El misterio de los Ángeles de la Cosecha

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes en Sumaré, San Pablo, Brasil. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino, alrededor de nuestro tema de esta ocasión: “EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA”.

Quiero leer en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, donde nos habla Jesucristo de Sus Ángeles, y dice así:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla en esta ocasión. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA”.

Para poder comprender este misterio necesitamos comprender la parábola del trigo y de la cizaña, en la cual Jesucristo nos habla del trigo y la cizaña, y del tiempo de la siega.

Y Jesucristo nos enseña que la siega es el fin del mundo, donde será recogida la cizaña y atada en manojos para ser quemada en el fuego; esto es en el fuego de la gran tribulación, porque el fuego atómico se va a desatar durante el tiempo de la gran tribulación; y se va a cumplir lo que Dios dijo por medio del profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 1, donde dice:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.

Aquí podemos ver el día de Jehová, grande y terrible, en donde la cizaña, que Jesucristo dice que son los hijos del malo, van a ser quemados; esto lo dice el profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 1. Y Jesucristo en Su parábola del trigo y la cizaña nos enseña que la cizaña es atada en manojos para ser quemada en el fuego.

Jesucristo está tomando estas profecías de Malaquías y de los demás profetas, y está dando más luz en cuanto a las cosas que han de suceder en el fin del tiempo, fin del siglo y fin del mundo, con relación a la humanidad, que está compuesta por hijos del mundo o hijos del malo e hijos de Dios.

Y dice que para los hijos del malo ese día que vendrá los quemará; y para los hijos de Dios dice que serán recogidos y colocados en el Alfolí de Dios; eso será así para el trigo de Dios, que son los hijos de Dios, los hijos del Reino.

Cristo, vean ustedes cómo nos habla de lo que sucederá en el tiempo final.

Y Malaquías dice, acerca de los hijos de Dios, de los que temen el Nombre de Dios, el Nombre de Jehová, dice:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”.

Para los que temen el Nombre del Señor —esto es para los que están representados en el trigo, o sea, los hijos e hijas de Dios— nacerá el Sol de Justicia, que es la Segunda Venida de Cristo con Su rostro como el sol, o sea, viniendo como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; como fue visto en el Monte de la Transfiguración con Su rostro resplandeciendo como el sol, y como es visto en Apocalipsis, capítulo 1, verso 15 al 16, con Su rostro como el sol.

Dice así… Leamos el verso 16 del capítulo 1 del Apocalipsis. Dice así:

“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

Y en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego (ahí tenemos nuevamente a Cristo con Su rostro como el sol).

Tenía en su mano un librito abierto”.

Ese es el Librito que Él tomó en el Cielo, el Libro de los Siete Sellos, el cual, en el capítulo 5, lo tomó de la diestra del que está sentado en el Trono y lo abrió en el Cielo.

Y luego, en Su Venida, lo trae a la Tierra abierto, y luego lo entrega a un hombre, representado en el apóstol San Juan, cuando Juan recibió ese Librito y se lo comió en esa visión; tipo y figura de un hombre en el Día Postrero, en la Venida del Hijo del Hombre, recibiendo ese Librito de los Siete Sellos ya abierto, y comiéndose ese Librito.

Eso es para el Día Postrero, para el tiempo final, donde estará el Ángel del Señor Jesucristo en la Iglesia del Señor Jesucristo dándole el alimento espiritual a tiempo a todos los hijos e hijas de Dios; y Él es el que recibe ese Título de Propiedad, se lo come, también lo comparte con todos los hijos e hijas de Dios al darles el Mensaje del Evangelio del Reino. Al comerse el Mensaje del Evangelio del Reino, todos los hijos e hijas de Dios se están comiendo el Título de Propiedad.

Y ahora, podemos ver que Jesucristo viene con Su rostro como el sol; eso es la Segunda Venida de Cristo para el Día Postrero.

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.

En la parábola del trigo y de la cizaña, también Cristo dice que el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles; es para llevar a cabo la Obra correspondiente al tiempo final: la Obra de la Cosecha.

Ahora podemos ver que hay un ministerio ordenado por Dios para llevar a cabo la labor de la Cosecha, y ese ministerio es el de los Ángeles del Señor Jesucristo.

