Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios, y poder comprender así el tiempo en que estamos viviendo, y poder recibir las bendiciones de Cristo en este tiempo final.
Para eso quiero leer en Levítico, capítulo 25, verso 8 al 13, donde dice:
“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.
Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.
Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.
El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,
porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.
En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”.
“EL MISTERIO DE LA TROMPETA DEL JUBILEO”.
El año del jubileo es un misterio para la humanidad, y aun las fiestas que el pueblo hebreo ha llevado a cabo por milenios, es también un misterio; porque en esas fiestas que Dios le dio al pueblo hebreo Dios está representando Su Programa, el cual Él estaría llevando a cabo de edad en edad y de dispensación en dispensación.
Por eso ustedes encuentran que Dios le dio al pueblo hebreo, por ejemplo, el sacrificio del cordero pascual; el cual, encontramos que en el tiempo del éxodo del pueblo hebreo fue sacrificado ese cordero, y luego, durante la noche, se comieron ese corderito cada familia en su casa con sus hijos; y colocaron la sangre de ese corderito en el dintel o marco de la puerta, en los postes y en la parte de arriba del marco de la puerta. Y esa noche pasó la muerte por el territorio de Egipto, y estaban muriendo todos los primogénitos que estaban viviendo en Egipto, fueran gentiles o hebreos; pero en las casas donde estaba la sangre del cordero pascual aplicada, la muerte no entraba, y se salvaban esos primogénitos que estaban allí.
Ahora, vean cómo ese cordero pascual era tipo y figura de Jesucristo nuestro Salvador, el cual fue presentado por Juan el Bautista como el Cordero de Dios. Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”1.
Juan conocía el tipo y figura presentado en el Antiguo Testamento, y él sabía que algún día vendría un hombre, el cual estaba representado en aquel cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificaba cada año en la víspera de la Pascua.
Y ahora, Juan estaba siendo el precursor de la Primera Venida de Cristo, siendo el precursor de ese Cordero que vendría en forma tanto actualizada como en forma, diríamos en forma engrandecida: Ya no sería un cordero literal, sino que sería un hombre que llevaría a cabo la Obra de Redención; un hombre que vendría sin pecado, porque nacería en este planeta Tierra sin la unión de un hombre y de una mujer; vendría entonces, ese cuerpo físico, por medio de creación divina.
Lo que ocurrió con el nacimiento de Jesús: Dios creó en el vientre de María una célula de vida, una célula de sangre, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús; eso es creación divina.
Y ahora, vean ustedes, Juan predicaba: “Después de mí viene un hombre, un varón, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado. Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”2.
Y luego, cuando lo vio y lo bautizó, vio el Espíritu Santo que descendió en forma de paloma sobre Jesús; y dijo: “Yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre él y permanecer sobre él, ese es Él”3. O sea: “Ese es Aquel que vendrá después de ti, ese es Aquel al cual tú le estás preparando el camino, ese es Aquel que bautizará con Espíritu Santo y Fuego”.
Y Juan dice: “Y yo le vi. Yo vi al Espíritu Santo que descendió en forma de paloma sobre Él (sobre Jesús). Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, este es del cual yo decía que vendría un varón después de mí, el cual es primero que yo”4. Y vean, vino después de Juan y era primero que Juan.
Ahora, vean ustedes cómo hay cosas en la Biblia que usted no las puede comprender a menos que sean abiertas, reveladas.
¿Cómo es posible que Jesús fuera primero que Juan y vino después de Juan? Miren, nació como seis meses después de Juan, y Juan dice que era primero que él, que Juan.
Y Jesús dice algo con lo cual nos deja saber que no solamente era primero que Juan, sino antes que Abraham también: “Antes que Abraham fuera, yo soy”5, dijo Cristo. Así que se fue mucho más atrás del tiempo de Juan, se fue más atrás también del tiempo de Abraham.
Era antes que Abraham, era antes que el profeta Moisés, era antes que el profeta Enoc, era antes que el profeta Noé también, era antes que Adán también; porque ese es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual estaba en Su cuerpo teofánico antes de la creación de Adán.
Y cuando fue creado Adán en la sexta dimensión, fue creado su cuerpo teofánico en la sexta dimensión, ya Cristo tenía Su cuerpo teofánico. ¿Y saben quién creó el cuerpo teofánico de Adán? Jesucristo nuestro Salvador. ¿Y saben ustedes quién creó todo el universo? Jesucristo nuestro Salvador.
¿Y dónde se encuentra eso en la Biblia? Es muy importante saber que todo esto se encuentra en la Biblia. Y vayamos al capítulo 1 de San Juan, versos 1 en adelante, donde dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
¿Quién hizo todas las cosas, quién creó todas las cosas? El Verbo, el cual era con Dios y era Dios.
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Miren dónde está el comienzo de la vida de todo el universo: en el Verbo.
Y ahora, en el verso 14 de este mismo capítulo 1 de San Juan, dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Y cuando el Verbo se hizo carne, ¿quién era el Verbo hecho carne? Nuestro amado Señor Jesucristo; ese es el Verbo hecho carne, hecho hombre, en medio de los seres humanos; ese es el Creador de los Cielos y de la Tierra, que se hizo hombre y estuvo en medio del pueblo hebreo, y tuvo un ministerio de tres años y medio, y vivió en carne humana unos 33 años; y luego que murió, resucitó y ascendió el Cielo, se sentó a la diestra de Dios en el Cielo, en el Trono de Dios6.
