Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para ver el tema de esta ocasión: “EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
Vamos a leer en Levítico, capítulo 23 y versos 26 al 32, donde dice Dios al profeta Moisés de la siguiente manera:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.
Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo.
Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis.
Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”.
“EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
Este día de la expiación dado por Dios al pueblo hebreo, en el mes séptimo de cada año y el día diez del mes séptimo, se ofrecía a Dios la expiación del macho cabrío; y el sumo sacerdote ofrecía una becerra por expiación también por él.
Y entraba el sumo sacerdote con la sangre de la expiación de la becerra (expiación por el sumo sacerdote), e iba al lugar santísimo con el incensario de oro, con brasas de fuego, brasas encendidas, y el perfume ahí en el incensario, e iba y ofrecía a Dios esa expiación por él.
Y luego, cuando salía, iba, tomaba el macho cabrío, se efectuaba el sacrificio del macho cabrío, tomaba la sangre del macho cabrío, y llevaba al lugar santísimo; y allí ofrecía a Dios la expiación del macho cabrío, ofrecía su sangre en expiación en el lugar santísimo, ante la presencia de Dios.
De esto nos habla en Levítico, capítulo 16 y versos del 1 en adelante, donde dice:
“Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.
Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.
Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto.
Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua.
Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto.
Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa.
Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión.
Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel.
Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación.
Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.
Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo.
Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo (o sea, al lugar santísimo).
Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera.
Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre.
Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.
Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas.
Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel.
Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor.
Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel.
Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo;
y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto.
Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir al macho cabrío por el desierto”.
Ahora, vean todo este ritual que se llevaba a cabo en medio del pueblo hebreo el día de la expiación; y tenía que ser hecho conforme a como Dios le ordenó al pueblo hebreo por mano del profeta Moisés, para así ser reconciliado el pueblo hebreo con Dios; y esto se hacía cada año en medio del pueblo hebreo, en el templo que estaba en medio del pueblo hebreo.
Primero ellos tuvieron el templo que construyó Moisés, el tabernáculo hecho de pieles; y luego el pueblo hebreo en Jerusalén tuvo el templo que construyó Salomón; y luego, cuando fue destruido el templo de Salomón, fue reconstruido de nuevo; y así por diferentes ocasiones en que han destruido el templo en Jerusalén, fue reconstruido; y el pueblo hebreo ofreció a Dios este ritual, este rito de la expiación, conforme a lo establecido por Dios a través del profeta Moisés.
Sin efectuar esto que Dios le ordenó al profeta Moisés para el pueblo hebreo, la bendición de Dios no venía sobre el pueblo hebreo, sino el juicio divino, si no hacían conforme a lo establecido por Dios al pueblo hebreo.
San Pablo hablándonos de este misterio, en el capítulo 9 del libro a los Hebreos, nos dice [verso 1]:
“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.
Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.
Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
el cual tenía un incensario de oro…”.
Ese es el incensario de oro que el sumo sacerdote llenaba con brasas de fuego del altar que estaba frente al lugar santo, pero no… que estaba en el lugar santo, frente a la entrada del lugar santísimo; y de allí, de ese altar del incienso, de ese altar que estaba allí, encontramos que Aarón tomaba brasas encendidas y las colocaba en el incensario; y allí, con ese incensario y con perfume colocado dentro de ese incensario, subía esa nube de humo con el olor del incienso hasta la presencia de Dios en el lugar santísimo.
Y ahora, vean que Dios al pueblo hebreo le dio estas ordenanzas y leyes; y con estas ordenanzas y leyes que le dio al pueblo hebreo, Dios estaba representando o reflejando lo que Dios realizaría en Su Programa.
Todas estas fiestas que el pueblo hebreo realizaba, estas siete fiestas, son tipo y figura de la Obra que Dios haría a medida que iría pasando el tiempo.
Por ejemplo, tenemos la fiesta de la Pascua, la cual fue cumplida allá en el Programa Divino, la cual representaba el Sacrifico de Cristo en la Cruz del Calvario. Y ahora San Pablo nos dice que nuestra Pascua es (¿quién?) Cristo1.
Y ahora, vean el por qué Cristo tuvo que morir en la víspera de la Pascua, así como el cordero pascual tenía que morir en la víspera de la Pascua. Y Cristo en la víspera de la Pascua murió, conforme a como se hacía en la fiesta de la Pascua. Ya esa Fiesta fue cumplida por Dios en Su Programa con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario en la víspera de la Pascua.
Y ahora no se requiere que la gente tenga esa fiesta de la Pascua literalmente, sino que tenga esa Fiesta de la Pascua que estaba representada en la fiesta de la Pascua del pueblo hebreo.
La Fiesta de la Pascua de Dios es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para todos los hijos e hijas de Dios comer la Carne del Hijo del Hombre y beber Su Sangre; o sea, creer en Jesucristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre del Cordero, y recibir Su Espíritu Santo; y así tener vida eterna de parte de Dios.
Ahora, en el Antiguo Testamento vimos que la Pascua que se llevó a cabo, para el pueblo hebreo al otro día salir, encontramos que se llevó a cabo; y la sangre del cordero pascual se colocó en el dintel de la puerta de cada casa y en los postes, y eso guardaría, protegería, a los primogénitos que estaban en esa casa, para que la muerte no los tocara.
Y eso es lo que ha estado haciendo la Sangre de Cristo en la Fiesta de la Pascua actualizada: protegiendo a esas personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, esos predestinados de Dios, elegidos de Dios, hijos e hijas de Dios, que han venido a vivir en este planeta tierra de edad en edad.
Ellos han tomado la Sangre del Cordero y la han aplicado en sus almas, a sus almas; y eso les protege de la muerte espiritual y, por consiguiente, les protege de la muerte eterna en el lago de fuego. Digo “muerte eterna” porque será para siempre esa segunda muerte; nadie se podrá levantar de esa segunda muerte.
Y ahora, encontramos que también la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes tiene el Cordero Pascual y tiene la Sangre del Cordero aplicada; y por eso está comiendo la Palabra de Dios: se está comiendo a Cristo de edad en edad, al comerse el Mensaje del Evangelio de la Gracia y tener el Mensaje del Evangelio de la Gracia dentro de ella, dentro de la Iglesia del Señor Jesucristo; y así tener a Cristo dentro, en sus vidas como individuos, y en la vida de la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes.
Cristo ha estado manifestado en Su Iglesia, de edad en edad, por medio de los ángeles mensajeros de cada edad, llevando a cabo Su Obra correspondiente a cada edad.
