Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, ministros de diferentes iglesias, y también todos los aquí presentes, y radioyentes.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y en esta noche nos hable Cristo directamente a nuestra alma, y nos permita comprender este misterio que estaremos viendo en esta noche: “EL MISTERIO DEL CORDERO CON LOS SIETE CUERNOS Y LOS SIETE OJOS”.
Para eso leemos en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 al 7, donde nos dice así el libro del Apocalipsis:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL MISTERIO DEL CORDERO CON SIETE CUERNOS Y SIETE OJOS”.
Aquí, en este pasaje que hemos leído, encontramos que está sobre el Trono, allá en el Cielo, Uno sentado, el cual es Dios; y tiene en Su diestra un Librito sellado con siete sellos, un Libro que está escrito por dentro y por fuera, pero sellado con siete sellos. Y es tan importante ese Libro que ni en el Cielo, ni en la Tierra, ni debajo de la tierra, hubo un ser humano que pudiera tomar ese Libro y abrir esos Sellos.
Ese es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, es el Libro de la Redención; es el Libro más importante, el cual está en la diestra de Dios.
Cuando Adán perdió los derechos a la vida eterna, ese Título de Propiedad pasó a Su dueño original, que es Dios, y allí se ha mantenido.
Y para el Día Postrero, o sea, el séptimo milenio, ese Libro tiene que ser tomado de la diestra del que está sentado en el Trono, porque hay un tiempo determinado por Dios, conforme a como está establecido aquí en el capítulo 5 del libro del Apocalipsis.
Se pidió que se presentara una persona digna de tomar ese Libro; y no fue hallado ni en el Cielo, ni debajo de la tierra, ni en la Tierra tampoco, uno digno de tomar ese Libro y abrir los Sellos, ni siquiera de mirar ese Libro.
Y ahora, la pregunta es: ¿Y dónde estaba Jesucristo?
Vean ustedes, Juan lloraba mucho, porque si no aparecía una persona digna de tomar ese Libro y abrir esos Sellos, todo estaba perdido; y la raza humana tenía que desaparecer, y toda la Creación dejaría de existir. Conforme a las leyes divinas se requería el reclamo; y si nadie podía hacer ese reclamo, todo se perdía.
Sucede así cuando en una corte hay una propiedad que está en pleito, y hay un sinnúmero de personas que son los herederos de esa propiedad; pero por cuanto la propiedad está en pleito, encontramos que se requiere que se presenten en la corte las personas que dicen ser los herederos, o la persona que dice ser el heredero de esa propiedad; y tiene que presentarse en corte, porque hay otro que también dice que él es el dueño de esa propiedad. Y ahora, si no se presenta en corte, pierde todos los derechos a esa propiedad, aun la persona siendo el genuino dueño de esa propiedad.
Y ahora, vean ustedes, para todo hay tiempo en la vida, y también en las cortes, y también en el Programa Divino.
Y ahora, aquí en el Cielo se requiere, en la Corte Divina, se requiere que se presente el que es el dueño de toda la Creación, se requiere que se presente el que es digno de tomar ese Libro y abrir esos Sellos y hacer el reclamo de toda la Creación.
Juan lloraba mucho porque no aparecía ninguno digno; y si no aparecía ninguno digno todo estaba perdido, toda la herencia de Dios dada a Sus hijos estaba perdida, toda la Creación estaba perdida, todo volvería a ser como era antes de la Creación. Y eso sí que es una tristeza grande para Juan, y para cualquier persona que piense algo así, pero esa era la condición ante el Juez de los Cielos y de la Tierra.
¿Y dónde estaba Jesucristo? Jesucristo estaba haciendo intercesión en el Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio, en el Templo de Dios en el Cielo; porque Él siendo Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec es el Sacerdote del Templo que está en el Cielo; y Él entró al Templo que está en el Cielo con el Sacrificio y con la Sangre del Sacrificio que Él realizó aquí en la Tierra como Cordero de Dios. Y allí Él ha estado haciendo intercesión por todos estos cientos de años que han transcurrido.
Juan el Bautista cuando presentó a Cristo delante del pueblo, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. San Juan, capítulo 1, verso 29.
Y en otra ocasión lo presentó también, o sea, al día siguiente lo presentó también, diciendo: “He aquí el Cordero de Dios”; eso también está ahí en ese mismo capítulo 1 de San Juan, en el capítulo 1, verso 36. En esa ocasión fue que cuando escucharon Juan y Andrés, a Juan el Bautista hablar estas cosas, se fueron tras Jesús; aunque eran creyentes en el precursor de la Primera Venida de Cristo (Juan el Bautista) se fueron tras el precursado, que era Jesús.
Y quizás algunas personas pensaron: “Ahora Jesús se va a llevar los discípulos de Juan”. Pero ¿estaría correcto que los discípulos de Juan el Bautista siguieran a Jesús? Claro que sí, porque Juan el Bautista estuvo anunciando que después de él vendría Uno, del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado.
Y cuando lo vio, lo presentó como Aquel del cual él había hablado tantas veces que vendría después de él; y dijo de Ese… él dijo: “Yo les bautizo en agua; pero el que viene tras mí, o después de mí, Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”1.
Ahora, ¿quiénes eran los que recibirían el bautismo del Espíritu Santo y Fuego?, ¿los seguidores de quién? ¿Del precursor o del precursado? Pues del precursado: de Jesús de Nazaret.
Si podemos mirar lo que sucedió el Día de Pentecostés…, de lo cual Cristo les había hablado a Sus discípulos, diciéndoles que asentasen en Jerusalén hasta que fueran llenos de poder de lo alto2, del Espíritu Santo. Como les había también enseñado en San Juan, capítulo 14, verso 26; y San Juan, capítulo 15, verso 26; y San Juan, capítulo 16, versos 12 al 15, hablándoles acerca del bautismo del Espíritu Santo. Y les dijo de la siguiente manera… Vamos a leer aquí: San Juan, capítulo 14, verso 26, dice:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Está hablándoles de la Venida del Espíritu Santo, lo cual se cumplió el Día de Pentecostés.
Vean, también en San Juan, capítulo 15, verso 26, nuevamente dice Jesús:
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio”.
Y en San Juan, capítulo 16, verso 12 al 15, dice:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
Ahora, vean cómo Cristo habló de la Venida del Espíritu Santo ¿para quiénes? Para los que creerían en Él.
Los que creyeron en Juan el Bautista, vean ustedes lo que sucedió con ellos: aunque ellos creyeron en el profeta mensajero precursor de la Primera Venida de Cristo, con eso no bastaba; porque el propósito de Dios enviar un precursor es para que le prepare el camino al que vendrá después de él, y para que las personas crean en el que ha de venir después del precursor. Por eso el precursor siempre habla del que vendrá después de él, y le enseña al pueblo que lo sigan cuando aparezca.
Y ahora, las bendiciones grandes que hay es para aquellos que reciban al precursado. Aquí las bendiciones grandes eran para los seguidores de Jesús. Aunque seguir a Juan el Bautista estaba bien, pero no era suficiente; porque seguir al precursor era hasta que apareciera el precursado. Y cuando apareciera el precursado, todos los que estaban con el precursor tenían que irse con el precursado.