Vean cómo también el apóstol San Pablo, en su carta a los Hebreos, capítulo 1, nos da testimonio también que Cristo fue el Creador de todo el universo, de toda la Creación. Dice capítulo 1 del libro a los Hebreos, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
Vean ustedes cómo Dios por medio de Jesucristo llevó a cabo la creación del universo; o sea que Dios estando en Su cuerpo teofánico, que es el Verbo, estando ahí en Su cuerpo teofánico creó todas las cosas; desde ese cuerpo teofánico Dios trajo a existencia toda la Creación.
Y luego, más adelante, encontramos que creó en el vientre de María una célula de vida, de sangre, la cual se multiplicó célula sobre célula, la cual formó el cuerpo de Jesús, y nació luego en Belén de Judea; y en ese cuerpo de carne, el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, que estaba con Su cuerpo teofánico, entró dentro de aquel cuerpo de carne, y habitó, y por eso era Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros7.
Isaías, capítulo 7, verso 14, nos dice: “Porque el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará Su nombre Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)”.
Por eso cuando le decían a Jesús: “Muéstranos al Padre, y nos basta”, Él decía: “¿Tanto tiempo hace, Felipe, que estoy con vosotros, y no me has conocido? ¿No sabes que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí? Y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre (o viceversa)8”.
También encontramos que Cristo decía: “Yo no hago nada de mí mismo, sino lo que yo veo al Padre hacer, eso es lo que yo hago”9. Él decía que las obras que Él hacía no eran de Él, sino del Padre que moraba (¿dónde?) en Él.
Y ahora, vean ustedes cómo el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra estuvo en medio de los seres humanos vestido de un cuerpo humano, vestido de carne humana; y vino a Su pueblo (al pueblo hebreo), y Su pueblo no le conoció.
Pero vean ustedes, se tornó a los gentiles, para darle a conocer a los gentiles Su Primera Venida en carne humana, y así mostrarles Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para que los gentiles también tengan la oportunidad de salvación.
¿La Primera Venida de Cristo qué fue entonces? Fue la Venida del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, que es el mismo Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, vestido de carne humana. Tomó una vestidura humana y habitó entre los seres humanos como el profeta de Nazaret. Como profeta, porque el título de profeta es el título de Hijo de Hombre.
El Hijo del Hombre, vean ustedes, es el título de profeta, y por eso Jesús tenía ese título de Hijo del Hombre.
Y ahora, Cristo estaba allí como Hijo del Hombre e Hijo de Dios, manifestado en la Tierra para llevar a cabo la Obra de Redención como Cordero de Dios en la Cruz del Calvario.
Vean que era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, al cual Juan le había preparado el camino, conforme a Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, donde dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (ese fue Juan el Bautista); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (¿Quién vendría después de Juan el Bautista? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros”.
El Ángel del Pacto: que es el Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová en y con Su cuerpo teofánico, el cual estuvo con el pueblo hebreo apareciéndole en diferentes ocasiones; y estuvo con los profetas del Antiguo Testamento apareciéndoles a ellos, y enviándolos, y colocando Su Palabra en la boca de esos profetas.
Y ahora, el Ángel del Pacto, que es el mismo Jehová, el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob con Su cuerpo teofánico, viene a la Tierra dentro de un cuerpo de carne llamado Jesús. Trae en ese velo de carne, en Su vestidura humana, trae el Nombre para Redención, para llevar a cabo Su Obra como Cordero de Dios en la Cruz del Calvario.
El cuerpo humano, el cuerpo de carne de Dios, del Dios de Abraham de Isaac y de Jacob, fue llamado Jesús. Y ese fue el cuerpo que murió en Sacrificio vivo por nosotros, llevando nuestros pecados, para quitar así (de nosotros) nuestros pecados y darnos vida eterna.
Y ahora, vean ustedes, no hay otra forma de vida eterna sino por medio de nuestro amado Señor Jesucristo. Ya no se necesitan los sacrificios que el pueblo hebreo realizaba, porque ya ha sido realizado el Sacrificio por el pecado, por el Cordero de Dios Jesucristo.
O sea que lo que aquel sacrificio que el pueblo hebreo realizaba: el sacrificio del cordero pascual, y también el sacrificio del macho cabrío, el sacrificio de la expiación para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, en el día diez del mes séptimo de cada año; ahora todo eso vean ustedes cómo se materializó en un hombre llamado Jesucristo.
Y ahora, vean ustedes, somos reconciliados con Dios, no por medio del sacrificio de un animalito, sino por medio del Sacrificio de nuestro amado Señor Jesucristo. Ya el pueblo hebreo no necesita más sacrificios de animalitos, y ya hace unos dos mil años, aproximadamente, que el pueblo hebreo no tiene sacrificios de animalitos; pero tampoco ha recibido el Sacrificio del Cordero de Dios; no ha recibido el Sacrificio del Cordero de Dios —que es Jesucristo—, realizado ese Sacrificio en la Cruz del Calvario.
