Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes aquí en Quito, Ecuador. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios, y ver dónde nos encontramos en este Día Postrero.
Para esta ocasión nuestro tema será: “EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES”.
Leamos en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18, donde nos dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES”.
En esta lectura que hemos tenido hemos visto que hay otras dimensiones.
Y hemos visto que a Dios nadie le vio jamás; pero sin embargo a través de la Escritura nos dice que Dios le apareció al profeta Moisés, le había aparecido también al profeta y patriarca Abraham, le había aparecido también a Noé, le había aparecido también a Enoc, le había aparecido también a Adán. Vean ustedes, estuvo hablando con Adán y con Eva; y con todo y eso, dice la Escritura que a Dios nadie le vio jamás.
El mismo, vean ustedes, el mismo Dios nos dice en el Éxodo, capítulo 33, verso 1 en adelante…; y leemos esa Escritura, capítulo 33, verso 11 en adelante, dice… Vamos a ver aquí: capítulo 33, y vamos a comenzar en el verso 9, dice:
“Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.
Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.
Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo”.
Este Josué es el que vino a ser el sucesor del profeta Moisés. Pero miren cómo todo el tiempo estaba (¿dónde?) en el tabernáculo, y era el servidor de Moisés; así como el sucesor de Elías fue Eliseo, el servidor de Elías.
Ahora, vean ustedes aquí, sigue diciendo:
“Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.
Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.
Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.
Él entonces dijo (o sea, Moisés): Te ruego que me muestres tu gloria.
Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.
Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.
Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;
y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.
Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro”.
Vean este gran evento que sucedería: Dios pasando frente a Moisés, y vería la espalda o las espaldas de Dios. Él le dice aquí, dice:
“Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; más no se verá mi rostro”.
Y ahora, vean cómo aquí, más adelante, allá en el monte Sinaí, Moisés subió ya por segunda vez…; porque la primera vez que había subido, encontramos que cuando bajó con las tablas de la ley y encontró al pueblo en la condición en que estaba, quebró las tablas de la ley.
Y ahora, Moisés tenía que subir de nuevo al monte. Había tenido 40 días de ayuno allá en el monte Sinaí, cuando había subido, y había recibido las tablas de la ley; y ahora baja, y quebró las tablas de la ley. Y luego tiene que subir de nuevo, y Dios le dice: “Ahora, alísate dos tablas de piedras. Ahora te toca a ti preparar las piedras, las tablas de piedra; y sube allá”. Dice:
“Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.
Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte”.
Vean dónde Moisés se presenta para recibir la Palabra de Dios: sobre la cumbre del monte. Eso también es tipo y figura (¿de qué?) del lugar donde aparece el ministerio de Moisés en el Día Postrero, ¿dónde? En la cumbre del Monte de Sion, del Monte de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y vean que es allí en la cumbre del monte que Dios cortó aquellas piedras, aquellas tablas, en donde escribió los mandamientos.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero Dios cortará… Dios ha estado cortando en ese Monte, en el Monte de Sion, piedras vivas, que somos todos nosotros: los de nuestra edad y los de las edades pasadas; pero entre todas esas piedras que Él cortará, Él cortará una: la Piedra no cortada de manos. También todos nosotros somos cortados, no de manos, sino somos cortados por el Dios viviente, por Jesucristo.
Jesucristo en Su cuerpo teofánico manifestado de edad en edad ha estado cortando esas piedras vivas, llamándolos y juntándolos, y produciendo en ellos el nuevo nacimiento al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así hemos sido cortados y hemos sido colocados en el Monte de Sion, en el Monte de Dios, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Y vean ustedes cómo desde otra dimensión todo esto ha estado sucediendo, y ha estado manifestándose en esta dimensión terrenal.
Y ahora, vean ustedes cómo Moisés también estaba relacionado con esa otra dimensión en la cual estaba Dios y desde la cual Dios obraba.
Y ahora, Moisés sube al monte para recibir allí nuevamente los mandamientos divinos escritos en esas tablas que Moisés le llevaba a Dios allí. Vean que es en la mañana.
Y ahora, vean que también es en la mañana de un nuevo día dispensacional que Dios ordena que Moisés suba al Monte de Dios. ¿Y a qué parte del Monte de Dios? Dice:
“Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte”.
Y ahora, vean ustedes, Moisés estaba en la parte de abajo, pero luego tenía que subir a la parte de arriba.
Y encontramos que Moisés, durante la Dispensación de la Ley, ha estado en la parte de abajo, en esta parte acá; porque la Dispensación de la Ley corresponde al Atrio, y ha estado acá abajo, en la parte del Atrio. Pero Moisés tiene que subir ese Monte y presentarse ante Dios en el Día Postrero, en la mañana del Día Postrero, en la mañana del séptimo milenio, en la mañana de la Dispensación del Reino y en la mañana de la Edad de la Piedra Angular; acá arriba, en la Edad de la Piedra Angular, tiene que presentarse ahí.
Por lo tanto, vean cómo sube de acá, sube acá arriba en el Día Postrero, en la mañana de un nuevo día dispensacional y en la mañana de una nueva dispensación, de un nuevo día dispensacional; para presentarse ante Dios y recibir ahí la Palabra de Dios, la Palabra de Dios escrita, la cual Dios es el que la escribe, vean ustedes.
Y ahora, encontramos que lo que Dios escribía en aquellas piedras, en aquellas tablas de piedra, ahora encontramos que Dios escribirá en las tablas de carne, del corazón del ser humano. Por lo tanto, Dios escribirá en el corazón, en las tablas del corazón de Moisés, Su Palabra, allá arriba en la cúspide o la cumbre del Monte de Sion, del Monte de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo; y llamará ahí arriba a todos los escogidos de Dios, y Dios escribirá en el corazón de todos ellos también Su Palabra, por medio de la predicación del Mensaje del Evangelio del Reino, por medio del ministerio de Moisés.
Porque es por medio del ministerio que Dios coloca en un profeta que luego Dios escribe Su Palabra en el corazón, en el alma de las personas. Pero es ¿quién? Dios, el Espíritu Santo, el que hace esa Obra, el que escribe esa Palabra en el alma, en el corazón de los seres humanos.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero Dios estará escribiendo en el alma, en el corazón de los escogidos de Dios, así como escribió durante estas siete edades en el alma, en el corazón de los hijos e hijas de Dios, por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Sus ángeles mensajeros.
Y ahora, para el Día Postrero, encontramos que hay piedras vivas en la Edad de la Piedra Angular también, como hubo piedras vivas en las siete etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo, entre los gentiles.
Y ahora, es para el Día Postrero en que también Dios escribirá en el alma, en el corazón, en piedras de carne, de corazón, del pueblo hebreo. En las tablas del corazón de 144.000 hebreos Dios escribirá Su Palabra, Sus mandamientos, por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través del ministerio de Moisés, del ministerio de Elías y del ministerio de Jesús.
