El tiempo de madurar a la luz de la Palabra

Muy buenos días, ministros compañeros en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, en Su Cuerpo Místico de creyentes, damas y jóvenes presentes también, y demás caballeros y niños también, que veo.

Que Dios les bendiga y les guarde, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final.

Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente al tiempo final, conforme a las Escrituras.

Para esta ocasión leemos un pasaje en San Marcos, capítulo 4…

Quiero también enviar un saludo al ministro, misionero Miguel Bermúdez Marín, allá donde se encuentra, en Guatemala: Dios te bendiga, Miguel, y a todos los ministros que allá están también reunidos en estos momentos; y a todos los ministros en todas las naciones que me están escuchando, y a todos los que trabajan en la Obra del Señor. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

Y ahora leemos la Escritura en San Marcos, capítulo 4, versos 26 al 29, donde dice:

“Decía además (o sea, Cristo)…”.

“Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;

y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.

Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;

y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”.

Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL TIEMPO DE MADURAR A LA LUZ DE LA PALABRA”.

Cristo aquí nos muestra un misterio, o el misterio…, este misterio del Reino de Dios, en esta parábola, y en muchas otras parábolas de las cuales Él estuvo hablando a Sus discípulos y también al pueblo.

Dios por medio de Cristo simplificó todos estos misterios del Reino de Dios en las cosas y con las cosas ya conocidas en medio del pueblo hebreo: cosas conocidas en medio de la agricultura, para que así pudieran comprender mejor estos misterios del Reino de Dios.

Y ahora, nos muestra la Escritura que hay un tiempo para sembrar, hay un tiempo para crecer (lo que fue sembrado: nacer y crecer), hay un tiempo para echar el fruto; y luego hay un tiempo para el fruto madurar; y después el tiempo para recoger el fruto, que es la cosecha. Son diferentes etapas por las cuales pasaría el Reino de Dios. “Así es el reino de Dios”, dice Cristo.

Por lo tanto, en el Reino de Dios se pasaría por diferentes etapas; y aplicado a la Iglesia del Señor Jesucristo, encontramos entonces que la Iglesia del Señor Jesucristo pasaría por diferentes etapas.

El Señor Jesucristo en una ocasión, allá en San Juan, capítulo 12, verso 24, dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda”. O sea que, siendo Cristo el Grano de Trigo, la Simiente original (ya que el trigo representa a los hijos del Reino, los hijos de Dios)…; y ahora, Cristo siendo el Hijo de Dios: Cristo es esa Semilla, es la Simiente original, de la cual van a venir muchos granos de trigo, muchos hijos e hijas de Dios.

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, solo queda (o queda Él solo)”. O sea que Jesucristo todavía estaría caminando por la Tierra; porque Él no tenía pecado, por lo tanto no podía morir; pero la raza humana toda tenía que morir en el día en que Cristo murió a causa de los pecados que tenían los seres humanos.

Aquel era el tiempo en que Dios juzgaría a la humanidad; y por consiguiente todos tenían que morir, por causa del pecado; porque la paga del pecado es muerte[1]. Pero Cristo continuaría viviendo, porque no tenía pecado; y todavía estaría caminando por todos los lugares sin tener con quién platicar.

¿Le gustaría a usted vivir en un planeta solito, todo para usted, pero sin tener con quién hablar? A nadie le gustaría, y mucho menos al Señor Jesucristo. Porque en Dios están los atributos de ser Padre, y por lo tanto va a tener hijos; y para lo cual pues entonces se hace carne, para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios por medio del segundo Adán. Estos son los hijos que Adán y Eva tenían que traer originalmente, los cuales serían hijos con vida eterna.

Y ahora, sabiendo que Cristo es el segundo Adán: Cristo es la Simiente original a través de la cual van a venir muchos hijos e hijas de Dios, muchos granos de trigo. “Pero si el grano de trigo cae en tierra y muere (dice), mucho fruto lleva”. Y para llevar fruto, pues entonces, al morir un grano de trigo: nace una planta de trigo, crece, echa fruto (pasa por diferentes etapas), echa el fruto, y luego el fruto tiene que madurar. Ahí nos muestra las diferentes etapas por las cuales pasaría Cristo y Su Iglesia.

El Grano de Trigo, Cristo, murió en la Cruz del Calvario, fue sepultado, y luego resucitó; y luego, el Día de Pentecostés, nació la Planta de trigo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en la cual estarían los muchos granos de trigo, todo el fruto que llevaría Cristo, el Grano de Trigo.

Y en cada etapa de la Iglesia, en cada edad, estaba la Vida de la Planta, que es el Espíritu Santo. Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (San Mateo, capítulo 28, verso 20).

Y a través de esa Planta de trigo estaría pasando la Vida, y por consiguiente estarían esos granos de trigo potencialmente en cada una de las edades, que son los creyentes en Cristo de cada edad. Pero en ninguna de esas edades se llevaría a cabo la Cosecha; porque hay un orden divino, conforme a la siembra y cosecha, de todo árbol y de toda planta.