Por eso el pueblo hebreo ha estado sufriendo grandes juicios. Hitler por poco los extermina; Hitler, Mussolini y Stalin. ¿Por qué? Porque no ha tenido el Sacrificio por el pecado, ni siquiera han tenido los sacrificios de los animalitos; y por cuanto rechazaron el Sacrificio de Cristo, el Cordero de Dios, por cuanto la paga del pecado es muerte10: la muerte ha estado azotando al pueblo hebreo.
Ahora, vean cómo todos estos sacrificios y todas estas cosas que Dios le dio al pueblo hebreo, en estas ordenanzas y leyes para el pueblo hebreo, son tipo y figura de las cosas que Dios haría en el Nuevo Testamento.
Hemos visto, por ejemplo, el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, son tipo y figura, tanto de Jesucristo como Templo de Dios, como también de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, el pueblo hebreo no tiene templo, pero Cristo ha estado construyendo un Templo para Dios, donde Dios morará en toda Su plenitud.
Y ahora, vean cómo las cosas del Antiguo Testamento dan testimonio de las cosas que en el Nuevo Testamento estarían siendo cumplidas y establecidas.
Y ahora, lo del año del jubileo es en la misma forma. Esto nos habla de un tiempo que vendría en el Programa Divino, en donde se llevará a cabo la redención de nuestros cuerpos; o sea, volveremos a tener cuerpos eternos, y tendremos vida eterna en ese cuerpo eterno, y tendremos juventud eterna, y tendremos felicidad eterna, y tendremos salud eterna. Y todas las cosas eternas que Dios le dio a Adán, pero por causa del pecado él las perdió, serán restauradas a los hijos e hijas de Dios.
Vean que, en el año del jubileo, las personas que habían perdido su herencia por causa de alguna deuda o porque la habían vendido, en el año del jubileo todo regresaba a las manos del dueño original sin pagar un solo centavo; era una Ley Divina.
Y cualquier persona que hubiera perdido sus hijos, porque los habían tomado como esclavos a causa de alguna deuda, o porque los vendió como esclavos, en el año del jubileo salían libres.
Y en ese tiempo, vean ustedes, era un tiempo en que se tocaba la trompeta del año del jubileo y se proclamaba libertad en toda la Tierra.
Y ahora, para el Día Postrero tenemos la promesa de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, representada esa Trompeta en la trompeta del año del jubileo. Y en el tiempo del pueblo hebreo, en el año del jubileo se sonaba, se tocaba la trompeta del año del jubileo y se proclamaba libertad en toda la Tierra.
Y para el Día Postrero, la Trompeta del Año del Jubileo actualizada estará sonando, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, y estará proclamando libertad en toda la Tierra: estará proclamando el tiempo glorioso de la liberación de los hijos e hijas de Dios, estará proclamando el tiempo, el ciclo divino, en que los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados; estará proclamando que el Día Postrero, que es el Día del Señor, que es el séptimo milenio, ha llegado, y que en este Día Postrero (el séptimo milenio) es que los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Y así como en el mes séptimo se tocaba la trompeta del año del jubileo, ahora en el séptimo milenio es que la Trompeta del Año del Jubileo, la predicación del Evangelio del Reino, proclama la liberación para todos los hijos e hijas de Dios, proclama que en este ciclo divino hemos de ser transformados los que vivimos y los muertos en Cristo han de ser resucitados.
Y por eso surge el llamado de la Trompeta Final, llamando y juntando a todos los escogidos en este Día Postrero.
Es la Trompeta del Año del Jubileo, es el Mensaje de la Trompeta del Evangelio del Reino, proclamando el Mensaje del Evangelio del Reino en este Día Postrero, y llamando y juntando a todos los escogidos en este tiempo final para recibir las bendiciones del Año del Jubileo actualizadas en este tiempo final, en donde está la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y la transformación de nosotros los que vivimos, para tener un cuerpo eterno como Él ha prometido, y ser todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, miren qué es el Año del Jubileo actualizado en el Día Postrero.
Ahora, vean ustedes que cada siete años, el año séptimo era un año festivo, era un año de descanso para toda la Tierra; lo cual es tipo y figura de las diferentes edades de la Iglesia gentil.
Vean ustedes cómo hemos tenido siete etapas o edades de la Iglesia gentil, comenzando en Asia Menor la primera, luego teniendo cinco etapas o edades en Europa, y luego teniendo la séptima edad en Norteamérica.
Si ustedes buscan en 49 años cuántos años sabáticos hay, ustedes encontrarán solamente 7; y después de esos 49 años venía el año 50.
Ahora, vean que siendo que hay 7 años festivos, sabáticos, de descanso para toda la Tierra, en 49 años; podemos ver en esos años festivos las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, siete edades o siete etapas para la Iglesia gentil; y después viene el Año Octavo, que también es el Año 50.
Porque en 50 años solamente hay 8 años festivos: 7 de ellos son representados en el sábado, y uno está representado ¿en cuál? En el domingo; porque es el año número 8 y está representado en el día domingo.
Y ese año número 8, que es el año 50 también (cincuenta significa ‘pentecostés’), es el Año de Pentecostés, no el Día de Pentecostés.