Pero vean, no sucedió así; no todos los que seguían a Juan el Bautista, no todos siguieron a Jesús. Y por consiguiente, encontramos que el Día de Pentecostés no estaban allí (en el Día de Pentecostés), en el aposento alto, todos los discípulos del Juan el Bautista, sino algunos de los discípulos de Juan el Bautista que habían seguido a Jesús de Nazaret; pero el resto de los discípulos de Juan el Bautista se quedó sin ser llenos del Espíritu Santo, sin ser bautizados con bautismo de Fuego, de Espíritu Santo y Fuego, como Juan había dicho: “El que viene tras mí, es más poderoso que yo; el cual les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”.
Pero para poder recibir ese bautismo del Espíritu Santo y Fuego que traería el precursado había que seguir al precursado, había que reconocerlo. Juan les presentó al precursado, y solamente encontramos que dos de sus discípulos se fueron con Jesús; cuando todos debieron irse con Jesús.
En una ocasión le dicen a Juan el Bautista: “Mira, Aquel del cual tú diste testimonio, ahora le siguen más personas que a ti”3.
Ahora, las personas que seguían a Jesús, algunas habían sido discípulos de Juan el Bautista, pero no todos; una parte; otra parte había entrado directo a Jesús, al ver a Jesús en Su ministerio, y ahora habían llegado a Jesús sin haber pasado por Juan el Bautista (algunas personas); otras sí habían seguido el Mensaje de Juan primero y después el de Jesús.
Y la bendición grande para los que siguen el Mensaje del precursor es después seguir al mensajero y Mensaje del precursado. Seguir el Mensaje del precursado luego, es la bendición grande que reciben los que recibieron al precursor; y tiene que venir el precursado conforme a como dijo que vendría… conforme a como dijo el precursor que vendría Ese del cual dijo que vendría después de él.
Pero vean ustedes, dice el libro de los Hechos, capítulo 19, verso 1 en adelante, dice:
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos,
les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”.
Vean, estas personas eran unos discípulos de Juan el Bautista, y ni sabían que había Espíritu Santo; ni sabían que ya el Espíritu Santo había descendido el Día de Pentecostés, y Dios estaba llenando del Espíritu Santo a todos los creyentes en Jesucristo que lavaban sus pecados en la Sangre del Cordero, en la Sangre de Jesucristo. ¿Y qué sucedió? Dice:
“Entonces dijo (Pablo): ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan”.
¿Ven? Eran discípulos de Juan el Bautista, del precursor.
“Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo”.
La enseñanza de un precursor es que crean en el que vendrá después de él, porque ahí vienen las bendiciones de Dios para el pueblo que está viviendo en ese tiempo.
Ahora, para el tiempo final tenemos también la promesa de la Venida de Cristo. Y para la Venida de Cristo, antes aparece el precursor de la Segunda Venida de Cristo; y él enseña que crean en el que ha de venir después de él, y muestra cómo ha de venir ese precursado, el cual traerá las bendiciones de Dios, para que así los muertos en Cristo puedan resucitar en cuerpos incorruptibles, y nosotros los que vivimos podamos ser transformados, y tener el cuerpo eterno nosotros también; porque todos tendremos un cuerpo eterno y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y nos dijo San Pablo que esto será para el tiempo final. El mismo Jesús también dijo que eso será para el día ¿qué? Para el Día Postrero. Veamos lo que Jesús dijo en San Juan, capítulo 6, verso 40, Él nos dice de la siguiente manera:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo dice que será llevada a cabo la resurrección de los muertos creyentes en Él? Para el Día Postrero. ¿Y cuál es el Día Postrero? Nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4; que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día; o sea que un día delante de Dios, para los seres humanos son mil años.
Por eso es que cuando San Pablo habló acerca de la Primera Venida de Cristo y cómo Dios habló por medio de Cristo, en su carta a los Hebreos dijo, en el capítulo 1, verso 1 al 2:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
Ahora, vean ustedes, Dios, dice San Pablo que habló por medio de los profetas en el Antiguo Testamento, y luego habló por medio de Su Hijo, de Jesucristo. Y dice que fue (¿cuándo?) “en estos postreros días”; o sea que San Pablo está señalando que ya para los días en que Cristo estaba en la Tierra, y estaba allí en medio del pueblo predicando, se estaban viviendo ya los postreros días; y han transcurrido unos dos mil años aproximadamente.
Ahora, ya mismo, dentro de un momentito vamos a comprender esto, y vamos a ver que verdaderamente estaban viviendo en los postreros días cuando Jesucristo estuvo aquí en la Tierra.
Aquí también San Pedro, en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 en adelante, el Día de Pentecostés, cuando fueron llenos del Espíritu de Dios, dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea que era de 8:00 a 9:00 de la mañana).
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
¿Para cuándo Dios dijo por medio del profeta Joel que Dios derramaría de Su Espíritu sobre toda carne? Para los postreros días; y ya el Día de Pentecostés, en el tiempo de los apóstoles de Jesucristo, Dios estaba derramando de Su Espíritu sobre toda carne; sobre 120 personas allí reunidas derramó de Su Espíritu. Y de ahí en adelante ha estado derramando de Su Espíritu sobre toda carne, sobre toda persona que ha creído en Cristo como Su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, luego ha recibido el Espíritu de Cristo, y así se ha efectuado el nuevo nacimiento en la persona.
Porque el nuevo nacimiento en la persona se efectúa cuando la persona cree en Cristo como Su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe el Espíritu de Cristo; por eso es tan importante el Espíritu de Cristo entrando a nuestras almas en el tiempo que a nosotros nos toca vivir, como fue importante para los que vivieron en edades y dispensaciones pasadas.
Y ahora, vean ustedes, la Venida del Espíritu de Cristo para los creyentes en Él es una promesa que está desde el Antiguo Testamento, o sea, desde el Antiguo Testamento encontramos esa promesa. O sea que no es algo que apareció sin Dios haberlo prometido para ser manifestado en medio del pueblo hebreo.
Dios había dicho también… Vean ustedes, en Proverbios, capítulo 1, verso 23, dice:
“Volveos a mi reprensión;
He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,
Y os haré saber mis palabras”.
Vean, allá en Proverbios encontramos que nos habla también de la Venida del Espíritu Santo. Y si ustedes leen a través del Antiguo Testamento, encontrarán la promesa de la Venida del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo.
Ahora, ¿qué sucede cuando la persona recibe el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios? Pues lo que recibe es el nuevo nacimiento; del cual le habló Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que es necesario nacer de nuevo…”. Vamos a ver San Juan, capítulo 3 y versos 3 en adelante; dice:
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
O sea, no lo puede entender, no puede comprenderlo; y lo que piensa es que creer en Cristo y recibir Su Espíritu eso es una religión más, un camino religioso o una secta religiosa; no puede comprender, no puede entender, el Reino de Dios.
“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
No puede entrar al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque se entra solamente por medio del nuevo nacimiento: al creer en Cristo, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; ahí es donde la persona obtiene su cuerpo teofánico, su espíritu teofánico de la sexta dimensión.
Y si la persona muere (en cuanto a su cuerpo físico), esa persona va al Paraíso a vivir en ese cuerpo teofánico, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo terrenal pero de otra dimensión; es llevado allí por los ángeles de Dios.
