El misterio de la resurrección del Señor Jesucristo

Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes, y también los que están a través de internet y a través de la televisión.

Que las bendiciones de Jesucristo nuestro amado Salvador sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y en esta ocasión nos hable directamente a nuestra alma, y nos enseñe el misterio de Su resurrección dos mil años atrás. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Hoy se conmemora la resurrección de nuestro amado Señor Jesucristo; lo cual fue un misterio dos mil años atrás, pero que por medio del Espíritu de Dios fue dado a conocer a través de Sus apóstoles este misterio de la resurrección de Cristo y lo que significa la resurrección de Cristo para todos nosotros.

Leemos en San Mateo, capítulo 28, verso 1 en adelante, donde dice:

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.

Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella.

Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.

Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos.

Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.

No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.

E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.

Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,

he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.

Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita comprender Su resurrección dos mil años atrás.

“EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO”.

Nuestro amado Señor Jesucristo estuvo en diferentes ocasiones diciendo que Él iba a morir; que iba a ser tomado preso, iba a ser juzgado, iba a ser condenado a la muerte e iba a ser crucificado[1], que era la pena máxima que se dictaba sobre una persona.

Era la crucifixión la pena máxima, como decir en algunos países la silla eléctrica; así también era la pena máxima de la cruz o de la crucifixión.

Y esta fue la pena máxima que le echaron a Cristo por decir que era el Hijo de Dios. Pues el sumo sacerdote le había preguntado a Jesús cuando lo estaban juzgando: “¿Eres Tú el Hijo del Dios viviente?”. Y Él le dijo: “Tú lo has dicho”. El sumo sacerdote, en vez de dar gloria a Dios, rasgó sus vestidos y dijo: “¡Ha blasfemado!”[2].

Por decir la verdad y decir que era el Hijo de Dios, fue tomado como una blasfemia estas palabras fieles y verdaderas de nuestro amado Señor Jesucristo.

El sumo sacerdote, rechazando esta verdad y diciendo que era una blasfemia, le dijo al Concilio del Sanedrín: “Ya ustedes lo han oído. ¿Qué dicen ustedes?”. Ellos dijeron: “¡Es digno de muerte!”. Aunque no todos estaban de acuerdo; pues hubo allí algunos como Gamaliel, José y también Nicodemo, que no estaban de acuerdo; pero la mayoría estuvo de acuerdo, y lo sentenciaron a muerte.

Pero por cuanto no podían ejecutar a una persona sino el imperio romano, pidieron al imperio romano que lo ejecutara en la cruz; y le fue concedida su petición.

Aunque Pilato no quería crucificarlo; pero se vio en peligro la posición de gobernador, y prefirió una posición política que colocarse al lado de Cristo y estar dispuesto a perder su posición social y política en medio del imperio romano, en medio del reino de los gentiles. Pilato allí hizo su propia elección; él tenía la autoridad de parte del gobierno romano de ejecutar a una persona, ordenar la ejecución de una persona o no ordenarla. Y por amor a su posición política ordenó la crucifixión de Cristo; pues los judíos, cuando vieron que Pilato quería soltar a Jesús, le dijeron: “Si tú te haces amigo de otro rey, de otra persona, no eres amigo del César. Nosotros tenemos un rey, que es César”[3], dijeron los hebreos; cuando allí estaba el Rey de los judíos: nuestro amado Señor Jesucristo. Cambiaron el Rey de los judíos por el rey de los gentiles, del imperio romano en aquel tiempo.

Y ahora, vean todos los problemas y persecuciones que vinieron de parte del rey de los romanos, del rey de los gentiles, el cual ellos proclamaron que era su rey: les trajo más adelante la destrucción de Jerusalén y del templo.

Y ahora, vean ustedes cómo no funciona para el pueblo hebreo un rey del reino de los gentiles, no funciona para el pueblo hebreo un rey perteneciente al imperio de los gentiles, en ninguna de sus etapas. El más que favoreció al pueblo hebreo fue Nabucodonosor, y después algunos reyes del imperio medo-persa; pero luego, los demás reyes encontramos que trataron al pueblo hebreo con dureza.

Ahora, vean ustedes cómo para el pueblo hebreo quien único funciona como rey para bendecirlos es la Simiente de David, el Hijo de David. Para que el pueblo hebreo sea bendecido por un rey, tiene que ser el Rey de reyes y Señor de señores, tiene que ser el Hijo del Hombre e Hijo de David; y allí lo tenían en medio de ellos, y lo rechazaron.

Ahora, el pueblo hebreo pidió la crucifixión de Cristo; pero Cristo había ya anunciado —mucho tiempo anterior a ese momento— que Él sería crucificado, pero que al tercer día Él resucitaría.

Ahora, ¿qué es una resurrección? Resurrección es restauración. Una persona ser restaurada a la vida luego que ha muerto es la resurrección para esa persona. Así que resurrección y restauración significan lo mismo.

Y ahora, veamos cómo en la Escritura tenemos la promesa de la resurrección del Mesías; porque a la mitad de la semana setenta, o sea, a los tres años y medio de la semana setenta (los primeros tres años y medio), la vida le sería quitada al Mesías, conforme a las setenta semanas de la profecía de Daniel[4].

Cada semana de estas setenta semanas proféticas, cada semana representa siete años; pues una semana tiene siete días, y como son setenta semanas proféticas, cada semana consta de siete años; por lo tanto, son… (7×7 = 49), o sea que son 490 años las setenta semanas de Daniel, en donde Dios estaría tratando con el pueblo hebreo.

Cuando Cristo comenzó Su ministerio estaba comenzando la semana número setenta; y a los tres años y medio de Su ministerio ya se encontraba a la mitad de esa semana, en donde Él tenía que morir.

Ahora, esto es un misterio: que haya venido el Mesías en medio del pueblo hebreo conforme a las profecías y que tenga que morir después de haber venido.

Es que la raza humana había caído en el Huerto del Edén, había caído de la vida eterna; por lo tanto, Cristo tenía que venir en carne humana. Eso sería la Divinidad en carne humana, Dios, el Ángel del Pacto en carne humana, para por medio de ese cuerpo de carne llevar a cabo el Sacrificio por el pecado para nuestra reconciliación con Dios; lo cual fue tipificado en los sacrificios que el pueblo hebreo efectuaba: como el sacrificio de la Pascua (el cordero pascual) y también el sacrificio del macho cabrío; y todos los demás sacrificios que el pueblo hebreo ofrecía a Dios estaban apuntando hacia el Mesías en Su Primera Venida. Por lo tanto, Jesús sabía que tenía que morir a la mitad de la semana número setenta.

Juan el Bautista también sabía estas cosas; y Juan el Bautista, cuando presentó a Jesús como el Mesías, dijo al pueblo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[5]. ¿Y cómo podía quitar el pecado del mundo si permanecía vivo? No podía.

Así como los sacrificios: los corderitos y machos cabríos que el pueblo hebreo utilizaba para cubrir sus pecados con la sangre de esos animalitos, ¿cómo podía cubrir los pecados de las personas si no morían esos animalitos? Tenían que morir.

Y ahora, vean ustedes cómo todo fue tipificado en aquellos animalitos de sacrificio que el pueblo hebreo utilizaba. También los profetas Abraham, Isaac y Jacob los utilizaron; también Noé, también Enoc, también Adán; todos ellos ofrecían a Dios sacrificios de animalitos por el pecado, para cubrir sus pecados.

Vean ustedes, cuando Dios cubrió a Adán y a Eva con vestiduras, con túnicas de pieles[6]… Para poder una persona obtener pieles de un cordero o de una ovejita, tiene usted que sacrificar, matar esa ovejita, ese cordero. ¿Por qué? Porque usted no le va a quitar las pieles y a dejarlo sin pieles viviendo; tiene que quitar sus pieles al morir ese animalito. Y Dios cubrió el pecado de ellos (de Adán y Eva) con el sacrificio de ese animalito; y le dio pieles para cubrir su desnudez, las pieles del animalito que fue sacrificado.

Luego encontramos que más adelante Abel ofreció a Dios un sacrificio por el pecado; y fue un animalito, un corderito, que tomó de entre sus ovejas. Y también vino [Caín] para ofrecer a Dios una ofrenda, y tomó de los frutos del campo: tomó vegetales y frutas. Y Dios no miró con agrado el sacrificio o la ofrenda de Caín, pero miró con agrado la ofrenda de Abel[7].

Dice San Pablo en Hebreos, capítulo 11, que por fe Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el de Caín.

Porque no importa lo que usted pueda ofrecer a Dios por el perdón de sus pecados; nada es más importante y nada es aceptado delante de Dios excepto el Sacrificio de un Cordero por el pecado, que es Jesucristo. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, dijo Juan el Bautista.

Y con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario se efectúa el Sacrificio por el pecado, para quitar…; no para cubrir el pecado, como sucedía con los sacrificios de aquellos animalitos, que su sangre cubría el pecado, y así Dios no veía esos pecados; pero estaban allí.

Por eso es que Dios cuando habla acerca de Enoc, Noé y todas esas personas, y Abraham, y el pueblo hebreo, los menciona como justos y no ve pecados en ellos: porque estaban cubiertos con la sangre de esos animalitos que eran sacrificados; pero el pecado estaba allí, pero cubierto a la vista de Dios.

Pero con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, los que estaban en el Paraíso (Abraham y todas las personas que estaban en el Paraíso, y los santos antes de Abraham), de Adán en adelante, todos ellos con el Sacrificio de Cristo recibieron la liberación de sus pecados, fue quitado el pecado de ellos. Y con ese mismo Sacrificio es quitado el pecado de todo ser humano que lo recibe como su Salvador.