Y ahora, encontramos que allá, en cada edad, estaban los hijos e hijas de Dios; pero no maduraron en aquel tiempo, porque es para el tiempo final, para el Día Postrero, en donde dentro de la séptima edad de la Iglesia estará el fruto: los granos de trigo que van a aparecer luego de la séptima edad de la Iglesia. La séptima edad de la Iglesia es la cáscara, donde el grano de trigo estaría; y luego surge, se despega la cáscara, y queda el grano de trigo frente al sol para madurar completamente, y luego viene la cosecha.

Luego de la séptima edad de la Iglesia se pasa a la Edad de la Piedra Angular.

Las siete edades de la Iglesia corresponden al tiempo de la noche, donde la luna era la que estaba representando esas diferentes etapas o edades de la Iglesia; pero con la luna no se madura el fruto. No es en el tiempo de la noche en donde se lleva a cabo una cosecha; es durante el día, y es en tiempo de verano; porque en tiempo de verano es que se madura el fruto, y luego viene la cosecha.

Por lo tanto, tiene que venir una edad que esté representada en el sol. Y la promesa es en Malaquías, capítulo 4: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”.

Así que esa es la Edad de la Piedra Angular, la Edad de Oro, en la cual estamos; y de lo cual estaremos hablando dentro de algunos minutos con todos los ministros, ya que esto solamente es la introducción, para que las damas no vayan a irse diciendo: “Pero solamente nos saludó y nos despidió, y no nos dijo nada; y nosotras también (dirían), nosotras también trabajamos en la Obra del Señor”.

Casi siempre, en muchos lugares, damos la actividad completa con todos; entonces vamos a dejar una partecita nada más para los ministros, al final; y también que las damas pues escuchen acerca de este Programa Divino que Cristo mostró, conforme a la ley de siembra y cosecha, utilizando los términos de la agricultura de Su tiempo. Por eso habla también de la hoz, que era la herramienta para llevar a cabo la cosecha. Hoy en día dirían “las máquinas segadoras”, porque ahora se usan máquinas y todas esas cosas.

Ahora (para darles un poquito más a las damas, si me permiten acá…), la etapa… Todas las etapas son importantes; porque si una de las etapas no se lleva a cabo, todo el trabajo que se hizo para sembrar el Grano de Trigo, que es Cristo (para ser sembrado, para Él morir y ser la Simiente original que se reproduciría en muchos granos de trigo, en muchos hijos de Dios), si no se llevan a cabo las diferentes etapas: se pierde toda esa labor que Cristo llevó a cabo en la Cruz del Calvario.

Por eso es que, en la parábola del trigo y de la cizaña, dice Cristo que un hombre, un sembrador salió, sembró trigo; y después vino (eso es en el capítulo 13 de San Mateo, versos 30 en adelante digamos, o veinte y algo en adelante)… y luego, mientras él dormía, vino un enemigo suyo y sembró cizaña en el campo.

Y cuando llega el momento de surgir, nacer, toda la semilla, los siervos del señor de la finca, de la hacienda, ven que también hay cizaña, y le dicen al señor de la hacienda: “Señor, ¿cómo es que hay cizaña?, si tú lo que sembraste fue trigo”.

Es lo mismo que decir: “Pero ¿cómo hay cizaña (o sea, gente que no son hijos de Dios) en medio del cristianismo?, si Cristo lo que ha sembrado es trigo, hijos del Reino”. Y se supone que la Iglesia sea para que estén los hijos del Reino, los hijos de Dios, no para que estén los hijos del malo.

¿Cómo es que está apareciendo la cizaña en medio del campo, en medio del trigo, en medio del cristianismo? Por lo cual hemos estado viendo muchas cosas en medio del cristianismo por estos dos mil años. ¿Qué es lo que ha pasado?

Cristo dice en la parábola que el señor del campo dijo: “Un enemigo, un hombre enemigo vino y sembró cizaña en el campo”. Entonces dicen los siervos: “¿Quieres que arranquemos la cizaña?”. Él dice: “No, porque arrancando la cizaña pueden también arrancar el trigo”.

Y arrancar el trigo sin haber pasado por las diferentes etapas, ¿de qué le sirve? No tiene una cosecha de trigo, es una; y lo otro: arrancan esta cizaña y puede ser familia de otra persona que sea un hijo de Dios, que sea trigo, puede estar relacionada familiarmente (puede ser el yerno o la yerna de un hijo o de una hija de Dios); y entonces, arrancando a esta persona, sacándola, se puede llevar también a la que es hija o hijo de Dios, entonces pueden causar un problema.

—“Dejen todo en el campo quieto, no se pongan a hacer eso que ustedes quieren hacer. Dejen todo hasta el tiempo (¿qué?)…”.

Vamos a ver, San Mateo, capítulo 13, verso 30 en adelante, dice… verso 29 en adelante:

“Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Y ahora… Esta parábola es muy interesante, por cuanto está relacionada a seres y con seres humanos, representados unos en el trigo y otros en la cizaña.

Luego, el verso 33 en adelante dice, de este mismo capítulo 13 (ahí va a estar la explicación), dice… Vamos a ver, 36 (corrijo). Capítulo 13, verso 36 en adelante, dice:

“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre”.