Estos son los tres grandes ministerios prometidos para estar manifestados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Vean cómo también el ministerio de Elías ha venido del Atrio, o sea, ha venido de allá de la Dispensación de la Ley, y luego ha pasado al Lugar Santo, que es la Dispensación de la Gracia. ¿Cómo pasó? Pues pasó a través de la manifestación de ese ministerio en el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
En la manifestación del ministerio de Elías en Juan el Bautista estuvo en el Atrio, porque Juan el Bautista pertenecía a la Dispensación de la Ley. También cuando estuvo manifestado ese ministerio en Eliseo, estuvo en la Dispensación de la Ley; por lo tanto, pertenece al Atrio. Y cuando estuvo manifestado en el profeta Elías, estuvo en la Dispensación de la Ley; por lo tanto, pertenece también al Atrio esa manifestación del ministerio de Elías en Elías Tisbita.
Y ahora, vean cómo pasó a la Dispensación de la Gracia y se manifestó en el reverendo William Branham.
Y luego, vean ustedes cómo esto sucedió aquí, en la edad séptima de la Iglesia gentil, cómo el ministerio de Elías ha subido del Atrio al Lugar Santo. Y del Lugar Santo está prometido que pasará al Lugar Santísimo, bajo la quinta manifestación del ministerio de Elías, y en el cumplimiento de uno de los Dos Olivos como Elías en su quinta manifestación; con la segunda manifestación de Moisés como el otro de los Dos Olivos.
¿Y quién es el que trae estos ministerios? Los trae Jesucristo en Espíritu Santo; y también Él manifiesta el ministerio de Jesús por segunda vez.
Vean cómo suben estos ministerios a la Edad de la Piedra Angular. ¿Por qué? Porque Jesucristo en Espíritu Santo ha venido subiendo: ha venido subiendo del Atrio al Lugar Santo, y del Lugar Santo al Lugar Santísimo.
¿Que estuvo Jesucristo en el Atrio? Pues claro que sí. ¿No dijo Jesús: “Abraham deseó ver Mi día; lo vio, y se gozó”? Le dicen: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?”. Jesús dice: “Antes que Abraham fuera, Yo soy”1.
¿Y cómo es posible eso, si Jesús nació por medio de la virgen María? Lo que nació por medio de la virgen María fue el cuerpo físico, pero el que estaba dentro de ese cuerpo físico era antes que Abraham, era antes también que Adán, era antes que todo ser humano.
[San Juan 1:1-2] “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios”.
“Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros…”2. Vean cómo el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, el Verbo que era con Dios, el Verbo que era Dios, y el Verbo que creó todas las cosas.
Y ahora, vean ustedes cómo Jesucristo en el Antiguo Testamento, cuando Abraham vio Su día…; dice Cristo que se gozó Abraham cuando vio Su día.
¿Cuándo sucedió esto? Encontramos que cuando Sodoma y Gomorra fueron a ser destruidas apareció Elohim con los Arcángeles Gabriel y Miguel, y apareció a Abraham.
Y Abraham le ofreció una ternera, un becerro tierno, o sea, le ofreció una buena comida: le ofreció panes cocidos al rescoldo, y le ofreció mantequilla y de todo; una buena comida. Y Elohim aceptó la invitación de Abraham. Abraham decía: “Porque por esto es que ustedes han pasado por aquí. Así que yo lavaré vuestros pies, quitaré el polvo de vuestros pies, y les daré una buena comida”. Y mandó a preparar esa buena comida; y comieron Elohim, Gabriel y Miguel3. Y Abraham estaba con ellos, y de seguro pues Abraham también estaba allí comiendo.
Y Abraham se gozó viendo el Día del Señor, viendo el Día del Señor Jesucristo; porque él allí estaba viendo en forma anticipada la Venida del Señor.
Y ahora, vean ustedes, ¿cómo sería la Venida del Señor? Sería en la forma visible, y sería en la forma de un hombre, de un profeta, que podía comer con los hijos de Abraham.
Porque para el tiempo en que se cumpliría lo que fue mostrado allí, en el tiempo que se materializaría, estaría la descendencia de Abraham: primero la descendencia de Abraham según la carne, viendo la Primera Venida de Cristo; y para el Día Postrero la descendencia de Abraham según la fe de Abraham, la descendencia de Abraham por medio de Jesucristo, del segundo Adán y del segundo (¿qué?) Isaac y del segundo Salomón.
Y por medio de esa manifestación en el Día Postrero, encontramos que los hijos de Abraham según la fe, que vienen por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, estarían viendo a Elohim viniendo primeramente en el precursor manifestado; y por medio de esa manifestación podían verlo comiendo como comen los demás seres humanos.
Y luego, para el Día Postrero, en el precursado también lo estarían viendo, y estarían escuchando —por medio de esa manifestación— las cosas que han de suceder pronto en este mundo. Así como Abraham estuvo escuchando de Elohim manifestado en forma visible, estuvo escuchando (¿qué?) el motivo de Su Venida con relación al mundo.
Vean ustedes, Dios había dicho que había descendido para ver si era así o no lo que había llegado hasta Su presencia en el Cielo. Y había venido con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, que son los que están a cargo de los Ejércitos celestiales.
Y vean ustedes, primero pasaron por donde estaba Abraham, y después de eso fueron Gabriel y Miguel a Sodoma y Gomorra; pero Elohim se quedó con Abraham, revelándole las cosas que sucederían; y Abraham tratando de obtener misericordia para su sobrino y su familia – y la familia de su sobrino4.
Pero Abraham comenzó a decir: “No destruirás al justo con el injusto. No haga esto el Juez de toda la Tierra; Tú, el Juez de toda la Tierra”; porque Dios es el Juez de toda la Tierra.
Y Abraham le dijo: “No vas a destruir al justo con el injusto, ¿verdad? Siendo Tú el Juez de toda la Tierra (esto es lo que le está queriendo decir). Si hay allí 50 justos, ¿destruirás Tú a toda esa gente?”. Abraham lo que está es buscando que la misericordia de Dios se extienda sobre su sobrino; y si Dios va a destruir todo aquel territorio, pues Lot, con su familia, va a ser destruido. Y Abraham le dice: “Si hay allí 50 justos, ¿Tú destruirías todo ese territorio?”.
Abraham, vean ustedes, si podía pensar que en ese territorio estaba Lot con su familia, y se había multiplicado a tal grado que pudiera tener hasta 50 personas con él, o a lo menos tener 50 personas con él, que fueran creyentes en el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y que estuvieran bajo los sacrificios de esos animalitos que se venían ofreciendo a Dios por el pecado; pues si Lot había aprovechado bien el tiempo allí, y no solamente se había dedicado a trabajar y a ganar dinero y a buscar una posición importante allí en Sodoma y Gomorra, sino que también se había dedicado a dar a conocer el Programa Divino, a dar a conocer la Palabra de Dios, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob: pues ya entonces Lot tenía que tener alguna congregación de 50 personas, a lo menos.
