Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Estaremos hablando alrededor del tema: “EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN Y LA GRACIA PARA SER ADOPTADOS”.
Ese pasaje se encuentra en Romanos, capítulo 8, versos… veamos aquí: verso 14 en adelante, vamos a leer… podemos leer un poquito antes, verso 11 dice, de Romanos, capítulo 8, dice:
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.
¿Qué es la adopción aquí, de la cual nos habla San Pablo? La redención de nuestro cuerpo, o sea, la transformación de nuestro cuerpo, para tener el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de Sus hijos.
“EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN Y LA GRACIA PARA SER ADOPTADOS”.
A través del Antiguo Testamento encontramos los tipos y figuras de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo; y en los tipos y figuras de la Primera Venida de Cristo, encontramos en medio del pueblo hebreo la práctica de un rito llamado “la pascua”, y también el de “la expiación”, con un macho cabrío que era sacrificado delante de Dios; y en la Pascua era sacrificado un corderito, el cordero pascual; y también el pueblo hebreo tenía diferentes sacrificios de animalitos por el pecado y por la paz del pueblo hebreo con Dios.
Todo eso es tipo y figura de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario, y así quitando el pecado del mundo para nuestra reconciliación con Dios.
Vean cómo se cumplieron todos esos tipos y figuras en la Primera Venida de Cristo; y por eso fue que Juan el Bautista, siendo un conocedor de todos esos ritos de los sacrificios del pueblo hebreo por el pecado, y por la paz y reconciliación del pueblo hebreo con Dios, encontramos que él habló acerca de Uno que vendría después de él.
Siendo hijo de un sacerdote, vean ustedes, había sido enseñado en todos esos ritos y ordenanzas divinas que Dios le dio al pueblo hebreo por medio de Moisés. Y ahora, sabiendo él que esos tipos y figuras, esos sacrificios de esos animalitos, representaban el Sacrificio del Mesías en Su Venida a la mitad de la semana setenta (como había profetizado el profeta Daniel)1; cuando vio a Aquel del cual Él había dicho que después de él vendría Uno del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado, cuando lo vio dijo2: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
¿Y saben quién era esa persona de la cual Juan el Bautista dijo que era el Cordero de Dios? No era un animalito, era un hombre. ¿Y saben quién era ese hombre? Jesús de Nazaret, nuestro amado Salvador.
Y Cristo se presentó en medio del pueblo hebreo y habló de Su muerte; y dijo que Él tenía que ser levantado como Moisés había levantado la serpiente en el desierto, ¿para qué? Para que todo aquel que mirara a Cristo crucificado, para todo aquel que mirara el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, tuviera vida eterna3.
Y ahora, encontramos que Cristo dice que el Hijo del Hombre tenía que ser tomado preso, ser condenado y ser muerto, y luego al tercer día resucitar4. Todo eso Él lo cumplió perfectamente: y resucitó al tercer día5 (o sea, el día domingo, pues murió el día viernes); y encontramos que llevó a cabo la Obra de Redención allí en la Cruz del Calvario, lo cual había sido tipificado en los sacrificios de aquellos animalitos que el pueblo hebreo tenía.
Y ahora, encontramos que desde el año 70 en adelante, el pueblo hebreo no ha tenido templo en dónde ofrecer a Dios los sacrificios por el pecado, ofrecer a Dios los sacrificios: el sacrificio de la pascua y el sacrificio de la expiación, para llevar la sangre de la expiación, el día 10 del mes séptimo, al lugar santísimo, el sumo sacerdote. No teniendo un templo, no tienen lugar santísimo; y no teniendo lugar santísimo, no tienen lugar dónde colocar la sangre de la expiación del macho cabrío.
Por lo tanto, el pueblo hebreo ha estado delante de Dios en graves problemas; pues no ha estado reconciliado con Dios, sino que ha estado delante de Dios con sus pecados; y el pecado de incredulidad a Cristo y de haber pedido la muerte de Cristo, vean ustedes cómo ha estado siendo demandado del pueblo hebreo; ellos dijeron6: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”.
Así que del pueblo hebreo y su descendencia, y todos sus descendientes, o sea, de aquella generación que vivió en el tiempo de Jesús y sus descendientes, encontramos que la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada; porque encontramos que mataron a su propio Mesías por manos de gentiles, del imperio romano.
