Muy buenas noches, amados amigos y hermanos, aquí en Santo Anastácio, San Pablo, Brasil. Es para mí una bendición grande estar con ustedes, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino y conocer el misterio de la transformación y el arrebatamiento de los hijos de Dios.
Para lo cual quiero leer en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, donde dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MISTERIO DE LA TRANSFORMACIÓN Y EL ARREBATAMIENTO”.
Está la transformación, esta promesa de la transformación, ¿está en la Escritura? Sí está. Hemos leído en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, donde dice que Jesucristo transformará nuestro cuerpo.
¿Quién traerá esa transformación? Será nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Cuándo ocurrirá la transformación? En el Día Postrero, a la Final Trompeta.
¿Quiénes serán los arrebatados por el Señor? Esa es la otra pregunta, y la contestación es: todos los hijos e hijas de Dios, toda persona que ha creído en Jesucristo como nuestro Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido el Espíritu de Cristo, y por consiguiente ha nacido de nuevo; ha nacido en el Reino de Dios, ha nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Es parte de la Iglesia de Jesucristo; y es la Iglesia de Jesucristo con toda persona que ha nacido en Ella, por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador y recibir Su Espíritu Santo, que ha venido a ser miembro de esa Iglesia. Y todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo, de las edades pasadas y de nuestro tiempo, son los que serán arrebatados con Cristo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, vamos a examinar con más detalles estas preguntas que hemos leído, y vamos a ver con más detalles la respuesta a todas estas preguntas.
La promesa de la transformación: en la lectura que tuvimos al principio, nosotros vimos que está en la Escritura esa promesa de la transformación, y es Jesucristo el que transformará nuestros cuerpos mortales; porque el cuerpo que hemos obtenido aquí en la Tierra es mortal, es corruptible y es temporal, porque hemos obtenido un cuerpo en medio de una raza caída; y por esa causa ha venido nuestro cuerpo terrenal por medio de la unión de un hombre y de una mujer, y ha venido sentenciado a muerte ese cuerpo. Por eso es que nace, crece, y después se muere; es un cuerpo mortal, es corruptible y es temporal.
Pero Dios nos da el privilegio de venir en este cuerpo mortal para hacer contacto con la vida eterna, y así tener la promesa para en el Día Postrero ser transformados y tener un nuevo cuerpo.
¿Quiénes son los que tendrán un nuevo cuerpo? Todos los que han hecho contacto con Jesucristo: creyendo en Jesucristo como su Salvador y lavando sus pecados en la Sangre de Jesucristo. No hay otra forma para la persona poder obtener la transformación de su cuerpo.
Jesucristo dijo en una ocasión: “Yo soy el camino, la verdad y la Vida; y nadie viene al Padre, sino es por Mí”1. No hay otro camino, y no hay otra vida eterna, y no hay otra forma de regresar a la Casa de nuestro Padre celestial con vida eterna, sino por medio de Jesucristo.
Ahora, podemos ver que la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario tuvo un propósito en el Programa Divino: y fue el tomar nuestros pecados, hacerse mortal y morir allí en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados, para que nosotros podamos tener vida eterna.
Y nosotros, al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, obtenemos el nuevo nacimiento, del cual le habló Cristo a Nicodemo, diciéndole: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”.
Nicodemo estaba interesado en el Reino de Dios, y le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso un hombre, ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre, y nacer?”. Y si Nicodemo estaba ya viejo en edad, ¿cómo estaría su madre, si estaba viva?, porque ni siquiera él dice si está viva o no. Pero Nicodemo veía difícil el nuevo nacimiento, porque no comprendía que el nuevo nacimiento es por medio de Jesucristo.
Jesucristo le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”2.
Es necesario nacer de nuevo para así tener vida eterna, por medio de Jesucristo: recibiendo Su Espíritu Santo, y así recibiendo un espíritu teofánico de la sexta dimensión con vida eterna; y luego, en el Día Postrero, pues recibiremos el cuerpo físico y eterno y glorificado, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Pero primero tenemos que nacer de nuevo, primero tenemos que recibir el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
¿Quiénes serán los que serán transformados? Los que primeramente han creído en Cristo, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; han recibido así un espíritu teofánico, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y así se encuentran con vida eterna. Pues Cristo dijo:
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (San Juan, capítulo 5, verso 24).
