[Inicia cortada la grabación de video]… amigos y hermanos presentes en este lugar, y radioyentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes este tema:
“EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”.
En esta ocasión quiero leer en San Mateo, capítulo 24, versos 1 al 3, donde dice de la siguiente manera:
“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Y estando él (Jesús) sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.
“EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”, ese es nuestro tema para esta ocasión.
Jesucristo habló mucho acerca del fin del siglo y de las cosas que sucederían, porque esto es lo más importante para la raza humana que estará viviendo en el fin del siglo.
Las cosas que Dios ha dicho por medio de Sus profetas en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, es lo más importante en el Programa Divino; y por eso es que tanto nos habla del fin del siglo el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento también.
Y nuestro amado Señor Jesucristo nos mostró las cosas que estarían sucediendo en el fin del siglo. O sea que para una persona saber que estaría viviendo en el fin del siglo, solamente tendría que mirar estas cosas que Cristo dijo que estarían sucediendo en el fin del siglo, y reconocer que está viviendo en el fin del siglo.
Por lo tanto, veamos cuáles son las cosas que están prometidas para suceder en el fin del siglo, y entonces descubriremos si estamos o no estamos viviendo en el fin del siglo.
Vean, los apóstoles le preguntaron a Jesús cuándo serán estas cosas, o sea, la destrucción de Jerusalén y el templo; lo cual encontramos que sería para aquel siglo (el primer siglo), lo cual se cumplió en el año 70, en donde el general romano Tito entró a Jerusalén, la cercó y luego la destruyó.
Cristo había profetizado de la destrucción de Jerusalén cuando dijo: “No quedará aquí piedra sobre piedra que no sea destruida, derribada”1.
Y también en San Lucas, capítulo 19, verso 41 al 44, Jesucristo, cuando iba rumbo a Jerusalén en Su entrada triunfal, cuando estaba llegando a la ciudad, dice en el capítulo 19, verso 41 al 44, de San Lucas:
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”.
No conoció el tiempo de la Visitación Divina en carne humana por medio de nuestro amado Señor Jesucristo, por este joven carpintero de Nazaret en el cual estaba Dios manifestado en carne humana en toda Su plenitud.
El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que había libertado al pueblo hebreo en Egipto y los había llevado a la tierra prometida, y luego había hablado por medio de los profetas del Antiguo Testamento, ahora estaba manifestado en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret.
O sea que aquel hombre de la sexta dimensión, llamado el Ángel de Jehová, que es el mismo Dios vestido de Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, se vistió luego también de un cuerpo físico; y ahí habitó el Dios Todopoderoso con Su cuerpo teofánico, dentro de un cuerpo físico.
Eso era nada menos que la Venida del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, como estaba prometido en Malaquías, capítulo 3, versos 1 en adelante, donde dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Ahora, vean ustedes que el que vendría sería el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual había libertado al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Ese es el que vendría en carne humana, en el cumplimiento de la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo. Y para Su Venida Él enviaría un precursor, un profeta que le estaría preparando el camino. Vean ustedes, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.
Y ahora, vean ustedes, ese profeta mensajero que le preparó el camino ¿fue quién? Juan el Bautista. Juan el Bautista, el cual —conforme a la profecía— era Elías, estaba prometido como Elías viniendo para prepararle el camino al Señor; y cuando vino se llamaba Juan.
Ahora, ¿cómo se puede comprender esto?, pues es un misterio la venida de Elías, y cuando viene se llama Juan. Es que Elías es el ministerio que Dios estaba operando en él.
Ese mismo ministerio había operado en Elías Tisbita, luego lo había operado en Eliseo, y luego lo operó en Juan el Bautista; y luego lo operó, por cuarta vez, en el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, veamos, el precursor de la Primera Venida de Cristo: Juan el Bautista, vino con el espíritu y virtud de Elías, dice el Arcángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1, y versos, vamos a ver… Aquí es el Arcángel Gabriel el que está diciendo quién es Juan el Bautista. Dice:
“E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
(San Lucas, capítulo 1, verso 17).
Así le habló el Arcángel Gabriel al sacerdote Zacarías en cuanto al hijo que tendría por medio de su esposa Elisabet; pues el sacerdote Zacarías ya estaba avanzado en edad y no tenía hijos por medio de su esposa Elisabet; y habían orado a Dios por un hijo, y ahora le era concedida la petición al sacerdote Zacarías. Porque Dios escucha la oración de Sus hijos; y aunque parezca tarde la contestación, nunca es tarde, porque Dios sabe cuándo es el mejor momento para la persona ver materializada la petición que le ha hecho a Dios.
Ahora, miren ustedes, Dios le iba a dar…
Mientras más se tarda el tiempo, más grande es la bendición.
Ahora, Dios le va a conceder la petición al sacerdote Zacarías y le va a dar un hijo muy grande: “… será grande delante de Dios”2: será profeta de Dios. ¡Y qué profeta!: el profeta precursor de la Primera Venida de Cristo viniendo con el espíritu y virtud de Elías; o sea, viniendo con el ministerio del profeta Elías.
Porque el que opera los ministerios, y los da, es el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo estaría en Juan el Bautista, operando el mismo ministerio que había operado en Elías Tisbita y en Eliseo; ahora lo estaría operando por tercera ocasión. Y por eso está prometido que vendría o que vendrá Elías.
Ahora, vean ustedes, cuando vino Elías lo que vino fue el ministerio de Elías en un hombre, en un profeta, llamado Juan el Bautista.