Tenemos un Sacrificio por el pecado más excelente que los sacrificios de animalitos. Ellos solamente eran el tipo y figura de Cristo siendo sacrificado en la Cruz del Calvario; y por cuanto ellos fueron el tipo y figura (o sea, la sombra), era lo que simbolizaba a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; ellos eran el tipo y figura, pero el antitipo era Cristo.

Y cuando el pueblo tenía los sacrificios de los animalitos, tenía algo que no era perfecto, pues no podía quitar sino solamente cubrir el pecado; pero cuando vino lo que es perfecto, cuando vino el Cordero perfecto de Dios, entonces lo que era en parte fue quitado. Y de la muerte de Cristo en adelante no se requieren ni se necesitan más sacrificios de animalitos para cubrir el pecado, porque tenemos un Sacrificio perfecto que no cubre el pecado, sino que quita el pecado de la persona.

Encontramos que, en el año 70, conforme a las profecías de Jesús de la destrucción de Jerusalén y del templo, Jerusalén y el templo fueron destruidos por el general romano Tito en el año 70. Y el pueblo hebreo de ahí en adelante no ha tenido templo para efectuar el sacrificio del macho cabrío y llevar la sangre de esa expiación, de la expiación, al lugar santo, y colocarla sobre el asiento de misericordia en el templo; y el pueblo hebreo como nación tampoco ha recibido a Cristo como su Salvador, por lo tanto, sus pecados han estado al descubierto delante de Dios.

Y por esa causa el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo. La paga del pecado es muerte[8]; y vean ustedes cómo la muerte ha estado azotando al pueblo hebreo por estos dos mil años aproximadamente que han transcurrido: porque sus pecados han estado descubiertos delante de Dios; ni siquiera han estado cubiertos con la sangre de esos sacrificios que se efectuaban allá en el templo. Por lo tanto, el pueblo hebreo ha estado en enemistad contra Dios.

Y ahora, la única forma para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios es por medio del Sacrificio del Macho Cabrío; como se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo, allí en el templo de Jerusalén.

Y ahora, encontramos que el pecador tenía que confesar sus pecados, y el sumo sacerdote confesar también los pecados del pueblo sobre ese sacrificio; y basado en ese sacrificio buscar la reconciliación del pueblo hebreo con Dios y de Dios con el pueblo hebreo.

Y ahora, para el pueblo hebreo eso se convertirá en una realidad en este tiempo final; pues ya el Sacrificio de la Expiación se efectuó hace dos mil años aproximadamente allá en la Cruz del Calvario.

Y el pueblo hebreo como nación en este tiempo final obtendrá la bendición de la reconciliación (del pueblo hebreo, de Israel) con Dios. Y por esa causa obtendrá la bendición de Dios y el glorioso Reino Mesiánico, en donde el Hijo de David se sentará sobre el Trono de David; el Mesías, el Cristo, el Ungido, se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y ese Reino Mesiánico será un Reino a nivel mundial; ese será el Reino o Imperio del Mesías, el cual no tendrá fin. Así que Israel tendrá una restauración, que es una resurrección, como nación.

Por eso es que Dios habla por medio del profeta Oseas, en el capítulo 6, acerca de Israel; y dice así… Capítulo 6, verso 1 al 3, dice el profeta Oseas:

Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”.

Ahora vean aquí la promesa de la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Señor, para el pueblo hebreo. La promesa aquí es que después de dos días, al tercer día o en el tercer día, dice: “Nos resucitará, y viviremos delante de él”.

Hemos tenido, a través de estos dos mil años que han transcurrido, dos días delante de Dios; “porque un día delante de Dios es como mil años, y mil años como un día”[9]. Estos dos mil años que han transcurrido (si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues ya han transcurrido), delante de Dios son solamente dos días.

Y estamos ya viviendo en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, que es el tercer día de los tres días postreros, es el tercero, en donde Dios resucitará como nación al pueblo hebreo, a la nación hebrea; y establecerá Su Reino, Su Trono, Su Gobierno, en medio del pueblo hebreo: se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las demás naciones. Allí estará como Hijo del Hombre e Hijo de David; pues Él viene como Hijo del Hombre e Hijo de David en este tiempo final. Y esto es para el tercer día, en donde resucitará como nación, le dará vida como nación al pueblo hebreo.

De esto también habló el profeta Ezequiel, en el capítulo 37, diciéndonos de la siguiente manera… Vamos a ver… capítulo 37, versos 1 en adelante, dice:

La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.

Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.

Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.

Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.

Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis”.

¿Por qué dice que hace entrar espíritu en ellos, y vivirán? Porque el cuerpo sin el espíritu está muerto; se requiere que el cuerpo tenga dentro el espíritu para poder estar vivo. Así como la fe sin obras es muerta[10].

Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.

Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.

Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu”.

Y el cuerpo sin espíritu está muerto. Y la nación hebrea, sin el Espíritu de Dios en medio de ellos manifestado, está muerta como nación.

Pero ya está allí un poderoso Ejército, una nación poderosa, pero le falta el Espíritu de Dios manifestado en medio de ella, en el cumplimiento de la promesa del Día Postrero, en el cumplimiento de la promesa mesiánica; porque con la Venida del Mesías al pueblo hebreo, sentándose en el Trono de David, tendrá allí el Espíritu de Dios manifestado; y será una nación con espíritu, con el Espíritu de Dios reinando en medio del pueblo hebreo, y reinando sobre todas las naciones.

Sigue diciendo:

“Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán”.

¿Por qué dice que venga de los cuatro vientos? Porque de los cuatro vientos Él está llamando y juntando a todos Sus escogidos en el Día Postrero.

Dice el Señor Jesús en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31…, nos dice en el verso 31: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”. ¿De dónde? Vamos a ver: San Mateo 24:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Ahí está el Espíritu de Dios manifestado en Sus Ángeles; por lo tanto, tiene que regresar al pueblo hebreo luego que haya llamado y juntado a Sus escogidos de entre los gentiles, para luego llamar y juntar a los escogidos del pueblo hebreo.

“Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”.

Esto es lo que estará sucediendo cuando el Espíritu de Dios regrese al pueblo hebreo.

Porque el Espíritu de Dios ha estado viajando entre los gentiles de edad en edad y de mensajero en mensajero, llamando y juntando a Sus escogidos de entre los gentiles, los cuales pertenecen al Israel celestial; son simiente de Abraham, la simiente celestial de Abraham. Esos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo que recibirían a Cristo como su Salvador, lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo, en la Sangre del Cordero, y recibirían Su Espíritu Santo; y así se efectuaría en ellos el nuevo nacimiento; y así entrarían a formar parte del Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso es que San Pablo y los demás apóstoles nos enseñan que nosotros hemos muerto con Cristo cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, y hemos resucitado también con Cristo cuando Él resucitó.

Porque así como Leví diezmó a Melquisedec, y todavía no había nacido cuando Abraham diezmó a Melquisedec; y aun Abraham todavía no tenía a su hijo Isaac, y ya Leví estaba diezmando a Melquisedec: porque estaba en los lomos de Abraham[11].

Y ahora, vean ustedes, ¿nosotros dónde estábamos? Estábamos en Cristo. Cuando Él murió estábamos muriendo con Él; cuando Él fue al infierno estábamos con Él también allí; y cuando Él resucitó, resucitamos con Él; y cuando Él ascendió al Cielo, nosotros ascendimos con Él al Cielo también, y fuimos colocados en lugares celestiales en Cristo Jesús[12].

Y ahora, vean ustedes todo lo que ha sucedido con los escogidos de Dios, los cuales, vean ustedes, estábamos en Dios desde antes de la fundación del mundo; y luego, cuando Dios se hizo carne, pues estábamos en Dios hecho carne; y hacia donde Él fuese íbamos también nosotros en Él.

Y ahora, vean ustedes cómo por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario Él nos limpió de todo pecado; y Él resucitó, y resucitó para nuestra justificación[13].

Cuando una persona es justificada, esa persona queda como si nunca antes hubiera pecado. Eso es ser justificado delante de Dios: como si nunca antes hubiera pecado.

Y ahora, vean cómo todo primogénito pasa por esto mismo, por lo cual pasó nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver que Cristo está representado en Jacob también: en Jacob como individuo y en Jacob (que es Israel) como nación también. Por eso encontraremos en la Escritura que Dios dice, hablando del pueblo hebreo, dice:

[Éxodo 4:22] “Israel es mi hijo, mi primogénito”.

Y todo primogénito de Dios pasa por las mismas etapas.

Vean ustedes, en Jacob (el cual luego recibió un nombre nuevo; el nombre nuevo fue Israel) está representado el pueblo hebreo, y está simbolizada la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel celestial; y está simbolizado, representado, Jesucristo también. Por eso, vean ustedes cómo por las mismas etapas que pasó Jacob pasa el pueblo hebreo, pasa Jesús y pasa la Iglesia del Señor Jesucristo.

Encontramos que Jacob, cuando está regresando a la tierra prometida, lo encontramos surgiendo a una resurrección; porque resurrección es una restauración; está siendo restaurado a la tierra prometida. Y obtiene Jacob la visita del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová; y lucha con el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto; y el Ángel le dice: “Suéltame, porque tengo que irme; ya raya el alba”[14]. Recuerden que en la mañana es que viene la bendición grande para todo primogénito de Dios.