Ahora, miren la forma de pasar de muerte a vida eterna: es por medio de Cristo; no hay otra forma. Por eso es que Jesucristo vino a la Tierra dos mil años atrás y murió en la Cruz del Calvario.
Algunas personas no comprendieron el por qué Cristo se dejó matar; pero era necesario, era necesario la muerte de Cristo, para así quitar nuestros pecados y poder bendecirnos y darnos el nuevo nacimiento, darnos Su Espíritu Santo; y para el Día Postrero darnos un cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de los creyentes en Él que han nacido de nuevo, que han nacido en el Reino de Dios, por medio del Espíritu de Cristo.
Jesucristo nos habló de este misterio del nuevo nacimiento. En el Evangelio según San Juan nos dice…, capítulo 1, verso 9 en adelante:
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
Ahora, vean ustedes cómo se obtiene el nuevo nacimiento, del cual Cristo hablo aquí. No es por medio de nacer a través de papá y mamá, sino por medio de nacer del Espíritu de Dios, y esto es: creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador y recibiendo Su Espíritu Santo.
Jesucristo también nos habló en San Juan, capítulo 7, de este misterio, y nos dice de la siguiente manera… Vamos a leerlo: capítulo 7, verso 37 en adelante (de San Juan):
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
Jesucristo habló del nuevo nacimiento en todo el tiempo de Su ministerio terrenal; pero durante ese tiempo los discípulos de Jesucristo no habían recibido el Espíritu Santo, no habían nacido de nuevo todavía; pero Jesucristo les enseñó que era necesario nacer de nuevo.
Y luego encontramos, en el libro de los Hechos, en el capítulo 2, que el Día de Pentecostés vino el Espíritu Santo sobre 120 personas, y fueron llenos del Espíritu Santo 120 personas creyentes en Jesucristo; y ahí nacieron de nuevo 120 personas en el Reino de Dios. Y de ahí en adelante millones de seres humanos han obtenido el nuevo nacimiento al creer en Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir el Espíritu de Cristo. Así es como se nace de nuevo.
Jesucristo prometió que enviaría Su Espíritu. En San Juan, capítulo 14, verso 26, dice:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Les está hablando de la Venida del Espíritu Santo, lo cual se cumplió el Día de Pentecostés; y de ahí en adelante ha estado viniendo el Espíritu Santo sobre todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, y produciendo el nuevo nacimiento en cada persona que lo ha recibido como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo.
En el capítulo 15, verso 26, también, Jesucristo dice (esto es en el Evangelio según San Juan):
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio”.
Aquí podemos ver nuevamente la promesa de la Venida del Espíritu Santo para los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo.
Y en San Juan, capítulo 16, verso 12 al 15, dice Jesús:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
Ahora, vean ustedes cómo Jesucristo habló de la Venida del Espíritu Santo para los creyentes en Él; esas son las personas que reciben el Espíritu de Cristo y obtienen el nuevo nacimiento y obtienen su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.
Si esas personas mueren, en cuanto a su cuerpo físico, pasan a vivir al Paraíso en ese cuerpo teofánico, donde ni tienen que trabajar, ni dormir, ni se cansan, ni duermen, ni comen; porque es en otra dimensión, donde hay árboles, donde hay vegetación, donde hay pajaritos, donde hay animales, pero todo de otra dimensión; y hay personas, pero de otra dimensión.
Y para el Día Postrero, vamos a ver lo que Cristo promete para los creyentes en Él; capítulo 6, verso 39 en adelante (de San Juan), dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Para qué tiempo Jesucristo dice que el Padre quiere que resucite a todos los que el Padre le ha dado?, o sea, los que el Padre le ha dado y que ya han partido durante las edades de la Iglesia del Señor. Él dice que será para el Día Postrero la resurrección.
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para qué tiempo es la resurrección de los muertos en Cristo, los cuales se encuentran en el Paraíso? Es para el Día Postrero.
¿Y qué es el Día Postrero? Un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90 y verso 4. Un día delante del Señor, para los seres humanos es mil años; mil años de los nuestros aquí en la Tierra, delante de Dios es solamente un día.
Y ahora, cuando nos habla del Día Postrero nos habla del milenio postrero; y cuando la Escritura nos habla de los días postreros nos está hablando de los milenios postreros.
