Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios, y ver dónde nos encontramos en el Programa Divino.
Para esta ocasión nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LA PALABRA DE DIOS: ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO”.
Vamos a estar viendo cómo la Palabra de Dios es el alimento espiritual para el alma a su debido tiempo.
En Amós, capítulo 8, versos 11 al 14, y San Mateo 4:4, estaremos leyendo. Dice Amós, capítulo 8, verso 11 en adelante, dice:
“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.
E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.
En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed.
Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen: Por tu Dios, oh Dan, y: Por el camino de Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán”.
Dice el profeta Amós que vienen días…, dice Dios que:
“… en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”.
Y en San Mateo, capítulo 4, verso 4, dice Cristo:
“Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Nuestro tema para esta ocasión, como les dije, es: “EL MISTERIO DE LA PALABRA DE DIOS: ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO”, o EL ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO.
Así como nosotros sentimos hambre físicamente y buscamos qué comer físicamente…, alimento natural o material para nuestro cuerpo físico, porque si no comemos se va debilitando, se va poniendo delgado, flaco, se enferma, se debilita y se muere.
Y ahora, el alma nuestra también siente hambre y hay que alimentarla. Y solamente hay un Alimento para el alma, y esa es la Palabra de Dios correspondiente al tiempo en que la persona está viviendo.
Cristo hablando a Sus discípulos, enseñándolos a orar, una de las cosas que les enseñó fue a pedir el pan nuestro de cada día1. Y así como pedimos el pan nuestro de cada día para nuestro cuerpo físico, necesitamos pedir el Pan nuestro de cada día para nuestra alma.
Y el Pan nuestro de cada día es el Pan para cada edad y para cada dispensación; porque así como hay días para nuestro cuerpo físico (los siete días de la semana), hay también días espirituales delante de Dios, que son edades y dispensaciones y milenios.
Y ahora, vean ustedes cómo Dios por medio del profeta Moisés le habló al pueblo hebreo, al cual le dio pan, maná del cielo. Encontramos que los hizo pasar por 40 años por etapas difíciles, para que saliera del corazón de ellos lo que había dentro del corazón de ellos, lo cual no era muy bueno.
Porque todo lo que está en el corazón de las personas tiene que salir, y por eso es que Dios permite que sucedan muchas cosas a través de la trayectoria de la vida de cada persona, para ver si en las buenas permanece sirviendo a Dios, y si en las malas también permanece sirviendo a Dios.
Porque es muy bonito servir a Dios cuando las cosas están buenas; pero cuando las cosas se ponen difíciles, ahí es donde usted prueba que realmente ama a Dios y le servirá todos los días de su vida, aunque las cosas sean difíciles, aunque las circunstancias que le rodeen sean contrarias a usted.
Ahora, vean ustedes, cuando hay tiempo de persecuciones por causa de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente al tiempo en que uno vive, ahí muchos sienten miedo, y dicen: “Yo voy a guardar mi pellejo”.
Pero miren, “¿de qué le vale al hombre si gana todo el mundo, y pierde su alma?”2. Y Cristo dijo: “Y el que me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de Mi Padre y delante de Sus santos ángeles”3.
Así que ¿de qué le vale escapar de una persecución que venga en contra de los verdaderos creyentes en Dios, en Jesucristo?, si la persona que diga que escapó y evitó pasar por esa apretura o por esa persecución, y aun evitó morir, ¿de qué le valió? Dice: “El que ganare su vida, la perderá”4. Ganó su vida terrenal, porque evitó morir o ser perseguido, pero la perderá, ¿por qué? Porque vean, se muere (cuando le llega el tiempo de morirse), y después irá al infierno porque negó a Jesucristo.
“Pero el que la perdiere por causa de mí y del Evangelio, de Mi Palabra, la ganará”, porque vivirá eternamente; porque Cristo lo resucitará en el Día Postrero, en el séptimo milenio, y le dará un nuevo cuerpo que no podrán matar. Y aunque lo persigan, no podrán hacerle nada: puede pasar de una dimensión a otra, y frente a sus enemigos desaparecer sin que se den cuenta.
Y con ese cuerpo es que viviremos eternamente, y reinaremos con Cristo por mil años y por toda la eternidad; un cuerpo que no se pondrá viejo, que representará siempre de 18 a 21 años; y ese es el cuerpo para cada uno de ustedes y para mí también, que estamos esperando en este Día Postrero.
¿Y por qué lo estamos esperando en este Día Postrero? Porque Cristo dijo acerca de los creyentes en Él las siguientes palabras, en el capítulo 6 y verso 40, de San Juan:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Y un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día, nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4.
Ese Día Postrero para Dios, es para los seres humanos el séptimo milenio. Y los días postreros delante de Dios son, para los seres humanos, quinto y sexto milenio.
Por eso es que San Pablo nos dice en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1 y verso 1 en adelante, las siguientes palabras. Y leamos aquí para que tengamos el cuadro claro de aquello que Pablo, el apóstol, está hablando; dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
¿Cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo, por medio de Jesucristo? Dice: “…en estos postreros días…”, y ya han transcurrido dos mil años. Y San Pablo dice que aquellos días en los cuales Dios estaba hablando por medio de Jesús eran los postreros días.
Esto es así, como también cuando San Pedro y Joel dijeron que en los postreros días Dios derramaría de Su Espíritu, y derramó de Su Espíritu el Día de Pentecostés.
San Pedro, en el capítulo 2 [Hechos], verso 14 al 20, nos dice que Dios había dicho que por medio del profeta Joel – dijo por medio del profeta Joel que Dios derramaría de Su Espíritu en los postreros días; ¿cuándo? En los postreros días, ¿sobre qué? Sobre toda carne.
Y hemos visto que sobre toda carne que se ha arrepentido y ha lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo Dios ha derramado de Su Espíritu Santo, ha recibido el Espíritu Santo; y por consiguiente han nacido de nuevo y han entrado al Cuerpo Místico de Cristo, o sea, a la Iglesia del Señor Jesucristo, han nacido esos niños espirituales.
O sea que la persona, todo hijo de Dios, miren ustedes, primero nace en un cuerpo físico, mortal, corruptible, con un espíritu del mundo, pero su alma es de Dios. Y luego necesita un nuevo nacimiento, del cual le habló Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, diciéndole: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender)”.
Y después Nicodemo, interesado en el Reino de Dios (pues quería entrar al Reino de Dios y quería entenderlo) le dice, le pregunta a Jesús: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?”. Jesús le dijo que no era en esa forma.
Jesús le explicó, en el capítulo 3 de San Juan…, vean ustedes, le hizo una explicación clara y completa con relación al nuevo nacimiento; sin el cual una persona no puede entrar al Reino de Dios, no puede entrar al Cuerpo Místico de Cristo; porque ninguna persona se une al Cuerpo Místico de Cristo para pertenecer a ese Cuerpo Místico de Cristo, sino que se nace en ese Cuerpo Místico de Cristo, por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo y recibir Su Espíritu Santo. Si no se recibe el Espíritu Santo, miren, “el cuerpo sin espíritu está muerto”; eso lo dice Santiago5.
Ahí, ahora, vean ustedes cómo le explica Jesús:
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
Ahora podemos ver que se requiere el nuevo nacimiento para poder entrar al Cuerpo Místico de Cristo, porque así es como único se realiza el nuevo nacimiento de la persona.
Y ahora, vean ustedes que los discípulos de Jesucristo, aún estando con Jesucristo, todavía no habían nacido de nuevo; aunque eran creyentes en Cristo, y estaban justificados; pero, vean ustedes, no habían recibido el Espíritu Santo, y por consiguiente no habían nacido de nuevo; porque todavía Jesús estaba sobre la Tierra, y no había descendido sobre ellos (los discípulos) el Espíritu Santo, que descendió el Día de Pentecostés.
Y Pedro les dice que esa era una promesa hecha por Dios a través del profeta Joel, ¿para cuándo? Para los postreros días. “Y en estos postreros días, dice Dios, derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos…”. Vamos a ver, vamos a leerlo aquí:
[Hechos 2:17-18] “Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
¿Para cuándo? Para los postreros días. Y ya en los días de Jesús, nos dice San Pablo que se estaba en los postreros días. Y en los días que recibieron el Espíritu Santo el Día de Pentecostés, Pedro dice que estaban en los postreros días. ¿Esto por qué? Porque los postreros días delante de Dios son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
¿Ven por qué son los postreros días el tiempo de Cristo hacia acá? Porque son los tres milenios postreros de ese ciclo divino de siete milenios; y el séptimo milenio es llamado también el Día del Señor o Día Postrero, en donde Cristo ha prometido resucitar a todos los creyentes en Él que han muerto, pero que están sellados con el Sello del Dios vivo —o sea, con el Espíritu Santo— para el Día de la Redención, para el día en que nuestros cuerpos mortales serán redimidos, en el día en que nuestros cuerpos mortales serán transformados, y el de ellos serán resucitados.
Ellos serán resucitados en cuerpos incorruptibles, cuerpos eternos; y nosotros seremos transformados y tendremos el cuerpo eterno, seremos cambiados en nuestros átomos. Esa es la promesa de Cristo ¿para qué día? Para el Día Postrero.
Por eso en el primer día, o sea, quinto milenio, los santos del Nuevo Testamento no podían resucitar. Resucitaron con la resurrección de Cristo los santos del Antiguo Testamento.
