Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes aquí en Olavarría, Argentina. Es para mí una bendición grande estar con ustedes, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este Día Postrero, y ver así nuestro tema correspondiente a esta ocasión: “EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA”.
Bajo este tema: “EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA”, estaremos en esta noche viendo el Programa de Dios correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual quiero leer dos Escrituras. En San Mateo, capítulo 16 (la primera), verso 13 en adelante, donde dice… verso 13 al 20, dice:
“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (o sea, del infierno) no prevalecerán contra ella.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA”.
Miren cómo la y en la simplicidad divina se cumplió la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías, o sea, la Primera Venida del Ungido de Dios en toda Su plenitud.
Encontramos que el pueblo hebreo estaba esperando el cumplimiento de la Venida del Mesías, pues todos los profetas habían hablado de la Venida del Mesías; y en medio del pueblo hebreo todos esperaban la Venida del Mesías como una sola.
Y la Venida del Mesías tiene dos partes muy importantes: la primera parte es la Venida del Mesías como Cordero de Dios en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y la segunda parte de la Venida del Mesías es la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, la primera parte, que fue la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías, encontramos que estaba siendo esperada por el pueblo hebreo en una forma grande, y sin embargo vino cumplida en una forma sencilla: era la simplicidad de Dios manifestada.
Siempre el velo de carne que Dios ha usado ha sido siempre un individuo sencillo. Encontramos que a través de los profetas del Antiguo Testamento Dios fue manifestado en personas sencillas; y luego, cuando se cumplió la Primera Venida del Mesías fue en una persona sencilla llamado: Jesús de Nazaret.
Ahora, ¿cuántas personas habían pensado que la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo sería cumplida en un joven carpintero de Nazaret? Eso era algo inconcebible a la mente de los teólogos de aquel tiempo, era algo inconcebible a la mente de los sacerdotes de aquel tiempo, era algo inconcebible a la mente de los doctores de la Ley. Era algo inconcebible a la mente de los miembros del Sanedrín, o sea, a los miembros del Concilio de la religión hebrea, compuesto ese Concilio por setenta sabios del pueblo hebreo, sabios en asuntos religiosos, o sea, doctores en teología o divinidad; y la cabeza del Sanedrín era el sumo sacerdote, otro hombre sabio del pueblo hebreo.
Y ninguno de ellos ni siquiera había pensado que la Venida del Mesías sería cumplida en forma sencilla, en simplicidad, por medio de un hombre sencillo del pueblo hebreo. Y como la Escritura decía que sería de la descendencia de David1, pues ellos pensaban que ese hombre tenía que ser un hombre bien importante, un hombre con grandes doctorados y con grandes títulos; y cuando vino el título que tenía era ‘carpintero’.
Ahora, ¿cuántas personas en medio del pueblo hebreo estaban esperando la Venida del Mesías? Pues todas las personas. Y la religión hebrea les anunciaba la Venida del Mesías; los ministros, los sacerdotes de la religión hebrea, anunciaban al pueblo que el Mesías vendría, y que antes de venir el Mesías aparecería el profeta Elías.
Pero miren, cuando también se cumplió la venida del profeta Elías, la venida de Elías, fue en forma sencilla también.
Ahora, los sacerdotes de aquel tiempo, incluyendo al sumo sacerdote y los miembros del Concilio de la religión hebrea, de seguro interpretaban la venida del profeta Elías para ese tiempo como el regreso del profeta Elías, de Elías Tisbita que se había ido en un carro de fuego2, o sea, en un platillo volador, y por lo tanto, tenía que regresar en un platillo volador.
Pero cuando se cumplió la venida del Elías que tenía que venir en aquel tiempo, miren en quién se cumplió y vean cómo se cumplió esa promesa divina; pues está prometido que Elías vendría.
Y ahora, cuando Jesucristo estuvo en el Monte de la Transfiguración y se transfiguró delante de Sus discípulos, y luego bajó con Sus discípulos (Pedro, Jacobo y Juan) del Monte, encontramos que le hacen una pregunta los discípulos del Señor.
Aparece en el capítulo 17, verso… vamos a ver, verso 9 en adelante. Aquí Jesús les habla acerca de la visión que ellos vieron allá en el Monte de la Transfiguración, y les dice que no digan a nadie lo que ellos vieron allá. Dice capítulo 17, verso 9 en adelante, dice [San Mateo]:
“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?”.
Pues la Escritura prometía que Elías vendría: en el capítulo 4 de Malaquías, y también en el capítulo 3.
Y ahora el pueblo hebreo está esperando la venida del profeta Elías.
Y ahora, encontramos que los discípulos ya tienen al Mesías en medio de ellos… Vean, en el capítulo anterior, Pedro le dice a Jesús:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (o sea, ‘Tú eres el Mesías’)”.
Porque Cristo, Mesías y Ungido significan lo mismo; es lo mismo. El Cristo o el Mesías es el Ungido de Dios con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud.
Por eso fue que Jesús cuando tomó la Escritura allá en la sinagoga de Nazaret y leyó el pasaje de Isaías, capítulo 61… Allá en San Lucas, capítulo 4, vean cómo Jesús lee ese pasaje y lo que dice luego de leer ese pasaje; vean ustedes, dice… capítulo 4, verso 17 en adelante de San Lucas, dice:
“Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí (¿Ven? ¿Ven el por qué era el Ungido, el Cristo, el Mesías? Porque el Espíritu de Dios estaba sobre Él, estaba sobre Él en toda Su plenitud),
Por cuanto me ha ungido (aquí dice que lo ha ungido; era el Ungido de Dios) para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
Ahora vean cómo Jesucristo toma las Escrituras, la profecía que habla de la Venida del Ungido, de la Venida del Mesías; y luego que lee esa Escritura, les dice: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”, dándoles testimonio de que estaba cumplida en Su persona esa promesa mesiánica, esa promesa de la Venida del Mesías, de la Venida del Ungido de Dios.
Y ahora, ellos, vean ustedes, tenían al Ungido, al Mesías, en medio de ellos. Los discípulos estaban con el Mesías, y el Mesías estaba con Sus discípulos.
Y ahora le preguntan a Jesús:
“¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas (está hablando del Elías que vendrá para restaurar).
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.
¿Y por qué Juan el Bautista es Elías? Vamos a ver. En el libro de San Mateo, capítulo 11, Jesús, hablando acerca de Juan el Bautista…; vamos a leer del verso 9 en adelante, dice:
“Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
Porque este es de quien está escrito:
He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti”.
El profeta Malaquías, en el capítulo 3, había hablado del mensajero que Dios enviaría delante de Él; y también el profeta Isaías, en el capítulo 40, habló de ese mensajero. Sigue diciendo:
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él”.
¿Y por qué el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan el Bautista, siendo Juan el Bautista un profeta tan grande?, del cual Cristo dice: “De los nacidos de mujer no se ha levantado uno mayor que Juan”. Porque Juan el Bautista pertenece al pueblo hebreo, que es el pueblo de los siervos de Dios; y el más pequeño del Reino de los Cielos pertenece a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel celestial.
El Israel celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo; y los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo son los hijos e hijas de Dios.
Y ahora, ¿qué es más grande: un hijo o un siervo? En la Casa de Dios un hijo es mayor que un siervo.
Y por esa causa, vean ustedes, Moisés y todos los profetas, como Elías y Juan el Bautista, todos ellos pertenecen a los siervos, pertenecen al pueblo hebreo; por lo tanto, los pertenecientes al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia de Jesucristo, son mayores: el más pequeño es mayor que el más grande de los siervos.
O sea que el más pequeño pues es… (digamos) cuando se nace en una familia, van naciendo los hijos, y el más pequeño es el menor, el Benjamín de la familia; eso es en orden de nacimiento.