Vean ustedes al apóstol San Pablo hablándonos de los días postreros, diciéndonos que los días postreros habían comenzado en el tiempo de Jesús; diciéndonos que Jesús, siendo instrumento de Dios, Dios habló por medio de Jesús, por medio de Su Hijo Jesucristo en los días postreros; y ya han transcurrido dos mil años, y todavía estamos en los días postreros. Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2, dice así San Pablo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…”.
¿Cómo Dios habló al pueblo hebreo en el Antiguo Testamento? Por medio de los profetas, “porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas” (Amós, capítulo 3, verso 7).
“… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
San Pablo está diciendo que Dios habló por medio de Su Hijo, por medio de Jesucristo, en los postreros días, y ya han transcurrido dos mil años. Es que los postreros días delante de Dios, para los seres humanos son: el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; y por eso San Pablo dice que Dios estaba hablando por medio de Jesucristo en los postreros días, en aquel tiempo de la Primera Venida de Cristo. Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros.
Ahora, hemos visto qué son los días postreros: son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Y ahora, ¿cuál es el Día Postrero? El séptimo milenio. Ese es el Día Postrero del cual Jesucristo habla, y dice: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”. ¿A quiénes? A los creyentes en Él que han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo y han recibido Su Espíritu Santo, y luego sus cuerpos físicos han muerto. Cristo dice: “Yo le voy a resucitar, le resucitaré en el Día Postrero”.
Para el Día Postrero, para el séptimo milenio, es que la Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta es escuchada por los escogidos de Dios, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.
En Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, el apóstol San Juan nos habla acerca de su experiencia, y dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.
O sea, no en su cuerpo físico, sino en el espíritu: en su cuerpo teofánico fue transportado en esa visión apocalíptica al Día Postrero, o sea, al séptimo milenio, que es el Día del Señor.
“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…”.
¿En qué día escuchó Juan el apóstol la Gran Voz de Trompeta? En el Día Postrero, o sea, en el Día del Señor.
“… que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega? Nuestro amado Señor Jesucristo. La Voz de nuestro amado Señor Jesucristo en el Día Postrero, en el séptimo milenio, hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y llamando y juntando a todos los escogidos de Dios; juntándonos ¿dónde? En Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.
Porque ya para el Día Postrero han transcurrido las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, y solamente queda la Edad de la Piedra Angular, que es la edad donde Jesucristo habla con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, y llama y junta a todos Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular.
Así como habló por medio de cada ángel mensajero de cada edad en las siete edades de la Iglesia gentil, porque ellos fueron la boca de Jesucristo en cada edad; y por medio de ellos estuvo hablando Jesucristo en Espíritu Santo, y estuvo llamando y juntando a Sus escogidos de cada edad, en el territorio correspondiente al cumplimiento de cada edad.
La primera edad en Asia Menor; la segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta en diferentes lugares de Europa; y la séptima edad de la Iglesia gentil en Norteamérica.
Y ahora, para la Edad de la Piedra Angular, Jesucristo en Espíritu Santo ha pasado a la América Latina y el Caribe para el llamado de la Gran Voz de Trompeta, para el Día Postrero, para el tiempo final.
Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio, estamos ya en el Día Postrero, del cual Jesucristo habló, en el cual resucitará a todos los santos que han partido, los cuales se encuentran en el Paraíso; y transformará a todos Sus escogidos, los cuales en este tiempo está llamando, y los está juntando en Su Cuerpo Místico de creyentes, en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino. ¿Para qué? Para prepararnos para ser transformados y raptados, arrebatados, llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en este Día Postrero.
Ahora, hemos visto el misterio de la transformación. ¿Para quiénes es la transformación? Para los que han partido y para nosotros los que vivimos.
Veamos lo que nos dice San Pablo en su carta a los Corintios; Primera de Corintios, capítulo 15, verso 49 al 54, donde dice:
“… así como hemos traído la imagen del terrenal (o sea, de Adán), traeremos también la imagen del celestial”.
O sea, la imagen de Jesucristo, porque todos seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Así como el Grano de Trigo, que es Cristo, fue sembrado en tierra y tiene que reproducirse en muchos granos de trigo, en muchas personas a imagen y semejanza de Jesucristo.
Porque cuando usted siembra un grano de trigo en tierra, y nace, crece la matita, la planta, y cuando echa el fruto, ¿qué usted va a ver? ¿Va a ver maíz? Si usted ve maíz, usted no sembró trigo entonces; usted cuando vea el fruto va a ver granos de trigo iguales al que usted sembró.