Vean cómo en los postreros días sería la primera resurrección. La resurrección de los santos del Antiguo Testamento fue en los postreros días, el primero de los días postreros, o sea, en el quinto milenio.
Y la resurrección de los santos del Nuevo Testamento sería en el Día Postrero. Así está señalado por Cristo: será en el séptimo milenio.
Por eso estamos esperando la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos; porque la resurrección es primero y luego la transformación de nosotros los que vivimos, conforme a las palabras de San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 50 al 55. “Porque será tocada la Trompeta…”. “A la Final Trompeta”, nos dice San Pablo. Vamos a ver aquí, dice:
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
¿Qué viene primero? Pues la resurrección de los muertos en Cristo. ¿Y después? La transformación de nosotros los que vivimos. Y antes de eso ¿qué viene? La Trompeta Final, que es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta es el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
Esa es la revelación para ser transformados y raptados en el Día Postrero. Esa es la revelación que nos da Cristo como el León de la tribu de Judá en Apocalipsis, capítulo 10, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces.
Esa es la revelación de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21.
Y ahora, vean ustedes cómo este misterio —que está prometido para ser revelado en el Día Postrero— será dado a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; porque no era un misterio para ser revelado en ninguna de las siete edades anteriores; no era ese el alimento espiritual para las siete edades de la Iglesia gentil, sino para la Edad de la Piedra Angular; porque ese es el misterio contenido en el Séptimo Sello, que nadie en el Cielo ni en la Tierra, ni debajo de la tierra, conocía.
Era el misterio que solamente el Padre tenía en Su Mente, y no lo había revelado ni a Sus ángeles6; y Jesús mismo dice: “Ni el Hijo sabe cuándo será”7. Por lo tanto, no había sido hecho consciente (a Jesús) este misterio de la Segunda Venida del Hijo del Hombre. O sea, no estaba en el consciente de Jesús; estaba en el subconsciente, o sea, en la Mente de Dios.
Y ahora, este es el misterio que para el Día Postrero traerá la fe para ser raptados – para ser transformados y raptados en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, donde los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Por eso es que el precursor de la Segunda Venida de Cristo nos dice que los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, le darán la fe para el rapto a la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo. (Página 128 del libro de Los Sellos).
¿Y qué es lo que los Truenos revelan? Lo que los Truenos revelan es el misterio del Séptimo Sello. Por medio del misterio del Séptimo Sello es que los escogidos obtendrán la fe, la revelación, para ser transformados y raptados. Y es la revelación del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
En el mensaje de Los Siete Sellos, predicado por el reverendo William Marrion Branham, nos dice en la página 131 de la siguiente manera:
“131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la Tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la Tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos”.
¿Dónde es que se obtiene la revelación del Séptimo Sello? ¿Dónde es que se obtiene la revelación de la Venida de Cristo? ¿Dónde es que se obtiene la revelación de la Segunda Venida de Cristo? Vamos a ver. ¿Y dónde es que se obtiene la revelación del nombre nuevo del Señor Jesucristo, que recibió cuando ascendió al Cielo? En los Truenos. ¿Será revelado dónde? En los Truenos.
“132. Fíjense en el misterio. Él viene cabalgando. Tiene que haber algo para cambiar esta iglesia (¿y dónde está lo que viene para cambiar esta Iglesia? Dice). Ustedes saben eso. ¡Tiene que venir algo! Ahora noten: Nadie entendía ese nombre, sino Él mismo.
‘Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio.
Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes; y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES’.
Apocalipsis 19:13-16 (o verso 11 al 16).
133. Allí viene el Mesías, allí es donde está”.
Es la Venida del Señor.
Y ahora, este es el misterio más grande de todos los misterios del Reino de los Cielos, del Reino de Dios. Y es (este misterio) prometido a la Iglesia del Señor Jesucristo para ser revelado, ser cumplido y revelado a Su Iglesia en el Día Postrero, por medio de la Voz de Cristo, que es la Voz de los Siete Truenos clamando como cuando ruge un león y los siete truenos emitiendo sus voces, y revelándonos ese gran misterio contenido en el Séptimo Sello.
Y ahora, vean ustedes cómo es la Venida del Espíritu Santo. Dice, página 134, dice [Los Sellos]:
“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como Rey de Reyes y Señor de Señores”.
Ahora, vean ustedes que es la Venida del Espíritu Santo encarnándose en el Día Postrero.
Y ahora, en la página 277 del libro de Los Sellos, orando el reverendo William Marrion Branham dice, en una parte de la oración dice:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis? El Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo.
Y ahora, en la página 256 nos dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
¿Qué será la Venida de Cristo en un caballo blanco como la nieve? Será la Palabra de Dios encarnada en un hombre, será el Espíritu Santo encarnado en un hombre, será la Venida del Espíritu Santo en un hombre en el Día Postrero.
Y en la página 469 del libro de Los Sellos en español, veamos aquí. Cuando fue arrebatado el reverendo William Marrion Branham en la nube donde estaban los ángeles que vinieron por él, donde estaban siete ángeles, dice… página 469 dice:
“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’ (¿cuál de los ángeles fue el que levantó a nuestro hermano Branham y lo llevó a esa nube formada por siete ángeles? Fue ese Ángel que era muy diferente a los demás). ¿Se acuerdan?
154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello (y allí estaban…, veamos), lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. ¡Amén! Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo”.
Y ahora, allí estaban los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, en esta nube formada por ángeles. Y estaba un Ángel que era muy diferente a los demás, que era el octavo Ángel, si contamos a nuestro hermano Branham como uno de los siete ángeles de las siete edades de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles.
Ahora, cuando nuestro hermano Branham contó, pues hizo como cualquiera hace. Si a ustedes les dicen… si hay siete personas aquí al frente, y le dicen a usted: “Cuente las personas que hay ahí”, ¿cuántas personas usted va a decir que hay? Pues siete personas. Pero si usted está entre ellos, vean ustedes, y cuenta, usted va a contar siete personas también; pero si otra persona los cuenta, ¿cuántos va a contar? Va a contar ocho personas. Es que cuando una persona cuenta nunca se cuenta él, a menos que le digan: “Cuéntate tú también, contándote a ti”.
Ahora, contando a nuestro hermano Branham, ¿había cuántos? Ocho ángeles aquí, ocho ángeles aquí estaban. Y estos son los ángeles que corresponden a la Iglesia del Señor Jesucristo; aquí estaban, en esta nube, los siete ángeles de las siete edades de la Iglesia gentil.
Pero había otro que era diferente a los demás. ¿Y dónde vamos a colocar ese otro, que es el que tiene el Séptimo Sello? Pues el primer ángel mensajero no tenía el Séptimo Sello, en él no estaba cumplida la Segunda Venida de Cristo, sino que Cristo estaba en San Pablo manifestado en la porción correspondiente a esa primera edad de la Iglesia gentil.
Y tampoco en el segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto o séptimo ángel, tampoco estaba cumplida la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y como el Sol de Justicia resplandeciendo. Pero en ellos estuvo el Espíritu de Cristo, Cristo en Espíritu Santo manifestado en la porción correspondiente a cada edad.
Por lo tanto, en ellos se reflejó lo que sería la manifestación de Cristo en Espíritu Santo en toda Su plenitud en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Y eso sería nada menos… Vean ustedes, ¿qué fue el ministerio de Cristo aquí, en cada una de las edades de la Iglesia gentil? Fue la manifestación de cada uno de esos ángeles mensajeros que aparecen aquí, que estaban en sus cuerpos teofánicos aquí en esta nube; cuando ellos fueron manifestados cada uno en cuerpos de carne aquí, en cada una de las edades de la Iglesia del Señor (cada uno en su edad), en cada uno de ellos estuvo el ministerio del Espíritu Santo correspondiente a cada edad.
Y por medio de cada uno de ellos, Cristo en Espíritu Santo se manifestó, y trajo el alimento espiritual para el alma de los hijos e hijas de Dios. Y fueron alimentados por medio de la Palabra de Dios, que es el Alimento a tiempo, para el alma de cada hijo e hija de Dios.
Ellos fueron siervos fieles y prudentes a los cuales Cristo puso ¿dónde?, colocó ¿dónde? En Su Casa, que es Su Iglesia; porque la Iglesia del Señor Jesucristo es la Casa del Señor Jesucristo.
¿Dónde nos dice eso? Vamos a ver lo que San Pablo dice acerca de la Casa de Dios. En el capítulo 3 y versos… vamos a ver, y versos 5 al 6, dice:
[Hebreos] “Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros…”.
¿Cuál es la Casa de Cristo?, ¿cuál es la Casa de Dios? La Iglesia del Señor Jesucristo, ¡nosotros! Nosotros en nuestra edad, y cada uno de los escogidos de Dios en la edad que le tocó vivir. Esta es la Casa de Dios, la Casa de Jesucristo, sobre la cual Cristo fue colocado, Él es la cabeza de esa Casa; así como Moisés fue colocado sobre la Casa de Dios en el Antiguo Testamento, pero como siervo, no como hijo.
Y ahora, Cristo como Hijo; y el hijo es el heredero, no el siervo.
“… pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
Ahora, hemos visto cuál es la Casa de Dios, esa es la Casa de Cristo: Su Iglesia.