Jesucristo también dio testimonio acerca de Juan el Bautista y lo identificó en el capítulo 13, lo identificó como el profeta prometido para aquel tiempo. Capítulo 11, verso 14, Jesús hablando acerca de Juan el Bautista, dice [San Mateo]:
“Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir”.
¿Quién es el Elías que había de venir en aquel tiempo preparándole el camino al Señor en Su Primera Venida? Era Juan el Bautista, en el cual estaba el ministerio del profeta Elías siendo operado por el Espíritu Santo, manifestado el Espíritu Santo en Juan el Bautista.
Luego, en San Mateo, capítulo 17, versos 10 en adelante, cuando Jesús bajó del Monte de la Transfiguración con Pedro, Jacobo y Juan, se le acercaron Sus discípulos, y dice así la historia:
“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.
Ahora, vean cómo aquí nuevamente Jesús identifica a Juan el Bautista como el Elías que tenía que venir en aquel tiempo preparándole el camino al Mesías.
De seguro los fariseos y los escribas les decían a los discípulos de Jesucristo, les decían a los discípulos de Jesucristo: “Miren, Jesús no puede ser el Mesías, porque primero tiene que venir Elías; ¡y Elías no ha venido!”. Pero Elías estaba allí, porque era Juan el Bautista, en el cual estaba el ministerio de Elías precursando la Primera Venida de Cristo.
Porque siempre que Dios promete la venida de un profeta que ya vino en el pasado, viene el cumplimiento de esa promesa en otro hombre. Es el ministerio de aquel profeta del pasado siendo manifestado por el Espíritu de Dios en otro hombre. Así es como Dios cumple la promesa de la venida de un profeta que vino ya en el pasado.
Y ahora, vean ustedes cómo esa promesa de la venida de Elías fue cumplida primero en Elías Tisbita, después en Eliseo, pues los hijos de los profetas, cuando vieron a Eliseo que abrió el Jordán con el manto de Elías, dijeron: “El espíritu de Elías ha reposado sobre Eliseo”3. Esa fue la petición que hizo Eliseo: que el espíritu de Elías viniera en una doble porción sobre él4. Y Dios le había dicho al profeta Elías que Eliseo sería el que vendría después de él5; o sea, el profeta que sucedería a Elías sería Eliseo; o sea, el sucesor de Elías fue Eliseo.
Y ahora, luego de Eliseo volvió Elías y se llamó Juan el Bautista. O sea, el velo de carne siempre es un velo de carne nuevo, es un profeta nuevo, pero con el ministerio de aquel profeta del pasado, que es operado por el mismo Espíritu Santo que estaba en aquel profeta.
Y ahora, vean ustedes cómo, cuando vino por tercera vez, el velo de carne se llamaba Juan el Bautista, pero el ministerio se llamaba ¿cómo? Elías.
Cuando vino por cuarta ocasión, miren ustedes, fue el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, vamos a ver algo muy importante. Cuando vino por tercera vez y el velo de carne se llamaba Juan el Bautista, se estaba viviendo en el tiempo correspondiente a la Primera Venida de Cristo; allí estaba Su precursor, allí estaba el que le estaría preparando el camino. Y le preparó el camino, y murió.
Y allí también estaba el Mesías, el cual había sido introducido por Juan el Bautista cuando dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”6. También Juan el Bautista dijo: “Yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender sobre él en forma de paloma, ese es él”. Y Juan dice: “Y yo le vi, y he dado testimonio que le vi”7.
Ahora, vean ustedes cómo Juan el Bautista había anunciado: “Después de mí viene un hombre, un varón, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado. Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”8. Y cuando apareció ese hombre, Juan dijo: “Este es el hombre. He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Lo presentó como el Cordero de Dios. ¿Por qué como el Cordero de Dios? Porque venía (¿para qué?) para quitar el pecado del mundo.
Ahora, vean ustedes, con la presencia de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret, aquella generación estaba recibiendo la señal del fin de la Dispensación de la Ley y del comienzo de una nueva dispensación; y estaban recibiendo una señal muy grande de parte de Dios. Era una señal muy grande, porque cuando Dios envía un profeta, esa manifestación de Dios en un profeta es una señal grande para el pueblo de Dios; y cuando envía dos, la señal es mayor.
Ahora, vean ustedes, allí estaba una señal doble de parte de Dios para el pueblo hebreo; pero ellos no pudieron comprender lo que estaba sucediendo.
La señal de que estaban viviendo en el tiempo de la Venida del Señor, de la Primera Venida de Cristo, era que allí estaba el precursor: Juan el Bautista, y luego apareció el precursado: Jesús de Nazaret.
Ahora, eran personas tan sencillas que no podían pensar, los grandes líderes religiosos, que esas dos personas: Juan el Bautista y Jesús de Nazaret, uno era el precursor, Elías, y el otro era el precursado; y no podían comprender ese misterio que estaba siendo cumplido allí en medio del pueblo hebreo. Jesús dijo: “Está velado de vuestros ojos”.
Y les dijo que vendría el juicio divino sobre Jerusalén por causa de que no habían conocido el tiempo de Su Visitación, no habían reconocido el cumplimento de las promesas mesiánicas correspondientes a aquel tiempo, en donde estaba en medio de ellos el Ángel de Pacto, el Ángel de Jehová, el Verbo encarnado, hecho carne, en la persona de Jesús de Nazaret, en un joven carpintero de Nazaret, o sea, en un obrero de la construcción.
Ellos estaban esperando la venida de un rey, y vean ustedes, ese rey viene como un obrero de la construcción, y viene en una forma sencilla, en una forma humilde, y no podían creer que ese fuera el Mesías. Y si ellos veían que ese era el Mesías, tampoco lo querían recibir, porque no tenía atractivo para ellos.