Y ahora, allí es donde están los creyentes en Cristo de las edades pasadas, que recibieron el nuevo nacimiento y murieron en cuanto a su cuerpo físico. Ellos regresarán en cuerpos eternos en el Día Postrero, resucitarán en un cuerpo eterno, y serán a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; y nosotros los que vivimos, creyentes en Cristo, lavados en la Sangre de Cristo, y habiendo recibido el Espíritu de Cristo, habiendo obtenido así el nuevo nacimiento: seremos transformados.
Ahora, vean que lo que Cristo ha estado haciendo es, ¿qué?, una nueva raza; porque la raza antigua, que comenzó con Adán, cayó de la vida eterna, y ahora Jesucristo es el principio de esa Nueva Creación.
Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, nos dice que Cristo es el principio de la Creación de Dios, de esta Nueva Creación que Él ha comenzado con Jesús; y la continuación de esa Creación son los que han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo. Así ha sido de edad en edad, en donde Cristo ha estado llamando y juntando a Sus hijos, y ha estado construyendo, creando, esta nueva raza.
Él compara o representa esta nueva raza en ovejas también. En San Juan, capítulo 10, nos dice de la siguiente manera, verso 14 al 16:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, que no son hebreos); aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
Vean cómo de entre los gentiles Dios tendría ovejas que Él llamaría y escucharían Su Voz, porque Él dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”4 y “el que es de Dios, la Voz de Dios oye”5.
Ahora, ¿cómo Él estaría llamando y juntando a Sus ovejas? Encontramos que en medio del pueblo hebreo llamó y juntó las ovejas que tenía allí; y encontramos que de edad en edad entre los gentiles ha estado llamando y juntando a Sus ovejas, y las ha estado colocando en Su Redil, que es Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes.
En este diagrama que usó el reverendo William Marrion Branham en el mensaje “La estatura de un hombre perfecto”6, y en Las Siete (etapas o) Edades de la Iglesia gentil, tenemos en este diagrama representada la Iglesia de Jesucristo en forma de un monte o de una pirámide.
Y aquí encontramos el tiempo de los apóstoles de Jesucristo; y luego encontramos la primera etapa o edad de la Iglesia gentil, donde San Pablo fue su ángel mensajero. Esa primera etapa se cumplió en Asia Menor. San Pablo quería ir a Bitinia y Cristo se lo prohibió7, y lo envió a Macedonia, mostrándole un varón macedónico o macedonio que le dijo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”8.
Luego encontramos que durante estas siete etapas entre los gentiles, Cristo ha estado llamando y juntando a Sus ovejas por medio de los mensajeros que Él ha enviado.
Porque Cristo, cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo, ha estado en el Lugar de Intercesión en el Cielo, intercediendo por todas Sus ovejas, intercediendo por toda persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, el cual tiene que venir a este planeta Tierra manifestado en un cuerpo de carne y con un espíritu del mundo que recibe cuando nace a través de papá y mamá.
Y luego esa persona, por cuanto su alma es de Dios, es una simiente, una semilla de Dios, un alma de Dios: esa persona necesita nacer de nuevo. Esa persona hace contacto con el Programa Divino de salvación y vida eterna, hace contacto con Cristo, recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Jesucristo (porque “la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”9), y recibe el Espíritu de Cristo; y así se efectúa el nuevo nacimiento de esa persona. Y esa persona obtiene un espíritu del Cielo o un espíritu de la sexta dimensión, el cual le cuida, le guarda, le protege; es llamado también el Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen, y los defiende10.
Y ahora, Cristo ha estado llevando a cabo esa Obra y ha estado llamando Sus ovejas, y las ha estado colocando en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia.
Ahora, una persona no dice: “Yo quiero ser un hijo de Dios”, no; esa persona ya es un hijo o una hija de Dios. Lo que esa persona necesita es nacer de nuevo: creyendo en Cristo como nuestro Salvador y recibiendo Su Espíritu Santo. Y eso es lo que Cristo ha estado haciendo de edad en edad: intercediendo en el Cielo y manifestándose en Espíritu Santo por medio de Sus mensajeros; y por medio de ellos llamando y juntando a Sus ovejas de edad en edad.
La primera edad se cumplió en Asia Menor, la segunda se cumplió en Francia, la tercera se cumplió en Irlanda y en Francia, la cuarta se cumplió en Irlanda y Escocia; la quinta se cumplió en Alemania, en el tiempo de Lutero, porque Lutero fue su mensajero; y la sexta se cumplió en Inglaterra, y su mensajero fue Wesley; y la séptima se cumplió en Norteamérica, y su mensajero fue el reverendo William Branham.
¿Y luego qué? Encontramos que se cumplen o se completan las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, correspondientes (esas edades) al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo; porque Cristo lo que está construyendo es un Nuevo Templo, un Nuevo Templo para Dios, para Dios morar en toda Su plenitud.
Eso lo dice San Pablo también, en su carta a los Efesios, capítulo 2. Y leemos ese pasaje, que es muy importante, para que sepamos lo que Cristo está realizando desde que Él ascendió al Cielo. Capítulo 2, verso 19 en adelante, dice:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…”.
¿A qué familia pertenecemos cuando creemos en Cristo, lavamos nuestros pecados en la Sangre del Cordero y recibimos Su Espíritu Santo? Pertenecemos a la Familia del Cielo, a la Familia de Dios. Ese es el Programa que Él está llevando a cabo: está creando una nueva raza, una Familia con vida eterna. Dice:
“… edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado (¿ve? Está haciendo un edificio), va creciendo para ser un templo santo en el Señor (ese edificio es un Templo Santo en el Señor; ¿para qué?);
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
Es un Templo espiritual, un Templo formado por seres humanos, en el cual Dios morará en toda Su plenitud. Mientras está construyendo ese Templo, Él está manifestado en las primicias del Espíritu, produciendo el nuevo nacimiento en las personas que vienen a formar parte de este Templo espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
En Hebreos también nos dice San Pablo, capítulo 3, verso 5 al 6; dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros…”.
¿Cuál es la Casa de Dios sobre la cual Cristo está? Somos nosotros, o sea, es la Iglesia del Señor Jesucristo.
“… somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
¿Ven? Él está haciendo una Casa, una Familia, una nueva raza, con vida eterna. Y para obtener vida eterna, vean ustedes, se obtiene el nuevo nacimiento, se recibe el Espíritu de Cristo, y así se recibe un espíritu teofánico de la sexta dimensión; y luego, en el Día Postrero, como dijo Cristo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”11. La resurrección vendrá en el Día Postrero para los muertos en Cristo, y para nosotros los que vivimos vendrá la transformación de nuestros cuerpos.
Y ahora, ¿cuál es el Día Postrero? Hemos visto que los días postreros habían comenzado en los días de Jesús y de los apóstoles; porque un día delante del Señor es como mil años para nosotros12; y cuando se habla de los días postreros se habla de los milenios postreros, que son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, por lo tanto, comenzaron los días postreros en los días de Jesucristo, y por eso Dios estuvo hablando por medio de Jesucristo en los días postreros.
Ahora, podemos ver cuáles son los días postreros, y podemos ver que lo que dijo San Pedro y lo que dijo San Pablo de los días postreros, que habían comenzado en el tiempo de Jesús, estaban ellos correctos en lo que dijeron; porque los días postreros delante de Dios son el quinto, sexto y séptimo milenio.