Los Ángeles del Señor Jesucristo son los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, y Zacarías, capítulo 4.

Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 7, este Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, o sea que viene con el Espíritu Santo…; porque el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo. San Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 4, verso 30, nos dice:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

O sea, para el día en que todos vamos a ser transformados, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Esa es la redención del cuerpo, o sea, nuestra transformación, en donde obtendremos el nuevo cuerpo; y así estaremos físicamente redimidos, así estaremos físicamente restaurados a la vida eterna; así como espiritualmente hemos sido restaurados a la vida eterna: al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; así hemos sido restaurados espiritualmente a la vida eterna; y ya tenemos un cuerpo teofánico eterno de la sexta dimensión.

Y nos falta el cuerpo físico y eterno, en el cual viviremos por toda la eternidad; y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y reinaremos con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad, y estaremos con Él como reyes y sacerdotes, ya adoptados, en el Reino de Dios.

Ahora podemos ver el misterio de los Ángeles del Señor: son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el tiempo final.

Esos ministerios estuvieron manifestados en tiempos pasados. Por ejemplo, tenemos el ministerio de Moisés, que fue manifestado para la liberación del pueblo hebreo.

Dios le dijo a Moisés: “Permíteme destruir este pueblo”, el pueblo que había libertado allá en Egipto, el pueblo de los siervos de Dios, al cual Dios constituyó en una nación, le estableció leyes y ordenanzas, y fue constituido en una nación, un pueblo, una nación creada por Dios.

Porque el pueblo hebreo no era una nación, era un grupo de esclavos allá en Egipto; pero cuando Dios los libertó y le dio las leyes por medio del profeta Moisés, y las ordenanzas, lo constituyó en un pueblo, en una nación, con leyes y ordenanzas justas dadas por Dios. Moisés fue el dador de la Ley, él fue el libertador y también legislador, legislador del pueblo hebreo.

Encontramos que Dios se enojó con el pueblo hebreo, porque era un pueblo rebelde, y le dijo a Moisés en una ocasión: “Permíteme destruir este pueblo, y Yo te pondré a ti sobre una nación, sobre un pueblo mayor que este pueblo”; y Moisés oró a Dios pidiendo misericordia para el pueblo hebreo, y Dios escuchó la voz de Moisés[1].

Ahora, eso es Cristo reflejándose en Moisés. Cristo pidiendo misericordia por todos nosotros se reflejó en Moisés pidiendo misericordia por el pueblo hebreo.

Ahora, vean ustedes, Moisés estaba pidiendo misericordia por el pueblo hebreo, porque era el Espíritu de Cristo en Moisés pidiendo misericordia para el Israel terrenal. Y Jesucristo pidiendo misericordia por el Israel celestial, por todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, eso es lo que ha hecho Cristo por todos nosotros.

Y podemos ver que Cristo pedirá misericordia para el pueblo hebreo también.

Aun cuando fue crucificado Cristo, Cristo oró por el pueblo hebreo y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”[2]; no sabían que estaban matando a su propio Rey.

Ahora, esto vino para bien, para Cristo quitar nuestros pecados y los pecados del pueblo hebreo, y ser así el Sacrificio por el pecado, el Sacrificio perfecto que el ser humano necesitaba; y por eso de la muerte de Cristo en adelante no se ha necesitado otro sacrificio; aun los sacrificios del pueblo hebreo fueron quitados cuando el pueblo hebreo fue invadido por el general romano Tito, el cual destruyó la ciudad de Jerusalén y destruyó el templo.

Pero ya no necesitaban más ese templo, ni el ofrecer sacrificios por el pecado, porque ya Dios proveyó un cuerpo, que es el Cordero de Dios, Jesucristo, el cual murió como el Cordero Pascual, tipificado en el cordero que el pueblo hebreo sacrificó (cada uno en sus hogares) la noche en que el juicio divino cayó sobre los primogénitos del pueblo egipcio; y el otro día ya estaban libres los hebreos, rumbo a la tierra prometida[3].

Acá podemos ver que aquel cordero que ellos sacrificaron (y que cada año sacrificaban en la víspera de la Pascua, y se comían durante la noche, en la noche de la Pascua) era tipo y figura de nuestro Señor Jesucristo.