Eso es muy importante: que Dios no permita que hayan congregaciones menos de 50 personas, y 51 con el pastor, a lo menos. Luchen; y cuando logren tener (cada pastor) 50 personas, sigan luchando para que se siga aumentando su congregación.
Ahora, no se vaya a poner triste el que no haya llegado a 50; ni el que haya llegado a 1000, no se vaya a poner orgulloso diciendo: “No, es que yo sé trabajar mejor que los que tienen poquitos”, no. Diga: “Ha sido la misericordia de Dios que ha estado colocando en este territorio latinoamericano y caribeño hijos e hijas de Dios que han sido lavados en la Sangre de Cristo, y por consiguiente han sido justificados; por lo tanto, son justos delante de Dios”.
Y para Dios tener misericordia tienen que haber, en un territorio, no menos de la cantidad requerida.
Y no eran esos justos los que iban a clamar a Dios por misericordia, no era Lot y su familia, era Abraham, que era el profeta dispensacional; porque era a ese profeta dispensacional que le tocaba clamar a Dios, pedir la misericordia de Dios para los justos que estaban viviendo en la Tierra.
Por eso es que a través de la historia bíblica encontramos que esos mensajeros, tanto de edades como de dispensaciones, han orado a Dios, han clamado a Dios por el pueblo de Dios, y Dios los ha escuchado.
Vean a Daniel orando por su pueblo, confesando sus pecados y los pecados de su pueblo, y buscando la misericordia de Dios5. Y así encontramos al mismo Moisés también, bajo la Ley.
Cuando Dios le dijo a Moisés: “Este pueblo es un pueblo rebelde; déjame destruirlo, y yo te pondré a ti sobre un pueblo mayor” 6. Moisés le dijo: “No hagas tal cosa (en nuestras palabras acá). No hagas tal cosa. Van a decir las demás naciones que Tú sacaste al pueblo de allá de Egipto y no lo pudiste meter a la tierra que les prometiste, y que los sacaste para matarlos en el desierto; y que Tú no podías meterlos a la tierra que les prometiste. Por lo tanto, van a decir: ‘Los sacó de allá de Egipto para matarlos en el desierto, porque eso era lo que Él quería’. Así que ese va a ser el comentario de todas las naciones. No hagas tal cosa”.
Ahora, vean, ¿cómo es posible que aparentemente aquí un hombre le esté dando consejo a Dios, y que ese consejo sea mejor que lo que Dios le dijo a Moisés que Él iba a hacer? Eso parece como algo inconcebible que suceda; pero esto es Cristo reflejándose en Moisés, Cristo reflejándose en Moisés y a través de Moisés, clamando por misericordia para el ser humano. Porque por cuanto la paga del pecado es muerte, la sentencia contra el pecado es la muerte7; y todo ser humano se merece la muerte.
Pero Cristo ha llevado a cabo el Programa de Redención, que es un Programa para Vida, para que el ser humano no tenga que morir, si se ajusta al Programa de Redención.
Y vean ustedes cómo Dios está reflejando a Cristo en Su Programa de Redención, Su Obra de Redención, para así Dios no destruir la raza humana.
Dijo Jesucristo en una ocasión: “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”8. O sea que millones de seres humanos vendrán a nacer en el Reino de Dios como hijos e hijas de Dios, así como Jesucristo, el Hijo de Dios, estuvo aquí en la Tierra.
Y por consiguiente esos granos de trigo vendrán a ser a imagen y semejanza del primer Grano de Trigo, que es Jesucristo; y así serán a imagen y semejanza de Jesucristo con vida eterna, para vivir por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean la forma en que Jesucristo, el Grano de Trigo, se multiplica, se reproduce, y millones de hijos e hijas de Dios surgen en el Programa de Redención de Dios.
Y ahora, vean cómo ese Programa Divino para el Día Postrero tendrá millones de seres humanos a imagen y semejanza de Cristo con cuerpos eternos; porque los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados9.
Esto es para el Día Postrero, o sea, el séptimo milenio, para el cual Cristo dijo —hablando de los creyentes en Él— en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, dijo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo ha dicho que efectuará la resurrección? Para el Día Postrero. ¿Y cuál es el Día Postrero? La Escritura nos habla de los días postreros; y San Pablo en su carta a los Hebreos, hablándonos acerca de los días postreros, nos dice en el capítulo 1, verso 1 en adelante:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
¿Cuándo nos ha hablado por el Hijo? San Pablo dice: “En estos postreros días”, y ya han transcurrido dos mil años aproximadamente. ¿Y cómo es posible que estuvieran viviendo en los postreros días cuando Jesús estaba predicando la Palabra de Dios en aquel tiempo, y ya han transcurrido dos mil años aproximadamente? ¿Se equivocaría San Pablo cuando dijo que aquellos eran los postreros días? No.
San Pedro también habló de los postreros días en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 en adelante, cuando dijo… el Día de Pentecostés, cuando todos pensaban que estaban borrachos (los que habían recibido el Espíritu de Cristo en el aposento alto); dice, capítulo 2, verso 14 en adelante, dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
Ahora, ¿para cuándo dijo Dios por medio del profeta Joel (según cita aquí San Pablo) que Dios derramaría de Su Espíritu sobre toda carne? Para los postreros días.
O sea que los días de Jesús ya eran los días postreros, habían comenzado; y cuando recibieron el Espíritu Santo estaban viviendo en los días postreros; y todavía nosotros estamos viviendo en los días postreros. Porque un día delante del Señor es como mil años para nosotros aquí en la Tierra10.
Y los días postreros delante de Dios, para los seres humanos son: el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; o sea que son esos tres milenios postreros, que comenzaron cuando Jesucristo tenía de 4 a 7 años de edad.
Y ahora, vean ustedes cómo han estado transcurriendo los días postreros; y en la actualidad, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en los días postreros.
Y ahora, vean cómo todo esto ha estado sucediendo. Y para este Día Postrero, en el cual estamos, tenemos grandes promesas divinas.
Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”. O sea, en el último de los días postreros será efectuada la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por eso la resurrección de los muertos del cristianismo, o sea, de la Dispensación de la Gracia, que han nacido en el Reino de Dios durante estas edades que ya han transcurrido, no pudieron resucitar en el quinto milenio, ni sexto milenio; porque la promesa es: “… y yo le resucitaré en el día postrero”. Y los que de nosotros hayan partido, hayan muerto sus cuerpos físicos, también serán resucitados en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
Y ahora, cada hijo e hija de Dios que será resucitado si su cuerpo físico ha muerto…; y si no ha muerto su cuerpo físico y está vivo cuando los muertos en Cristo resuciten: pues será transformado, y tendrá el nuevo cuerpo; y los muertos en Cristo resucitarán con el cuerpo nuevo; y todos seremos a imagen y semejanza de Cristo, con un cuerpo eterno y con un espíritu teofánico eterno: ese espíritu teofánico que recibimos cuando creímos en Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibimos Su Espíritu Santo; y así recibimos el nuevo nacimiento.
