Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, ministros presentes y congregaciones presentes; y también en otros lugares de la República del Paraguay, y también en otras naciones de la América Latina, el Caribe, Norteamérica, Canadá y otras naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos abra las Escrituras y el corazón para comprender Su Palabra correspondiente a este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Mi agradecimiento a todos por el respaldo que le dieron a la Cumbre Paraguay 2016 en estos días, aquí en Asunción, Paraguay.
Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo 52, verso 6 en adelante; y 61, verso 1 al 3. Y dice así la Palabra del Señor en Isaías 52, verso 6 en adelante:
“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!
¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion.
Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.
Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.”
Y en Isaías, capítulo 61, verso 1 en adelante, dice:
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;
a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Para hoy domingo, 9 de octubre del 2016, para la escuela bíblica, el estudio bíblico de hoy es: “EL QUE ANUNCIA LA PAZ.”
La paz es traída por la justicia. Cristo el Mesías es el Príncipe de Paz prometido en Isaías, capítulo 9: el Cristo, el Ungido, el Mesías. Y dice así capítulo 9 de Isaías, verso 6 en adelante:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
Y ahora, la promesa es que el Príncipe de Paz, el Mesías, es el que traerá la paz a Israel y a toda la humanidad; porque Él es nuestra Paz, el cual en Su Primera Venida, por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, llevó a cabo la Obra de Redención con la cual por medio de Su Sangre nos reconcilió con Dios, y quitó la pared que había entre gentiles y judíos; y ahora de ambos pueblos —judíos y gentiles— ha hecho un pueblo, el cual es el pueblo del Nuevo Pacto, llamado también la Iglesia del Señor Jesucristo.
La Iglesia del Señor Jesucristo ha estado y está en el Nuevo Pacto cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, por medio del Espíritu de Cristo, que es la Vida de la Sangre; y por consiguiente es Cristo, el Mesías, el que en Su Primera Venida anunció la paz, y el que en Su Segunda Venida anunciará la paz también para establecer el Reino del Mesías, establecer el Reino de David, restaurar el Reino de David y Trono de David en la Tierra.
Por lo tanto, así como envió el precursor para la Primera Venida, Juan el Bautista, y luego apareció Él para llevar a cabo la Obra de Redención, para el tiempo final tiene que cumplir la segunda parte de Isaías 61, donde dice [verso 2]:
“…a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová (eso lo hizo en Su Primera Venida), y el día de venganza del Dios nuestro…”
Eso es lo que Él anunciará a la humanidad: el día de venganza, el día en que vendrán los juicios de la gran tribulación, las plagas sobre la raza humana. Por lo tanto, Él vendrá como Juez para bendición de Su pueblo, hablando de la paz, de la restauración del Reino de David, en donde Dios le dará la paz a Israel y le dará la paz a la humanidad; pero también hablando del juicio divino, de la gran tribulación que ha de venir sobre la raza humana, que es llamado “el día de venganza del Dios nuestro”; porque en Su Segunda Venida Él viene como León, como Juez y como Rey de toda la Tierra.
Por lo tanto, así como fue conocido por Sus discípulos en Su Primera Venida al cumplir las promesas correspondientes a la Primera Venida como Cordero de Dios… Juan cuando lo vio, Juan el Bautista, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” [San Juan 1:29] Vino como Cordero para ser sacrificado y quitar el pecado del mundo. Juan dijo: “Yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre el cual tú veas el Espíritu Santo descender, ese es Él.” Y Juan dice: “Y yo le vi.” [San Juan 1:31-34] Juan el Bautista conoció quién era el Mesías.
Y los que escucharon a Juan luego siguieron a Jesús, muchos de ellos; y algunos cuando se presentaban ante Jesús, decían: “Tú eres el Cristo”; lo reconocieron; porque estaba cumpliendo lo que el Mesías-Príncipe haría en Su Primera Venida. Esa era la forma para conocer al Mesías.