Y de los días postreros delante de Dios ¿cuál es el Día Postrero? El Día Postrero, para los seres humanos es el séptimo milenio; ese es el Día Postrero para el cual Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”.
Y ahora, el calendario está atrasado, y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el Día Postrero.
Ahora, ¿en qué año del Día Postrero ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo? No lo sabemos, pero cuando ocurra, vea el calendario y entonces dirá: “Era para este año, este es el año en que Cristo resucitaría a los muertos en Cristo”.
Y luego de ser resucitados los muertos en Cristo, nosotros los que vivimos seremos transformados; esa es la promesa de Dios para los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero y han recibido Su Espíritu Santo.
San Pablo, hablándonos de este gran evento de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, nos dice en el capítulo 15, verso 49 al 55, de Primera de Corintios; dice:
“Y así como hemos traído la imagen del terrenal (o sea, de Adán), traeremos también la imagen del celestial”.
O sea, la imagen de Cristo; “el celestial” es Cristo. Y así seremos nosotros, seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. ¿Para qué tiempo? Para el Día Postrero.
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
O sea que estando nosotros viviendo en estos cuerpos de carne y sangre no podemos heredar el Reino de Dios, no podemos recibir nuestra herencia. Y “la corrupción no hereda la incorrupción”, o sea que este cuerpo mortal y corruptible no puede vivir por toda la eternidad, tiene que ser un nuevo cuerpo. Dice:
“He aquí, os digo un misterio (es un misterio de lo cual San Pablo va a hablar, dice): No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados…”.
O sea, todos vamos a tener un cuerpo nuevo, vamos a ser transformados y vamos a obtener un cuerpo nuevo. Ese cuerpo será en apariencia de 18 a 21 años de edad, un cuerpo inmortal; y seremos a imagen y semejanza de Jesucristo.
Ahora, sigue diciendo… Vamos a ver para cuándo será, dice:
“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.
Es muy importante ver bien este detalle: que será a la Final Trompeta. Siempre que se habla de una trompeta en la Biblia, se está hablando de un Mensaje, de la Voz de Dios dándole un Mensaje al pueblo; o sea que será a la Voz del Mensaje Final.
“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
Ahí se acabó la muerte para los hijos de Dios; porque ya no morirán más los hijos e hijas de Dios, porque estarán viviendo en el cuerpo eterno, en el nuevo cuerpo que Cristo nos dará (¿cuándo?) en el Día Postrero, a la Final Trompeta; o sea que la Final Trompeta, que es la Voz de Cristo, tiene que ser escuchada primero en la Tierra.
Cristo dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.
Vean, esa es la Trompeta del Evangelio del Reino sonando y llamando a los escogidos de Dios en el Día Postrero.
En Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice así, Juan el apóstol dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (o sea, en el séptimo milenio fue transportado en el espíritu), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (escuchó una voz de una persona, como de trompeta),
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿La voz de quién es entonces esta? ¿Quién es el Alfa y quién es la Omega? ¿Y quién es el primero y quién es el último? Nuestro amado Señor Jesucristo, nuestro Salvador. Es la Voz de Jesucristo en el Día Postrero hablándole a Su Iglesia por medio de Su instrumento que Él tiene en el Día Postrero, en el séptimo milenio.
Y ahora, veamos en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde aparece nuevamente la Voz de Cristo como una voz de trompeta; dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
¿Dónde vamos a subir para poder escuchar esas cosas que deben suceder pronto? Si estuviéramos viviendo en la primera edad, teníamos que subir a esta primera edad; si estuviéramos viviendo en el tiempo de la segunda edad, teníamos que subir a esta segunda edad; si estuviéramos viviendo en el tiempo de la tercera, teníamos que subir a la tercera; si estuviéramos viviendo en el tiempo de la cuarta edad, teníamos que subir a la cuarta edad; si estuviéramos viviendo en el tiempo de la quinta edad, teníamos que subir a la quinta edad; si estuviéramos viviendo en el tiempo de la sexta edad, teníamos que subir a la sexta edad.
Y si estuviéramos viviendo en el tiempo de la sexta edad, ¿por medio de quién escucharíamos la Voz de Cristo? Por medio de Wesley; porque por medio de Wesley, Cristo estaba hablando en la sexta edad de Su Iglesia gentil.
Recuerden que siempre es por medio de un hombre que la Voz de Dios ha hablado al pueblo y le ha revelado las cosas que el pueblo necesita saber.
Y si estuviéramos viviendo en el tiempo en que el reverendo William Marrion Branham estuviera vivo, y estuviéramos en el tiempo de la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil, ¿por medio de quién escucharíamos la Voz de Cristo?, ¿por medio de quién escucharíamos esa Voz como de trompeta? Por medio del reverendo William Branham.
Pero por medio de todos estos mensajeros se escuchó la Voz de Cristo como una trompeta en cada edad, hablando lo que tenían que conocer, que escuchar, los hijos e hijas de Dios en cada una de estas edades; y recibieron la Palabra y fueron colocados en el Cuerpo Místico de Cristo.
Pero ahora estamos viviendo nosotros en el tiempo más importante de todos los tiempos. ¿Dónde Él nos dice que subamos? Acá arriba, a la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Amor Divino, la edad perfecta. “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”13. Es ahí, a esa edad, donde Él nos llama y en donde Él estaría hablando en el Día Postrero todas estas cosas que deben suceder pronto.
¿Y por medio de quién estaría hablando todas estas cosas que deben suceder pronto? Vamos a ver por medio de quién son dadas a conocer estas cosas; y ese es el hombre, ese es el mensajero, ese es el profeta por medio del cual Cristo estaría hablando en este Día Postrero a todos los hijos de Dios en medio de Su Iglesia.
Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, nos dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Por medio de quién son habladas las cosas que deben suceder pronto, a los hijos e hijas de Dios? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo. Ese Ángel del Señor Jesucristo es un profeta dispensacional, es el profeta de la Dispensación del Reino, que viene con el Mensaje profético para la Dispensación del Reino, y para el séptimo milenio, y para la Edad de la Piedra Angular.
Vean ustedes, viene dando a conocer las cosas que deben suceder pronto, eso es lo que hace un profeta: viene profetizando y mostrando a los hijos de Dios las cosas que deben suceder pronto, y mostrándole las que ya están cumplidas.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, también Cristo nos habla nuevamente de Su Ángel, y nos dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice que ha enviado para dar testimonio de estas cosas en las iglesias? A Su Ángel Mensajero. Nadie podrá comprender todos estos misterios divinos correspondientes al Día Postrero y a la Edad de la Piedra Angular y a la Dispensación del Reino, excepto aquellos que escuchen la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular, en este lugar donde Cristo habla por medio de Su Ángel Mensajero.
Dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que ese Ángel del Señor Jesucristo es un profeta, el cual le reveló a Juan toda esta revelación apocalíptica. Y ahora, esto está en la página 301 y 326 del libro de Los Siete Sellos, del mensaje que predicó el reverendo William Branham; y también en el libro de Las Siete Edades de la Iglesia gentil.