Y eso es el Programa Divino. El Programa de Dios es tener hijos e hijas iguales al Señor Jesucristo, con vida eterna y con las dos consciencias juntas; y así todos los hijos e hijas de Dios, cuando sean transformados y tengan el nuevo cuerpo, todos seremos como nuestro Señor Jesucristo: con las dos consciencias juntas. O sea que todos seremos profetas; porque con las dos consciencias juntas la persona es profeta.
¿No dijo Moisés en una ocasión, y también Samuel3: “Ojalá y todo el pueblo sea profeta”? Pues miren, ese sentir tan bueno que estos profetas tuvieron es el mismo sentir de Dios. Dios estaba reflejando Su sentir; y Su sentir es que millones de seres humanos, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, sean iguales al Señor Jesucristo: hombres y mujeres con un cuerpo físico eterno y glorificado, y con un espíritu teofánico eterno también; y con las dos consciencias juntas, y así todos seremos profetas, y así todos veremos en otras dimensiones. Y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Porque Jesucristo nos ha redimido, nos ha lavado con Su Sangre preciosa de todos nuestros pecados, y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes. Y si nos ha hecho reyes, pues vamos a reinar; porque un rey tiene que reinar. Y somos sacerdotes porque Él nos ha hecho sacerdotes también.
Por lo tanto, vamos a ministrar durante el Reino Milenial y por toda la eternidad; y reinaremos con Él por mil años, y luego ¿qué? Por toda la eternidad. Ese es el Programa Divino para cada uno de ustedes y para mí también.
Y ahora, continuemos leyendo:
[1 Corintios 15:50] “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
Una persona, aunque sea un escogido de Dios, no puede estar en el Reino Milenial de Cristo, heredando el Reino de Dios y reinando con Cristo, estando en un cuerpo mortal, temporal y corruptible; tiene que tener una nueva vestidura: tiene que estar vestido como rey y sacerdote; tiene que estar vestido con la vestidura de la inmortalidad: con el nuevo cuerpo; y eso es lo que Cristo tiene para cada uno de ustedes y para mí también, y para todos los santos que han partido en las edades pasadas.
Ninguna persona puede continuar viviendo aquí en la Tierra con este cuerpo físico que tenemos en la actualidad; para poder seguir viviendo tiene que ser transformado este cuerpo temporal. No puede heredar la incorrupción, el cuerpo mortal; tiene que morir.
Pero Cristo ha prometido un nuevo cuerpo para nosotros. Para los muertos en Cristo, les dará un nuevo cuerpo en la resurrección, resucitarán en un nuevo cuerpo; y nosotros los que vivimos seremos transformados, y seremos cambiados en nuestros átomos, y así obtendremos el nuevo cuerpo.
Sigue diciendo San Pablo:
“He aquí, os digo un misterio (pues es un misterio del Reino de Dios): No todos dormiremos…”.
O sea, no todos vamos a morir. ¿Por qué? Porque habrá un grupo de hijos de Dios aquí en la Tierra, en una Edad Eterna, que es la Edad de la Piedra Angular, que estarán siendo llamados y juntados por Jesucristo con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y serán colocados en la Edad Eterna de la Piedra Angular; y ahí, esas personas podrán obtener el nuevo cuerpo.
Ahora, si se va alguno de los nuestros, si el cuerpo físico de él muere, no hay ningún problema, pues va a resucitar en este Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, y resucitará en un nuevo cuerpo, y será testigo de la resurrección, será un testigo para nosotros de la resurrección.
Pero habrá miles de personas que estarán vivos en este Día Postrero y recibirán la transformación de sus cuerpos: y esos son los escogidos de Dios, los primogénitos de Dios escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo en el Libro de la Vida del Cordero; y que en este Día Postrero estarán siendo llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ahora, sigue diciendo:
“… pero todos seremos transformados…”.
O sea que todos tendremos un cuerpo nuevo, un cuerpo transformado. Antes un cuerpo mortal, y después un cuerpo inmortal. Antes el cuerpo mortal, corruptible y temporal, que es el que tenemos en la actualidad, y el que tuvieron los escogidos de Dios de las edades pasadas; y para este Día Postrero Él ha prometido darnos el nuevo cuerpo.
Todavía no lo tenemos, pero es una promesa divina, la cual Él va a cumplir en el Día Postrero; porque los muertos en Cristo resucitarán primero, en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados. Por eso estamos nosotros en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, recibiendo Su Palabra y siendo preparados para ser transformados en este Día Postrero.
“… pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.
Aquí tenemos nuevamente la Trompeta: es la Final Trompeta. Cuando se habla de la Trompeta Final se está hablando del Mensaje Final de Jesucristo.
La Gran Voz de Trompeta que escuchó Juan en el Día del Señor es la Voz de Jesucristo dándonos Su Mensaje Final, Su Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual llama y junta a todos Sus escogidos en Su Cuerpo Místico de creyentes, en este Día Postrero, en la etapa o Edad de la Piedra Angular; la Edad Eterna de la Iglesia de Jesucristo, que obtendrá la transformación de todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo de este tiempo final y de los que vivieron en las edades pasadas.
Sigue diciendo:
“… y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
Vean lo importante que es escuchar la Trompeta Final, o sea, el Mensaje Final de Cristo hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia, y llamando y juntando a todos Sus escogidos del Día Postrero.
Por eso es que Él dijo en San Mateo 24, verso 31:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.
Con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.
Esa es la Voz de Cristo en el Día Postrero hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Es la Voz de Cristo esa Voz de Trompeta, llamando en el Día Postrero a Sus escogidos a subir a la Edad de la Piedra Angular, así como en cada edad llamó a Sus escogidos a subir a la edad correspondiente al tiempo en que ellos vivieron.
Y ahora, nosotros estamos viviendo en el tiempo de la Edad de la Piedra Angular, donde Jesucristo estaría hablándole a Su pueblo con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; y estaría dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Así como tuvo siete mensajeros en las siete edades de la Iglesia gentil, tendría un mensajero en la Edad de la Piedra Angular.
Ahora, la Voz de Cristo dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Y en Apocalipsis 22, verso 6, encontramos por medio de quién la Voz de Cristo estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Dice así Apocalipsis 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué?), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Para mostrar ¿qué? Las cosas que deben suceder pronto.
Es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que en el Día Postrero los escogidos de Dios estarían escuchando la Voz de Jesucristo, esa Gran Voz de Trompeta que Juan escuchó en el Día del Señor, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
Y ahora, nosotros, viviendo en el Día Postrero, somos privilegiados; y tenemos la oportunidad de escuchar la Gran Voz de Trompeta, la Voz de Jesucristo dándonos Su Mensaje Final, y revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y por medio de Su Ángel es que escuchamos Su Voz. Así como en los tiempos pasados la Voz de Dios fue escuchada por medio de los profetas de Dios en el Antiguo Testamento, luego por Jesucristo, y después por los apóstoles, y después por los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil; y para el Día Postrero por medio de Su Ángel Mensajero.
Por medio de Su Ángel Mensajero es que los escogidos de Dios estarían escuchando la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así siendo llamados, recogidos y colocados en la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo, para ser preparados para ser transformados en este Día Postrero.
Jesucristo en Apocalipsis 22, verso 16, confirma nuevamente que Él ha enviado a Su Ángel Mensajero. Y dice así:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice que ha enviado? A Su Ángel Mensajero. Es por medio del Ángel de Jesucristo que todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, en este Día Postrero, son dadas a conocer. Es Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado, manifestado a través de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Juan quiso adorar al Ángel de Jesucristo, pero el Ángel le dijo: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y con tus hermanos. Adora a Dios”4.
El Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo. Él solamente es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, que es enviado por Cristo con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.
¿Cuántos de ustedes sabían lo que eran los días postreros? No lo sabían, pero ahora sí ya lo sabemos. ¿Por qué? Porque Jesucristo nos ha revelado lo que son los días postreros.
¿Cuántos sabían cuál era el Día Postrero? No lo sabían, pero ya sí lo sabemos: sabemos que es el séptimo milenio. Ese es el Día del Señor, ese es el Día Postrero.
Y para el Día Postrero es que Jesucristo estaría hablándonos con la Gran Voz de Trompeta por medio de Su Ángel Mensajero, y estaría llamando y juntando a todos Sus escogidos en este Día Postrero. ¿Para qué? Para luego traer la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de todos nosotros los que vivimos.
Sigue diciendo:
[1 Corintios 15:53] “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
De ahí en adelante ya no seremos mortales: seremos inmortales en el cuerpo que hemos de tener, que es el cuerpo nuevo e inmortal que Jesucristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también. Él ha prometido ese cuerpo para todos los que han creído en Él y han lavado sus pecados en Su Sangre y han recibido Su Espíritu Santo, tanto en las edades pasadas como en este tiempo final.
