreo fue sacado fuera de Egipto, de la esclavitud en Egipto, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo han sido sacados fuera del mundo y han sido colocados en el Reino de Dios, en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, recibir Su Sangre, y lavar nuestros pecados en Su Sangre, y recibir Su Espíritu Santo; y así obtenemos el nuevo nacimiento, en donde obtenemos un espíritu de la sexta dimensión, un espíritu del Cielo.
Y luego, en el Día Postrero, en el séptimo milenio, recibiremos el cuerpo físico eterno y glorioso que Cristo ha prometido para cada uno de nosotros; porque este cuerpo físico es mortal, es corruptible y es temporal; por eso se enferma, por eso se siente débil, por eso hay que darle comida para que no se debilite; y por eso, después que le pasa mucho tiempo, usted ve, se mira en el espejo, y usted dice: “Ahora tengo 60 años, pero cuando yo tenía unos 15 años como que me veía más joven”. Esto es porque este cuerpo es mortal, temporal y corruptible, se va envejeciendo y va perdiendo la vida gradualmente.
Y a medida que van pasando los años, los rayos de luz que tiene el cuerpo los va perdiendo; y ya los últimos años de la vida del ser humano, los vive con el último rayo de luz.
Y es como un automóvil que se le va agotando la batería, y ya cuando le queda tan poquita carga, cuando lo van a startear o encender o arrancar, arranca tan lentamente que algunas veces ni siquiera arranca, y hay que estarlo empujando. Y así nos pasa cuando ya el ser humano está de los 70 años para adelante: ya hay hasta que ayudarlo a levantar de la cama algunas veces, a algunas personas; otros todavía se encuentran fuertecitos, y todavía a los 80 años todavía se encuentran fuertes.
Pero miren ustedes, ya a lo último, cuando se le va agotando ese último rayo de luz que tiene, pues va sucediéndole como a los automóviles: con una batería ya sin carga casi. Y así pues sucede al ser humano; y a lo último ya no quiere caminar más y muere el cuerpo físico.
Y ahora, vean ustedes que hay algo más para el ser humano: hay vida eterna; y por eso es que pasamos por este planeta Tierra en estos cuerpos mortales, para que hagamos contacto con la vida eterna.
No podemos ser tan mezquinos de darle a nuestra alma solamente este corto tiempo de vida. Hay una vida eterna para nuestras almas, y esa es por medio de Jesucristo: recibiéndolo como nuestro Salvador, y lavando nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo, y recibiendo Su Espíritu Santo; y así recibimos un espíritu eterno, un espíritu teofánico de la sexta dimensión. Y luego, en el Día Postrero, recibiremos un cuerpo eterno; un cuerpo eterno, jovencito, representando por toda la eternidad de 18 a 21 años de edad, para vivir con Cristo por toda la eternidad.
Porque toda persona que cree en Cristo como su Salvador y recibe Su Espíritu Santo: ha recibido vida eterna y pertenece a una Nueva Creación con vida eterna, pertenece a ese Cuerpo Místico de creyentes llamado en la Biblia: la Iglesia del Señor Jesucristo.
Este misterio de la Iglesia del Señor Jesucristo fue hablado por Cristo en las parábolas del trigo y de la cizaña, y también del sembrador, y en otras parábolas también Cristo habló del misterio de Su Iglesia.
Su Iglesia está representada, vean ustedes, en el trigo; pero también en medio de la Iglesia ha estado ¿qué? La cizaña. Y todo junto: trigo y cizaña, se llama “el cristianismo” en general.
Pero en medio del cristianismo en general, en términos generales, ha estado el trigo y la cizaña: los hijos del Reino y los hijos del maligno. Y por eso es que podemos ver que han sucedido tantas cosas a través de la historia del ser humano: la cizaña persiguiendo al trigo, como Caín persiguió a Abel y lo mató6.
Y ahora, podemos ver que Cristo dice que para el Día Postrero, para el tiempo final, para el fin del siglo, es que habrá una separación, en donde Cristo separará el trigo de la cizaña.
La cizaña será atada en manojos y será colocada en el horno de fuego, donde será el lloró y el crujir de dientes; o sea, será colocada en la gran tribulación, en donde los juicios divinos estarán cayendo sobre este planeta Tierra por un lapso de tiempo de tres años y medio. Eso corresponde a la última parte de la semana setenta de la profecía de Daniel, en donde Dios estará tratando con el pueblo hebreo.
