Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes, los que están también a través de internet en diferentes naciones y los que están a través de la línea telefónica y demás formas de comunicación, y los aquí presentes.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos hable directamente en esta noche Su Palabra, y nos enseñe Su Programa correspondiente a este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
A todos los visitantes: Son bienvenidos, y que Dios les bendiga grandemente. Y a todos los que nos han ayudado en estos días para la compra del terreno: Que Dios les bendiga grandemente, a todas las congregaciones en toda la América Latina y el Caribe; que les bendiga también a cada uno como individuo, a todos los que nos han ayudado; y también a los ministros les bendiga grandemente; y a todos los aquí presentes que han colaborado también.
En esta noche les deseo a todos un feliz y próspero año 1999, el cual ya dentro de poco ha de comenzar; y que estos últimos minutos que nos quedan sean de grande bendición para cada uno de ustedes y para mí también.
Vamos a leer en Levítico, capítulo 16…, y el capítulo 19 del Éxodo.
Capítulo 19 del Éxodo nos dice; verso 5 al 6 dice:
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”.
Y ahora, capítulo 16 de Levítico, verso 1 en adelante, dice:
“Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.
Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio”.
Y luego pasamos a Hebreos, capítulo 2, verso 9 en adelante, dice San Pablo:
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.
Y otra vez:
Yo confiaré en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL SUMO SACERDOTE INTERCEDIENDO POR EL PUEBLO”.
Para poder comprender el misterio del sumo sacerdote que en medio del pueblo hebreo fue establecido por Dios, y luego poder comprender el misterio y ministerio del Sumo Sacerdote Melquisedec, el cual es Jesucristo, necesitamos comprender también que el pueblo hebreo, en medio del cual fue establecido el tabernáculo construido por Moisés y luego el templo que construyó el rey Salomón, el pueblo hebreo, siendo el pueblo de Dios, la nación que como pueblo es el pueblo primogénito de Dios, la primera nación que Dios ha creado, siendo el pueblo hebreo el pueblo donde ha estado el templo de Dios (el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón), necesitamos entender algo muy importante: y es que el pueblo hebreo refleja al Israel celestial, al pueblo celestial de Dios.
Tenemos el Israel terrenal y tenemos el Israel celestial; el Israel terrenal es el pueblo hebreo y el Israel celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, es sencillo todo el Programa. La Iglesia del Señor Jesucristo es reflejada en el pueblo hebreo; y todo lo que hay en el Cielo, en el Templo de Dios en el Cielo, está reflejado en el Israel terrenal y es materializado en el Israel celestial, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo, es materializado en seres humanos.
Ahora, comprendiendo este misterio ahora podemos comprender el por qué Dios estableció en medio del pueblo hebreo un orden sacerdotal con un sumo sacerdote como la cabeza de todos los sacerdotes, y un grupo de sacerdotes que trabajaban con él; porque en el Templo de Dios que está en el Cielo hay un Sumo Sacerdote, el cual es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual es Melquisedec, el Sacerdote del Templo de Dios en el Cielo, el cual le apareció a Abraham en una ocasión como Melquisedec.
El Orden Sacerdotal celestial de Melquisedec es reflejado en el orden sacerdotal levítico, encabezado por el sumo sacerdote Aarón.
Y ahora, también los sacerdotes del Templo que está en el Cielo, que trabajan con el Sumo Sacerdote Melquisedec, son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo; y por eso es que la Escritura nos enseña que nosotros hemos sido hechos reyes y sacerdotes para Dios.
En Apocalipsis, capítulo 1, versos 5 en adelante, nos dice:
“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Y en el capítulo 5 de Apocalipsis, verso 9 en adelante, dice:
“… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Y en el capítulo 20, verso 4 en adelante, de Apocalipsis, nos dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
Aquí podemos ver que hay un Nuevo Orden Sacerdotal, pero ese es el Orden Sacerdotal del Templo que está en el Cielo, que es un Orden Sacerdotal que es antes del orden sacerdotal levítico, del cual Aarón era el sumo sacerdote; y antes del Israel terrenal pues está el Israel celestial.
Y ahora, vean ustedes, Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo; por eso Él como Sumo Sacerdote no tenía que venir por medio de la tribu de Leví para ser un sacerdote o sumo sacerdote del templo terrenal, sino que Él vino de acuerdo al Orden establecido por Dios; y vino por medio de la tribu de Judá en Su nacimiento en carne humana, pero Él vino como Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, por eso Él es Rey y Sacerdote.