Y ahora, viendo que este es el instrumento de Cristo para el Día Postrero, y es un profeta dispensacional… y es la única ocasión en que la Iglesia del Señor Jesucristo, desde su nacimiento el Día de Pentecostés hacia este tiempo final, es la primera vez en que recibe un profeta dispensacional. Y no hay otro profeta dispensacional para el Día Postrero, sino el profeta de la Dispensación del Reino; por medio del cual Cristo estará hablando todas estas cosas que deben suceder pronto, y estará dándonos el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora, vean ustedes cómo por medio de Su Ángel Mensajero es que nos dará a conocer todos estos misterios del Reino de Dios correspondientes a este Día Postrero, y nos dará a conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Aquí en el pasaje que leímos al principio, el anciano le dijo a Juan: “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido para tomar el Libro y abrir sus Sellos”. Y cuando Juan miró, vio un Cordero. Es un misterio, que el anciano dijo que era un León, y cuando Juan miró era un Cordero. Pues ¿saben ustedes una cosa? Ni era un león, ni era un cordero; era nuestro amado Señor Jesucristo, que es el León de la tribu de Judá y es el Cordero de Dios que murió en la Cruz del Calvario.
Cuando Juan el Bautista presentó a Jesús, diciendo que ese era Aquel del cual dijo que vendría después de él, y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, cuando las gentes miraron, ¿qué vieron? ¿Vieron un animalito, un cordero literal? No; no era un cordero. Era un hombre; era un hombre, el cual estaba representado en el cordero pascual que el pueblo hebreo ofrecía a Dios el mes primero de cada año.
Era el cordero pascual que también el pueblo hebreo, cuando iba a salir de Egipto, sacrificó; y colocó su sangre sobre el dintel de sus puertas y sobre los postes de sus puertas; y el cordero lo asó en fuego, y lo comieron cada uno en la casa donde estaban14.
O sea que murieron muchos corderos en esa ocasión, porque cada familia tenía que tener su cordero, y su sangre aplicada en el dintel de la puerta y los postes de la puerta; para que así, cuando a media noche llegara el ángel de la muerte, no entrara a esas casas que tenían la señal de la sangre en sus puertas, y así no muriera el primogénito que estaba dentro de esa casa; porque cada familia, pues tiene su hijo primogénito, y no quiere que muera.
Pero vean ustedes, esa noche vendría la muerte pasando, y entraría a las casas que no tuvieran la sangre aplicada en el dintel; esa era la señal para que el ángel de la muerte, el destructor, no entrara; Dios le prohibía entrar a esa casa; y se salvaba el primogénito que allí estaba.
Pero las casas donde no estaba la sangre aplicada habría muerte, recibirían la muerte. Y encontramos que esa noche hubo gran llanto, gran lamento en medio del pueblo egipcio, porque en todas las casas de los egipcios hubo un muerto: el primogénito.
Ellos no entendían eso del sacrificio de un corderito para aplicar su sangre sobre el dintel de las puertas y comerse ese cordero dentro, porque ellos no comprendían que ese cordero representaba la Venida del Mesías para morir en la Cruz del Calvario por cada uno de nosotros, para Su Sangre ser aplicada en el dintel de nuestra alma, de nuestros corazones, y en los postes de nuestro corazón, para no morir; para vivir eternamente; porque el que no tenga la Sangre aplicada, de Cristo, en su corazón, en su alma, está sentenciado a muerte.
Ahora vean el tipo y figura allá. Por eso se requiere que la Sangre de Cristo esté aplicada en nuestro corazón, y tengamos el Espíritu de Cristo, que es la Vida del Cordero de Dios; y así estamos a salvo de la muerte segunda, y estamos destinados a vivir eternamente con nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Ven que no es asunto de uno meterse a una religión? Es un asunto de vida o muerte, es un asunto de vida eterna o muerte para siempre; es un asunto de que la persona que no tenga la Sangre aplicada en su alma, haber creído en Cristo como nuestro Salvador, y haber lavado nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo, y haber recibido Su Espíritu Santo: está sentenciada a muerte; está sentenciada a morir en cuerpo físico, espíritu y alma también, está sentenciado a ser echado en el lago de fuego, que es la muerte segunda.
Ahora, vean lo importante que es creer en nuestro amado Señor Jesucristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; no es un asunto de sectarismo religioso, ni de fanatismo, sino que es un asunto de vida o muerte para cada uno de nosotros.
Cristo está creando una nueva raza con vida eterna; y esos que reciben a Cristo como nuestro Salvador y reciben Su Espíritu Santo: reciben vida eterna, nacen de nuevo, nacen en el Reino de Dios, nacen en el Cuerpo Místico de Cristo y tienen vida eterna. Esos son los que, si mueren, serán resucitados en cuerpos eternos, y si están vivos en este Día Postrero y ocurre la resurrección, resurrección de los muertos en Cristo, pues serán transformados; esa es la promesa de Cristo para los creyentes en Él.
¿Ven que no es un asunto de sectarismo religioso?, sino que es un asunto de vida o muerte para cada uno de los seres humanos que viven en este planeta Tierra. De eso depende el futuro del ser humano, de cada persona. Y tenemos que tomar en serio esto, porque de esto depende nuestro futuro: O vivimos eternamente con Cristo, o somos echados en el lago de fuego para desaparecer, ser quemados y dejar de existir. Pero nadie quiere dejar de existir.
Uno se pone a pensar: “Esto es un milagro, que yo esté viviendo aquí en la Tierra”. Y se pregunta: “¿De dónde yo he venido?”. Pues mire, usted ha venido enviado de Dios para vivir en este planeta Tierra, usted ha venido de otra dimensión; por eso es que no le podemos tener miedo a los extraterrestres, porque nosotros mismos somos extraterrestres: hemos venido de otro mundo, de otra dimensión.
Y el mismo Cristo dijo: “Nadie subió al Padre…”, o: “Nadie subió al Cielo, sino el Hijo del Hombre, que está en el Cielo”15, y estaba allí en la Tierra. Y también dijo: “Subo a Dios y a vuestro Dios, subo al Padre. Vine de Dios y vuelvo a Dios”16; y eso fue lo que hizo cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo: “Salí del Padre y vuelvo al Padre”.
Ahora, vean ustedes que el misterio de qué es y quién es el ser humano, es un misterio que el mismo Cristo lo abrió; y nos dijo que busquemos primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas serán añadidas17; porque para todo ser humano lo más importante es la vida eterna, no hay nada más importante que la vida eterna.
Cristo dijo: “Porque ¿de qué le vale al hombre si ganare todo el mundo (o sea, si trabaja, lucha, se hace multimillonario aquí en la Tierra), y pierde su alma?”. ¿De qué le vale si ganare todo el mundo, y pierde su alma?18 Pues de nada le ha valido vivir en este planeta Tierra.
Lo más importante para el ser humano es el Reino de Dios, buscar y encontrar el Reino de Dios; y para eso se requiere creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre del Cordero y recibir Su Espíritu Santo; y así es como entramos al Reino de Dios, al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ahora vemos lo sencillo que es todo, vemos que todo es sencillo; pero aunque uno lo ve sencillo, es lo que nos lleva a la vida eterna. “El que oye Mi Palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a Vida” (San Juan, capítulo 5, verso 24).
Ahora, vean ustedes que el Programa de Cristo para el ser humano es un Programa de vida eterna; y toda persona que escuchará la Voz de Cristo tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero. Él dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”19, y “el que es de Dios, la Voz de Dios oye”20.