Y ahora, para el trigo la promesa es que será juntado y colocado en el Alfolí de Dios.
Como también nos dice en Malaquías, capítulo 4, verso 1 al 6, que “vendrá el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; y aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”. ¿A quiénes dice que hará esto? Dice que esto será para los que hacen maldad, esto es para la cizaña: los hijos del malo.
Y para los hijos de Dios, los hijos del Reino, representados en el trigo, ¿qué es lo que sucederá? Dice:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”.
El nacimiento del Sol de Justicia, para los que temen el Nombre del Señor, es la Segunda Venida de Cristo. Él dijo: “Yo soy la Luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida”7. ¿De qué vida? De la vida eterna.
Y ahora, vean ustedes cómo hay maldición y juicio divino para la cizaña, los hijos del malo, para el tiempo final, para el Día Postrero, para el día ardiente como un horno, el Día de Jehová, que es el séptimo milenio.
Pero para el trigo, los hijos del Reino, hay bendición. Y los hijos del Reino son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, y han recibido el Espíritu Santo; y por consiguiente han nacido de nuevo, y han entrado al Cuerpo Místico de Cristo; han nacido en el Cuerpo Místico de Cristo, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Una persona no puede decir: “Yo me voy a unir a la Iglesia del Señor Jesucristo”, porque eso no es de esa forma. Así como tampoco usted puede decir: “Yo me voy a unir a tal familia, para ser un hijo de esa familia”. ¿Verdad que usted no puede hacer eso?
Usted, para poder ser parte de una familia, usted tiene que nacer en esa familia: del padre y la madre de esa familia; ahí usted tiene que nacer en esa familia, por medio del papá y mamá, ahí; y entonces usted viene a ser un hijo de este matrimonio, de ese padre y esa madre. Fuera de eso usted no puede ser un hijo de ese padre y de esa madre.
Y así es en el Reino de Dios: usted no puede ser un hijo de Dios, usted no puede nacer como un hijo de Dios en el Reino de Dios, a menos que sea creyendo en Cristo como nuestro Salvador, y lavando nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo, y recibiendo Su Espíritu Santo; y ahí es como usted nace, obtiene el nuevo nacimiento, del cual le habló Cristo a Nicodemo, y le dijo: “Es necesario nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu; porque el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios o Reino de los Cielos”.
O sea que no puede entrar a la Iglesia de Jesucristo, no puede formar parte de ese Cuerpo Místico de creyentes, que es una nueva raza; una nueva raza descendiente ¿de quién? De nuestro Padre celestial, que viene por medio de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual es el principio de esa Nueva Creación, de esa nueva raza que Dios está creando. Y por eso es que todos seremos a imagen y semejanza: con un espíritu teofánico eterno, y un cuerpo eterno en el Día Postrero.
Ya el cuerpo teofánico lo recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador y recibimos Su Espíritu Santo; y luego el cuerpo físico y eterno lo recibiremos en el Día Postrero, en el séptimo milenio, cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados.
Porque este cuerpo mortal y corruptible y temporal será transformado: seremos transformados en nuestros átomos, y seremos vestidos de inmortalidad; tendremos un cuerpo eterno y jovencito, representando por toda la eternidad de 18 a 21 años de edad. Ese es el cuerpo nuevo que Él ha prometido para todos nosotros.
Y gracias a Dios que nos dio este primero, para luego, el último cuerpo que nos daría sería el cuerpo eterno.
Así que primero es, dice San Pablo… vamos a ver cómo lo dice San Pablo. En su carta, en su Primera carta de Corintios, capítulo 15, él habla aquí sobre este gran evento que será realizado en el Día Postrero. Dice, capítulo 15, verso 45… o, vamos a ver… 42 en adelante, de Primera de Corintios, capítulo 15, dice:
“Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción (este cuerpo), resucitará (¿cómo?) en incorrupción (o sea que los muertos en Cristo, cuando resuciten, resucitarán en un cuerpo eterno).
Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.
Se siembra cuerpo animal (este cuerpo físico es cuerpo animal), resucitará cuerpo espiritual (un cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de los que han creído en Él y han lavado sus pecados en Su Sangre, y han recibido Su Espíritu Santo). Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo”.