Y ahora, miren ustedes, en orden de nacimiento en el Reino de los Cielos, tenemos, por ejemplo, el orden de nacimiento de todos los hijos de Dios: el último que nazca en el Reino de los Cielos es mayor que Juan el Bautista y que Moisés y que cualquier profeta del Antiguo Testamento.
Y en orden en cuanto a la posición que cada hijo e hija de Dios ocupa en la Iglesia de Jesucristo: el que tiene menos importancia en la Iglesia del Señor Jesucristo es mayor que Juan el Bautista y que cualquiera de los profetas del Antiguo Testamento.
Y de los mensajeros del Señor Jesucristo, el más pequeño… Y ahora, cuando hablamos del más pequeño hablamos en dos sentidos: el más pequeño en posición (que sería alguno de los mensajeros de Jesucristo, de los ocho mensajeros de Jesucristo), y el más pequeño en cuanto a ser el último que aparezca de ellos.
En cuanto al de menos importancia de los ocho mensajeros de Jesucristo, el más pequeño de ellos es mayor que Juan el Bautista; y el más pequeño de ellos pues tiene que ser uno que no haya sido profeta: cualquiera de los mensajeros que han sido más bien reformadores.
Pero el más pequeño en cuanto a orden de nacimiento en el Reino de Dios pues sería el último mensajero del Señor Jesucristo: que sería el mensajero de la Edad de la Piedra Angular; ese sería el más pequeño en cuanto a orden de nacimiento. Pero los postreros, dice la Escritura, que son los primeros3.
¿Y Cristo no dijo, cuando todos trataban de ser el más grande en el Reino de Dios o Reino de los Cielos…? Estaban luchando todos porque deseaban la posición más alta. Y miren, en San Mateo, capítulo 20…
Recuerde que todo el mundo ha deseado la posición más alta en el Reino de Dios; y eso está bueno. Porque uno no debe ser negligente en las cosas de Dios; uno debe buscar lo máximo en el Programa Divino, para alcanzar el máximo que pueda alcanzar esa persona en la posición en que Dios lo ha colocado; de otra forma sería un negligente.
Sería como un árbol que puede producir (digamos) al ciento por uno, y que se ponga a producir al treinta por uno: está omitiendo dos terceras partes y un poquito más de lo que puede producir; o sea, ese sería un árbol tacaño y negligente, un árbol que no ama tanto al Señor. Porque para el Señor hay que producir el máximo.
¿Y saben ustedes lo que dice el Señor para los que producen al máximo y para los que tienen muchos talentos? Cuando le fue quitado el talento a aquel que tenía uno y no lo usó, el Señor dijo4:
—“Ahora, tomen ese talento y den ese talento al que tiene más, al que tiene 10 talentos”.
Y le dijeron:
—“Pero Señor, ese es el más que tiene: tiene 10 talentos; y los multiplicó y ahora tiene 20”.
—“Pues den ese talento adicional a ese que tiene más. Porque al que tiene, le será dado más; y al que no que tiene, aun lo que tiene le será quitado”.
¿Ven? Aquel que no hizo nada con lo que Dios le dio y no se preocupó por las cosas de Dios, ¿qué le sucedió? Le fue quitado todo lo que Dios le había otorgado; lo cual no era de la persona sino de Dios; y Dios lo puso en las manos de esa persona para producir, y no produjo: le fue quitado, y la persona perdió el talento; y no solamente perdió el talento, sino que perdió toda la bendición de Dios, porque dijo el Señor: “Y ahora, atado de pies y manos, echen a ese siervo (¿a dónde?) a donde será el lloro y el crujir de dientes (o sea, al horno de fuego)”.
Y ahora vean ustedes lo que será de aquellos negligentes que no se han preocupado por las cosas de Dios y por producir para Dios.
Y ahora, veamos que siempre es muy importante tratar de producir el máximo para nuestro Señor, por amor divino; no por competencia, sino porque amamos al Señor y queremos hacer lo máximo para el Señor.
En San Mateo, capítulo 20, versos 20 en adelante, dice:
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo (estos hijos de Zebedeo son: Juan el apóstol y Santiago o Jacobo).
Él le dijo (Él le dijo a ella, a la madre de estos jóvenes): ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.
¿Y saben que esa es una buena actitud de una madre: buscar las bendiciones mayores para sus hijos? Toda madre debe buscar para sus hijos la bendición de Dios, y tratar de alcanzar el máximo para sus hijos; o sea, luchar en favor de sus hijos.
El ejemplo lo dio la madre de Jacob, la cual supo de la bendición que iba a ser hablada por Isaac; y le dijo a Jacob5:
—“Mira, tu padre le ha dicho a tu hermano Esaú que vaya de cacería y consiga un animalito, lo prepare en un guisado y se lo lleve, para tu padre comer y luego bendecirlo”.
Y era la Bendición de la Primogenitura la que iba a ser hablada sobre Esaú. Y la madre de Esaú y de Jacob le dijo a Jacob:
—“Ahora vamos a preparar un cabrito”.
La madre de Jacob sabía el gusto del padre de Jacob, porque era su esposa.
—“Vamos a preparar un cabrito, y tú se lo llevarás a tu padre para que él te bendiga (o sea, para que reciba la Bendición de la Primogenitura)”.
Porque la bendición de Dios es hablada por medio de un hombre.
Y miren ustedes, Jacob decía:
—“Pero si yo voy donde mi padre, él va a saber que yo soy Jacob y no soy Esaú, y en vez de bendecirme me va a maldecir”.
Su madre le dijo:
—“No te preocupes, pondremos las pieles del cabrito en tus manos y en los lugares donde debes tener vello, y entonces cuando él te toque pues sentirá que tienes vellos, y entonces va a pensar que tú eres Esaú y te va a bendecir”.
—“Pero mamá, ¿y si se da cuenta, y en vez de bendecirme me maldice?”.
—“Entonces yo me haré responsable; la maldición que vaya a caer sobre ti, que caiga sobre mí”.
Miren ustedes, una madre buscando la bendición para sus hijos lucha en favor de sus hijos, y no ve imposibilidades, lo que ve son las posibilidades. Porque sin la bendición de Dios, ¿de qué le vale a una persona vivir?
Ahora, luchando por la bendición de Dios, esta madre luchando por la bendición de Dios para su hijo Jacob, vean ustedes, obtuvieron la bendición de Dios: la Bendición de la Primogenitura.
Prepararon el cabrito, lo llevó Jacob a su padre; su padre escuchó la voz de Jacob y dijo: “Es la voz de mi hijo Jacob”; pero cuando tocó sus brazos, dijo: “Pero son los brazos de mi hijo”.
O sea, el tacto, por el tacto dijo que eran los brazos de su hijo; por el oído dijo que era la voz de Jacob; pero por el tacto dijo que eran los brazos de su hijo Esaú. Luego, por el olor de su ropa dijo que era su hijo Esaú, su primogénito. ¿Y qué otro de los sentidos usó? La vista no la pudo usar, porque ya estaba ciego; así que esa estaba a favor de Jacob también.
Y su madre, pues estaba a favor de Jacob. Porque toda madre desea la bendición de Dios para sus hijos amados, y debe luchar para que la bendición de Dios venga sobre sus hijos.
Una madre que no lucha por la bendición de Dios para sus hijos es una madre que no ha tomado responsablemente su posición como madre; porque no es solamente tener hijos y tenerlos aquí, y que nazcan, y darles comida, sino buscar la bendición de Dios para ellos también, para que puedan vivir eternamente; así como los han traído a vida temporal, buscar para que puedan vivir eternamente. Y toda madre que ama a sus hijos y conoce la Palabra de Dios buscará la bendición de Dios para sus hijos también.
Ahora esta madre le dice a… Vean, ya les dije que Jacob consiguió la Bendición de la Primogenitura.