El Día de Pentecostés representa, en tipo y figura, al Año de Pentecostés; porque en el Día de Pentecostés (el día 50) recibieron las primicias del Espíritu; pero para el Año de Pentecostés, para el Año del Jubileo, se recibirá (¿la qué?) la plenitud del Espíritu de Dios: en donde todos seremos transformados y tendremos el cuerpo eterno; y seremos a imagen y semejanza de Jesucristo, teniendo un cuerpo eterno y teniendo un espíritu teofánico eterno, y viviendo en ese cuerpo teofánico dentro de ese cuerpo físico, viviendo por toda la eternidad.
Y ahora, todo eso es para ser cumplido ¿dónde? En la Edad de la Piedra Angular, la Edad Octava, que también es representada esa edad en el Año 50, el Año del Jubileo, en donde todos seremos llenos de la plenitud de Cristo, y seremos a imagen y semejanza de Jesucristo.
Es para la Edad de la Piedra Angular en donde la Trompeta del Año del Jubileo (actualizada esa Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, la Trompeta del Evangelio del Reino) suena, proclama el Mensaje Final, proclama la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para darle la fe a los escogidos de Dios para ser transformados y raptados en este Día Postrero, en este tiempo final.
Ahora, vean lo que es el Año del Jubileo actualizado o engrandecido en el Programa Divino.
Todas esas fiestas que tuvo el pueblo hebreo, encontramos que Cristo las actualiza cumpliendo Su Programa correspondiente a cada etapa.
Y ahora, vean cómo también el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, está representado también en seres humanos.
Miren, el rey David nació en Belén de Judea, hijo de Isaí, descendiente de esa línea de Judá. ¿Y cuántos hijos tenía Isaí? Tenía 8 hijos. ¿Y cuál era el menor de ellos, el octavo? David: él fue el ungido como rey sobre el pueblo hebreo, él fue el joven u hombre conforme al corazón de Dios11.
Y ahora, vean cómo las siete etapas o edades de la Iglesia gentil y los siete ángeles mensajeros, están representados en los hijos de Isaí: Los siete ángeles mensajeros están representados en los siete hermanos de David; pero David representa, vean ustedes, al mensajero de la Edad de la Piedra Angular, representa al Ángel del Señor Jesucristo.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero llegaríamos a la Edad de la Piedra Angular, por lo tanto, llegaríamos al ciclo divino del Año del Jubileo, en donde se sonaría, se tocaría la Trompeta del Año del Jubileo en forma actualizada. O sea, la predicación del Evangelio del Reino, ¿quién la tocaría? Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, proclamando el Mensaje de liberación, anunciándole a los hijos e hijas de Dios que hemos llegado al ciclo divino en donde los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados.
Y ahora, vean cómo nos revela Cristo por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, y nos revela el misterio más grande de todos los misterios que estuvo en la Mente de Dios, escondido ese misterio ahí en la Mente de Dios; y nadie lo podía descubrir, nadie lo podía sacar de la Mente de Dios.
Cuando se le preguntaba a una persona o a un ministro o a un teólogo acerca de la Segunda Venida de Cristo, ahí, hasta ahí llegaba toda la sabiduría humana de los grandes sabios en teología.
Pero ese misterio sería revelado a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Año del Jubileo actualizado. Cristo lo revelaría a Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero, y todo sería en simplicidad, tanto su cumplimiento como la forma en que Él lo daría a conocer.
Y los escogidos de Dios no podrían decir otra cosa, sino: “¡Yo lo veo, yo lo entiendo!”. Y podrían decir: “¿Y así de sencillo iba a ser el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo?”. Y la respuesta es: “Así de sencillo. Tan sencillo como ustedes lo han escuchado y lo han visto”.
Y ahora, eso es en el Año del Jubileo actualizado en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Por eso es que en medio del pueblo hebreo todavía encontramos que el Trono de David ha estado vacío por todos estos miles de años que han transcurrido; pero está la promesa de Dios, de que el Trono de David será ocupado, Cristo se sentará en el Trono de David, y reinará por mil años y luego por toda la eternidad. ¿Dónde está esa promesa? Pues Dios dice que levantará a David un renuevo justo, el cual reinará12.
Y ahora, nos dice que buscarán a David como rey, pero David como Rey es Cristo, el Mesías, en el Día Postrero sentándose sobre el Trono de David.
Y ahora, Cristo es el heredero al Trono de David; pero miren, ya eso estaba dicho de antemano, desde el Antiguo Testamento, y aquí el Arcángel Gabriel le confirma a María esta verdad profética: dice, capítulo 1, verso 30 en adelante del Evangelio según San Lucas… Evangelio según San Lucas, capítulo 1, verso 30 en adelante, dice el Arcángel:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Esto está de acuerdo también a lo que dijo el Arcángel Gabriel…
Vean, como que este Arcángel es el Arcángel de la revelación. El Arcángel de la revelación, vamos a ver… Vamos a ver por aquí donde es que… Capítulo 7 de Daniel, verso 13 al 14, dice:
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
Lo mismo que le dice el Arcángel Gabriel a Daniel el profeta, ahora se lo está diciendo aquí a la virgen María. Miren, también dice el verso 18 de este capítulo 7 de Daniel:
“Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”.
En ese Reino de Jesucristo vamos a reinar con Él por mil años, ¿y después qué?, ¡por toda la eternidad!, ¡y para siempre!, dice el Arcángel Gabriel aquí al profeta Daniel. Aquí así lo dice el Arcángel o Ángel de la revelación.