Vean, el primer hombre: Adán, es terrenal; el segundo hombre: que es el Señor, es celestial, es del Cielo. Él dijo, Cristo dijo8:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el Cielo”.
Aunque estaba en la Tierra Su cuerpo físico, pero Él en Espíritu y en alma estaba también en otras dimensiones: estaba en el Cielo.
“Cual el terrenal, tales también los terrenales (o sea, cual Adán, tales también los descendientes de Adán); y cual el celestial (o sea, Cristo es el celestial), tales también los celestiales”.
Los celestiales son los hijos e hijas de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, esa nueva raza que Cristo está construyendo; y que ya le ha construido, le ha creado, su cuerpo teofánico, a medida que cada persona va creyendo en Cristo y lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo.
Y ahora, solamente para el Día Postrero, cuando se complete el número de los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y hayan nacido en el Reino de Dios, hayan obtenido el nuevo nacimiento, hayan obtenido su cuerpo teofánico; luego lo único que nos falta será el cuerpo físico y eterno que Cristo ha prometido para nosotros, el cual nos dará resucitando a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y transformando a cada uno de los que está vivo, de los que estamos vivos en este Día Postrero; y así dándonos el cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de nosotros.
“… así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea que seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo).
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
O sea que una persona estando en su cuerpo mortal, corruptible y temporal, no puede heredar el Reino de Dios; y estando en este cuerpo corruptible no puede heredar incorrupción. O sea, este cuerpo mortal no puede continuar viviendo por toda la eternidad, porque es temporal, es mortal y es corruptible; por lo tanto, tiene que morir.
Y si los muertos en Cristo resucitan y nosotros estamos vivos y los vemos, pues entonces tiene que ser transformado; porque con este cuerpo no podemos vivir eternamente, porque es temporal, es corruptible, es mortal.
“He aquí, os digo un misterio…”.
Y ahora nos va a hablar de un misterio muy importante del Reino de Dios. Dice:
“No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados…”.
O sea que viene una transformación para todos los creyentes en Cristo, que han recibido Su Espíritu Santo y han nacido así de nuevo, y pertenecen o forman parte del Cuerpo Místico de Cristo, o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo; han entrado al Reino de Dios, han nacido en el Reino de Dios, son una nueva criatura. Ahora, dice:
“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…”.
Tengan en cuenta este detalle: “… a la final trompeta…”; porque una Trompeta estará sonando; y cuando se habla de una Trompeta, una Trompeta de Dios se refiere a la Voz de Dios hablándole a Su pueblo por medio de un profeta. Esa es la Voz de Dios en forma de una Trompeta. Se habla así, en términos simbólicos, cuando se habla de la Voz de Dios, se representa o se simboliza en una trompeta o en un trueno.
Cuando Cristo dijo: “Glorifica Tu Nombre, Padre”, se oyó un trueno del cielo, pero era la Voz de Dios que dijo: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”. Algunos decían: “Fue un trueno”, otros decían: “Un ángel le ha hablado”9; pero era Dios hablándole a Jesucristo.
Cuando se habla de Trompetas se habla de la Voz de Dios, de la Voz de Cristo, hablándole a Su pueblo por medio de diferentes mensajeros.
Y ahora, cuando se habla aquí de la Trompeta Final, se habla de la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia por medio del mensajero final; porque si es la Trompeta Final, pues tiene que ser por medio del mensajero final. Después de ese no puede venir otro mensajero, porque después de ese Mensaje dado por ese mensajero no hay otra Trompeta, no hay otro Mensaje de parte de Dios.
Esa Trompeta Final, siendo la Voz de Cristo dándonos Su Mensaje Final, es el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, dice:
“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles…”.
O sea, los muertos en Cristo: que han creído en Cristo como nuestro Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido Su Espíritu Santo, pero sus cuerpos físicos han muerto; ellos han continuado viviendo, pero su cuerpo físico murió.
¿Y cómo ellos han continuado viviendo? Pues han ido a vivir al Paraíso en el cuerpo teofánico que ellos recibieron cuando creyeron en Cristo como su Salvador y recibieron el Espíritu de Cristo. Ellos se encuentran en el Paraíso, que es la sexta dimensión, en donde se vive con cuerpos parecidos a estos que tenemos nosotros, pero de otra dimensión: de la sexta dimensión. Y ellos serán resucitados. Dice:
“… los muertos serán resucitados incorruptibles (o sea, serán resucitados en un cuerpo eterno e incorruptible), y nosotros (los que vivimos) seremos transformados”.
