El misterio de las señales en el cielo revelando al Señor Jesucristo en el Día Postrero

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios, y ver este tema que tenemos anunciado para esta noche, anunciado en el periódico:

“EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

Para eso vamos a leer en San Lucas, capítulo 21, donde nos dice así la Palabra de Dios. San Lucas, capítulo 21, es la lectura para estos momentos; dice así, verso 25 al 28:

“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;

desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.

Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra, y nos revele Su Palabra en esta ocasión, y así nos permita entenderla. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Como les dije, nuestro tema para esta ocasión es: “EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

Las señales en el cielo tienen un significado de cosas que en la Tierra Dios llevará a cabo. Por ejemplo, tenemos la ocasión en que apareció una señal muy importante en el cielo, y fue la Estrella de Belén; unos magos, unos sabios allá en el oriente, por el área de Babilonia, estaban observando en el cielo y vieron esa Estrella1.

Y estos sabios tenían las profecías del profeta Daniel y las profecías del profeta Moisés, tenían todas las profecías del Antiguo Testamento con relación a la Venida del Mesías.

En la profecía de Daniel había sido vista la Venida del Mesías como la Piedra no cortada de manos que vino; y también en la profecía de Daniel, en diferentes lugares, hablaba de la Venida del Mesías para tener Su ministerio en la semana setenta de la profecía de Daniel, y a la mitad de esa semana el Mesías morir.

Ahora, todas esas profecías que hablaban de la Venida del Mesías; como también las del profeta Isaías que decían que una virgen concebiría y daría a luz un hijo, un niño, y se llamaría Su nombre Emanuel2, que traducido es: Dios con nosotros3; todas esas profecías las conocían estos magos (excepto, muy pocas). Y ellos estaban esperando la Venida del Mesías; por lo tanto, ellos sabían que un niño tenía que nacer en la Tierra, en el cual se cumpliría la Venida del Mesías.

Pero ese niño, al nacer en la Tierra, encontramos que no comenzaría Su ministerio al nacer, no comenzaría Su ministerio a la edad de un niñito, ni a la edad de un adolescente, ni a la edad de un jovencito, sino a una edad de adulto: a la edad de cerca de 30 años.

Y vean ustedes, para comenzar Su ministerio a la edad de casi 30 años, pues tenía que nacer en la Tierra, o sea, tenía que pasar por ciertas etapas por las cuales pasa toda persona adulta. Antes de llegar a la edad de adulto primero ha pasado por su edad de joven, y antes de eso pasó por su edad de adolescente, y antes de eso pasó por su edad de niño, y antes de eso pasó por su edad o etapa de un bebé, y antes de eso pasó por su etapa allá en el vientre de su madre.

Ahora, vean ustedes, por todas esas etapas pasaría el que tendría el ministerio de la semana número setenta; y a la mitad de esa semana daría Su vida, moriría, le sería quitada la vida al Mesías; el cual tendría, de la semana setenta (que consta de siete años), tendría tres años y medio de ministerio; y los otros tres años y medio corresponden al tiempo de la gran tribulación, donde el Mesías, Cristo, se estará revelando al pueblo hebreo, y 144.000 hebreos estarán recibiéndolo, creyendo en Él con toda su alma, y recibiendo las bendiciones de Dios.

Ahora, para llegar a esa etapa de llamar y juntar a los escogidos del pueblo hebreo, vean ustedes, tiene que pasar por las etapas anteriores el velo de carne donde estará manifestado todo ese ministerio para el pueblo hebreo.

Y ahora, para que tengamos un cuadro claro, veamos que para el tiempo en que nació Jesús, en el cielo hubo una señal muy importante, llamada la Estrella de Belén.

Los magos vieron esa señal en el cielo, y ellos entendieron, conocieron, que esa señal significaba que el Mesías ya estaba en la Tierra; y era la señal de la Venida del Mesías. Pero cualquier persona podía pensar: “Pero si todavía no ha llegado la semana número setenta”. Pero es que antes de llegar la semana número setenta el Mesías tenía que nacer, ser un bebé, ser un niñito, ser un jovencito, un adolescente, un jovencito, ser un joven ya completo, y luego llegar a la edad de casi 30 años para comenzar Su ministerio.

Ahora, hubo una persona que vio todas esas etapas, y fue la virgen María. Y si hubo alguna otra persona, vean ustedes, quizás la madre de Juan el Bautista vio parte; ella pues era una señora mayor de edad, y no se sabe a los cuántos años de haber nacido Juan el Bautista murió Elisabet, la madre de Juan el Bautista, y luego murió Zacarías, el padre de Juan el Bautista.

Y ahora, vean ustedes, la que sabía toda esa trayectoria de la vida de Jesús era la virgen María; y ella guardaba todas estas cosas (¿dónde?) en su corazón, en su alma4. Cuando se dice “en su corazón”, se está hablando del alma, porque al alma se le llama también el corazón.

Y ahora, vean ustedes cómo el Mesías pasaría por todas esas etapas; pero cuando ya el Mesías comenzó Su ministerio, ya la señal del nacimiento del Mesías tenía 29 años y medio que había sido vista, y estuvo por unos dos años apareciendo en el cielo. O sea que esa señal de la Venida del Mesías, del nacimiento del Mesías, apareció en el cielo dando testimonio de que el Mesías estaba en la Tierra y estaba (¿dónde?) en Belén de Judea, conforme a la profecía de Miqueas, capítulo 5, verso 2, que dice que sería de Belén de Judea que vendría el Mesías.

En San Mateo, capítulo 2 y verso 3 en adelante… Vamos a ver, verso 1 en adelante, de San Mateo, capítulo 2, dice:

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,

diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.

Pues este gran acontecimiento, que estaba profetizado en el Antiguo Testamento, de la Venida del Mesías, fue —el cumplimiento de este gran evento— una sorpresa para la religión hebrea con sus líderes; pues ellos no sabían que había nacido el Mesías; y vienen unos magos de tan lejos a decir en Jerusalén que ya el Mesías está en la Tierra, y preguntan por Él: “¿Dónde está? Hemos venido a adorarlo, y hemos visto Su Estrella en el cielo”.

Y ahora, el rey Herodes podía pensar cualquier cosa; el rey Herodes podía pensar: “Estos sacerdotes, con el sumo sacerdote y el Sanedrín, de seguro tienen al Mesías escondido para que yo no lo mate”; o podía pensar: “Hay que buscar al Mesías porque ya nació, y tengo que encontrarlo para matarlo”; porque esa era la intención del corazón del rey Herodes, porque no quería que otro rey se levantara en la Tierra en medio del pueblo hebreo, para que así el reino permaneciera en sus manos (en las manos de Herodes y de los hijos de Herodes y de los nietos de Herodes).

Ahora, vean que Herodes no estaba interesado en la Venida del Mesías y el Reino del Mesías, sino que estaba interesado en saber dónde estaba y quién era para matarlo.

Ahora miren el corazón que tenía el rey Herodes: matar a un niño, porque ese sería el Rey de Israel. Matar a un niño, eso es un crimen muy grande; y eso muestra que sus sentimientos eran bestiales, y eso muestra que el reino de las piernas de hierro estaría buscando al Mesías para matarlo.

Y ahora, el rey Herodes era el más interesado que estaba en la Venida del Mesías. Vean, [los sacerdotes] no fueron a Belén de Judea para buscar al Mesías, no creían que el Mesías había nacido en la Tierra, y no creyeron que aquella señal en el cielo era la señal de la Venida del Mesías; y la Biblia hablaba que de Jacob saldría una Estrella: eso está en el libro de Números, en el libro de Números se encuentra esa profecía, en el capítulo 24 y verso 17.