Y ahora veamos aquí. La madre de Jacobo y Juan quería la bendición mayor para sus hijos: la bendición de que fueran colocados en el glorioso Reino de Jesucristo uno a cada lado.
Esa madre de ellos no era una madre tonta, era una madre muy entendida, muy sabia y muy amorosa, que amaba mucho a sus hijos y amaba mucho al Señor Jesucristo también; y buscaba lo mejor para sus hijos. Y si hay una posición alta en el Reino de Dios, ella la quería para sus hijos; y no se iba a quedar con los brazos cruzados sin luchar por esa posición para sus hijos si era posible obtener esa bendición.
“Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos”.
Una persona que está buscando la bendición de Dios no puede mirar las circunstancias negativas como un estorbo para conseguir la bendición de Dios; tiene que siempre pensar que sí, que se puede; eso es tener una fe positiva: “Sí podemos”.
“Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”.
O sea: “No es mío dar esto a ustedes, sino darlo (¿a quién?) a aquellos para quienes está preparado”.
Y en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice Jesucristo:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Esa era la posición, la bendición que la madre de Jacobo y Juan estaba buscando para sus hijos; y ellos también la estaban buscando. Y ahora Cristo promete esta bendición para el Vencedor.
Y ahora, miren ustedes cómo esta posición tan importante estaría disponible para ser obtenida por el Vencedor en el Día Postrero.
Ahora, esta es la posición que ocupará el siervo fiel y prudente al cual Su Señor puso, colocó, sobre Su Casa (Su Casa es Su Iglesia) para que les dé el Alimento a tiempo, o sea, su ración espiritual de la Palabra de Dios, el Mensaje correspondiente a ese tiempo.
De edad en edad Cristo ha colocado siervos fieles y prudentes que le han dado el alimento espiritual a Su Iglesia, a Sus hijos a tiempo.
Pero para el Día Postrero es que estará el siervo fiel y prudente dándole el Alimento a tiempo, el cual estará presente en la Venida del Hijo del Hombre; porque la bendición grande es para el que esté en el tiempo final dando ese alimento espiritual a los hijos e hijas de Dios.
Aunque los ángeles mensajeros de las siete edades tienen una bendición grande y una posición muy grande en el Reino de Dios, diríamos: que es el Consejo del Reino de Cristo o el Gabinete y Consejo de Cristo; o sea, los que estarán representando las diferentes edades y grupos de las diferentes edades.
Y ahora, miren ustedes, dice:
[San Mateo 24:46] “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”.
O sea que la bienaventuranza grande es para el siervo que esté presente cuando nuestro Señor venga. Ese es el siervo fiel y prudente del Día Postrero que estará en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino dándole el alimento espiritual del Evangelio del Reino a todos los hijos e hijas de Dios.
Y ese será el que recibirá la bendición que buscaron Juan y Jacobo y la madre de ellos; pero les fue dicho que no era de Él darlo sino a aquellos para quienes está preparado; o sea que para ellos esa posición y esa bendición no estaba preparada.
Y ahora, vean ustedes cómo todos los discípulos de Jesucristo lucharon por ser el mayor en el Reino de los Cielos o Reino de Dios. Y Cristo, tomando un niño, dijo que el mayor sería aquel que le serviría a los demás; Él también dijo que el mayor vendría a ser el postrero6.
Ahora, vean ustedes cómo esto va cumpliendo Escrituras de tiempos pasados; porque los primeros serán postreros, pero los postreros serán primeros.
Y también cuando se aplica a un mensajero o a mensajeros: pues los mensajeros primeros pues son los últimos, y el mensajero último pues es el primero; y el mayor pues es el más pequeño.
Y el mayor, siendo el más pequeño, esto tiene que ver con nacimiento; porque el más pequeño en la casa, el Benjamín de la casa, es el último que nació en la casa. Y el último que nace en la Casa de Dios como mensajero pues es el último mensajero de Jesucristo, el mensajero para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Ahora, vean ustedes cómo cuando aplicamos todas estas cosas a que el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan el Bautista, encontramos que el más pequeño como parte del Cuerpo Místico de Cristo —aunque no sea un ministro— es mayor que Juan el Bautista; y como mensajeros, el más pequeño de los mensajeros es mayor que Juan el Bautista, y el último de los mensajeros también es mayor que Juan el Bautista.
Y miren ustedes, y el último de los mensajeros será mayor que todos los mensajeros anteriores, excepto que Jesucristo.
Ahora, eso lo colocaría en la posición que buscaron Jacobo y Juan con ayuda de su madre; pero esa posición estaba ordenada desde antes de la fundación del mundo para ese siervo fiel y prudente que en el Día Postrero estará con el ministerio de Moisés y el ministerio de Elías manifestado aquí en la Tierra.
Ahora, continuemos viendo lo que dice Jesús acerca de Juan el Bautista. Hicimos una pausa ahí y tuvimos una brecha para buscar algunas cosas que iban con esto de que el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan el Bautista. Y ahora, sigue diciendo:
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”.
Otras versiones pueden decir: “El Reino de los Cielos se hace fuerte, y los valientes lo arrebatan”; cualquiera de las dos está bien. Sigue diciendo:
“Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan”.
Cualquier persona que no comprenda lo que esto significa puede pensar que después de Juan el Bautista no vendrían más profetas.
Pero ¿no es profeta también Jesús de Nazaret, y es un profeta mayor que Juan?, y ¿no son profetas los apóstoles del Señor también? ¿San Pedro y San Pablo no son profetas también? Son apóstoles y profetas. Tenemos las profecías de ellos que hablan acerca de los días postreros y de las cosas que Dios hará en este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo.
Ahora, los profetas hasta Juan profetizaron. ¿Cuáles profetas? Los profetas de la Dispensación de la Ley hasta Juan profetizaron.
Pero los profetas de la Dispensación de la Gracia comenzaron con el profeta mayor: el Señor Jesucristo, un profeta dispensacional; y continuaron con Pedro y demás apóstoles; y con San Pablo y con los demás mensajeros de las edades de la Iglesia gentil (los que fueron profetas); hasta llegar al reverendo William Marrion Branham, que de los siete ángeles mensajeros fue el mensajero mayor, el profeta mayor. Y los profetas de la Dispensación de la Gracia hasta William Marrion Branham profetizaron.
Pero ¿y no vendrá otro profeta después de él? Sí, pero para otra dispensación: para la Dispensación del Reino, y para otra edad: la Edad de la Piedra Angular; y ese es un profeta dispensacional.
Ese es el profeta que viene con el Mensaje del Evangelio del Reino; y es el profeta de la Dispensación del Reino, para abrir la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y con la venida de ese profeta se cumple la manifestación del siervo fiel y prudente que estaría en el Día Postrero dándole el alimento espiritual a tiempo a todos los hijos e hijas de Dios. Ese es el profeta mensajero representado en el siervo fiel y prudente que estará en el Día Postrero alimentando a los hijos e hijas de Dios (¿dónde?) en la Casa de Dios.
¿Y cuál es la Casa de Dios? Es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ese es el siervo fiel y prudente que se sentará con Cristo en Su Trono. ¿Y cuál es el Trono del cual habla Cristo aquí?
Cristo cuando ascendió al Cielo victorioso se sentó en el Trono del Padre, y allá recibió un nombre nuevo; y allá ha estado haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Cristo ha estado haciendo intercesión allá como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre derramada en la Cruz del Calvario como Cordero de Dios.
Y ahora, encontramos que Cristo ha estado en el Trono del Padre sentado allí haciendo intercesión. Pero Cristo nos habla de Su Trono también. ¿Y cuál es el Trono de Jesucristo? El Trono de Jesucristo es el Trono de David.