Y ahora, vean ustedes cómo Dios ha demandado la Sangre de Cristo del pueblo hebreo: los emperadores y los dictadores de diferentes naciones han perseguido al pueblo hebreo; y Hitler, Mussolini y Stalin, por poco destruyen completamente al pueblo hebreo, mataron millones de hebreos; y todo eso por causa de que la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada de la mano del pueblo hebreo, y la sangre de todos los profetas que el pueblo hebreo persiguió y mató.
Y ahora, vean ustedes cómo el pueblo hebreo no ha tenido un templo desde el año 70 en adelante, y no ha tenido entonces un sacrificio por el pecado. Pero hay un sacrificio por el pecado, y es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y Dios no acepta ningún otro sacrificio.
Bien estuvo que el pueblo hebreo desde el año 70 en adelante no tuviera un templo para ofrecer a Dios sacrificios de animalitos, pues Dios le dio el mejor sacrificio: un Sacrificio perfecto, el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario.
Y el que cree en Jesucristo como su Salvador y recibe Su Espíritu Santo, encontramos que ha lavado sus pecados en la Sangre del Cordero y Dios lo ve sin pecados, por lo tanto, derrama Sus bendiciones sobre esa persona; y está reconciliado con Dios por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y está en paz con Dios.
Ahora, vean el por qué del año 70 en adelante el pueblo hebreo no ha tenido un templo y no hay ningún templo aquí en la Tierra, un templo hecho con madera o piedras o concreto, para ofrecer a Dios un sacrificio por el pecado: pues ya ese Sacrificio por el pecado fue ofrecido por Jesucristo en la Cruz del Calvario, y no hay otro sacrificio por el pecado aceptado por Dios. Ese es el único Sacrificio que Dios acepta.
Y toda persona tiene a su disposición ese Sacrificio por el pecado, para lavar sus pecados en la Sangre de Jesucristo y recibir Su Espíritu Santo, y así nacer de nuevo, como le dijo Cristo a Nicodemo: “El que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”7.
Nicodemo pensó en el nacimiento natural; como había nacido por medio de su madre, él pensó que tenía que nacer nuevamente por medio de su madre, por medio de una mujer, y pregunta a Jesús: “¿Cómo puede hacerse esto?, ¿puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?”, Cristo entonces le explica sobre el nuevo nacimiento, Él dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede entrar en el Reino de Dios (o Reino de los Cielos)”8.
Se requiere el nuevo nacimiento, nacer del Agua y del Espíritu, para entrar en el Reino de Dios o Reino de los Cielos; se requiere creer en Cristo como nuestro Salvador y recibir Su Espíritu Santo. Y así es como nacemos en el Reino de Dios o Reino de los Cielos, así es como nacemos en el Cuerpo Místico de Jesucristo, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
No es por unirnos a una religión o a una secta religiosa, sino por haber recibido a Cristo como nuestro Salvador y haber recibido Su Espíritu Santo; eso es lo que nos coloca dentro del Reino de Dios, nacidos dentro del Reino de Dios como niños nacidos, recién nacidos, en el glorioso Reino del Señor Jesucristo, en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así como para usted ser parte de la familia a la cual pertenece, usted tuvo que nacer por medio de su padre y de su madre, y eso lo colocó como parte de esa familia; y ahora, para ser parte de la Familia de Dios hay que nacer en la Casa de Dios, en la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, por medio del nuevo nacimiento: creyendo en Cristo como nuestro Salvador y recibiendo Su Espíritu Santo.
Ahora, hemos visto este misterio del nuevo nacimiento, del cual le habló Cristo a Nicodemo; por eso se requiere que toda persona crea en Cristo como su Salvador y lave sus pecados en la Sangre del Cordero, en la Sangre de Jesucristo. Vean ustedes cómo nos dice Apocalipsis, capítulo 1 y verso 4 al 5; nos dice:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir…”.
¿Quién es ese? Nuestro amado Señor Jesucristo.