Ahora, Jacob le dice: “Yo no te soltaré hasta que Tú me bendigas”. Él sabía que este Varón era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual lo podía bendecir. Él no quería enfrentarse a su hermano Esaú sin tener la bendición de Dios.

Y Esaú, miren ustedes, para el tiempo final será el imperio de los gentiles en los pies de hierro y de barro cocido, que tiene la parte religiosa y la parte política; o sea que Esaú representa al anticristo con su imperio.

Pero Jacob no se quiere enfrentar a Esaú sin antes recibir la bendición del Ángel de Jehová, para obtener la victoria y entrar en paz a la tierra prometida, y ser restaurado en la tierra prometida.

Ahora, el Israel terrenal en este tiempo final tendrá un encuentro con ese mismo Ángel, el cual estará en la Tierra manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.

El Ángel del Pacto que le apareció a Jacob, ¿saben quién es? El mismo que le había apareció a Abraham. Es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

“Antes que Abraham fuera, Yo soy”, dijo Jesús. Y también Él había dicho: “Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó” [15].

Esto fue cuando se encontró con Elohim el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y Abraham le ofreció una buena comida, un buen almuerzo; y Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel comieron con Abraham; y Abraham estaba allí muy gozoso: recibió allí también la reconfirmación de la venida del hijo prometido. Y también recibió Abraham, más adelante, vean ustedes, recibió también más adelante la revelación de las cosas que iban a suceder sobre Sodoma y Gomorra[16], que representan el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido.

Y ahora, este mismo Elohim que le apareció a Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra es el mismo Melquisedec que le había aparecido mucho antes, al cual Abraham había pagado sus diezmos[17].

Y ahora, en el Nuevo Testamento aparece vestido de carne humana con el velo de carne llamado Jesús; porque en ese velo de carne estaba escrito el Nombre del Ángel del Pacto que usaría para llevar a cabo la Redención en la Cruz del Calvario. Porque Él escribe sobre Su vestidura de carne Su Nombre correspondiente a la manifestación que Él tiene como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.

En Apocalipsis nos habla (en el capítulo 19) que el Verbo viene para el tiempo final con un Nombre Nuevo escrito en Su vestidura; pero eso es para Su Segunda Venida. Y ese es el Nombre Nuevo del Señor.

Recuerden que el primogénito pasa por esas etapas. Israel como individuo, o sea, Jacob como individuo, vean ustedes, pasó por esas etapas; y cuando no soltaba al Ángel, el Ángel lo hirió en el encaje de su muslo (ahí en la cadera) y se descoyuntó, pero Jacob no lo soltaba. Y el Ángel le dijo: “¿Cuál es tu nombre?”. Jacob le dice: “Jacob”. El Ángel le dice: “No se llamará más tu nombre – no se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado, has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido”.

Vean ustedes que la bendición es para el Vencedor; y por eso dice: “Al que venciere, Yo le daré una Piedrecita blanca, y en ella escrito un Nombre Nuevo, que ninguno conoce sino aquel que lo recibe”[18]. Esa Piedrecita blanca es la Segunda Venida de Cristo, es la Piedra no cortada de manos en Su Segunda Venida, que viene con un Nombre Nuevo.

Y alguien… habrá un Vencedor en la Tierra, alguno de los mensajeros de la Iglesia de Jesucristo será el Vencedor que recibirá a Cristo en Su Segunda Venida y obtendrá esa Piedrecita blanca.

También dice: “Al que venciere, Yo le daré la Estrella de la Mañana”[19]. ¿Ven? Le dará la Piedrecita blanca y le dará la Estrella de la Mañana. Ambas cosas representan, simbolizan, la Segunda Venida de Cristo; la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo envuelto en una nube, con el arco iris sobre Su cabeza (alrededor de Su cabeza), con Sus ojos como llama de fuego, y Sus pies como bronce bruñido, y en Su mano un Librito abierto[20].

Ahora, vean ustedes que el Vencedor, o sea, el mensajero que estará en el Día Postrero dándole el Alimento a tiempo a los hijos e hijas de Dios, será el que verá y recibirá a Cristo en Su Segunda Venida; y recibirá la bendición de recibir la Piedrecita blanca, que es la Segunda Venida de Cristo; y recibir la Estrella resplandeciente de la Mañana, que es la Segunda Venida de Cristo; y recibir también así el Sol naciente, que es la Segunda Venida de Cristo; por eso viene con Su rostro como el sol.

Y ahora, para el Día Postrero estará un Ángel Mensajero de los ángeles mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Él, para las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, en el Lugar Santo de Su Templo espiritual, tuvo siete ángeles mensajeros; y para el Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular del Templo espiritual de Cristo, tendrá un Ángel Mensajero: ese es el Ángel del Señor Jesucristo, que le dio a Juan la revelación del libro del Apocalipsis.

Y ahora, ¿quién será el siervo fiel y prudente?, ¿quién será el Ángel Mensajero fiel y prudente, al cual su Señor puso sobre toda Su Casa, sobre todos Sus bienes, sobre toda Su Familia, para que les dé el Alimento a tiempo, el Mensaje correspondiente al tiempo final?

Pues a todos les dio el Alimento para repartirlo en la edad correspondiente. Pero ¿cuál será el siervo fiel y prudente, el Ángel Mensajero de Jesucristo fiel y prudente, que le estará dando el alimento espiritual a la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero? Ya no pueden ser ninguno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, porque ya ese tiempo pasó; esas siete edades ya pasaron, y los ministerios de los siete ángeles mensajeros también ya pasaron.

Y ahora solamente queda la Edad de la Piedra Angular, que es la edad que representa el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, en el territorio que corresponde la construcción de esa parte del Templo espiritual de Cristo, que es la América Latina y el Caribe. Así como cada edad tuvo un territorio donde se llevó a cabo esa edad, y donde Dios envió al ángel mensajero; al ángel mensajero…

Y ahora, ¿dónde enviará al Ángel Mensajero Jesucristo?, ¿a Su Ángel Mensajero dónde lo enviará? Pues a donde esté el pueblo que tiene que ser llamado y juntado con la Gran Voz de Trompeta, para Cristo construir el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Porque un templo sin el lugar santísimo no puede ser un templo para Dios; porque el lugar santísimo es el lugar donde Dios mora y desde donde Dios se manifiesta en ese templo.

Y ahora, la América Latina y el Caribe es el territorio que tiene el privilegio de la manifestación de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, llamando con Gran Voz de Trompeta a todos los escogidos de Dios, y colocándolos (¿dónde?) en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y las personas que son llamadas y juntadas son colocadas en la parte más importante del Templo de Jesucristo; son las personas más privilegiadas de todos los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo.

Y el mensajero que le toca alimentar a los escogidos de Dios en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo con el Maná escondido es el mensajero más privilegiado de todos los mensajeros de nuestro amado Señor Jesucristo; porque ese es el que ve y recibe a Cristo en Su Segunda Venida: recibe esa Piedrecita blanca que es Cristo, la Piedra no cortada de manos, viniendo con un Nombre Nuevo; es el que recibe la Estrella resplandeciente de la Mañana, le da la bienvenida con los escogidos que estarán en el Cuerpo Místico de Cristo bajo el ministerio de ese Ángel Mensajero.

Y ese Ángel Mensajero, como también todos los escogidos de Dios del Día Postrero, como los escogidos de Dios y los mensajeros de Dios de las siete edades de la Iglesia gentil, son primogénitos de Dios.

Y ahora vean ustedes, como individuos y como Cuerpo Místico de creyentes son primogénitos de Dios.

La Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes es la Iglesia primogénita de Dios; por lo tanto, ha tenido que pasar por las mismas etapas que pasó Jacob, que ha pasado el pueblo hebreo y que pasó nuestro amado Señor Jesucristo: Apareció en la Tierra, nació en la Tierra el Día de Pentecostés; y luego, más adelante, murió, tuvo una muerte en las edades del oscurantismo; pero luego, para este tiempo final, estaría restaurada.

Y en este tiempo final, encontramos que en el tercer día (recuerden que el tercer día es muy importante)… La Iglesia del Señor Jesucristo ha pasado por dos días: quinto milenio y sexto milenio; y ahora se encuentra en el tercer día, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene; y ese tercer día está comenzando, o sea, está amaneciendo ese tercer día, que es el Día Postrero y que es también el séptimo milenio.

Y Cristo dijo a los creyentes en Él, en el capítulo 6 de San Juan, versos 39 al 40:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Aquí tenemos la promesa de la resurrección de los muertos en Cristo para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio; “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”. Y San Pedro en su segunda carta, capítulo 3, verso 8, da testimonio de esta verdad; y también el profeta dispensacional Moisés, en el Salmo 90 y verso 4, dio testimonio también de esta verdad.

Y ahora, yo les doy testimonio de esta verdad divina; y les muestro por las Escrituras que el Día Postrero, para el cual Cristo dice que resucitará a los creyentes en Él que han muerto, les doy testimonio que es el séptimo milenio.

Ese también es el tercer día para el pueblo hebreo, para el Israel terrenal, y también para el Israel celestial. Ese es el tercer día de los tres días postreros: quinto milenio es el primer día de los tres días postreros, sexto milenio es el segundo día de los tres días postreros, y séptimo milenio es el tercer día de los días postreros delante de Dios.

Y ahora hemos comprendido lo que son los días postreros; y por eso podemos comprender el por qué San Pablo y San Pedro dijeron que Dios había hablado por los profetas y luego habló por Jesucristo (¿cuándo?) en los días postreros[21]. Y ya han transcurrido dos mil años, y no hubo ninguna equivocación cuando Pedro y Pablo dijeron que los días de Jesucristo y los días del bautismo del Espíritu Santo —el Día de Pentecostés— eran los días postreros.