Él es nuestra Pascua, dice San Pablo[4]; y también Él es el Macho Cabrío, que el día diez del mes séptimo de cada año se sacrificaba en expiación, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios. Y Jesucristo es el Macho Cabrío de la Expiación para nuestra reconciliación con Dios, tanto para nosotros como para el pueblo hebreo; y el pueblo hebreo lo va a recibir en este tiempo final.

Y así como lloraban cada año, el día diez del mes séptimo, cuando se ofrecía la expiación del macho cabrío…; porque toda persona tenía que afligirse, y el que no se afligiera por sus pecados sería cortado del pueblo; no sería reconciliado con Dios, sino que sería quitado del pueblo. ¿Dónde está eso escrito? Está aquí: en el libro de Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante, dice:

“También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo”.

Ahora podemos ver que en ese día se tenían que afligir delante de Dios por sus pecados, y confesar sus pecados sobre la base de la expiación del macho cabrío, que es tipo y figura de la Expiación de Jesucristo, sobre la cual nosotros nos afligimos y confesamos nuestros pecados a Dios para ser reconciliados con Dios; y esto sucede en la vida de cada hijo e hija de Dios.

Y luego, si en alguna ocasión falla delante Dios en algo y peca delante de Dios: confiesa a Dios sus pecados, afligiéndose en su alma por haber pecado delante de Dios, y se aflige delante de Dios, confesando sus pecados sobre la base de la Expiación de Jesucristo; y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado[5]; y es reconciliado con Dios.

Y así es como ha venido cada hijo e hija de Dios al Cuerpo Místico de Cristo: creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador, afligiéndonos por nuestros pecados y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo; porque nuestra confesión es sobre la base del Sacrificio de Cristo, y así somos reconciliados con Dios, y recibimos el Espíritu de Cristo.

Y si en alguna ocasión, después, en el trayecto de nuestra vida, pecamos en algún momento, confesamos nuestros pecados sobre la base del Sacrificio de Cristo, los confesamos a Dios y son lavados nuestros pecados, y así tenemos paz para con Dios.

Ahora, el pueblo hebreo no ha confesado sus pecados a Dios sobre la base del Sacrificio de la Expiación, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; como también Cristo es el Cordero Pascual que el pueblo hebreo cada año sacrificaba a la víspera de la Pascua y comía durante la noche de la Pascua en memoria de aquella ocasión en que el pueblo hebreo lo sacrificó la víspera la Pascua; y durante la noche comía ese cordero, mientras el juicio divino caía sobre el pueblo egipcio, y los primogénitos de Egipto morían durante esa noche.

Pero los primogénitos del pueblo hebreo no morían, porque tenían el cordero pascual dentro de sus casas, comiéndoselo, y la sangre de ese cordero estaba aplicada en los postes y en el dintel de sus puertas.

Ahora podemos ver el tipo y figura de Jesucristo, el Cordero de Dios, y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y Su Sangre aplicada en el dintel de nuestras almas y en los postes de nuestras almas para no morir espiritualmente, sino vivir para toda la eternidad.

La muerte ha estado suelta por muchos miles de años, matando espiritualmente a las personas; pero los que tienen la Sangre de Cristo aplicada en sus almas no pueden morir, esas personas tienen vida eterna:

[San Juan 5:24] “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida (o sea, a vida eterna)”.

La muerte espiritual no puede matar a esa persona allá en su alma; esa persona vivirá por toda la eternidad; y en el Día Postrero será transformado, y también en su cuerpo físico tendrá vida eterna. Será restaurado a la vida eterna totalmente, a todo lo que perdió Adán y Eva allá en la caída.

Ahora, hablando del pueblo hebreo, el pueblo hebreo por cuanto no tiene el sacrificio por el pecado, ni el sacrificio de la expiación, ni el de la Pascua allá en el templo; encontramos que el sacrificio del macho cabrío de la expiación, por cuanto tenía que ser efectuado ese sacrificio allá en el templo, y la sangre ser llevada al lugar santísimo, y ser colocada sobre el propiciatorio; por cuanto el pueblo hebreo no tiene el templo, porque fue destruido por Tito, el general romano, encontramos que ha estado sin el sacrificio de la expiación; no ha estado bajo la sangre de ese sacrificio para estar reconciliado con Dios.