¿Qué atractivo religioso y que atractivo como rey puede tener un carpintero? Como rey no tiene ningún atractivo un carpintero, tendrá atractivo como carpintero, pero no como rey.
Ahora vean ustedes, cuando Dios promete algo grande, Él lo cumple en forma sencilla; y cuando lo cumple y envía al mensajero para ese tiempo, ahí está la señal más grande que Dios ha prometido para ese tiempo. La presencia de un profeta en la Tierra es una señal muy grande de parte de Dios para la raza humana.
Por ejemplo, en el tiempo de Noé, la presencia del profeta Noé en la Tierra era la señal de que había llegado el fin de la generación antediluviana, y que de un momento a otro Dios destruiría aquella generación.
Y por medio del profeta Noé se estaban escuchando las noticias de que la destrucción para aquella generación vendría, y se estaban escuchando las noticias de la forma en que escaparían los que iban a escapar del juicio divino que vendría sobre la Tierra: por medio de un arca que estaba construyendo el profeta Noé.
Ahora, vean ustedes cómo para aquel tiempo la humanidad tuvo una señal muy grande, era un profeta dispensacional. Cuando Dios envía un profeta a la Tierra, es ese profeta la señal de parte de Dios para la raza humana; y cuando envía un profeta dispensacional, esa es una señal cientos de veces mayor que la señal de un profeta sencillo, de un profeta de una edad. Cuando es de una dispensación, un evento mayor en el Programa Divino se lleva a cabo en ese tiempo.
Y ahora, vean ustedes, un cambio de dispensación se lleva a cabo, llega el final para una dispensación y el comienzo para otra nueva dispensación, con un nuevo Mensaje dispensacional y con un nuevo profeta dispensacional.
Y ahora, vean ustedes cómo para el tiempo del profeta Noé, la señal estaba en medio de la raza humana; porque hay señales en el cielo, en las estrellas, en la luna, en el sol; y esas señales, cuando las personas las ven, si no conocen las Escrituras y no hay quién les explique el significado, no pueden comprender lo que están viendo.
Ahora, también hay señales en medio del pueblo de Dios, hay señales en medio del pueblo hebreo y hay señales en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; hay señales en medio de la raza humana. Y cuando se realiza una señal en medio de la raza humana, una de ellas y la más grande de todas es la presencia de un profeta en medio de la raza humana; esa es la señal más grande que pueda ser vista en medio de la raza humana.
Y ahora, vean ustedes cómo la señal para la generación del tiempo de Noé, la generación antediluviana, la señal estaba en medio de ellos: era el profeta Noé.
Y ahora, vean ustedes cómo también para el tiempo de Jesús fue lo mismo.
Para el tiempo también del profeta Moisés, la señal grande en medio del pueblo era el profeta Moisés, en el cual y con el cual estaba la Columna de Fuego, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en esa teofanía.
Y ahora, vean ustedes cómo aquella señal estuvo en medio del pueblo hebreo y estuvo también en medio de Egipto; y por medio de la manifestación de esa señal se cumplió el Programa Divino, y el pueblo hebreo salió libre y salió rumbo a la tierra prometida.
Ahora vean, para el tiempo final, ¿cuál será la señal para poder ver el misterio del fin del siglo? En San Mateo los discípulos le preguntan a Jesús, San Mateo 24, versos, vamos a ver, verso 3, le preguntan diciendo, le dicen:
“Dinos, ¿cuándo serán estas cosas…?”.
Esto era lo de la destrucción de Jerusalén. Él les dijo: “Cuando ustedes vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, ha llegado su destrucción. El que esté dentro salga de ella, y el que esté fuera no entre a ella, porque ha llegado su destrucción”9. Y eso ya se cumplió en el año 70, cuando el general romano Tito destruyó a Jerusalén.
Y ahora, la señal de Su Venida:
“¿… y qué señal habrá de tu venida (y la otra es) y del fin del siglo?”.
La señal de la Venida del Señor y la señal ¿de qué? Del fin del siglo. La señal en el cielo, de la Venida del Señor, vamos a ver cuál es. Capítulo 24, verso 30 al 31, dice [San Mateo]:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…”.
En el cielo aparecen señales que dan testimonio de lo que Dios está haciendo en la Tierra. Y vean ustedes que para la Primera Venida de Cristo (lo cual se conmemora en este mes de diciembre), hubo una señal en el cielo llamada la Estrella de Belén.
En el libro de Números también nos dice que de Jacob saldría una estrella. De Jacob saldría una Estrella, y cuando Jesús nació en Belén de Judea, en el cielo se estaba viendo la Estrella de Belén10. Esa gran señal que apareció en el cielo era conforme a la promesa divina de que una estrella saldría de Jacob.
Y vean ustedes cómo, esta señal tan grande que apareció en el cielo, no fue comprendida; aunque fue vista en el cielo. Los magos la vieron, las personas que vivían en la tierra de Israel la vieron, y también la habían visto en la Biblia, en Números, capítulo 24, verso 17, donde nos habla que de Jacob saldría una Estrella.
Recuerden que cuando Dios le dijo a Abraham que lo bendeciría y haría de él una nación grande y poderosa, le dijo: “Mira al cielo, y mira las estrellas, y cuéntalas, si las puedes contar”11. Abraham miró y de seguro era una noche muy estrellada, y pensó: “¿Quién podrá contar tantas estrellas?”. Solamente mirando la vía láctea era innumerable la cantidad de estrellas que él veía; y Dios le dijo: “Así será (¿qué?) tu descendencia, tu simiente”.