Ahora, vean ustedes, el alma de cada hijo e hija de Dios viene de la séptima dimensión; luego, el espíritu que tomamos aquí en la Tierra, cuando hemos nacido en la Tierra, ha sido un espíritu del mundo, o sea, de la quinta dimensión; y el cuerpo que hemos tomado nosotros ha sido un cuerpo mortal, corruptible y temporal, por lo tanto, este cuerpo, vean ustedes, pertenece a luz, tiempo y materia.
Y encontramos que cuando nosotros seamos transformados, el cuerpo teofánico —que es el espíritu teofánico que recibimos de la sexta dimensión cuando creímos en Cristo, lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibimos Su Espíritu Santo—, ese espíritu teofánico, ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión (que es un cuerpo como este cuerpo, pero de otra dimensión), lo tendremos dentro del cuerpo eterno que hemos de recibir.
Y será un cuerpo eterno el que tendremos para vivir por toda la eternidad, y será un cuerpo glorificado; y así estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, vean ustedes cómo hay otras dimensiones las cuales los seres humanos no pueden entender claramente, pero que todos saben que existen.
Por ejemplo, tenemos la cuarta dimensión, que es la dimensión de las ondas; la cual la ciencia ha comenzado a descubrirla, pero todavía no ha llegado ni a la mitad del descubrimiento de la cuarta dimensión. Es la cuarta dimensión la dimensión de las ondas, que se usa para la radio y la televisión.
Por medio de la cuarta dimensión obtenemos las transmisiones de radio y de televisión, a través de las cuales llegan las voces y las imágenes; también por la televisión. Esas voces e imágenes están en esa cuarta dimensión, en las ondas; y solamente se necesita un canalizador: Si quiere escuchar usted las voces, pues consigue un radio; si quiere escuchar usted voces y también ver imagen, usted busca un televisor y lo sintoniza o canaliza en el canal a través del cual se están transmitiendo esas imágenes y esas voces.
Ahora, vean que todo tiene un orden, y vean lo ordenada que es esa cuarta dimensión. En esa dimensión pueden viajar voces e imágenes y no mezclarse, sino ir (como diríamos) por un caminito cada una de ellas; y usted allá, al final del camino, colocar el televisor en ese canal, en ese camino, y ahí usted ve todo lo que está en ese camino.
Ahora, todo lo que el ser humano hace queda en esa dimensión grabado. Y Dios algún día le colocará a usted el televisor, y usted verá toda la trayectoria de su vida.
Vean ustedes, en el Juicio Final: todo ha quedado grabado, y será presentado a las personas que serán juzgadas allí. O sea que las personas no podrán decir: “Yo no hice tal cosa, o tal cosa”, porque todo está grabado.
Es como cuando una persona está hablando, y tenemos una cámara ahí puesta grabando imagen y voz, y yo puedo decir después: “Yo no dije tal cosa”, y los que tomaron la película podrán decir: “Tú dijiste tal cosa y tal cosa, aquí y aquí”; y podrán mostrar la película y el audio, y es cierto. ¿Ven? Y así Dios tiene la película de la vida de cada ser humano; y la película de la vida de cada ser humano pues será presentada allí en el Juicio Final.
Ahora, encontramos que los hijos e hijas de Dios, que han creído en Cristo como nuestro Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero, encontramos que —han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu de Cristo— esa parte mala de los hijos de Dios es quitada; así como se hace, vean ustedes, se redacta (¿cómo es?), edita.
Así que vean ustedes cómo todo lo que no es bueno de la película de la vida de los hijos e hijas de Dios, vean ustedes cómo es borrado con la Sangre de Cristo. Es como tomar un blanqueador, o tomar algo ahí, y pasarlo por esa parte mala, y ser borrado; eso quedó borrado con la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo de la película de nuestra vida.
Bueno, vean ustedes lo grande y maravilloso que ha sido Cristo y Su Obra de Redención para cada uno de nosotros.
Ahora, tonto es el que no haya borrado todos sus pecados, esa parte negativa de su vida, con la Sangre del Señor Jesucristo; le va a aparecer, y por eso será juzgado.
Ahora, vean que todo eso queda en otra dimensión.
En la cuarta dimensión vean cómo quedan todas esas ondas.
Y la ciencia (según he oído decir), si logra preparar una cámara, un equipo que pueda… vamos a decir “la cámara del tiempo” (sería el nombre mejor que le pegaría: “la cámara del tiempo”), y colocar en esa cámara del tiempo las fechas, días, horas, minutos, segundos, y todo, para atrás, o sea, desde el presente hacia el pasado, y decir:
“Vamos a ir a tal país. Y como aquí tenemos en la historia que (vamos a decir) Jesús estuvo en tal lugar, naciendo allí en Belén de Judea, en tal fecha; vamos a colocar aquí en la cámara del tiempo aquí, con la computadora aquí, vamos a buscar el día, vamos a buscar el mes, y luego buscaremos aquí la semana y el día, y vamos a llegar hasta allá, vamos a enfocarla hasta allá, o nos llevamos la cámara, o colocamos allá una cámara, y acá tenemos el equipo grande.
Y ahí enfocamos a Belén de Judea, y buscamos por ese lugar todo; y lo colocamos en cierto tiempo, enfocamos hacia el cielo: vemos la Estrella allí, de Belén; enfocamos por acá: vemos los magos por allí en sus camellos llegando.
Vemos también que antes de eso… Vamos a darle un poquito para atrás, vamos a ver cuando llegó José y María a Belén de Judea. Los vemos por aquí, estamos viendo que vienen por ahí, están llegando, llegan a cierto lugar, y a María le dan dolores. Y cuando van al hotel, al mesón, buscando lugar allí, no encuentran lugar para quedarse allí; se van allá adonde están los pesebres de los animales (pesebres para ovejas, y quizás otros animales los tienen quizás bajo techo)”.
Y cuando los dolores aprietan, si no van rápidamente al hospital, cuando aprietan (ya esos son, no sé cuántos dolores o contracciones por minuto o por segundo), cuando llega a esa etapa, hay que buscar un lugar donde recostarse, porque viene el niño. Y eso sucedió cuando nació Jesús.
Así que con la cámara del tiempo enfocando toda esa acción que hubo allí: José corriendo con María ya para ese lugar del pesebre, esa área donde estaban allí los animalitos y todo; y allí siendo colocada María, y dando a luz allí.