Y el Sacrificio de la Expiación que Dios ha enviado a la Tierra, que es Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario como nuestra Expiación por el pecado, para nuestra reconciliación con Dios, el pueblo hebreo lo rechazó, y por esa causa el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo por estos dos mil años aproximadamente que han transcurrido.

Y Hitler, Mussolini, Stalin y otros dictadores por poco exterminan al pueblo hebreo. ¿Por qué? Porque han estado bajo la ira de Dios, bajo el juicio divino, por cuanto no han tenido el Sacrificio de la Expiación por el pecado y no recibieron el Sacrificio que Dios ha enviado, que es Jesucristo.

Ahora podemos ver la causa por la cual el pueblo hebreo ha estado sufriendo tanto por estos dos mil años que han transcurrido aproximadamente: por causa de que sus pecados han estado siendo vistos por Dios. Y el pecado de haber rechazado a Cristo y haber pedido Su muerte, y haber dicho: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”[6], pues se ha estado cumpliendo: la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada del pueblo hebreo, tanto de aquellos que pidieron Su muerte como de los hijos de los hijos, y de los hijos y nietos y bisnietos y tataranietos, hasta este tiempo final.

Pero en este tiempo final el pueblo hebreo tendrá el Sacrificio de la Expiación.

En Apocalipsis, capítulo 1, verso 7, dice:

“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él”.

El pueblo hebreo hará lamentación por Él, y se cumplirá la expiación del mes séptimo que se efectuaba el día diez; y lamentarán por sus pecados como lo hacían el día de la expiación. Esto se actualizará en este tiempo final.

No van a necesitar buscar un macho cabrío para sacrificarlo a Dios y arrepentirse de sus pecados y lamentar por sus pecados, porque ya ese Sacrificio fue hecho por nuestro Señor Jesucristo; y lo que ellos necesitan es reconocer ese Sacrificio y lamentar, llorar arrepentidos por el pecado de haberlo rechazado y haber pedido Su muerte, y por todos los demás pecados que han cometido; y confesar a Dios así sus pecados sobre la base del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Ahora podemos ver cómo en el libro del Apocalipsis nos muestra todo esto.

Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 7, viene el Ángel con el Sello del Dios vivo, llamando y juntando 144.000 hebreos. Dice [verso 2]:

“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo…”.

Tenía el Sello del Dios vivo, y el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo. Ese Ángel viene con el Espíritu Santo manifestado en él, porque es uno que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha confesado sus pecados en la Sangre de Cristo, o sobre la base de la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido el Espíritu Santo: el Sello del Dios vivo; por lo tanto, el Espíritu Santo viene manifestado en él, él viene con el Espíritu Santo ministrando en él la Palabra de Dios.

Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado en ese Ángel Mensajero, y será el instrumento de nuestro amado Señor Jesucristo para llamar y juntar 144.000 hebreos.

Sigue diciendo:

“… y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel (y comienza a enumerar 12.000 de cada tribu)”.

Esto es para el tiempo final, luego que hayan sido llamados y juntados todos los escogidos de Dios de entre los gentiles que componen el Cuerpo Místico de Cristo.

Luego de eso, vean ustedes, eso que fue mostrado en el libro del Apocalipsis es lo que también dice el profeta Zacarías, en el capítulo 12, verso 10 en adelante. Dice:

“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron…”.

¿Ven?, que ya el profeta Zacarías está diciendo que el Mesías en Su Primera Venida sería crucificado, sería traspasado; y luego, para Su Segunda Venida, van a mirar hacia Cristo y lo van a recibir en Su Segunda Venida.

“… y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.

O sea que aquí se cumplirá la Fiesta de la Expiación, y llorarán afligiéndose por sus pecados.

“En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.

Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí;

los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;

todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí”.

Y el capítulo 13, verso 1, dice (de Zacarías):

“En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia”.

Ahora podemos ver lo que sucederá muy pronto en medio del pueblo hebreo; y para eso enviará el Hijo del Hombre a Sus Ángeles al pueblo hebreo también.

Antes de estar en medio del pueblo hebreo estarán los ministerios de esos Ángeles en medio de la Iglesia de Jesucristo, para llamar y juntar a los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo; y después ese mismo ministerio será enviado al pueblo hebreo.