Ahora, vean cómo la simiente de Abraham está representada (¿en qué?) en estrellas. Y vean cómo el Mesías también está representado en una estrella.
Vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 2, verso 28, dice de la siguiente manera:
“… y le daré la estrella de la mañana”.
¿A quién? Al que venciere. Y el capítulo 22 y verso 16, del Apocalipsis, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
¿Qué estrella representa a Cristo? La Estrella resplandeciente de la Mañana. Esa es la estrella que en estos días estamos viendo, y que se ve tan grande que parece el foco de un avión que viene, pero no se mueve; y uno dice: “Pues no es un avión, sino que es (¿qué?) la estrella”.
Estamos viendo la estrella que representa a Cristo, estamos viendo la estrella que representa la Venida de Cristo, estamos viendo la estrella que da testimonio de la Primera y Segunda Venida de Cristo.
Ahora, vean ustedes cómo esa estrella está dando testimonio de la Venida del Señor.
Ahora, ya en el tiempo de la Primera Venida de Cristo, la Estrella de Belén fue vista; y los magos, viviendo en el área de Babilonia y siendo creyentes en la Biblia, siendo de seguro descendientes de estos hebreos que habían sido llevados cautivos (como Daniel y sus amigos)…, los cuales tenían las Escrituras de Daniel, las profecías de Daniel, y sabían que para el pueblo hebreo vendría el Mesías, o sea, la Piedra no cortada de manos.
Y ellos estaban esperando la venida del Mesías, aunque vivían allá entre los gentiles. Y cuando vieron la señal en el cielo salieron rumbo a la tierra de Israel, llegaron a Jerusalén, preguntaron por el Mesías; y nadie sabía del nacimiento del Mesías, nadie sabía del nacimiento del Rey de Israel. Ellos decían, vean ustedes, capítulo 2 de San Mateo:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.
¿Por qué se turbaron? Porque cuando la persona no tiene conocimiento del Programa Divino, se turba. Lo que evita que una persona esté turbada es conocer el Programa de Dios.
Ahora, vean ustedes, toda Jerusalén también estaba turbada cuando escucharon esta noticia de que ya el Rey de los judíos estaba en la Tierra; y ni el sumo sacerdote, ni los doctores de la Ley, ni los sacerdotes de la religión hebrea, ellos no sabían nada del cumplimiento de la Venida del Mesías.
Es como si en este tiempo dijésemos que la Segunda Venida de Cristo esté cumplida, y la gente diría: “Pero nuestros líderes religiosos no nos han dicho nada, no saben nada”. Pues miren, así sucedió. No sabían nada. El sumo sacerdote, el líder máximo de la religión hebrea, nada sabía acerca del cumplimiento de la Primera Venida del Mesías, y no entendía esa señal en el cielo. Y vienen unos magos de tan lejos a decir que esa señal que está en el cielo significaba que el Mesías ya estaba en la Tierra, que el Rey de Israel estaba en la Tierra; pero en Jerusalén nada sabían.
Ahora, vean ustedes, el rey Herodes se interesó (o sea, el mundo político, representado en el rey Herodes, se interesó), porque con la Venida del Mesías vendría un cambio. Y el rey Herodes no quería dejar el trono, porque si el Mesías aparecía, se iba a sentar sobre el Trono de David, e iba a reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; por lo tanto, el imperio de los romanos, el imperio de los Césares, iba a ser quitado; y Herodes pues estaba bajo el control o dominio del imperio de los Césares.
Ahora, vean ustedes, el rey Herodes preguntó por qué tiempo comenzó a salir la Estrella; y conforme a la información que le dieron los magos ya llevaba dos años apareciendo esa Estrella12; por lo tanto, el Mesías tendría unos dos años de edad de haber nacido.
Por eso es que el Mesías nació en Belén de Judea, en un establo; pero luego, cuando los magos llegan a la casa, cuando los magos llegan donde el Mesías, ya se encuentra en una casa, no se encuentra en un establo, ¿por qué? Porque ya está de dos años de edad aproximadamente.
Y ahora, vean ustedes cómo estos magos salieron buscando al Mesías, porque ellos entendieron el significado de esa señal en el cielo; y lo encontraron13. Y no se detuvieron ni se desanimaron hasta encontrar al Mesías, al que estaban ellos buscando conforme a las profecías bíblicas que hablaban que el Mesías tenía que aparecer en aquel tiempo.
Ahora, vean ustedes, la Venida del Mesías aquí en la Tierra dos mil años atrás era la señal más grande en medio de los seres humanos. Y en el cielo, la señal de la Estrella de Belén era la señal de que ya el Mesías estaba en la Tierra.
Ahora vean, para el Día Postrero, para la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, nos dice el mismo Jesucristo en el Evangelio según San Mateo, capítulo 24, verso 30 en adelante:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…”.
En 1963 apareció en el cielo una señal muy grande, muy importante: una estrella… o sea, una nube, una nube muy grande, la cual fue tomada en fotos; y en febrero 28 de 1963 apareció esta nube misteriosa en el cielo, a unas 26 millas de altura, con un tamaño de 30 millas de ancho por 50 millas de largo14; a una altura donde no viajan los aviones y donde no se forman nubes porque no hay humedad. Por lo tanto, para la ciencia fue una nube misteriosa.
Pero el precursor de la Segunda Venida de Cristo dijo que, cuando esto ocurrió, siete ángeles le aparecieron a él, y lo arrebataron y lo llevaron a esa nube, a esa constelación; y lo que formó a esa nube fueron ángeles enviados de Dios15.