Es que los días postreros delante de Dios para los seres humanos son los milenios postreros, que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Y cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros.

Y ahora, vean ustedes cómo la Iglesia del Señor Jesucristo, como el pueblo hebreo, han estado pasando durante estos días postreros por una etapa de muerte, bajo persecuciones y bajo circunstancias contrarias al pueblo hebreo y también a la Iglesia de Jesucristo; pero la promesa de Dios por medio del profeta Oseas es que Dios nos dará vida después de dos días: después del quinto milenio y sexto milenio Él les dará vida a todos Sus primogénitos.

Él le dará vida al pueblo hebreo como nación primogénita delante de Dios, porque Él dice: “Israel es Mi primogénito; es Mi hijo, Mi primogénito”. Y la única nación sobre este planeta Tierra que ha existido a la cual Dios le ha llamado Su hijo es el pueblo hebreo, como nación. Y por consiguiente, ha tenido que pasar por esas etapas como nación después de haber nacido: ha tenido que pasar por esa etapa de muerte; pero en la actualidad se encuentra en la etapa para una restauración total, para una resurrección total.

Ya todas las cosas que deben suceder para la resurrección del pueblo hebreo como nación han estado encajando cada una en su lugar, para pronto el pueblo hebreo, como nación, ser el pueblo primogénito de Dios, el pueblo terrenal primogénito, el pueblo terrenal cabeza de todas las naciones; porque en medio de la nación hebrea el Mesías estará como Rey de reyes y Señor de señores sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Y cuando el Mesías esté en medio del pueblo hebreo y sea recibido por el pueblo hebreo, ¿qué estará recibiendo el pueblo hebreo? Estará recibiendo ese Espíritu de Dios, al cual Dios le dijo al profeta Ezequiel que lo llamara: “Llámalo de los cuatro vientos”.

Porque estaría llamando y juntando a los escogidos (¿de dónde?) de los cuatro vientos: primeramente a los escogidos de entre los gentiles y después a los escogidos del pueblo hebreo, para una resurrección, una resurrección de los escogidos —como individuos— del pueblo hebreo que han partido; o sea, una resurrección de los escogidos del pueblo hebreo, de los 144.000; una resurrección como nación; y luego tendrán una resurrección al final de la gran tribulación, porque la bestia los va a matar y luego resucitarán; pero primero han tenido una resurrección como nación, y una resurrección espiritual como individuos y como nación también.

Ahora, vean ustedes que antes de cumplirse una resurrección literal, física, tiene que cumplirse una resurrección espiritual.

Ahora, el Israel celestial, que es la Iglesia de Jesucristo para este tiempo final, como Cuerpo Místico de creyentes, como Iglesia, recibe una resurrección. Es restaurada la Iglesia del Señor Jesucristo, y tendrá a Cristo en su medio manifestado en toda Su plenitud; y Su Iglesia tendrá todo el poder manifestado en medio de Ella.

Por lo tanto, Cristo en y por medio de Su Iglesia estará obrando todo lo que Él ha prometido para este tiempo final; porque Cristo estará en medio de Su Iglesia manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, para esta restauración total de la Iglesia de Jesucristo, para ser colocada en la posición en que estaban Adán y Eva antes de la caída. Así serán colocados Cristo y Su Iglesia en este tiempo final, para tener el glorioso Reino Milenial, para estar en esa luna de miel de mil años.

Antes de eso vienen las Bodas del Cordero, que es la unión de Cristo con Su Iglesia, en donde los miembros del Cuerpo Místico de Cristo vienen a ser la Palabra, y la Palabra viene a ser carne en los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Y la Iglesia de Jesucristo, teniendo a Cristo manifestado en medio de Ella, se une a Cristo en esa manifestación; y eso viene a ser la unión de Cristo con Su Iglesia, las Bodas de Cristo con Su Iglesia.

Dice en la parábola de las diez vírgenes que a medianoche se oyó un clamor: “¡He aquí el esposo viene; salid a recibirle!”. Eso está en San Mateo, capítulo 25. Y salieron todas a recibir al esposo, las vírgenes prudentes y las vírgenes fatuas; pero las vírgenes fatuas no tenían aceite en sus lámparas, y sus lámparas ya se estaban apagando y estaban humeando; y dicen a las prudentes [verso 8]:

“Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

(Capítulo 25, verso 6 al 13, está esta parábola).

Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.

Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”.

La Puerta se cierra, vean ustedes, estando nosotros todavía aquí en la Tierra. La Puerta de la misericordia de la segunda dispensación se cierra estando la Iglesia de Jesucristo, las vírgenes prudentes, aquí en la Tierra, cuando hayan entrado con Cristo todos los escogidos de Dios a las Bodas, o sea, a esa unión, en donde ocurre un cambio de nombre para la que se casa.

Una joven con su novio mantiene su nombre de soltera; pero cuando se case, obtiene por heredad, por derecho, obtiene el nombre de su esposo. Y ahora, vean ustedes cómo desde el momento que se casa ya obtiene un nuevo nombre.

Así es para la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual tiene la promesa de recibir un nuevo nombre. Es con las Bodas del Cordero, las Bodas de Cristo con Su Iglesia, que Ella obtiene ese nuevo nombre; así como Jacob recibió un nuevo nombre cuando se agarró del Ángel de Jehová. Y la Iglesia del Señor Jesucristo se agarrará bien del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, que es Jesucristo manifestado en el Día Postrero en carne humana en Su Ángel Mensajero; y ahí recibirá un cambio de nombre, ahí recibirá un nombre nuevo.

Así como todo primogénito recibe… vean ustedes: nace, luego muere y luego recibe una restauración, o sea, una resurrección.

Ahora, vean ustedes cómo Jacob recibió un cambio de nombre, un nuevo nombre; y vean cómo Jesús cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo, recibió también un Nuevo Nombre. Y por eso dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

Cristo tiene un Nombre Nuevo, el cual recibió cuando obtuvo la victoria, cuando obtuvo la victoria y fue resucitado en el tercer día, en la mañana de ese tercer día.

Y es en la mañana del tercer día, del Día Postrero (que es el tercero de los tres milenios postreros, que es el tercero de los días postreros delante de Dios), en donde la Iglesia de Jesucristo se agarrará del Ángel del Pacto manifestado a través del Ángel de Jesucristo, y se unirá a Cristo manifestado en carne humana y obtendrá un nuevo nombre; obtendrá un nuevo nombre, el cual es el Nombre Nuevo del Señor, el cual trae esa Piedrecita blanca no cortada de manos.

Esa Piedrecita no cortada de manos de la profecía de Daniel, capítulo 2, verso 35 al 45, y de Apocalipsis, capítulo 2, verso 17; es la misma Piedrecita, pues es la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, esa es la Piedra que en el Día Postrero vendrá en el tiempo en donde el reino de los gentiles estará en los pies de hierro y de barro cocido; y con Su Venida el reino de los gentiles será quitado, desmenuzado, y será establecido el Reino de Dios en este planeta Tierra.

Porque esa Piedrecita, Cristo en Su Segunda Venida, crecerá y cubrirá toda la Tierra; esa Piedrecita crecerá y se formará un gran Monte que cubrirá toda la Tierra, o sea, un gran Reino, un gran Imperio que cubrirá toda la Tierra; porque el Imperio, el Reino de Jesucristo, ese Reino Milenial cubrirá toda la Tierra, gobernará sobre todo el planeta Tierra.

Ahora, todo esto es para el tercer día, que es el Día Postrero delante de Dios, el cual para nosotros es el séptimo milenio.

Es en el tercer día, el séptimo milenio, en que Cristo resucitará a los muertos en Cristo y nos restaurará a nosotros (todos) a la vida eterna con un cuerpo eterno; pues nosotros los que vivimos seremos transformados, y entonces tendremos un cuerpo glorificado como el de nuestro amado Señor Jesucristo; y así estaremos siempre con nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, este misterio de un Nombre Nuevo es sencillo. Pues, así como en una familia los hijos heredan el nombre, el apellido del padre, encontramos que nuestro Señor Jesucristo, siendo el segundo Adán, es el que nos ha dado vida eterna…; Él es el que ha producido el nuevo nacimiento en nosotros.

Y así como nosotros recibimos el nombre que nuestros padres nos dieron, y recibimos el apellido de nuestro padre y nuestra madre terrenal; ahora, para cuando tengamos el cuerpo eterno, nosotros tendremos el nombre que Dios determinó para nosotros desde antes de la fundación del mundo. Porque Él es nuestro Padre celestial, y ese nombre será el Nombre de nuestro Padre celestial.

Ese mismo Nombre tendrá la Nueva Jerusalén en la eternidad; ese es el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios en el Cielo, y ese es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo. Y ese es el Nombre que los nacidos de Dios pues recibirán; porque los nacidos de Dios recibirán el Nombre del que los engendró, que es Dios.

Y ahora, vean ustedes lo sencillo que es este misterio.

Está reflejado también en la familia. Por ejemplo, una persona puede decir: “Allí vive la familia Rodríguez, acá vive la familia Rivera, allá vive la familia Bermúdez, acá vive la familia Pérez”. ¿Por qué? Porque son descendientes (¿de quién?) del padre de la familia que tiene ese apellido; y por eso los hijos lo heredan. Hay que nacer en la familia para tener ese nombre de familia; es el nombre de familia.