Este cuerpo mortal será transformado cuando veamos a los muertos en Cristo resucitados. ¿Por qué será transformado? Porque con este cuerpo mortal no podemos vivir eternamente. Si continuamos con este cuerpo mortal, cuando tenga de 70 a 100 años se va a morir.
Pero por cuanto hemos llegado al Día Postrero, al tiempo en que los muertos en Cristo van a resucitar, cuando resuciten nosotros seremos transformados, para continuar viviendo por toda la eternidad con Cristo; y nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, mientras la Tierra estará pasando por los juicios de la gran tribulación, que durarán tres años y medio.
Y luego regresaremos a la Tierra con Cristo, para el glorioso Reino Milenial, en medio del pueblo hebreo; y estaremos con Cristo en Jerusalén, donde Cristo se sentará sobre el Trono de David como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David; en donde Cristo reinará, gobernará, sobre el pueblo hebreo (sobre las 12 tribus de Israel), y sobre todas las naciones.
Porque Cristo es:
• Como Hijo de David: el heredero al Trono de David, para reinar sobre el pueblo hebreo.
• Y como Hijo de Abraham: Él es el heredero a la tierra de Israel con todo lo que tiene.
• Y como Hijo del Hombre: Él es heredero del planeta Tierra completo, con todas las naciones y todos los reinos.
• Y como Hijo de Dios: Él es heredero de los Cielos y de la Tierra.
O sea que todo le pertenece a Cristo, Él es el heredero de toda la Creación. Y nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro; o sea que somos herederos con Él al Reino Milenial, somos herederos con Él al territorio de Israel, somos herederos con Él al planeta Tierra completo con todos sus reinos, somos herederos con Él a todo el universo, a los Cielos y a la Tierra.
Y ahora, vean ustedes este MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO todas las bendiciones que tiene para todos los escogidos de Dios, que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; que son los que vendrían a esta Tierra en carne humana y recibirían a Cristo como su Salvador, y lavarían sus pecados en la Sangre del Cordero, y recibirían Su Espíritu Santo; y por consiguiente, nacerían de nuevo, nacerían en el Reino de Dios, en el Cuerpo Místico de Jesucristo, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Ahora vean EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO.
Y ahora, en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Casa de Dios, como nos dice San Pablo en su carta a los hebreos; vean ustedes, en Hebreos, capítulo 3, verso 5 al 6 (para no leer mucho), nos dice San Pablo:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros…”.
¿Quién es esa Casa? Dice:
“… la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
Ahora podemos ver que la Casa de Dios somos nosotros: la Casa de Dios, el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la Casa de Dios, o sea, la Familia de Dios, la descendencia de Dios.
Una casa no es en sí cuatro paredes, sino una casa es una familia. Y la Casa de Dios, la Familia de Dios, son los primogénitos escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo, en el Libro de la Vida del Cordero; que vienen a este planeta Tierra, y, durante la Dispensación de la Gracia y Dispensación del Reino, reciben a Cristo como su Salvador, y lavan sus pecados en la Sangre del Cordero, y reciben Su Espíritu Santo; y por consiguiente obtienen el nuevo nacimiento; y nacen así de nuevo, nacen en el Reino de Dios con vida eterna.
Vean cómo también San Pablo nos dice en su carta a los Efesios, capítulo 2, verso 10:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
¿Somos qué? Somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús. Es una Nueva Creación lo que Él está efectuando con seres humanos en medio de la raza humana.
Sigue diciendo:
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno…”.
O sea, del pueblo hebreo y del pueblo gentil ha estado haciendo un solo pueblo; ese pueblo es la Iglesia del Señor Jesucristo, un pueblo celestial.
Sigue diciendo:
“… que de ambos pueblos (¿qué?) hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (crear un nuevo hombre, o sea, el nuevo hombre, que es el producto del nuevo nacimiento: ese es una Nueva Creación),
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo…”.
Por medio del Cuerpo de Cristo somos reconciliados, y por medio y en el Cuerpo Místico de Cristo nos encontramos reconciliados con Dios. En ese Cuerpo Místico de Cristo están todos los que han sido reconciliados con Dios por medio de nuestro amado Señor Jesucristo. Dice:
“… matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.