Vean ustedes, cuando Jesucristo ascendió al cielo una nube también apareció y fue vista por los discípulos del Señor Jesucristo16. Cuando Dios le apareció al profeta Moisés, y también le apareció al pueblo hebreo y libertó al pueblo hebreo, una nube estaba presente en medio de ellos; la cual era de fuego durante la noche, y durante el día era una nube que los cubría del sol; la Columna de Fuego o Nube de Fuego durante la noche17.
Ahora, vean cómo en el Monte de la Transfiguración también una nube cubrió a Pedro, Jacobo y Juan y Jesús; y desde la nube salió una Voz que dijo: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia, o contentamiento; a Él oíd”18.
Ahora, podemos ver que esa no era una nube de humedad, de agua, sino era una Nube Divina, donde Dios estaba manifestado.
Y así fue también en el Antiguo Testamento, cuando Dios le dio la Ley al pueblo hebreo en el monte Sinaí19, así como sucedió también en el Monte de la Transfiguración.
Y ahora, podemos ver que para el Día Postrero Cristo dice que habrá una señal en el cielo: la señal del Hijo del Hombre en el cielo.
La señal del Hijo del Hombre en el cielo: una nube misteriosa apareció en el 1963, febrero 28, y eran ángeles de Dios, los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, que fueron enviados en cada una de las edades, y luego otro Ángel que era muy diferente a los demás.
Ese Ángel que era muy diferente a los demás, que es el que está volando con sus alas extendidas y forma el cabello blanco del Señor, ese Ángel es el que tiene el Séptimo Sello, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en el libro de Los Sellos, en la página 469 en español.
Y ahí está el misterio de esa nube: es una nube formada por ángeles de Dios, mensajeros de Dios: los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil y el Ángel que tiene el Séptimo Sello. Ahí está el Ángel del Pacto, en esa nube, con sus siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.
Y, sigue diciendo la Escritura [San Mateo 24:30]:
“… y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
Ahora vean cómo en las nubes, ahí estaba el Hijo del Hombre, ese Ángel que era muy diferente a los demás, el Ángel que tiene el Séptimo Sello, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento. El mismo Ángel que en Apocalipsis, capítulo 10, desciende del Cielo envuelto en una nube, como nos lo muestra el libro del Apocalipsis. Dice así, Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”.
Ese Ángel es el que aparece en esa nube con los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil; es el Hijo del Hombre en el cielo en esa nube misteriosa.
Y ahora, vean ustedes, es una señal en el cielo, que da testimonio de lo que Dios estaría haciendo (¿dónde?) aquí en la Tierra, en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Porque la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles es para ser manifestada aquí en la Tierra, pero primero, vean ustedes, es vista la señal en el cielo, y es visto el Hijo del Hombre en el cielo con Sus ángeles (Sus ángeles de las siete edades de la Iglesia gentil), para luego, en el Día Postrero, estar manifestado en la Tierra en medio de Su Iglesia.
Y para eso, y para comprender estos misterios del Día Postrero, del fin del siglo, Jesucristo nos dice en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, de la mitad de ese verso en adelante, dice, habla con esa Voz de Trompeta y nos da una promesa divina. Dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
“Después de estas”, o sea, después ¿de cuáles? Después de estas que han sucedido en las siete edades de la Iglesia gentil, hay cosas que tienen que suceder en la Edad de la Piedra Angular; y estas que deben suceder, Cristo dice: “Sube acá”.
Vamos a subir, entonces, a la Edad de la Piedra Angular, donde Él en el Día Postrero estará manifestado en Su Ángel Mensajero. “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Y para darnos a conocer estas cosas que deben suceder, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Para qué envía a Su Ángel Mensajero? Para mostrarle a Su pueblo, a Su Iglesia, a Sus siervos, las cosas que deben suceder pronto; o sea, mostrarle a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder en el fin del siglo.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto, en el fin del siglo.
¿Y qué señal habrá en medio de la raza humana, aquí en la Tierra entre los seres humanos, como señal de que estamos viviendo en el fin del siglo? Pues que lo diga nuestro Señor Jesucristo aquí en Su Palabra: en el capítulo 13, versos 30 en adelante, donde dice [San Mateo]:
“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega (esto es la parábola del trigo y de la cizaña); y al tiempo de la siega (¿en qué tiempo? En el tiempo de la siega) yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
Para el tiempo de la siega ¿qué estará aquí en la Tierra? Estará el ministerio de los Ángeles, estará el ministerio de los Segadores que llevan a cabo esta gran cosecha.
Y ahora, continuemos leyendo en este mismo capítulo 13 de San Mateo, verso 37 en adelante, en la explicación que Jesús da de esta parábola, donde dice:
“Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
El enemigo que la sembró es el diablo (el que sembró ¿qué? la cizaña); la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles”.
Con la venida de los Ángeles se tiene la señal de que estamos viviendo en el fin del siglo. Dice:
“De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.
Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”.
Vean ustedes cómo aquí, vendrá el juicio divino para los malos, para la cizaña, y vendrá la bendición divina para el trigo, para los hijos e hijas de Dios. Y esto es de acuerdo a lo que Dios dijo por medio del profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 1 en adelante, donde dice:
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama (esto es lo que sucederá con la cizaña).
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”.
¿Qué es la Venida del Sol de Justicia naciendo? Es la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en el Día Postrero; porque las alas del Sol de Justicia son los ministerios de Sus Ángeles, los ministerios de Moisés y de Elías.
Y ahora, vemos que la Venida del Señor para el Día Postrero con Sus Ángeles está tipificada, está representada, en el nacimiento del sol en cada mañana: cuando nace el sol, todos sabemos que un nuevo día ha comenzado.