Y ahora, vean que así como hubo una comida para comer en cada casa que tenía el cordero pascual, encontramos que en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, ha estado Cristo, el Cordero Pascual, y nos hemos estado comiendo a Cristo de edad en edad en una forma espiritual; y así han estado siendo protegidos los escogidos de Dios, siendo colocados en la Casa que tiene en sus postes y en el dintel la Sangre de Jesucristo aplicada; y así es para cada individuo también.
En la Casa de Dios ha estado Cristo en Espíritu Santo manifestado de edad en edad, y ha estado bendiciendo a Su pueblo; y Su pueblo ha estado siendo alimentado fielmente por el siervo fiel y prudente de cada etapa; y así es como nos hemos estado comiendo a Cristo de edad en edad.
Cristo era el Verbo, la Palabra, y sigue siendo el Verbo, la Palabra. Y cuando nos comemos la Palabra de Cristo: nos estamos comiendo espiritualmente a Jesucristo. Él dijo: “El que no coma Mi Carne y beba Mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí mismo”2.
Ahora, hemos visto que tanto la Pascua celebrada por el pueblo hebreo para luego su salida de Egipto, de la esclavitud en Egipto…, es tipo y figura de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Cristo es esa Pascua que se reflejó en aquella Pascua del pueblo hebreo para la salida de la esclavitud.
Y ahora, por medio de Cristo nuestra Pascua, salimos de esclavitud, y recibimos el Espíritu de Cristo, el espíritu de adopción3; no el espíritu de esclavitud, sino el Espíritu de Cristo, el espíritu de adopción, para ya no ser esclavos, sino ser libres.
Y ahora, también la Pascua que el pueblo hebreo luego celebraba por el desierto, la cual la realizaba en el tiempo en que había celebrado la primera Pascua; y luego, cuando entraron a la tierra prometida, también celebraban esa Pascua en la misma fecha; vean ustedes cómo eso era tipo y figura de Cristo nuestra Pascua, muriendo en la Cruz del Calvario, y siendo colocado Cristo nuestra Pascua en una nueva dispensación, y siendo colocado en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, también la fiesta de las primicias que era ofrecida a Dios, encontramos que fue cumplida cuando Jesucristo resucitó: allí estaba esa Fiesta siendo cumplida.
Luego la Fiesta del Día de Pentecostés, cuarenta días después que Cristo ascendió al Cielo, encontramos que vino el Espíritu de Cristo sobre 120 personas; y allí se estaba cumpliendo la fiesta del día de pentecostés que el pueblo hebreo celebraba siempre, cuando ya habían trascurrido las fiestas anteriores, de la Pascua y de las primicias.
Y ahora, vean ustedes cómo esta fiesta se llevaba a cabo el día cincuenta, contando desde que el cordero pascual había sido comido en medio del pueblo hebreo; o sea, contado desde el día de la Pascua hasta el día cincuenta: el día cincuenta se llevaba a cabo la fiesta de pentecostés. Y esa fiesta tipificaba lo que sucedió el Día de Pentecostés, cuando 120 personas fueron llenas del Espíritu Santo, y Dios fue manifestado allí bendiciendo a aquellos creyentes en Jesucristo que habían seguido a nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Quién llamó y juntó, quién recogió Sus escogidos que recibirían el Espíritu Santo el Día de Pentecostés? El mismo Jesucristo. Tomen eso en cuenta, porque en algún momento lo vamos a necesitar.
Y ahora, Cristo, luego de ascender al Cielo y luego de descender en Espíritu Santo sobre 120 personas, hemos estado viviendo en este lapso de tiempo en donde Cristo ha estado manifestado en Su Iglesia durante todas estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil que ya han trascurrido; y ha estado llamando y juntando a Sus escogidos de edad en edad.
¿Y qué ha estado sucediendo? Espiritualmente (espiritualmente, entiendan) se ha estado llevando a cabo la Fiesta de los Tabernáculos, espiritualmente hablando; o sea que de etapa en etapa el pueblo de Dios ha estado moviéndose de edad en edad. Y ahora, para el Día Postrero, esta Fiesta también, espiritualmente hablando, fue manifestada en la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil.
Pero esta Fiesta tiene que ser manifestada en una forma más amplia, y esa Fiesta de los Tabernáculos nos habla del glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo; ahí es donde se cumplirá plenamente, y donde tendremos el significado pleno siendo cumplido, de lo que fue esta fiesta de los tabernáculos en medio del pueblo hebreo.
También tenemos, miren ustedes, la sexta fiesta es la fiesta… aquí le pase por encima a la fiesta de las trompetas y a la fiesta de la expiación.
La Fiesta de las Trompetas corresponde al pueblo hebreo, donde Dios llama y junta en medio del pueblo hebreo, en medio de Israel, a todos Sus miembros del pueblo hebreo (o sea, los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero), y los ha ido llamando; y en el Día Postrero suena la última Trompeta, en donde, con el sonido de la última Trompeta se cumple la Fiesta de las Trompetas, en donde Dios le habla al pueblo hebreo y donde Dios tendrá los 144.000 hebreos allí en su tierra para recibir a Cristo, para recibir la Segunda Venida de Cristo, como el Rey de reyes y Señor de señores, para sentarse en el Trono de David.
También tenemos la Fiesta de la Expiación. Esta Fiesta de la Expiación se cumplió en Cristo, porque Él es nuestra Expiación, Él es su Expiación para Su Iglesia.
Y ahora, para el pueblo hebreo, vean ustedes, Cristo es la Expiación también. Esta Expiación se llevó a cabo: fue muerto Cristo, el Sacrificio de la Expiación.
Y cuando Él murió, resucitó y ascendió al Cielo, entró como entraba el sumo sacerdote con la sangre del sacrificio de la expiación: entraba al lugar santísimo y colocaba esa sangre; en la misma forma que había hecho con la sangre del becerro o de la becerra, hacía con la sangre de la expiación del macho cabrío, y hacía así por siete veces; y encontramos que eso es lo que Cristo ha estado haciendo en el Cielo.
De edad en edad, vean ustedes cómo las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, los que corresponden a esas edades han sido redimidos por la Sangre de Jesucristo; y encontramos que la Iglesia de Jesucristo es redimida por la Sangre de Jesucristo, la Sangre de la Expiación.
Pero vean ustedes que la reconciliación para el pueblo hebreo no se efectuaba hasta que se terminaba esa obra del sumo sacerdote en el lugar santísimo. Encontramos que luego el pueblo hebreo, cuando veía salir al sumo sacerdote, lo veía vivo de nuevo, sabía que ya su reconciliación estaba realizada, y recibía con alegría la reconciliación.