¿Quién siembra la buena semilla? El Hijo del Hombre, el Señor.

Y ahora, en la parábola también del sembrador, en el capítulo 13, verso 3, dice [San Mateo]:

“Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.

Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron”.

Ahora, encontramos que este capítulo 13 está lleno de parábolas relacionadas al Reino de Dios.

En esta parábola, los hijos de Dios están representados en la buena tierra, y la semilla que es sembrada es la Palabra del Reino, viéndola desde ese otro punto de vista, esta obra que se llevaría a cabo, que Dios llevaría a cabo.

Y ahora, vamos a continuar aquí:

“… El que siembra la buena semilla (verso 37) es el Hijo del Hombre (o sea, Cristo).

El campo es el mundo (ahora el campo no van a ser los hijos de Dios, el campo ahora es el mundo); la buena semilla son los hijos del reino…”.

Como Cristo es el grano de trigo, ahora la buena semilla son los hijos del Reino, son nada menos que el fruto que el Grano de Trigo va a producir; pero tiene que pasar por diferentes etapas.

“… y la cizaña son los hijos del malo”.

Ahora, Cristo, vean, muestra que hay hijos de Dios e hijos del malo.

“El enemigo que la sembró (o sea, que sembró los hijos del malo, que sembró la cizaña) es el diablo…”.

Y si la cizaña son los hijos del malo, el que siembra la cizaña pues es el padre de la cizaña, el cual el Señor dice que es el diablo. Y el trigo, la buena semilla, que son los hijos del Reino, lo siembra o la siembra la buena semilla, el Hijo del Hombre, Cristo; por lo tanto son los hijos de Dios por medio de Cristo.

Cristo es el segundo Adán, el Padre de esa nueva raza con vida eterna; y esa es la raza original en la cual Dios pensó: una raza con vida eterna.

“… la siega (verso 39 estamos leyendo) es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles”.

Al final de la Dispensación de la Gracia, al final es que viene la cosecha. La cosecha: se cosecha lo que fue sembrado en esa Dispensación de la Gracia, se recoge el fruto al final de la dispensación. Ahí está el final del siglo, el final de la Dispensación de la Gracia, el final de la dispensación de la Iglesia; todo al final.

Porque eso es lo que sucede en la siembra: el final viene a ser ¿qué? Pues la cosecha: se recoge el fruto y la paja se quema; y luego eso sirve de abono para una nueva generación, una nueva siembra que se va a llevar a cabo.

Y ahora, en el fin del siglo o fin del tiempo es el momento para llevarse a cabo la cosecha, el recogimiento de los hijos e hijas de Dios. Pero antes de recoger esa semilla o esa simiente, antes de recoger el fruto, ¿qué tiene que pasar? Pues tiene que estar madurando, tiene que pasar por esa etapa en donde ya no es una edad de la Iglesia bajo ninguna de las siete etapas de la Iglesia que corresponden al tiempo de la noche, por lo cual esas siete etapas de la Iglesia corresponden al tiempo en que la Luna les alumbraba en cada una de las etapas; y por consiguiente, corresponden al Lugar Santo de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde estaba el candelabro o candelero con siete lámparas (que representan siete edades o etapas de la Iglesia), con una mecha sumergida en aceite dentro de esa lámpara encendida con el Fuego de Dios, con el Fuego del Espíritu Santo, alumbrando cada edad de la Iglesia.

Las siete edades de la Iglesia corresponden al lugar santo en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón; porque en esos dos templos estaban tipificadas – está tipificada la Iglesia del Señor Jesucristo.

Pero luego hay otro lugar en el templo, que es el lugar santísimo, donde ahí no hay lámparas, sino que lo que hay ahí es un arca: está el arca del pacto con las tablas de la Ley; y sobre el arca está la tapa del arca del pacto (que es de oro) con dos querubines de oro, uno a cada lado; y en medio de los dos querubines de oro está la presencia de Dios en la Columna de Fuego. Esa es la Luz que hay ahí. Si se va esa Luz, queda el lugar oscuro.

Es ahí donde el trigo es colocado: es la Edad de la Piedra Angular. Después de las siete edades viene la Edad de la Piedra Angular, representada en el lugar santísimo, y es ahí donde el trigo madura.

Recuerden que Cristo dijo: “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida”[2]. Cristo está representado en el sol: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”.

Por lo tanto, es la Edad de la Piedra Angular la etapa donde el trigo es colocado delante de la presencia de Dios para madurar; no en una edad de las siete edades de la Iglesia, donde era la Luna la que alumbraba, sino una edad en donde el Sol (Cristo) alumbra, y en donde madura, el trigo madura, los hijos e hijas de Dios; van madurando en el conocimiento de Dios, en la Palabra de Dios, en todo el Programa de Dios, como hijos e hijas de Dios.

Y cuando llegue el momento en que ya estén maduros completamente, ¿qué pasa? La Cosecha; es la etapa más gloriosa de todas las etapas. Fue representada también en el Día de Pentecostés; y aquello que pasó allá viene a ser tipo y figura de lo que va a pasar en nuestro tiempo también. Viene otro Pentecostés.