Ahora, hemos visto estas preguntas que teníamos aquí marcadas.
¿Está la promesa de la transformación del cuerpo en la Escritura? Sí está, la hemos visto en diferentes Escrituras.
¿Quién es el que traerá esa transformación? Hemos visto que es nuestro amado Señor Jesucristo; Él es el que traerá la transformación de nuestros cuerpos; Él es el que traerá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Él lo ha prometido, y Él lo cumplirá.
Y pronto los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados, y tendremos el cuerpo nuevo y eterno que Él ha prometido; y entonces seremos todos a imagen y semejanza de Jesucristo, y entonces recibiremos nuestra herencia: la herencia de Dios; y estaremos como herederos de Dios y coherederos con nuestro amado Señor Jesucristo. Y reinaremos con Cristo en ese glorioso Reino Milenial y por toda la eternidad.
¿Cuándo ocurrirá la transformación? En el Día Postrero, luego que los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos. “Luego nosotros los que vivimos seremos transformados”, dice el apóstol San Pablo; y esto es para el Día Postrero, para el séptimo milenio.
Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio, en el Día del Señor, en el Día Postrero, en donde Jesucristo, en alguno de los años del Día Postrero, resucitará a los santos que partieron en las edades pasadas, y a nosotros los que vivimos nos transformará.
Es una promesa de nuestro Señor Jesucristo, es una promesa bíblica para ser cumplida en este Día Postrero.
Todavía los muertos en Cristo no han resucitado, y nosotros los que vivimos tampoco hemos sido transformados; pero va a ser de un momento a otro en este tiempo final: cuando el último de los escogidos haya venido, haya llegado al Cuerpo Místico de Cristo.
Por eso es que el Mensaje del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, está llamando y juntando a todos Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular, en el territorio de la América Latina y el Caribe; porque ese es el territorio para el llamado de Jesucristo, de la Gran Voz de Trompeta, llamando y juntando a todos Sus escogidos, los cuales tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Y son llamados y son colocados en la Edad de la Piedra Angular del Cuerpo Místico de Cristo, para pronto ser transformados conforme a la promesa de Cristo.
¿Cuándo ocurrirá la transformación? En el Día Postrero, en el séptimo milenio. Pero ¿en qué año? Espere que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación nuestra, y entonces hemos de saber en qué año sería esa transformación nuestra y resurrección de los muertos en Cristo. Pero hemos visto que es para el Día Postrero, para el milenio postrero, para el séptimo milenio, que es el Día del Señor o Día Postrero.
Hemos visto que Jesucristo resucitó en la mañana del domingo de resurrección, en la cuarta vigilia, pues resucitó en la mañana.
Una vigilia consta de 125 años, porque un día delante del Señor es como mil años. Y tres horas… (porque una vigilia consta de tres horas); y una hora delante del Señor, para los seres humanos son 41 años con 8 meses; y tres horas son 125 años. Y una vigilia tiene tres horas; y una vigilia profética, delante de Dios, tiene 125 años.
Jesucristo preguntó, acerca de la Venida del Hijo del Hombre, si sería a la primera vigilia, segunda vigilia o tercera vigilia; si sería al oscurecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o en la mañana5. Y si no ocurrió en esas vigilias anteriores, es entonces para la cuarta vigilia.
La primera vigilia es de 9:00 a 12:00 de la noche, la segunda vigilia de 12:00 a 3:00 de la mañana, la tercera vigilia de 3:00 a 6:00 de la mañana, y la cuarta vigilia es de 6:00 a 9:00 de la mañana.
En la cuarta vigilia resucitó Jesucristo. En la cuarta vigilia vino el Espíritu Santo sobre 120 personas.
En la cuarta vigilia fue que Jesucristo también caminó sobre el mar y le apareció a Sus discípulos, que estaban siendo azotados por una tempestad grande en medio del mar de Galilea, y ellos se encontraban en aquella embarcación a punto de perecer; y en la cuarta vigilia apareció Jesucristo a ellos6.
Ahora, miren ustedes los grandes eventos que han ocurrido en la cuarta vigilia.
En la cuarta vigilia Dios libertó al pueblo hebreo del ejército del faraón, que entró por el mar Rojo siguiendo al pueblo hebreo, y Dios los destruyó allí7.