Él no tenía que decirle: “Yo soy el Mesías”, sino que la persona tenía que ver, conocer las promesas mesiánicas, conocerlas; y al ver a un hombre cumpliendo esas promesas, saber que ese era el Mesías.
Eso fue lo que pasó con algunos de los discípulos de Jesús, que le dijeron: “¡Tú eres el Mesías, Tú eres el Cristo!” Así será para la Segunda Venida de Cristo también.
Por lo tanto, nos conviene conocer cuáles son las promesas mesiánicas de la Segunda y para la Segunda Venida de Cristo. “Porque el Hijo del Hombre…” Dice Cristo en San Mateo, capítulo 16, versos 24 al 29: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras.”
Y luego en el capítulo 17 de San Mateo los lleva al Monte de la Transfiguración; se transfiguró delante de ellos (delante de Pedro, Jacobo y Juan), y aparecieron —a cada lado de Jesús— Moisés y Elías hablando con Él. Ese es el Orden para la Segunda Venida de Cristo.
O sea que fueron trasladados en visión a lo que será la Venida del Hijo del Hombre en el Día Postrero. Verán a Elías, verán a Moisés y verán al Señor. De lo cual no podemos hablar abiertamente por el momento, para evitar las imitaciones; pero es necesario conocer cuáles son las promesas, las profecías para la Venida de Cristo para el tiempo final, para cuando las veamos siendo cumplidas, decir: “Esto es. Este es el cumplimiento de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.”
Cristo, para el Día Postrero, de lo más que habló fue de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Los Ángeles son los Dos Ungidos, son los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14 (esas dos ramas de olivo); y de Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14.
Ahí está el misterio para la Segunda Venida del Señor con Sus Ángeles; pero es un misterio que hasta que no sea abierto por el Señor mismo, conforme al Orden de Él revelar los misterios de Dios, no será entendido completamente; pero cuando sea abierto completamente, tendremos el Séptimo Sello abierto, tendremos la Venida del Señor con Sus Ángeles a la vista, y entonces es que entenderemos completamente lo que es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para el tiempo final.
Cuando lo veamos con Sus Ángeles llamando y juntando a los escogidos, que son ciento cuarenta y cuatro mil, ya estaremos parando la oreja y apuntando bien con la vista, y nos daremos cuenta que algo estará pasando; porque este es el tiempo para que se cumplan estas promesas.
En otros tiempos algunos trataron, pero por cuanto no era el tiempo no podían cumplirse esas promesas; pero al llegar al tiempo entonces es Dios el que las cumplirá.
No será una obra humana. En la lectura que tuvimos dice: “El celo de Jehová hará esto”, cuando habla del niño que nacerá, cuando habla del Príncipe de Paz: “El celo de Jehová hará esto”; porque Dios vela por Su Palabra, vela por lo que Él ha prometido para ponerlo por obra.
O sea que Dios no se olvida de lo que Él prometió, ni lo cambia; no dice: “Ya no les voy a dar aquella bendición. Voy a cambiársela por otra.” Él lo pensó bien antes de ofrecerlo; por lo tanto, Él lo hará, porque Él no es hombre para que mienta.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, y la cosa es que a nosotros nos ha tocado el mejor tiempo de todos.
Las luchas son espirituales y mentales; pero ¿qué prefiere usted: luchas espirituales, o haber vivido donde le echaban las personas a los leones (y a los leones con hambre)? O sea que a nosotros nos ha tocado el mejor tiempo de todos los tiempos, nos ha tocado un tiempo paralelo al tiempo de la Primera Venida de Cristo.
Y por cuanto es un tiempo paralelo a aquel, nos ha tocado vivir en una Edad de Piedra Angular, una etapa en donde la manifestación del Señor en Su Venida será como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Por eso en Apocalipsis, capítulo 5, toma el Libro, y luego lo abre en el Cielo, lo trae a la Tierra abierto para entregárselo a un hombre en la Tierra, que está representado, tipificado en Juan el Apóstol; porque Juan el Apóstol representa a la Iglesia y a los mensajeros de la Iglesia de cada etapa del Cuerpo Místico de Cristo.