Por medio del Espíritu Santo tenemos entrada (tanto los hebreos como los gentiles) al Padre celestial, para así entrar al Cuerpo Místico de Cristo y estar manifestados ahí como hijos e hijas de Dios.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…”.
¿A qué familia pertenecen los creyentes en Cristo, lavados en la Sangre de Cristo y que han recibido Su Espíritu Santo? Pertenecen a la Familia de Dios, a una Familia celestial; porque han obtenido el nuevo nacimiento; y de acuerdo a la familia donde usted nace es que usted pertenece.
Y ahora usted pertenece a una Familia celestial, que es la Familia de Dios, de la cual Cristo es el principio. Dice:
“… edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado (vean, tipifica la Iglesia en un edificio), va creciendo para ser un templo santo en el Señor…”.
Ese es el Templo espiritual del Señor: Su Iglesia, los lavados en la Sangre de Cristo, que han recibido Su Espíritu Santo.
“… en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
Para Dios morar en Espíritu Santo en toda Su plenitud, vean ustedes, es que Cristo está construyendo este Nuevo Templo, que es una nueva raza; y Dios morará en cada hijo e hija de Dios en toda Su plenitud.
Mientras estamos en este cuerpo mortal y corruptible y temporal, tenemos las primicias del Espíritu, Dios mora en la porción correspondiente a las primicias del Espíritu; pero cuando tengamos el cuerpo nuevo, Dios estará manifestado en toda Su plenitud, Dios estará manifestado en nosotros, el Espíritu de Dios estará manifestado en toda Su plenitud en cada uno de nosotros; porque ese es el propósito divino: es la construcción de esa nueva raza, representada en un Templo, para Dios morar en esa nueva raza, en ese Templo espiritual.
Por eso Dios le dio al pueblo hebreo la ordenanza, por medio del profeta Moisés: de la construcción de un tabernáculo; y después, en el tiempo de Salomón: la construcción del templo de Salomón.
Aquellos templos fueron construidos de acuerdo al modelo que está en el Cielo, de acuerdo al modelo del Templo que está en el Cielo. Y ese templo que construyó Salomón y el que construyó Moisés, es tipo y figura del que está en el Cielo y —por consiguiente— es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ese Templo espiritual de Cristo, que es Su Iglesia, es construido por Cristo, de etapa en etapa, de edad en edad, con y de acuerdo al mismo modelo del Templo que está en el Cielo, de acuerdo al mismo modelo que usó Moisés y usó Salomón.
Por eso la construcción del Templo espiritual de Cristo, que es Su Iglesia, comenzó en medio del pueblo hebreo allá en el atrio, luego pasó a la primera etapa o edad de la Iglesia gentil… representado todo esto aquí, en este diagrama que usó el reverendo William Branham para la predicación del mensaje “La estatura de un hombre perfecto”10, y también Las Siete (etapas o) Edades de la Iglesia gentil, y también hizo referencia a este diagrama en diferentes mensajes.
Aquí encontramos que la primera etapa o edad de la Iglesia de Jesucristo en medio de los gentiles corresponde a Asia Menor. Siempre hubo un territorio donde se cumplió cada etapa de la Iglesia de Jesucristo, y también hubo un mensajero enviado por Jesucristo.
La primera edad fue en Asia Menor, y el mensajero fue San Pablo. Luego la segunda edad fue en Francia, y su mensajero fue Ireneo.
Vean cómo se movió Cristo en Espíritu Santo: primero de en medio del pueblo hebreo se movió a Asia Menor, luego de Asia Menor se movió a Francia, se movió a Europa; y vean cómo estuvo hablando por medio de San Pablo en el idioma que San Pablo usaba para predicar; y luego habló por medio de Ireneo en francés, el idioma que usaba Ireneo.
Y luego en la tercera edad, que se cumplió también en Europa, habló por medio de Martín allá en Europa; y allá estuvo en Hungría y en Francia ese mensajero de Dios, y por medio de él Cristo se manifestó y habló en el idioma que hablaba este mensajero; o sea que hablaba francés y también húngaro, y por medio de él le habló al pueblo, y llamó y juntó a Sus escogidos en esa tercera edad; porque por medio de estos mensajeros Cristo ha estado cumpliendo lo que Él prometió en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante, donde dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil…”.