Y en Efesios, capítulo 2… verso 10 vamos a leer (después leemos los otros), verso 10 dice:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Hemos sido creados en Cristo Jesús, somos una Nueva Creación. Esa Nueva Creación de la cual Cristo es el primero, es la cabeza; esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, que viene por medio del segundo Adán; por eso nace de nuevo y es una Nueva Creación, ya pertenece a una Nueva Creación que comenzó con Cristo, no con Adán. Sigue diciendo:
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno (de hebreos y gentiles ¿hizo cuántos? Un pueblo: la Iglesia del Señor Jesucristo; ese es un pueblo, ese es el Israel celestial), derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz…”.
Ahora vean, tenemos una Nueva Creación que está compuesta por los redimidos por la Sangre de Jesucristo: que han creído en Cristo como nuestro Salvador, y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, y han recibido Su Espíritu Santo; y por consiguiente han recibido un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión, y han entrado así a vida eterna; porque cuando se recibe el Espíritu de Cristo y se obtiene así el espíritu de la sexta dimensión: se ha recibido vida eterna, porque ha recibido el Espíritu de Cristo.
Y ahora, continuamos leyendo aquí; dice:
“… para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo…”.
A ambos ¿en qué? En un solo cuerpo, en este Cuerpo Místico de Cristo. Aquí es donde están los reconciliados con Dios por medio de la Expiación de Jesucristo, la Expiación para la reconciliación del ser humano con Dios; lo cual fue reflejado en la expiación del pueblo hebreo, la cual aparece en el capítulo 16 de Levítico y en el capítulo 23 de Levítico también.
Y ahora, continuamos leyendo donde dice:
“… y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”.
Y ahora, hemos sido reconciliados también en un solo cuerpo: el cuerpo de Jesucristo, que murió en la Cruz del Calvario.
“… matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.
¿Cómo es que tenemos entrada al Padre? Por medio del Espíritu Santo.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…”.
Miren cómo es que se es miembro de la Familia de Dios manifestado aquí en la Tierra: Es por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador y recibir Su Espíritu Santo al lavar nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo; somos reconciliados con Dios, y ahora hemos nacido como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, y estamos sentados (¿dónde?) en lugares celestiales en Cristo Jesús.
Porque nuestro espíritu teofánico, que hemos recibido con el nuevo nacimiento, pertenece a la sexta dimensión, y estamos en lugares celestiales en nuestro espíritu, aunque nuestra carne está aquí en la Tierra. Pero como dijo Cristo en una ocasión8:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”.
Y estaba Su cuerpo físico aquí en la Tierra; pero Su Espíritu es de la sexta dimensión, y Su alma de la séptima dimensión. Ahora vean, estaba en el Cielo en Espíritu y en alma, aunque en cuerpo estaba en la Tierra.
Y ahora, nuestra alma es de la séptima dimensión, nuestro espíritu de la sexta dimensión, y solamente nos queda de esta dimensión terrenal, mortal y corruptible, el cuerpo físico, que pronto será cambiado; y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, y tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible e interdimensional.
Y así como Cristo podía cambiar de una dimensión a otra y desaparecerse, también así será en y para nosotros en nuestro cuerpo eterno que hemos de recibir.
Y ahora, esto será para los que estarán recibiendo la fe para ser transformados y raptados, que está ¿dónde? En los Truenos. Y los Truenos lo que revelan es el Séptimo Sello. Y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y como el Sol de Justicia, y como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es la Venida del Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero; y eso es la Palabra, el Verbo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, la Palabra encarnada en un hombre.
Para poder ver y recibir al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, para poder ver y recibir al Séptimo Sello revelado, tenemos que encontrar el velo de carne donde estará la Palabra, el Verbo hecho carne en el Día Postrero. Y lo tenemos que encontrar ¿dónde? Lo tenemos que encontrar en el Cuerpo Místico de Cristo, porque ahí es donde tiene que estar; y tiene que estar en la edad correspondiente y dispensación correspondiente al cumplimiento de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis.
Y ahora, no fue encontrado en la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad, en el cumplimiento de Apocalipsis 19; aunque estaba allí en cada edad, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado a través de cada mensajero, en la porción correspondiente a cada edad; pero tiene que haber una edad perfecta: la Edad del Amor Divino, en donde Cristo venga en Espíritu Santo manifestado en carne humana.
Él estuvo manifestado en carne humana en cada ángel mensajero, pero en la porción correspondiente a cada edad; y reflejó en esos mensajeros lo que Él hará en la Edad de la Piedra Angular; donde tendrá un velo de carne a través del cual estará Cristo en Espíritu Santo manifestado, hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta, y con esos Siete Truenos de Apocalipsis, y dándonos a conocer el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Venida del Ángel que era muy diferente a los demás, manifestado en carne humana en el Día Postrero.
Sin la Venida en carne humana de este Ángel que era muy diferente a los demás, no hay Séptimo Sello abierto, no hay cumplimiento del Séptimo Sello, y por consiguiente no hay Segunda Venida de Cristo. Y no puede haber entonces fe para el rapto, y no puede haber transformación, ni resurrección, ni rapto para los escogidos; porque la fe para el rapto la producen los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, y revelan el Séptimo Sello.
Con la revelación del Séptimo Sello, con la revelación de la Segunda Venida de Cristo, del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 10, la Iglesia del Señor Jesucristo obtiene la fe para ser transformada y raptada.
Así como para ser salvos obtuvimos la fe (¿cómo?) con la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, muriendo, resucitando y ascendiendo al Cielo, y sentándose a la diestra de Dios, y derramando Su Espíritu Santo sobre todos los creyentes en Él que lavan sus pecados en la Sangre del Cordero, y luego reciben Su Espíritu Santo.
Y todo esto los recibimos ¿cómo? Creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador. ¿Con qué recibimos…? ¿Qué es lo que nos da la fe para recibir el nuevo nacimiento? Es la Primera Venida de Cristo revelada y predicada en el Evangelio de la Gracia; eso es lo que nos da la revelación, la fe, para ser salvos.
Y ahora la fe para ser transformados y raptados la da la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Eso es lo que nos da el Séptimo Sello, y eso es lo que nos revela y nos da Cristo con Su Voz de Siete Truenos emitiendo sus voces, y revelándonos el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Venida; el misterio de Su Venida a una nueva edad y a una nueva dispensación: a la Edad de la Piedra Angular y a la Dispensación del Reino.
Ahora, ¿entrará la Iglesia del Señor Jesucristo a una nueva dispensación? El precursor de la Segunda Venida de Cristo, estando vivo dijo que se estaba haciendo ya un cambio de dispensación, una nueva dispensación estaba entrelazándose. Y esa nueva dispensación no es otra sino la Dispensación del Reino; porque después de la Dispensación de la Ley, ¿qué vino?, pues la Dispensación de la Gracia. Y después de la Dispensación de la Gracia, ¿qué viene?, pues la Dispensación del Reino. Y no puede venir una dispensación sin un profeta dispensacional.
Y esta es la primera ocasión en que la Iglesia del Señor Jesucristo, luego de haber nacido el Día de Pentecostés, recibe un mensajero dispensacional. ¡La primera ocasión y la única ocasión! Porque después de ese no hay otro profeta dispensacional prometido, porque no hay más dispensaciones después de la séptima dispensación. Es el último profeta de Dios dispensacional, y también de edad, porque es de la Edad de la Piedra Angular, de la Edad del Amor Divino.
Este es el diagrama que el reverendo William Branham dibujó, tuvo presente en la predicación del mensaje “La estatura de un hombre perfecto”9, y también del mensaje de Las Siete Edades de la Iglesia gentil. O sea, esto no es un diagrama mío; yo lo uso porque es un diagrama correcto, que muestra las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo. Si no fuera perfecto, no lo usaría, porque no funcionaría en el Programa Divino.
Ahora, aquí tenemos todo el Programa Divino que Él estaría llevando a cabo durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil. Y luego de la séptima edad de la Iglesia gentil habría una brecha, en donde el Espíritu Santo estaría manifestado. Y luego habría una edad: la Edad de la Piedra Angular, donde son llamados y juntados los escogidos de Dios con la Gran Voz de Trompeta; donde en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
En cada edad el llamado fue hecho por el Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad: “El que tiene oído para oír, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias”10. Estuvo hablando Jesucristo en Espíritu Santo por medio del mensajero de cada edad. ¿Hablando qué? El Mensaje de cada edad.
Y por cuanto Cristo dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye” y “mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen”: las ovejas de Cristo de la primera edad oyeron la Voz de Dios por medio de San Pablo; los de la segunda edad por medio de Ireneo; los de la tercera por medio de Martín; los de la cuarta por medio de Colombo; los de la quinta por medio de Lutero; los de la sexta por medio de Wesley; los de la séptima por medio del reverendo William Marrion Branham.
Y para la Edad de la Piedra Angular, los escogidos de Dios escucharán la Voz de Cristo por medio del instrumento que Él tenga aquí, en la Edad de la Piedra Angular, en el cual Él estará manifestado en carne humana, como estuvo en los mensajeros de las edades anteriores.
Ahí estará Jesucristo en Espíritu Santo, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, manifestado en carne humana:
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Eso es aquí, en la Edad de la Piedra Angular. Y es ahí donde viene el Jinete del caballo blanco, este Ángel que era muy diferente a los demás, el cual tiene el Séptimo Sello. Los otros, pues no lo tenían; el que lo tiene es este Ángel.