¿Y en qué tiempo ocurrió el Pentecostés allá?

Luego de las diferentes etapas, luego del precursor de la Primera Venida de Cristo, se cumplió la Venida del Señor. Y luego que Él llevó a cabo la Obra correspondiente a Su tiempo, y murió, fue sepultado, resucitó, estuvo con Sus discípulos unos cuarenta días, y luego ascendió al Cielo[3] —y está allá en el Trono de Intercesión como Sumo Sacerdote—; luego que se fue, diez días después (que era el día cincuenta desde el día que Él había resucitado hasta que vino el Espíritu Santo), en el día cincuenta vino el Espíritu Santo y bautizó 120 creyentes en Cristo[4]. Fue ese día en que era presentado ese grano: esos granos de trigo, esos hijos e hijas de Dios.

¿Pero ahora dónde vamos a conseguir otro Pentecostés? Aquel fue el Día de Pentecostés. Pero pentecostés es ‘cincuenta’. ¿Dónde vamos a conseguir otro cincuenta, donde está prometida una bendición? En el Año Cincuenta.

Cada 7 años, el año séptimo era año sabático, así por 49 años; y luego venía el año 50, llamado “el año del jubileo”[5]. Ese es otro pentecostés, el cual corresponde —en el tipo y figura— a la Edad de la Piedra Angular del tiempo final; donde ya esos 49 años, que tipifican las siete etapas de la Iglesia, en donde han ocurrido siete grandes avivamientos, siete años sabáticos… – o esos siete años sabáticos representan siete grandes avivamientos que han ocurrido en el Cuerpo Místico de Cristo entre los gentiles, en donde Dios ha enviado un mensajero para cada etapa de Su Iglesia; y —a través de ese mensajero— Cristo, la Luz del mundo, ha resplandecido en medio de Su Iglesia.

Ahí, encontramos que la Luz para cada edad es la manifestación de Cristo a través del mensajero de cada edad; y ha tenido así Luz la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad. Ha estado la Luz velada en el mensajero de cada edad, Cristo velado por medio de Su Palabra prometida para cada edad; y cuando se hace carne en el mensajero esa Palabra, y él comienza a predicarla, ahí está la Luz para esa edad, para el pueblo de esa etapa o de esa edad.

Pero con esa Luz, por cuanto corresponde al tiempo de las etapas de la Iglesia que pasa por la noche, y es la Luna la que alumbra —lo cual es Cristo reflejado en Su Iglesia a través del mensajero de cada edad—, encontramos que esa Luz de la Luna no madura el fruto, pero es la Luz que necesita durante esas diferentes etapas de la Iglesia.

Luego, en el tiempo final, luego de las siete edades, surge la Edad de la Piedra Angular; surge en la parte alta de la Iglesia, en el Día Postrero, la etapa para el trigo ser manifestado.

Sale de la séptima edad (o sea, sale del forro, de la cáscara), surge en la Edad de la Piedra Angular; y ahí es donde va a madurar el fruto, va a madurar el trigo, para ser cosechado en el Día Postrero: ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, con la Luz del Hijo del Hombre, de Cristo, en el cumplimiento de la Palabra prometida para el Día Postrero.

Y esa Palabra prometida haciéndose una realidad será la Luz que madurará el trigo en el Día Postrero; porque eso será Cristo revelado en el Día Postrero, manifestado en el Día Postrero, alumbrando y madurando el trigo.

Por eso cuando Cristo habla del tiempo final, nos dice que cuando veamos esas señales que Él mencionó, aconteciendo, sepamos que el verano está cerca[6]. Y es en el tiempo del verano que el trigo madura, es en el tiempo del verano que el trigo es recogido, se lleva a cabo la cosecha.

Por lo tanto, es en el tiempo más glorioso de todos los tiempos que el trigo va a madurar, va a ser cosechado y llevado con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por eso el trigo, en la Planta de trigo, que es la Iglesia…; porque no va a madurar fuera de la planta de trigo. Usted no ve al trigo que cuando está… cuando ya se nota que hay trigo, pero lo que ve es la cáscara; dentro es que está el trigo.

En la séptima edad no se podía tomar esa cáscara o ese forro y decir: “Aquí ya tengo el trigo, este es el trigo; vamos a ponerlo que madure, vamos a sacarlo de la Planta de trigo para que madure”. No, no se podía hacer. Y no se puede quitar el trigo de la Planta de trigo para madurar; tiene que madurar en la Planta de trigo; y después es llevado, en la Cosecha, a la presencia de Dios, a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y ahora, vamos a ver algo aquí que dijo el reverendo William Branham en un lugar, con relación a la Luz. Dice en la página 68 del libro de Citas, dice que hay diferentes etapas. Ahora, vamos a ver: el párrafo 592[7] dice:

592 – “[510] Tengo las cuatro etapas de esa venida hacia adelante de esa Iglesia. ¿Qué son las cuatro etapas de la venida hacia adelante de los huesos secos de Ezequiel? Pero la Vida vino, no cuando la piel de fibra estaba en ellos, pero cuando el aire sopló sobre ellos. Eso es cuando ello vino para atrás, ese cuarto Mensaje de Vida fue traído para atrás.