• “El que era”: Él dijo9: “Antes que Abraham fuera, yo soy”;
• “el que es”: pues el Señor Jesucristo;
• y “el que ha de venir”: el Señor Jesucristo en Su Segunda Venida.
“… y de los siete espíritus que están delante de su trono”.
Esos siete espíritus que están delante de Su Trono, en su manifestación aquí en la Tierra de esos siete espíritus, es la manifestación del Espíritu Santo en Sus siete ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, de los cuales San Pablo fue el primero, y el reverendo William Marrion Branham fue el último o séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil.
Y vean cómo la manifestación de los siete espíritus de Dios es la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Sus siete ángeles mensajeros; o sea que esos siete ángeles mensajeros son la manifestación de los siete espíritus de Dios recorriendo toda la Tierra en la Obra del llamado de los escogidos de Dios de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, por medio de los cuales los escogidos han escuchado la Voz de Cristo a través de esos mensajeros, y han sido llamados y juntados en la edad que les ha tocado vivir, para formar parte del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en la edad que les ha tocado vivir.
Y ahora, para el Día Postrero, la Voz de Cristo —de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero manifestado en Su Ángel Mensajero— nos habla acá en la Edad de la Piedra Angular y nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y llama y junta a Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y podemos ver que todo lo que estará haciendo Jesucristo en Espíritu Santo en y a través de Su Ángel Mensajero ya lo reflejó en los siete ángeles mensajeros.
Y ahora, para el Día Postrero es que tenemos el llamado final de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, en la manifestación final de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Cuerpo Místico de creyentes por medio de Su Ángel Mensajero.
Su Ángel Mensajero es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino; o sea que es un profeta dispensacional, el cual es enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y Cristo, en este Día Postrero, vean ustedes, estaría llamando a Sus últimas ovejas de entre los gentiles. Él dijo10: “También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, no son del redil hebreo); las cuales también debo traer, y oirán mi Voz; y habrá un Rebaño, y un Pastor”.
Él dijo11: “Yo soy el buen pastor”; o sea que Él es el Buen Pastor. Y mire la forma en que el Buen Pastor estaría llamando y juntando a Sus ovejas de edad en edad: hablando por medio del mensajero de cada edad; así escucharían la Voz de Cristo las ovejas del Señor, o sea, los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, en cada una de las etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Vean cómo escucharon la Voz de Cristo por medio de San Pablo, y así por el estilo, por medio de cada ángel mensajero. Y ahora, en el Día Postrero, Cristo nos hablaría por medio de Su Ángel Mensajero, del cual dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Él es también el mensajero de Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, del cual Dios dice de la siguiente manera aquí en Apocalipsis 22 y verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Por medio de quién son mostradas las cosas que deben suceder pronto? Por medio del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.
Estas cosas son las que Cristo prometió darle a conocer a todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los cuales en el Día Postrero son llamados para subir donde Cristo estaría en el Día Postrero. En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice Cristo con esa Voz de Trompeta: “Sube acá (¿A dónde vamos a subir? Acá arriba, que es donde Él estaría en este Día Postrero), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
¿Cómo nos mostrará estas “cosas que han de suceder después de estas”? Por medio de Su Ángel Mensajero. Lo dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 16; porque así como habló por medio de los siete ángeles mensajeros de las siete edades, estaría hablando por medio de Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Por medio de ese profeta mensajero dispensacional es que Cristo estará hablando en este Día Postrero todas estas cosas que deben suceder pronto; y estará llamando y juntando a todos Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular; y estará preparándonos para ser transformados y raptados en este Día Postrero y en esta edad, la Edad de la Piedra Angular, en la cual estamos nosotros viviendo.
Ahora, vean cómo estas personas que van a ser transformadas y raptadas: han creído en Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero y han recibido el Espíritu de Cristo; y han sido hechos (¿qué?) reyes y sacerdotes por nuestro amado Señor Jesucristo.
Dice… sigo leyendo en Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 y 6; ahora pasamos al verso 5, donde dice:
“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Al lavarnos con Su Sangre preciosa, ¿qué nos hizo? Nos hizo reyes y sacerdotes para nuestro Dios, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. ¿Y Él es el qué? El primogénito de los muertos; o sea que, vean ustedes, Él murió, pero resucitó.