Vean ustedes, naciendo Jesús en un pesebre, donde podían estar los animalitos por allí: las ovejas y demás animales (podían estar otros animales también por allí); y Jesús naciendo allí: el Rey de los Cielos y de la Tierra, el Creador de los Cielos y de la Tierra; porque por Él fueron hechas todas las cosas11.
Y ahora, miren ustedes dónde está naciendo en Su visita a la raza humana, a Su Creación; en Su visita a la parte más importante de Su Creación: que es la raza humana.
El ser humano es la cosa más importante de toda la Creación de Dios. No son los ángeles, es el ser humano. Por eso es que cuando Dios hizo al hombre, lo hizo (¿cómo?) a imagen y semejanza Suya. ¿Qué es lo más que se parece a Dios? Pues el ser humano.
Cuando Dios vino en forma visible a la raza humana, ¿cómo vino? En la forma de un hombre llamado Jesús; y cuando le apareció a Abraham, antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra, ¿cómo le apareció? En la forma de un hombre.
Y ahora, vean ustedes cómo desde antes de Dios hacer al hombre, ya la forma en que Dios haría al hombre sería la forma de Dios: a imagen y semejanza de Dios.
Y el alma de cada hijo e hija de Dios ¿de dónde viene? De la séptima dimensión.
Hay siete dimensiones. Primeras tres dimensiones: luz, tiempo y materia; cuarta dimensión: las ondas; quinta dimensión: el infierno; sexta dimensión: el Paraíso; y séptima dimensión: Dios, la dimensión de Dios, donde habita Dios.
Y de esa séptima dimensión y en esa séptima dimensión estábamos nosotros en Dios, como atributos de Dios, en los lomos de los pensamientos de Dios.
Por eso cuando Dios, desde antes de la fundación del mundo, desde antes de la Creación, pensó en manifestarse en carne humana, también había pensado en manifestarse en un cuerpo teofánico.
Y desde antes de la fundación Dios predestinó, ordenó, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el Sacrificio del velo de carne en el cual Dios vendría en medio de la raza humana en Su Primera Venida. Y eso, todo eso, Dios lo planificó desde antes de la fundación del mundo.
Pedro el apóstol nos dice en su primera carta, capítulo 1, versos 18 en adelante, dice:
“… sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo…”.
¿Desde cuándo fue destinado Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario? Desde antes de la fundación del mundo, desde antes de la creación del universo. Desde antes de todas las cosas, cuando solamente existía Dios, Dios destinó ese Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y no puede destinar un Sacrificio si no tiene motivo por qué llevar a cabo ese Sacrificio; tiene que tener unas personas que necesiten ese Sacrificio.
O sea que desde antes de la fundación del mundo el Sacrificio de Cristo fue ordenado por Dios, por y para cada uno de nosotros; porque desde antes de la fundación del mundo ya nosotros estábamos en Dios; eternamente estábamos en Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo se vino a materializar la Venida y muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Dice:
“… pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros (y de mí también),
y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”.
Ahora, vean cómo la Palabra vino: Cristo con Su cuerpo teofánico vino y se hizo carne, vivió entre nosotros dos mil años atrás, y murió en la Cruz del Calvario, llevando a cabo así el Sacrificio por el pecado para cada uno de nosotros: almas de Dios, que estábamos en Dios desde antes de la fundación del mundo, y que vendríamos a esta Tierra en carne humana, en el tiempo que nos ha tocado vivir; como a cada hijo de Dios le ha tocado el tiempo en que Dios lo destinó.
Ahora, vean ustedes, todos nosotros necesitábamos venir en carne humana a la Tierra. Y al venir en carne humana en el tiempo que Dios había determinado, vendríamos en medio de una raza caída; por lo tanto, necesitábamos un Sacrificio por el pecado.
Y al venir aquí, ya el Sacrificio, vean ustedes, estaba listo, para nosotros al venir en este cuerpo mortal, corruptible y temporal, y con un espíritu del mundo: creer en Cristo como nuestro Salvador al recibir Su Palabra, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y así recibir un nuevo espíritu, un espíritu teofánico de la sexta dimensión; y para luego, en el Día Postrero, recibir el cuerpo eterno, y estar como hijos e hijas de Dios manifestados en este planeta Tierra.
Ahora, vean cómo estamos relacionados a otras dimensiones. Estamos relacionados a estas dimensiones; y por eso es que cuando un hijo o una hija de Dios mueren… (mueren sus cuerpos físicos); no la persona, sino el cuerpo físico solamente; porque la persona no muere, el alma de la persona no muere; y si es un hijo de Dios, mucho menos. Esa persona, si ha nacido de nuevo, si ha recibido a Cristo como Su Salvador y ha nacido de nuevo, tiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; por lo tanto, va a vivir a la sexta dimensión.
Ese es el lugar primero que todos teníamos que ir, que teníamos que tener un cuerpo de esa dimensión primero, para después venir a esta Tierra y tomar un cuerpo físico y eterno.
Pero por cuanto el ser humano cayó en el Huerto del Edén, encontramos que ha estado viniendo el ser humano por medio de obtener un cuerpo físico, mortal y corruptible, y un espíritu del mundo; por lo tanto, ha venido en muerte, ha venido para vivir aquí en este valle de sombra y de muerte.
Y por eso es que cuando nuestro Señor Jesucristo nos habla acerca de los que creen en Él, nos dice de la siguiente manera… Capítulo 6, verso 40, dice [San Juan]:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Y en el capítulo 5, verso 24 de San Juan, dice:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
¿Ven? Ha pasado de muerte a Vida. Porque cuando hemos venido a esta Tierra en estos cuerpos mortales, y obteniendo un espíritu del mundo cuando hemos nacido a través de nuestros padres terrenales: hemos nacido en este valle de sombra y de muerte; hemos nacido en una condición de muerte espiritual; y se requiere una resurrección. Se requiere una resurrección; y cuando Cristo resucitó – cuando Cristo murió y luego resucitó, resucitamos con Él.
Y cuando creemos en Cristo como nuestro Salvador y lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo: una resurrección ha acontecido en nosotros. Y para el Día Postrero, los que han partido serán resucitados en un cuerpo eterno.
Pero vean ustedes, hemos recibido una primera resurrección en un cuerpo (¿qué?) teofánico; y luego recibiremos una resurrección en un cuerpo físico y eterno y glorificado, si nuestros cuerpos físicos mueren; y si están vivos cuando ocurra esa resurrección, ¿qué sucederá? Seremos transformados, cambiados. Y lo que ocurrirá con los que resucitarán es lo mismo que ocurrirá con nosotros: obtendremos un cuerpo eterno; y así estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ya, en cuanto a nuestro espíritu, hemos resucitado; estamos resucitados con vida eterna. Y ahora solamente le falta vida eterna a nuestro cuerpo físico; le falta un cambio, una resurrección; o si permanecemos vivos, una transformación.