En el libro de Citas, página 138, párrafo 1236, el reverendo William Branham dice:

1236 – “‘Y entonces Él enviará Sus Ángeles… y juntará Sus elegidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la Tierra hasta el cabo del Cielo’”.

Eso es lo que leímos en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31. Y también en San Marcos nos habla de lo mismo, en el capítulo 13; ahí nos habla, en el verso 26 y 27, de lo mismo.

Él envía Sus Ángeles para juntar a Sus elegidos, a Sus escogidos.

Sus escogidos de entre los gentiles son las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, los cuales en el Día Postrero son llamados y juntados y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, por el ministerio de los Ángeles del Señor Jesucristo, que son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos repitiéndose en el Día Postrero.

Dice:

1236 – “Eso está hablando de la resurrección y el arrebatamiento, subiendo. Él enviará a Sus Ángeles para juntar. ¿Ustedes alguna vez pensaron qué son los ángeles? ¿Eh? Mensajeros. Él los juntará, los congregará juntos (¿ven?), trayéndolos, juntándolos de todas las partes extremas de la Tierra a las partes extremas del Cielo, la Palabra que fue y ha sido hecha manifiesta en la Tierra. ¿Ven? ¿Lo captan? La Palabra ha sido hablada; aquí se manifiesta”.

Ahora, vean ustedes, lo que ha sido prometido para este tiempo final, en este tiempo final se cumple; y con el cumplimiento de esas promesas para este tiempo final en medio de la Iglesia de Jesucristo, el ministerio de los Ángeles del Señor —que son los ministerios de Moisés por segunda vez repitiéndose y de Elías por quinta vez repitiéndose—, con esos ministerios operados por Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero a través de Su Ángel Mensajero son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.

El Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Con ese Mensaje siendo predicado son llamados los escogidos de Dios en el Día Postrero, bajo el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre.

Estos ministerios son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero en el Ángel del Señor Jesucristo.

Y así es que los hijos e hijas de Dios en este Día Postrero serían llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y luego los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Eso ocurrirá cuando esté recogido hasta el último de los escogidos en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y esto sucede por medio del ministerio de Jesucristo en Su Ángel Mensajero, operando los ministerios de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta ocasión.

Hemos visto estos ministerios prometidos para este Día Postrero, para ministrarle a la Iglesia de Jesucristo y traer al Cuerpo Místico de Cristo todos los escogidos de Dios que viven en el Día Postrero, los cuales tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

En este tiempo la Edad de la Piedra Angular es la edad vigente delante de Dios; así como Cristo tuvo siete edades en medio de los gentiles para Su Iglesia, la cual pasó por esas siete etapas entre los gentiles: la primera se cumplió en Asia Menor; la segunda en Europa, allá en Francia; la tercera en Francia y en Hungría; la cuarta en Escocia y también en otro territorio; luego la quinta en Alemania; la sexta en Inglaterra; la séptima en Norteamérica; y ahora la Edad de la Piedra Angular, que vendría a ser la octava edad…

Cuando se habla del ocho se habla de infinito [∞] y de eternidad. La Edad de la Piedra Angular es la edad eterna de la Iglesia de Jesucristo, para traer a todos los escogidos de Dios a eternidad, a un cuerpo eterno que Él ha prometido para todos nosotros, para ser restaurados todos a la eternidad, con vida eterna en el cuerpo físico y cuerpo teofánico también.

Ahora, vean cómo estos ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre primero estarían en medio de la Iglesia gentil llevando a cabo el recogimiento de todos los escogidos de Dios.

Así como Dios recogió en cada edad —por medio del ministerio de cada ángel mensajero— los escogidos de cada edad, en el Día Postrero, en este tiempo final, recoge a Sus escogidos por medio del ministerio del Ángel de Jesucristo, en el cual estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, operando los ministerios de Moisés y de Elías y de Jesús también; y así estarán los Ángeles de la Cosecha, que son Moisés y Elías, esos ministerios manifestados en el Ángel de Jesucristo, en medio de la Iglesia de Jesucristo, recogiendo a todos los escogidos; recogiendo el trigo del Señor, que representa los hijos del Reino.

Este tiempo final en el cual vivimos es el más importante para la Iglesia de Jesucristo, porque es el tiempo en que los muertos en Cristo van a resucitar y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados.