Ahora, vean ustedes las cosas que tenían que suceder en este día con el pueblo que estaría esperando esa reconciliación. No era un asunto de dejar que el sumo sacerdote hiciera todo, había una parte que el sumo sacerdote no podía hacer, esta es la parte que le tocaba al pueblo; y aquí está, en Levítico, capítulo 23; verso 29 dice, vamos a ver, dice:
“Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo”.
Vean cómo el pueblo tenía que estar arrepentido por sus pecados, tenía que estar afligido por haber pecado todo ese año, todo ese tiempo delante de Dios. Y el que no se afligiere, el que no estuviera arrepentido de sus pecados y llorara sus pecados, el que no se afligiere, el que no tuviera dolor de haber pecado, ¿qué sucedería? Será cortada esa persona, ¿de dónde? Del pueblo. ¿Por qué? Porque no se afligió delante de Dios por haber pecado.
O sea que no tuvo arrepentimiento esa persona. Y por cuanto no tuvo arrepentimiento y el tiempo se le pasó, ya esa persona —conforme a la Ley Divina— será cortada del pueblo: no pertenecerá más a ese pueblo; por lo tanto, esa persona no podrá vivir eternamente, perdió el derecho a la vida eterna.
Y ahora, en lo espiritual, para la Iglesia del Señor Jesucristo: toda persona arrepentida de haber pecado confiesa sus pecados a Dios; y cuando el Sumo Sacerdote, Jesucristo, salga del Lugar Santísimo, estaremos todos totalmente reconciliados con Dios, con un nuevo cuerpo que Él ha prometido para todos nosotros. Él vendrá, para que así no solamente en espíritu y en alma, sino en cuerpo también, estemos reconciliados con Dios.
Ahora, ya hemos recibido una reconciliación espiritual: estamos reconciliados con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario, la cual ha sido colocada en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.
Pero ahora, vean ustedes, todavía existe la muerte física en nuestros cuerpos, ¿por qué? Porque estos cuerpos todavía necesitan un cambio, una transformación; y cuando eso ocurra, ya ni nos pondremos viejos, ni nos enfermaremos, ni moriremos; seremos eternos físicamente también, tendremos un cuerpo glorificado, y seremos todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Ven lo importante que es esta Fiesta de Expiación?, la cual se materializa, se convierte en una realidad para vida eterna, con Cristo como el Sacrificio de la Expiación.
Y ahora, vean ustedes que mientras el sacerdote está en el lugar santísimo, él coloca allí el incensario, y allí están las oraciones que el sumo sacerdote hace en favor del pueblo. Y luego que todo es realizado y Dios acepta el sacrificio de la expiación llevado por el sumo sacerdote allí, Dios estaría allí…, vean ustedes, Él dijo que estaría allí (¿cómo?) en la nube.
En el capítulo 16 es que dice (de Levítico), es que Él dice: en el capítulo 16, verso 2, dice:
“Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio”.
¿Dónde aparecería la nube? Sobre el propiciatorio, en el lugar santísimo; por lo tanto, no podían entrar allí en todo tiempo, solamente el día de la expiación; y con sangre, la sangre de la expiación correspondiente.
Ahora, vean cómo en Hebreos, San Pablo obtuvo esa revelación allí, y nos dice… Hebreos, capítulo 9, versos 3 en adelante, dice:
“Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;
y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle”.
Y ahora, vean que el templo que estaba en la Tierra, construido por Moisés, y luego el otro que construyó Salomón, son tipo y figura del Templo que está en el Cielo.
Y así como en el templo terrenal se llevaba a cabo esa obra, en donde entraba el sumo sacerdote con la sangre del macho cabrío…; el macho cabrío, vean ustedes, era sacrificado (¿dónde?) en el atrio, pero el sumo sacerdote llevaba la sangre del macho cabrío al lugar santísimo, y la colocaba sobre el propiciatorio.
Y el Cordero de Dios —que también es el Macho Cabrío de la Expiación— Jesucristo, murió acá en la Tierra, pero Su Sangre Él la llevó al Cielo, al Lugar Santísimo; y entró allí y colocó allí Su Sangre, sobre el Propiciatorio.
Ahora, podemos ver cómo estamos nosotros acá en el Atrio, en esta Tierra, donde el cordero y el macho cabrío, que representan a Jesucristo, fue sacrificado.
Y ahora, vean ustedes cómo Cristo pasa hasta el Lugar Santísimo. San Pablo explica esto aquí, diciéndonos:
“Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto;
pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo…”.
Por sí mismo, pues ofrecía la sangre de la becerra que era sacrificada por el sumo sacerdote y por su casa; y luego que llevaba a cabo esa labor allí en el lugar santísimo, de llevar la sangre por él y por su casa, luego salía y llevaba la sangre del macho cabrío: luego llevaba la sangre del macho cabrío y la ofrecía por el pueblo, para la reconciliación del pueblo con Dios.
“… pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez…”.
Vamos a ver:
“Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto;
pero en la segunda parte, solo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.
Lo cual es símbolo para el tiempo presente…”.
Ahora, vean que todas las cosas que estaban en el templo son simbólicas; o sea, representan cosas que Dios tendría y llevaría a cabo en Su Programa.
“Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto (o sea, no podía hacer perfectos a los que practicaban ese culto, ¿por qué? Porque aquello era el tipo y figura),
ya que consiste solo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.
Entró al Lugar Santísimo que está en el Cielo con Su propia Sangre, obteniendo para nosotros eterna redención, eterna salvación y reconciliación para nosotros, con Dios. Eso es lo que Cristo ha obtenido al ascender al Cielo y presentarse como Sumo Sacerdote con la Sangre propia de Él, que fue derramada en la Cruz del Calvario.
Y así, vean ustedes cómo EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN se materializa en el Sacrificio de Cristo. Y para el Día Postrero, Cristo, así como salía el sumo sacerdote del lugar santísimo ya habiendo realizando toda su labor, Cristo saldrá en el Día Postrero habiendo realizado toda Su labor: habiendo hecho intercesión por cada uno de los miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes, y también por el pueblo hebreo.
Y Cristo se presentará para proclamar la reconciliación plena de todos los hijos e hijas de Dios, y para proclamar la reconciliación del pueblo hebreo con Dios.