Fue en la cuarta vigilia que ocurrieron todas estas grandes cosas.
Y también fue en la cuarta vigilia que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, bendijo a Jacob, y le cambió el nombre de Jacob por Israel.
Jacob había luchado con ese Ángel toda la noche, pero fue cuando rayaba el alba que el Ángel le dijo:
—“Suéltame, tengo que irme, ya está rayando el alba”.
—Y Jacob dijo: “Yo no te soltaré, hasta que tú me bendigas”.
—Y el Ángel le preguntó: “¿Cómo te llamas?”.
—Jacob le dijo: “Jacob”.
—El Ángel le dijo: “No se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel”.
Y así le bendijo el Ángel de Jehová. Y Jacob salió cojeando, porque el Ángel lo había herido en su lado, o sea, en el encaje de la pierna, ahí; y de ahí en adelante Jacob cojeaba, pero con la bendición de Dios8.
Y es mejor un hombre cojo con la bendición de Dios que un hombre bien de sus piernas sin la bendición de Dios. Jacob salió cojeando, pero salió muy feliz, con la bendición de Dios.
Jesucristo dijo en una ocasión: “Es mejor entrar al Reino de Dios con un ojo menos, o con un brazo menos, que tener los dos ojos o los dos brazos y ser echado al infierno”9.
Lo más importante para el ser humano es la bendición de Dios. Jesucristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia; las demás cosas serán añadidas”10; son las añadiduras de la vida.
Pero lo más importante para el ser humano es el Reino de Dios. Es creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, y así nacer en el Reino de Dios; para en el Día Postrero obtener el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de los nacidos de nuevo, de los creyentes en Cristo.
Ahora, podemos ver la importancia de creer en Cristo, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; y así siendo colocados en el Cuerpo de Jesucristo, Cuerpo Místico de Cristo, naciendo en ese Cuerpo Místico de Cristo; para en el Día Postrero obtener el cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.
¿Quiénes serán los arrebatados por el Señor? Los nacidos de nuevo en el Reino de Dios, que han creído en Cristo y han lavado Sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; tanto los que han partido en las edades pasadas como nosotros los que vivimos; que en el Día Postrero todos recibiremos el cuerpo eterno, el cuerpo nuevo. Y luego de estar 30 o 40 días aquí en la Tierra con el nuevo cuerpo, luego nos iremos de aquí al Cielo, a la Cena de las Bodas del Cordero.
Cristo dijo: “En la Casa de Mi Padre muchas moradas hay”. Dijo también: “Si así no fuera, yo se los hubiera dicho antes; pero voy a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”11.
¿Por qué dice “os tomare a Mí mismo”? Porque somos del Cuerpo Místico de Cristo, y Él viene a tomar Su Cuerpo Místico de creyentes para llevárselo a la Cena de las Bodas del Cordero. Esos son los que serán arrebatados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA TRANSFORMACIÓN Y EL ARREBATAMIENTO DE LOS ESCOGIDOS DE DIOS”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero.
¿Y quiénes son los que serán transformados en este Día Postrero? ¿Dónde están? Aquí estamos, en este Día Postrero, esperando nuestra transformación. Y esperando nuestra transformación permanecemos escuchando la Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre cada uno de ustedes, y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y pasen todos muy buenas noches.
Dejo con ustedes al reverendo Gian del Corto para concluir nuestra parte, y luego ustedes concluirán de acuerdo a como tienen ya programado, con los cánticos que tengan programados; y luego, dándole gracias a Cristo, nos iremos gozosos con toda esa Palabra que Él nos ha dado.
Y permaneceremos todos los días de nuestra vida esperando nuestra transformación, porque ya conocemos el misterio de la transformación y del arrebatamiento de los escogidos de Dios.
Que Dios les bendiga, y buenas noches.
“EL MISTERIO DE LA TRANSFORMACIÓN Y EL ARREBATAMIENTO DE LOS ESCOGIDOS DE DIOS”.
[Revisión noviembre 2022 -RM-JR]
1 San Juan 14:6
2 San Juan 3:1-7
3 Números 11:29
4 Apocalipsis 19:10, 22:9
5 San Marcos 13:35
6 San Mateo 14:22-25, San Marcos 6:45-48
7 Éxodo 14:21-28
8 Génesis 32:22-32
9 San Mateo 18:8-9, San Marcos 9:43-48
10 San Mateo 6:33, San Lucas 12:31
11 San Juan 14:1-3