Y por eso Cristo habló tanto de este tiempo final en Sus diferentes parábolas y en Sus diferentes profecías; profecías que están dadas en diferentes formas.

Y siempre que habló del tiempo final, o de la Venida de Sus Ángeles, o de la Venida del Hijo del Hombre, para el tiempo final, está hablando de este tiempo en el cual nosotros vivimos.

Somos personas privilegiadas en vivir en este tiempo final y estar viendo todo lo que Dios está haciendo en este Día Postrero, y estar viviendo en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, bajo el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, donde opera los ministerios de Sus Ángeles, que son los ministerios de Moisés y de Elías; los ministerios de los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, y Apocalipsis, capítulo 11.

Primeramente, están esos ministerios en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Así como Salomón colocó dos querubines gigantes de madera de olivo cubiertos con oro en el lugar santísimo, los ministerios de los Dos Olivos cubiertos con la manifestación de Dios, de la Divinidad, que está representada en el oro, en el Lugar Santísimo del Cuerpo Místico de Cristo, vean ustedes, estaría manifestado ese ministerio de los Dos Olivos en este tiempo final. ¿Dónde? En el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, donde son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.

Ahora podemos ver que en este Día Postrero vamos a ser transformados, y así estaremos reconciliados totalmente delante de Dios.

Porque físicamente, o sea, nuestro cuerpo físico necesita una transformación, en donde seamos jóvenes.

Todos los ancianos en el cuerpo nuevo serán personas jóvenes que estarán representando de 18 a 21 años. Las personas adultas, aunque no sean ancianos ni tampoco jóvenes, en el nuevo cuerpo serán jovencitos, representando también de 18 a 21 años; y los jóvenes estarán en el nuevo cuerpo también, que será joven para toda la eternidad.

Y los niños también estarán en el nuevo cuerpo, que será joven, representando siempre de 18 a 21 años de edad. Esto es para los niños del Reino de Dios, o sea, los niños que también están en el Mensaje, que han sido llamados y juntados, y que han sido colocados en el Cuerpo Místico de Cristo; y también para los jóvenes, adultos y ancianos que han sido llamados y juntados en este Día Postrero.

Todavía faltan algunos de ser llamados y juntados, pero serán llamados y juntados bajo el ministerio de los Ángeles de la Cosecha; los Ángeles de la Cosecha, que son los ministerios de Moisés y Elías manifestados por el Espíritu Santo, por Jesucristo en Espíritu Santo, en Su Ángel Mensajero.

Hemos visto “EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA”, que son los Ángeles del Hijo del Hombre para este tiempo final.

Primero estarán estos ministerios en medio de la Iglesia de Jesucristo, y después estarán en medio del pueblo hebreo.

Ahora podemos ver “EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA”.

Estamos viviendo en el tiempo del llamado de Jesucristo para todos los escogidos de Dios, estamos viviendo en el tiempo del recogimiento de todos los escogidos, del recogimiento del trigo.

Estamos viviendo en el tiempo de la Cosecha, ¿para qué? Para recibir cada persona la bendición de Cristo, recibir el Mensaje del Evangelio del Reino, bajo el ministerio de los Ángeles de la Cosecha, y ser cosechados y ser colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para pronto ser transformados y raptados e ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, conforme a la promesa del Señor Jesucristo.

Hemos llegado al tiempo de los Ángeles de la Cosecha; y por eso es que bajo el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero son operados los ministerios de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta vez, y de Jesús por segunda vez, para así ser llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino todos los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Ahora, ¿dónde es o cuál es el territorio para esta manifestación y para este llamado y para este recogimiento de los escogidos de Dios? Así como en cada edad hubo un territorio para el recogimiento de los escogidos de Dios de cada edad, y hubo un ministerio: el ministerio del Espíritu Santo a través de cada ángel mensajero, hubo un territorio donde se cumplió cada edad y el llamado de cada edad; y para este tiempo final hay un territorio también: ese territorio es la América Latina y el Caribe.

¿Y dónde están los que serían llamados y juntados en este Día Postrero por los Ángeles de la Cosecha? Aquí estamos. Hemos dicho: “¡Presente!”, hemos recibido Su Mensaje, y hemos sido colocados en la Edad de la Piedra Angular, en el lugar donde recibiremos nuestra transformación y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos; y nos iremos luego a la Cena de las Bodas del Cordero.