511 ‘Yo restauraré’, dice el Señor. (…) La cuarta luz ha de venir, la cual traerá las mismas señales. ¡Miren! Justificación trajo para atrás la pulpa.

Santificación trajo para atrás la corteza; doctrina de santidad.

512 ¿Qué trajo para atrás las hojas? Pentecostales. ¿Qué es ello? Pentecostales, hojas, palmear sus manos (…).

[513] La Palabra hecha carne: frutas de fruto de la señal de resurrección, que Cristo por fin lo ha hecho, después de justificación siendo plantada, santificación siendo plantada, bautismo del Espíritu Santo. Organizaciones se murieron, y Cristo otra vez se ha colocado en el centro de Sí mismo como ese tope de la Pirámide”.

Ahora vean, cuando nos habla de estas cosas en el verso – en el párrafo anterior… Pero vamos a terminar este párrafo, dice:

592 – “[513] Primera línea, justificación; santificación; bautismo del Espíritu Santo (ahí están: uno, dos y tres; y luego el cuarto, dice); entonces la Venida de ese tope.

514 ¿Qué es ello? Ese grupo del Espíritu Santo siendo refinado, para que pueda encajar con la misma clase de ministerio que Él tenía cuando Él se fue; para que cuando Él venga para atrás, ello tomará la cosa entera en el Rapto, donde ellos son justificados, santificados, y el bautismo del Espíritu Santo. Esa pirámide se parará otra vez”.

Y ahora, vean ustedes, diferentes etapas.

Acá la explica también, más clara. El párrafo anterior, en el párrafo 591[8], dice (de esa misma página 68) que se pasó por esa etapa de justificación bajo el ministerio de Lutero, se pasó bajo la etapa de santificación bajo el ministerio de Wesley, se pasó bajo la etapa de la restauración de los dones bajo la etapa pentecostal, donde el reverendo William Branham fue su mensajero; y luego nos habla… Y eso fue la Luz en cada una de esas etapas; una manifestación de Cristo, la Luz del mundo, a través de esas etapas y a través de esos mensajeros.

Y luego, hay una cuarta Luz; de la cual dice que “viene una cuarta Luz”, una cuarta etapa.

Ahora, en la página 69, párrafo 593[9], dice [Citas]:

593 – “[518] Vendrá una Luz, se levantará.

519 ¿Dónde vendrá? ¿Allá en Jerusalén? No, señor. Las luces de la tarde no se levantarán en Jerusalén. Las luces de la tarde ¿van para dónde? ¡En el oeste! Ellos tuvieron su día y lo rechazaron.

520 Pero la Luz de la tarde se levantará en el oeste”.

¿Y cuál es el oeste? El continente americano. Y la séptima edad fue cumplida en el continente americano, en la parte norte; y solamente queda la parte sur: la América Latina y el Caribe.

Ahora vean, ¿dónde se levantará? Dice:

593 – “520 Pero la Luz de la tarde se levantará en el oeste. ¿Para qué? Para brillar sobre la Palabra. ¿Qué? Para madurar la fruta, traer hacia adelante el Árbol-Novia con las mismas señales, maravillas y frutos que ellos tenían en el principio”.

¿Para qué es la Luz, Cristo, prometido para ser manifestado en el oeste? Para madurar el fruto; y eso viene después de la séptima etapa de la Iglesia.

Después de la séptima edad de la Iglesia, entonces corresponde a madurar el fruto con la manifestación que Cristo tenga en medio de Su Iglesia en el Día Postrero.

Y eso nos lleva a la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo, la Edad de Oro, la edad más gloriosa de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde estaremos madurando delante del Hijo del Hombre; estaremos en pie delante del Hijo del Hombre, delante de Cristo, recibiendo Su Luz, Su revelación, en el Día Postrero.

No pueden ser colocados en una edad pasada, porque en esas edades pasadas no maduró el fruto porque no era el tiempo de la Cosecha; porque el tiempo para la Cosecha es después de las siete edades de la Iglesia, donde el fruto madura; y eso corresponde a la parte alta del Árbol-Novia.

Y el fruto madura en la parte alta. Por lo tanto, ese es el tiempo en que los hijos de Dios llegarán a madurez por medio de la Luz de la Palabra prometida siendo revelada y siendo vindicada, hecha realidad, por Dios en medio de Su Iglesia.

Todo lo que Dios ha prometido para el Día Postrero para Su Iglesia, Él la cumplirá. Él nos abrirá las Escrituras; y con esa revelación divina madurará a cada hijo e hija de Dios, a cada grano de trigo en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Planta de trigo.