Y tiene que materializarse, hacerse carne, manifestarse en carne humana, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para cumplir el Séptimo Sello, y ser abierto el Séptimo Sello (en cuanto a su cumplimiento), y ser revelado el misterio del Séptimo Sello, y darle a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo el cumplimiento del Séptimo Sello, que es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, el Espíritu Santo encarnado en un hombre. Y ese hombre tiene que ser un profeta, porque toda revelación divina tiene que venir a un profeta.
Y los Truenos, siendo la Voz de Cristo y la revelación del Séptimo Sello, pues tiene que venir a un profeta. Y ya hemos tenido siete mensajeros, y los Siete Truenos no fueron revelados en las siete edades. Tiene que Dios tener un profeta mensajero aquí, a través del cual Cristo esté manifestado y ponga Su Palabra en la boca de ese profeta.
¿Dónde Dios coloca Su Palabra? El profeta Moisés nos dice dónde. Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 al 19, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis (o sea, esto no es si ustedes lo quieren oír, escúchenlo. No. “¡A él oiréis!”);
conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (o sea, como Moisés); y pondré mis palabras (¿dónde?) en su boca…”.
¿Dónde Dios coloca Sus Palabras? En la boca del profeta que Él envía. Y las Palabras de Dios son el alimento espiritual para el alma; es el Pan espiritual para nuestra alma; porque “no solamente de pan literal vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”11, y la boca de Dios son los profetas de Dios; por eso coloca en la boca del profeta que Él envía Su Palabra.
Por eso tenemos la Biblia, porque Dios ha colocado en la boca de Sus profetas Su Palabra; y ellos la han hablado, y luego ha quedado impresa esa Palabra.
Los profetas de Dios son la boca de Dios para la edad y dispensación en que Dios los envía; y hay profetas de edades y hay profetas de dispensaciones. Un profeta dispensacional es la cosa más grande —como profeta— que Dios puede enviar. Dice:
“… y pondré mis palabras en su boca…”.
Si es un profeta de una edad, ¿qué Palabra Dios coloca en la boca de ese profeta? La Palabra, el Mensaje, el alimento espiritual, para la edad en que Dios lo envía. Ahí es donde encontramos la Palabra que alimenta el alma, en el debido tiempo de cada edad y de cada dispensación.
Ese es el tiempo: cada edad y cada dispensación es el tiempo donde Dios envía un profeta con Su Palabra en la boca de ese profeta, para dar ese alimento espiritual a las personas, y ser alimentados los hijos e hijas de Dios (¿dónde?) en la Casa de Dios; porque la Casa de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo, contenida en este diagrama del reverendo William Branham.
Y ahora, vean ustedes cómo Dios ha colocado Su Palabra en la boca de cada uno de estos mensajeros de Dios, para cada edad en los cuales fueron enviados o en las cuales fueron enviados.
Y ahora la Palabra de Dios para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino tiene que venir en un profeta, en la boca de un profeta.
Dios tiene que enviar un profeta; y si es para una nueva dispensación ¿qué mensaje tiene que traer? Pues un Mensaje dispensacional. Y el único Mensaje prometido para el Día Postrero, para el séptimo milenio, es el Mensaje del Evangelio del Reino, representado en la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta. Y ese Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, alrededor del Séptimo Sello, es el alimento espiritual para el alma de los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Y con ese Alimento es que nosotros obtenemos la fe, la revelación, para ser raptados – para ser transformados y raptados en el Día Postrero.
No es una revelación para estar discutiendo los unos con los otros; no es una revelación para estar peleando los unos con los otros; sino para recibirla en nuestra alma y alimentar nuestra alma con esa revelación, con ese Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá y como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, y como el Sol de Justicia naciendo para los que temen el Nombre del Señor Jesucristo, que son los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular; y luego el pueblo hebreo.
Lo cual fue representado en la visión del Monte de la Transfiguración, y fue representado también en Apocalipsis, capítulo 1, y en Apocalipsis, capítulo 10: el Ángel Fuerte que desciende del Cielo con Su rostro como el Sol, que es la Venida de Cristo como el sol, o sea, como Rey de reyes y Señor de señores; porque el sol es el astro rey, y Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Y Él es la Luz del mundo, dijo Él: “Y el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida”12.
Ahora podemos ver este misterio de la Palabra de Dios: ALIMENTA A SU DEBIDO TIEMPO.
Ahora, los de la primera edad fueron alimentados con la Palabra de Dios que vino por medio del apóstol San Pablo; los de la segunda edad fueron alimentados por medio de la Palabra de Dios que vino por Ireneo; los de la tercera edad fueron alimentados con la Palabra de Dios que vino por Martín; los de la cuarta edad fueron alimentados con la Palabra de Dios que vino por Colombo; los de la quinta edad fueron alimentados con la Palabra de Dios que vino por Lutero; los de la sexta edad fueron alimentados con la Palabra de Dios que vino por Wesley; los de la séptima edad fueron alimentados con la Palabra de Dios que vino por William Marrion Branham.
Y los de la Edad de la Piedra Angular, los de la Edad Octava (el ocho representa eternidad e infinito [∞]), los de la Edad de la Piedra Angular son alimentados por Jesucristo en Espíritu Santo a través del profeta mensajero dispensacional de la Dispensación del Reino, que es el que viene dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ahora, Cristo dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Esa Voz como de Trompeta es la Voz de Cristo hablando más arriba, más arriba de donde estaba Juan. Juan representa la Iglesia del Señor Jesucristo y Sus mensajeros pasando por Sus diferentes edades.
Y ahora, para todos los que están aquí o aquí, el llamado es: “Sube acá”. Así como el llamado en cada edad fue: “Sube acá”, a la edad que le correspondía a la gente que estaba viviendo en cada edad. Y el llamado era para subir a esa edad y oír la Voz de Cristo por medio del ángel mensajero de esa edad.
Y ahora el llamado es acá arriba: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder (¿después de cuáles?) después de estas (de estas que han sucedido en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil)”.
Y ahora nadie podrá entender, comprender las cosas que han de suceder en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, a menos que sea por medio de la Voz de Cristo a través del instrumento que Él tiene acá en la Edad de la Piedra Angular, que es un profeta dispensacional, el profeta de la Dispensación del Reino. La primera vez que la Iglesia del Señor Jesucristo tiene un mensajero profeta dispensacional.
Y ahora, la promesa es: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Eso lo dice Cristo con esa Voz de Trompeta.
En Apocalipsis, capítulo 1, también Juan dice, capítulo 1, verso 10 al 11: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.
Vamos a verlo aquí, y vamos a ver lo que él vio o escuchó, dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí…”.
Ahora, antes de eso estaba en el espíritu (¿dónde?) en el Día del Señor. Fue transportado en el espíritu; no en cuerpo físico, sino en el espíritu: en su cuerpo teofánico fue transportado ¿a qué día? Al Día del Señor, o sea, al séptimo milenio, al Día Postrero. Y dice:
“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (¿qué escuchó? Una gran voz como de trompeta),
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo. Es Cristo velado y revelado, hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, en el séptimo milenio, en la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora, vamos a ver las cosas que Él dice que estará hablando. Él dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Y vamos a ver por medio de quién es que Cristo está hablando y revela estas cosas; porque por medio del instrumento que Él tenga, a través del cual estará manifestado, es que estaremos escuchando todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y al estar escuchando estas cosas que deben suceder pronto, siendo reveladas por ese instrumento de Cristo, estaremos escuchando (¿qué?) la Gran Voz de Trompeta que Juan escuchó en el Día del Señor, dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque dondequiera que esté Cristo, la Palabra, tiene que estar velado, tiene que velarse en carne humana, para luego revelarse por medio de ese velo de carne en la edad o dispensación en que esté velado y revelado.
Se veló en San Pablo en la porción correspondiente a esa edad y se reveló por medio de San Pablo. Así fue por medio de cada mensajero, y así tiene que ser también aquí en la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora, vamos a ver quién es ese instrumento de Cristo a través del cual estaremos escuchando y estaremos entendiendo y recibiendo todas estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas (o sea que no son palabras humanas, sino divinas). Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”.
¿De quién son los espíritus de los profetas, esos espíritus teofánicos de la sexta dimensión, de profetas que Él envía, para traer, para ministrar la Palabra a Su Iglesia?, porque Él envía esos ángeles, que son espíritus de profetas, en carne humana, en cada edad y en cada dispensación, para ministrarle a Sus siervos, a Sus hijos, a los herederos de salud, de salvación, a ministrarles (¿qué?) la Palabra de Dios, estos bienes divinos. Dice:
“Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿a quién ha enviado? A Su Ángel, ¿para qué?), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Para mostrar qué? Las cosas que deben suceder pronto. Nadie podrá comprender estas cosas que deben suceder pronto, luego de las que ya han sucedido en las siete edades de la Iglesia gentil, excepto aquellos que reciban y escuchen al Ángel del Señor Jesucristo dando a conocer estas cosas que deben suceder pronto.
Fuera de eso no hay forma para poder entender las cosas que Cristo estará cumpliendo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. No hay otra forma para poder comprender lo que los Siete Truenos hablaron en un idioma desconocido a San Pablo.
San Pablo quizás no hablaba español, ni inglés, ni alemán. Él hablaba quizás algunos idiomas, pero quizás no hablaba español. Y si hablaba español, pues está bien; pero él predicaba en el idioma que él tenía, y algunas veces en el idioma de los romanos (porque lo conocía también), porque se crio en un lugar, en Tarso, que pertenecía al imperio romano. Era un territorio gentil, aunque Pablo era hebreo, pero nació y se crio allá; y luego su educación la recibió en Jerusalén.