Y ahora, vean ustedes cómo nuestro Señor Jesucristo recibió un Nombre Nuevo en el Cielo.

Y ahí no vamos a hablar mucho, porque ahí… Vamos a dejar todo quietecito ahí, porque es un tema que, si nos metemos más hondo, vamos a ver muchas cosas ahí que todavía deben permanecer tranquilitas ahí. Ya con lo que ustedes han oído por el momento tienen suficiente.

Ahora, vean que siempre se requiere, para una persona recibir el Nombre Nuevo, ser (¿un qué?) un primogénito, y tiene que pasar por estas etapas; y luego, al final, con esa resurrección y esa victoria, obtiene toda esa bendición.

Ahora, podemos ver este misterio y podemos ver que este misterio de la resurrección de Cristo abarca más de lo que uno a simple vista puede ver.

Con la muerte y resurrección de Cristo Él pagó el precio de la Redención; por lo tanto, Él efectuó la Redención para todos nosotros, pagando el precio allí con Su propio cuerpo, para que nosotros no tengamos que morir sino vivir eternamente.

Primeramente, se efectúa el nuevo nacimiento al creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y así obtenemos un nuevo cuerpo teofánico, un nuevo cuerpo, un nuevo espíritu, el cual es del Cielo, o sea, de la sexta dimensión.

Y para el Día Postrero obtendremos la segunda parte de la Redención, que es la redención del cuerpo físico; en donde obtendremos el cuerpo eterno que Dios desde antes de la fundación del mundo predestinó, ordenó, eligió y diseñó para cada uno de ustedes y para mí también.

No nos quejamos de estar viviendo en estos cuerpos mortales, porque es una experiencia única, en donde podemos mostrarle a Cristo que lo amamos y guardamos Sus mandamientos, y le servimos todos los días de nuestra vida, y trabajamos en Su Obra con amor divino. Y creemos en Su Primera Venida y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y lo recibimos como nuestro Salvador, y lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibimos Su Espíritu Santo; recibimos Su promesa: el cuerpo nuevo, el cuerpo teofánico.

Y en el Día Postrero, vean ustedes, habiendo ya recibido las arras de nuestra redención, de nuestra salvación —que es el cuerpo teofánico, el espíritu que viene de parte de Cristo—, en el Día Postrero recibiremos la plenitud y estaremos con la doble porción: estaremos con la porción del cuerpo teofánico y con la porción del cuerpo físico, los dos eternos: el cuerpo teofánico de la sexta dimensión eterno, y el cuerpo físico y glorificado eterno también, el cual recibiremos en este Día Postrero, en el tercer día; porque ese es el día para la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y para la transformación de nosotros en cuerpos glorificados.

Así como Cristo resucitó, y resucitó glorificado; vean ustedes, fue glorificado; y ahora podemos ver que Él tiene un cuerpo glorificado, y nosotros también tendremos un cuerpo glorificado; porque estábamos en Él, y por todas las etapas que Él pasó, pasamos nosotros también estando (¿dónde?) en Cristo.

Nuestras almas y nuestros espíritus teofánicos estaban en Cristo, y también nuestro cuerpo físico; así que todo nuestro ser: alma, espíritu y cuerpo; todo nuestro ser eterno ¿dónde estaba? En el Eterno, en Cristo.

Hemos tomado temporalmente este cuerpo físico y un espíritu del mundo cuando obtuvimos el nacimiento natural a través de nuestros padres; pero vean ustedes, Cristo está creando una nueva raza, una nueva raza con vida eterna, una raza eterna; una raza que tendrá un cuerpo teofánico eterno y un cuerpo físico glorificado y eterno para vivir por toda la eternidad, y reinar con Cristo mil años y luego por toda la eternidad.

Y esa raza será una super raza que gobernará este planeta Tierra completo con nuestro amado Señor Jesucristo. Una raza que no tendrá limitaciones; una raza perfecta con cuerpos perfectos y eternos, y con espíritus teofánicos perfectos y eternos, y con un alma perfecta que es parte de Dios.

Esa será la clase de seres más altos, o sea, del nivel más alto; no en estatura, sino del nivel más alto que Dios tendrá en Su Creación. Y el mismo Dios, teniendo un cuerpo igual (el cuerpo de Jesucristo glorificado), será parte de esa Nueva Creación.

Y Él es la cabeza de esa Nueva Creación, de esa raza, pues dice Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, hablando de Jesucristo, dice que es el principio de la Creación de Dios, de esta nueva raza que será perfecta; la cual, en el Día Postrero, que es el tercer día (de los tres días postreros, el tercero)…, en donde obtendrá la inmortalidad física obteniendo un cuerpo eterno.

Los que estamos vivos seremos transformados luego que los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos. Y ya ahí el Nuevo Nombre estará manifestado en toda Su plenitud en la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, y también en cada uno de los que estarán ya en perfección con un cuerpo perfecto y eterno.

Ahora, eso es la doble porción. Recibimos la primera porción: el nuevo nacimiento, recibiendo el Espíritu de Cristo, recibiendo el Espíritu teofánico de la sexta dimensión; y recibimos la otra porción al recibir el cuerpo nuevo.

Cuando los muertos en Cristo resuciten en el cuerpo nuevo, están recibiendo la otra porción que les faltaba, están recibiendo la redención del cuerpo físico; y luego nosotros los que vivimos, siendo transformados, estaremos recibiendo la doble porción; o sea, estaremos recibiendo la redención del cuerpo. Así tendremos un nuevo cuerpo glorificado, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Estamos viviendo en el tiempo en que de un momento a otro ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

El Domingo de Resurrección encontramos que Jesucristo se levantó de entre los muertos en la mañana. Y la mañana consta de tres horas, porque la mañana… La vigilia cuarta es la que corresponde a la mañana, y la cuarta vigilia es: la primera hora de 6:00 a 7:00 de la mañana, la segunda hora es de 7:00 a 8:00 de la mañana, y la tercera hora es de 8:00 a 9:00 de la mañana; ahí tenemos las tres horas que contiene la cuarta vigilia.

Jesucristo resucitó en la cuarta vigilia del día tercero, y fue un domingo.

Y ahora, vean ustedes, fue el primer día de la semana, el cual está representado o representa también la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, la Edad de la Piedra Angular estará representando la eternidad; por eso es que Cristo coloca a Sus hijos en la Edad de la Piedra Angular, que representa la eternidad. Y está representada la Edad de la Piedra Angular en el Domingo de Resurrección.

Y ahora, es en la Edad de la Piedra Angular en que la Iglesia de Jesucristo recibe una resurrección espiritual, una restauración, y recibirá también una restauración física también. Y los miembros de la Iglesia de Jesucristo recibirán una restauración, o sea, una resurrección, una restauración, a como era antes de la caída del ser humano: serán restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno; para lo cual los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.

San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, dijo:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

O sea, para el día de la redención del cuerpo, que es la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo.

Porque seremos restaurados a la vida eterna, con un cuerpo físico y glorificado eterno, y con un espíritu teofánico eterno también; y así seremos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo, seremos a imagen y semejanza de nuestro Señor Jesucristo. Y esto es para el Día Postrero, que es el tercer día de la resurrección de Cristo; o sea, es el tercer día en el cual Cristo resucitó.

Y ahora, vean que en ese tercer día —que fue domingo— un ángel descendió del Cielo, hubo un terremoto, y allí resucitaron los santos del Antiguo Testamento y también resucitó Jesucristo, y aparecieron a muchas personas en la ciudad de Jerusalén[22]. Miren todas las cosas que ocurrieron ese Domingo de Resurrección.

Y un Ángel… en algunos de los Evangelios menciona un Ángel[23], y en otros menciona dos Ángeles[24]. Es como decir: “El Señor enviará Sus Ángeles”, y luego decir: “El Señor enviará Su Ángel”.

Así que, vean ustedes, cuando Jesucristo también ascendió al Cielo estaban allí dos Ángeles de Dios, y les hablaron a los discípulos de Jesucristo[25].

Ahora, podemos ver que para este tiempo final todas estas cosas estarán sucediendo. Y miren lo que estará sucediendo en este tiempo final cuando los muertos en Cristo resuciten.

En aquel tiempo había descendido un Ángel del Cielo, y hubo un terremoto o temblor de tierra; y todas esas cosas sucedieron con la venida de ese Ángel.

Ahora, vean en la página 373 del libro de Los Sellos en español, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo:

215. Reconocemos que nos queda poco tiempo, y la Novia puede subir en cualquier momento. En cualquier momento es posible que el Cordero salga del Trono de Dios, donde se encuentra el Sacrificio. Luego allí será el fin. Ya no habrá esperanzas para el mundo; allí será su final. En ese tiempo la Tierra comenzará con sus contracciones violentas, que serán los terremotos y las tremendas sacudidas, como sucedió en el día de la resurrección de nuestro Señor. La misma cosa sucederá ahora cuando los santos aparezcan”.

La misma cosa sucederá cuando ¿quiénes aparezcan? Cuando los santos del Nuevo Testamento aparezcan resucitados en su cuerpo eterno.

[215]. La misma cosa sucederá ahora cuando los santos aparezcan. Señor, sabemos que puede ser en cualquier momento. Estamos esperando que llegue ese gran día de alegría. Padre, toma a Tus hijos bajo Tu brazo ahora mismo, junta los corderitos en Tu seno y aliméntalos con la Palabra, para que sean fortalecidos para servirte”.