Recuerde que la fe para el rapto es para los creyentes en Cristo en el Cuerpo Místico de Cristo; son los que tienen la promesa de una resurrección, si murieron siendo parte del Cuerpo Místico de Cristo en la edad que les correspondió vivir; y a los que estén vivos los transformará: estarán en la edad que les corresponde para poder madurar y ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

En palabras más claras: los que vivieron en edades pasadas y partieron, siendo creyentes en Cristo, resucitarán en cuerpos eternos. Pero no habrá ninguno de la primera edad, o que esté en la primera edad o segunda edad (porque ya esas edades pasaron…), para ser transformados estando vivos, porque ya esas edades pasaron y tuvieron los hijos e hijas de Dios de la edad que estaba vigente en tiempos pasados.

Y entonces, la transformación para los vivos será ¿para quiénes? Para los que estarán recibiendo la Luz de la Palabra revelada en el Día Postrero. Porque la Luz del Sol, Cristo: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salud, salvación”. Por lo tanto, estará madurando: los hijos e hijas de Dios en el Día Postrero; reconocerán su lugar en el Reino, su edad, la edad que les corresponde vivir.

Así como han estado subiendo de edad en edad…; termina una edad, y entonces los hijos de Dios que surgen vienen para otra edad que es más arriba; y así van subiendo, hasta que se llega el tiempo para la Edad de la Piedra Angular, donde estarán los creyentes en Cristo recibiendo la Luz de Cristo, la revelación de Cristo, para madurar en el Día Postrero.

Y entonces, cuando se complete el número ahí, en ese ciclo divino, cuando se complete el número de los escogidos y lleguen a madurez, entonces serán transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Estos son misterios del Reino de Dios, y por consiguiente tenemos que comprenderlos en nuestro tiempo. En otros tiempos no se podían comprender, ni se sabía dónde la Luz iba a resplandecer en el tiempo final.

Ahora, si se va a ir para una cena, pues usted no va a ir a la cena en la mañana; si va en la mañana es para el desayuno. Es en el tiempo de la tarde que se va a una cena.

Y la Iglesia del Señor Jesucristo ha llegado al tiempo de la tarde; y el tiempo… ¿Por dónde se pone el sol? Por el oeste, por el occidente. Por lo tanto, así como el sol sale por el este: allá por el territorio del Medio Oriente, por Israel, por allá surgió la Primera Venida de Cristo; salió, surgió Cristo en Su Primera Venida.

Y ahora Cristo está siendo esperado por la Iglesia en el Día Postrero, y la etapa de la Iglesia del Día Postrero corresponde al occidente; por lo tanto, es en el occidente donde la Luz estará resplandeciendo y madurando el trigo. Y de ahí, la Luz se extenderá para otras naciones, para madurar el trigo en todas las demás naciones.

Tenemos que saber de dónde viene la Luz que madura el trigo, madura a los hijos e hijas de Dios en el Día Postrero; porque todos queremos madurar y queremos ser transformados, y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

No deje que nada le interrumpa la Luz del Sol, de Cristo, del Hijo del Hombre, en el Día Postrero.

Luego tenemos también la promesa que el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles para, con Gran Voz de Trompeta, llamar y juntar a los escogidos (San Mateo, capítulo 24, verso 31). Y en el capítulo 13 de San Mateo dice que el Hijo del Hombre va a enviar Sus Ángeles en el tiempo de la Cosecha, en el tiempo en que se tiene que realizar esa Cosecha. Así que estarán los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, en el Día Postrero.

Eso fue lo que fue visto en el Monte de la Transfiguración, donde es presentado Cristo glorificado, y es allí presentado el orden de la Venida del Señor para el Día Postrero[10]. Y por eso es que está prometido el ministerio de Moisés y Elías para el Día Postrero, conforme a Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14, y Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14. Conforme a como fue hablado, así tiene que ocurrir.

Estamos en el tiempo en que más profecías bíblicas están señaladas para ser cumplidas; y nosotros somos parte de esas profecías; por lo tanto, hay grandes bendiciones para los creyentes en Cristo.

No deje que nada le impida ver la Luz de Cristo de este tiempo final; porque esa es la Palabra revelada siendo cumplida, la Palabra profética, lo que Dios ha prometido para nuestro tiempo siendo vindicado, lo cual nos va a madurar en el conocimiento de Dios, lo cual nos va a dar la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

No deje que nada le impida ver y recibir la Luz de la Palabra vindicada – prometida, vindicada, para nuestro tiempo; de eso depende nuestra transformación y el rapto, porque de eso depende que maduremos.

Por lo tanto, conscientes de que estamos en el tiempo para madurar con la Luz de la Palabra, entonces estemos siempre recibiendo la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final.

Así como en cada etapa de la Iglesia, en cada edad, la Palabra venía al mensajero, el mensajero la recibía, se hacía carne en él; él la hablaba, y los elegidos la escuchaban y la recibían también, y se hacía carne en ellos. Y esa era la Luz de Dios para el pueblo en cada edad; la Luz de Dios por medio del Espíritu Santo alumbrando sobre la Palabra prometida para cada edad, y velándose y revelándose a través del mensajero de cada edad.

Así es como escuchaban la Voz del Espíritu Santo en cada edad los creyentes en Cristo. Ese es el orden divino; “porque no hará nada el Señor, sin que revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”[11]. Por lo tanto, siempre el orden divino permanecerá para siempre, porque Él así lo ha establecido.