Y con la Venida del Sol de Justicia: un nuevo día dispensacional ha comenzado; y con la Venida del Sol de Justicia viene la luz para resplandecer e iluminar nuestra alma y nuestro entendimiento, para poder comprender el misterio del fin del siglo y las cosas que sucederán en el Día Postrero.
Ahora, vean ustedes cómo la Venida del Señor está representada en el nacimiento del sol, está representada en el sol. Por eso es que en el día de la transfiguración de Cristo en el Monte de la Transfiguración, donde Cristo llevó a Pedro, a Jacobo y a Juan para mostrarles en una visión la Venida del Hijo del Hombre en el Reino del Padre (allí en el capítulo 17 de San Mateo), se transfiguró delante de Sus discípulos, Su rostro resplandeció como el sol, y aparecieron con Jesús: Moisés y Elías. Ahí los Ángeles son Moisés y Elías.
Ángel, o un ángel, es un mensajero; y ahí están Moisés y Elías, dos poderosos mensajeros de Dios.
Y ahora, vean ustedes a Cristo con Su rostro como el sol en el Monte de la Transfiguración. Así también es en Apocalipsis, capítulo 1 y verso 16, donde dice:
“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.
O sea, el Hijo del Hombre viniendo con Su rostro como el sol.
Y en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol…”.
Es la Venida de Cristo, la Segunda Venida de Cristo.
Y ahora, vean cómo viene con Su rostro como el sol; porque el sol es el astro rey, y la Segunda Venida de Cristo es como Rey de reyes y Señor de señores, y tiene que tomar el simbolismo que lo representa a Él como Rey de reyes y Señor de señores.
Y por eso también toma el otro símbolo que lo presenta a Él como Rey, que es el símbolo del león. El león es el rey de los animales, y por eso la Segunda Venida de Cristo también está prometida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora podemos ver que el simbolismo tiene que estar correcto cuando Dios cumple una promesa.
Ahora, podemos ver este misterio del fin del siglo: la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. ¿Para qué? Para llevar a cabo la Cosecha, porque esa promesa es para ser cumplida (¿cuándo?) en el fin del siglo, que es el tiempo de la Cosecha, y es el tiempo del verano, es el tiempo de la Venida del Reino de Dios.
En el tiempo del verano es donde se lleva a cabo la cosecha; y en el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre es donde se cumple la Venida del Reino de Dios.
Y ahora vean cómo es que viene el Reino de Dios: viene con la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Cuando Él estuvo dos mil años atrás aquí en la Tierra, le preguntaron cuándo vendría el Reino de Dios, y Él dijo: “El Reino de Dios entre vosotros está”20. ¿Por qué? Porque allí estaba el Hijo del Hombre; y si estaba el Hijo del Hombre, el Rey de ese Reino, pues estaba el Reino de Dios en la Tierra.
Ahora, vean cómo para el Día Postrero la promesa de la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino, o la Venida del Reino de Dios para el Día Postrero, vean ustedes, es una promesa para ser cumplida (¿cuándo?) en el fin del siglo.
Y con la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles se lleva a cabo (¿qué?) la Cosecha, la Siega; porque enviará (¿quién?) el Hijo del Hombre (¿a quién o a quiénes?) a Sus Ángeles (¿con qué?) con Gran Voz de Trompeta. Vamos a leerlo aquí, dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Ahora vean, el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles; y Sus Ángeles son los ministerios de Moisés y de Elías; porque son Moisés y Elías los Ángeles enviados para el tiempo de la Siega, para el tiempo de la Cosecha, mostrados en el Monte de la Transfiguración, en la visión de la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino con Sus Ángeles.
Y ahora, para el Día Postrero los ministerios de Moisés y de Elías estarán manifestados aquí en la Tierra, porque el Hijo del Hombre en Su Venida los trae para manifestarlos en la Tierra en carne humana. Por lo tanto, habrá un instrumento de Jesucristo a través del cual estarán manifestados estos ministerios de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta vez.
Y ahí estará la Gran Voz de Trompeta, que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, con el cual son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.
El Evangelio del Reino es la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, y gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ninguna persona podrá comprender en el Día Postrero el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, ninguno podrá comprender la Segunda Venida de Cristo, excepto por medio del ministerio de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y manifestando en Su Ángel Mensajero estos ministerios de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta ocasión; y también el ministerio de Jesús estará manifestado en Su Ángel Mensajero.
Y por eso es que lo que Jesucristo dijo en Apocalipsis, capítulo 4: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, luego por medio del Ángel de Jesucristo son dadas a conocer; porque en él, en Su Ángel Mensajero, Jesucristo opera Su ministerio.
El ministerio de Jesucristo es operado en el Ángel de Jesucristo, y el ministerio de Moisés es operado en el Ángel de Jesucristo, y el ministerio de Elías por quinta ocasión es operado en el Ángel de Jesucristo; porque dondequiera que esté el Hijo del Hombre manifestado estarán Sus Ángeles también, porque son los ministerios de Moisés y Elías. O sea que donde esté el ministerio de Jesucristo por segunda vez manifestado por el Espíritu Santo, estará también el ministerio de Moisés por segunda vez y el ministerio de Elías por quinta ocasión.
Los ministerios de Moisés por segunda ocasión y de Elías por quinta ocasión son los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y de Zacarías, capítulo 4, prometidos para el Día Postrero, para el tiempo final, para el fin del siglo.