Y ahora, todos los primogénitos de Dios que han partido, resucitarán también, y los que estamos vivos seremos transformados cuando veamos a los muertos en Cristo resucitar.
Y ahora, Cristo en Apocalipsis, capítulo 10 y versos 1 al 11; y Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 al 10; vean ustedes lo que hace y lo que hacen las personas que estarán viendo lo que Cristo estará realizando ahí en el capítulo 5. Dice:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.
Aquí aparecen nuevamente los siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra, que son nada menos que los siete ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, en los cuales estaba Jesucristo en Espíritu Santo manifestado.
Vean ustedes cómo estos siete espíritus de Dios, el Espíritu de Cristo manifestado en estos siete ángeles mensajeros, estuvo recorriendo toda la Tierra desde Asia Menor, Europa y Norteamérica.
En Asia Menor estuvo en San Pablo llevando a cabo la Obra correspondiente a esa primera edad, y cumpliendo esa primera edad, y llamando y juntando a los escogidos de esa primera edad.
Luego, en la segunda, tercera cuarta, quinta y sexta: en Europa se cumplieron esas cinco edades, y Cristo estuvo en Sus cinco ángeles mensajeros enviados a ese territorio europeo, en esas cinco etapas de la Iglesia gentil.
Luego Jesucristo en Espíritu Santo pasó a Norteamérica, donde ungió a Su séptimo ángel mensajero, en el cual estuvo manifestado, velado y revelado por medio de él, hablándole a Su pueblo, y llamando y juntando a los escogidos de la séptima edad de la Iglesia gentil, y de esa brecha entre la séptima edad y la Edad de la Piedra Angular (estuvo aquí: en la séptima edad, y estuvo aquí: en esta brecha).
Y vean ustedes cómo se manifestó poderosamente por medio de Su séptimo ángel mensajero, el reverendo William Marrion Branham, el cual vino en el espíritu y virtud de Elías en su cuarta manifestación, ¿precursando qué? La Segunda Venida de Cristo.
Y para el Día Postrero, Cristo vendría al territorio de la América Latina y el Caribe, al occidente; pues el continente americano es el continente del occidente; y tiene y está compuesto por Norteamérica (donde se cumplió la séptima edad de la Iglesia gentil), por Centroamérica y por Suramérica y el Caribe.
Y ya en Norteamérica se cumplió la parte que Dios tenía que cumplir allí enviando a su séptimo ángel mensajero, y ahora solamente le queda, del continente americano, del continente del occidente, solamente le queda la América Latina y el Caribe. Y es en la América Latina y el Caribe en donde Jesucristo en Espíritu Santo viene manifestado en Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. ¿En qué edad? En la Edad de la Piedra Angular, donde Él llama a Sus hijos a subir para obtener el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ahora, vean cómo Cristo en este tiempo final, en la América Latina y el Caribe, estaría manifestado por medio de Su Ángel Mensajero bendiciendo a los latinoamericanos y caribeños; para, así, que los latinoamericanos y caribeños reciban el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, y obtengan las bendiciones de Jesucristo, y el continente latinoamericano y caribeño pueda entrar al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, vean ustedes cómo en el tiempo final —en el cual nosotros vivimos—, los escogidos que serían llamados y juntados por la Gran Voz de Trompeta (de la cual Cristo habló en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, cuando habló diciendo: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos”), vean cómo es en este tiempo final que esa promesa sería cumplida, y en donde surgiría o Cristo enviaría esa Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino.
Enviaría ese Mensaje por medio de los ministerios de Moisés y Elías; ministerios que estarían manifestados en carne humana en el Ángel del Señor Jesucristo.
Este Ángel del Señor Jesucristo viene con los ministerios de Moisés y Elías en este tiempo final, en este Día Postrero en el cual nosotros estamos viviendo; y viene llamando y juntando a todos los escogidos de Dios ¿dónde? En la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Así como San Pablo juntó a los escogidos en la primera etapa o edad de la Iglesia del Señor Jesucristo (aquí abajo); y cada ángel mensajero, encontramos que fue el instrumento de Cristo a través del cual Cristo en Espíritu Santo se manifestó y le habló a Su pueblo, los llamó y los juntó en la edad en que les tocó vivir.