Así que vean ustedes que esa Estrella representaba al Mesías. ¿No dice Cristo en Apocalipsis 22, verso 16, no dice: “Yo soy la raíz de David”? ¿Y qué más? Vamos a leerlo directamente aquí, las palabras expresadas aquí por Cristo. Dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.

Aquí la Estrella resplandeciente de la Mañana ¿quién es? Nuestro amado Señor Jesucristo, el mismo que es la raíz y el linaje de David. Siendo la raíz y el linaje de David, pues viene por la descendencia del rey David; y por eso Él es el Hijo de David, que se sentará en el Trono de David, como dice el Arcángel Gabriel en el capítulo 1 de San Lucas, y versos (vamos a leerlos)… versos 31 en adelante dice… y ahora le dice, el Arcángel Gabriel a María, le dice:

“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

Aquí tenemos la promesa de que se sentará en el Trono de David Su padre, por eso viene como Hijo de David, por la descendencia de David.

Y ahora, Cristo aquí dice: “Yo soy la raíz y el linaje de David…”, y también Él es la Estrella resplandeciente de la Mañana. Y por eso aquella Estrella que vieron aquellos magos representaba al Mesías; y cuando apareció aquella señal en el cielo, el Mesías estaba en la Tierra. Y el pueblo estaba llamado a estar buscando al Mesías en la Tierra, naciendo en Belén de Judea, y vean ustedes, el pueblo hebreo no lo buscó allí. El pueblo hebreo, los sacerdotes, el sumo sacerdote y el Concilio de Sanedrín no estuvo buscando al Mesías en Belén de Judea en Su nacimiento.

También la profecía decía que vendría a Su Templo el Señor, por lo tanto, ellos podrían agarrarse de esa Escritura y decir: “Pero aquí dice que vendrá a Su templo, así que lo estamos esperando aquí”.

Pero vean, Él vino a Su Templo, Dios vino a Su Templo, el Ángel del Pacto vino a Su Templo: Su Templo humano, que es Jesús, el joven carpintero de Nazaret.

Cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús: vino el Espíritu Santo y moró en Jesús en toda Su plenitud; y también vino al templo que estaba en Jerusalén, predicando allí en el templo, y tampoco creyeron en Él. Así que a los incrédulos no hay cómo entenderlos, porque si Dios no cumple lo que ellos están esperando… Siendo algo que es para el final y Dios no lo cumple; y cumple lo que es para el principio; ellos no lo aceptan. Y cuando cumple lo que es para el final, al final; tampoco lo creen. Porque el incrédulo es incrédulo, por lo tanto, no puede creer.

Cristo dijo, para esa clase de personas, en San Juan, capítulo 10, versos 22 en adelante; dice:

“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,

y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho”.

¿Ven? No eran de las ovejas de Cristo, por lo tanto, no podían creer al Buen Pastor; porque quienes creen al Pastor son Sus ovejas. Sus ovejas conocen la Voz de su Pastor, y oyen Su Voz, y la siguen; y no siguen al extraño. Dice Cristo:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos”.

“Yo y el Padre uno somos”, dice nuestro amado Señor Jesucristo, porque el Padre ¿dónde estaba? En Jesús, en Su Enviado.

Y ahora, vean ustedes, aquellas personas que decían: “Si tú eres el Cristo, el Mesías, dínoslo ya, dínoslo abiertamente”. Jesús les dice: “Ya lo he dicho antes, y no han creído”. Y querían que Jesús les repitiera lo mismo, ¿para qué? Para no creer tampoco.

Y ahora, vean que Jesús les dice que ya se los había dicho que Él era el Mesías; pero miren, tanto cuento de que les diga si Él es el Mesías, ¿para qué? Para no creer. Y miren cómo, cuando Cristo les dice que ya se los había dicho antes, y luego les habla todas estas cosas, vean lo que sucede… los judíos entonces (¿qué sucede?) le dicen, hablan con Él:

“Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle”.

¿Ven? Cuando Cristo dice: “El Padre y Yo una cosa somos, uno somos”.

“Entonces los judíos volvieron a tomar piedras (¿para qué?) para apedrearle.

Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?

Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”.

Al decir: “Mi Padre y Yo una cosa somos”, para ellos eso es Jesús haciéndose Dios, diciendo que Él y Dios son la misma persona. Pero vean, Él no se estaba haciendo Dios; Dios se había hecho hombre, Dios se había hecho carne: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante.

Y en el verso 14, dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos Su gloria, como la gloria del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de virtud”. Y cuando el Verbo, que era con Dios y era Dios, se hizo carne, y habitó entre los seres humanos, fue conocido por el nombre de Jesús de Nazaret.

Vean que era Dios vestido de un cuerpo humano, era Dios vestido de carne humana llamado —Su velo de carne— Jesús. Era Dios visitando la raza humana para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario a la mitad de la semana setenta; y para eso tenía que morir en la Cruz del Calvario.

Y ahora, vean ustedes lo que a continuación dice aquí:

“Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?

Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (esto es, a los profetas, a los cuales vino la Palabra) (y la Escritura no puede ser quebrantada),

¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?

Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.

Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos”.

Vean qué muchas persecuciones y problemas le formaron a nuestro amado Señor Jesucristo, al que cumplió la promesa de la Primera Venida del Mesías como el Cordero de Dios en Su Obra de Redención.

¿Cómo será para el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores? ¿Le causarán problemas al velo de carne en quien se estará cumpliendo esa promesa en el Día Postrero? Pues claro que sí; pero recuerden, se cumplirá como está prometida la Venida del Señor.

Y ahora, ¿cómo será? Él envió un precursor, llamado el reverendo William Marrion Branham. Y el reverendo William Marrion Branham en la página 256 del libro de Los Sellos en español, dijo:

“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Eso es lo que él estuvo precursando: él estuvo precursando la Venida de la Palabra encarnada en un hombre. Y para ver la Venida de la Palabra, para ver la Venida del Verbo en el Día Postrero, para ver la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21, tenemos que ver Su Venida en carne humana, tenemos que ver la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana, en el velo de carne en quien esté cumplida Su Venida en el Día Postrero; y ese será el Ángel del Señor Jesucristo para el Día Postrero. O sea que eso lo estará identificando como el Ángel del Señor Jesucristo de Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3; y de Apocalipsis, capítulo 22, verso 6; y Apocalipsis, capítulo 22, verso 16.

En el capítulo 22, verso 16, Cristo dice acerca de Su Ángel Mensajero:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién envía Jesucristo? A Su Ángel Mensajero. ¿Quién es el Enviado de Jesucristo? Su Ángel Mensajero. ¿Y en quién vendrá manifestado Cristo? En Su Enviado.

Así como el Padre vino manifestado en Su Enviado: Jesús, ahora Jesús vendrá en Su Enviado: en Su Ángel, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Y vendrá en medio del Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y después estará en medio del Israel terrenal, que es el pueblo hebreo.

Ahora, miren cómo para el Día Postrero tenemos estas grandes promesas, que son paralelas a las promesas cumplidas de la Primera Venida de Cristo en la persona de Jesús.

Y ahora, vean ustedes cómo las promesas de la Venida del Mesías para el Día Postrero, de la Venida del Ungido, de Cristo, de Jesucristo, serán cumplidas en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel celestial y espiritual.

Y ahora, ¿nacerá en Belén de Judea y se cumplirá la Venida del Mesías naciendo en Belén de Judea? Claro que sí; pero en Belén de Judea del Israel celestial.

Y ahora, vean lo que significa Belén: Belén significa ‘la Casa del Pan de Dios’; y Jesucristo nació en Belén de Judea, porque Jesucristo es la Casa del Pan de Dios.