Y ahora, esa reconciliación y esa Obra que Cristo realizó será comprendida por el pueblo hebreo; y vean ustedes lo que sucederá: Zacarías, en el capítulo 12 de su libro, nos dice algo muy importante que ha de suceder con el pueblo hebreo. Capítulo 12, verso 10, dice:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.
Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí;
los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;
todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí”.
Y el verso 1 del capítulo 13 de Zacarías, dice:
“En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia”.
Ahí, vean ustedes cómo para el Día Postrero el pueblo hebreo despertará espiritualmente.
Ahora podemos ver por qué el pueblo hebreo no ha recibido a Cristo en Su Primera Venida, no lo recibió, y tampoco ha creído el Mensaje de Su Primera Venida. Pero miren, Dios dice por medio del profeta Isaías que el pueblo hebreo lo va a recibir. En el capítulo 59 y verso 17 al 21, dice el profeta Isaías en Palabra de Dios, dice:
“Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto,
como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa.
Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, más el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”.
El enemigo, que es el anticristo, la bestia, en donde estará el diablo encarnado, vendrá como un río; o sea que vendrá con ejércitos; y Cristo levantará bandera contra él. O sea, Cristo “levantará bandera contra él”, esto es: Cristo será manifestado en Su Segunda Venida en el Día Postrero, conforme a Su promesa, y esa es la bandera levantada en contra del enemigo en el Día Postrero.
La Segunda Venida de Cristo es la protección para todos los hijos e hijas de Dios de entre los gentiles, para la Iglesia del Señor Jesucristo, y también para el pueblo hebreo.
“Y vendrá el Redentor a Sion (ahí lo tienen), y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.
Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre”.
Y luego continúa diciendo el capítulo 60, verso 1 en adelante; dice:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti (es la Venida del Redentor a Sion, esa es la Luz para el pueblo hebreo y también para la Iglesia del Señor Jesucristo).
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”.
Esa es la Segunda Venida de Cristo viniendo como el Sol naciente en el Día Postrero, como dijo Dios por medio de Malaquías, capítulo 4 y verso 2, diciendo:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada (durante el Reino Milenial la alegría y la felicidad será grande para todos los hijos e hijas de Dios).
Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies…”.
¿Y por qué hollarán a los malos, los cuales serán ceniza bajo la planta de sus pies? Porque para el glorioso Reino Milenial ya los malos estarán quemados con fuego atómico; y la ceniza volcánica habrá cubierto todos los terrenos, y serán fértiles; y estaremos caminando sobre un terreno que ha sido preparado para el glorioso Reino Milenial.
¿Y dónde estarán los malos? Bajo la planta de nuestros pies, estarán convertidos ya en cenizas. Eso es lo que dice Malaquías, capítulo 4 y verso 1:
“… he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.
Ahora, estas profecías suenan como algo catastrófico para la raza humana, pero estas profecías son así para los malos, los que hacen maldad. Para el Día Postrero vendrá este juicio divino, así como vino el juicio divino del diluvio sobre la raza humana que vivió en el tiempo de Noé4. Encontramos que nadie creía que Dios iba a destruir la raza humana en aquel tiempo con un diluvio; vean, con agua, una cosa tan sencilla, la cual todos los días las personas tomaban; pero ahora vendría en tal forma que los ahogaría, y destruiría así a aquella generación antediluviana.
Y ahora, vean por qué fue; dice nuestro Señor Jesucristo hablando del tiempo final, hablando del tiempo de la Venida del Hijo del Hombre, dice que será como en los días de Noé5: que comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, y no conocieron, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, los destruyó a todos; así será la Venida del Hijo del Hombre, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, así será. O sea que será un tiempo paralelo al tiempo de Noé, donde la raza humana fue destruida, y solamente escaparon Noé y su familia.
Y para el Día Postrero tenemos las profecías que hablan del juicio divino que ha de venir sobre la Tierra; y la humanidad no comprenderá que en la Tierra estará Jesucristo, el Hijo del Hombre, manifestado en Su Ángel Mensajero dándonos Su Mensaje Final, el Mensaje del Evangelio del Reino, y preparándonos para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Pero los escogidos escucharán la Voz de Dios, porque “el que es de Dios, la Voz de Dios oye”6. “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”7, dice nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, vean cómo San Pablo pudo obtener también luz acerca de este pasaje de Isaías, capítulo 59, versos 17 al 21; y él menciona ese pasaje en su carta a los Romanos, en el capítulo 11, y nos dice el motivo por el cual el pueblo hebreo no recibió a Cristo en Su Primera Venida y no ha creído en el Evangelio de la Gracia, no ha creído en Cristo como su Salvador.
Ahora, vean ustedes el por qué es un misterio que el pueblo hebreo…, pues estaba esperando la Venida del Mesías; vino, estuvo con ellos, y lo rechazaron.
Ahora, de ese misterio nos habla San Pablo en Romanos, capítulo 11 y verso 25 en adelante (para no leer mucho; ustedes leen los versos anteriores en sus hogares), dice:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio (¿ven? Es un misterio), para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles…”.
O sea, hasta que haya entrado hasta el último escogido, miembro del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; o sea, hasta que se haya completado el número de los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y se complete ese número ¿dónde? En la Edad de la Piedra Angular; porque ya estas edades ya pasaron, ya están en el pasado, y solamente queda vigente la Edad de la Piedra Angular, donde son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, todos los hijos e hijas de Dios, todas las ovejas del Rebaño del Señor; son juntados (¿dónde?) en el Cuerpo Místico de Cristo, en la etapa o edad de la Piedra Angular, que es la edad correspondiente a este Día Postrero.
Y así como hubo un territorio donde Dios llamó y juntó a Sus escogidos en cada una de estas etapas de la Iglesia gentil, también para el Día Postrero, para el cumplimiento de la Edad de Piedra Angular, donde son llamados y juntados los escogidos de Dios, hay un territorio.
¿Y cuál es ese territorio?, ¿y quiénes son esas personas que serán llamadas y juntadas en este Día Postrero? Pues aquí estamos: escuchando la Voz de Cristo, la Gran Voz de Trompeta, y siendo colocados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y siendo preparados así, para pronto ser transformados y tener el nuevo cuerpo, y los muertos en Cristo ser resucitados y también tener el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de nosotros.
¿Y cuándo será esto? Cuando se complete el Cuerpo Místico de Cristo, o sea, cuando entre hasta el último de los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, que es donde entran los últimos escogidos del Cuerpo Místico de Jesucristo.