Por eso es que nos dice el Arcángel Gabriel, hablándonos de ese Trono, nos dice en San Lucas, capítulo 1, verso 30 en adelante, cuando le apareció a la virgen María, le dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ese es el Trono donde Jesucristo se sienta para reinar sobre el pueblo hebreo por mil años y luego por toda la eternidad; y desde ese Trono Cristo reinará sobre todas las naciones. Y ese es el Trono del cual Cristo habla cuando dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Cristo venció y se sentó con el Padre en Su Trono allá en el Cielo; y ahora Cristo al Vencedor le promete que se sentará con Él en Su Trono aquí en la Tierra, en ese Trono de David.
Y ahora, vean ustedes cómo esta promesa y esta bendición que hay en esta promesa estaban buscándola dos de los apóstoles del Señor; o sea que se dieron cuenta que había una bendición grande, y que Cristo se sentaría en el Trono de David.
Y así como Dios en el Cielo tiene a Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, uno a la diestra y el otro a la siniestra (o sea, a la derecha y a la izquierda están estos Arcángeles allí en el Cielo), pues ellos seguida, pues pensaron: “Pues Cristo tiene que tener aquí en la Tierra en Su Trono también uno a cada lado”. Así que quisieron ocupar la posición que ocupan Miguel y Gabriel allá en el Cielo.
Pero esa posición estaba reservada para ser concedida al siervo fiel y prudente que en el Día Postrero estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y recibirá esa bendición.
Cristo dijo, hablando de ese siervo fiel y prudente, al cual cuando su Señor venga le halle haciendo así, dice:
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
¿Y qué significa ponerle sobre todos Sus bienes? Si lo pone sobre todos Sus bienes lo coloca como administrador, y al ser colocado como administrador estará con Cristo en el Reino Milenial; y será el instrumento que Cristo tendrá en la administración de ese Reino, será el que se sentará con Cristo en Su Trono.
Ahora, esto está tipificado en diferentes lugares en la Biblia.
Así como Cristo se sentó en el Trono del Padre en el Cielo…; y vean ustedes todas las cosas que Jesucristo ha estado haciendo desde el Trono del Padre.
Y ahí vamos a dejarlo quietecito esto, porque es… tenemos poco tiempo para entrar de lleno en todo lo que contiene el sentarse con Cristo en Su Trono.
Pero vean ustedes, el que se sentó con el Padre en Su Trono, Jesús, el carpintero de Nazaret —en el cual se cumplió la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías como Cordero de Dios en Su Obra de Redención—, encontramos que era un hombre sencillo, un carpintero allá en Nazaret, el cual había nacido en Belén de Judea allá en un pesebre; y el cual había nacido por medio de una mujer sencilla, una joven sencilla, aunque era descendiente del rey David. Ella era descendiente del rey David como también José era descendiente del rey David7.
Y ahora, vean ustedes cómo para que se cumpla la Escritura, que tenía que venir por medio de la tribu de Judá y por medio de la familia de David, por medio de la familia de Isaí y por medio de esa línea de David: vino por medio de una virgen descendiente del rey David8. Era ella una princesa, aunque era una mujer sencilla y pobre.
Pero la pobreza y sencillez no quitan la grandeza que Dios le haya dado a la persona; y la grandeza no quita la sencillez y humildad de una persona.
Los que se creen grandes e importantes, miren, no son nada, no son nada delante de Dios. ¿Por qué? Porque piensan que porque tengan muchos millones de dólares y muchas cosas, o grandes títulos de la Tierra, son personas grandes; pero delante de Dios no son grandes.
Grandes son los hijos e hijas de Dios, y han estado viniendo en forma sencilla en este planeta Tierra. Dios ha colocado esas almas suyas, las ha colocado en velos de carne sencillos. Porque la grandeza, lo grande no es el velo de carne, es lo que está dentro de ese velo de carne: el alma de esas personas es lo grande; pero el velo de carne es un velo de carne sencillo.
Dios ha colocado hijos e hijas Suyas aun entre los nativos y entre los indios, y entre personas tan y tan sencillas que nadie se podía imaginar que en medio de ellos Dios tuviera hijos primogénitos, pero sí los tiene; y también en medio de todas las esferas sociales de la raza humana.
Y así Dios ha escogido los velos de carne donde colocaría esas almas de Dios, esos hijos e hijas de Dios, esa simiente de Dios. Porque la simiente de Dios es el alma; eso es lo más importante del ser humano. Y esas almas, vean ustedes, han sido colocadas en diferentes velos de carne.
Por eso es que hay hijos e hijas de Dios que están viviendo en un nivel medio, otros están viviendo en un nivel pobre, otros están viviendo en medio de nativos (sus velos de carnes son de los nativos), otros están viviendo en medio de otra clase de gente (el velo de carne pues vino por medio de otras personas), y así por el estilo; muy pocos son los que se encuentran bien arriba. Pero encontramos que todos son de arriba, del Cielo.
Y cuando los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos incorruptibles y nosotros los que vivimos seamos transformados, todos estaremos en el tope.
Mire, la alta sociedad para el Reino Milenial, ¿sabe cuál será? Los hijos e hijas de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo; esa es la realeza, y la Cabeza de esa realeza es Dios. Y por medio de Jesucristo es que han venido esos príncipes y princesas en velos de carne sencillos, en simplicidad. Eso es la simplicidad divina.
Como cuando Dios vino velado en carne humana en la persona de Jesús; vean ustedes, lo grande era el que estaba dentro de aquel velo de carne, pero el velo de carne era sencillo: un joven carpintero de Nazaret.
¿Qué de grandeza hay en un joven carpintero, humanamente hablando? No hay nada de grandeza, no hay atractivo en él para desearlo, no tiene un título grande ni riquezas tampoco; pero el que estaba dentro de ese velo de carne llamado Jesús era el grande.
Y Dios obra en esta forma para que nadie se lleve la gloria, para que la gloria no sea terrenal sino celestial; y la gloria celestial es manifestada en esa sencillez, en simplicidad: en velos de carne sencillos. Así fue Dios manifestado en carne humana, y así ha manifestado Sus atributos: Sus hijos e hijas los ha estado manifestando en velos de carne sencillos.
La Primera Venida de Cristo, que fue la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová —que es el mismo Jehová, el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob—, vean ustedes, vino manifestado en carne humana en sencillez, en simplicidad, en un velo de carne sencillo. Y Cristo decía: “Bienaventurado el que no halle tropiezo en Mí”9; pues nadie esperaba que la Venida del Mesías fuera en una forma tan sencilla.
Y estaban tropezando ¿con qué? Con la sencillez, con la simplicidad de Dios. La simplicidad siempre es el velo de carne, ahí es donde está la simplicidad; en algo sencillo, en algo simple es que Dios coloca Su grandeza.
La Primera Venida de Cristo fue en simplicidad.
Y ahora, para el Día Postrero, vean ustedes, podemos ver la simplicidad de la manifestación de los hijos e hijas de Dios de edad en edad: han estado viniendo en velos de carne sencillos. Y para el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo también está prometida para ser cumplida en simplicidad.
Veamos lo que dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo hablando acerca de la simplicidad. En la página 17 del libro de Los Sellos, cuando está predicando acerca del tema “Dios en simplicidad”, dice…, hablando acerca de la Segunda Venida de Cristo, y también mostrando cómo ha sido de edad en edad, y cómo fue la Primera Venida de Cristo, dice:
“60. Muchos lo pasan por alto por razón de la manera en que se revela (¿Por qué? Porque se revela siempre en un velo de carne sencillo). El hombre tiene sus propias ideas de lo que debe ser Dios y sobre lo que Dios hará (o sea, de cómo Dios va a hacer las cosas, los hombres se hacen sus propias ideas). Como he dicho muchas veces, el hombre es igual a como siempre ha sido; él siempre está alabando a Dios por lo que hizo, mirando a lo que Dios hará en el futuro, pero ignorando lo que Dios está haciendo en el presente”.