Y ahora, todos los que nacen en Belén de Judea en los tiempos antiguos, nacieron en el mismo lugar donde nació el Mesías, el Hijo de David. Y ahora, todos los que han nacido del Agua y del Espíritu, creyendo en Jesucristo como su Salvador y recibiendo el Espíritu de Cristo: han nacido en Cristo, que es Belén, la Casa del Pan de Dios.

Así que uno de los que nacerá en la Casa del Pan de Dios, uno de los que nacerá en Cristo y en el Cuerpo Místico de Cristo, que es Su Iglesia (que también es la Casa del Pan de Dios como Cuerpo Místico de Cristo, porque es ahí donde ha estado el Pan de Dios, la Palabra de Dios, de edad en edad), uno de los que nacerá ahí será el que cumplirá o en el que se cumplirá la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana, en el cumplimiento de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, que será la Palabra de Dios encarnada (¿en qué?) en un hombre.

Eso fue lo que precursó el reverendo William Marrion Branham con su Mensaje en el siglo XX, conforme a como él mismo dijo que el Ángel le dijo que sería su ministerio: sería un ministerio como el de Juan el Bautista, que fue un ministerio precursor.

El ministerio de Juan fue el ministerio precursor de la Primera Venida de Cristo, de la Venida del Verbo, de la Palabra en carne humana; y el ministerio de William Branham fue el ministerio precursor de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, en carne humana nuevamente, en uno nacido en la Casa del Pan de Dios, uno nacido en el Belén espiritual, que es Cristo, el Belén nuestro, la Casa del Pan de Dios.

Y ahora, vean ustedes lo sencillo que es todo este Programa; y vean ustedes cómo la profecía se repite en una forma actualizada y en una forma engrandecida. Porque, ¿qué es más grande?: ¿nacer en una ciudad que significa ‘la Casa del Pan de Dios’?, ¿o nacer en Cristo, que es la Casa del Pan de Dios? Nacer en Cristo es más grande que nacer en Belén de Judea; porque en Belén de Judea nació Cristo, la Casa del Pan de Dios; tenía que nacer en el lugar que lo representaba a Él.

Y ahora el velo de carne en el cual estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero, tiene que nacer en la Casa del Pan de Dios, en Cristo, en el Belén espiritual. ¿Y cómo podrá ser posible eso?, ¿cómo podrá ser posible eso? Porque eso no tendrá que ver con su nacimiento natural según la carne, sino que tendrá que ver con su nuevo nacimiento; y por medio del nuevo nacimiento él nacerá en Belén de Judea, que es la Casa del Pan de Dios, Jesucristo.

Y Jesucristo, siendo la Casa del Pan de Dios, en el tiempo final tendrá uno nacido en Él y por medio de Él, en el cual Cristo se manifestará como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que será la Palabra, el Verbo, encarnándose en ese que nacerá en Cristo, que nacerá en nuestro Belén espiritual y celestial; en, también, el Cuerpo Místico de nuestro amado Señor Jesucristo, en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; pues la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, es el Cuerpo de Cristo; y Él es la cabeza de ese Cuerpo.

Y ahora, vean ustedes que el cumplimiento de la Venida de Cristo en Espíritu Santo manifestándose en carne humana en el Día Postrero, tiene que ser por medio de uno nacido en la Casa de Dios, en el Cuerpo Místico de Cristo, en ese nuevo nacimiento que viene por medio de Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes este misterio de la profecía de Belén de Judea, obteniendo el nacimiento del velo o del mensajero en el que se cumplirá la Venida de Cristo en Espíritu Santo para el Día Postrero, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; miren lo sencillo que es para Su cumplimiento.

Y ahora, tenemos que comprender estas cosas, porque de otra forma no comprenderemos las promesas correspondientes al Día Postrero.

Ahora, ¿qué es el Día Postrero? El Día Postrero es el séptimo milenio; “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”. Y los días postreros, ¿qué son? Pues los días postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; porque un día delante del Señor, para los seres humanos es como mil años. De esto nos dio testimonio San Pedro en su segunda carta, capítulo 3, verso 8, y el profeta Moisés en el Salmo 90 y verso 4.

Y ahora, podemos comprender por qué San Pablo decía en su carta a los Hebreos de la siguiente manera: Hablando de los días postreros dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces…”.

Capítulo 1 de su carta a los Hebreos dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…”.

¿Por medio de quién habló al pueblo hebreo? Por medio de los profetas, porque esa es la forma de Dios hablarle a Su pueblo. A Su pueblo: al Israel terrenal y al Israel celestial también. Ahora, sigue diciendo:

“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo…”.

Vean, Dios habló por medio de Su Hijo, de Jesucristo, y San Pablo dice que fue en “los postreros días”; y ya han transcurrido dos mil años.

¿Y por qué fue en “los postreros días” y han transcurrido dos mil años? Porque los postreros días comenzaron cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad; por lo tanto, cuando el ministerio de Cristo comenzó y Dios estuvo hablando por medio de Su Hijo, de Jesucristo, teniendo ya Jesucristo cerca de 30 años y teniendo un ministerio de tres años y medio, se encontraba en el primero de los días postreros, se encontraba por ahí por el año 25 más o menos; o sea que se encontraba, del año (diríamos)… del año 20 al año 27 del primer siglo del séptimo milenio; y cumplió las promesas de la Primera Venida del Mesías.

Pero miren, los que lo estaban esperando, los sacerdotes, el sumo sacerdote, el Concilio de la religión hebrea, el Concilio del Sanedrín, compuesto por los setenta sabios que tenían que tener en ese Concilio siempre; que eran grandes hombres, importantes hombres del pueblo hebreo, sabios hebreos, doctores en divinidad, en teología; vean ustedes, no pudieron ver que la Primera Venida del Mesías, la Venida del Rey de Israel, la Venida del Ungido de Dios…, porque Cristo y Mesías lo que significa es ‘Ungido’.

Y ahora, no pudieron comprender que el Ungido de Dios, el Mesías, el Cristo, el Rey de Israel, era aquel joven carpintero de Nazaret.

Cristo, cuando leyó la profecía de Isaías, que es una profecía mesiánica; en el capítulo 61, verso 1 en adelante, Él lo leyó; y se encuentra esto en el capítulo 4 de San Lucas, verso 14 en adelante, donde dice:

“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.

Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres…”.

Aquí cuando dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí…”, y dice: “Por cuanto me ha ungido…”, ¿se está identificando cómo? Como el Ungido de Dios, el Ungido con el Espíritu ¿de quién? De Dios.

Por lo tanto, siendo que Ungido significa ‘Cristo’ y significa ‘Mesías’, se está identificando como el Cristo, como el Mesías, como el Ungido con el Espíritu de Dios.

“Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Les está dando testimonio que esta Escritura profética, esta Escritura mesiánica, esta Escritura de la Venida del Mesías, se está cumpliendo delante del pueblo, ¿en quién? En carne humana, en la persona de Jesús. O sea que Él mismo ahí se está identificando como el cumplimiento del Mesías en medio del pueblo hebreo; y no lo recibieron.

Si leemos más adelante, encontraremos que les predicó un corto Mensaje y no les gustó. Y fue enviado para predicar, para predicar el año de la buena voluntad de Jehová, o año agradable del Señor. Y miren, comienza Cristo a predicar, luego que todos estaban contentos, dice:

“Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían (ahora comienzan a buscar cosas o motivos por los cuales este no podía ser el Mesías, por los cuales Jesús no podía ser el Ungido de Dios, el Mesías que ellos estaban esperando. Y entonces decían): ¿No es este el hijo de José? (O sea, ¿no es este el hijo de José, y ahora nos está diciendo que es el Mesías?).

Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.

Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra”.

Ese es el dicho que todos conocemos comúnmente como: “Nadie es profeta en su tierra”, eso es lo que quiere decir este dicho.

“Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;

pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón”.

O sea, en un territorio en donde no podía ir. Una bendición tan grande como esa, y fue esa bendición allá; pero el pueblo hebreo estaba pasando por los juicios divinos bajo el ministerio del profeta Elías; por lo tanto, fue enviado el profeta Elías a una mujer en Sarepta de Sidón, a un territorio lejano, y para alimentar al profeta Elías5.

Ahora, nos preguntamos: ¿quién alimentó a quién? Porque cuando Elías llegó allá, y esta viuda salía de su casa para buscar dos pedazos de madera, dos ramas, para encender un fuego y preparar unas tortas de harina de trigo…; porque solamente le quedaba harina para hacer esa comida, y después no tendrían más comida; por lo tanto, comerían, se acostarían a dormir, sin la esperanza de otra comida; por lo tanto, lo que vendría después sería la muerte, para esta viuda con su hijo.

Pero vean, en el momento más difícil de esta mujer, donde ya no tenía más comida, llegó el Enviado de Dios. ¿Y hay alguna cosa imposible para Dios? Pues no la hay, así que la que iba a alimentar a Elías solamente le quedaba una sola comida; y cuando llega Elías con hambre y con sed, le dice que le dé un bocado de comida.

Ella le dice: “Salía yo en estos momentos a buscar dos ramas, dos pedazos de madera, para colocarlos, hacer un fuego y preparar una torta (o como dirían ustedes, ‘una tortilla’, acá en México), para comerla yo y mi hijo, y luego acostarnos y morir; porque después de esta comida no hay más comida para nosotros”.

El profeta Elías le dice: “Pues ve primero, haz todo eso que tú dices, busca la leña, prepara el fuego y ponte a cocinar; pero hazme primero a mí una pequeña tortita o tortilla”.

O sea que de la tortilla que iba a hacer esta viuda, que sería pequeña, ahora sería más pequeña la que haría para ella y su hijo, porque le tenía que hacer una a una tercera persona que había llegado allí. Y ese no traía nada en su mano; pero en su boca y en su corazón traía la Palabra creadora de Dios; y el que creó todas las cosas con Su Palabra, venía en ese hombre.

Y ahora el que le dio pan en el desierto, maná en el desierto, al pueblo hebreo por 40 años, venía en otro hombre, en Elías; por lo tanto, el problema estaba resuelto para la viuda, pero ella no lo sabía.

Así que el profeta Elías vio que esta viuda que lo iba a alimentar, recibiría el alimento que le iba a dar al profeta Elías por medio de la Palabra hablada de Elías. Y Elías le dijo que fuera e hiciera como ella había dicho, pero que le preparara para él una primera.

Primero es el profeta, primero es la Palabra de Dios que está en el profeta; y alimentando al profeta no se moriría el profeta; y permanecería la Palabra de Dios en el profeta para la viuda y para todo ser humano. Y la viuda representa a la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes cómo para el tiempo final no hay alimento espiritual para nadie; pero para la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo, por la Palabra creadora de Dios hablada para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular: hay alimento espiritual en abundancia.

Ya el alimento espiritual de cada edad se lo comieron las personas de cada edad; y quedan algunos que están comiendo todavía del alimento espiritual del séptimo ángel mensajero, el cual es muy bueno; pero el alimento espiritual para la Edad de la Piedra Angular es el Alimento que viene por la Palabra creadora de Dios en el Día Postrero, a través del mensajero de la Edad de la Piedra Angular, en el cual Cristo estaría en el Día Postrero dándonos esa Palabra de vida eterna, el Mensaje del Evangelio del Reino, que es el alimento espiritual para el alma de todos los escogidos de Dios.

Y ahora, vean ustedes cómo, cuando ella iba a preparar esa torta pequeña para Elías o tortilla pequeña para Elías, él le dijo: “Y también me traes agua”, y ella tenía muy poca agua también; pero no había ningún problema, ahí estaba la Roca que le dio agua al pueblo hebreo, manifestada en el profeta Elías; y estaba el que le dio pan, maná del cielo, en el desierto, y el que le dio carne también al pueblo hebreo por 40 años. Por lo tanto, todo problema de alimento para la viuda y su hijo estaba resuelto allí, y también para el profeta.

Y todo alimento espiritual para el alma de los escogidos de Dios y para el mensajero de Dios, está resuelto en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular; porque Jesucristo, el Verbo, la Palabra, viene en el Día Postrero manifestado en Su Ángel Mensajero, y nos da el alimento espiritual; y en la Casa de Dios Él coloca Su siervo fiel y prudente, para que les dé el Alimento a tiempo a todos los hijos de Dios, en la Casa de Dios, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ese siervo fiel y prudente en el Día Postrero es el Ángel del Señor Jesucristo, dándonos la Palabra, el Mensaje del Evangelio del Reino, el alimento espiritual para nuestra alma.

Ahora, Cristo en este pasaje que estamos leyendo, les habla acerca del profeta Elías y del hambre que hubo por tres años y medio. Y ahora, dice que Elías no fue enviado sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. ¿Qué más dice? [San Lucas 4:27]

“Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo…”.

O sea, en tiempos del segundo Elías, en el tiempo de la segunda manifestación del espíritu y virtud de Elías, del ministerio de Elías en carne humana en otro hombre, llamado Eliseo.

“Y muchos leprosos había en Israel en (ese) tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado (de su lepra), sino Naamán el sirio”.

Aquel general sirio que vino donde el profeta Eliseo para ser sanado de la lepra. Y vean cómo fue sanado: Eliseo le dijo: “Ve al Jordán, y en el Jordán entras al agua…”. Segunda de Reyes, capítulo 5, verso 1 en adelante. Vamos a ver. “Entras al agua allí tantas veces, y serás sanado”. Segunda de Reyes, capítulo 5, verso 1 al 14, dice:

“Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor (o sea, de su rey), y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso”.

Ahora, vean que la Escritura dice que Dios le había dado salvación ¿a quién? A Siria. “Jehová le había dado salvación a Siria”.

“Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán”.

Vean, esta joven hebrea, aunque la habían llevado a un territorio que no era el de ella, allá estaba sirviendo a Dios; porque estaba dando testimonio del Dios de Israel.

No importa dónde usted vaya: dé testimonio del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el Dios nuestro, el cual nos ha llamado y nos ha juntado en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

O sea que si usted va a algún lugar, no es para estar comiendo, bebiendo y durmiendo, y trabajando; sino que lo principal es dar testimonio del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el Señor Jesucristo, el cual en este Día Postrero nos ha llamado y nos ha juntado en la Edad de la Piedra Angular.

Ahora, esta joven era una creyente verdadera del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y ahora, vean a esta joven lo que dice:

“Esta (o sea, esta joven) dijo a su señora (que era su señora, o sea, su ama, que era la esposa del general sirio Naamán; le dice así): Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra”.

Vean que esta joven creía en el profeta de Dios, y sabía que Dios estaba manifestado en ese profeta, sabía que el espíritu de Elías había reposado (¿en quién?) en Eliseo:

“Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel”.

O sea que la esposa de Naamán enseguida se lo contó; porque ninguna mujer quiere un esposo leproso; prefiere que esté sano y no leproso, durmiendo a su lado; porque si está leproso, pues de seguro se va a dormir a otra habitación por allá, y va a tener una vida un poquito alejada de su esposa y de sus niños.