Ya los de las edades pasadas tuvieron sus mensajeros, tuvieron su Mensaje, tuvieron su época, donde entraron a la edad que les tocaba vivir.
Y ahora, ¿dónde está Dios llamando a Sus escogidos? En la Edad de la Piedra Angular, que es esta edad; y es Cristo la Piedra Angular, la Piedra que los edificadores desecharon8, el que hace el llamado en la Edad de la Piedra Angular (así como hizo el llamado en las diferentes edades, por medio de Sus siete ángeles mensajeros que ya Él envió y tuvieron sus ministerios).
Y ahora, por medio de Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular, Cristo, la Piedra que los edificadores desecharon, hace el llamado final, hace el llamado de los últimos escogidos para completarse el Cuerpo Místico de Cristo, el Templo espiritual de Cristo, y los muertos en Cristo resucitar y nosotros los que vivimos ser transformados; y así llegar a la estatura de un Varón perfecto, llegar a la imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y luego que esto haya ocurrido: que haya entrado la plenitud de los gentiles, que haya entrado hasta el último de los escogidos… porque la plenitud de los gentiles es el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo. Hasta que entre todo el Cuerpo Místico de Cristo, todos los escogidos de Dios, cuando entre hasta el último de los escogidos, ha entrado la plenitud de los gentiles.
“… y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador…”.
Ahora, vean ustedes, aquí San Pablo, tomando las palabras dadas en Isaías, nos muestra este misterio; y ahora nos muestra que el Libertador irá a Sion (¿de dónde?) – o irá al pueblo hebreo (¿de dónde?) de Sion.
Y Sion representa espiritualmente a la Iglesia del Señor Jesucristo; porque la Iglesia del Señor Jesucristo tiene la promesa de la Segunda Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Y Él reclama Su Iglesia, y Él reclama todos los derechos que le corresponden a Su Iglesia; y por consiguiente, Él nos da el cuerpo nuevo que Él ha prometido para todos nosotros.
Y por eso estando el Libertador, Cristo, manifestado en Sion, en Su Iglesia, llevando a cabo la Obra de llamar y juntar a Sus escogidos, y luego de hacer el reclamo de todo de lo que nos pertenece, y resucitar a los muertos en Cristo y transformarnos a nosotros los que vivimos: luego de eso le toca al pueblo hebreo.
Por eso ellos han estado esperando, y han estado ciegos a la Primera Venida de Cristo y la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; ellos han estado ciegos a la Expiación que fue efectuada allá, dos mil años atrás, en el monte Calvario.
Y ahora, vean ustedes lo que sucederá en la Segunda Venida de Cristo:
“Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.
Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados”.
Y ahí viene ¿qué? La reconciliación del pueblo hebreo con Dios y de Dios con el pueblo hebreo.
Y vendrá así la bendición para el pueblo hebreo, y Dios estará manifestado en medio del pueblo hebreo; y durante la gran tribulación estarán cayendo los juicios divinos sobre el reino, el imperio de la bestia, del anticristo, para ser quitado el reino del anticristo, y los reinos de este mundo pasar a ser de nuestro Señor Jesucristo y de Su Ungido, de Su Cristo9; y así comenzar (luego de la gran tribulación) el glorioso Reino Milenial, en donde estaremos todos nosotros con cuerpos eternos, como reyes y sacerdotes.
Ahora, el pueblo hebreo cuando reciba a Cristo, vean ustedes, Dios dijo por medio del profeta Zacarías, en el capítulo 12, verso 10 en adelante, que el pueblo hebreo se lamentará, llorará; y también aquí, en Apocalipsis, capítulo 1, verso 7, dice:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”.
Ahora, vean ustedes cómo Dios va a obrar para que la fiesta de la expiación que el pueblo hebreo guardaba o realizaba una vez al año, el día diez del mes séptimo de cada año, se convierta en una realidad materializada en medio del pueblo hebreo.
Ya esa Fiesta ha sido realizada por Cristo en la Cruz del Calvario; y ahora Él está en el Lugar Santísimo en el Templo que está en el Cielo, como hacía el sumo sacerdote cuando llevaba la sangre de la expiación: la sangre del macho cabrío la llevaba al lugar santísimo y la colocaba sobre el propiciatorio, donde estaba Dios manifestado en esa nube, en la luz de la Shekinah, la nube de la Shekinah.
Y cuando Cristo salga del Lugar Santísimo que está en el Cielo, la reconciliación para el pueblo hebreo se convertirá en una realidad materializada en medio del pueblo hebreo.
Vean, ellos verán la Segunda Venida de Cristo y luego comprenderán lo que fue la Primera Venida de Cristo. Ellos escucharán el Mensaje del Evangelio del Reino, y por medio de ese Mensaje conocerán la Segunda Venida de Cristo, y por medio de ese Mensaje —al estar siendo predicado— se dará a conocer la historia de lo que fue la Primera Venida de Cristo.
Y así el pueblo hebreo despertará, sus ojos espirituales serán abiertos; y verán lo que fue la Primera Venida de Cristo y lo que es la Segunda Venida de Cristo; y llorarán amargamente por el pecado de haber rechazado a Cristo en Su Primera Venida, y haber pedido la muerte de Cristo, de la cual ellos fueron cómplices; porque tanto es culpable el que realiza un crimen como el que lo planifica; y el que lo planificó fue el pueblo hebreo, y el que lo ejecutó fue el imperio romano.
Así que podemos ver que el pueblo hebreo ha estado sufriendo mucho por causa de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario; porque lo rechazaron y pidieron Su muerte10.
Y ahora, en el Día Postrero, dos mil años después, aproximadamente, el pueblo hebreo sentirá arrepentimiento por lo que hizo dos mil años atrás con la persona de Jesús de Nazaret; y sabrá el pueblo hebreo que ese era su Mesías, su Rey, el cual ellos rechazaron. Pero Él les hablará con amor, y les dará a conocer que todo eso era necesario que sucediera para llevarse a cabo la Expiación por el pecado, y así Cristo tomar de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre, que es Su Iglesia; y cuando la plenitud de la Iglesia del Señor Jesucristo, la plenitud de los gentiles, entrara, luego Cristo revelarse al pueblo hebreo.
Por eso es que todos los que han ido a la tierra de Israel para convertir al pueblo hebreo a Cristo, convertir el pueblo hebreo (como nación) a Cristo, han fracasado; pero ha habido personas del pueblo hebreo que han recibido a Cristo como Salvador como individuos, y han sido bendecidos.