Y ahora, como Sumo Sacerdote Él tenía que llevar a cabo una Obra, como el sumo sacerdote en medio del pueblo hebreo cada año tenía que llevar a cabo una obra muy importante: El día 10 del mes séptimo, el sumo sacerdote tenía que entrar al lugar santísimo del templo con la sangre de la expiación, para hacer expiación por el pueblo, para el pueblo ser reconciliado con Dios.
Esto es lo mismo que Cristo hace en el Cielo, en el Templo de Dios. Él vino a la Tierra en carne humana, y ya para el Templo de Dios que está en el Cielo no se puede sacrificar un animalito y llevar su sangre al Templo de Dios que está en el Cielo; pero el cordero pascual y también el macho cabrío de la expiación representaban al Mesías en Su Primera Venida, el cual sería el Sacrificio por el pecado, la Expiación por el pecado, para la reconciliación del Israel celestial con Dios, y también para la reconciliación del Israel terrenal.
Y ahora, el Sumo Sacerdote Melquisedec… Así como el sumo sacerdote era el que tenía que realizar el sacrificio, él era el que tenía que llevar a cabo ese sacrificio y después tomar la sangre y llevarla al lugar santísimo, ahora el Sumo Sacerdote Melquisedec, del Templo que está en el Cielo, era el único que podía llevar a cabo el Sacrificio por el pecado; y Él tuvo que tener un velo de carne, el cual sería el Cordero de Dios y Macho Cabrío de la Expiación, para, ese Sacrificio, realizar ese Sacrificio en la Cruz del Calvario, y luego llevar así nuestros pecados para ser reconciliados con Dios, y llevar Su Sangre al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, y colocarla sobre el Propiciatorio, como hacía el sumo sacerdote cada año en el templo terrenal.
Ahora vean cómo se reflejó las cosas del Templo celestial en el templo terrenal que construyó Moisés y el templo terrenal que construyó el rey Salomón.
Pero luego que Cristo realizó Su Sacrificio en la Cruz del Calvario ya no se necesitaban más los sacrificios en el templo terrenal, porque ya cesaron esos sacrificios y cesó la labor en ese templo, y comenzó la labor de Intercesión por el Sumo Sacerdote Melquisedec. ¿Dónde? En el Templo que está en el Cielo.
Y ya llevamos dos mil años de Cristo hacia acá, en donde encontramos a Cristo intercediendo en el Cielo por el Israel celestial, por todas las personas que pertenecen al Israel celestial.
Dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en el mensaje de Los Sellos, página 102 y 103:
“[31]. Allí está perfectamente la predestinación, Él tenía que quedarse allí porque Él vino a morir por todos aquellos que Dios había ordenado para Vida Eterna. Él los vio por Su conocimiento previo, no por Su propia voluntad, porque Su voluntad es que no se pierda ninguno, pero por Su conocimiento anticipado Él sabía quién sería salvo y quién perecería. Entonces, mientras faltara un solo nombre por ser declarado en la Tierra, Cristo tendría que quedarse allí como Intercesor para redimir ese individuo; pero tan pronto como ese último nombre haya sido echado al cloro, entonces los días de intercesión terminan”.
Y por eso es que Cristo ha estado en el Cielo, en el Templo de Dios allá, haciendo intercesión. Todavía está haciendo intercesión por los últimos que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y cuando interceda por el último, veamos1:
“[40]. Cuando el Cordero fue inmolado los nombres fueron puestos en el Libro. En esta noche Él está en el Lugar… (Santo, dice aquí, pero es el Lugar Santísimo), allá en la gloria, intercediendo por todas esas almas cuyos nombres están en ese Libro. Y ninguno conoce ese Nombre, sino Él mismo. Él tiene el Libro en la mano, y sabrá cuando haya entrado el último predestinado. Y entonces Su tiempo de intercesión habrá cesado, y vendrá para reclamar a aquellos por los cuales está intercediendo”.
Ahora podemos ver lo que para este tiempo final estará sucediendo: cuando entre hasta el último de los escogidos Cristo terminará Su labor en el Cielo y hará Su reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y quedará completamente reconciliado todo miembro del Cuerpo Místico de Cristo, del Israel celestial.
Con los últimos escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular, llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta, cuando llegue hasta el último se habrá completado el número de los escogidos de Dios del Israel celestial, y Cristo entonces podrá terminar Su labor en el Cielo y reclamar todo lo que Él ha redimido por Su Sangre preciosa.