Y ahora, habrá otro día, otro año, otro tiempo de Pentecostés; otro Pentecostés. Con el primer Pentecostés viene una transformación interior; y con el segundo Pentecostés, que será el Año de Pentecostés, vendrá una transformación física, que acompañará la transformación interior o espiritual que habrán recibido todos los que serán transformados en el Día Postrero.

Por lo tanto, este es un tiempo importante: es el tiempo para madurar a la Luz de la Palabra, de la Palabra prometida para nuestro tiempo.

Que Dios les bendiga y les guarde; y ahora ya, pues, podemos permitir a las damas…, que pueden ya continuar haciendo sus labores que tengan que hacer, y continuamos aquí con los ministros ya…

Así que, damas: Dios les bendiga y les guarde; y adelante sirviendo al Señor con toda vuestra alma; y que Dios les use grandemente en Su Obra en este tiempo final.

Siempre Dios aprecia, Cristo aprecia, todo lo que las damas hacen, como también aprecia todo lo que los ministros hacen en Su Obra; y aun lo que hacen los niños, Cristo también lo aprecia, porque lo hacen de todo corazón.

Bueno, que Dios les use siempre grandemente en Su Obra. Y nos vemos ya en la noche, Dios mediante, en la actividad de la noche.

Dios les bendiga y les guarde; y ahora continuamos acá con los ministros.

[Dama: “Hermano William, lo amamos”].

Yo también a ustedes. Dios les bendiga y les guarde.

PARTE 2

Ahora continuamos con los ministros que están presentes, y también con los que están allá con el misionero Miguel Bermúdez Marín, y en los demás países donde estén; pues continuamos – continúo con ustedes en la reunión que ustedes tienen, de ministros, en esta ocasión.

Hemos dado un recorrido rápido por las diferentes edades de la Iglesia; y tocamos hasta el tiempo de Moisés con el tabernáculo, y tocamos el tiempo del rey Salomón también, con el templo que fue construido allá; y pasamos al Templo que está construyendo Cristo, que es Su Iglesia: un Templo espiritual compuesto con piedras vivas, creyentes en Cristo nacidos de nuevo, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y por consiguiente, esa Iglesia tiene Lugar Santo, que corresponde a las siete edades de la Iglesia; y también tiene Lugar Santísimo, que corresponde al tiempo final, donde el trigo madurará, donde los hijos e hijas de Dios, los creyentes en Cristo, madurarán y llegarán a la perfección, llegarán a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; llegarán a la adopción física.

La adopción espiritual es el nuevo nacimiento, en donde la persona recibe el Espíritu de Cristo y obtiene el nuevo nacimiento: nace en el Reino de Dios, ha nacido del Agua y del Espíritu; ha recibido una transformación.

Pero ahora viene la transformación física en el Día Postrero, en donde los creyentes en Cristo van a ser transformados y llevados con a Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; y los que murieron van a resucitar en cuerpos eternos, cuerpos glorificados.

Por lo tanto, los creyentes en Cristo que estén vivos van a obtener la doble porción; como los que murieron también, porque ellos murieron y solamente tenían la primera porción: el nuevo nacimiento, tuvieron el Espíritu Santo, y por consiguiente tuvieron esa transformación interior, esa transformación espiritual.

Pero ahora, la doble porción es la adopción física, la transformación física para los vivos, y para los muertos en Cristo la resurrección en cuerpos glorificados; y entonces todos tendremos la plenitud de Dios. Entonces todos tendremos dos porciones: la porción espiritual y la porción física; y entonces seremos completamente a imagen y semejanza de Cristo, con cuerpos angelicales y cuerpos físicos glorificados. Por eso es que estamos esperando esa adopción: la redención del cuerpo.

Ya hemos recibido adopción espiritual, y falta adopción física. Hemos recibido una parte: de la redención espiritual, y ahora nos falta la parte de la redención física; y la vamos a recibir.

Esa es la única forma para poder escapar de los juicios que habrán de venir sobre la Tierra, esa es la única forma para poder ir a la Cena de las Bodas del Cordero: tener la Vestidura de Boda, que es tener el cuerpo angelical y el cuerpo físico glorificado.

Tener el Espíritu Santo es la Vestidura de Boda, con una doble porción: la porción espiritual (cuerpo angelical) y la porción física (cuerpo físico glorificado).

Por lo cual, pedimos a Dios que nos ayude en este tiempo final, porque está muy cercano ese momento, ese momento de la adopción, de la adopción física.

También, el ministerio del Día Postrero va a ser adoptado; y por consiguiente, ese será el ministerio que continuará para el Reino Milenial.

Ahora, siempre cuando se llega a un tiempo para adopción —como el tiempo en que Cristo tenía que ser adoptado—, se llega a un tiempo muy pero que muy difícil: en donde todo parece que se ha puesto muy débil el ministerio, y toda la situación llega a estar en dificultad; y aun la situación del mundo llega a una etapa crítica.