Por lo tanto, la Obra no ha sido en vano, de llevar el Mensaje del Evangelio a la tierra de Israel. Los que lo han hecho, vean ustedes, han hecho una gran labor, cuando han conseguido que hebreos hayan creído en Cristo como su Salvador.
Pero la cantidad grande de los redimidos con la Sangre de Cristo, pertenecientes a la Iglesia de Jesucristo, han sido de entre los gentiles; pero como es un pueblo llamado para Su Nombre de entre todas las naciones, incluye también algunos hebreos que reciben a Cristo como su Salvador, como individuos, aunque su nación (como nación) no lo recibió, y todavía no lo ha recibido. Pero lo recibirá como nación.
Y el glorioso Reino de David, que es el Reino del Mesías, donde Cristo se sentará sobre el Trono de David, estará establecido en medio del pueblo hebreo después de la gran tribulación. Y allí estaremos con Cristo como reyes y sacerdotes, reinando con Él; porque Él nos ha redimido con Su Sangre, y la Obra del Día de la Expiación para nosotros se ha convertido en una realidad y hemos sido reconciliados con Dios. O sea que los escogidos de entre los gentiles son reconciliados con Dios primeramente, y después el pueblo hebreo.
Hemos estado viendo: “EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
Estamos nosotros viviendo en un tiempo muy glorioso, en donde hemos estado nosotros recibiendo los beneficios de la Expiación de Cristo por nuestros pecados, para nuestra reconciliación con Dios. Y la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, es uno de los beneficios que obtendremos por medio de Cristo, a causa de la Expiación de Cristo por nuestros pecados.
Hemos visto la importancia del Día de la Expiación y cómo se ha cumplido en nuestro amado Señor Jesucristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Veremos también las demás fiestas, como la de los Tabernáculos, que es el Milenio. Ya les dije que eso, al materializarse esa Fiesta de los Tabernáculos, se cumple en el Milenio, es el Milenio, así como era la séptima fiesta; y ahora es para el séptimo milenio esa Fiesta, siendo cumplida como el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y hemos visto cómo toda la Obra que Dios llevaría a cabo la reflejó en las fiestas, en esas ordenanzas de fiestas que les dio, que le dio al pueblo hebreo para cumplir, para guardar en y durante el año, cada una en su debido tiempo.
Luego miramos también en Levítico, capítulo 25, verso 8 al 13, donde el día de la expiación, en un año muy especial…; la expiación, el día de la expiación, venía todos los años el día diez del mes séptimo; pero en el año número cincuenta se efectuaba algo grande ese día de la expiación, lo cual Cristo estará materializando en este Día Postrero en medio de Su Iglesia y en este planeta Tierra.
Ahora, este año cincuenta (50 es pentecostés) es el ciclo divino que fue reflejado en el Día de Pentecostés; y ahora es reflejado en el Año de Pentecostés.
Ahora, para… cuando fue reflejado en el Día de Pentecostés, pues eso se cumplió el Día de Pentecostés, cuando 120 personas recibieron las primicias del Espíritu.
Y ahora, para el Año de Pentecostés, siendo materializado en el Programa Divino, es que recibiremos la plenitud del Espíritu de Dios, conforme a Su promesa. Y es ahí, en ese ciclo divino siendo cumplido en medio de Su Iglesia, que los muertos en Cristo resucitarán y los que estamos vivimos seremos transformados. Luego este ciclo divino se cumplirá nuevamente al final – al finalizar el Reino Milenial, y la humanidad entrar (luego del Juicio Final), entrar la humanidad que entra con vida eterna, entrar a la eternidad.
Dice, capítulo 25, verso 8 al 13, dice [Levítico]:
“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.
Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.
Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.
El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,
porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.
En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”.
Ahora, este Año de Jubileo: para la Iglesia del Señor Jesucristo es materializado en este tiempo final en el cual nosotros vivimos, en donde, luego de pasadas esas siete etapas de la Iglesia de Jesucristo (que están representadas, esas siete etapas, en esos siete años festivos que hubo durante cuarenta y nueve años), luego llegamos al año festivo número cincuenta (es el número cincuenta y también es el año festivo número ocho); y siendo el año festivo número cincuenta o el Año Cincuenta, el Año del Jubileo, siendo ese año festivo, es el tiempo en donde se entra a la plenitud de la vida eterna; para después del Milenio se entrará a la plenitud de la eternidad.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo entra a eternidad en este ciclo divino antes de comenzar la gran tribulación, porque son —de los seres humanos que viven en esta Tierra— los primeros que entran a vida eterna estando vivos aquí en la Tierra, más los escogidos de las edades pasadas.
Ahora, vean cómo eso estará siendo materializado, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el ciclo divino que es representado en el Año del Jubileo, que es la Edad de la Piedra Angular.
La Edad de la Piedra Angular está representada en el Año del Jubileo, y también la eternidad está representada en el Año del Jubileo; y por eso es que la Edad de la Piedra Angular es una edad eterna: la Edad Eterna del Amor Divino, la Edad Eterna del Señor Jesucristo, la Piedra que los edificadores desecharon; y por eso en esa edad es que la Iglesia del Señor Jesucristo que ha partido resucitará en cuerpos eternos, y entrará a eternidad en cuerpos visibles, en cuerpos glorificados; y nosotros los que vivimos entraremos a eternidad física también, recibiendo una transformación de nuestros cuerpos; y siendo así todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, hemos visto el misterio del Año del Jubileo también aquí, que se efectúa en el Día de la Expiación.
Ahora, vean lo importante que es el Día de la Expiación para la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero: es el tiempo en donde cada uno regresa a su Familia y a su posesión, o sea, a su herencia; y es el día en donde se escucharía el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje que proclama libertad en toda la Tierra, el Mensaje que anuncia esta gran liberación que Dios estará realizando con y en Sus hijos que han partido, y en los que vivimos en este tiempo; pues regresaremos a vida eterna con un cuerpo teofánico eterno y también con un cuerpo físico eterno, un cuerpo glorificado; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
En este Día de la Expiación del Año del Jubileo se refleja la eternidad, que viene después del séptimo milenio, que viene después del Reino Milenial y que viene después del Juicio Final. Y también se refleja la Edad de la Piedra Angular; y por eso está representada en el ocho, porque el ocho representa infinito [∞] y también eternidad.
Y el año del jubileo, el año cincuenta, era también el año número ocho festivo, en donde se proclamaba libertad en toda la tierra, y en donde se regresaba a la herencia, a la posesión y a la familia cada cual; cada uno regresaba a su familia y a su herencia.