Hemos visto así ligeramente: “EL SUMO SACERDOTE INTERCEDIENDO POR EL PUEBLO”. Y ahora, todo lo que Él hace en el Cielo Él lo refleja en Su Iglesia de edad en edad.
Lo que es el cambio de un año a otro es muy pero que muy importante, es cosa de segundos (digamos, un minuto) en donde se hace ese entrelace.
Un año nuevo nos habla de una nueva edad y de una nueva dispensación.
Encontramos que Dios le habló al pueblo hebreo acerca de los años y le dijo al pueblo hebreo así como le dijo de los días de la semana: “Seis días trabajarás y el séptimo día será de descanso”2; por eso se llama sábado, porque sábado significa ‘descanso’ o ‘reposo’.
Ahora, también le dice: “Seis años trabajarás, sembrarás y cosecharás; pero el séptimo año será año de reposo para la tierra”3.
Ahora vean, un día de reposo para la persona… de siete días, el séptimo día: día de reposo para la persona. Y ahora para la tierra: un año de reposo para ella; el séptimo año siempre es un año de reposo para la tierra, un año sabático, es sábado para la tierra.
En el sexto año Dios le daría fruto para tres años4, y en el año octavo el pueblo sembraría la tierra; pero el año séptimo ni trabajaría en la tierra sembrando y cosechando, sino que la tierra daría fruto de por sí; pero no se podían llevar a cabo cosechas, sino que cada uno tomaba de lo que producía la tierra automáticamente y comía; más, también, lo que había sido almacenado, porque en el sexto año la tierra producía por tres años: producía por el sexto año, producía por el séptimo año y producía por el octavo año; porque en el octavo año era que se comenzaba a sembrar, por lo tanto, había que comer en el octavo año, y ya tenía que estar esa comida ahí almacenada, porque en el octavo año era para llevar a cabo la siembra, y al final se cosechaba.
Ahora, vean ustedes cómo Dios estableció todo esto en esta forma porque todo esto representa el Programa Divino con el Israel celestial, por eso lo reflejó en esta forma.
También, encontramos que durante 49 años se llevaba a cabo en ese orden: 6 años de trabajo, siembra y cosecha en la tierra, y 1 año de descanso para la tierra; así por siete ciclos de siete años, y siete por siete [7×7] son cuarenta y nueve [49] años; en 49 años tenemos 7 años de descanso para la Tierra.
Y luego llegaba el año 50, que tampoco se podía trabajar: era de descanso también para toda la Tierra, era el año de liberación, era el año de la redención para la tierra y para los esclavos, para todos los que habían perdido su herencia porque la habían vendido o se la habían quitado, o ellos habían sido tomados como esclavos; ahora llegaba el año 50 en donde la tierra, la herencia, regresaba a su dueño original, y la persona regresaba a su herencia y a su familia5.
Los 49 años representan todo el tiempo de la Iglesia del Señor Jesucristo desde su nacimiento hasta la séptima edad de la Iglesia; o sea que ahí están las siete edades de la Iglesia gentil; y luego el año 50 representa la Edad de la Piedra Angular, donde la redención del cuerpo de cada hijo de Dios se realizará, y los hijos e hijas de Dios volverán a tener cuerpos eternos; tendrán un cuerpo eterno glorificado como el de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora vean cómo en medio del pueblo hebreo Dios estableció estas ordenanzas y leyes y fiestas, las cuales reflejan el Programa Divino que Él llevaría a cabo para la restauración de los hijos e hijas de Dios a la vida eterna, a una restauración total; pero esa restauración comienza con la Obra de Cristo en la Cruz del Calvario, para así redimirnos a todos nosotros; y la persona, al creer en Cristo como su Salvador, ha entrado en el Programa de Restauración del ser humano a la vida eterna.
Cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en Su Sangre y recibe Su Espíritu Santo: ha recibido el nuevo nacimiento, y por consiguiente ha recibido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, un espíritu de la sexta dimensión; porque el espíritu que había recibido cuando nació de sus padres terrenales era un espíritu del mundo, pero ahora recibe un espíritu del cielo, un espíritu teofánico, un cuerpo teofánico igual al cuerpo teofánico de nuestro Señor Jesucristo.