Y ahora, miren ustedes, por medio de San Pablo, Dios habló, pero habló en el idioma de San Pablo. Y algunas veces, pues podía hablar en algún otro idioma, si el pueblo que lo estaba escuchando era de otro idioma que él conociera; si no, pues buscaba un intérprete.
Y ahora, los Siete Truenos no hablaron sus voces por medio de San Pablo, por lo tanto no hablaron en el idioma de San Pablo. San Pablo no conoció lo que los Siete Truenos hablaron. Y si él pudo, cuando fue al tercer Cielo13, escuchar lo que los Truenos hablaron, no lo pudo entender, porque estaba en otro idioma.
Y ahora, no era un idioma conocido para San Pablo, ni para Ireneo, ni para Martín, ni para Colombo, ni para Lutero, ni para Wesley, ni para el reverendo William Marrion Branham, porque él cuando escuchó los Truenos dijo que estaban (¿qué?) en un idioma desconocido, desconocido para él14.
Pero si la Iglesia del Señor Jesucristo por medio de los Siete Truenos recibiría la revelación del Séptimo Sello y recibiría la fe para el rapto, sería en un idioma que la Iglesia conocería en la etapa final de la Iglesia; porque la Iglesia estaría en su etapa final, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular; y el idioma que sería usado aquí en la etapa de la Edad de la Piedra Angular sería el idioma en que los Truenos emitirían sus voces; por lo tanto, esa etapa es muy importante.
Ahora, la primera etapa se cumplió en Asia Menor, y el idioma que Pablo hablaba era el idioma que conocían allí en Asia Menor.
El idioma de la segunda edad fue en el idioma francés, y fue el instrumento de Dios un francés: Ireneo; ahí este hombre hablaba el francés, y Cristo habló por medio de él en francés.
Miren a Cristo hablando en diferentes idiomas; hablando en diferentes idiomas, Cristo en Espíritu Santo, a través de estos ángeles mensajeros.
Y así por el estilo, habló en cada idioma que hablaba el ángel mensajero de cada edad. Pero era Cristo en el ángel mensajero, usando ese idioma de ese mensajero y usando ese mensajero. Pero la Voz, el Mensaje, la revelación, era de Cristo.
Ahora, los Truenos emiten sus voces en un idioma desconocido para el séptimo ángel mensajero; así que no es inglés; y también desconocido para estos otros mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.
Pero que tiene que ser el idioma conocido para el profeta mensajero de la Dispensación del Reino; porque por medio de ese profeta mensajero es que Cristo estará hablando en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; porque ese profeta mensajero es el Ángel del Señor Jesucristo.
Ese es el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, que viene en el Día Postrero dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y viene dándolas a conocer en el idioma que corresponde a la Edad de la Piedra Angular.
Y así como cada edad se cumplía en cada territorio…, vean: la primera edad se cumplió en Asia Menor, la segunda en Francia, la tercera en Hungría y en Francia, la cuarta en Irlanda y en Escocia, la quinta en Alemania, la sexta en Inglaterra, la séptima en Norteamérica. Y de ahí, de cada uno de esos territorios, se extendía el Evangelio a otras naciones; el Mensaje de cada edad, desde el territorio donde se cumplía se extendía a otras naciones.
Y ahora, ¿cuál es el territorio para la Edad de la Piedra Angular? De acuerdo al territorio y el idioma principal que se hable en ese territorio será que Cristo estará hablando por medio de Su Ángel Mensajero; porque Él envía a Su pueblo el mensajero de esa etapa, de esa edad (vean ustedes), lo envía al territorio donde se cumple esa edad, aparece en ese territorio.
Y vean ustedes, Pablo nació allá en Tarso, territorio correspondiente a esa área de Asia Menor, ¿verdad? Por ahí, pertenecía por ahí a Asia Menor, o cerca de Asia Menor, y a Asia Menor, porque su ministerio estaría en Asia Menor.
A Lutero, vean ustedes, en Alemania; porque su ministerio estaría en Alemania. Wesley en Inglaterra, porque su ministerio estaría en Inglaterra. El reverendo William Branham en Norteamérica, porque él estaría en Norteamérica, porque la séptima edad se cumpliría en Norteamérica. Y ya esas siete edades terminaron.
Y ahora, ¿dónde es?, ¿cuál es el territorio donde Cristo estará manifestado en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero? Por cuanto Cristo está construyendo Su Iglesia, y Su Iglesia es Su Templo espiritual: en la misma forma que está construido el Templo que está en el Cielo, y el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, es que Cristo ha estado construyendo Su Iglesia; porque no puede usar otro plano, otro diagrama u otro modelo. Tiene que ser conforme al modelo que Dios mostró, porque ese modelo es conforme al que está en el Cielo.
Y vean ustedes, el templo que construyó Moisés, el atrio estaba para el este, y también cubría algunas partes de los lados. Y ahora, el lugar santo estaba más adentro; pero caminando siempre del este hacia el oeste es que se podía pasar del atrio al lugar santo. Y luego, del lugar santo pasando, caminando hacia el oeste, ¿hacia dónde llegaba? Al lugar santísimo; porque el lugar santísimo estaba al oeste del templo.
Y ahora miren cómo Cristo ha venido del este: de la tierra de Israel, que está en el Medio Oriente, caminando en la construcción de Su Templo. Podemos ver la etapa esta de los apóstoles (aquí abajo, en este espacio pequeñito), después podemos ver la primera edad allá en Asia Menor, todavía por el área del este, pero subiendo un poquito; y luego podemos ver las cinco edades que se cumplieron en Europa.
Vean ustedes, Cristo subió y caminó hacia el oeste; y luego caminó más al oeste y llegó a Norteamérica; llegó al oeste, al continente del occidente, que es el continente americano, que consta de Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe (el Caribe pertenece a Centroamérica).
Y ahora, vean ustedes cómo en esos territorios Cristo construye Su Templo espiritual, Su Iglesia.
Y un templo para ser dedicado a Dios, sin lugar santísimo, no es un templo donde Dios puede morar; porque el lugar de morada de Dios en toda Su plenitud es el Lugar Santísimo. Y tenemos la promesa, de parte de Dios, que Dios estará manifestado en toda Su plenitud en Su Iglesia.
Pero vean ustedes, estuvo caminando de edad en edad en la porción correspondiente a cada edad. Y para el Día Postrero, vean ustedes, Él pasa de Norteamérica, donde cumplió la séptima edad de la Iglesia gentil, que corresponde ¿a qué lugar? Al Lugar Santo. Porque la séptima edad corresponde al Lugar Santo, como las edades sexta, quinta, cuarta, tercera, segunda y primera, representadas en el candelabro de oro con siete lámparas y siete luces: los siete mensajeros y las siete edades.
Y ahora pasa de Su Obra en el Lugar Santo, en la séptima edad de la Iglesia gentil en Norteamérica, ahora pasa a la América Latina y el Caribe para construir el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, para construir la Edad de la Piedra Angular.
Y para eso Cristo en Espíritu Santo envía Su Ángel Mensajero, el Ángel Mensajero de Apocalipsis, capítulo 1, verso del 1 al 3, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 16.
Dice Apocalipsis 22, verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice Jesucristo que ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de estas cosas. ¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto.
Y ahora, vean ustedes cómo la bendición más grande en el Cuerpo Místico de Cristo, en la construcción de este Cuerpo Místico (representado en este diagrama), corresponde al territorio de la América Latina y el Caribe.
Este es el territorio donde se cumple la Edad de la Piedra Angular, este es el territorio donde viene el Ángel que tenía el Séptimo Sello, este es el territorio donde viene el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Palabra de Dios, el Verbo, encarnado en un hombre: en el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, que es el Ángel del Señor Jesucristo.
La primera ocasión que la Iglesia del Señor Jesucristo recibe un mensajero dispensacional, con un Mensaje dispensacional, ¿para qué? Para la Iglesia del Señor Jesucristo recibir la fe, la revelación, para ser transformada y raptada en este Día Postrero.
Ahora, esto es lo que Cristo ha prometido para Su Iglesia para el Día Postrero.
Y ahora, ¿por qué en el occidente? Porque en el occidente estaba el lugar santísimo del templo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón. Por lo tanto, Cristo no puede construir el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual en otro territorio que no sea en el occidente. Y no lo puede construir en Norteamérica, porque ya construyó la séptima edad allá en Norteamérica.
Tiene que ser en lo que queda del continente americano; y lo que queda es la América Latina y el Caribe. Y desde ahí, y ahí, se manifestará Cristo en toda Su plenitud; y ahí es donde vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Y desde ahí es que nos iremos en el rapto con nuestro Señor Jesucristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
No desde ninguna de estas edades, porque ya esas edades terminaron. Es en la Edad de la Piedra Angular donde ocurre – ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Es ahí donde recibimos la fe, la revelación, para ser transformados y raptados, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo, la revelación que los Truenos nos traen, nos hablan; que es la revelación del Séptimo Sello, la revelación del Ángel que era muy diferente a los demás, viniendo en carne humana en el Día Postrero en el Ángel del Señor Jesucristo, y velándose y revelándose por medio de Su Ángel Mensajero, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque dondequiera que esté el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará velado.