Y eso es lo que nosotros tenemos que captar: lo que Dios está haciendo en el tiempo en que uno está viviendo. Lo que Dios hizo en el pasado ya eso es historia; y lo que Dios hará en el futuro todavía está por suceder; pero lo que Dios está haciendo en el presente, eso le trae la bendición de Dios a la persona cuando lo capta, cuando lo entiende y lo recibe.
“[60]. Así es. Miran para atrás y ven la cosa tan grande que Dios hizo, pero no pueden ver la cosa tan sencilla que Dios usó para efectuarla (no pueden ver el velo de carne tan sencillo que Dios usó para hacer eso tan grande que Dios hizo). Miran adelante y ven lo grande que viene, y en nueve de diez casos, las cosas ya están sucediendo todo a su derredor, sin embargo es tan sencillo que no lo saben”.
Que no se dan cuenta de que Dios ya está cumpliendo todas esas cosas que Él prometió. De diez cosas que haya prometido nueve las está cumpliendo, y ni se dan cuenta de esas nueve que están siendo cumplidas.
Sigue diciendo en esta misma página, en el último párrafo dice:
“64. Entonces como usted puede ver, no hallamos la grandeza y realidad de Dios revelada en las cosas grandes de las cuales pensamos, sino Él está en las cosas sencillas. Le agrada a Dios revelarse, y luego ocultarse, ocultarse y luego revelarse en las cosas sencillas. Estas cosas le pasan por encima al hombre, pues usted puede decir: ‘¿Por qué obraría así un Dios justo?’. Es porque el hombre fue hecho originalmente de una manera que no tratara de cuidarse a sí mismo. El hombre fue hecho para confiar completamente en Dios. Por eso somos figurados como corderos u ovejas. Una oveja no se puede guiar a sí misma, tiene que tener quién la guíe; y el Espíritu Santo es Quien nos debe estar guiando. Entonces así es hecho el hombre; y Dios hizo todas Sus obras tan sencillas para que las personas sencillas las pudiesen entender. Dios se hace sencillo juntamente con los sencillos para así ser entendido por los sencillos; de otra manera, dijo en Isaías, capítulo 35: ‘De tal manera que los insensatos no yerren’. Es tan sencillo. Y nosotros sabemos que Dios es tan grande hasta que esperamos que sea un Ser muy grande, y entonces pasamos por alto las cosas sencillas; tropezamos con la sencillez. Así es como fallamos en nuestra búsqueda de Dios: tropezamos con la sencillez”.
Y ahora pasamos a la página 472, vamos a la página 472. Está hablando del Séptimo Sello, que es la Segunda Venida de Cristo. Dice así:
“164. Noten bien el Mensaje del tiempo del fin (este Sello) (o sea, el Séptimo Sello)…”.
El Mensaje del tiempo del fin ¿es qué? El Séptimo Sello, o sea, la Segunda Venida de Cristo.
“[164]. Él nos ha revelado los seis Sellos, pero no dice nada del Séptimo. El Sello del tiempo del fin, cuando empiece será algo completamente secreto, según la Biblia”.
Cuando comience ¿qué? El Séptimo Sello, o sea, cuando comience la Segunda Venida de Cristo a ser cumplida. Cuando se abra la Segunda Venida en cuanto a su cumplimiento será (¿qué?) completamente (¿qué?) un secreto.
Para que tengan un cuadro claro de esto, veamos: El pueblo hebreo estaba esperando la Venida del Mesías; y cuando comenzó la Venida del Mesías, ¿qué estaba sucediendo? Pues la virgen María estaba recibiendo la visita del Arcángel Gabriel, y él le estaba dando la buena nueva, la buena noticia que ella concebiría y daría a luz un hijo, y sería Hijo del Altísimo, y Dios le daría el Trono de David: o sea que sería el cumplimiento de la Venida del Mesías; y luego, nueve meses después, estaba dando a luz allá en Belén de Judea.
Y vean, ella vivía en Nazaret y José también, pero el Mesías tenía que nacer en Belén de Judea; y por causa de un edicto que el rey Herodes dictó, tuvieron que ir10. Cada persona tuvo que ir a la ciudad a la cual pertenecía o de la cual descendía él, para ser en esa ciudad registrado en ese censo que se estaba haciendo; y no podían decir: “Bueno, es que no puedo ir, porque tengo dolor de cabeza” o “porque tengo gripe” o “no podemos ir porque mi esposa está embarazada”. No. Tenían que ir; y allá fueron José y María.
María ya habiendo entrado al mes para dar a luz (al noveno mes), fueron hacia allá para registrarse en el censo; y estando allá le llegaron los dolores de parto, le llegó el tiempo de dar a luz, y dio a luz en Belén de Judea, para que se cumpliera la Escritura: que tenía que nacer, venir de Belén de Judea11; y tenía que venir (¿de dónde?) de la descendencia del rey David; y tenía que venir, vean ustedes, de la raíz de Isaí. Por medio del rey David tendría que venir esa descendencia, y así vino Jesús. Vean todas las Escrituras que se cumplieron en Jesús.
Y ahora, ¿qué estaba sucediendo cuando el Arcángel Gabriel le apareció a María y luego cuando nació Jesús en Belén de Judea? Estaba comenzando la Venida del Mesías; estaba el Sello de la Venida del Mesías siendo abierto, estaba abriéndose ese Sello allí, estaba en el comienzo.
Y ahora aquí, la Segunda Venida de Cristo, que es el Séptimo Sello, nos dice el precursor que cuando este Sello del tiempo del fin cuando empiece, cuando comience, será algo completamente secreto, según la Biblia. Cuando comienza el Séptimo Sello es cuando comienza la Venida del Señor.
Ahora, miren ustedes, la Primera Venida del Señor estaba allí, había comenzado con el nacimiento de Jesús allí en Belén de Judea; y luego estuvo un lapso de tiempo de 29 años y medio en medio del pueblo hebreo; en donde creció, se convirtió en un joven y llegó a una edad de adulto: a 29 años y medio. Y todo estaba allí: el Sello de la Primera Venida de Cristo estaba allí abierto, había comenzado; pero Su ministerio no había comenzado.
Su ministerio como Cordero de Dios para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario no había comenzado, pero allí estaba el velo de carne que moriría en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios y quitaría nuestros pecados.
Ahora vean cómo allí estaba la Venida del Señor por 29 años y medio; y luego comienza Su ministerio de tres años y medio, está en medio del pueblo hebreo en Su ministerio, y todavía no lo conocen. Aunque lo conocían como Jesús de Nazaret, como el carpintero de Nazaret, no lo conocían ni lo reconocían como el Mesías, el Cristo, el Ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud; ni tampoco reconocieron a Su precursor: Juan el Bautista, el cual vino con el espíritu y virtud de Elías12.
Jesús, hablando de Juan el Bautista, vean ustedes, nos dijo que los profetas hasta Juan profetizaron. Pero sigue diciendo:
“Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir”. Capítulo 11, verso 14 [San Mateo].
Y sin embargo se llamaba Juan. Y cuando le preguntan a Juan el Bautista en una ocasión si él era Elías, él dice que no13; porque Juan el Bautista literalmente no era el profeta Elías, no era Elías Tisbita, sino que era otro hombre, otro profeta, en el cual Dios estaba operando el ministerio de Elías, el cual había operado en Elías Tisbita y había operado también en Eliseo. Así que estaba operando ese ministerio de Elías por tercera ocasión en otro hombre: en Juan el Bautista.
Cuando Dios promete que enviará un profeta que ya había enviado en el pasado y ya se fue, cuando Él promete enviar ese profeta (promete enviar ese profeta, mencionando el nombre de ese profeta del pasado), cuando cumple esa promesa: es el ministerio de aquel profeta en otro profeta, en otro hombre.