Por lo tanto, para este tiempo final, así como Juan vio al Ángel Fuerte descender del Cielo con el Librito abierto, la Iglesia del Señor Jesucristo juntamente con el mensajero que Cristo le tenga a Su Iglesia para este tiempo final, verán al Ángel Fuerte descender del Cielo con el Librito abierto, y lo escucharán clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces. O sea, lo verán y lo escucharán hablándole a Su Iglesia como le habló en cada una de las edades, pero en este tiempo final hablándole en forma consecutiva.
¿Y de qué le estará hablando a Su Iglesia? Del Séptimo Sello, porque la Voz de los Siete Truenos revelan el misterio del Séptimo Sello para darles la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a todos los creyentes en Él que estarán vivos y serán transformados; y los que murieron traerlos con Él en Su Venida y resucitarlos en cuerpos eternos y glorificados.
Por lo tanto, estemos preparados y bien agarrados de Cristo. Recuerde que el reverendo William Branham dijo que el Séptimo Sello es la Venida del Señor, y que será de una manera sencilla; será en simplicidad, como fue la Primera Venida de Cristo: en simplicidad.
Recuerden que se cumplió y —Su Primera Venida—, y no se daban cuenta la mayor parte de las personas lo que estaba sucediendo: un joven que comienza Su ministerio como a los 30 años de edad, siendo bautizado por Juan el Bautista.
Había llegado al tiempo, era el tiempo para comenzar Su ministerio; y por eso estaba presente también el que lo iba a introducir: Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo, que hablaba del Mesías y Su Venida; y decía también: “Entre vosotros está Uno al cual vosotros no conocéis.” Era el Mesías.
Y podían decirle: “Pero si ese es tu primo…” Estaba en la familia. No importa. Sea primo o no sea primo, era el Mesías, el Ungido, el Cristo. Estaban siendo cumplidas en Él y a través de Él las profecías mesiánicas correspondientes a la Primera Venida del Mesías.
Por lo tanto, la Venida del Mesías, la Venida del Señor para el tiempo final, cumplirá las que corresponden a la Segunda Venida; y vendrá anunciando también el día de venganza del Dios nuestro. Por eso Jesús se detuvo y no leyó: “y el día de venganza del Dios nuestro”, porque eso es para este tiempo final; y será publicado – predicado bajo la Fiesta de las Trompetas.
La Fiesta de las Trompetas es la primera fiesta que el Mesías cumplirá; después le sigue la Fiesta de la Expiación, revelando la Expiación, dando a conocer la Expiación para que Israel alcance misericordia; y luego la Fiesta de los Tabernáculos, que es el Reino Milenial. Tan sencillo como eso. Esas son las tres Fiestas que serán cumplidas en este tiempo final.
Él sabrá las fiestas que tiene que cumplir, lo que tiene que hablar. Cuando lo hable, entonces se materializará todo lo que está prometido; y veremos cómo cada cosa caerá en su lugar. Cada profecía correspondiente al tiempo final veremos cómo encajará la una con la otra, y formará el cuadro completo de lo que está prometido que hará el Señor en el tiempo final: Su Venida.
Y lo más glorioso de todo es que resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a los creyentes en Él que estén vivos los transformará; y habrá una manifestación plena del poder de Dios por un corto tiempo, en el cual Dios estremecerá este mundo; y luego se llevará a los creyentes en Él, ya glorificados, a la Casa de nuestro Padre celestial, para la Cena de las Bodas del Cordero.
Y allá Su Iglesia y Cristo serán investidos como Rey y Reina, para luego… Y serán ahí unidos e investidos, y tendrán la Cena de las Bodas del Cordero. Y luego de la gran tribulación regresaremos con Él para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, que es llamado el Reino de David, que será restaurado, y el Trono de David, que será restaurado; porque el Trono del Reino de Dios en la Tierra es el Trono de David. Por lo tanto habrá un Hijo de David, un retoño, una raíz.