Y ahora, ¿dónde Cristo llama y junta a Sus escogidos por medio de Su Ángel Mensajero? En la Edad de la Piedra Angular. Y el territorio donde se estará cumpliendo esa edad es, pues la América Latina y el Caribe; en donde los escogidos, al escuchar esta Gran Voz de Trompeta (o sea, el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo), estarían siendo preparados para ser transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en este Día Postrero.
O sea que estarán siendo preparados ¿para qué? Para ser adoptados, para recibir la adopción, que es la transformación de nuestros cuerpos; y así obtener el cuerpo nuevo que Cristo ha prometido para todos nosotros.
Por eso es que Cristo en Espíritu Santo, así como vino en cada edad de la Iglesia gentil por medio de cada ángel mensajero, velado y revelado en cada edad; en la Edad de la Piedra Angular viene Jesucristo velado y revelado en Su Ángel Mensajero, y viene como León de la tribu de Judá y como Rey de reyes y Señor de señores, dándonos a conocer todas estas cosas, y preparándonos así para nuestra adopción, para nuestra transformación, para la adopción del cuerpo, o sea, para la transformación de nuestro cuerpo.
Y así este cuerpo mortal, corruptible y temporal, ser transformado; y obtener así el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para vivir con Cristo por toda la eternidad, y reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad; porque Él nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo mil años y luego por toda la eternidad.
Ahora, vean “EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN Y LA GRACIA PARA SER ADOPTADOS”, vean cómo Cristo dos mil años atrás, en Su Primera Venida, murió en la Cruz del Calvario, y nos lavó con Su Sangre preciosa de todos nuestros pecados. Y ahora para el Día Postrero Él nos da la fe para ser transformados y raptados por medio de Su manifestación a través de Su Ángel Mensajero, a través del cual estará clamando como cuando ruge un león y siete truenos emitiendo sus voces.
Los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10 y verso 1 al 11, son la Voz de Cristo como León de la tribu de Judá dándonos Su mensaje final; y Su mensaje final es el Mensaje de la Trompeta Final, el Mensaje de la Trompeta del Evangelio del Reino, siendo proclamado en el Día Postrero por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero. Y con ese Mensaje Él nos da la fe, la revelación, para ser transformados y raptados —o sea, para ser adoptados— en este Día Postrero.
Vean ustedes la importancia de comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; porque es para nuestra adopción, para nuestra transformación, la transformación del cuerpo, la redención del cuerpo físico que tenemos, que es mortal, corruptible y temporal; para hacer Cristo un cambio, una transformación, y así darnos un cuerpo eterno. Y a los que ya han partido, pero que han creído en Cristo y han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero, y han recibido Su Espíritu Santo: Él los resucitará en este tiempo final; pues Él dijo en San Juan, capítulo 6, verso 40:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Esa es la promesa para todos los que creen en Cristo. Si muere la persona, no está perdida, volverá a vivir, volverá a tener un cuerpo; pero será un cuerpo eterno, el cual recibirá en la resurrección: resucitará en un cuerpo eterno y glorioso, en un cuerpo incorruptible; y eso Cristo dijo que sería para el Día Postrero.
El Día Postrero es el Día del Señor o séptimo milenio, porque “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, nos dice San Pedro en su segunda carta, en el capítulo 3 y verso 8; y también lo dice el profeta Moisés en el Salmo 90 y verso 4. Y los días postreros son tres mil años, o sea, tres milenios; porque un día delante del Señor es como mil años.
Y los días postreros son: el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; y de estos tres días postreros, de los días postreros ya han transcurrido dos: quinto y sexto milenio, y solamente nos queda el Día Postrero, o sea, el séptimo milenio. Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues ya estamos en el séptimo milenio, en el Día del Señor, en el Día Postrero, para el cual Cristo dijo: “Y Yo le resucitaré en el Día Postrero”.
Así que, en algún momento, en algún año del Día Postrero, del séptimo milenio, los muertos en Cristo serán resucitados y nosotros los que vivimos seremos transformados.