Y ahora, vean ustedes, así como se veló en cada mensajero de cada edad, en la porción correspondiente a cada edad, se vela en carne humana en el Ángel Mensajero de Jesucristo, el Ángel Mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular.
Ahí está el misterio del Ángel que era muy diferente a los demás: que tiene que manifestarse en carne humana como se manifestaron los otros siete ángeles mensajeros en las otras siete edades de la Iglesia gentil que han transcurrido.
Para la Edad de la Piedra Angular, la edad eterna y perfecta de la Iglesia del Señor Jesucristo (la edad perfecta de la cual habla el precursor de la Segunda Venida de Cristo en la página 4 del mensaje “La estatura de un hombre perfecto”, donde nos dice de una edad perfecta que vendrá, y la señala como la Edad de la Piedra Angular en este diagrama), es ahí donde, en esa edad perfecta, vendrá un Mensaje perfecto: el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de los Siete Truenos revelando el misterio del Séptimo Sello, revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y como el Sol de Justicia resplandeciendo, naciendo a los que temen el Nombre del Señor; y como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es la Palabra de Dios encarnada en un hombre, como dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo en la página 256 del libro de Los Sellos.
Eso es lo que precursó William Marrion Branham; precursor de la Segunda Venida de Cristo en la séptima edad de la Iglesia gentil, y en la brecha entre la séptima edad y la Edad de la Piedra Angular. Vean lo que él precursó: él precursó la Venida de la Palabra, del Verbo encarnado en un hombre.
Y ahora vean cómo él nos dice también, en la página 474 y 475 [Los Sellos] de la siguiente manera:
“[173]. Yo no sé quién será…”.
¿De quién está hablando? Del precursado, que vendrá después de él.
“[173]. Yo no sé quién será…”.
¿Está hablando de quién? Del Séptimo Sello, que es el precursado; al cual él le está preparando el camino.
“[173]. Yo no sé quién será, ni qué va a suceder. ¡No sé! Solamente sé que esos Siete Truenos contienen el misterio por cuya razón hubo silencio en el Cielo. ¿Todos entienden?”.
Y hubo silencio en el Cielo cuando fue abierto el Séptimo Sello en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1; y ese es nada menos que el misterio de la Segunda Venida de Cristo.
“174. Quizás sea ahora el tiempo y la hora cuando aparezca esta gran persona que hemos estado esperando. Quizás este ministerio, por el cual he tratado de convertir a la gente a la Palabra, ha servido de fundamento. Si así es, entonces les estaré dejando para siempre. No habrá dos aquí al mismo tiempo”.
“No habrá dos aquí al mismo tiempo”: no estará el precursor y el precursado; pero si estuvieran presente, ¿qué pasaría? Pues lo mismo que pasó con Juan el Bautista y Jesús: estaba el precursor y el precursado allí. Vamos a ver lo que él dice…
Cuando estuvo el precursor y el precursado dos mil años atrás presentes en la Tierra (Juan y Jesús), ¿qué sucedió? A Juan le vinieron a decir: “Mira, aquel del cual tú diste testimonio, ahora a Él le sigue más gente que a ti, y bautiza más gente que tú”; aunque Jesús no bautizaba, sino los discípulos de Jesús eran los que bautizaban. Y ahora, Juan dice: “A él le conviene crecer, y a mí menguar”15.
Juan era la luz de la séptima lámpara de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley; porque el pueblo hebreo tuvo siete edades bajo la Dispensación de la Ley, y Juan el Bautista fue el último profeta de la Dispensación de la Ley. Por eso Jesús dijo: “Los profetas hasta Juan profetizaron”16.
¿Y qué?, ¿después no vino más profetas? Claro que sí. Jesús era un profeta mayor que Juan; y San Pablo y San Pedro eran profetas también. Y Cristo dijo que pondría, enviaría profetas también; y enviaría apóstoles, profetas, y evangelistas, y pastores y maestros, en la Dispensación de la Gracia en medio de Su Iglesia17.
¿Y no habrá profetas para la Dispensación del Reino? Claro que sí: el profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y ahora, vean ustedes, a Juan le convenía menguar, porque Juan era la Luz de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley, que se estaba apagando. Ya en la cárcel mandó a preguntarle a Jesús: “¿Eres tú Aquel que había de venir, o esperaremos a otro?”18.
Vean cómo se estaba apagando, a tal grado que él mismo mandó a preguntar si era Jesús el que había de venir, el precursado; cuando lo había presentado como el precursado, lo había presentado como el Mesías, como el Cordero de Dios, como el que vendría después de él; y ahora le manda a decir, a preguntar, si era él o esperarían a otro.
Se iba apagando la Luz. Y cuando se va apagando la Luz de una edad, vean ustedes, hasta el mismo mensajero comienza a ver las cosas un poco nubladas y necesita Luz. Y el único que se la puede dar es (¿qué?) el precursado, del cual él habló que vendría después de él.
Le puede dar Luz con relación a las Escrituras correspondientes al precursado; porque ese es el que tiene toda la Luz, y el que las trae a la luz, las trae a conocimiento de todos los hijos de Dios.
Y ahora, ¿qué dijo Juan el Bautista?: “A Él le conviene crecer y a mí menguar”. Juan era la Luz allí de la tarde, que se estaba apagando; porque la luz de la tarde del día le conviene (¿qué?) menguar; y a la luz de la mañana es que le conviene crecer. Va creciendo, va aumentando como la aurora (o sea, va creciendo en luz), hasta que el día es perfecto19.
Al principio se ven las cosas un poquito medias oscuras; y algunas personas dicen: “Pero si fuera la luz de la mañana todo se vería clarito; porque yo hace un tiempo, unos cuantos días, yo estaba al mediodía mirando las cosas claritas”; pero no se da cuenta que está amaneciendo, que está rayando el alba. Y si está rayando el alba, no las va a ver como las veía cuando la luz estaba al mediodía alumbrando directamente y dejándolo todo clarito.
Y ahora: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia”20. O sea que viene como el Sol naciente, viene rayando el alba. Se comienza a ver una claridad. Y cuando comienza a ver esa claridad sabe que es la luz del sol, y sabe que ya está comenzando la cuarta vigilia.
Porque la cuarta vigilia es de 6 a 7 de la mañana, y es la única vigilia que es de día. Comienza con el alba rayando (en los lugares donde no cambian la hora), en donde todavía es medio oscuro, es como… está como en penumbra todavía en algunos lugares, a las 6 de la mañana; y si es invierno, más todavía.
Pero va rayando el alba en la primera hora de la primera vigilia; y luego ya para la segunda hora, ya está clarito.
Y ahora, vean ustedes, así es la Luz de la Mañana en un nuevo día dispensacional, y en un nuevo día milenial también.
Y ahora, vamos a ver lo que nos dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo; dice:
“[174]. Si así es, entonces les estaré dejando para siempre. No habrá dos aquí al mismo tiempo (o sea, no estará el precursor y el precursado). Y aun si así fuera (o sea, y aun si estuvieran aquí los dos), él crecerá y yo menguaré”.
Es muy triste para muchas personas saber que el precursor tiene que menguar, su Luz se tiene que ir apagando. Y la Luz del precursado es la que tiene que ir naciendo como la aurora, e ir esclareciendo, hasta que el día es perfecto; y se vean todas las cosas que están prometidas para ese día claramente, y se vea cara a cara lo que ha sido prometido, y el cumplimiento de todas esas promesas.
Ahora, Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo; y los que siguieron a Juan el Bautista fueron llamados al arrepentimiento y fueron bautizados los que creyeron en él. Pero Juan el Bautista dijo: “Pero después de mí viene Uno del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado; Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”21.
¿Para quiénes era la promesa del bautismo del Espíritu Santo?, ¿para los seguidores del precursor o del precursado? La historia bíblica da testimonio.
En el día en que Juan el Bautista dijo por segunda ocasión: “He aquí el Cordero de Dios”, Juan el apóstol y Andrés siguieron a Jesús; y eran seguidores de Juan el Bautista, eran creyentes del precursor, del tercer Elías, del precursor de la Primera Venida de Cristo22.
Y ahora, ¿qué se está viendo cuando eso sucede? Pues se le están yendo algunos discípulos a Juan y se están yendo con el precursado. ¿Estuvo bien hecho o mal hecho? Bien hecho. Malo que se hubieran ido con Caifás o con los fariseos y saduceos, eso estaban mal; pero irse con Jesús, el precursado, ¡eso era lo que tenían que hacer! No solamente Juan y Andrés, sino todos los seguidores de Juan; y aun Juan el Bautista.
Pero ¿qué pasó? No todos se fueron con Jesús. Juan siguió teniendo discípulos, y se iba aumentando el número de los discípulos de Juan; pero los de Jesús también se iban aumentando. Y de entre los de Juan venían algunos y se iban con Jesús.
Podían decir los discípulos de Juan: “Nos están quitando la gente, Juan”. Y cuando Juan murió, podían decir: “Ahora se nos han ido unos cuántos más con Jesús, y nosotros debemos permanecer con el precursor”. ¡Qué ignorantes!, ¿verdad?
Un precursor viene para preparar el camino al que viene después de él, para que crean en aquel que vendrá después del precursor.