Y por eso es que Jesús dice: “Juan es aquel Elías que había de venir. Si ustedes lo quieren recibir, él es aquel Elías que había de venir”. Es otro profeta con el ministerio que estuvo en el profeta Elías. Así es siempre que Dios ha prometido la venida de un profeta que ya vino en el pasado, tuvo su ministerio y se fue.
También encontramos que hay otras promesas para la venida (por ejemplo) de Moisés y para la Venida de Jesús; esas promesas serán cumplidas en la misma forma: será sus ministerios regresando a la Tierra en otro velo de carne.
Los ministerios de Moisés, de Jesús y de Elías están prometidos para regresar a la Tierra en otro velo de carne; ese velo de carne será el siervo fiel y prudente, será el Ángel del Señor Jesucristo, en el cual estará el Espíritu Santo manifestado operando esos ministerios.
Y ahora, vean ustedes cómo vino el precursor de la Primera Venida de Cristo, y luego vino Jesús; y Juan el Bautista lo presentó como el Mesías, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo14; y estuvo en medio del pueblo hebreo y no lo conocieron, no lo conocieron como el Mesías: lo rechazaron.
Y ahora, para la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles tenemos las mismas promesas: tenemos la promesa que Dios enviará a Elías nuevamente para preparar el camino para la Segunda Venida de Cristo.
Y si ustedes lo quieren recibir, el reverendo William Branham es ese Elías que había de venir en este Día final, en este tiempo final, preparándole el camino a la Segunda Venida de Cristo; y ya se fue, ya se fue Elías en su cuarta manifestación. Era el ministerio de Elías en otro hombre.
Ahora tenemos la promesa de la venida de Elías por quinta ocasión, que será el ministerio de Elías operado por el Espíritu Santo en el Día Postrero en otro hombre; y será él uno de los Dos Olivos.
Porque los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y de Zacarías, capítulo 4, son los ministerios de Moisés y de Elías; los ministerios que están representados en los dos querubines de oro y en los dos querubines de madera de olivo cubiertos de oro que están en el lugar santísimo del templo que construyó el rey Salomón.
Esos dos ministerios de Moisés y Elías están representados en el Cielo en Gabriel y Miguel, estos dos Arcángeles que Dios tiene allá en Su Templo en el Cielo, en el Lugar Santísimo; son los Ángeles que están delante de la presencia de Dios. Y por eso cuando en Zacarías nos habla de los Dos Olivos, nos dice que son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios; y en el Cielo los que están delante de la presencia de Dios son Gabriel y Miguel.
Y en el templo que construyó Salomón y el que construyó Moisés, los que están delante de la presencia de Dios son los dos querubines de oro; y en el templo de Salomón los dos querubines de oro y los dos querubines de madera de olivo cubiertos con oro.
Y en el Templo espiritual de Jesucristo, en el Lugar Santísimo, pues son los dos ministerios de: el ministerio de Moisés por segunda vez y el ministerio de Elías por quinta vez en el Ángel del Señor Jesucristo; y en ese mismo Ángel del Señor Jesucristo estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero. O sea que estarán los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús manifestados en el Ángel del Señor Jesucristo.
Y una promesa tan grande, de la venida de estos tres grandes ministerios a la Tierra en el Día Postrero, será cumplida en forma sencilla, en un velo de carne sencillo llamado el Ángel del Señor Jesucristo. Ahí estará el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es nuestro amado Señor Jesucristo manifestado en Espíritu Santo, con los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados por medio de ese velo de carne; y estará siendo manifestado el ministerio de Jesús también ahí, en ese mismo velo de carne.
La promesa de la Venida del Hijo del Hombre es con Sus Ángeles; y viniendo el Hijo del Hombre con Sus Ángeles estará manifestado en Su velo de carne correspondiente al Día Postrero, que es el Ángel del Señor Jesucristo.
Donde esté el Hijo del Hombre manifestado, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, ahí estará el ministerio de Moisés, el ministerio de Elías y el ministerio de Jesús; y eso es la apertura del Séptimo Sello para el Día Postrero.
Ahora, cuando empiece el Séptimo Sello, cuando empiece a ser manifestado, será completamente un secreto. O sea, cuando el comienzo del velo de carne se lleve a cabo, y cuando nazca en el Reino de Dios, en el Templo espiritual de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo (por medio de creer en Cristo como su Salvador, y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir el Espíritu de Cristo), todo eso será un misterio; porque ese es el comienzo, ese es el comienzo del Séptimo Sello.
Pero para el final o para cuando ya esté cerca del final del Séptimo Sello, todas estas cosas serán comprendidas por los escogidos de Dios, por la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y a medida que se va avanzando en el Programa Divino, el ministerio del Séptimo Sello, el ministerio de Jesucristo con Sus Ángeles por medio de Su Ángel Mensajero, irá en una forma progresiva hasta que se llegue a la adopción, a la adopción de ese siervo fiel y prudente.
Porque para el Día Postrero habrá un ministerio en la Iglesia del Señor Jesucristo que será adoptado con el velo de carne en donde estará ese ministerio; lo cual fue tipificado en el Monte de la Transfiguración, donde Jesús fue adoptado. Y eso nos habla de este Día Postrero, para la adopción de todos los hijos e hijas de Dios, donde el ministerio correspondiente al Día Postrero estará adoptado y también el instrumento donde estará ese ministerio.
Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino.
Ahora, todo tiene que ir en una forma progresiva.
Los escogidos de Dios para ser adoptados estarán viendo la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, velado Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en un velo de carne sencillo, en Su Ángel Mensajero; en el siervo fiel y prudente que estará en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Día Postrero, alimentando a los hijos e hijas de Dios con el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y aun con toda esa manifestación tan grande del Hijo del Hombre, de Jesucristo en Espíritu Santo con los ministerios de Moisés, de Jesús y de Elías, aun con todo y eso, el velo de carne, el Ángel del Señor Jesucristo, el siervo fiel y prudente no es ni Moisés, ni Elías, ni Jesús; él solamente es el instrumento donde Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestando estos ministerios prometidos para el Día Postrero, en donde el Séptimo Sello sería velado y revelado. Sería abierto el Séptimo Sello, porque estaría manifestado en este Día Postrero conforme a la promesa divina.
Ese es el misterio del Ángel que tiene el Séptimo Sello que apareció en la nube en febrero 28 de 196315, cuando le aparecieron al reverendo William Branham siete ángeles mensajeros de Jesucristo.
Allí están, en esa nube están los ángeles mensajeros de las siete edades o etapas de la Iglesia gentil, de la Iglesia entre los gentiles; y también está otro Ángel que era muy diferente a los demás. Allí hay ocho ángeles mensajeros por todos, incluyendo al séptimo ángel mensajero: el reverendo William Branham.
Están los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y está otro Ángel que era muy diferente a los demás, del cual dice el reverendo William Branham en la página 469 del libro de Los Sellos, dice:
“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’”.
¿Cuál fue el Ángel que levantó al reverendo William Branham, el que lo llevó a esa constelación? Fue ese Ángel que era muy diferente a los demás.
“154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo (Sello)”.
Ahora, vean ustedes, el Séptimo Sello lo tiene ¿cuál de los ángeles? El Ángel que era muy diferente a los demás.
Y así como cada ángel mensajero de cada edad fue manifestado en carne humana para tener su ministerio, el Ángel que era muy diferente a los demás —el cual es Cristo, el Ángel del Pacto— tiene que ser manifestado en carne humana en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, para poder tener el ministerio del Día Postrero y cumplir así la apertura del Séptimo Sello, cumplir así el misterio del Séptimo Sello; y llevar a cabo Su Obra como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora miren todas las cosas que están contenidas bajo este Séptimo Sello o en este Séptimo Sello; por eso es tan importante conocer el misterio del Séptimo Sello.