Ahora, hemos visto que Él ha estado llevando a cabo un Programa, el cual consiste de llamar y juntar a Sus escogidos en Su Cuerpo Místico de creyentes de edad en edad.
Y ahora, ¿dónde nos encontramos en el Programa Divino? Ya las siete etapas o edades de la Iglesia gentil que están en este diagrama han transcurrido; y solamente queda la Edad de la Piedra Angular.
Y así como hubo un mensajero y un territorio y un pueblo en donde se cumplió cada edad de la Iglesia gentil, y hubo un Mensaje para ese pueblo; también para la Edad de la Piedra Angular hay un Mensaje: el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino; la Trompeta del Evangelio de Reino predicando, proclamando: proclamando la Palabra de Dios, y revelando el misterio del Séptimo Sello, revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo; porque Cristo viene a Su Iglesia, a Su pueblo, aquí en la Edad de la Piedra Angular; ahí es donde la Segunda Venida de Cristo está prometida para ser cumplida.
Y ahora, ¿dónde?, ¿cuál es el territorio donde la Edad de la Piedra Angular tiene que estar siendo cumplida en el Día Postrero, en el séptimo milenio? Así como hubo un territorio para cada edad de la Iglesia gentil, y la última edad de las siete edades de la Iglesia gentil fue la edad que se cumplió en Norteamérica, y su mensajero fue el reverendo William Marrion Branham, ahora Cristo en Espíritu Santo ha pasado a la América Latina y el Caribe, ¡ese es el territorio de bendición!, ese es el territorio para la manifestación de Cristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino en el Día Postrero, para manifestarse por medio de Su Ángel Mensajero y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
¿Cuántos de ustedes sabían que los días postreros eran el quinto, sexto y el séptimo milenio? No lo sabían, pero ya lo saben; porque estas cosas están siendo dadas a conocer en este Día Postrero, todas estas cosas que deben suceder pronto.
¿Cuántos sabían que el Día Postrero era el séptimo milenio? No lo sabían, pero ya sí lo saben; ha sido abierto a los latinoamericanos y caribeños en este Día Postrero.
¿Cuántos sabían que la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta era la Voz de Cristo hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero con el Mensaje del Evangelio del Reino, y revelándonos el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el misterio del Séptimo Sello? No lo sabíamos, pero ya sí lo sabemos. ¿Por qué? Porque Cristo está dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, por medio de Su Ángel Mensajero, ¿dónde? En la América Latina y el Caribe.
Ahora, hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos: hemos llegado al tiempo en donde Cristo está en medio de la América Latina y el Caribe derramando Sus bendiciones; y eso hace que el continente del futuro sea la América Latina y el Caribe, porque tiene la bendición de Cristo en este Día Postrero. Y este continente latinoamericano y caribeño entrará al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo; y estará lleno —el glorioso Reino Milenial de Cristo— de latinoamericanos y caribeños; y eso sí que es una bendición grande para los latinoamericanos y caribeños.
Y ahora, Cristo en la América Latina y el Caribe, así como estuvo en cada territorio a través de cada ángel mensajero de cada edad; ahora en la América Latina y el Caribe, por medio de Su Ángel Mensajero, nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así nos revela el misterio del Séptimo Sello, así Cristo nos habla con esa Voz de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, y con esa Trompeta Final, y con esa Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio de Reino, y nos revela todos estos misterios, todas estas cosas que deben suceder pronto.
Vean ustedes, ¿qué dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que sería la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19?, porque ese es el Séptimo Sello: el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19. Vamos a leer aquí en la página 277 del libro de Los Sellos, donde dice orando el reverendo William Branham, dice:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? El Espíritu Santo, es Jesucristo en Espíritu Santo.
Y ahora, en la página 256 del mismo libro de Los Sellos, dice (por el centro de esta página, dice):
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Eso es lo que Él estuvo precursando como la Segunda Venida de Cristo, como la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19. Ese es el misterio del Séptimo Sello: la Venida del Espíritu Santo manifestado en carne humana en el Día Postrero: en Su Ángel Mensajero; ese es el misterio que ni en el Cielo ni en la Tierra conocían, pero que sería revelado en el Día Postrero.
Ese es el misterio que cuando fue abierto el Séptimo Sello, en el capítulo 8 de Apocalipsis, verso 1, causó silencio en el Cielo como por media hora. Ese es el misterio más grande de los Cielos y de la Tierra. Ese es el misterio que para la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, sería revelado por medio de la Voz de Cristo a través de Su Ángel Mensajero, esa Voz de los Siete Truenos, que es la Voz de Cristo como León de la tribu de Judá.
Porque en Apocalipsis, capítulo 10, encontramos la Venida de Cristo, encontramos la Venida del Señor, la Venida del Ángel Fuerte. Vean ustedes, y vean cómo dice, Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge un león (¿cómo clamó? Como ruge un león, porque Él es el León de la tribu de Judá, como dijo el anciano); y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.
Ahí tenemos que la Voz del Ángel Fuerte, la Voz de Cristo clamando como cuando ruge un león, es Su Mensaje para Su Iglesia en el Día Postrero.
Y dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en la página 128 del libro de Los Sellos, que los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, le darán a la Iglesia del Señor Jesucristo la fe para el rapto. Es la fe para ser transformados y raptados, es la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Y el Mensaje del Evangelio de Reino, que es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, la Voz de Cristo, la Voz de los Siete Truenos, gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Así como el Mensaje del Evangelio de la Gracia, que es el Mensaje para la Dispensación de la Gracia, gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y ahora, vean ustedes cómo para la Dispensación del Reino, el Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
En Habacuc, capítulo 2, verso 14, y también en Isaías, capítulo 11, verso 9, nos dice que “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”; o sea que será llena la Tierra, la raza humana, del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Es el conocimiento de la Venida de Cristo a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad que corresponde al lugar santísimo del templo que construyó Moisés y del que construyó Salomón.
El lugar santísimo estaba hacia el occidente, o sea, el oeste. Y en la construcción del Templo espiritual de Cristo, encontramos que Él ha venido desde el este, por el Atrio; después pasó al Lugar Santo, por las diferentes edades de la Iglesia gentil, por las siete edades, que corresponden al Lugar Santo; y luego pasa a la América Latina y el Caribe para la construcción de la parte más importante de Su Templo, o sea, del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.
Y este Templo espiritual que Cristo ha estado construyendo, lo ha estado construyendo con piedras vivas21, con seres humanos, con personas que han creído en Cristo como Su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido Su Espíritu Santo.
Y para el Día Postrero, para la construcción del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, pasa a la América Latina y el Caribe, donde llama y junta a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta, con el Mensaje del Evangelio del Reino, y los coloca (¿dónde?) en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; y nos da del Maná escondido, nos da la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, nos da la revelación del Séptimo Sello; y así nos prepara para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Y ahora, vean ustedes que Cristo en Su Primera Venida es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo; y Cristo en Su Segunda Venida es el León de la tribu de Judá, el que hace el reclamo de todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa, lo cual está escrito en el Libro de los Siete Sellos; ahí están escritos los nombres de los escogidos de Dios, de todos los que han sido lavados con la Sangre de Jesucristo, están escritos ahí desde antes de la fundación del mundo.