Vean, ¿y de dónde sacará este Arcángel toda esa revelación divina? Vamos a ver si encontramos de dónde es que este Arcángel saca toda esa revelación divina, vamos a ver… Vamos a comenzar en el capítulo 10, verso 11 en adelante; dice:
“Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando (¡Cualquiera!).
Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.
Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.
Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.
Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido (Vean, por la Palabra hablada recibió fuerzas).
Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a tí? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá”.
Vean que para los cambios del reino de los gentiles en sus diferentes etapas ha estado el Arcángel Gabriel presente, y el Arcángel Miguel también. Y van a estar aquí presentes —conforme a la profecía— para el Día Postrero, para el cambio de reino, para el cambio del reino de los gentiles al Reino de nuestro Señor Jesucristo. Así que ellos van a estar aquí. Eso, en Daniel, capítulo 12, lo dice también.
Bueno, sigue diciendo:
“Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe”.
Bueno, ya vieron cómo del Libro de la Verdad, del Libro que contiene todas las profecías de los eventos que han de ocurrir, este Arcángel le revela al profeta Daniel todas estas cosas.
Y ahora, continuemos aquí. Vean como también a la virgen María le revela que Jesús se sentará sobre el Trono de David y reinará por toda la eternidad. Dice:
“… y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ahora, ¿qué dice Cristo? En Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, hay una buena noticia para todos nosotros:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Jesús venció: Al morir y resucitar y ascender al Cielo, subió victorioso al Cielo, y se sentó con el Padre en Su Trono, allá en la séptima dimensión. Y encontramos que así como Él se sentó con Su Padre en Su Trono en la séptima dimensión, para hacer intercesión por cada uno de nosotros con Su propia Sangre, y ahí estar como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec… Porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo; siempre Él ha sido el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, porque Él es el Melquisedec que le apareció a Abraham13.
Y ahora, vean ustedes cómo todas las cosas que ocurren en el Cielo…; y vean a un Sumo Sacerdote en el Cielo ministrando: ese es el Melquisedec, que es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo.
Y ahora, vean cómo Cristo dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono”. ¿Cuál es el Trono de Jesús? El Arcángel Gabriel le dice a María (¿cómo fue que leímos?): San Lucas, capítulo 1, dice [verso 31]:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
¿Cuál es el Trono de Jesús? El Trono de David.
Y ahora: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono”. No sentarse con el Padre en el Trono en el Cielo, sino en el Trono de Jesucristo aquí en la Tierra, que será el Trono de David, en el cual Jesucristo estará reinando; estará allí y desde allí estará reinando; y con Él estará, en Su Trono, el Vencedor.
Y ahora, vean ustedes cómo esta promesa para el Día Postrero será cumplida, para el tiempo del Año del Jubileo, para el tiempo del ciclo divino en donde la redención de nuestros cuerpos será efectuada, y la resurrección de los muertos en Cristo se convertirá en una realidad.
Y ahora, ¿no dice acaso que Él nos ha redimido con Su Sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad?14.
Ahora, vean ustedes que cuando Cristo dice también15: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, luego esas cosas las da a conocer por medio de Su Ángel Mensajero; porque por medio de Su Ángel Mensajero será que Cristo estará manifestado en el séptimo milenio.
Y esto sí que significa mucho para la Iglesia del Señor Jesucristo: estar escuchando la Voz de Cristo en el Día Postrero, esa Gran Voz de Trompeta, por medio de Su Ángel Mensajero; que es por medio de quien, en Apocalipsis 22, verso 6, nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 27, dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones…”.
¿Qué significa esto? Lo mismo de San Mateo 24, verso 42 al 47, que dice, hablando del siervo fiel y prudente al cual su Señor puso sobre Su Casa para que les dé el Alimento a tiempo, dice:
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
Al ponerle sobre todos Sus bienes… Miren ustedes, Cristo hereda todo, y ahora coloca sobre toda esa herencia al Vencedor, le da autoridad sobre todas las naciones. Dice… y miren en qué forma se la da, dice [Apocalipsis]:
“… y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre…”.
Como Él la recibió del Padre, ahora la otorga a Su mensajero vencedor en el Año del Jubileo, en el Día Postrero.
Y ahora, vean ustedes que dice:
“… y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero…”.
Ahora, vean ustedes lo que nos dice Apocalipsis, capítulo 19, versos, vamos a ver… Verso 15 en adelante dice, hablando del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, que es el Espíritu Santo viniendo en el Día Postrero; dice:
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones…”.
La Espada es la Palabra de Dios. Y dice que:
“… para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro”.
Ahora, ¿estará Jesucristo por un lado rigiendo con vara de hierro, y estará el Vencedor por otro lado rigiendo con vara de hierro? No. Jesucristo estará en el Vencedor llevando a cabo esa labor; por eso en un lado aparece que le da esa autoridad y poder al Vencedor.
¿Y se quedará Cristo sin ninguna? No se queda sin ninguna, porque al darle esa autoridad, Cristo es el que lo opera en Su mensajero.
Y estará en Su mensajero en Espíritu Santo, porque el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, es el Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo viniendo en el Día Postrero.
Y vean cómo viene. Vamos a ver la página 277 del libro de Los Sellos, donde dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, orando dice:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis? El Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo. Y para el Día Postrero el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, vean ustedes, viene en ese caballo blanco.