Y una transformación de nuestros cuerpos es muerte y resurrección, en cosas de segundos; porque la vida, la vida ¿qué hace? La vida absorbe el cuerpo mortal y desaparece.
Así como la vara de Moisés, ¿qué hizo? Se comió las demás varas. ¿Cómo serían esos magos cuando Moisés tomó su vara? “Mira, Moisés, busca la varita mía. ¿Dónde está? ¡Búscame mi varita, porque me la desapareciste!”. ¿Ve? Nunca más tuvieron aquella varita aquellos magos; tuvieron que buscar otra; pero aquella, aquella no la tuvieron más, la que echaron al piso12.
Ahora, vean ustedes cómo Dios hará para que lo mortal sea vestido de inmortalidad: el cuerpo inmortal incorruptible que hemos de tener estará compuesto por átomos inmortales; seremos cambiados en nuestros átomos, y ya no existirá la muerte en nuestros átomos. No existirá en nuestro cuerpo nada de muerte; todo será Vida.
Ahora, podemos ver que todo, vean ustedes, Dios lo mueve desde otras dimensiones. Y desde la séptima dimensión donde Dios está, Él, a través de las demás dimensiones, se mueve en la forma que Él sabe hacer.
Vean ustedes que cuando pasó a la sexta dimensión lo encontramos vestido de Su cuerpo teofánico; y con ese cuerpo teofánico y a través de ese cuerpo teofánico llevó a cabo toda la Creación.
Dios, en la sexta dimensión, vean ustedes, es un hombre de la sexta dimensión; y ese Hombre de la sexta dimensión fue el que llevó a cabo toda la Creación.
Ahora, si a los científicos – si los científicos escuchan que fue un Hombre el que creó todo el universo, se rascarían la cabeza; dicen: “No puede ser posible”. Pues fue un Hombre, y ese Hombre estaba en la sexta dimensión; y luego ese Hombre vino en medio de toda Su Creación en forma visible y en carne humana; y ese Hombre manifestado en esta dimensión se llamó Jesús. Y ese Hombre, en y de… y en la séptima dimensión, se llama Dios; era Dios.
Por eso Jesús podía decir: “El Padre y Yo uno somos. ¿Tanto tiempo hace, Felipe, que estoy con vosotros, y todavía no me has conocido? ¿No sabes que el Padre es en Mí, y yo soy en el Padre (o viceversa)? Y el que me ha visto a Mí, ha visto al Padre”13.
Ahora, vean ustedes cómo el mismo Cristo cuando le preguntan: “¿Cuál es el mandamiento mayor?”. Jesús les dice: “Oye, Israel; el Señor tu Dios, uno es. Y amarás al Señor tu Dios con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas; y a tu prójimo como a ti mismo”14.
Ahora, podemos ver este misterio de Dios. Así como el hombre, el ser humano, es un misterio de por sí, el cual no ha podido comprender…, y está tratando de comprender otras cosas por otros planetas y por el universo, y todavía no ha podido comprender claramente quién es el ser humano; pero miren, el ser humano es: cuerpo físico (el cual es temporal), es espíritu y es alma.
El cuerpo físico tiene cinco sentidos para comunicarse con las cosas de esta Tierra, de esta dimensión terrenal, que son… (vamos a ver aquí estos sentidos) son: vista, oído, olfato, tacto y sabor (o gusto).
Luego tenemos el espíritu, que pertenece a otra dimensión: el espíritu que obtuvimos aquí en la Tierra pertenece a la quinta dimensión; y el espíritu teofánico que recibimos de Cristo al nacer de nuevo, pues pertenece a la sexta dimensión. Pero miren, tiene (vamos a ver): imaginación, razón, conciencia, afecto y memoria; y esto es para uno hacer contacto con las cosas espirituales, o de otra dimensión.
Y tenemos el alma, que es la parte más importante del ser humano, la cual tiene un solo sentido: y ese es el libre albedrío. Y con él hacemos contacto con Dios; y con él, o creemos o dudamos.
Es ahí en nuestra alma en donde o somos creyentes o somos incrédulos; porque es con el corazón que se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación15.
Por eso lo que el ser humano habla sale ¿de dónde, dice Cristo? Del corazón16; porque el corazón es el alma: lo que gobierna a la persona.
El alma, que está representada en el corazón de la persona, el alma es en sí la persona; pero tiene dos cuerpos: tiene un cuerpo físico (el cuerpo físico), y tiene otro cuerpo de otra dimensión, que es el espíritu.
Y ahora, podemos ver EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES, son ¿cuántas? Siete dimensiones. Las primeras tres son: luz, tiempo y materia; la cuarta es las ondas; la quinta es el infierno; la sexta es el Paraíso; y la séptima es Dios, y en ella es donde Dios está.
Y ahora, vean ustedes este misterio de las dimensiones, y cómo influyen estas dimensiones en el ser humano.
Los hijos de Dios son influidos o influenciados por la sexta dimensión; porque de la séptima dimensión Dios pasa todo lo que va a hacer a la sexta dimensión, y de la sexta pasa a esta dimensión.
Por eso los mensajeros de Dios, los profetas de Dios, tienen las dos consciencias juntas, y están conectados con la sexta dimensión; y traen de la sexta dimensión toda esa Palabra que Dios coloca en la sexta dimensión: es canalizada por medio de los mensajeros de Dios para cada edad, en donde Dios envía esos mensajeros, para traer los beneficios, las bendiciones de Dios, las bendiciones del Cielo a los hijos e hijas de Dios.
Cuando la persona ha recibido la revelación de Dios para el tiempo en que vive, su cuerpo teofánico, su teofanía, ha hecho contacto con la sexta dimensión; y por eso es que se conecta con el mensajero de esa edad, el cual está conectado completamente con la sexta dimensión.
Y ahora, Cristo, vean ustedes cómo desde la sexta dimensión se manifiesta en Espíritu Santo, en esa Columna de Fuego, en Su cuerpo teofánico, y se manifiesta por medio de Sus mensajeros en cada edad, para así traer Cristo a Sus hijos Sus bendiciones, Su revelación; y así Sus escogidos ser colocados en el Cuerpo Místico de Cristo; y ser preparados para ser transformados: si están vivos en el Día Postrero y ven a los muertos en Cristo resucitados; pero si mueren sus cuerpos físicos, pues serán resucitados en un cuerpo eterno.
Y ahora, vean ustedes cómo Dios desde la sexta dimensión trabaja para esta dimensión en la cual estamos, para bendición de todos los hijos e hijas de Dios: La revelación divina viene de la séptima dimensión a la sexta dimensión, y de la sexta dimensión pasa a nosotros por medio del ministerio correspondiente al tiempo que a la persona le toca vivir. Eso es el Programa Divino para Sus hijos, de edad en edad y de dispensación en dispensación.