Cristo dijo: “Yo soy la raíz y el linaje de David, la Estrella resplandeciente de la Mañana.” Por lo tanto, habrá una restauración del Reino y Trono de David para bendición del pueblo hebreo, para bendición del cristianismo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, y para todos los seres humanos que vivirán en ese Reino, donde la paz correrá como un río en y por todas las naciones.
Ahí es donde habrá paz permanente, durante ese Reino Milenial; y ahí es donde las armas de guerra serán convertidas en herramientas de trabajo. Después de eso vendrá el Juicio Final, y luego se entra a eternidad completamente.
Luego del Milenio vendrá un tiempo para Juicio Final, y después se entrará a eternidad; y el Trono de Dios estará en la Tierra, el Trono de Dios y el Trono del Cordero estará en la Tierra. O sea que la Tierra se convertirá en el centro del universo, en la capital del universo; o sea que la Tierra es más importante de lo que nos imaginábamos; por eso hay que cuidarla, por eso hay que luchar en favor de la Tierra: porque Dios tiene un propósito. Dios es muy celoso con la Tierra.
Miren lo que dice: Capítulo 11 de Apocalipsis, versos 15 en adelante, dice:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”
O sea, que todos los reinos del mundo vendrán a ser del Señor, todas las naciones pertenecerán al Reino de Dios; estarán todas las naciones confederadas, diríamos, como un solo Reino, y gobernadas por el Mesías-Príncipe.
“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.”
Esa es la sentencia para los que destruyen la Tierra; y ahí también está la bendición para los que aman al Señor, los que creen en Él.
“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo (eso es el juicio saliendo del Trono celestial).”
Ahora podemos ver el juicio divino que ha de caer sobre la Tierra en el día de venganza del Dios nuestro, durante la gran tribulación; pero también podemos ver la bendición que hay para todos los creyentes en Cristo que han sido lavados en la Sangre de Cristo, los cuales han sido redimidos por el Señor.
Para este tiempo final, paralelo a la Primera Venida de Cristo, donde Él anunciaba el día de la buena voluntad de Dios; paralelo a eso, en este tiempo final vendrá el anuncio, el Mensaje del día de venganza del Dios nuestro; porque eso es lo que dice Isaías, capítulo 61, verso 1 al 3.
Por lo tanto, estaremos escuchando acerca de las plagas que han de venir sobre la Tierra, las cuales se van a materializar; pero nosotros nos agarramos de las palabras de bendición para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
“EL QUE ANUNCIA LA PAZ.” Estará anunciando la paz para todos los creyentes, estará anunciando la paz para el Reino de Dios en la Tierra, estará anunciando la paz para los judíos, estará anunciando la paz, las bendiciones también que habrá en el Reino del Mesías.
“EL QUE ANUNCIA LA PAZ.”
Lo descubriremos cuando lo estemos escuchando anunciando la paz, hablando de la paz, del Reino del Mesías que traerá el Mesías en Su Venida, en el establecimiento y restauración del Reino de David y Trono de David.
Estemos alertas, que no se nos escape esa bendición que está prometida. Debemos nosotros identificarlo a través de la Palabra.
Por lo tanto, estemos preparados, bien agarrados, como se agarró Jacob del Ángel y no lo soltó; y el Ángel le decía: “¡Déjame, suéltame, que raya el alba! ¡Tengo que irme!” En este tiempo final también tendrá que irse en el rapto para la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, Jacob, que es tipo y figura de Israel, de los ciento cuarenta y cuatro mil que se van a agarrar bien, cuando lo vean, al Ángel viniendo… El Ángel allá le decía a Jacob: “Suéltame, que raya el alba”. O sea: “Raya el alba y tengo que irme”. Jacob le decía: “No te dejaré, no te soltaré, hasta que me bendigas.” [Génesis 32:26] Jacob luchando por la bendición de Dios.