El misterio del Séptimo Sello está en el Ángel que era muy diferente a los demás; ahí está el misterio.
Y la manifestación de ese Ángel que era muy diferente a los demás en carne humana en el Día Postrero es la apertura del Séptimo Sello; en donde estará ese Ángel que era muy diferente a los demás manifestando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta ocasión y de Jesús por segunda ocasión. Es la manifestación del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, en el Día Postrero en carne humana en Su Ángel Mensajero.
Pero el Ángel Mensajero de Jesucristo ni es Jesucristo, ni es Moisés, ni es Elías; pero en él estarán manifestados los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
¿Quién los estará manifestando? Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero estará operando, manifestando, esos ministerios; y eso será EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA en el Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
¡Y bienaventurado el que no halle tropiezo en el Ángel del Señor Jesucristo!, en el velo de carne donde estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado operando esos ministerios, y cumpliendo así la apertura del Séptimo Sello.
“EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA”.
Siempre Dios ha obrado en simplicidad, para que así ninguna persona le dé la gloria al velo de carne sino a Dios. Dios es muy celoso, y Él dice que no dará Su gloria a nadie16; por lo tanto, la gloria pertenece a nuestro Dios.
A Él sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.
¿Ven que la simplicidad en la cual Dios se manifiesta impide que se le robe la gloria a Dios? Más bien la persona lo único que puede decir: “Esas cosas que están sucediendo, que están siendo hechas, no son hechas por un hombre; porque ningún hombre puede hacer estas cosas que están siendo hechas (así dijo Nicodemo a Jesús) 17, si Dios no está con él”.
Era Dios en Jesús, fue Dios en cada mensajero, y será Dios en este Día Postrero manifestado en simplicidad.
Encontramos, por ejemplo, en el caso de Moisés: Dios tenía a un profeta ya preparado para la liberación del pueblo hebreo, pero todo eso sería en simplicidad, y aun el Mensaje que él predicaría vendría en simplicidad; y por eso encontramos a Moisés con problemas para hablar: todo eso ayudaba para que la simplicidad fuera mayor.
Moisés, cuando rechazó el dar el Mensaje y pidió un ayudante para que hablará por él, quitó un poco de la simplicidad de Dios18; porque un Mensaje tan grande viniendo por medio de una persona que no podía hablar bien, hacía que fuera más grande la simplicidad, o sea, que la simplicidad fuera mayor (mayor simplicidad, y eso da lugar a mayor gloria para Dios), y se necesitaba entonces una mayor manifestación de Dios.
Y ahora, vean ustedes, San Pablo, por ejemplo, un apóstol tan grande como él tenía problemas en la vista; y llegó un tiempo en que ya, cuando escribía, decía: “Les escribo… Mirad con cuán grandes letras les escribo”19.
Recuerden que casi todas las personas que tienen problemas en la vista, que les falta visión (si no usan espejuelos), cuando escriban van a escribir bien grande, ¿para qué? Para poder ver lo que están escribiendo; porque si no ven lo que están escribiendo, creen que están escribiendo pequeñito y que nadie lo puede leer, y el que no lo puede leer es él mismo. Pero una persona con buena vista puede leer; pero escribe con letras grandes para escribir bien y él poder entender lo que escribió.
Y Pablo, ya a lo último tenía que escribir bastante grande, y también tenía quién escribiera por él algunas de las cartas también. Y vean ustedes, tenía problemas en su visión.
Dice que había orado a Dios por tres ocasiones para que Dios lo libertara, quitara ese aguijón que tenía, que le abofeteaba en su cara, en su rostro: era el problema de la vista. Y Dios le dijo: “Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en tu debilidad”20. ¿Ven? Ahí la debilidad humana, la flaqueza humana, hacía que se manifestara el poder de Dios, se perfeccionara el poder de Dios.
San Pablo con problemas de la vista, y oraba por los enfermos. Cualquier persona podía decir: “Yo no voy a ir a donde Pablo a que ore por mí, porque él tiene problemas y no ha podido solucionar sus problemas de salud, ¿cómo va a orar por otra persona?”. Pero miren, aun los sudarios, o sea, los pañuelos y cosas que usaba San Pablo, las llevaban a personas que estaban enfermos, y aun personas que tenían espíritus malos, y eran libertados21.
El poder de Dios perfeccionado en un hombre débil y sencillo. Así siempre ha sido.
Si buscamos los mensajeros de Dios encontraremos que en la parte humana han sido débiles, han tenido problemas de salud. Por ejemplo, miren al hombre de Dios, Isaac, ¿no estaba ciego cuando fue a bendecir a sus hijos? Estaba ciego22.
Algunas personas piensan que un hombre de Dios no puede tener algún problema de salud; pues miren, no creeríamos entonces en Isaac, que era un profeta de Dios, porque estaba ciego.
Y luego Jacob, a lo último de sus años, también tenía el mismo problema. Cuando fue a bendecir, miren, cuando fue a bendecir a José (y bendijo a José bendiciendo a sus hijos: a Efraín y a Manasés), quizás José pensó que porque estaba ya ciego Jacob colocó la mano sobre el menor teniendo que colocar su mano sobre el mayor, y le quiso cambiar las manos, y Jacob dijo: “No. Dios ha cruzado mis manos”, y bendijo al menor con la Bendición de la Primogenitura23; así como Isaac bendijo al menor, a Jacob, con la Bendición de la Primogenitura. Vean, lo mismo se cumplió después.
Y ahora, en esta ocasión Jacob estaba consciente de lo que estaba haciendo; Isaac no sabía lo que estaba haciendo. Pero vean ustedes, consciente o inconsciente, la Palabra de Dios de bendición fue hablada en ambos casos.
Y para nuestro tiempo pues estamos conscientes todos escuchando la Bendición de la Primogenitura siendo hablada sobre nosotros.
Bienaventurado el que no halle tropiezo ni en Isaac porque era ciego, y sin embargo era un profeta; ni en Jacob porque se puso ciego después, y era un profeta. Aun cuando recibió la bendición del cambio de nombre, miren, salió cojo24; y siguió cojeando no sabemos por cuántos años, no se sabe si por todo el resto de su vida; pero es mejor un cojo con la bendición de Dios, que una persona sana sin la bendición de Dios.
¿No dijo Cristo que es mejor entrar al Reino de Dios, al Cielo, con un ojo menos o con un brazo menos, que tener los dos brazos o tener los dos ojos e ir al infierno? Pues claro que es mejor perder un miembro del cuerpo de uno, tener un miembro del cuerpo de uno menos, pero entrar al Cielo; y estar completo en su cuerpo físico e ir al infierno25. Porque lo más importante es el Reino de Dios y Su justicia, las demás cosas son añadiduras en la vida26.
Y aun, miren ustedes, el cuerpo que tenemos pues lo vamos a dejar por completo. Si se muere pues lo echan allá al cementerio.
Y si cuando los muertos en Cristo resuciten todos estamos todavía en este cuerpo visible, seremos transformados. Y si le falta un brazo a una persona, pues en el nuevo cuerpo no le va a faltar un brazo: lo va a tener completo el cuerpo; o sea que en el nuevo cuerpo estaremos completos y estaremos en un cuerpo perfecto.
Ahora, Dios ha estado manifestando Su Espíritu en estos cuerpos mortales, corruptibles y temporales, manifestando Su gloria en simplicidad; pero algún día tendremos el cuerpo eterno, y ya todo será grande, será en grandeza todo lo que hemos de tener: un cuerpo eterno glorificado, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Todo será en gloria después.