En la página 256 del libro de Los Sellos en español, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Marrion Branham:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
¿Ven lo que es la Venida de Cristo, la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis?
Es como fue la venida de Elías en su segunda manifestación: la venida del ministerio de Elías en su segunda manifestación fue la manifestación del espíritu ministerial de Elías en Eliseo.
Y la venida de Elías en la tercera manifestación de Elías: fue un hombre viniendo con el espíritu y virtud de Elías precursando la Primera Venida de Cristo; y ese hombre fue Juan el Bautista. Jesús dice: “Él es aquel Elías que había de venir”16; y el Elías que había de venir en aquel tiempo era, se llamaba: Juan el Bautista.
Es porque el mismo espíritu que estaba en Elías, el mismo espíritu ministerial, el mismo ministerio, estaba en Eliseo; y después estuvo en Juan el Bautista. Era el Espíritu de Cristo en Elías Tisbita, luego en Eliseo, luego en Juan el Bautista; en ellos operando el ministerio que había operado en el profeta Elías.
Luego, para el Día Postrero, encontramos que está prometido. Pero antes de llegar el Día Postrero, antes de llegar el Día del Señor, o sea, el séptimo milenio, está prometido para precursar la Segunda Venida de Cristo. Y ya vino, se fue, y muchos no lo conocieron: Elías en su cuarta manifestación fue el reverendo William Marrion Branham, él vino en el espíritu y virtud de Elías en su cuarta manifestación.
Y está prometido Elías para venir en el Día Postrero como uno de los Dos Olivos, y para tener el ministerio de uno de los Dos Olivos para el pueblo hebreo; y primero estará en medio de la Iglesia gentil.
Y ahora, también está prometido Moisés, y está prometido también Jesús. Tres grandes personajes bíblicos que hicieron historia aquí en la Tierra, y tenemos su historia en la Biblia.
Y ahora, en cada ocasión en que Dios va a hacer algo grande y promete un ministerio como el de Moisés o como el de Elías o como el de Jesús, Él dice: “Yo les enviaré a Elías”, o dice: “Yo les enviaré a Moisés”, o dice: “Yo les enviaré a Jesús”. ¿Qué significa esto? Que enviará un profeta, un hombre con el ministerio de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
Y vean, Cristo dice: “Yo le daré autoridad sobre las naciones, así como yo he recibido de mi Padre”. O sea que la misma autoridad que recibió del Padre, Jesús, ahora la coloca en el Vencedor; y la misma autoridad que tenía Moisés, cuando se repite el ministerio de Moisés, la coloca en el instrumento donde está ese ministerio; y la misma autoridad y poder que tenía Elías lo coloca en el que se cumple esa manifestación.
Así es como Dios cumple Sus promesas cuando promete que vendrá un profeta que ya vino en el pasado y se fue; viene recorriendo ese ministerio nuevamente el camino profético, pero con un velo de carne nuevo.
Así como cuando ustedes se preparan para ir a un compromiso, usted viene y se coloca cierta ropa; pero luego, para otra ocasión, va a cumplir otro compromiso y se coloca otra ropa; pero es la misma persona.
Y ahora, Jesucristo en Espíritu Santo, vean ustedes, se ha estado colocando vestiduras diferentes de etapa en etapa. En el Antiguo Testamento se colocó diferentes vestiduras que tenían por nombre, por ejemplo, Enoc, Noé, Abraham, Moisés, Josué, Samuel, Elías, y así por el estilo.
Es como la ropa nuestra algunas veces tiene el nombre: “Oye, ¿qué marca tiene… de qué marca es tu chaqueta?”. Usted busca… está aquí. Nadie la ve, pero si usted la muestra (la marca) ven ahí el nombre.
Y Jesucristo, vean ustedes, en Espíritu Santo, se ha estado vistiendo de una vestidura nueva para cada una de Sus etapas, de Sus manifestaciones o de Sus actuaciones; pero algún día se vestirá con una que no se la quitará más… porque será Su última vestidura.
¿O acaso, cuando el rey es coronado y se viste de rey, toma la vestidura y la bota?, ¿dice: “Ya esta no la quiero, búsquenme una vestidura de aquellas que yo tenía antes de yo ser rey”? No, la vestidura tiene que ser la que diga que es la vestidura de rey.
Y por eso en Apocalipsis 19, miren lo que dice. Apocalipsis 19, verso 16, dice… vamos a leer completo, 15 y 16 dice:
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Esa es la Vestidura que dice que es: Cristo, Rey de reyes y Señor de señores, en Su manifestación final; para reclamar Su Trono y sentarse sobre Su Trono, el Trono de David, y reinar.
Y para reinar no se va a quitar la Vestidura. Tiene que quedarse con la Vestidura, el Rey tiene que quedarse con la Vestidura. Y Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y tiene que quedarse con la Vestidura con la cual Él se revela, se presenta, se manifiesta como Rey de reyes y Señor de señores.
Y vean, cuando Él obtiene Su posición como Rey sobre el Trono de David, se sienta con Cristo Su Vestidura.
Como usted cuando se ha vestido: ¿Quién se sienta con usted en la silla que usted se siente? ¡Pues su vestidura! Cualquier persona puede decir: “Conmigo no se sienta nada en mi silla”… Su vestidura está con usted.