Vamos a decirle a San Pablo o a preguntarle a San Pablo si eso es así o no es así. El libro de los Hechos, capítulo 13, ahí vamos a ver… o… Corrijo, capítulo 13 es donde creyeron en un sitio todos los que estaban ordenados para vida eterna. Pero vamos a ver el capítulo 18 (por ahí debe ser, ¿verdad, Miguel?), 18 al 19… 19. Capítulo 19 del libro de los Hechos, dice:
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos,
les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo (¿por qué? Porque la promesa no era para los seguidores de Juan; era para los seguidores de Jesús: el precursado. Los del precursor se quedaron sin el Espíritu Santo).
Entonces dijo (Pablo): ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan.
Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él (¿en quién dijo Juan el Bautista, el precursor, que creyeran los que habían creído en Juan? En Él, que creyeran en el que vendría después de él. ¿En quién? En el precursado, el cual les bautizaría con Espíritu Santo y Fuego), esto es, en Jesús el Cristo.
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Eran por todos unos doce hombres”.
Poquitos, pero creyeron en Jesús, en el precursado, del cual el precursor había hablado que vendría después de él.
Vean, no habían creído en Jesús cuando Jesús estaba vivo. Después que murió, resucitó y ascendió al Cielo, San Pablo después los encontró.
Así que vean ustedes que no basta con haber creído y recibido al precursor; sino que para recibir el Espíritu Santo se requería creer y recibir al precursado: a Jesucristo en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y lavar sus pecados en la Sangre del Cordero para poder recibir el Espíritu Santo.
Y para el Día Postrero tenemos la promesa de que vendrá la plenitud del Espíritu Santo. ¿Y cómo vendrá y para quiénes vendrá? Es Cristo en Su Segunda Venida el que los bautizará con Espíritu Santo y Fuego en toda Su plenitud, y nos transformará en este Día Postrero, y resucitará a los muertos en Cristo.
El precursor les bautizó en agua; pero ahora Cristo en Su Segunda Venida nos bautizará con Espíritu Santo y Fuego en toda Su plenitud, para todos los que ya han recibido las primicias del Espíritu.
Ahora, no basta con haber recibido al precursor sin recibir luego al precursado. Los que recibieron al precursor en la Primera Venida de Cristo: Juan el Bautista, y no recibieron al precursado, no sabían ni siquiera que había Espíritu Santo. Y Juan se los había predicado. Juan les había predicado que el que vendría después de él les bautizaría con Espíritu Santo y Fuego. Y miren, no sabían que había Espíritu Santo; y Juan se los había predicado, estaba en los mensajes de Juan.
Y busquen en los mensajes del precursor, y ustedes encontrarán que está prometida la plenitud del Espíritu de Cristo para el Día Postrero. Y esto será para los que estarán recibiendo la Venida de Cristo, la Venida del Espíritu Santo en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, los que estarán recibiendo al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, y al León de la tribu de Judá, al Rey de reyes y Señor de señores, y al Sol de Justicia resplandeciendo en un nuevo día dispensacional: en la Dispensación del Reino y Edad de la Piedra Angular.
Para esos vendrá la plenitud del Espíritu Santo; seremos transformados y Dios habitará en nosotros en toda Su plenitud. Y nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero con un cuerpo eterno y jovencito, representando de 18 a 21 años de edad.
Estamos en el día más grande y glorioso de todos los tiempos. Estamos en el tiempo de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; la edad y dispensación del Séptimo Sello, y de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, y de la Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; para así tener la fe, la revelación, para ser transformados y raptados; que es la revelación de la Venida de Cristo a Su Iglesia en el Día Postrero como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Eso es la Venida de este Ángel que era muy diferente a los demás, eso es el Séptimo Sello siendo abierto en cuanto a Su cumplimiento; y siendo revelado a los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Si tornamos la foto hacia la derecha, encontraremos el rostro del Señor formado por esta nube de ángeles; y la barba del Señor la forman los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, y el cabello blanco del Señor lo forma el Ángel que era muy diferente a los demás.
Con el ministerio de los siete ángeles de las siete edades se cumplió el simbolismo de la barba del Señor; y con el ministerio del Ángel que era diferente a los demás se cumple el simbolismo del cabello blanco del Señor.
El misterio del Séptimo Sello es el misterio de ese Ángel que era muy diferente a los demás, que apareció en el cielo en esta nube, conforme a San Mateo 24, verso 30 al 31; donde Cristo dijo que la señal del Hijo del Hombre aparecería en el Cielo, y sería visto el Hijo del Hombre viniendo en las nubes con poder y gloria; para luego ¿qué? Ser manifestado en la Tierra en carne humana en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en medio de Su Iglesia gentil.
El misterio del Séptimo Sello es el misterio de ese Ángel que era diferente a los demás, viniendo a Su Iglesia en el Día Postrero en carne humana.
Esa es la Venida del Verbo, la Venida del Jinete del caballo blanco, la Venida de la Palabra; la Palabra viniendo a la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular; el Jinete del caballo blanco, el Espíritu Santo viniendo a Su Iglesia.
“[121]. … (Y) cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Y la Palabra viene ¿a quiénes? A los profetas.
Viene en la Edad de la Piedra Angular a un profeta: el Ángel de Jesucristo, que es el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular. Y por medio de ese profeta nos habla con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje de la Trompeta del Evangelio del Reino; y nos revela el misterio de Su Venida a Su Iglesia en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, a través de Su Ángel Mensajero, que es el velo de carne, el profeta, que Cristo enviaría en el Día Postrero; para así el Séptimo Sello, la Venida del Señor, ser manifestada en simplicidad, como fue prometida.
Porque lo grande es el que viene manifestado en ese velo de carne, que es Dios, que es Jesucristo en Espíritu Santo; pero lo sencillo es el velo de carne, ahí es donde es manifestada la simplicidad. La simplicidad es lo humano, y lo grande es lo Divino.
Así fue en la Primera Venida de Cristo: manifestado en Su Primera Venida como Cordero de Dios en simplicidad, en medio del pueblo hebreo; viniendo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, en simplicidad, en un velo simple, sencillo, de carne, llamado Jesús de Nazaret: un joven carpintero de Nazaret, un obrero de la construcción.
¿Quién se iba a imaginar que en un obrero de la construcción llamado Jesús de Nazaret, un carpintero, estuviera Dios en toda Su plenitud manifestado; estuviera el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; que fuera Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros), la Palabra, el Verbo hecho carne?
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios. Y este era en el principio con Dios. Y el Verbo era Dios. Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”23; y lo conocimos con el nombre de Jesús.
¿Vieron la simplicidad en que vino el Verbo en carne humana, el Ángel del Pacto en carne humana, dos mil años atrás, en Su Primera Venida como Cordero de Dios, en Su Obra de Redención para quitar el pecado del mundo? Vino en tal simplicidad que hasta su propia familia, los de Su casa, no creían en Él al principio; después Dios les abrió los ojos y creyeron en Él.
Pero María sí creía en Él, y José también; ellos sabían quién era ese niño que había nacido por medio de María.
Y ahora, vean ustedes cómo en simplicidad fue la Primera Venida de Cristo. Fue en simplicidad: por medio de un joven obrero de la construcción, un carpintero de Nazaret llamado Jesús.
Y ahora, les tomó de sorpresa la Primera Venida de Cristo, porque en las interpretaciones teológicas no se hablaba nada de que el cumplimiento de la Venida del Mesías sería en un obrero de la construcción, en un carpintero de Nazaret. Eso estaba fuera de las interpretaciones teológicas, pero estaba dentro del pensamiento divino.
Y ahora, si Dios les llega a cumplir la Segunda Venida de Cristo en un obrero de la construcción, ¿les tomará por sorpresa de nuevo? Pues claro que sí, porque en las interpretaciones teológicas no hay nada de que la Segunda Venida de Cristo será en un profeta, en un hombre, en un obrero de la construcción.
Eso está fuera de los pensamientos humanos, pero está dentro del pensamiento divino; porque Dios dijo que sería en simplicidad; y dijo que si no vigilamos: nos pasaría por encima y ni lo veríamos.
Y después dirían: “Pero ¿no…?”. Cuando estén en la gran tribulación, dirían:
—“Pero ¿no tenía que venir primero el rapto de los escogidos?”.
Y la Escritura, la Palabra, dirá:
—“Ya eso está en el pasado. Ya los que se iban a ir, se fueron”.
—“Pero… ¿la Venida del Señor no tenía que venir, no tenía que cumplirse primero?”.
—“Ya eso está en el pasado”.
¿No decían: “Primero tiene que venir Elías”?
Jesús dijo: “¡Ya Elías vino! ¡Y no lo conocieron, e hicieron con Él todo lo que quisieron! Y así también harán al Hijo del Hombre”24.
Ahora vean, la ignorancia del cumplimiento de las promesas divinas en simplicidad, ocasiona que las personas pierdan la bendición de Dios. Y la ignorancia de ministros en cuanto al cumplimiento de las promesas divinas, ocasiona que sus iglesias pierdan la bendición de Dios.
Así sucedió en el Día de Jesús. El sumo pontífice y los doctores de la Ley y el Concilio del Sanedrín lucharon para impedir que la gente de sus sinagogas creyeran en Jesús. Y trataron hasta de matarlo, porque dijeron: “Si lo dejamos, todos van a creer en Él”. Hasta pensaron en un crimen; y eran religiosos.
Y por último lograron ese crimen por mano del imperio romano; por lo cual fueron culpables, ellos y los romanos también. Y por eso han pasado por esas grandes tribulaciones en donde por poco los exterminan. Pero la promesa de Dios con el pueblo hebreo es que no serán raídos de la Tierra, no serán exterminados.