San Pablo, hablando de esa promesa de la resurrección de los muertos en Cristo y de la transformación de nosotros los que vivimos, en Primera de Corintios, capítulo 15, nos habla que será “en un abrir y cerrar de ojos, a la Final Trompeta; porque será tocada la Trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán primero en cuerpos incorruptibles, y nosotros los que vivimos seremos transformados”12.
Esa es la promesa para todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, para los que ya han partido y también para lo que estamos vivos en este Día Postrero. Si ya han partido, pues serán resucitados en cuerpos eternos; y si estamos vivos, pues seremos transformados cuando los muertos en Cristo resuciten; seremos transformados y entonces tendremos el cuerpo eterno. Esa promesa es para ser cumplida ¿cuándo? En el Día Postrero, en algún año del Día Postrero.
Así que vean ustedes las grandes bendiciones que hay para todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, que han vivido en el pasado, y para los que estamos viviendo en este tiempo final: es la promesa de la adopción, en donde Él en este Día Postrero nos da gracia para ser transformados en este Día Postrero, para ser adoptados en el Reino de Dios.
Así que, amados amigos y hermanos presentes, estemos preparados escuchando la Voz de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; porque pronto los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios que han partido, serán resucitados en cuerpos eternos, y estarán visitándonos aquí a nosotros en la América Latina y el Caribe; porque es el territorio donde se está cumpliendo la Edad de la Piedra Angular y donde se ha abierto la Dispensación del Reino, y donde Cristo está en Espíritu Santo manifestado por medio de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Es este el territorio donde la Edad de la Piedra Angular se está cumpliendo, donde el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo se está cumpliendo, se está construyendo; y por consiguiente, este es el territorio que tendrá los santos que estarían escuchando la Voz del Hijo del Hombre, la Voz de Jesucristo, la Gran Voz de Trompeta, por medio de Su Ángel Mensajero, para recibir la fe para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Por eso es que Él nos llama y nos coloca en la Edad de la Piedra Angular. Esta es la edad que tiene la promesa de la transformación para todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo de la Edad de la Piedra Angular; y es a la parte del Lugar Santísimo del Cuerpo Místico de Cristo —representada en la Edad de la Piedra Angular— a donde vendrán los santos de las edades pasadas cuando resuciten en ese cuerpo eterno.
O sea que la América Latina tiene una gran convención o una gran reunión de escogidos de Dios: de las edades pasadas, los cuales han partido, los cuales regresarán en este Día Postrero en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y estaremos todos con el cuerpo eterno y en el cuerpo eterno; y todos estaremos jovencitos, con un cuerpo eterno, para vivir por toda la eternidad sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Con ese cuerpo es que iremos a la Cena de las Bodas del Cordero, en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial.
Ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN Y LA GRACIA PARA SER ADOPTADOS”. Hemos visto toda esa labor que Cristo hizo en Su Primera Venida, y el beneficio producido para cada uno de nosotros que vivimos en este tiempo y para los creyentes en Cristo que vivieron en el pasado.
Y hemos visto también cómo para este tiempo final Él nos daría la fe para ser transformados y raptados, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero; nos daría la revelación, la revelación de la Segunda Venida de Cristo viniendo a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, velado y revelado por medio de Su Ángel Mensajero; Cristo viniendo en Espíritu Santo, en Su Ángel Mensajero manifestado, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y revelándonos el misterio de Su Venida en este Día Postrero como León de la tribu de Judá y como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Y así es como obtenemos la fe, la revelación, del rapto; que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo en este Día Postrero, a Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular; edad que se está cumpliendo ¿dónde? En la América Latina y el Caribe.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN Y LA GRACIA PARA SER ADOPTADOS”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y dejo nuevamente con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte dándole gracias a Jesucristo por Sus bendiciones en este Día Postrero.
Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN Y LA GRACIA PARA SER ADOPTADOS”.
[Revisión marzo 2022]
1 Daniel 9:24-26
2 San Juan 1:29, 1:36
3 San Juan 3:14-15
4 Mt. 20:18-19, Mr. 10:33-34, Lc. 18:31-33
5 1 Corintios 15:3-4
6 San Mateo 27:25
7 San Juan 3:3
8 San Juan 3:4-5
9 San Juan 8:58
10 San Juan 10:16
11 San Juan 10:11
12 1 Corintios 15:51-52