Ahora vean lo que dice nuestro hermano Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo, que estará sucediendo cuando los muertos en Cristo resuciten. Ahí, vean ustedes cómo las grandes sacudidas para este planeta Tierra, y terremotos y un gran terremoto, sacudirá la Tierra.

Para el mundo habrá confusión, pero para la Iglesia de Jesucristo habrá gozo, habrá paz, habrá regocijo y habrá bendición del Cielo; y habrá una transformación para los que vivimos y una resurrección para los muertos en Cristo en cuerpos eternos.

Ahora vean cómo la resurrección de nuestro amado Señor Jesucristo, que fue un misterio dos mil años atrás, nos habla también, nos representa también lo que será la resurrección de los miembros de la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero, en el tercer día de los tres días postreros; y en el octavo día, que es la Edad de la Piedra Angular, la edad que viene… Después de la séptima edad de la Iglesia gentil viene la Edad de la Piedra Angular, la cual está representada en el día domingo y la cual también está representada en el año del jubileo.

El año del jubileo era el año 50, y también era el año festivo número 8; porque cada 7 años, el año séptimo era año de reposo, año sabático para la Tierra: ni se sembraba, ni se llevaban a cabo cosechas, sino que las personas vivían de lo que la tierra había producido los años anteriores, pues habían almacenado alimento para ese año número séptimo[26].

En el año sexto la tierra daba alimento al doble o al triple para así que tuvieran alimento para el año número siete, y también para el año número ocho, también tuvieran alimento; porque en el año número siete ni sembraban ni tampoco podían llevar a cabo cosechas.

Cuando digo “llevar a cabo cosechas” es que no podían cosechar. El dueño de una finca no podía hacer una cosecha para llevarla al mercado y venderla, sino que las personas vivían de lo que producía su finca, su herencia, su heredad; era para usar eso y no para llevarse a cabo cosechas como se hacía en los años anteriores; tampoco podían sembrar. Por lo tanto, el año número ocho no tendría alimento de la tierra, sino el que habían almacenado y el que nacía así de por sí de lo que había quedado de la siembra del año número seis o número sexto.

Y ahora, vean ustedes, eso sucedía así en esos ciclos que Dios le estableció al pueblo hebreo.

Y en el año número 49, ese era el año sabático número séptimo; pero para llegar al año sabático número séptimo tenían que transcurrir 49 años, y al año 49 era el año sabático número séptimo.

Y luego de eso llegaba el año número 50, que era el año del jubileo, donde se tocaba la trompeta del año del jubileo, el día diez del mes séptimo, y se proclamaba libertad en toda la Tierra: los esclavos salían libres, y el que había perdido una heredad o la había vendido la recuperaba sin pagar un solo centavo. El que tenía esa heredad, el cual no era dueño, tenía que entregarla o por las buenas o por las malas; porque era una Ley Divina.

Y en medio del pueblo hebreo las propiedades, las heredades, las fincas, tenían un precio de acuerdo a los años que faltaban para el año de jubileo.

Una propiedad a la cual le faltaban seis años para llegar el año del jubileo, valía más esa propiedad que cuando le faltaba un año para llegar el año del jubileo; porque el que compraba esa propiedad solamente podía usar esa propiedad un año, sembrar y sacar el provecho de un año; pero el que compraba esa propiedad seis años antes, tenía seis años para sacarle provecho; por lo tanto, le sacaba seis o siete veces el provecho, porque el año sexto producía el doble, así que le sacaba siete veces provecho.

Pero el que la compraba el año número sexto solamente le podía sacar el provecho del año número sexto, que era un provecho doble; pero no era tanto provecho como el que la compraba al principio, o sea, el que la compraba faltando seis años para el año del jubileo.

Ahora, podemos ver que todo eso es lo que ha estado cumpliéndose en el Programa Divino; y ahora hemos llegado al tiempo final.

El diablo ha tenido este planeta Tierra por seis mil años desde que le hizo un negocio a Adán y a Eva, un negocio sucio, en el cual le robó su herencia; pero el Título de Propiedad regresó a la diestra de Dios, que es el Libro de los Siete Sellos.

Y el diablo ha esclavizado a la raza humana, a tal grado que la mayor parte de los seres humanos viven para comer, trabajar y dormir; y alrededor de eso es que llevan toda su vida, sus estudios, sus trabajos; todo lo llevan alrededor de esa vida de esclavos: de comer, dormir y trabajar. La mayor parte de los seres humanos, esa es la rutina de su vida, para la mayor parte de los seres humanos; y alrededor de esa rutina es que giran sus trabajos, porque el trabajo del ser humano en su mayoría es para comer y para sus necesidades terrenales (¿ven?), para cosas terrenales.

Pero hay personas en este planeta Tierra (de edad en edad) que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, a los cuales les resplandece la Luz de Dios y les alumbra el entendimiento y el alma; y les hace comprender que no están aquí por mera casualidad, sino por causa de un Programa Divino que se está llevando a cabo aquí en la Tierra para dar vida eterna a las personas: haciendo contacto con la Vida Eterna, que es Jesucristo, el que murió en Jerusalén en la Cruz del Calvario y resucitó al tercer día, y se sentó a la diestra de Dios en el Cielo.

Una persona que no hace contacto con Jesucristo, la Vida Eterna, ha vivido no solamente en su cuerpo una vida animal…; porque esa es la clase de cuerpo que tenemos. Esto lo dice San Pablo aquí en… capítulo 15 de Primera de Corintios, versos 42 en adelante, dice:

Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.

Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.

Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”.

El primer cuerpo que recibimos nosotros (este que tenemos) es cuerpo animal. El segundo cuerpo que recibiremos, el cual recibirán los muertos en Cristo cuando resuciten, el cual es un cuerpo eterno: es cuerpo espiritual y celestial; es un cuerpo glorificado en el cual ellos vivirán por toda la eternidad; un cuerpo igual al cuerpo de Jesucristo. Y nosotros los que vivimos seremos transformados y tendremos también esa misma clase de cuerpo; ya no estaremos más en este cuerpo animal, terrenal, mortal y corruptible que tenemos, sino que tendremos un nuevo cuerpo.

Ahora, la persona que vive en esta Tierra y no se ocupa de las cosas del espíritu —porque dice la Escritura que el que se ocupa de las cosas de la carne (y el cuerpo es animal) se está ocupando ¿de qué? De las cosas del cuerpo animal; o sea, está ocupándose de las cosas que son correspondientes a esta etapa del cuerpo animal—, dice que morirá[27]. El que se ocupa de las cosas de la carne morirá, perecerá; obtendrá (¿qué?) corrupción, heredará corrupción. Pero el que se ocupa de las cosas del espíritu heredará vida eterna.

No podemos pasar por este planeta Tierra ocupándonos solamente de las cosas de la carne, las cosas de este cuerpo terrenal, sino de las cosas del espíritu, para así vivir conforme al espíritu y heredar vida eterna; y no vivir aquí en la Tierra como animales, sino como hijos e hijas de Dios.

Es importante despertar a la realidad de que estamos aquí en la Tierra a causa de un propósito divino, de un Programa Divino que Él está llevando a cabo; y tenemos que cumplir el propósito para el cual hemos llegado a este planeta Tierra enviados por Dios: para hacer contacto con el Programa Divino, entrar al Programa Divino y recibir el nuevo nacimiento, y en el Día Postrero recibir el cuerpo eterno.

Ahora, podemos ver que sigue diciéndonos San Pablo:

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”.

Pasamos por esta etapa y en este cuerpo animal; pero luego será la etapa más gloriosa, que será en un cuerpo eterno, en un cuerpo espiritual, celestial, glorificado, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso es tan importante creer en la Primera Venida de Cristo, Su muerte en la Cruz del Calvario como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo; y creer en Su resurrección y ascensión al Cielo, sentándose allí en el Trono de Dios, en el Lugar de Intercesión, haciendo intercesión por todos los hijos e hijas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; para así, se haga efectivo en nosotros el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y sean quitados nuestros pecados, no cubiertos sino quitados, borrados, y seamos así justificados como si nunca antes hubiésemos pecado; y así obtener el Espíritu de Cristo y obtener el nuevo nacimiento. Y en el Día Postrero obtener la transformación de nuestro cuerpo, si estamos aquí viviendo todavía en estos cuerpos cuando los muertos en Cristo resuciten.

Así que la resurrección de los muertos en Cristo, para los que estén vivos en ese momento, será señal de que la persona que es creyente en Cristo y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu Santo; y ha sido llamada y juntada por la Gran Voz de Trompeta con los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre, llamando y juntando a Sus escogidos con Gran Voz de Trompeta; para esas personas, la venida de los muertos en Cristo resucitados será señal de una transformación para nosotros.

Seremos transformados cuando veamos a los muertos en Cristo resucitados; luego estaremos aquí en la Tierra de 30 a 40 días; luego nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero; y luego regresaremos. Después de tres años y medio, en donde la Tierra estará pasando por la gran tribulación; luego regresaremos nosotros a la Tierra con Cristo, para el glorioso Reino Milenial de nuestro Señor, donde reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora, podemos ver: “EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO”.

Estamos representados en Cristo desde antes de la fundación del mundo. Y cuando Él vino a la Tierra en carne humana, eso estaba dando testimonio también de que cada uno de nosotros vendríamos a la Tierra en carne humana también; y pasaríamos por las mismas etapas como individuos, como también como Cuerpo Místico de creyentes del Señor Jesucristo.

Las mismas etapas tienen que pasar todos los primogénitos de Dios como individuos. Y ahora vean cómo se cumplen estas etapas en la vida de las personas.