O sea que no es un asunto de que la persona, al recibir a Cristo, su nombre sea escrito en el Libro de la Vida, no; ya lo tiene escrito en el Libro de la Vida desde antes de la fundación del mundo.
Y la persona es manifestada aquí en la Tierra en el tiempo que le toca vivir, porque Dios lo envía para vivir en ese tiempo, para luego escuchar la Palabra de Dios y recibir a Cristo como su Salvador, recibir Su Espíritu Santo; y así entrar al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, entrar así al Reino de Dios; y pertenecer a esa nueva raza, a esa Familia celestial que Cristo está creando; el cual en este Día Postrero llama y junta a Sus últimos escogidos, con los cuales forma el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, y lo hace ¿dónde? En la América Latina y el Caribe.
Es en la América Latina y el Caribe donde la bendición de Dios está en este Día Postrero para todos los hijos e hijas de Dios; en donde Cristo revela Su Programa correspondiente a este Día Postrero, donde Cristo revela el misterio del Séptimo Sello; para todos en este tiempo final recibir a los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos ser transformados.
Todavía no han resucitado los muertos en Cristo y todavía nosotros no estamos transformados, pero en algún momento del Día Postrero, o sea, del séptimo milenio (que ya comenzó, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene), en algún año del Día Postrero, del séptimo milenio, ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por eso es que para este tiempo final, por medio de la Voz de Cristo, que es la Voz de los Siete Truenos, y es también la Voz de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Trompeta del Evangelio del Reino, nos revela todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, para así preparar a cada uno de los escogidos de Dios: llamarlos y juntarlos, colocarlos en el Cuerpo Místico de Cristo, y prepararnos para ser transformados y raptados en este Día Postrero, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, Jesucristo, el Cordero de Dios, que tomó el Libro de la diestra del que está sentado en el Trono, del cual el anciano dijo que era el León, encontramos que ni era un león ni era un cordero, era nuestro amado Señor Jesucristo, que es el León de la tribu de Judá y es el Cordero de Dios.
Y ahora, lo encontramos con siete cuernos y siete ojos: los siete cuernos son las siete edades de la Iglesia gentil (estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil). Y los siete ojos son los siete mensajeros que Dios envió en cada una de esas edades.
Por eso es que dice que estos siete ojos, vean ustedes, dice que son los siete ojos, dice, que tenía…:
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado (pues ese es Jesucristo, el que fue inmolado en la Cruz del Calvario), que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.
En el capítulo 1… Leí en el capítulo 5, verso 6 de Apocalipsis. En el capítulo 1 y verso 4, de Apocalipsis, nos dice:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono…”.
Vean, estos son los siete espíritus que recorren toda la Tierra, los siete espíritus de Dios. Y ahora, vean ustedes, dice:
“… de los siete espíritus que están delante de su trono”.
Y en Apocalipsis, capítulo 4, verso 5, dice:
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.
Ahora vean:
• En Apocalipsis, capítulo 1, dice que los siete espíritus de Dios están delante del Trono;
• y Apocalipsis, capítulo 4, dice que estos siete espíritus son – o que estas siete lámparas son los siete espíritus de Dios;
• y en Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, nos dice que los siete cuernos y los siete ojos son los siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra.
Encontramos que son las siete edades de la Iglesia gentil con sus siete ángeles mensajeros.
Los siete ángeles mensajeros son los siete ojos que recorren toda la Tierra; porque un profeta es representado en un ojo; porque es un vidente el que ve cosas que han de suceder, por eso es llamado un vidente, y es representado en un ojo. Y por eso es que los siete mensajeros de las siete edades son los siete ojos, los siete videntes, que Dios tuvo en las siete etapas o edades de Su Iglesia gentil.
Y ahora, vean ustedes que es Cristo el que tiene esos siete cuernos con los siete ojos. Y en Apocalipsis, capítulo 1, versos (vamos a ver aquí), versos 16 al 20, dice:
“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (o sea, las llaves del infierno y de la muerte).
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”.
Ahora, vean ustedes cómo en estos símbolos Dios muestra las siete iglesias o siete edades, las cuales también fueron representadas en las siete iglesias de Asia Menor, que Dios escogió para con ellas representar Su Iglesia pasando por estas siete etapas, durante la etapa del Lugar Santo del Templo espiritual de Jesucristo.
Y vean ustedes, están representadas las siete edades de la Iglesia gentil en los siete candeleros con sus siete estrellas, que son los siete ángeles mensajeros con las siete edades de la Iglesia gentil.
Hemos visto lo que es el Cordero con los siete cuernos, y los siete ojos en los siete cuernos: es Jesucristo. No es un animal, sino Cristo nuestro Salvador. Y los siete cuernos son las siete etapas de la Iglesia gentil. Y los siete ojos son los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.
Y ahora, cuando Cristo termine Su labor de construcción de Su Cuerpo Místico de creyentes aquí en la Edad de la Piedra Angular, y haya llamado y juntado hasta el último de Sus escogidos: terminará la Obra de Intercesión en el Cielo, en el Lugar Santísimo en el Templo que está en el Cielo; y Cristo se convertirá en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores; y tomará el Título de Propiedad, y abrirá en el Cielo el Libro, y reclamará todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa; porque eso le pertenece a Él, todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa: toda la Creación y todos los hijos e hijas de Dios.
Y por cuanto nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, nosotros heredaremos con Cristo todo aquello a lo cual Cristo es heredero; y seremos restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno, porque Cristo reclama Su Iglesia (que está en este diagrama representada). Aquí se completa la Iglesia de Jesucristo: con latinoamericanos y caribeños siendo llamados y juntados; y luego los muertos en Cristo resucitarán, nosotros los que vivimos seremos transformados, y Dios morará en cada uno de ustedes y en mí también en toda Su plenitud.
Por eso es tan importante el misterio del Séptimo Sello ser revelado y ser conocido por los escogidos de Dios: para poder tener la fe para ser transformados y raptados en este Día Postrero. Y así estar en el Cuerpo Místico de Cristo en la edad que corresponde a este Día Postrero: la Edad de la Piedra Angular, porque ya las demás edades terminaron, pasaron. Ya la séptima edad de la Iglesia gentil llegó a su final, y Dios llamó a Su mensajero séptimo, de la séptima edad de la Iglesia gentil, y se encuentra en el Paraíso con los santos que recibieron la Palabra de Dios en el tiempo de su ministerio.
Pero así como muchos pasaron en el tiempo de Juan el Bautista al ministerio de Jesús, también será en el Día Postrero: pasarán de la séptima edad de la Iglesia gentil a la Edad de la Piedra Angular; y del ministerio del séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil al ministerio de Cristo a través de Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular; para recibir así la fe para ser transformados y raptados, recibir así la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y esto es nada menos que la manifestación de Cristo para el Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en medio de los latinoamericanos y caribeños; viniendo Cristo manifestado en Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
En febrero 28 de 1963, apareció en el cielo esta señal, una nube misteriosa22; la cual no tuvo explicación científica clara, porque apareció a 26 millas de altura23, y su tamaño era de 30 millas de ancho por 50 millas de largo24 (una nube gigante), y a una altura donde no vuelan los aviones y donde no hay humedad para formar nubes.