O sea, que no son del redil hebreo. “Otras ovejas” son (“que no son de ese Redil”), son las ovejas de entre los gentiles. Dice:
“… aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
¿Y cómo podrá ser posible que Cristo llame a Sus ovejas entre los gentiles y escuchen Su Voz, si Cristo cuándo murió, resucitó y ascendió al Cielo ha estado en el Cielo en el Trono, en el Templo que está en el Cielo, allá en el Trono de Intercesión, haciendo intercesión por los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero? ¿Cómo puede ser posible que escuchen la Voz de Cristo, Cristo estando allá en el Cielo? Pero Cristo en Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés11, y allí nació el Día de Pentecostés Su Iglesia; y Cristo ha estado manifestado en Espíritu Santo por medio de Sus mensajeros de edad en edad.
Habló por medio de los apóstoles, luego habló por medio de San Pablo en la primera edad entre los gentiles, y llamó a Sus ovejas en la primera edad. Luego habló en la segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta, allá en Europa, por medio de estos cinco mensajeros que envió a Europa: Ireneo, Martín, Colombo, Lutero y Wesley; y habló en el idioma de esos mensajeros, y llamó y juntó a Sus ovejas en esas edades.
Luego pasó a Norteamérica, Cristo en Espíritu Santo, envió a Su mensajero, el reverendo William Branham, y habló por medio de él en el inglés de Norteamérica; y llamó y juntó a Sus ovejas de la séptima edad de la Iglesia gentil.
Y ahora, vean ustedes cómo Él ha estado cumpliendo Su promesa: que Él tenía unas ovejas que no eran del redil hebreo las cuales también debía traer, y oirían Su Voz, y habría un Rebaño y un Pastor. Ese Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Cuerpo Místico de Cristo, ese Templo espiritual de Cristo, esa nueva raza que Él está creando.
Y ahora, después que han transcurrido estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil, que corresponden al Lugar Santo del Templo de Jesucristo…, representado esto en el lugar santo del templo que construyó Salomón y del templo que construyó el profeta Moisés.
Y ahora, ¿qué más Cristo tiene para llevar a cabo, porque ya han transcurrido esas siete etapas o edades de la Iglesia gentil? Lo que Él tiene para este Día Postrero es la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo nos habla con Su Mensaje Final, con esa Trompeta Final, con el Mensaje del Evangelio del Reino, y nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.
Por eso es que en Apocalipsis nos habla acerca de la Voz de Cristo, de esa Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta. Apocalipsis, capítulo 1 y versos 10 al 11, Juan dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.
¿En qué día estaba? En el Día del Señor, que es el séptimo milenio, “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90 y verso 4. Cuando Dios habla de un día Suyo, para los seres humanos son mil años.
Y ahora, San Juan se encontraba en el Día del Señor, o sea, en el séptimo milenio.
“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…”.
¿Qué escuchó? Una gran voz como de trompeta: es la Voz de Cristo hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia, en el Día Postrero.
“… que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular. Aquí, en la Edad de la Piedra Angular, hablándole a Su Iglesia con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
En Apocalipsis, capítulo 4 y verso 1, también nos dice… a la mitad del verso 1 dice:
“… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
¿A dónde nos invita a subir? A la Edad de la Piedra Angular, porque ya es el tiempo de la Edad de la Piedra Angular; es porque ya han transcurrido las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.
Ya no hay que subir a ninguna de estas edades, sino a la Edad de la Piedra Angular, para escuchar la Voz de Cristo, ¿por medio de quién? Por medio de aquel que esté Cristo hablando en el Día Postrero con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y vamos a ver por medio de quién es que son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque por medio de quien estemos escuchando todas estas cosas que deben suceder pronto, es que Cristo estará hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino. Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿a quién dice que ha enviado? A Su Ángel), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, las cuales Él dijo allá: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”: las que han de suceder acá, en el tiempo de la Edad de la Piedra Angular, que es la edad correspondiente a este Día Postrero.
Todas las cosas que han de suceder en este Día Postrero son dadas a conocer en la Edad de la Piedra Angular por medio de Jesucristo en Espíritu Santo a través de este Ángel Mensajero, que es el último profeta que Cristo envía a la Tierra. Ese es el profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino. ¿Dónde? En medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular.
Porque a él le toca la etapa de la Edad de la Piedra Angular; y a estos otros ángeles les tocó estas diferentes etapas o edades de la Iglesia gentil, y diferentes territorios donde se cumplieron esas edades.