Así que la que más estaba interesada en la sanidad de Naamán era su propia esposa, que lo amaba con todo su corazón, con toda su alma, y quería la bendición de Dios sobre Naamán; y ya tenía la cura al problema de Naamán, porque no hay ninguna cosa imposible para Dios.

Y ahora, se lo cuenta a su esposo, y su esposo Naamán se lo cuenta al rey, para que el rey pues le autorice a ir allá a la tierra de Israel para buscar al profeta Eliseo, para que ore por él y ser sanado.

Pero miren, algunas veces las personas piensan que estos profetas de Dios, cuando alguien iba para recibir sanidad, pues ellos se arrodillaban y empezaban a orar por ellos, y a pedirle a Dios. Y vean, lo que ellos hacían era que en algunas ocasiones decían: “Estás sanado”; en otras ocasiones le decían: “Ve y haz esto”; y en otras ocasiones vemos a Jesús que Él les dice a algunas personas: “Tu fe te ha sanado”6; en otras ocasiones, escupe en la tierra y hace lodo y se lo unta en los ojos y le dice: “Ahora ve y lávate allá en el estanque de Siloé (que significa ‘enviado’)”7; ¿por qué? Porque Jesucristo, el Enviado, lo había enviado a lavarse allá, y al ser lavado allí recibió la vista; ¿por qué? Porque el Enviado habló así e hizo así, hizo ese milagro en esa forma.

Encontramos en otras ocasiones… Vean, cuando estuvo frente a la tumba de Lázaro para resucitar a Lázaro, Jesús no comenzó a orar y a decir: “Padre, resucita a Lázaro”. Él dijo8: “¡Lázaro, ven fuera!”, y Lázaro salió fuera.

En otras ocasiones encontramos que les dijo a algunos que estaban muertos (en cuanto a sus cuerpos), les dijo: “¡Levántate!”9, y se levantaron. O sea que le habló al espíritu de la persona, y el espíritu de la persona entró al cuerpo, y se levantó; no era el tiempo todavía para irse, pero ya había salido del cuerpo y tenía que regresar.

Por eso Jesús decía: “Está dormido”10. Y así como un hombre pues despierta a una persona que está dormida, Jesús vino y despertó al hijo de la viuda de Naín11, y despertó también a la hija de Jairo12, y despertó a Lázaro también.

Porque de Lázaro, Jesús dijo a Sus discípulos, estando lejos del lugar donde vivía Lázaro, dijo: “Lázaro nuestro amigo duerme”, y los discípulos dijeron: “Pues si duerme, pues está bien”; porque cuando una persona se acuesta a dormir está muy bien, está descansando y está recuperándose de todo el cansancio que obtuvo durante el día de trabajo. Pero Jesús les hablaba del descanso, de la muerte física, de la muerte del cuerpo, y ellos no lo habían comprendido; pero entonces les habló en términos que ellos lo entendieran, y les dijo: “Lázaro nuestro amigo ha muerto”, y ahí lo entendieron.

Y Jesús dice: “Pero yo me alegro de que yo no estaba allí”. ¿Y cómo se va a alegrar una persona de no estar allí, en ese momento en que Lázaro lo necesitaba? Jesús dice: “Porque esto es para la gloria de Dios ser manifestada”13.

Y la partida de los escogidos de Dios de edad en edad ha sido para la gloria de Dios, la gloria de Jesucristo ser manifestada en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; porque todos los muertos escucharán la Voz del Hijo de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, esa Gran Voz de Trompeta llamando en el Día Postrero; y llamará a todos los escogidos, y llamará a los escogidos que estarán viviendo aquí en esta dimensión, pero también los escogidos que están en la sexta dimensión; y escucharán la Voz del Hijo de Dios, y se levantarán14.

Así que la Voz de Cristo para el Día Postrero, no solamente será escuchada en esta dimensión terrenal sino también en el Paraíso. Así como la Voz de Cristo en Su Primera Venida fue escuchada en esta dimensión terrenal, pero también fue escuchada en la sexta dimensión, y se levantaron los santos del Antiguo Testamento cuando Cristo resucitó.

Ahora, vean ustedes que este caso de Lázaro es tipo y figura de los santos del Nuevo Testamento que van a resucitar en el Día Postrero, en la manifestación del Hijo del Hombre en Su Venida; porque el mismo Señor descenderá del Cielo con Aclamación, o sea, Voz de Mando (y con ¿qué más?), con Voz de Arcángel y con Trompeta de Dios; y los muertos en Cristo se levantarán primero o resucitarán primero, resucitarán en cuerpos eternos, luego nosotros los que vivimos seremos transformados, y seremos raptados, o arrebatados en las nubes, para recibir al Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor15. Porque nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero, y nunca más nos separaremos de Él; y estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, miren por qué es tan importante la Segunda Venida de Cristo, miren todas las cosas que estarán sucediendo en la Segunda Venida de Cristo, en la Venida del Señor en el Día Postrero, en donde Jesucristo estará revelándose en el Día Postrero. Así como se reveló en cada edad por medio del mensajero de cada edad, Jesucristo estará revelándose por medio de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, y le estará hablando a Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero.

Y Su Iglesia estará escuchando esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta de Dios por medio del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo; porque en él estará el Señor Jesucristo velado y revelado. Y las señales en el cielo en el Día Postrero estarán dando testimonio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, de la Venida del Hijo del Hombre velándose y revelándose a través de Su Ángel Mensajero.

Y ahora, vamos a ver aquí en San Lucas, para terminar aquí este pasaje. Dice [San Lucas 4:27]:

“Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio”.

Y estábamos leyendo la historia acá, en Segunda de Reyes, capítulo 5, versos 1 al 14. Así que continuamos leyendo aquí:

“Y le dijo el rey de Siria (a Naamán, a su general del ejército): Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel.

Salió, pues, él (Naamán), llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.

Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra (¡ahora se las envía al rey!).

Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos…”.

Tremendo problema tenía el rey: tenía que sanar al general del ejército de Siria. ¿Y cómo lo iba a hacer el rey de Israel si no era profeta?

“… rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que este envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí”.

O sea que pensó que estaba buscando ocasión para hacerle la guerra al rey de Israel.

Es como algunas personas, le piden algo a una persona, y si no se la dan, le forma una pelea; y algunas veces, pues dicen: “Voy a hacerlo así; a que me dé tal cosa o tal cosa, porque sé que no me va a dar eso que yo voy a pedir, y entonces ahí le formo la pelea, y ahí entonces obtengo esa pelea, esa lucha que yo quería tener con él”. O sea que por…

Antes también los niños se colocaban una pajita encima de la oreja; y entonces, cada uno se colocaba una pajita, o le colocaban a uno de ellos una pajita, y le decían: “Túmbale la pajita. Si se la tumba, si eres guapo, túmbasela”; y entonces el otro, por no decir que era un cobarde, y para que no dijeran que era un cobarde, iba y se la tumbaba, y se formaba la pelea.

Así que vean ustedes que siempre para formar una pelea hay muchas mañas, como dicen, hay muchas técnicas. Como también las naciones, tienen muchas formas para formar una guerra; y usan esas técnicas para formar una guerra; como también tienen muchas formas para formar una temporada buena sin guerras.

Pero cuando necesitan una guerra por beneficios para sus naciones, la forman, y obtienen esos beneficios; pero las madres y los padres pagan las consecuencias, porque son sus hijos los que mueren. Antes, por lo menos, cuando formaban una guerra, iba al frente de batalla también el rey; pero en la actualidad los reyes de la Tierra se esconden bien escondidos, para que no les llegue ni siquiera el olor a la pólvora.