Ese espíritu teofánico o cuerpo teofánico es parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, de la sexta dimensión; y para el Día Postrero, en la Venida del Señor, al terminar Su Obra de Intercesión en el Cielo, en el Templo de Dios, en el Lugar Santísimo, cuando haya entrado hasta el último de los escogidos al Cuerpo Místico de Cristo, Cristo termina Su labor de Intercesión y de reconciliación del Israel celestial con Dios; por lo tanto, ya estarán todos reconciliados espiritualmente; y solamente falta la reconciliación física del cuerpo eterno, en donde viviremos por toda la eternidad con un cuerpo inmortal, incorruptible, el cual es igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Todas esas cosas Cristo las obtiene para cada uno de ustedes y para mí también, para que todos seamos a imagen y semejanza Suya, para que todos seamos iguales a Jesucristo nuestro Salvador. Él es nuestro hermano mayor, y somos constituidos en un Cuerpo Místico de creyentes llamado la Iglesia de Jesucristo o Casa de Dios, que es el Israel celestial.
Ahora, hemos visto cómo Dios ha ido llevando a cabo cada parte de Su Programa, y en este tiempo final nos permite entender lo que Él ha estado llevando a cabo; y nos permite ver cómo hubo un territorio en donde se cumplió cada edad: la primera en Asia Menor, la segunda en Francia; y así por el estilo, en Europa se cumplieron cinco edades: Francia, Hungría, Irlanda, y también Alemania y también Inglaterra; y luego en Norteamérica se cumplió la séptima etapa o edad de la Iglesia de Jesucristo; y ahora la Edad de la Piedra Angular, que es la edad que diríamos la octava edad; y el ocho representa eternidad; por lo tanto, representa una edad eterna, una edad que no dejará de existir, una edad que continuará por el Milenio y por toda la eternidad.
Siendo una edad eterna es la edad en donde entrarán a eternidad, donde serán restaurados a la vida eterna con cuerpos eternos todos los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo; lo cual fue representado en el año del jubileo, que es el año de la redención.
Y ahora el ciclo divino de la redención y para la redención del cuerpo nuestro es el ciclo divino representado en el año 50, en el año del jubileo, que representa la Edad de la Piedra Angular, la edad eterna y perfecta de la Iglesia del Señor Jesucristo; es la Edad de Oro de la Iglesia de Jesucristo; mientras el reino de los gentiles se encuentra en los pies de hierro y de barro cocido.
La edad de oro del reino de los gentiles fue en el tiempo del rey Nabucodonosor, por eso fue representado su tiempo en la cabeza de oro de la estatua que vio el rey Nabucodonosor en su sueño y le interpretó el profeta Daniel6. Aquella edad de oro del reino de los gentiles ya pasó, y ahora se encuentra el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido; y de ahí no puede seguir adelante.
Con la Venida de Cristo, cuando termine Su Obra de Intercesión, será quitado el reino de los gentiles y establecido el Reino de Jesucristo. Y de ese tiempo en adelante, cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión, luego de ahí en adelante viene la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación nuestra; y luego viene la gran tribulación, donde el reino de los gentiles recibe el juicio divino.
La ira de Dios se derrama sobre el reino de los gentiles, porque el reino de los gentiles ha derramado la sangre de los santos y de los profetas de Dios, y de los hebreos y de la Iglesia del Señor Jesucristo, y del mismo Jesucristo; porque fue el imperio romano el que crucificó a Cristo a petición del pueblo hebreo, y el que persiguió también a la Iglesia de Jesucristo por muchos siglos; y vean ustedes el por qué el reino de los gentiles recibirá el juicio divino en el Día Postrero, que es en el séptimo milenio.
Ahora, hemos visto que el Sumo Sacerdote Jesucristo, que es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, el cual es Melquisedec, Sacerdote del Dios Altísimo y Rey de Salem, o sea, de Jerusalén, cuando Cristo termine Su labor de Sumo Sacerdote en el Cielo pasará a ser el León de la tribu de Judá y también el Juez de toda la Tierra, y comenzará Su labor bajo los símbolos de León de la tribu de Judá y de Juez de toda la Tierra.
Así como cuando en Su Primera Venida estuvo en la Tierra: al nacer ya era el Cordero de Dios y también el Sumo Sacerdote Melquisedec, pero tuvo que tener un lapso de tiempo en donde, al llegar a ese tiempo, ya había llevado a cabo los negocios de Su Padre celestial.