Hemos visto EL MISTERIO DE LAS [DIMENSIONES] así en una forma ligera.
Pero este misterio de las [dimensiones] es un misterio que está a nivel científico, el cual no puede ser alcanzado por la ciencia terrenal, sino por la Ciencia celestial; porque la ciencia terrenal no ha evolucionado a tal grado que pueda comprender este misterio de estas siete dimensiones.
Apenas están descubriendo la cuarta dimensión.
Y están bregando también con esta dimensión de materia; pero han estado haciéndole mucho daño a esta dimensión de materia, a causa de todos los inventos que han hecho. Y han estado contaminando el aire: han estado contaminando el aire por medio de todos esos inventos que hay, los cuales no han podido ser perfectos, y por consiguiente, traen un efecto secundario.
No es que estamos en contra de los automóviles y los aviones; los usamos, y nos ayudan para desenvolvernos en nuestras labores; pero podemos ver que hay un efecto secundario dañino para la raza humana.
Pero seguimos hacia delante y no nos preocupamos tanto en cuanto a eso, porque Dios tiene un cuerpo eterno preparado para nosotros en Su Programa, el cual se materializará pronto; y entonces ya viviremos en un cuerpo perfecto, sin ninguna clase de problemas.
“Si nuestra casa terrestre se deshiciera (se muere), tenemos un edificio no hecho de manos”17: primero el cuerpo teofánico, y después el cuerpo eterno que hemos nosotros de tener.
Ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES”.
Si la humanidad comprendiera este misterio de las dimensiones, ¿saben lo que harían todos? Estarían corriendo todos a los pies de Jesucristo, clamando por misericordia y lavando sus pecados en la Sangre de Cristo; porque nadie desearía ir para la quinta dimensión. Pero no conocen el misterio de las dimensiones; por lo tanto, no conocen el misterio de la quinta dimensión.
Y tampoco conocen el misterio de la sexta dimensión; por lo tanto, no saben que cuando la persona muere, si ha creído en Cristo como Su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu: va a la sexta dimensión, que es el Paraíso, en donde vive en el cuerpo teofánico; donde ni se trabaja, ni se duerme, ni se come, ni se cansan las personas allí.
Pero todos están deseosos de venir acá a la Tierra, pero en un cuerpo eterno, en donde podrán hacer —aquí en la Tierra— las cosas que se hacen aquí: caminar y trabajar en la Obra de Cristo, si hay que hacerlo; y se come aquí en la Tierra.
Miren, cuando nuestro hermano Branham estuvo allá en la sexta dimensión en su cuerpo teofánico vio a todos los convertidos de él, de diferentes etapas de su ministerio, y lo recibieron con mucho gozo allí; y le decían: “Nuestro amado hermano Branham, nos alegramos, nos gozamos que estés aquí, que hayas venido” 18; o sea, le dio una visita anticipada. ¿Por qué anticipada? Porque los visitó antes de partir para el Paraíso; pero ya en el 1965, ya se reunió con su pueblo.
Ahora, allí ellos le dijeron que él tenía que ser juzgado; y cuando le dicen así, que tenía que ser juzgado… porque él dice: “Yo quiero ver a Jesús, mi Salvador”, ellos le dicen: “Él está más arriba”. O sea, ¿qué es eso de más arriba? Está en otra dimensión, está más arriba.
Bueno, vamos a usar este mismo diagrama, porque aquí tiene… no, tendríamos que usar este diagrama, pero con solamente siete dimensiones; un diagrama parecido. Siete dimensiones.
Y cuando le dicen: “Él está más arriba”…; si Él está más arriba, ellos estaban más abajo de donde Él estaba. O sea que Jesús estaba en la séptima dimensión, y ellos estaban en la sexta dimensión.
Pero le dijeron: “Pero no te preocupes (en términos acá nuestros), no te preocupes, que Él va a venir a ti”; o sea: “No tengas tanta prisa de tú ir a Él, a verlo; Él va a venir a ti y te va a juzgar”. Y cuando le dicen así, cualquiera se asusta, aunque esté en el Paraíso uno; aunque esté en la sexta dimensión, cualquiera se asusta.
Y ahí le pregunta: “Pero ¿cómo? ¿Que yo voy a ser juzgado? ¿Y qué de San Pablo?”. Seguida pues preguntó por los demás:
—“¿Y qué de San Pablo y los demás?”.
—“Ellos también van a ser juzgados. Jesús vendrá acá, Él estará acá, Él vendrá acá, y te va a juzgar a ti, y también a ellos; y si tú entras, nosotros entraremos contigo”.
Porque si no entra el mensajero, si no entra el líder, no van a entrar los demás. Si no entra el líder, no van a entrar sus seguidores.
Por eso ha sido tan importante para los hijos e hijas de Dios recibir el Mensaje de Jesucristo para la edad en que vivieron, por medio de la manifestación de Cristo a través del mensajero de esa edad.
Las personas que digan: “No, nosotros no creíamos en San Pablo”, y son de entre los gentiles de la primera edad, San Pablo podrá decir: “Bueno, ellos mismos dicen que no eran de los míos, no son de mi grupo. Son de (vamos a decir) Diótrefes”. Diótrefes hay uno, ¿verdad? Diótrefes y… o no sé si…, unos que… Hubo dos que estaban con San Pablo, y después se fueron solos; y por allá, pues, ellos siguieron trabajando, pero ya no estaban de acuerdo con San Pablo, y se apartaron de San Pablo19.
Bueno, los seguidores de Cristo por medio del ministerio de San Pablo (allá en Asia Menor) pertenecen a la primera edad de la Iglesia gentil; o sea, todos los que están relacionados con el ministerio de San Pablo y los predicadores que estaban relacionados con San Pablo; o sea, todos los que fueron o recibieron el impacto del ministerio de Cristo a través de San Pablo pertenecen a la primera edad de la Iglesia gentil.
Y así por el estilo los de cada edad. Eso es hablando de los escogidos, de los primogénitos.
Pero para ser parte del resto de los que recibirán vida eterna, pero que no pertenecen a los primogénitos, ya ahí no hay ningún problema. O sea que aun pueden ser personas que no estuvieron relacionadas con el mensajero de su edad, pero recibieron a Cristo como su Salvador y lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo.
Ahora, vean ustedes lo importante que es, para la resurrección de los muertos en Cristo, que las personas hayan sido del grupo del mensajero de esa edad. O sea que ser del grupo no quiere decir que el mensajero tuviera una congregación y fueran de esa congregación. El mensajero es el mensajero de la edad completa y de todos los escogidos de Dios pertenecientes a esa edad.
Quizás el mensajero no puede llegar personalmente a ellos, pero llega su Mensaje por medio de los demás ministros que llevan el Mensaje por todas partes. Llega el Mensaje por medio de algún hermano que lo lleva a otra persona, y la otra persona cuando lo lee, dice: “¡Esto era lo que yo estaba esperando!”.