Y ahora, vean ustedes cómo la ignorancia de las promesas divinas y el cumplimiento de ellas, ocasiona que muchas personas pierdan la bendición.
Pero el conocimiento de las promesas divinas para la edad y dispensación que a uno le toca vivir, que a la persona le toca vivir, ocasiona que las bendiciones de Dios vengan sobre la persona.
Y al conocer la Palabra de Dios que alimenta en su debido tiempo el alma de los escogidos de Dios, ocasiona que esa bendición de ser alimentados con la Palabra de vida eterna se haga una realidad para la persona en su alma; y su alma esté bien alimentada y robusta y fuerte para caminar hacia adelante en el Programa Divino, sin negar a Cristo en ningún momento. Aun, aunque uno tenga que morir por Cristo: da su vida por Cristo, como ha sido en las diferentes edades o etapas de la Iglesia de Jesucristo.
Y ahora, nosotros estamos viviendo en el Día Postrero, en el tiempo final; y ya los siervos fieles y prudentes para las siete edades vinieron, dieron el alimento espiritual, el Mensaje de Dios para cada edad, y alimentaron los hijos de Dios en la Casa de Dios. Y solamente nos queda la etapa de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino en la Casa de Dios, en la Iglesia de Jesucristo.
¿Y dónde encontraremos y cómo encontraremos el alimento espiritual para nuestra alma? No se preocupen que Dios lo tiene escondido en el Lugar Santísimo. “Al que venciere, yo le daré a comer del Maná escondido”25.
¿Dónde estaba el maná escondido? En el lugar santísimo. Y cuando entramos a la Edad de la Piedra Angular, estamos entrando al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, donde está el Maná escondido, el cual Él ha prometido darnos a comer.
Y esa es la Palabra que alimenta el alma, esa es la Palabra del Evangelio del Reino, que contiene la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo.
Ese es el Maná escondido, ese es el Mensaje que fue escondido de las edades pasadas, el Mensaje del Evangelio del Reino, que contiene el misterio revelado de la Segunda Venida de Cristo.
El Mensaje que nunca antes se comieron los escogidos de Dios, porque estaba reservado para la Edad de la Piedra Angular, para la Edad del Lugar Santísimo del Cuerpo Místico de Cristo; edad que se cumpliría en la América Latina y el Caribe.
Ese es el territorio de la Edad de la Piedra Angular, y en donde se abre la Dispensación del Reino, y donde Dios envía Su Ángel Mensajero, y el profeta de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino; en el cual Cristo en Espíritu Santo viene manifestado como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, dándonos Su Palabra, Su Mensaje, el alimento espiritual para nuestra alma, por medio de Su Ángel Mensajero, que es el siervo fiel y prudente que estaría en la Tierra, en la Casa de Dios, dándole el Alimento a tiempo a los escogidos de Dios.
[San Mateo 24:46-47] Y: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
Viene a ser el administrador de los bienes del Señor.
En San Lucas lo presenta, y San Marcos, como mayordomo fiel y prudente; así como los siete ángeles mensajeros fueron también siervos o mayordomos fieles y prudentes, en la edad que les tocó vivir, dándole el Alimento a tiempo de la Palabra de Dios a los escogidos de Dios.
“Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Sale del mensajero de Dios al pueblo.
Y ahora, para el Día Postrero, la Iglesia del Señor Jesucristo tendría al siervo fiel y prudente en y de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino, alimentando a todos los hijos e hijas de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Por eso dice: “Sube acá (a la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Todas las cosas que han de suceder son mostradas, son reveladas, a los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero.
Y esa es la Palabra que alimenta en este tiempo de la Edad de la Piedra Angular, a los escogidos de Dios, en la Edad de la Piedra Angular.
Ahora, en nuestro tiempo hay personas que se han quedado en el Mensaje de alguno de los ángeles mensajeros de las edades pasadas; y están fuera ¿de qué? Fuera de paso. Están fuera de paso; porque el paso de Cristo es de edad en edad con Sus escogidos y hay que estar al paso del Evangelio. Y hay que ir al paso de Cristo, y cada cual tiene que estar en la edad donde Cristo está en ese tiempo.
Y ahora, Cristo nos llama acá, a la Edad de la Piedra Angular. Estar fuera de esta edad es estar fuera de paso, fuera de edad; y es estar alimentándose en una edad que ya pasó.
Hay Alimento que estaba escondido en el Lugar Santísimo: el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo, el Mensaje contenido en el Evangelio del Reino para todos los escogidos de Dios; el cual nadie se comió en las edades pasadas.
Porque todos se comieron el Mensaje de la Primera Venida de Cristo, pero el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo nadie se lo había comido; sino que se lo comen en este Día Postrero los escogidos de Dios.
Y ese es el ALIMENTO ESPIRITUAL A TIEMPO para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. No hay otro alimento para los escogidos de Dios.
Y todo lo hablado para el Día Postrero, contenido en el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, y hablado por los siete ángeles mensajeros, se reúne en la Edad de la Piedra Angular; todo lo hablado con relación a las promesas del Día Postrero. Y es revelado todo el contenido de esas profecías; y viene a ser el alimento espiritual para el alma de todos nosotros.
Hay hambre y sed en toda la Tierra, de oír la Palabra que sale de la boca de Dios; la Palabra que sale de la boca de Dios, del mensajero de Dios para este Día Postrero.
Pero si van por el este o por el norte o por el sur, no encuentran ese Alimento. Tiene que ser en el oeste, en el territorio donde se cumple la Edad de la Piedra Angular: América Latina y el Caribe. Ahí es donde está el alimento espiritual para los escogidos de Dios del Día Postrero, que son llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta, y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular.
Y los que están en el Cuerpo Místico de Cristo en alguna edad pasada, pues suben a la Edad de la Piedra Angular con el llamado de la Gran Voz de Trompeta, para escuchar todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero, en el séptimo milenio, y en la Dispensación del Reino y Edad de la Piedra Angular.
Hemos visto EL MISTERIO DE LA PALABRA DE DIOS, que es: ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO.
Todos los hijos de Dios en cada edad tuvieron el alimento espiritual en su debido tiempo.
“Padre nuestro que estas en los cielos…”.
Esa fue la oración ejemplar de Cristo, y en ella incluyó:
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”26.
Y no solamente el pan literal para el cuerpo, sino el Pan espiritual de la Palabra de Dios, que es el Alimento más importante para todo hijo e hija de Dios.
“Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”; o sea, del mensajero que Dios envía; porque los mensajeros son la boca de Dios, los profetas de Dios.
Y ahora, en el Día Postrero tendríamos la Palabra de Dios: ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO.
Ese es el Alimento a su debido tiempo: la Palabra de Dios, el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y ese es el Alimento que nos comemos en este Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Alimento que no se comieron en ninguna de las edades pasadas.
Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes, dándoles a conocer: “EL MISTERIO DE LA PALABRA DE DIOS: ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro amado Salvador, sean sobre cada uno de ustedes, y se materialicen en cada uno de ustedes todas estas bendiciones prometidas para el Día Postrero; y nos abra completamente el entendimiento para comprender Su Palabra prometida para este Día Postrero, y seamos así bien alimentados en nuestras almas. Y pronto todos seamos transformados, tengamos el nuevo cuerpo; los muertos en Cristo sean resucitados y tengan su nuevo cuerpo también; jovencito, como de 18 a 21 años en apariencia; y estemos aquí de 30 a 40 días, como está prometido; y luego vayamos en el rapto, con Cristo, a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial, para recibir los galardones por nuestras labores aquí en la Tierra. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes que escuchan o escucharán esta conferencia a través de televisión, la cual está grabada en video para todos ustedes. Y que vuestras almas sean bien alimentadas con el Alimento de este tiempo final, de este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular.
Pasen todos muy buenas noches. Y dejo con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias a nuestro amado Señor Jesucristo por Sus bendiciones y por Su Palabra, el Alimento de nuestra alma y para nuestra alma en su debido tiempo.
Con nosotros nuestro amigo y hermano, el reverendo Miguel Bermúdez Marín. Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
“EL MISTERIO DE LA PALABRA DE DIOS: ALIMENTO A SU DEBIDO TIEMPO”.
[Revisión agosto 2022]
1 San Mateo 6:11, San Lucas 11:3
2 San Mateo 16:26, San Marcos 8:36, San Lucas 9:25
3 San Mateo 10:33, San Lucas 12:8-9
4 San Mateo 16:25
5 Santiago 2:26
6 San Mateo 24:36
7 San Marcos 13:32
8 San Juan 3:13
9 SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto” – En la última página aparece el diagrama. También se puede descargar en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
10 Apocalipsis 2:7, 2:11, 2:17, 2:29, 3:6, 3:13, 3:22
11 Deuteronomio 8:3
12 San Juan 8:12
13 2 Corintios 12:2
14 Los Sellos, pág. 471, párr. 162
15 San Juan 3:26-30
16 San Mateo 11:13
17 Efesios 4:11
18 San Mateo 11:1-3, San Lucas 7:20
19 Proverbios 4:18
20 Malaquías 4:2
21 Mt. 3:11, Mr. 1:7, Lc. 3:16, Jn. 1:27
22 San Juan 1:35-37
23 San Juan 1:1-14
24 San Mateo 17:10-12
25 Apocalipsis 2:17
26 San Mateo 6:11, San Lucas 11:3