A los 12 años dijo que a Él le convenía estar en los negocios de Su Padre7; y ya cuando cumplió casi 30 años, cuando tenía casi 30 años comenzó Su ministerio público en medio del pueblo hebreo como el Mesías, el Ungido prometido, el Cristo prometido; porque el Mesías comenzaría Su ministerio en la semana número setenta de la profecía de Daniel, y a la mitad de la semana le sería quitada la vida al Mesías8.
Y queda, de la semana número setenta de la profecía de Daniel, al pueblo hebreo le faltan tres años y medio para ser cumplidos por el Mesías; pero allá Él estaba como Cordero de Dios y Sumo Sacerdote, y llevó a cabo la Obra en la Cruz del Calvario el Sumo Sacerdote Melquisedec, allí ofreciendo Su propio cuerpo en sacrificio vivo por el pecado del Israel celestial y del Israel terrenal, y por todo ser humano.
Para el Día Postrero, en la Segunda Venida de Cristo, encontramos que los símbolos son: el León de la tribu de Judá: ese es el símbolo que lo representa como Rey de reyes y Señor de señores, y Juez de toda la Tierra, para traer el mundo a juicio ante el Trono de Dios; porque ya no será un Trono de Misericordia, porque ya habrá terminado Su labor de Sumo Sacerdote en el Cielo, por lo tanto será un Trono de Juicio.
Y como Juez de toda la Tierra, encontramos que Él, así como ministró como Sumo Sacerdote la misericordia de Dios, ministrará desde el Templo que está en el Cielo el juicio divino. Y así como Él reveló Su misericordia desde el Templo de Dios en medio de Su Iglesia aquí en la Tierra, también dará a conocer el juicio divino en medio de Su Iglesia a los seres humanos, y desde Su Iglesia dará a conocer estos juicios divinos que han de venir sobre la Tierra.
Ahora, podemos ver que ninguna persona puede esperar a que Cristo termine Su labor de intercesión en el Cielo para después buscar a Cristo; porque después el Sumo Sacerdote Melquisedec y Cordero de Dios, ya no estará como Sumo Sacerdote para tener misericordia de las personas, sino que estará como Juez para juzgar las personas, y para pagar a cada uno conforme sean sus obras9.
Así que es muy importante que esto lo entiendan todas las personas, para que, mientras hay misericordia en el Trono de Dios en el Cielo, mientras está la Sangre de Cristo y Cristo allí intercediendo, las personas aprovechen la oportunidad que tienen aquí en su vida terrenal, para que así obtengan la misericordia de Dios. Pero después que salga Cristo del Trono de Intercesión: el que esté sucio ya no puede ser limpiado por la Sangre de Cristo, porque ya Él ha terminado Su Obra de Intercesión10.
Es como en medio del pueblo hebreo: mientras el sumo sacerdote estaba intercediendo en el lugar santísimo, la misericordia de Dios estaba siendo extendida a las personas que se habían arrepentido y habían buscado la misericordia de Dios… Por eso dice la Escritura en el capítulo 23 de Levítico, que las personas en ese día diez del mes séptimo, el día de la expiación, tenían que afligir sus almas; y el que no lo hiciera, sería cortado del pueblo.
Y ahora, estando nosotros viendo que Cristo está en el Cielo, en el Lugar Santísimo: el que no se arrepienta de sus pecados y se aflija por haber pecado, y reciba a Cristo como su Salvador y lave sus pecados en la Sangre de Cristo: será cortado del pueblo, pierde el derecho a vivir eternamente. Pero el que se aflige por sus pecados y se arrepiente, y busca la misericordia de Cristo: obtiene la misericordia, y vivirá eternamente.
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida”11.
Ahora, hemos visto este misterio de: “EL SUMO SACERDOTE INTERCEDIENDO POR EL PUEBLO”.
Eso es lo que Cristo está haciendo desde que ascendió al cielo. Por eso es que no se necesita el templo que el pueblo hebreo tenía allá en su tierra, ni el templo o tabernáculo de Moisés; porque ya está funcionando, desde que Cristo ascendió al Cielo, el Templo de Dios en el Cielo, extendiendo Su misericordia, porque allí está el Sumo Sacerdote Melquisedec, nuestro amado Señor Jesucristo.
O sea que ahora la misericordia no se obtiene en un templo terrenal, sino que se obtiene directamente desde el Templo de Dios que está en el Cielo, donde está Jesucristo intercediendo; y la manifiesta, esa misericordia, en Su Templo espiritual, que es Su Iglesia, de edad en edad.
Él en la primera edad estuvo extendiendo Su misericordia, en la segunda, en la tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima; y ahora en la Edad de la Piedra Angular todavía está extendiendo Su misericordia por última vez.