Y ahora, vean dónde nos encontramos en el Programa Divino: nos encontramos en el ciclo divino de la Edad de la Piedra Angular, representado en el día de la expiación del año cincuenta; o sea, representada nuestra edad en el año del jubileo; y ahí es donde Cristo en algún momento saldrá del Trono de Intercesión, para así cada escogido de Dios regresar a su herencia y a su Familia, nuestra Familia celestial, pues somos colocados en lugares celestiales en Cristo Jesús11.
Y nos dice San Pablo… Vean ustedes, si alguna persona escucha decir que hay seres humanos aquí, que viven en la Tierra, que son seres celestiales, se asustan y piensan o creen que no es verdad; o piensan y dicen: “Pues son los extraterrestres que están con nosotros”.
Pero mire, todo ser humano viene de otra dimensión, por lo tanto, es un extraterrestre; y los escogidos de Dios también son extraterrestres, y nuestro Señor Jesucristo también es un extraterrestre. ¿No dijo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”12? Y también dijo… Él también nos dijo: “Salí del Padre, y vuelvo al Padre; salí de Dios, y vuelvo a Dios”13.
Y esta clase extraterrestre, miren, no es de los que necesita un avión o un cohete para irse al Cielo. Cuando Jesucristo fue a ascender al Cielo, se despidió de Sus discípulos y ascendió al Cielo; y una nube lo desapareció14, se lo llevó al Cielo; porque iba a la séptima dimensión, iba directo al Templo que está en el Cielo, al Lugar Santísimo de ese Templo que está en el Cielo.
Y ahora, vean lo que nos dice San Pablo: capítulo 15 de Primera de Corintios, versos 42 en adelante, dice:
“Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción”.
Ahora, vean ustedes, hemos venido en este cuerpo corruptible y hemos sido sembrados aquí por Dios, colocados aquí en este cuerpo corruptible; pero se resucitará en incorrupción, o sea que los santos que han partido resucitarán en cuerpos incorruptibles.
“Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder”.
Porque ahí estará todo el poder de Dios manifestado en ese cuerpo nuevo; y se resucita en gloria también, porque se resucita con el cuerpo teofánico dentro del cuerpo físico que hemos de tener.
“Se siembra cuerpo animal (este cuerpo que tenemos es cuerpo animal), resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual (el cuerpo de Jesucristo es cuerpo espiritual y celestial)”.
Ahora, vean ustedes, sigue diciendo:
“Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal…”.
Y si una persona no es fiel en lo poco, estando en este cuerpo animal, pues en lo mucho no va a ser colocado; no va a ser colocado en el cuerpo celestial, espiritual y glorificado, porque ahí es donde está lo mucho, ahí es donde está la herencia de Dios siendo dada a esas personas. Pero a los que son fieles estando en este cuerpo mortal y animal, la promesa es, dada por Cristo: “En lo poco has sido fiel…”15.
Vean, estar en este cuerpo es estar en lo poco; solamente tenemos aquí una temporada de 70 a 100 años; algunos logran pasar de los 100, pero siempre se muere; el más que vivió fue Matusalén, y por más que vivió (lo cual fueron 969 años)16, con todo y eso se murió.
Y ahora, si uno que vivió tanto se murió, cuánto más los de esta generación, que solamente la ciencia le asegura un lapso de tiempo normal de unos… ¿cuántos años? ¿70 años? Quizás menos.
Pero vean ustedes, la Biblia habla de 70 años, y en los más fuertes 8017. O sea que la Biblia asegura más tiempo, más edad, más años a los seres humanos que la misma ciencia; porque todo depende de las condiciones en que esté el mundo, la humanidad, en cada época.
Si hay mucha contaminación y hay muchos problemas, y no hay solución a esos problemas, pues la vida del ser humano se acorta; pero si hay solución a esos problemas, pues se puede alargar un poco más; pero no llega a 200 años, ni a 300, ni a 500, ni a 800, ni a 900 y algo.
Sin embargo, hay una forma de llegar a 100 años, a 200, a 500, a 1000, a 2000, a 100.000, a 1’000.000, y por ahí usted le sigue añadiendo; y solamente hay una palabra que se puede usar: eternidad. Una vida eterna para todos los creyentes en Jesucristo, que le han recibido y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, y han recibido la Expiación de Cristo, y han recibido Su Espíritu Santo; es una vida eterna que Él ha prometido para Sus hijos.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 6 y verso 40:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para quién es la promesa de la resurrección en el Día Postrero, y la vida eterna? Para los que han creído en nuestro amado Señor Jesucristo, han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero y han recibido Su Espíritu Santo; y han sido cambiados, o sea, han nacido de nuevo; así es como se nace en el Reino de Dios, y se viene a ser parte del Cuerpo Místico de Jesucristo.
Sigo leyendo acá en Primera de Corintios, capítulo 15 (donde estábamos leyendo), donde nos dice:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”.
O sea que lo que viene para los hijos e hijas de Dios es lo espiritual, es el cuerpo glorificado y eterno en el cual viviremos por toda la eternidad; y estaremos jovencitos, representando por toda la eternidad de 18 a 21 años, estaremos en la flor de la juventud.
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo (¿ven que es del Cielo, Jesús? Vino del Cielo).
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales (¿quiénes son los celestiales? Los hijos e hijas de Dios).
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”.
O sea que, así como hemos venido a esta Tierra con un espíritu del mundo y un cuerpo mortal y corruptible, vendremos con la imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo: vendremos con un cuerpo teofánico dentro del cuerpo físico y eterno que hemos de recibir; y así estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios…”.
Con este cuerpo mortal no podemos heredar el Reino de Dios; nuestra herencia no la podemos obtener teniendo este cuerpo terrenal. Cuando tengamos el cuerpo eterno, tendremos nuestra herencia; y estaremos como reyes y sacerdotes en este planeta Tierra, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Y si se llena este planeta Tierra, no se preocupen: miren durante la noche hacia el cielo, en una noche estrellada, y ustedes verán que hay muchos lugares en donde podemos ir cuando tengamos el nuevo cuerpo. Y son lugares que Dios ha creado con un propósito; no solamente para estar allí de adorno, cada lugar, cada planeta, cada estrella y cada sol, sino que están allí con un propósito divino.
Y cuando ya estemos transformados y tengamos así el nuevo cuerpo, y estemos reinando con Cristo, de ahí en adelante veremos cuál es el Programa con todo ese sistema planetario que Dios creó.