Bueno, vamos a ver aquí lo que continúa aquí diciendo la Escritura. El rey está muy asustado, el rey de Israel está muy asustado, y dice:

“Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.

Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos?”.

Y tan caro que le costaron; porque los vestidos de un rey, una vestidura de un rey es carísima, su manto real es muy caro, y el resto de la ropa es muy cara; así que no se sabe si guardó su manto aparte y rasgó el resto de la ropa, pero la cosa es que rasgó sus vestidos. Y pregunta Eliseo:

“¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel”.

Naamán, donde quería ir era a Eliseo, pero el rey de Siria quiso hacerlo con mucho protocolo; y cuando se usa mucho protocolo, en estos casos no funciona, porque no hay ninguna fe ahí funcionando.

Y ahora, vean ustedes, van al rey, y el rey lo que hizo fue asustarse cuando le llega un general leproso, enviado por el rey de Siria para que lo sane.

Y ahora, miren, durante el Reino Milenial sí podrán ir al Rey y podrán enviar al Rey —allá en Jerusalén— un leproso o cualquier persona que esté enferma, y el Rey sí lo podrá sanar; porque para ese tiempo, el Rey allá en Israel sobre el Trono de David será Cristo.

Cristo estará allí manifestado en carne humana, y por lo tanto será Rey y será profeta también, será Rey y profeta; y esa es la mejor combinación que hay para una nación, para un continente, para un reino, para un imperio, como ese glorioso Imperio del Mesías para el Reino Milenial.

Ahora, veamos aquí lo que a continuación sucede:

“Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.

Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve…”.

Ni siquiera lo recibió. El rey cuando recibió al general, usted sabe la forma como les dije, la forma de protocolo: lo recibió y no pudo hacer nada. Y ahora cuando llega, Eliseo ni siquiera lo recibe; más bien le manda a decir con su siervo lo que tiene que hacer. Así que Naamán se sintió, quizá, medio ofendido. Y miren ustedes:

“Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio”.

Y ahora, para la Edad de la Piedra Angular, tenemos algo muy importante: Sumergirse en la Palabra de Dios de la Edad de la Piedra Angular siete veces: los Siete Truenos. Tienen que estar sumergidas las personas en los Siete Truenos, que es lo que les da la fe para ser transformados y raptados; y si no, no hay sanidad para este cuerpo mortal, temporal y corruptible.

Pero sumergidos en los Siete Truenos de Apocalipsis, o sea, metiéndose siete veces en las Aguas de la Palabra…:

Metiéndose la primera vez, eso es en el primer Trueno; metido dentro de la Voz del primer Trueno, y la Voz del primer Trueno metida dentro del alma de la persona, y en todo su ser; cubierto por dentro y por fuera.

Y luego, todavía no basta: Una segunda ocasión bajo el segundo Trueno, bajo la Voz de Cristo en ese segundo Trueno. Y así consecutivamente por siete veces, por los Siete Truenos.

No es escuchando y recibiendo una sola parte, sino la Voz de Cristo completa, representada en esos Siete Truenos de Apocalipsis. Y nuestra carne —que fue contaminada con la lepra del pecado— será limpia: seremos transformados, tendremos un cuerpo nuevo, carne nueva, huesos nuevos y sangre nueva.

Pero miren, todo esto allá sucedió bajo el ministerio Elías en su segunda manifestación; en carne humana, por medio de otro profeta, pero en el cual estaba el ministerio de Elías. Y para el Día Postrero será en la quinta manifestación de Elías, en otro velo de carne, que es el Ángel del Señor Jesucristo.

Ahora, vean cómo aquí el profeta, al enviarle este mensaje al general sirio Naamán, él no estimó este mensaje, pensó que era pura tontería; porque él pensó que eso, para él poder ser sanado, el profeta tenía que venir ante Naamán o Naamán venir ante él, y el profeta venir con unos sacrificios de animalitos, y con muchas oraciones, y con un montón de cosas; pero no pensó ni creía que sería en una forma tan sencilla; y Naamán no pudo creer lo que el profeta Eliseo le mandó a decir.

“Y Naamán se fue enojado (tremendo problema, porque se enojó ¿con quién? Con el profeta de Dios), diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios…”.

¿Ven? Mucho ritualismo, mucha ceremonia religiosa, un acto religioso con mucha pompa; pero miren, nada de eso; algo sencillo. Lo que necesitaba era bañarse; pero un buen baño en el lugar correcto; no bañarse así echándose agua, sino sumergiéndose; porque bajar significa ‘muerte’, y subir habla de ‘resurrección’, de una nueva vida.

Y así, vean ustedes, por siete veces; después de esas siete veces, su piel, su carne, todo estaría limpio, y tendría así piel nueva, carne nueva; y su esposa le daría la bienvenida, y le diría: “Esta noche no te vayas a quedar por allá durmiendo en otra habitación, porque yo sabía que tú ibas a regresar sano; y ya yo fumigué aquella habitación, para que muera esa plaga allá de la lepra, y ya eso está apartado allá, y quemé la ropa de la cama de aquella habitación. Y he preparado bien mi habitación para que tú duermas aquí esta noche”.

Ella así lo creía, creía que él vendría sano. Y la jovencita hebrea que trabajaba allá en la casa, sabía también que vendría sanado. Y de seguro le hablaba a su señora (o sea, a su ama), le decía: “Ya pronto va a venir Naamán, tu esposo, sano; y va a venir muy hermoso, muy bonito”; y así de seguro la animaba, hasta que llegó Naamán sano.

Pero miren cómo Naamán no podía creer que en esa forma que el profeta Eliseo le decía, era la forma correcta; porque Naamán se había hecho ya un diagrama en su mente de cómo haría el profeta. Pero a él no le tocaba pensar o decir cómo el profeta iba a hacer; era al profeta al que le tocaba esa parte, y a Naamán le tocaba la parte de hacer lo que el profeta le dijera.

Ahora, Naamán pensaba:

“He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra”.

Y ahora cuando ve, Naamán, que el profeta ni lo quiso ver, ¿qué sucede? No hizo lo que el profeta le dijo. Se fue muy enojado. Y ahora, dice Naamán:

“Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel?”.

Ahí estaba actuando con nacionalismo, como algunas veces hacemos nosotros: “Pero, ¿no hay mejores ríos en nuestra nación que los que hay por otros lugares? ¿No es mejor esto de nuestra nación, que lo de otra nación?”. Y eso es lo que está haciendo aquí Naamán:

“Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? (No solamente que el Jordán, sino que todas las aguas de Israel). Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio?”.

Pues no sería limpio, porque allá no fue que el profeta le ordenó que se fuera a bañar, a lavar. Ahora, él dice:

“Si me lavare en ellos…”.

Porque pensó que era lavarse; pero el profeta le dijo: “Zambullirte”; o sea, bajar y subir por siete veces; eso es bajar: meterte completo, salir, volver y meterte y salir, por siete veces. Y si le había especificado: “Ir caminando, meterte a las aguas por completo, hasta la cabeza con todo y cabello (si tienes), y después salir hasta la orilla, hasta donde no hay agua, y después regresar de nuevo”, vean ustedes.

Y ahora, Naamán dice: “Bueno, si la cosa es así, si el problema mío se arregla con meterse al agua de un río, pues me voy allá a mi tierra; allá hay ríos también”. Así que aparentemente él ya sabía el secreto; pero no sabía ningún secreto; porque el secreto estaba en la Palabra creadora hablada por el profeta Eliseo; y tenía que ser una cosa, una obra de fe, o sea, creyendo esa Palabra en su alma.