Y cuando termine de recoger a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, entonces el Trono de Intercesión en el Cielo se convierte en un Trono de Juicio y ya no habrá misericordia para la raza humana; por lo tanto el juicio divino tendrá que venir sobre la raza humana, porque ya Dios no verá la raza humana bajo la Sangre de Cristo, sino que verá la raza humana con sus pecados, porque ya la Sangre de Cristo no estará en el Trono de Dios en el Cielo.
Tenemos que ser conscientes de esta realidad y tener nuestras vidas arregladas, nuestros pecados confesados a Cristo y sumergidos en la Sangre de Cristo, antes que Él salga del Trono de Intercesión.
Por eso, todos los días, orando a Cristo, confiesen sus faltas y sus pecados a Cristo, coloquen esos pecados y faltas en la Sangre de Cristo; porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado12.
No pueden almacenar faltas, errores y pecados, sino todos los días examinarse, y confesar a Cristo sus faltas y sus pecados que hayan cometido; para que así descansen tranquilos durante toda la noche, y al otro día comiencen un nuevo día lleno de las bendiciones de Jesucristo.
Hemos visto este misterio de “EL SUMO SACERDOTE INTERCEDIENDO POR EL PUEBLO”.
Y tenemos un Sumo Sacerdote misericordioso, intercediendo por todos los hijos e hijas de Dios: por cada uno de ustedes y por mí también; y ese Sumo Sacerdote es nuestro hermano mayor, nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, ustedes son sacerdotes también, y yo también, de Dios; porque Él nos limpió con Su Sangre y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes13. Nos ha hecho como Él: Él es Rey, nos ha hecho reyes; Él es Sacerdote, nos ha hecho sacerdotes también.
Ese es el Orden Sacerdotal del Templo de Dios en el Cielo; y ese Orden Sacerdotal, vean ustedes cómo ha estado materializándose, haciéndose carne, aquí en la Tierra. Y ahora pertenecemos a un Nuevo Orden Sacerdotal; no al orden sacerdotal del templo terrenal que estaba en medio del pueblo hebreo, sino al Orden Sacerdotal del Templo celestial.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, sean habladas desde el Cielo, desde el Templo de Dios, desde el Lugar Santísimo, sobre cada uno de ustedes y sobre mí también. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo.
Y les prospere espiritualmente y materialmente también. Y les prepare a ustedes y a mí para pronto ser transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial; y llame a los que falten por llegar. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Hemos visto el misterio del Sumo Sacerdote intercediendo en el Cielo; y hemos visto cómo edades y dispensaciones están representadas también en un nuevo año que comienza: representa una nueva edad que comienza o una nueva dispensación que comienza; y de acuerdo a lo que comienza es lo que Cristo hace en el Cielo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en el año 1998 trayéndoles la Palabra de Cristo, y estar nuevamente con ustedes en el comienzo de este año 1999; y seguir con ustedes todos los días de mi vida estando en este cuerpo terrenal; y cuando esté en el nuevo cuerpo continuaré con ustedes también; porque estaremos con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad.
Y en y con amor divino siempre estaré dándoles la Palabra que Él me dé para cada uno de ustedes en este nuevo año 1999 y todos los demás años que vengan. Y en este nuevo año también de edad: la Edad de la Piedra Angular, y este nuevo año de dispensación: la Dispensación del Reino, también estaré con ustedes. Recuerde que los años representan edades y dispensaciones también.
Que Dios les bendiga grandemente; y que tengan un año 1999 lleno de felicidad, de paz, de amor divino y de grandes bendiciones del Cielo; y que les use Dios grandemente en Su Obra en este año 1999.
Que Dios les bendiga y les guarde, y pasen todos muy buenas noches.
Dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar, y así darle gracias a Cristo por Sus bendiciones. Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“EL SUMO SACERDOTE INTERCEDIENDO POR EL PUEBLO”.
[Revisión diciembre 2021]
1 Los Sellos, pág. 336, párr. 40
2 Levítico 23:3
3 Levítico 25:3-7
4 Levítico 25:18-22
5 Levítico 25:8-13
6 Daniel 2:31-45
7 San Lucas 2:49
8 Daniel 9:24-27
9 San Mateo 16:27, Romanos 2:6
10 Apocalipsis 22:11
11 San Juan 5:24
12 1 Juan 1:7
13 Apocalipsis 1:5-6, 5:10