Y la presencia y manifestación de esos ministerios aquí en la Tierra en medio de la Iglesia de Jesucristo son la señal del fin del siglo, y son la señal de que hemos llegado al tiempo de la Cosecha, de la Siega, al tiempo del recogimiento de todos los escogidos de Dios.
Vean, con la Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y son preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Y así es como Cristo cumple lo que Él prometió para este Día Postrero, y nos muestra el misterio del fin del siglo, y nos muestra las cosas que sucederán en el Día Postrero.
Ahora, ¿qué es el Día Postrero? Porque todas las personas cuando han leído la Biblia dicen: “Estamos en los días postreros”, pero algunos no comprenden lo que son los días postreros.
Tenemos que comprender lo que son los días postreros, porque los días postreros no solamente son estos en los cuales nosotros vivimos, sino que también los días en donde Jesucristo tuvo Su ministerio de tres años y medio ya se estaba viviendo en los días postreros. Así lo dice San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1, verso 1 en adelante, donde dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿por medio de quién habló? Por medio de los profetas, porque en ellos estaba el Espíritu Santo hablando al pueblo hebreo),
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
O sea, por medio de Jesucristo, dice San Pablo que Dios ha hablado en los postreros días; y ya han transcurrido dos mil años, y todavía estamos viviendo en los días postreros.
El Día de Pentecostés, cuando recibieron el Espíritu de Dios 120 personas en el aposento alto, las personas que habían ido a Jerusalén a adorar a Dios de diferentes naciones, pero que eran hebreos, conocían el idioma de las naciones en las cuales ellos habían nacido; y cuando escucharon a estas 120 personas que habían recibido el Espíritu de Dios, las escucharon hablando en otros idiomas las maravillas de Dios.
Y se maravillaban diciendo: “¿Qué significa esto? Pues nosotros les oímos a estas personas hablar las maravillas de Dios en el idioma de la nación en la cual nosotros hemos nacido. ¿Y no son, todas estas personas, galileos? ¿Cómo los oímos nosotros hablar en otros idiomas?”21.
Ahora, vean ustedes cómo el Día de Pentecostés un milagro grande allí ocurrió, pues el idioma que hablaban estas 120 personas era el hebreo que se hablaba allá en Galilea (ya sea hebreo o arameo); y sin embargo hubo allí un traductor, que era el Espíritu Santo, que traducía a otros idiomas lo que allí estaba siendo hablado.
Ahora, vean ustedes cómo también, algunos burlándose —porque nunca faltan los burladores cuando Dios está cumpliendo lo que Él prometió—, algunos burlándose, decían: “Están ebrios (o sea), están llenos de mosto”22. Capítulo 2, verso 14 en adelante, del libro de los Hechos, dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
¿Para cuándo Dios dijo, por medio del profeta Joel, que Dios derramaría de Su Espíritu? Para los postreros días; y estaba derramando de Su Espíritu allí el Día de Pentecostés sobre 120 personas; y de ahí en adelante ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre las personas que han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo.
Ahora vean cómo los días postreros habían comenzado en los días de Jesucristo. Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzaron los días postreros, porque comenzó el quinto milenio cuando Cristo tenía de 4 a 7 años de edad.
Ahora, ¿qué son entonces los días postreros? San Pedro en su segunda carta, capítulo 3, nos dice, en el verso 8 nos dice:
“Mas, oh amados, no ignoréis esto (es algo que no se puede ignorar. Dice): que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.
Y el profeta Moisés, en el Salmo 90, verso 4, también da testimonio de que un día delante de Dios es como mil años para nosotros.
Y ahora, cuando se nos habla de un día delante del Señor, para los seres humanos son mil años. Por eso los días postreros delante de Dios, para los seres humanos son los milenios postreros, los cuales comenzaron en los días de Jesucristo, dos mil años atrás.
Así como para nosotros los días postreros de la semana son: jueves, que es el quinto día; viernes, que es el sexto día; y sábado, que es el séptimo día; para Dios esos tres días postreros, para los seres humanos son los milenios quinto, sexto y séptimo. Y cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad, comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros, comenzó el primero de los días postreros.
Y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá; pero delante de Dios ¿cuánto tiempo ha transcurrido? Solamente dos días, dos días delante de Dios, que para nosotros son dos mil años. Y si ya han transcurrido dos días delante de Dios, de los días postreros, quinto y sexto milenio, ¿qué nos queda? Nos queda el séptimo milenio, que es el Día Postrero delante de Dios.
El Día Postrero delante de Dios, del cual Cristo habló cuando habló acerca de los creyentes en Él, Él dijo acerca de los creyentes en Él, en San Juan, capítulo 6 y verso 39 al 40, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
Está hablando del Día Postrero delante de Dios. Y para la resurrección de los muertos en Cristo, vean ustedes, se requiere la llegada del Día Postrero, o sea, del Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el séptimo milenio.
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna…”.
Vean, “el que ve al Hijo, y cree en él”. El que no cree, ¿qué sucede? Pues entonces no tiene (¿qué?) vida eterna. Pero el que ve al Hijo y cree en él, dice que:
“… tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo dice que llevará a cabo la resurrección de los creyentes en Él que han partido? Él dice que será para el Día Postrero. No fue en el quinto milenio para los santos del Nuevo Testamento, tampoco fue en el sexto milenio, pero es para el séptimo milenio, que es el Día Postrero delante de Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo las personas que han creído en Cristo, y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido el Espíritu de Cristo: tienen vida eterna. Por lo tanto, tienen que resucitar en el Día Postrero, en el séptimo milenio (si murieron); y si están vivos, cuando vean a los santos resucitados seremos transformados y tendremos un cuerpo eterno.