Porque en el alma y con el alma es que la persona cree, ahí es donde está la fe. “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión para salvación”16. Ahora, dice:

“… y se fue enojado.

Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?”.

Miren, si el profeta le decía que hiciera una cosa bien grande, le dicen sus siervos: “¿No lo harías? ¡Pues claro que sí!, que tú lo harías”; pero eso sería ¿qué? Estarse ganando méritos para él mismo; porque diría: “Sí, pero para ser sanado me dijo que tenía que ir de rodillas subiendo esa cuesta, y miren cómo tengo las rodillas todas peladas; así que tuve que ganarme mi sanidad”.

Pero miren, la bendición de Dios no es por méritos humanos, sino que por la fe la persona obtiene esa bendición; y es dada por gracia, gratuitamente, porque el don de Dios no se compra con dinero17; es por gracia dado al creyente.

Ahora, vean ustedes, este hombre tenía personas sabias, que eran más sabias que el mismo general. O sea, él era un sabio en asuntos de guerras, de ejércitos, pero en cosas espirituales era un ignorante, y era también un engreído, porque se fue enojado; y un mal agradecido, porque se fue enojado, porque le dijeron que lo que tenía que hacer era algo bien sencillo.

Y la gente siempre quiere hacer cosas bien difíciles, cosas grandes, para que Dios entonces les bendiga; y sin embargo, miren ustedes, Dios por medio del profeta Eliseo le dijo que hiciera algo sencillo; pero vean, en eso sencillo que él iba a hacer, estaba un simbolismo para todo ser humano.

“Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?

Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”.

O sea que su piel quedó tan rejuvenecida y tan restaurada que era como la piel de un niño; o sea que no quedó con las arrugas que podía tener una persona de la edad que tenía ese general, y menos con la lepra que ya sanó, no eran arrugas, sino unas marcas peores; pero ahora quedó con la piel como de un niño.

Ahora, ¿cómo lo recibiría su esposa cuando lo vio con esa piel así tan hermosa? Pues lo recibió con mucha alegría. Y vinieron a ser creyentes en el Dios de Israel y en su profeta Eliseo.

Bien hizo Eliseo pidiendo una doble porción del espíritu que estaba en Elías18. Miren, sin el profeta Eliseo ir presente a la persona que necesitaba el beneficio, le mandó a decir: “Haz esto y esto, y quedarás bien”, y quedó sano Naamán. Bueno, esto lo vamos a dejar quietecito ahí.

“Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.

Mas él (Eliseo) dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.

Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas?”.

O sea: “¿De la tierra de Israel no me darán la carga de un par de mulas?”, o sea, lo que una mula cargaba. Ahora: “¿No me darán la carga para cargar dos mulas, de la tierra de aquí de Israel, de donde tú estás?”.

“Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.

En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.

Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra”.

Vamos a dejarlo ahí.

Y ahora, vean ustedes, de lo cual Cristo les está citando allá en Nazaret en aquella sinagoga [San Lucas 4:28]:

“Al oír estas cosas…”.

Vean, un buen mensaje, hablándoles del profeta Eliseo; les había hablado también del profeta Elías. O sea, les habló de los dos Elías que vinieron en forma consecutiva (del primero: Elías Tisbita; y del segundo: Eliseo), un mensaje de los dos primeros Elías.

“Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira…”.

En vez de ponerse muy contentos, que estaban escuchando la predicación de Cristo sobre el profeta Eliseo y sobre el profeta Elías.

“… y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.

Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue”.

Ahora, vean que no les gustó la predicación de Jesucristo. Querían que Jesucristo hiciera muchos milagros y señales, y Él lo que hizo fue predicarles acerca de Elías, acerca del ministerio de Elías Tisbita y Eliseo, predicarles acerca de dos profetas.

Y para el Día Postrero, vean ustedes, Cristo estará predicando acerca de dos profetas: De los Dos Olivos, de Moisés y de Elías. Bueno, les dije que lo iba a dejar eso quietecito, pero algo siempre salió.

Ahora, vean ustedes que no todas las personas se ponen muy contentas cuando Dios cumple Sus promesas.

Y ahora, para la revelación de Jesucristo en el Día Postrero por medio de Su Ángel Mensajero, no toda persona estará muy contenta; porque el cumplimiento de esta promesa no será de acuerdo a como algunas personas han pensado que será la Venida y revelación del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en el Día Postrero.

Pero eso no importa. Cristo cumple Su promesa, aunque no sea en la forma que algunas personas se imaginaban que sería el cumplimiento de esa promesa; pues Él no tiene que complacer a ninguna persona. Él lo que tiene que hacer es cumplir lo que Él prometió en la forma que Dios lo destinó o lo predestinó, o lo ordenó, desde antes de la fundación del mundo.

Y las señales en el cielo en el tiempo final estarán dando testimonio de este gran misterio que estará siendo manifestado en el Día Postrero. Y esas señales van a tener un misterio escondido, y será el misterio de la Segunda Venida de Cristo; pues en el cielo, el Hijo del Hombre sería visto envuelto en una nube, conforme a Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante.

Y también San Mateo, capítulo 24 y verso 30 al 31, como dijo Jesucristo cuando dijo: “Y aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes, con poder y gran gloria”. ¿Ven? Nos habla de una señal en el cielo, una nube misteriosa, viniendo en las nubes con poder y gloria.

Y ahora, siendo que está prometido a través de toda la Escritura la señal en el cielo, de la Venida del Hijo del Hombre en una nube o en las nubes…

San Mateo, en el capítulo 24, verso 30 al 31, nos habla de eso; también San Marcos, en el capítulo 13, nos habla de esas nubes o de esa nube, y del Hijo del Hombre en esa nube; y también San Lucas, capítulo 21, versos 27 en adelante, nos habla también del Hijo del Hombre viniendo en una nube; y Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, nos habla del Ángel Fuerte viniendo envuelto en una nube; y también el profeta Daniel, en el capítulo 7, nos habla del Hijo del Hombre viniendo en las nubes.

Es una nube misteriosa que aparecerá en el cielo, en donde estará el Hijo del Hombre. Y en febrero 28 de 1963 apareció una nube misteriosa en el cielo, la cual fue tomada en fotos, y fue publicada19 en la revista Ciencia y en la revista Vida o revista Life, como una nube misteriosa, la cual medía de… unas 30 millas de ancho por 50 millas de largo20.

Y fue publicada como una nube misteriosa, porque apareció a una altura de 26 millas de altura, de 26 millas; donde no se pueden formar nubes porque no hay humedad, y donde los aviones no vuelan; por lo tanto, no hay la posibilidad de que se forme una nube.

El misterio escondido en esta nube es el siguiente: Era una nube formada por ángeles de Dios: por los siete ángeles mensajeros de las siete edades y otro Ángel que era muy diferente a los demás.

Ese Ángel que era muy diferente a los demás era el que tenía el Séptimo Sello, o sea, el que tenía el misterio de la Segunda Venida de Cristo. Era el Hijo del Hombre allí en el cielo, envuelto en esa nube formada por ángeles; y aquí aparecen los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y el Ángel que era muy diferente a los demás.

Y si tornamos esta nube hacia la derecha, encontraremos que los siete ángeles mensajeros de las siete edades forman la barba del Señor Jesucristo; y el Ángel que era muy diferente a los demás, que es el Hijo del Hombre, forma el cabello blanco del Señor en esta nube.

Y los siete ángeles mensajeros que aparecen aquí, para tener sus ministerios en la Tierra, en la Iglesia del Señor Jesucristo, tuvieron que ser manifestados en carne humana; aquí se encuentran en sus cuerpos teofanicos, pero ellos tuvieron sus ministerios en carne humana, cada uno en la edad que le tocó vivir.