Pero ahora, mientras tanto, todo es en simplicidad. Y no podemos perder la visión de la simplicidad divina, tanto en cada uno de ustedes como en cada mensajero que Dios ha enviado.
Vean que la mayor parte de los hijos e hijas de Dios han sido personas sencillas, pobres; pero Cristo dijo: “Y a los pobres es predicado el Evangelio”27. O sea que en medio de los pobres, en medio de la raza…, en medio de la clase media y de la clase pobre es que más hijos e hijas de Dios, Dios ha colocado en esta Tierra en velos de carne de esos dos niveles; de esos dos niveles son la mayoría de los hijos e hijas de Dios.
De los niveles altos, o del nivel alto, mucho menos, o sea, una cantidad menor, para que así no estemos afanados por las cosas de este mundo y vayamos a decir: “Es que no tengo tiempo para nada”; porque eso es lo que en la clase alta casi siempre se dice. Están muy ocupados en los afanes de esta vida y las riquezas de esta vida, y no tienen tiempo algunas veces ni para comer.
Así que gracias a Dios porque ha colocado en medio de la clase media y de la clase pobre la mayor parte de Sus hijos, los cuales siempre dicen: “Yo no tendré tiempo para algunas cosas; pero para Dios ¡tengo todo el tiempo disponible! Y si tengo que tomar unas vacaciones para atender algunas actividades especiales, hablo en mi trabajo, pido unas vacaciones para estar en las cosas de Dios”; esas son las mejores vacaciones que una persona puede tomar.
Sin embargo, en la clase alta toman unas vacaciones para irse de playa, para irse de gira, y no lo aprovechan para irse de gira con Dios, para irse a las actividades de Dios, a buscar a Dios y las bendiciones de Dios. ¿Ven?
Así que la simplicidad de Dios, la simplicidad divina, vean ustedes cómo está manifestada en todas las cosas relacionadas a Su pueblo.
Y ahora, para el Día Postrero nos encontramos en el territorio latinoamericano y caribeño en el Programa Divino, un territorio sencillo: es la simplicidad de Dios. Donde Dios llevará a cabo las cosas grandes es el territorio sencillo latinoamericano y caribeño.
Y vean ustedes cómo el misterio de la simplicidad divina es para que nadie le robe la gloria a Dios, y para que nadie pueda entender el Programa de Dios, la Obra de Dios, a menos que sea por revelación del Cielo. Cristo dijo a Pedro: “No te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en el Cielo”.
Y en otra ocasión anterior, orando o dándole gracias a Dios por lo que Dios estaba haciendo, Jesús dijo en el capítulo 11, verso 25 en adelante, dijo [San Mateo]:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos (o sea, de los teólogos de aquel tiempo y doctores en divinidad, y sacerdotes y sumo sacerdote de la religión hebrea), y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, porque así te agradó.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
Ahora vean cómo algo tan grande fue revelado en aquellos días a personas pequeñas, a niños (hablando en términos comprensibles para nosotros); niños en cuanto a conocimiento de aquel tiempo. Eran personas que no tenían mucho conocimiento, no eran personas graduadas de la universidad, y casi ninguno de ellos de seguro había terminado la escuela; eran personas pescadores (muchos de ellos), otros agricultores, y así por el estilo; pero eran personas que habían recibido la revelación del Padre celestial, porque tenían sus nombres escritos (¿dónde?) en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Vean cómo Dios ha obrado siempre en simplicidad; y al obrar en simplicidad, las personas sencillas, simples, captan esa manifestación de Dios.
Dios obra en simplicidad y los simples, sencillos, las personas sencillas reciben esa revelación divina; captan a Dios manifestado en simplicidad, y dicen: “¡Esto era lo que yo estaba esperando!”. Es manifestado en esa forma sencilla de las personas sencillas.
La Primera Venida de Cristo, miren ustedes, fue manifestada en forma sencilla: un joven carpintero, comiendo con la gente de aquel tiempo; agarraba un pedazo de pescado, lo partía, comía de él; y así por el estilo.
Vean, no era un hombre de estos de la alta sociedad, que para comerse un pedazo de pescado tenían que traerle unos cubiertos especiales, sentarlo en una mesa bien hermosa y venir una persona, una persona sirviéndole para comerse un pedazo de pescado. Pero vean ustedes, vino el Mesías comiendo en medio de los pescadores, hablando con ellos, hablando en los términos de ellos también: vino en simplicidad; vino como uno de ellos, uno de en medio del pueblo.
Así es como siempre Dios ha obrado.
Esa es la simplicidad divina, y ese es EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA. Y cuando Dios promete algo grande lo cumple en simplicidad; y si promete algo más grande lo cumple en más simplicidad.
Así es para nuestro tiempo en el cual nosotros vivimos. Todo el Programa Divino es cumplido en simplicidad.
Cuando leíamos acerca de los escogidos que con Gran Voz de Trompeta serían llamados y juntados en el Día Postrero, quizás algunos pensaban: “Esas deben ser personas bien importantes de esta Tierra”. Pero miren, ¿dónde están esas personas, esos escogidos que serían llamados y juntados? Mire, aquí estamos; personas sencillas escuchando la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta llamándonos y juntándonos, y revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.
Y aquí estamos en la América Latina y el Caribe, el territorio escogido de Dios para ese llamado de los escogidos del Día Postrero; y todo esto está cumpliéndose en simplicidad.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA”.
Y solamente podemos decir: “Y yo no sabía que era un hijo de Dios”; y por medio de la Voz de Cristo, ahora sí sabemos que somos hijos e hijas de Dios, los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios, que estaríamos escuchando la Voz de Cristo manifestada en simplicidad.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo.
Dejo con nosotros al ministro aquí, vamos a dejar al ministro aquí o a la persona de los cánticos para continuar, y así pues que puedan regresar tempranito.
Hemos ya pasado de media hora, ¿verdad, Julio? Hemos llegado, llegamos ya a la hora… 1 con 49. Así que les debo 11 minutos para otra próxima ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde; y dejo por aquí al pastor Zurita, para continuar y finalizar conforme a como lo tengan programado.
Que Dios me lo bendiga, Dios le bendiga hermano Zurita, y que Dios le bendiga a cada uno de ustedes también.
Muchas gracias.
“EL MISTERIO DE LA SIMPLICIDAD DIVINA”.
[Revisión enero 2023 -RM-DM]
1 2 Samuel 7:12-16, Isaías 9:6-7, 1 Reyes 9:4-5
2 2 Reyes 2:11-12
3 Mt. 20:16, Lc. 13:30, Mr. 10:31
4 San Mateo 25:24-30
5 Génesis 27:1-29
6 San Marcos 9:33-37, San Mateo 18:1-5
7 San Mateo 1:6-16, San Lucas 3:23-32
8 Isaías 7:14
9 San Mateo 11:6, San Lucas 7:23
10 San Lucas 2:1-7
11 Miqueas 5:2
12 San Lucas 1:13-17
13 San Juan 1:19-21
14 San Juan 1:29
15 La aparición de esa nube fue fotografiada y publicada en dos revistas:
Revista CIENCIA (SCIENCE): Publicación del 19 de abril de 1963, volumen 140, número 3564. Autor: James E. McDonald / https://www.science.org/toc/science/140/3564.
Revista LIFE: Publicación del 17 de mayo de 1963. Título del artículo: “And a High Cloud – Ring of Mystery”. / https://bit.ly/3ureXyD
16 Isaías 42:8
17 San Juan 3:1-2
18 Éxodo 4:10-16
19 Gálatas 6:11
20 2 Corintios 12:7-9
21 Hechos 19:11-12
22 Génesis 27:1
23 Génesis 48:1-20
24 Génesis 32:24-32
25 Mt. 5:29-30, 18:8-9, Mr. 9:43-48
26 San Mateo 6:33
27 San Mateo 11:5, San Lucas 7:22