Así como Cristo murió en la Cruz del Calvario, vean ustedes, con recibir a Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo estamos muriendo al viejo hombre; y cuando recibimos Su Espíritu Santo estamos resucitando al nuevo hombre. Estamos resucitando como un nuevo hombre, y esto es en nuestro interior; luego se refleja físicamente también.

Y ahora, para el Día Postrero eso se repetirá, pero físicamente. Ya los muertos en Cristo, vean ustedes, tuvieron que morir; nosotros que estamos vivos pasaremos por esa etapa tan rápidamente que ni nos daremos cuenta de esa etapa, en donde desaparecerá este cuerpo en un abrir y cerrar de ojos, en tal forma que seremos transformados y tendremos el nuevo cuerpo, y así naceremos en un cuerpo nuevo.

Será como nacer; pero vean ustedes, vamos a nacer, o sea, vamos a aparecer en un cuerpo nuevo y eterno ya grande, que estará representando de 18 a 21 años de edad. Eso es para la parte física de los hijos e hijas de Dios.

Pero vean ustedes, ya en el campo espiritual, ya eso tiene que haberse efectuado en la persona; porque solamente aquellos que han creído en Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo: han obtenido el nuevo nacimiento, y esos son los que serán resucitados, si han muerto físicamente serán resucitados en cuerpos eternos; y si estamos vivos cuando la resurrección ocurra seremos transformados.

Es para los que han nacido de nuevo, es para los que ya han pasado por esas etapas del primogénito o de un primogénito de Dios.

Luego en lo físico también, vean ustedes, pasamos por esas etapas. Cuando la persona muere, si es un escogido, está muriendo como Cristo murió, para levantarse el día de la resurrección, que será en el Día Postrero y en la Edad de la Piedra Angular.

Y la Edad de la Piedra Angular representa o está representada en el día domingo, en el día del jubileo; porque el Año del Jubileo representa el tiempo de gran jubileo, en donde los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y serán restaurados a la vida eterna, y nosotros los que vivimos seremos transformados y seremos restaurados a la vida eterna.

Vean ustedes cómo esa restauración a la vida eterna viene para nosotros físicamente también. Ya en lo espiritual, allá en nuestro espíritu, ha ocurrido, pero tiene que ocurrir también en nuestro cuerpo físico en el Día Postrero.

Porque por donde pasó Jesús, el Primogénito de Dios, había pasado Jacob; y también ha pasado el pueblo hebreo como nación, y está pasando todavía como nación; y pasa la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes; y pasa cada escogido de Dios, cada miembro del Cuerpo Místico de Jesucristo.

Ahora, podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino.

Y podemos ver, vean, podemos ver que es en el día tercero y es en la cuarta vigilia, es la mañana del día tercero, la resurrección de Cristo; tipo y figura de la Edad de la Piedra Angular como el Domingo de Resurrección, y también el primer tiempo del séptimo milenio, para el cual Cristo ha prometido la resurrección de los escogidos de Dios. “Y yo le resucitaré en el día postrero”, dice el Señor.

Con la venida de ese Ángel hubo un terremoto, y Cristo resucitó. Con la Venida del Ángel que era diferente a los demás, manifestándose en el Ángel de Jesucristo en el Día Postrero, luego que llegue a su final su ministerio, habrá un gran terremoto; porque el Sexto Sello se abre con un gran terremoto.

Y Apocalipsis, capítulo 16, también tenemos un gran terremoto; ahí tenemos un gran terremoto. Y para la resurrección de los muertos en Cristo habrá también un gran terremoto.

Y la Venida y presencia del Ángel que era diferente a los demás manifestado en carne humana estará dando a los escogidos de Dios la señal de que hemos llegado al tiempo final; donde, de un momento a otro, habrá un gran terremoto, y los muertos en Cristo se levantarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.

La señal del fin del siglo, que es la señal de la siega o de la cosecha, es la Venida de los Ángeles del Hijo del Hombre llamando y juntando a los escogidos; o sea, llevando a cabo la labor de la cosecha.

Y el Hijo del Hombre vendrá ¿con quién? Con Sus Ángeles. Es en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles que estas cosas estarían sucediendo en el Día Postrero.

Y ahora, así como fue un misterio la resurrección del Señor Jesucristo, es un misterio también la resurrección para los muertos en Cristo.

San Pablo dice [1 Corintios 15:51]:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”.

Es un misterio: “He aquí, os digo un misterio”.

Y ahora, vean cómo en este misterio está la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, la Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a los escogidos, la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino llamando y juntando a los escogidos, revelándole el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, el misterio de la Venida del Señor, el misterio de la Venida del Ángel Fuerte, el misterio de la Venida del Ángel que era diferente a los demás, viniendo en carne humana y manifestando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.

Ese es el misterio más grande de todos los misterios del Cielo y de la Tierra; el cual, por medio de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, será revelado a la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero, para poder ver y recibir la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en carne humana manifestado, para así obtener la fe para ser transformado y raptado cada hijo e hija de Dios; y así la Iglesia del Señor Jesucristo ser restaurada en toda su plenitud con todo poder y autoridad; y así poder luego ir a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresar con Cristo para el glorioso Reino Milenial.

Ahora vean que esta restauración o resurrección de Cristo nos habla también de nuestra transformación y resurrección de los muertos en Cristo.

Dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 3, versos 18 en adelante, dice:

“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados…”.

¿Por qué dice “para que sean borrados”? Porque la Sangre de Cristo no cubre el pecado sino que borra el pecado, quita el pecado.

“… para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.

Ahora, vean que la Venida del Señor es para el tiempo de la restauración de todas las cosas.

Y es en el tercer día, que es el séptimo milenio…; ese es el tercer día de los tres días postreros, ese es el Día Postrero. Para ese tiempo es la restauración de todas las cosas: es la restauración para cada escogido de Dios, primogénito de Dios, ser restaurado a la vida eterna con un cuerpo eterno; los muertos en Cristo ser restaurados a la vida con un cuerpo eterno, y nosotros los que vivimos ser restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno; y la Iglesia de Jesucristo ser restaurada a todo el poder divino como los hijos e hijas de Dios; y el pueblo hebreo ser restaurado como la nación que será la cabeza de todas las naciones.

Israel, siendo el hijo de Dios, el hijo primogénito de Dios como nación, será resucitado, restaurado, en el tercer día, que es el séptimo milenio.

Y así como en la cuarta vigilia de ese tercer día Cristo resucitó, y los muertos en Cristo con Él; en esa cuarta vigilia del Día Postrero, del séptimo milenio, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, serán restaurados a la vida eterna, y nosotros los que vivimos seremos restaurados a la vida eterna también.

Por eso es que vienen Moisés y Elías, y el ministerio de Jesús también, para la restauración de todas las cosas.

Los discípulos de Jesucristo en una ocasión, cuando ya Cristo estaba resucitado, el día en que Cristo iba a ser recibido arriba en el Cielo, después de estar con ellos ya resucitado por 40 días, los discípulos de Jesucristo pensaron que ahora que estaba Cristo resucitado y que todo poder le había sido dado en el Cielo y en la Tierra, ahora Cristo podía tomar el Trono de David, sentarse en él y restaurar el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo, restaurar el reino de David en medio del pueblo hebreo; y le preguntan a Cristo, en el capítulo 1 del libro de los Hechos… vean ustedes, dice… verso 3 en adelante, dice… vamos a ver, verso 1, vamos…:

En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;

a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”.

O sea: “¿Vas a restaurar el Reino a Israel en este tiempo? ¿Vas a sentarte sobre el Trono de David como Rey, como Hijo de David, y a comenzar el Reino? ¿Vas a restaurar el Reino a Israel en este tiempo?”. ¿Qué dijo Jesús?

“Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad”.

Tiempos y sazones, los cuales son los tiempos finales, los cuales son el Día Postrero, el séptimo milenio, y la Edad de la Piedra Angular, donde Jesucristo viene, el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, y viene como Hijo del Hombre e Hijo de David, como fue mostrado en el Monte de la Transfiguración, para la restauración de la Iglesia de Jesucristo a todo el poder y autoridad y posición divina correspondiente; y para la restauración de cada hijo e hija de Dios, miembro del Cuerpo Místico de Cristo, ser restaurado (¿a qué?) a la vida eterna con un cuerpo eterno.

Y la restauración del pueblo hebreo, de la nación hebrea como nación, en donde estará restaurada la nación hebrea con un Rey sobre el Trono de David, el cual será el Mesías sentado en el Trono de David como Hijo del Hombre e Hijo de David, para reinar por mil años y luego por toda la eternidad en medio del pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Desde el pueblo hebreo se llevará a cabo la parte administrativa en lo político y en lo religioso de todo el Reino, todo el Imperio del Reino de Jesucristo, todo el Imperio de Jesucristo. Todo será administrado desde la tierra de Israel. Y Jerusalén será la capital del mundo, y el territorio de Israel será el Distrito Federal.

Ahora, podemos ver la bendición tan grande que Dios tiene para el pueblo hebreo en el tiempo de la restauración de todas las cosas; el tiempo de la restauración de todas las cosas, tanto espirituales como físicas, tanto la restauración de los escogidos de Dios a la vida eterna con un cuerpo eterno y la restauración del pueblo hebreo como nación con un Rey sobre el Trono de David, sentado, reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y el pueblo hebreo tendrá la bendición grande de ser la nación que estará a la cabeza de todas las naciones.