Así hará Jacob, los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu: se agarrarán del Ángel. Y ahí estarán los Dos Olivos: Moisés y Elías.
Todo eso se cumplirá. Por lo tanto, vamos a ver esa parte pronto: Israel, las doce tribus, los ciento cuarenta y cuatro mil, buscando al Ángel. ¿Para qué? Para que lo bendiga.
Estamos en el tiempo correcto para el cumplimiento de estas profecías. Por lo tanto, ese Ángel es el que anuncia la paz para Israel y para toda la humanidad; porque la paz verdadera y permanente vendrá en el Reino de David, en el Reino del Mesías cuando sea restaurado en la Tierra. Ahí es que habrá paz verdadera; mientras tanto hay guerras y rumores de guerras.
Siempre se trabaja para disminuir los problemas de los rumores de guerra y de guerras al máximo, pero la paz permanente será en el Reino del Mesías, como dice Isaías, capítulo 9, versos 6 al 7. Y estamos en el tiempo preciso para el cumplimiento de todas estas profecías.
¿Y qué está esperando el Señor para cumplir todo lo que falta? Que entre hasta el último escogido en el Cuerpo Místico de Cristo, Cristo haga intercesión por él y lo limpie con Su Sangre de todo pecado, y produzca en la persona el nuevo nacimiento; y entonces habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo. Y luego Cristo sale del Trono de Intercesión, donde está como Sumo Sacerdote, se convertirá en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores, y hará Su Obra de Reclamo.
En el reclamo es que recibiremos nuestra transformación, y los muertos en Cristo recibirán la resurrección en cuerpos eternos y glorificados; porque Cristo reclamará vida eterna física con un cuerpo físico glorificado como el que Él tiene. Él hace el reclamo para nosotros, de un cuerpo glorificado que Él ha prometido para todos nosotros; y eso es la redención del cuerpo, la adopción, como hijos e hijas de Dios físicamente.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado; sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento.
Para lo cual puede pasar al frente aquí o en el lugar, ciudad, país o auditorio donde se encuentre, para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo por todos los que estarán recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Hay un futuro glorioso para todos los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador. Es un futuro de vida eterna en el Reino del Mesías, en el Reino de Cristo, que está prometido para todos los creyentes en Él. Ahí, en ese Reino, es que experimentaremos verdaderamente la paz y la felicidad: la paz y la felicidad en su plenitud; porque el enemigo estará atado por mil años; por lo tanto no podrá obrar, no podrá quitar la paz hasta que pasen mil años.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Con nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados:
Padre celestial, vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo, trayendo ante Tu presencia todas estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbeles en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Ahora repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por todos ustedes:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio; nació Tu fe en mi alma, en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Primera Venida. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Doy testimonio público de Tu fe en mí y de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Creo en Tu Nombre como el único nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en el cual podemos ser salvos.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
El bautismo en agua es tipológico; el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Aun el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista. Juan no lo quería bautizar y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó.
Es que en el bautismo en agua, cuando Él fue bautizado allí estábamos nosotros como simiente de Dios en Él; y cuando somos bautizados en agua, estamos tipológicamente muriendo, siendo sepultados y siendo resucitados. Porque la persona cuando recibe a Cristo, muere al mundo; cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, tipológicamente está siendo resucitado, resucitado en el Reino de Dios.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes aquí al ministro correspondiente para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma: les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema de escuela bíblica: “EL QUE ANUNCIA LA PAZ.” Ese será el que vendrá dando testimonio de la paz permanente. Ese será el último profeta.
Recuerden que el Hijo del Hombre es título de profeta, ese será el Hijo del Hombre; será la manifestación del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para el tiempo final, como está prometido.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando un día o una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo al reverendo Porfirio Tillería aquí; y en cada país, en cada congregación, dejo al ministro correspondiente.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL QUE ANUNCIA LA PAZ.”