Pero miren, estaba esperando (¿qué?) el Mensaje de Dios correspondiente a su tiempo, a su edad. Es la Palabra que sale de la boca de Dios, es el Pan de vida eterna, es el alimento espiritual para el alma de los escogidos de Dios de esa edad.
Ahora, vean ustedes, ellos le dicen allí en el Paraíso:
—“Él te va a juzgar a ti”.
—“¿Y los demás van a ser juzgados?, ¿San Pablo y los demás mensajeros?”.
—“Ellos también serán juzgados. Pero tú serás juzgado; y si tú entras, nosotros entraremos contigo”.
O sea: “No pienses tanto en los demás; es un asunto de tú y nosotros con Cristo. Si tú entras, nosotros entramos contigo. Si entra San Pablo, pues los del grupo de San Pablo van a entrar con él. Pero nosotros no vamos a entrar con San Pablo; vamos a entrar contigo, si tú entras”.
Nuestro hermano Branham pregunta:
—“Y San Pablo, ¿va a ser juzgado?”.
—“Sí, va a ser juzgado”.
—“Bueno, si él entra, yo voy a entrar también. Así que yo prediqué lo que predicó San Pablo; si él entra, yo también voy a entrar”.
Y todos van a entrar: los siete ángeles mensajeros van a entrar con el mensajero que Dios les dio para cada edad.
¿Y nosotros? Si su mensajero para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino entra, ¡todos nosotros vamos a entrar con él!
Y él va a entrar, él va a ser adoptado, y va a tener un nuevo cuerpo; y todos los escogidos de Dios del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, también van a entrar con él, y van a tener el cuerpo eterno también.
Bueno, nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES”.
Miren todo lo que encierra EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES.
Cualquier persona podrá decir: “Bueno, ¿y de dónde van a recibir ustedes ese cuerpo eterno del cual ustedes hablan?”. Vean que hay otras dimensiones.
Y pronto vamos a tener un cuerpo interdimensional, un cuerpo eterno glorificado, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES”.
Hemos visto que son, ¿cuántas dimensiones?, siete dimensiones:
• La primera: luz;
• la segunda: tiempo;
• la tercera: materia;
• la cuarta: ondas;
• la quinta: el infierno;
• la sexta: el Paraíso;
• la séptima: Dios.
Ya saben todas las dimensiones. Y ahora podemos ver de dónde recibimos nosotros las bendiciones de Dios.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos desde la séptima dimensión, pasando a la sexta dimensión, y materializándose esas bendiciones en esta dimensión en la cual nosotros estamos viviendo; y pronto todos seamos transformados y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa y en la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, ya el tiempo se nos ha ido acabando. Primero era que no encontraba cómo llegar, y ahora es que no encuentro cómo salir de aquí.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde.
Y ya estaré en la noche en el lugar (¿Chillogallo es?) Chillogallo, allá de Quito, Ecuador, dándoles testimonio de… (vamos a ver si está por aquí), ¿cuál es? (Verdad que no estoy escuchando muy bien acá) “EL MISTERIO DEL TIEMPO Y LAS SAZONES BAJO LA POTESTAD DEL PADRE”.
Eso como que tiene que ver con edades, dispensaciones, y cosas así, ¿verdad? Bueno, vamos a ver con qué tiene que ver el misterio de “tiempos, sazones, bajo la potestad del Padre”.
Ya eso será para la noche, Dios mediante, a las ¿qué? 6:30; a las 6:30 estaremos allí. Ya será la última actividad de este viaje, de este recorrido, porque estaremos saliendo bien tempranito en la mañana.
¿O es que tienen otra para por la mañana? Bueno, tenemos que estar a las 7:00 de la mañana en el aeropuerto, así que será esa como a las 4:00 de la mañana.
Bueno, están aprendiendo, parece, con México. Pero ya después hablamos de eso, porque tenemos que salir de acá como a las 6:00 de la mañana. Ah, ¿a las 12:00 es? Ah, el que era tempranito, que teníamos que estar a las 7:00, era el de Bogotá. A las 10:00 es. Disculpen, se me confundió un poquito lo del vuelo; pero así está mejor, ¿verdad? Está muy bien así entonces.
Estaremos entonces, no a las 4:00 de la mañana, sino como ¿a las 6:00 sería entonces? Bueno, a la hora que tengan programado, pero ya a las 9:00 tenemos que estar saliendo.
A las 9:00 yo creo que es buena hora. Es hora quizás de un poquito de tráfico, quizás; pero ya estaremos en la actividad, y todo lo que Dios nos dé para ese momento, pues lo hemos de tener.
Para esa ocasión no tienen tema, ¿verdad? O sea que es algo adicional. Y vamos a ver si alguno de los temas que teníamos pendientes por allá, no recuerdo (Benjie o Julio, no sé si lo apuntaron)…; después lo buscamos, debe estar apuntado por ahí, por ahí mismo; es bueno apuntarlo.
Bueno, vamos a ver de todos los que dejamos pendientes, vamos a ver si alguno de ellos lo usamos para mañana en la mañana. Hay otros más que están, no sé si yo los tenga por ahí apuntados, y vamos a ver cuál usaremos para mañana.
Así que Dios les continúe bendiciendo a todos, Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra presencia y por vuestra atención. Y adelante sirviendo a Jesucristo, entendiendo este misterio de las dimensiones.
Y Dios estará siempre ayudándonos desde la séptima, desde la sexta, y en esta dimensión. O sea que todo Dios va a moverlo para bendición de cada uno de ustedes, y también para bendición mía, y para bendición de todo hijo e hija de Dios, y para bendición del pueblo hebreo también.
Que Dios les continúe bendiciendo, que Dios les guarde. Y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto. Amén y amén. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén.
Bueno, con nosotros por aquí… Que Dios te bendiga, Franklin. Y con nosotros Franklin para continuar.
“EL MISTERIO DE LAS DIMENSIONES”.
[Revisión noviembre 2022 -RM-JR]
1 San Juan 8:56-58
2 San Juan 1:14
3 Génesis 18:1-8
4 Génesis 18:16-33
5 Daniel 9:20
6 Éxodo 32:9-14
7 Romanos 6:23
8 San Juan 12:24
9 1 Corintios 15:51-52
10 Salmos 90:4, 2 Pedro 3:8
11 Colosenses 1:16
12 Éxodo 7:8-12
13 San Juan 14:9-10
14 San Mateo 22:36-39, San Marcos 12:28-31
15 Romanos 10:10
16 San Mateo 12:34, San Lucas 6:45
17 2 Corintios 5:1
18 Los Sellos, pág. 319-322, párrs. 194-220
19 3 Juan 1:9-10