Y ahora, para el Día Postrero, el Ángel que era muy diferente a los demás, el Hijo del Hombre, tiene que venir en carne humana en Su Ángel Mensajero para tener Su ministerio correspondiente al Día Postrero; y así, lo que significa el cabello blanco del Señor (en Apocalipsis, capítulo 1, verso 12 al 16; y Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11; y otros lugares, como Daniel, capítulo 7), lo que significa ese cabello blanco: lo cual nos habla de madurez, de experiencia, de sabiduría y de justicia, para juzgar con justicia a todas las naciones y a todo ser humano; encontramos que bajo el ministerio de este Ángel que era muy diferente a los demás, manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, estarán todas esas cualidades para esa labor del Día Postrero.

Y estaremos viendo, bajo el ministerio de Cristo, del Ángel Fuerte, del Hijo del Hombre a través de Su Ángel Mensajero, el cabello blanco del Señor Jesucristo, del Hijo del Hombre; siendo cumplido ese simbolismo en medio de la Iglesia del Señor.

Recuerden que el cabello blanco es un simbolismo que tiene que ser cumplido: de experiencia, madurez y sabiduría, para estar como Juez de toda la Tierra en el Día Postrero. Igual que el rostro resplandeciente como el sol: es el simbolismo de Cristo como Rey; porque el sol es el astro rey, y Cristo es la Luz del mundo, y es el Rey de reyes y Señor de señores.

Y viendo al Ángel Fuerte, al Ángel que era muy diferente a los demás, en el Día Postrero, en carne humana en Su Ángel Mensajero manifestado, estaremos viendo el simbolismo del sol resplandeciente, del rostro de Cristo como el sol, convertido en una realidad, porque lo estaremos viendo como Rey de reyes y Señor de señores; eso es verlo con Su rostro como el sol.

Y también todos los demás simbolismos que son presentados en el Hijo del Hombre, en el capítulo 1 de Apocalipsis, y también en el capítulo 10, y en el capítulo 19, son cumplidos en el Día Postrero, en la manifestación del Hijo del Hombre a través de Su Ángel Mensajero.

Por ejemplo, una Espada sale de su boca: la Espada es la Palabra de Dios, y la boca es el profeta mensajero del Señor Jesucristo, porque la boca de Dios siempre han sido los profetas de Dios. Y ver la Palabra de Dios, el Mensaje del Evangelio del Reino, saliendo de la boca del Ángel del Señor Jesucristo, eso es ver la Espada de dos filos saliendo de la boca de Cristo; porque la boca de Cristo es Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, como cada profeta en cada edad fue la boca de Dios en la edad en que cada uno fue enviado.

Y ahora: “EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

Esta señal que apareció en el cielo da testimonio de lo que Cristo estaría haciendo en la Tierra, en Su manifestación en carne humana por medio de Su Ángel Mensajero; y da testimonio también de lo que hizo en las siete edades de la Iglesia gentil por medio de cada uno de estos ángeles mensajeros, que son los siete ángeles de las siete edades de la Iglesia gentil.

Ahí en esa nube está representada la Iglesia del Señor Jesucristo completa, desde su comienzo hasta su final.

Y nuestra edad, vean ustedes dónde está representada: está representada aquí, en el Ángel que era muy diferente a los demás; porque nuestra edad está representada en Cristo manifestado a través de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, revelado como el León de la tribu de Judá, y como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo. Esa señal en el cielo da testimonio de Cristo revelado en Su Iglesia a través de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero.

¿Ven el misterio de las señales en el cielo? ¿Ven que cuando aparece una señal en el cielo significa algo importante en el Programa Divino, que se lleva a cabo aquí en la Tierra? Como sucedió con la Estrella de Belén: representaba la Primera Venida de Cristo naciendo en Belén de Judea.

Y ahora esta señal en el cielo da testimonio de la revelación de Jesucristo para el Día Postrero por medio de Su Ángel Mensajero, en medio de Su Iglesia gentil. Y ahí está el Nombre de Dios; porque el Nombre de Dios estaría en Su Iglesia manifestado, revelado, en y a Su Iglesia en el Día Postrero.

Bueno, hemos visto: “EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

O sea que las cosas que Cristo hará en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, están allí en esta nube, en esta señal en el cielo, están representadas; y esta es la señal del Hijo del Hombre en el cielo.

Ahí está este Ángel que era muy diferente a los demás, que es el Hijo del Hombre, que es el Ángel del Pacto, Jesucristo, ahí manifestado con Sus siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil en sus cuerpos teofánicos.

Y para el Día Postrero, el Ángel que es diferente a los demás, tiene que venir a la Tierra y estar en la Tierra en carne humana en Su Ángel Mensajero, en donde estará revelando Su misterio de Su Venida a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo. Por eso cuando Juan quiso adorarlo (en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10; y Apocalipsis 22, verso 7 al 9), el Ángel le dijo que no lo hiciera; porque ese Ángel no es el Señor Jesucristo, sino que es el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular; pero en ese Ángel estará Jesucristo velado y revelado en el Día Postrero, estará Jesucristo manifestándose como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y ese misterio fue revelado y fue representado en esa señal misteriosa que apareció en el cielo, en febrero 28 de 1963. Aquí tenemos la foto principal, y aquí tenemos otras fotos que fueron tomadas en diferentes horarios, y desde diferentes posiciones, y desde diferentes territorios, tanto de una ciudad como de otra ciudad, en donde fue vista esta nube en el cielo.

Ahora, hemos visto el misterio de esta señal en el cielo, que da testimonio de lo que Dios hizo durante las siete edades de la Iglesia gentil; y da testimonio de lo que Dios hará en este Día Postrero, en la revelación de Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el territorio latinoamericano y caribeño.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

¿Y dónde están las personas que verían el cumplimiento de esto que fue representado en el cielo? Aquí estamos: en la América Latina y el Caribe, viendo “EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

Que las bendiciones de Jesucristo revelado en el Día Postrero, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y pasen todos muy buenas noches. Con nosotros nuevamente vuestro pastor aquí presente para continuar.

Que Dios nos ayude —es mi petición— a todos aquí en la América Latina y el Caribe.

Dejo con nosotros a vuestro pastor para continuar, y luego así llegar al final de esta actividad, donde hemos estado viendo: “EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

Con nosotros vuestro pastor. Dios les bendiga.

“EL MISTERIO DE LAS SEÑALES EN EL CIELO REVELANDO AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.

[Revisión marzo 2022]

1 San Mateo 2:2, Números 24:17

2 Isaías 7:14

3 San Mateo 1:23

4 San Lucas 2:19

5 1 Reyes 17:8-16

6 San Marcos 5:34, 10:52

7 San Juan 9:6-7

8 San Juan 11:43

9 San Lucas 7:14, San Juan 5:8

10 San Juan 11:11, San Lucas 8:52

11 San Lucas 7:11-17

12 San Marcos 5:21-43

13 San Juan 11:14-15

14 San Juan 5:25

15 1 Tesalonicenses 4:16-17

16 Romanos 10:10

17 Hechos 8:20

18 2 Reyes 2:9

19 Revista LIFE: Publicación del 17 de mayo de 1963. Título del artículo “… And a High Cloud – Ring of Mistery” – https://bit.ly/3ureXyD

Revista CIENCIA (SCIENCE): Publicación del 19 de abril de 1963, volumen 140, número 3564. Autor: James E. McDonald – https://www.science.org/toc/science/140/3564

20 30 millas (de ancho) x 50 millas (de largo) = 48.3 km (de ancho) x 80.46 km (de largo)

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