Y aún más: también tiene, bajo esta vestidura de tela, tiene otra vestidura, que es su cuerpo; porque usted es alma viviente: tiene una vestidura de carne, y esa se sienta con usted donde usted se sienta; y además tiene otra vestidura más, adentro, que es el espíritu, y esa vestidura se sienta también con usted.
Miren, cuando yo estaba sentado allí en mi silla, en la silla, mi vestidura (esta vestidura) estaba allí sentada conmigo; y luego, esta que está más adentro, también. O sea que toda la vestidura se sienta en donde la persona se sienta. Y la persona es alma viviente.
Ahora, podemos ver que Cristo para el Día Postrero viene como Rey de reyes y Señor de señores: “Y en Su Vestidura tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Ahí viene el Yo soy del Antiguo Testamento, ahí viene el Nombre Eterno de Dios, ahí vienen aquellas cuatro consonantes: YHWH (o como las pronunciaba el precursor de la Segunda Venida de Cristo). Y luego, cuando las colocaron aquí para hacerlas más entendibles, colocaron aquí en el capítulo 3 del Éxodo: verso 13 al 14 dice:
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros”.
En inglés: I-A-M, o sea, I AM [‘ai am’].
El Yo soy o el I am (si lo diríamos – si lo decimos en inglés), vean ustedes, es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Él es el que vino en carne humana con el nombre de Redención: Jesús, con ese nombre de Redención colocado en el velo de carne.
Y luego, para el Día Postrero, el Yo soy, el I am, vendrá nuevamente conforme a Su promesa: como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo. Ahí estará el Yo soy, el I am; y ahí estará la revelación del Nombre del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Es en la revelación o manifestación final de Cristo en donde Él revela Su Nombre, Su Nombre Nuevo, Su Nombre Eterno; pues Él dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, de la siguiente manera… y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro de lo que estamos hablando; dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
¿Sobre quién escribirá, Cristo, el nombre nuevo que Él tiene, y el nombre eterno de Dios, y el nombre de la Ciudad de nuestro Dios?
El nombre de la Ciudad, el nombre de la Nueva Jerusalén, es el Nombre Eterno de Dios. El nombre nuevo de Jesucristo es el Nombre Eterno de Dios. Y el nombre de nuestro Dios pues es el Nombre Eterno de Dios.
Y Cristo dice: “Yo lo escribiré sobre el Vencedor”. Así que vean ustedes cómo nos habla de este Nombre Nuevo.
Encontramos que en Apocalipsis, capítulo 19, dice que viene con un nombre escrito que ninguno conocía: “… y su nombre es: el Verbo de Dios”. O sea que el Verbo viene en carne humana en el Día Postrero, y ahí viene la revelación del Nombre del Señor.
Luego, en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, nos dice de la siguiente manera:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, (yo le) daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
Le dará una Piedrecita blanca, ¿y en la Piedrecita blanca qué? Un nombre nuevo. Vean cómo Cristo habla del Nombre Nuevo en diferentes lugares.
Y en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice que ese Nombre Nuevo ¿es cuál? El nombre nuevo de Él. Ese es el Nombre que Él recibió cuando subió al Cielo victorioso y se sentó a la diestra de Dios.
Así como el profeta José, cuando subió al trono del faraón y vino a ser el segundo allá en el reino del faraón, recibió un nombre nuevo también: Zafnat-panea, con el cual reinó, gobernó, en medio de los gentiles, en medio del imperio egipcio17.
Y ahora, vean cómo Cristo nos habla también de un nombre nuevo que Él tiene. Ese Nombre Nuevo es el que Él promete colocar, escribir, sobre el Vencedor; y ese Nombre Nuevo viene en la Piedrecita blanca; y la Piedrecita blanca es la Segunda Venida de Cristo.
La Piedra que los edificadores desecharon18; la Piedra que fue cortada del Monte (no con mano humana), en la profecía del libro del profeta Daniel, donde el rey Nabucodonosor vio una Piedra no cortada de manos, que vino e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido19; esa es la Piedrecita que trae un nombre escrito, un nombre nuevo en el Día Postrero; y ese nombre nuevo es el Nombre Eterno de Dios: que nunca ha sido revelado a la raza humana, pero que la promesa es que será revelado en este Día Postrero. Por eso es que hasta los hebreos van a conocer el Nombre de Dios, el Nombre Eterno de Dios.
En Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 en adelante, dice:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el (nombre) de su Padre escrito en la frente”.
Ahí está el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 4, nos habla también del Nombre de Dios, y dice de la siguiente manera… hablando acerca de los que estarán viviendo en la eternidad, dice [verso 3]:
“Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella (o sea, en la Nueva Jerusalén), y sus siervos le servirán,
y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes (o sea, tendrán la revelación del Nombre Eterno de Dios)”.
“Estar en sus frentes” nos habla de estar en la mente, en el entendimiento de las personas. No es que se les escribirá en la frente el nombre, sino que se les dará la revelación de ese Nombre Eterno de Dios, obtendrán esa revelación.
Y ahora, vean tantas bendiciones que Cristo tiene para Sus hijos para este Día Postrero, en el tiempo del Año del Jubileo actualizado, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, donde la Trompeta del Año del Jubileo actualizada es el Mensaje del Evangelio del Reino, que proclama la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, con un nombre nuevo.