Cristo dice en San Juan, capítulo 5, verso 24:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Vean la forma de pasar de muerte a vida, y así asegurar nuestro futuro; un futuro de vida eterna, con un cuerpo eterno que hemos de recibir en este Día Postrero. Eso es para todos los que han creído en Cristo y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo.
Ahora, vean que para el Día Postrero, para el séptimo milenio, es que Cristo resucitará a los que ya han partido y transformará a todos los que creen en Él, que han lavado sus pecados en Su Sangre y han recibido Su Espíritu Santo; y nos dará así un cuerpo eterno. Esto es para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio.
Conforme al calendario que se usa en la actualidad, solamente faltan unos tres años, más o menos, para terminar el sexto milenio y comenzar el séptimo milenio. Falta el 98, 99 y el 2000 para completarse el sexto milenio, y completarse así seis mil años, y comenzar el séptimo milenio.
Pero el calendario está atrasado; y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio desde hace años, y estamos en el Día Postrero delante de Dios, que también es llamado el Día del Señor o Día de Jehová.
Ese es el Día del Señor o Día Postrero, que es el séptimo milenio, en el cual Cristo estará cumpliendo todas estas cosas que deben suceder en el Día Postrero: La Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, enviándolos con Gran Voz de Trompeta y llamando a Sus escogidos; y así recogiendo a Sus escogidos, que es el recogimiento del trigo, de los hijos de Dios, los hijos del Reino (que están representados en el trigo), antes de que venga el fuego de la gran tribulación y queme a los malvados. Antes, los escogidos son llamados y juntados en este tiempo final.
Ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”. Y hemos visto cómo hemos entrado al Día Postrero, al séptimo milenio, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.
Y estas cosas que deben suceder en el Día Postrero tienen que ya estar sucediendo, cada una en su debido tiempo, en una forma progresiva, hasta que se cumplan todas, y los muertos en Cristo sean resucitados, y nosotros los que vivimos seamos transformados.
“EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”.
Hemos visto este misterio a través de toda la Escritura, y hemos visto que el cumplimiento de este misterio es lo que los escogidos de Dios estarían esperando, y estarían buscando, y estarían recibiendo en este Día Postrero.
Y cuando ellos estuvieran escuchando el Mensaje del Evangelio del Reino dando a conocer todas estas cosas, y abriéndonos las Escrituras, y abriéndonos con las Escrituras el alma y el entendimiento para comprender los misterios del fin del siglo y las cosas que deben suceder en el Día Postrero, no diríamos otra cosa sino: “¡Esto era lo que yo estaba esperando!”. Ese será el sentir de cada escogido de Dios en este Día Postrero, porque tiene la promesa de que será llamado y juntado con la Gran Voz de Trompeta que los Ángeles del Hijo del Hombre sonarán en el Día Postrero.
Y la Trompeta o Gran Voz de Trompeta es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino revelándonos las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, y revelándonos el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en este Día Postrero.
Y así mostrándonos el misterio del fin del siglo, que es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, para llevar a cabo ¿qué? La Cosecha, la Siega: la cosecha, el recogimiento de los escogidos del trigo, de los hijos del Reino, primeramente, y después el fuego para la cizaña durante la gran tribulación.
“EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, amables amigos y hermanos radioyentes y los aquí presentes, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes; y pronto todos los escogidos sean llamados y juntados, y se complete el número de los escogidos; y los muertos en Cristo sean resucitados, y nosotros los que vivimos seamos transformados; y seamos llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Para todos los amables radioyentes: les estaré dejando nuevamente con el reverendo Miguel Bermúdez Marín para que les dé direcciones y teléfonos a los cuales ustedes podrán llamar o escribir, o asistir, para recibir literatura completamente gratis con conferencias similares a esta, para tener más conocimiento acerca de estos misterios del fin del siglo y de las cosas que deben suceder en este tiempo, y así ser preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Dejo al reverendo Miguel Bermúdez Marín para que les dé los teléfonos y direcciones, para que ustedes así puedan llamar o escribir, y obtener literatura completamente gratis; y también puedan pasarles un video con algunas conferencias como esta en sus hogares; y también ustedes puedan asistir a lugares donde se pasan estas conferencias en video; para que puedan continuar escuchando estos misterios del fin del siglo y estas cosas que deben suceder en este Día Postrero. Tengan lápiz y papel listo para, cuando el reverendo Bermúdez les dé estos teléfonos y direcciones, ustedes los puedan anotar.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y dejo con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“EL MISTERIO DEL FIN DEL SIGLO Y LAS COSAS QUE SUCEDERÁN EN EL DÍA POSTRERO”.
[Revisión enero 2022]
1 San Mateo 24:2, San Marcos 13:2, San Lucas 21:6
2 San Lucas 1:15
3 2 Reyes 2:15
4 2 Reyes 2:9
5 1 Reyes 19:16
6 San Juan 1:29, 1:36
7 San Juan 1:32-34
8 San Mateo 3:11, San Lucas 3:16; San Marcos 1:7-8
9 San Lucas 21:20-22
10 San Mateo 2:1-2
11 Génesis 15:15
12 San Mateo 2:3-6
13 San Mateo 2:9-12
14 26 millas de alto = 41.8 km de alto / 30 millas de ancho por 50 de largo = 48.3 km x 80.46 km
15 Los Sellos – “El Séptimo Sello”, pág. 469, párr. 153
16 Hechos 1:9
17 Números 14:14
18 Mt. 17:1-6, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36
19 Éxodo 19:16-20, Deuteronomio 33:2
20 San Lucas 17:20-21
21 Hechos 2:5-12
22 Hechos 2:13