Y ahora, ¿cuál es el territorio para el cumplimiento de la Edad de la Piedra Angular? Pues la América Latina y el Caribe. Ese es el territorio bendito por Dios, ese es el territorio que tiene la bendición de Dios, de la Edad de la Piedra Angular, para obtener el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto; para ser declaradas, dadas a conocer, en nuestro propio idioma: en el idioma principal de los latinoamericanos y caribeños, que es el español.
Y ahora, vean la bendición tan grande que nos ha tocado.
En las siete etapas o edades de la Iglesia gentil hubo siete siervos fieles y prudentes; pero para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular, Cristo tendrá a Su siervo fiel y prudente, Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y vean ustedes, ese Mensaje que nos estará dando es el alimento espiritual para nuestras almas en este Día Postrero; conforme a esta parábola del siervo fiel y prudente: Vean ustedes, en San Mateo 24, versos 42 en adelante, dice Cristo:
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?”.
Para que les dé (¿qué?) el Alimento a tiempo. ¿A quiénes y dónde? En Su Casa. Y la Casa del Señor ¿es cuál? Su Iglesia, Su Familia, Su Templo espiritual. Y los hijos son los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los cuales tienen que ser alimentados en sus almas; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”12. Y la boca de Dios son los mensajeros de Dios.
De la boca de Dios para la primera edad salió el Mensaje para la primera edad; a través de San Pablo, que fue la boca de Cristo. Cristo habló por medio de San Pablo. San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”13. Y Cristo viviendo en San Pablo estuvo hablando por medio de San Pablo el Mensaje, el alimento espiritual, para el alma de los hijos e hijas de Dios de esa primera edad. Y así han estado comiendo el alimento espiritual en cada edad los hijos e hijas de Dios. Y ahora:
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
Ahora, ¿cuál es el siervo fiel y prudente que estará alimentando a los hijos e hijas de Dios en la Casa de Dios, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Día Postrero, para el tiempo de la Venida del Señor? El que esté aquí, en la Edad de la Piedra Angular, porque esta es la edad para la Venida del Señor Jesucristo.
Y el mensajero que esté aquí, alimentando a los escogidos de Dios con el Mensaje del Evangelio del Reino, es el siervo fiel y prudente que estará viviendo aquí en la Tierra, y verá y recibirá el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo, y lo revelará a todos los hijos e hijas de Dios.
Y ese siervo tiene la bendición prometida de que su Señor le pondrá sobre todos Sus bienes; o sea que será administrador de los bienes del Señor Jesucristo en la Venida del Señor.
Y ahora, nos dice en Apocalipsis, nos dice el apóstol San Juan en el libro del Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, lo que Cristo dijo. Y ahora, vean ustedes, es Cristo hablando aquí; dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice Jesucristo que Él ha enviado? A Su Ángel Mensajero. Ese es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; y así ser alimentados los escogidos de Dios, los hijos e hijas de Dios en nuestras almas, ¿con qué? Con la Palabra de Dios “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.
Ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO”, de la cual también nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 2: y vean ustedes aquí, verso 19 en adelante, dice… Vamos a ver… (O ¿ya lo habíamos leído? Sí, ya lo habíamos leído). Dice:
“… en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
Ahora, vean ustedes, Dios morará en seres humanos en toda Su plenitud. Estos seres humanos son los miembros de este Cuerpo Místico de creyentes, llamado la Iglesia del Señor Jesucristo. Son los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo y han recibido Su Espíritu Santo; los cuales han vivido (muchos de ellos) en edades pasadas, y en este Día Postrero vive un buen número de escogidos de Dios también, que han creído en Cristo como nuestro Salvador, y hemos lavados nuestros pecados en la Sangre de Cristo y hemos recibido Su Espíritu Santo.
Él todavía continúa llamando y juntando a Sus escogidos en este Día Postrero, en la América Latina y el Caribe; porque se completará con latinoamericanos y caribeños el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular.
Por eso el llamado de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, ha surgido en la América Latina y el Caribe, y está llamando y juntando todos los escogidos de Dios.
Cristo dijo en San Mateo 24, verso 31:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.
Eso es lo que está sucediendo en este Día Postrero: Con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Para que cuando se complete el número de los hijos e hijas de Dios del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo, luego los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados, y tengamos el cuerpo eterno.