Ahora, ¿cuántos cristianos habían pensado que la Segunda Venida de Cristo sería revelada y sería predicada con un nombre nuevo? Nadie se había percatado de esa verdad profética que sería cumplida en el Día Postrero.
Y si tropezaron muchas personas con el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo, que es el cumplimiento de la Venida del Ángel del Pacto en carne humana con el Nombre de Redención —con el nombre Jesús— escrito en Su vestidura de carne, en Su velo de carne, ¿tropezarán en el Día Postrero con la Segunda Venida de Cristo y Su nombre como Rey de reyes y Señor de señores, como León de la tribu de Judá? Si tropezaron en Su Primera Venida, pues tropezarán en Su Segunda Venida.
Dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que la Venida del Señor, o el Señor viniendo, cegará los ojos de los teólogos; cegará los ojos de los teólogos como fue ¿cuándo? Como fue en Su Primera Venida.
Fueron cegados los ojos de los teólogos de la religión hebrea; y estando cumplida la Venida del Mesías con el Nombre de Redención no lo pudieron ver, no pudieron comprenderlo (ver es entender, comprender); y pensaban que era Beelzebú, que era un demonio, que era el diablo, Beelzebú, manifestado en Jesús de Nazaret20; pero era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel del Pacto, manifestado en carne humana con el Nombre de Redención en Su Vestidura.
Y ahora, para el Día Postrero, lo que sucedió en la Primera Venida de Cristo con el pueblo hebreo. sucederá en la Segunda Venida de Cristo con los gentiles.
Así que vean ustedes las cosas que estarán sucediendo en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo; porque este es el tiempo de la Trompeta del Año del Jubileo actualizada, sonando y proclamando el Mensaje de liberación, el Mensaje que anuncia la liberación de los hijos de Dios, el Mensaje que anuncia que pronto los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Y todos seremos restaurados a la herencia que Adán y Eva perdieron en el Huerto del Edén: seremos restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno, y con todo el poder y autoridad que Dios le había dado a Adán; y nuestra posición de reyes será restaurada; porque Dios le dio esa posición de rey a Adán, pero la perdió.
Y ahora, será restaurada esa posición para ser reyes y sacerdotes en el Reino de Cristo, con Cristo reinando por mil años y luego por toda la eternidad, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y así es como seremos restaurados a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída; porque estamos viviendo en el tiempo del Año del Jubileo actualizado, en donde todo es restaurado a su dueño original.
Y por cuanto somos hijos de Dios: somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro21. Y en este tiempo Él reclama, en Su Obra de Reclamo, todo lo que nos pertenece a nosotros como herederos de Dios y coherederos con el Señor Jesucristo.
Si Él va a reinar ¿con quién va a reinar? ¡Con todos nosotros!, como reyes y sacerdotes.
Ahora hemos visto: “EL MISTERIO DE LA TROMPETA DEL JUBILEO”.
La trompeta del jubileo allá en el año del jubileo, vean ustedes cómo sería actualizada: y sería, en el Día Postrero, el Mensaje del Evangelio del Reino proclamando el misterio, revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
¿Cuándo se hacía el reclamo? Pues en el año del jubileo.
Es en el Año del Jubileo actualizado, que es la Edad de la Piedra Angular, en el séptimo milenio, que Él hace el Reclamo, para que todos regresemos a nuestra herencia y a nuestra posesión, para tener posesión de todo lo que nos pertenece a nosotros como hijos e hijas de Dios.
Y esa Trompeta o Gran Voz de Trompeta, siendo el Mensaje del Evangelio del Reino, es la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, predicándonos el Mensaje del Evangelio del Reino; con el cual nos revela el misterio de Su Venida, el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
¿Y quiénes lo recibirían en este Día Postrero? ¡Aquí estamos!
Los que los recibiríamos le daríamos la bienvenida, y reconoceríamos que está viniendo como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Hemos visto “EL MISTERIO DE LA TROMPETA DEL JUBILEO” y las cosas que revela la Trompeta del Jubileo.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA TROMPETA DEL JUBILEO”.
Dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar dándole gracias a Dios por Sus bendiciones en este tiempo, en donde la Trompeta del Jubileo está sonando, y está llamando y juntando a Sus escogidos, para ser restaurados todos a nuestra herencia y a nuestra Familia celestial.
Que Dios les bendiga y les guarde; y con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“EL MISTERIO DE LA TROMPETA DEL JUBILEO”.
[Revisión mayo 2022]
1 San Juan 1:29
2 Mt. 3:11, Mr. 1:7-8, Lc. 3:16, Jn. 1:27
3 San Juan 1:31-34
4 San Juan 1:15, 1:30
5 San Juan 8:58
6 Hebreos 10:12
7 San Mateo 1:23
8 San Juan 14:8-11
9 San Juan 5:19
10 Romanos 6:23
11 1 Samuel 17:12-14, 1 Samuel 16:11-13, Hechos 13:22
12 Jeremías 23:5
13 Hebreos 7:1
14 Apocalipsis 5:10, 20:4, 20:6
15 Apocalipsis 4:1
16 San Mateo 11:14
17 Génesis 41:39-45
18 Sal. 118:22, Lc. 20:17-18
19 Daniel 2:34-35
20 San Mateo 12:24, San Lucas 11:15
21 Romanos 8:17