Y lo que ha deseado el pueblo hebreo será una realidad en el Día Postrero, en el séptimo milenio, que es el tiempo en donde todas las cosas serán restauradas; y en donde se cumplirá la oración que Cristo nos enseñó, en donde dijo, en una parte de ella: “Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, así como en el Cielo, aquí en la Tierra”[28]. Así será para el glorioso Reino del Señor.

Porque es con la Venida del Reino de Dios (“venga Tu Reino”), es que luego se podrá hacer la voluntad de Dios aquí en la Tierra; todas las naciones vivir conforme a la voluntad de Dios: en paz, en armonía y con el conocimiento de la gloria de Dios, con el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo, y con el conocimiento del Programa Divino correspondiente al séptimo milenio y a todo lo que Él ha llevado a cabo en tiempos pasados.

Ahora, podemos ver que esta restauración está prometida en la Escritura, y fue reflejada esta restauración en la resurrección de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y para obtener esa resurrección en el Día Postrero, tenemos que haber obtenido primeramente una resurrección espiritual: habiendo creído en Cristo como nuestro Salvador, lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibido el Espíritu Santo; para esas personas es la resurrección de los muertos en Cristo, si han muerto sus cuerpos físicos, o la transformación de los que vivimos, si estamos vivos cuando llegue ese momento.

Y ahora, vean ustedes lo que es la resurrección y transformación para los escogidos de Dios como individuos, y lo que es la resurrección o restauración de la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes: es la Venida y manifestación de Cristo en Su Iglesia, uniéndose con Ella y Ella con Él en este Día Postrero. Y será restaurada a su posición original, como Adán y Eva antes de la caída en el Huerto del Edén; así estaremos en el glorioso Reino Milenial: como estaban Adán y Eva antes de la caída.

Ahora, es muy importante saber que para estar en el glorioso Reino Milenial, y aun para estar en la Cena de las Bodas del Cordero, y aun para ser transformados y raptados, tenemos nosotros que —primeramente— haber creído en Cristo como nuestro Salvador, haber lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo y haber recibido Su Espíritu Santo; y con eso hemos pasado espiritualmente por las diferentes etapas que pasó Jesucristo dos mil años atrás en Su Venida. Pero luego, todo luego se materializará también en el Día Postrero, con la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos.

Estamos viviendo en un tiempo muy importante, en donde todos estos misterios están siendo abiertos a los hijos e hijas de Dios en este Día Postrero, para así obtener el llamado de los escogidos de Dios, y ser llamados y juntados y preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final.

Hemos visto en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo nuestra resurrección.

Todos los que serán resucitados, si han partido en Cristo, o estemos vivos en Cristo, habiendo nacido de nuevo: ya hemos pasado por esas etapas espiritualmente, y habíamos pasado por esas etapas cuando estábamos en Cristo. Por lo tanto, cuando hemos venido en estos cuerpos mortales, por consiguiente teníamos que pasar por estas etapas también.

Y todavía nos falta pasar por la etapa física de ser transformados, si estamos vivos, o ser resucitados; si alguno de nosotros parte, ser resucitados juntamente con los muertos en Cristo que ya han partido en edades pasadas.

Con la resurrección de Jesucristo, levantándose victorioso y ascendiendo al Cielo victorioso, selló el triunfo de Dios y de Sus hijos para toda la eternidad. Si Él venció, nosotros también venceremos; si Él ascendió al Cielo, nosotros también ascenderemos al Cielo; si Él resucitó (Su cuerpo) en forma glorificada, nosotros seremos transformados y tendremos un cuerpo glorificado, y los muertos en Cristo resucitarán en un cuerpo glorificado también.

Por donde mismo pasó Jesús, también nosotros como individuos pasamos y pasa la Iglesia del Señor Jesucristo, y pasa el pueblo hebreo también.

Sin la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo nuestro Salvador, no había esperanza para ningún ser humano; y sin esta resurrección de Cristo no había esperanza para ninguna persona; pero Cristo ha resucitado de entre los muertos, dice San Pablo. Cristo ha resucitado de entre los muertos para nuestra justificación; y si ha resucitado de entre los muertos, entonces la bendición es grande para todos nosotros.

Primera de Corintios, capítulo 15, versos 12 en adelante, dice:

Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?

Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.

Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.

Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;

y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.

Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.

Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres (esto es si Cristo no resucitó).

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.

Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

(…) Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.

Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.

Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.

Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

Aquí podemos ver que Cristo ha resucitado de entre los muertos; y por consiguiente, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que han partido serán resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos —creyentes en Cristo— seremos transformados; y así estaremos con Cristo a imagen y semejanza Suya, como reyes y sacerdotes, para reinar con Cristo mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora, hemos visto que sin el Sacrificio de Cristo todo está perdido para la raza humana; y para toda nación, pueblo, lengua o persona, todo está perdido sin Cristo.

Una persona sin Cristo está perdida, y el derecho a la vida eterna esa persona no lo tiene.

Es restaurado el derecho a la vida eterna cuando la persona ha recibido a Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo. Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, reconociendo Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, Su muerte, Su sepultura y Su resurrección.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO”.

Fue el día octavo, o sea, el día domingo (que también es el primer día de la semana), y fue en la mañana; lo cual también nos habla del Día Postrero y de la Edad de la Piedra Angular: para la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos, y la restauración plena de la Iglesia de Jesucristo, y la restauración del Reino de Dios en la Tierra en medio del pueblo hebreo; para la restauración del pueblo hebreo como nación, para ser establecido el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo, durante el Milenio y por toda la eternidad.

La resurrección de Cristo es un evento que nos ha traído grandes bendiciones de parte de Dios: ha hecho posible la Venida del Espíritu Santo, y ha hecho posible el nuevo nacimiento de todos los hijos e hijas de Dios en la edad que les ha tocado vivir. Así es para nosotros en este tiempo final.

Sin la resurrección de Cristo todo estaba perdido, pero Él ha resucitado para nuestra justificación.

¿Y dónde están los últimos escogidos de Dios que recibirían a Cristo como su Salvador, lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo y obtendrían así el nuevo nacimiento —recibiendo el Espíritu de Cristo—, y entrarían al Cuerpo Místico de Cristo, y serían colocados en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo (la Edad de la Piedra Angular) en el Día Postrero, para recibir la fe para ser transformados y raptados en este Día Postrero? Pues aquí estamos, en la América Latina y el Caribe. Aquí en Puerto Rico tenemos un grupo de creyentes, y en diferentes países están los escogidos de Dios también que recibirían estas bendiciones de Dios prometidas para este Día Postrero.

Cristo ha resucitado. Y ahora Cristo se encuentra en medio de Su Iglesia, el Cristo resucitado, manifestándose de edad en edad; y ahora se encuentra en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. El Cristo resucitado se encuentra en nuestra edad y en nuestra dispensación.

Y Él dijo que enviaría a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarían a Sus escogidos; y eso es lo que está sucediendo en este tiempo final, en la América Latina y el Caribe, en medio del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Es que están siendo colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, los escogidos del Día Postrero, del séptimo milenio; los últimos escogidos que pertenecen al Cuerpo Místico de Cristo. Y cuando termine de llamar y juntar a Sus escogidos, luego saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo.

La resurrección de Cristo, vean ustedes las grandes bendiciones que nos ha dado a todos nosotros que vivimos en este Día Postrero.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO”. Y ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios, haciendo intercesión por todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO”.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados hermanos y amigos presentes; y que las bendiciones de Jesucristo, del Cristo resucitado, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y se materialicen todas esas bendiciones en cada uno de ustedes y en mí también. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Dejamos nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para terminar nuestra parte en esta ocasión, y darle gracias a Dios por Sus bendiciones; y luego tener algún cántico que estará dirigiendo nuestro hermano Félix, el director de los cánticos; y luego tendremos la despedida.

Y luego tendremos un receso, para regresar nuevamente a las 3:00 de la tarde y tener la segunda actividad de hoy, donde esperamos ver las cosas que deben suceder pronto; donde también veremos con más detalles cosas que han estado sucediendo luego de la resurrección y ascensión de Jesucristo al Cielo; y cosas que sucederán más adelante también las estaremos viendo; y cosas que están sucediendo en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.

Así que Dios les continúe bendiciendo a todos, Dios les guarde; y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín, de Venezuela.

Dios les continúe bendiciendo a todos.

“EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO”.

[Revisión abril 2023 – DM-JR]

[1] Mt. 12:40, 16:21-23, 17:22-23, 20:17-19; Mr. 9:30-32, 10:32-34; Lc. 9:21-22, 9:43-45, 18:31-34

[2] San Mateo 26:63-66

[3] San Juan 19:12-15

[4] Daniel 9:20-27

[5] San Juan 1:29

[6] Génesis 3:21

[7] Génesis 4:3-5

[8] Romanos 6:23

[9] Salmos 90:4, 2 Pedro 3:8

[10] Santiago 2:17, 2:26

[11] Hebreos 7:9-10

[12] Efesios 2:6

[13] Romanos 4:25

[14] Génesis 32:22-28

[15] San Juan 8:56-58

[16] Génesis 18:1-33

[17] Génesis 14:18-20

[18] Apocalipsis 2:17

[19] Apocalipsis 2:26-28

[20] Apocalipsis 10:1-3

[21] Hebreos 1:1-2

[22] San Mateo 27:51-53

[23] San Mateo 28:1-2, San Marcos 16:1-5

[24] San Lucas 24:1-4, San Juan 20:11-12

[25] Hechos 1:9-11

[26] Levítico 25:1-22

[27] Romanos 8:5-13

[28] San Mateo 6:10, San Lucas 11:2

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