Todo eso es parte de nuestra herencia; y somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús18. O sea que Cristo es el que estará a la cabeza de todos los herederos, para la labor que se habrá de llevar a cabo luego de la gran tribulación, y luego de los reinos de este mundo, cuando estén ya en las manos de Jesucristo.
Sigue diciendo:
“He aquí, os digo un misterio…”.
Vean:
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
O sea que este cuerpo no puede ser incorruptible, porque es temporal y es un cuerpo corruptible; por lo tanto, no puede vivir eternamente sin corromperse: tiene que ponerse viejo y morir. Pero habrá algunos que no verán muerte, porque cuando los muertos en Cristo resuciten, los que estemos vivos y los veamos resucitados, seremos transformados sin ver muerte; y tendremos así el nuevo cuerpo; seremos transformados en nuestros átomos, y así es como se cumplirá esa promesa de la transformación de nuestros cuerpos.
Sigue diciendo:
“He aquí, os digo un misterio (es un misterio del Reino de Dios): No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados (o sea, todos vamos a tener un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, y todos vamos a ser a imagen y semejanza de Jesucristo. Todos vamos a ser transformados, de mortales a inmortales),
en un momento (¿cuándo?), en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.
Es muy importante tomar en cuenta esta Trompeta; porque esta es la Trompeta del Año del Jubileo, esta es la Trompeta que estará sonando, y esa es la Trompeta del Mensaje del Evangelio del Reino proclamando el Mensaje correspondiente al Día Postrero, y revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo. Sigue diciendo:
“… y los muertos (o sea, los muertos en Cristo de las edades pasadas, y algunos de los nuestros que se han ido) serán resucitados incorruptibles (o sea, en cuerpos eternos), y nosotros seremos transformados.
Porque es (menester) necesario que esto corruptible (este cuerpo corruptible) se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
Y de ahí en adelante nunca más morirá un escogido de Dios. Y los que viven en esta Tierra seguirán viviendo eternamente, si son escogidos de Dios, y son llamados y juntados y escuchan la Voz de Cristo, la Trompeta Final, que es el Mensaje del Evangelio del Reino dando la revelación, el Mensaje del Día Postrero, y proclamando libertad en toda la Tierra: revelando, anunciando, que hemos llegado al tiempo en que los hijos e hijas de Dios serán libertados, serán adoptados, serán transformados y tendrán el cuerpo eterno, y recibirán la herencia de Dios, la cual perdió Adán y Eva en el Huerto del Edén.
“EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
Todo esto ocurre en el Día de la Expiación actualizada en medio de la Iglesia de Jesucristo, en este Día Postrero; ocurre todo esto en el Año del Jubileo, en el Día de la Expiación del Año Cincuenta, todo eso actualizado en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Vean ustedes, hay dos cosas grandes que Dios tiene aquí en la Tierra, y son las dos cosas mayores que Dios tiene en la Tierra. ¿Saben cuáles son? Más grande que eso no hay nada: Una es Su Espíritu Santo, y la otra es la Iglesia del Señor Jesucristo. Esas son las dos cosas mayores que Cristo tiene, que Dios tiene, aquí en la Tierra.
Así que podemos ver que la Iglesia del Señor Jesucristo no es cualquier cosa, como quizás algunas personas han pensado sin darse cuenta que dos cosas grandes Dios tiene aquí, las más grandes: Su Espíritu Santo y Su Iglesia; y las dos cosas están juntas, porque Su Espíritu Santo está (¿dónde?) en Su Iglesia.
Así que vean ustedes lo que es la Iglesia del Señor Jesucristo: el lugar donde está Dios, la cosa más grande que existe, y que es el Creador de toda la Creación.
Y ahora, vean cómo Cristo ha ido actualizando todas esas fiestas del pueblo hebreo, y cómo el día de la expiación estaba señalando a algo más grande que un mero día en el cual se llevaba a cabo el sacrificio de un macho cabrío: estaba representando a Jesucristo y Su Obra de Expiación.
Cristo es nuestra Expiación. Usted no necesita un macho cabrío cada año, como se hacía en medio del pueblo hebreo, para ser sacrificado el día de la expiación por sus pecados, para ser reconciliados con Dios. Ya tenemos el Sacrificio perfecto de la Expiación, que es nuestro amado Señor Jesucristo.
“EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro amado Salvador, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y los beneficios de la Expiación de Cristo se materialicen en toda su plenitud en cada uno de ustedes y en mí también; y pronto todos seamos transformados, los que vivimos, y los muertos en Cristo sean resucitados, y estemos todos juntos aquí en la Tierra con el nuevo cuerpo; y estemos de 30 a 40 días aquí, y luego vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial, como Cristo lo ha prometido. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ha sido realmente un momento para mí muy importante, este, al estar hablándole a ustedes del Día de la Expiación, de ese misterio; y poder ver a través de la Escritura dónde nos encontramos en este Día Postrero; y ver que tenemos la Expiación, tenemos a Cristo, nuestra Expiación por el pecado.
Vamos a pedirle al reverendo Miguel Bermúdez Marín, pase por aquí para continuar.
Yo le doy gracias a Dios, porque Dios tiene aquí en la América Latina y el Caribe, y aquí en Guatemala, personas que han recibido la Expiación del Día de la Expiación actualizada, materializada, cumplida en Jesucristo, y hemos sido reconciliados con Dios.
Y ahora nuestra alma y nuestro espíritu está reconciliado con Dios. Y pronto tendremos el cuerpo físico que Él ha prometido, el cual será eterno, para vivir por toda la eternidad, reconciliados con Dios por toda la eternidad.
Que Dios les bendiga y les guarde. Y vamos a pedirle a Miguel pase por aquí para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL MISTERIO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.
[Revisión julio 2022]
1 1 Corintios 5:7
2 San Juan 6:53-56
3 Romanos 8:15
4 Génesis 7:1-24
5 San Lucas 17:26-27
6 San Juan 8:47
7 San Juan 10:27
8 Salmos 118:22, Hechos 4:11, 1 Pedro 2:7
9 Apocalipsis 11:15
10 Mt. 27:22-25, Mr. 15:12-15, Lc. 23:20-25
11 Efesios 2:6
12 San Juan 3:13
13 San Juan 16: 28
14 San Marcos 16:19, San Lucas 24:51, Hechos 1:9-11
15 San Mateo 25:23
16 Génesis 5:27
17 Salmos 90:10
18 Romanos 8:17