El misterio de esta nube lo dio a conocer el reverendo William Branham. En esa ocasión siete ángeles le aparecieron, y fue llevado a donde estaban estos ángeles; fue llevado por ellos, y fue colocado aquí en esta nube.
En esta nube, vean ustedes, en forma de una pirámide, en forma piramidal, encontramos que están los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, y hay un Ángel Mensajero que es diferente a los demás.
Si tornamos la foto hacia la derecha, encontraremos que los siete ángeles mensajeros de las siete edades forman la barba del Señor; porque esta nube o en forma de nube, está formado aquí el rostro del Señor Jesucristo; y la barba del Señor es formada por los siete ángeles mensajeros de las siete edades.
O sea que el tipo y figura de la barba de Jesucristo se cumplió con los siete ángeles mensajeros en sus ministerios en las siete edades de la Iglesia gentil.
Pero el que forma el cabello blanco del Señor es el Ángel que era muy diferente a los demás; y ese es el Ángel que tiene el Séptimo Sello, así dice el mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, el reverendo William Branham, en el mensaje de Los Siete Sellos, página 469, cuando dice:
“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’. ¿Se acuerdan?
154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo”.
Ahora, ¿cuál era el que tenía el Séptimo Sello de estos ángeles que estaban aquí en esta nube? El que esta acá arriba, el que forma el cabello blanco del Señor; ese es el que tiene el Séptimo Sello. Y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y así como Cristo se manifestó en Espíritu Santo en cada edad por medio de cada uno de estos mensajeros, los cuales aparecieron aquí en esta nube, para el Día Postrero se manifiesta aquí, en la Edad de la Piedra Angular, por medio de Su Ángel Mensajero, el Ángel que era muy diferente a los demás. Así como vinieron los siete ángeles mensajeros en carne humana, viene en el Día Postrero en carne humana, manifestado en Su Ángel Mensajero, y cumple así la Venida del Ángel que era muy diferente a los demás, del Ángel que tiene el Séptimo Sello.
Ese es el misterio del Séptimo Sello: la Venida del Ángel que era muy diferente a los demás, manifestado en el Ángel del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Y este es el misterio que sería revelado a los escogidos de Dios en el Día Postrero. Y con la revelación de este misterio serían llamados y juntados los escogidos en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para completarse el número de los escogidos de Dios, para completarse el número de los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo; porque serían llamados y juntados con Gran Voz de Trompeta todos los escogidos.
Dijo Cristo en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, de la siguiente manera; y quiero leer ese pasaje que es muy importante para nosotros.
¿Hay alguna Escritura que diga acerca de una nube que aparecerá, de una señal en el cielo? Claro que sí. San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, dice:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo (aquí tenemos la señal del Hijo del Hombre en el cielo); y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
Ahí tienen el Ángel que era muy diferente a los demás: el Hijo del Hombre viniendo en las nubes.
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Esa es la parte que corresponde a este Día Postrero: el recogimiento de todos los escogidos, ¿con qué? Con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, revelando el misterio de la Venida del Ángel Fuerte, de la Venida del Ángel que era muy diferente a los demás, de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en el Día Postrero.
Y con el recogimiento de los escogidos en este Día Postrero se completará el número del Cuerpo Místico de Cristo, el número de los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Estamos viviendo en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, en donde se están cumpliendo las profecías del Día Postrero, y están siendo dadas a conocer a los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular, en la América Latina y el Caribe, por medio del Espíritu Santo a través del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.
Hemos visto: “EL MISTERIO DEL CORDERO CON LOS SIETE CUERNOS Y LOS SIETE OJOS”.
Y hemos visto dónde nos encontramos en el Programa Divino: nos encontramos en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, siendo llamados y juntados y colocados en la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo, y siendo preparados para ser transformados y raptados. Y para eso nos da la revelación del Séptimo Sello, la revelación del misterio de Su Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL CORDERO CON LOS SIETE CUERNOS Y LOS SIETE OJOS”. Ese es el Cordero de Dios, Jesucristo, el cual también es el León de la tribu de Judá.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos mantenga abierto el entendimiento para poder comprender todos estos misterios del Reino de los Cielos, del Reino de Dios, correspondientes a este Día Postrero; y así podamos recibir las bendiciones de Cristo, y podamos ser transformados y raptados en este Día Postrero, en donde Él estaría dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
¿Y dónde están aquellos que estarían obteniendo ese conocimiento de estas cosas que deben suceder pronto? Aquí estamos, en la América Latina y el Caribe. Aquí en Nicaragua hay un grupo, y en cada país latinoamericano hay un grupo de escogidos de Dios escuchando estas cosas que deben suceder pronto, y obteniendo así el conocimiento de todo este Programa Divino correspondiente a este Día Postrero; y siendo preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Que Dios les bendiga y les guarde; y pronto todos seamos transformados y raptados, y vayamos a la Cena de la Bodas del Cordero en la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y Amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y pasen todos muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y radioyentes.
Dejo inmediatamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para que les dé las direcciones y teléfonos a los cuales ustedes podrán comunicarse para obtener más conferencias relacionadas a estos misterios del Día Postrero, y así obtener más conocimiento de todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final.
Las conferencias también están impresas en folletos y son completamente gratis para ustedes. Así que llamen o escriban a las direcciones que les estará dando el reverendo Miguel Bermúdez Marín, y también para los que quieran asistir a actividades donde se estarán pasando conferencias similares a esta, en donde podrán escuchar acerca de estas cosas; les darán también las direcciones donde podrán asistir, y los días en que estarán pasando estas conferencias en video.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos. Y con ustedes, amigos radioyentes y los presentes, el reverendo Miguel Bermúdez Marín, para darles las direcciones.
“EL MISTERIO DEL CORDERO CON LOS SIETE CUERNOS Y LOS SIETE OJOS”.
[Revisión agosto 2022]
1 Mt. 3:11, Mr. 1:7-8, Lc. 3:16, Jn. 1:26-27
2 San Lucas 24:49, versión Reina-Valera 1909
3 San Juan 3:26
4 San Juan 10:27
5 San Juan 8:47
6 SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto” – En la última página aparece el diagrama. También se puede descargar en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
7 Hechos 16:7
8 Hechos 16:9
9 1 de Juan 1:7
10 Salmos 34:7
11 San Juan 6:39, 6:40, 6:44, 6:54
12 2 de Pedro 3:8; Salmo 90:4
13 Apocalipsis 4:1
14 Éxodo 12:1-28
15 San Juan 3:13
16 San Juan 16:28
17 San Mateo 6:33
18 Mt. 16:26, Mr. 8:36, Lc. 9:25
19 San Juan 10:27
20 San Juan 8:47
21 1 Pedro 2:5
22 La aparición de esa nube fue fotografiada y publicada en dos revistas:
· Revista CIENCIA (SCIENCE): Publicación del 19 de abril de 1963, volumen 140, número 3564. Autor: James E. McDonald / https://www.science.org/toc/science/140/3564.
· Revista LIFE: Publicación del 17 de mayo de 1963. Título del artículo “… And a High Cloud – Ring of Mistery”. / https://bit.ly/3ureXyD
23 26 millas = 41.8 km
24 30 x 50 millas = 48.3 km (de ancho) x 80.46 km (de largo)