Hemos visto la bendición tan grande que Dios tiene en la América Latina y el Caribe. Es que para la América Latina y el Caribe Él tenía la bendición más grande.
Así como el templo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, comienza con el atrio y luego continúa con el lugar santo y luego finaliza con el lugar santísimo…
Encontramos que el Atrio está por el este; el Lugar Santo está más adelante: lo que corresponde a las siete etapas o edades de la Iglesia gentil en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Templo espiritual de Cristo.
Vean ustedes cómo fue la construcción del templo de Salomón y el de Moisés, y vea cómo ha sido, cómo ha estado llevándose a cabo, la construcción del Templo espiritual de Cristo, o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo: con el mismo diagrama o plano del Templo que está en el Cielo.
Y ahora, vean ustedes cómo en el oeste estaba el lugar santísimo del templo allá, del templo de Moisés y del templo de Salomón. Y ahora el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo, se encuentra (¿dónde?) en el oeste también, en el territorio del oeste: la América Latina y el Caribe.
La América Latina y el Caribe está ¿dónde? En el oeste; en el oeste, que es el occidente; para donde el Hijo del Hombre resplandecería como el relámpago: “Como el relámpago que sale del oriente y se muestra (¿dónde?) en el occidente”14. Y el occidente es la América Latina y el Caribe.
El occidente consta de Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe. Ya en Norteamérica se cumplió la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil, que corresponde a una parte del Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo. Y ahora, en el resto del continente occidental, del continente americano, que es la América Latina y el Caribe, se cumple la Edad de la Piedra Angular, se cumple el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.
Y por eso está llamando y juntando a Sus escogidos: para construir el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual; llamando y colocando piedras vivas, seres humanos, ¿dónde? En el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.
Nos ha tocado la mejor parte del Templo espiritual de Cristo, nos ha tocado la bendición más grande a la América Latina y el Caribe; y por eso los latinoamericanos y caribeños entrarán al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Es en la América Latina y el Caribe donde se abre el Mensaje del Evangelio del Reino y la Dispensación del Reino, y donde suena la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta y llama y junta a Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
¿En qué parte del Templo? En el Lugar Santísimo, donde está el Maná escondido, que representa el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
Ese es el Maná escondido, ese es el alimento espiritual para todos nosotros en la América Latina y el Caribe en este Día Postrero. Ese es el alimento espiritual que el siervo fiel y prudente estaría dándole a los hijos e hijas de Dios; ¿dónde? En la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO”, de los sacados fuera, de los sacados del mundo y colocados en el Reino de Dios.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y raptados; pronto, los que faltan por llegar: ¡Lleguen!; reciban la Palabra y lleguen; y sean colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, y se complete el número de los escogidos de Dios, se complete el número del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo; y los muertos en Cristo ser resucitados y nosotros los que vivimos seamos transformados; y luego vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, con nuestro amado Señor Jesucristo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, ¿dónde están los miembros del Cuerpo Místico de Cristo que en este Día Postrero están siendo llamados y juntados y colocados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino? Aquí estamos.
Aquí estamos, en Nicaragua una parte de los escogidos de Dios; y en diferentes lugares de la América Latina, y países de la América Latina y el Caribe, están los escogidos de Dios siendo llamados y juntados y colocados en el Cuerpo Místico de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular.
Aquí estamos presentes, en este Día Postrero, recibiendo el Mensaje de la Trompeta Final, el Mensaje del Evangelio del Reino, y siendo colocados en la Edad de la Piedra Angular.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO”.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes y televidentes.
Y que las bendiciones de Jesucristo sean sobre vuestras almas, y pronto todos tengamos el nuevo cuerpo que Él ha prometido para todos nosotros.
Pasen todos muy buenas noches, y dejo con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO”.
[Revisión agosto 2022]
1 San Mateo 27:52-53
2 Hechos 1:1-9
3 Salmos 24:7-8
4 1 Corintios 15:22
5 Salmos 34:7
6 Génesis 4:1-8
7 San Juan 8:12
8 San Juan 3:13
9 San Juan 12:28-29
10 SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto” – En la última página aparece el diagrama. También se puede descargar en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
11 Hechos 2:1-4
12 Deuteronomio 8:3, San Mateo 4:4, San Lucas 4:4
13 Gálatas 2:20
14 San Mateo 24:27