Hemos llegado al tiempo del misterio de los Ángeles de la Cosecha, misterio que en este Día Postrero se cumpliría, se abriría en cuanto a Su cumplimiento, y se abriría a todos los hijos de Dios para que fuera entendido EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA”.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos, y pasen todos muy buenas noches.

Dejo nuevamente al reverendo Gian del Corto, para continuar y leerles las preguntas que tenían aquí, y ver si fueron contestadas; y si no han sido contestadas, volveré a estar con ustedes aquí para contestarles las que no hayan sido contestadas. Son solamente tres, pero miren todo lo que hay en esas tres preguntas.

Vamos a dejar a Gian del Corto para continuar y leer las preguntas, y ver si fueron contestadas. ¿Las tiene ahí, Gian? Vamos a ver:

  • ¿Vimos en la Escritura esa promesa?, ya esa fue contestada entonces.
  • [Gian: ¿Cuándo esa Cosecha será efectuada?] Vimos que sería en el fin de siglo, fin del tiempo, fin del mundo. ¿Y estamos viviendo en el fin del tiempo? Claro que sí. ¿Y está llevándose a cabo el recogimiento de los escogidos? Claro que sí; pues ha sido contestada esa pregunta también.

¿Quién será…? (En español, en español). ¡Ajá!

  • ¿Quiénes serán recogidos en esa Cosecha? Pues hemos visto que son los escogidos de Dios de entre los gentiles, primeramente, que son los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo de este Día Postrero; y luego, los otros escogidos que hay son 144.000 hebreos del pueblo hebreo. Esos son los escogidos que serían llamados y juntados en el Día Postrero.

Ahora, la cizaña, los hijos del malo, dice que serán atados en manojos y echados al fuego; a la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes, donde se va a desatar el fuego atómico y va a quemar la cizaña.

Pero luego, vean ustedes, regresaremos a la Tierra con el cuerpo eterno; porque mientras esté pasando la Tierra por la gran tribulación, vamos a estar en la Cena de las Bodas del Cordero.

Y después que termine la gran tribulación, todos los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, regresarán a la Tierra, y también los santos del Antiguo Testamento que fueron raptados en la Primera Venida de Cristo cuando Cristo murió, resucitó y ascendió al Cielo; con Él resucitaron los santos del Antiguo Testamento y aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén. San Mateo 27, [versos] 50 al 53, nos da testimonio de esto.

Y luego, cuando Cristo subió al Cielo: subieron con Él, fueron raptados, fueron arrebatados con Cristo; pero ellos vendrán para el glorioso Reino Milenial.

Y nosotros, con Cristo, regresaremos de la Cena de las Bodas del Cordero para el glorioso Reino Milenial de Cristo, al final de la gran tribulación.

Ahora podemos ver la bendición tan grande que Jesucristo tiene para cada uno de ustedes y para mí también.

Adelante sirviendo a Jesucristo todos los días de vuestra vida, porque vuestro galardón es grande en el Cielo y es grande en el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.

Somos reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad, cuando tengamos el nuevo cuerpo.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Cristo.

No se desanimen por nada. ¡Adelante!, porque vamos a recibir el nuevo cuerpo, y de ahí en adelante ya no tendremos problemas; todos los problemas se quedarán con el viejo cuerpo que va a ser cambiado.

Así que adelante sirviendo a Jesucristo en nuestra edad y en nuestra dispensación.

Y nos veremos con un cuerpo nuevo muy pronto. ¿Cuándo será? Espere que lo tenga, y me dirá: “Ha sido en este año”; o sea, en el año que lo reciba, ahí usted me dirá: “Lo he recibido en este año”. Yo no sé en qué año será en que recibiremos ese nuevo cuerpo, pero lo vamos a recibir en algún año del séptimo milenio.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde a todos.

Con nosotros continuará el reverendo Gian del Corto.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL MISTERIO DE LOS ÁNGELES DE LA COSECHA”.

[Revisión febrero 2023 -RM-JR]

[1] Éxodo 32:9-14

[2] San Lucas 23:33-34

[3] Éxodo 12:1-51

[4] 1 Corintios 5:7

[5] 1 Juan 1:7

[6] San Mateo 27:25

Scroll al inicio