Dice el reverendo William Branham que Pablo pasó por esa etapa en sus últimos días o meses o años; en donde San Pablo…, el cual oraba por los enfermos y se sanaban, resucitó muertos, también condenó personas que se levantaron en contra de él…; a uno lo maldijo, le dijo que no vería la luz del sol por cierto tiempo[12], y así fue; y así por el estilo. Luego, cuando llega al tiempo en que va a recibir la corona de la vida, en donde va a morir y va a ir al Paraíso, se encuentra en [una] situación en donde dice: “Todos me han dejado”[13].

Demas (o Dimas) se fue, lo dejó[14]; no fue que dejó de servir a Dios, sino que ya no respaldaba el ministerio de Pablo, no pensaba que Pablo estaba bien; pensaba que Pablo había perdido todo el poder, que ya Dios lo había abandonado; y así pensaba de Pablo. Y veía que Alejandro el calderero lo corrió de la ciudad (a San Pablo), y le trajo muchos males a San Pablo. Pablo dijo que Alejandro el calderero le ha traído muchos males, que “Dios le pague conforme a como ha hecho”[15]. Y así por el estilo, ya pensaban que Pablo, pues, Dios lo había abandonado.

Lo mismo que cuando Cristo estaba en la Cruz, o cuando fue tomado preso y castigado: pensaban que Dios lo había abandonado. Pero era que estaba en la etapa más importante: en la etapa en que tenía que pagar el precio de la redención; el cual nadie podía pagar, sino Uno que viniera al mundo sin pecado, y que tomara los pecados de todos los seres humanos y muriera por ellos.

Y ese misterio nadie lo entendía, solamente Él; a tal grado que murió como pecador, porque murió con los pecados de la humanidad, y por eso tuvo que ir al infierno[16]. Pero allá tuvo una lucha: dejó los pecados de la humanidad allí al diablo (que era el dueño), y le quitó las llaves del infierno y de la muerte[17]; y resucitó el Día de Resurrección, y trajo con Él a los santos del Antiguo Testamento, que estaban en el Seno de Abraham[18].

Pero la muerte de Cristo, para muchas personas era una desgracia; pero era la gracia de Dios en favor del ser humano. No era desgracia; era gracia, gracia divina.

Y ahora, encontramos que los apóstoles también, Pedro y los demás apóstoles, pasaron por etapas muy difíciles.

Algunas personas, que piensan en el bienestar físico, dicen: “Yo me voy a meter a la religión, a la iglesia, para que Dios me bendiga, para que se me quiten los problemas”; y algunas veces, cuando ya está en la iglesia, dice: “Ahora tengo más problemas que antes”. Todo hijo de Dios tiene que ser probado.

Y Cristo no dijo: “Toma tu ramo de flores y sígueme”, sino: “Toma tu cruz y sígueme”[19]. Y también Él dijo: “En el mundo tendréis aflicción; mas no teman, yo he vencido al mundo”[20].

Así que los cristianos pasan por diferentes etapas difíciles, como individuos; y también el Cuerpo Místico de Cristo como Iglesia ha pasado y pasa por etapas difíciles; etapas en que en algunas ocasiones parece que va a desaparecer la Iglesia del Señor; como también hay etapas en que algunos creyentes pasan por etapas en donde parece que todo ha terminado para esa persona. Como parecía que para Cristo todo había terminado, pero resucitó glorificado y se sentó a la diestra de Dios; obtuvo la victoria.

No hay victoria sin lucha, sin batalla. “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono”[21].

¿Ven? No hay nada que diga que le dará tal y tal cosa, tal y tal galardón, a alguien que no haya hecho nada; sino que es al vencedor.

Por lo tanto, así como siervos fieles y prudentes (en la parábola del capítulo 24, versos 41 al 47, de San Mateo), siervos fieles y prudentes que le dan el Alimento a tiempo en la Casa de Dios a los hijos de Dios: estemos todos los días de nuestra vida dándoles el alimento espiritual correspondiente a nuestro tiempo a todas las personas, cada uno en su congregación, para que tengan el alimento espiritual correspondiente a nuestro tiempo y sean bien alimentados todos los creyentes en Cristo.

Así es también de edad en edad para cada mensajero: tiene que tener para la Casa de Dios, que es la Iglesia —que está a cargo del Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad—, tiene que, por medio del mensajero, venir el Espíritu Santo trayendo ese Alimento a la Casa de Dios.

Ahora, también dice que hay siervos negligentes, que no hacen como deben hacer. Y vamos a ver esos siervos también, para que cada uno sepa cómo hacer en el Cuerpo Místico de Cristo. Capítulo 24, versos… verso 48 al 51, dice…; yo creo que lo podemos leer desde el – arriba: verso 42 en adelante, dice [San Mateo]:

“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.

Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.

¿A qué hora? ¿A la hora primera (a la hora de la primera edad), la hora de la segunda, la de la tercera, la de la cuarta? ¿O a qué hora de las horas de las vigilias: a la primera vigilia, a la segunda, a la tercera?

Ahora, sigue diciendo:

“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo de Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?”.

¿Para qué han sido colocados los ministros en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor? Para que le den el alimento espiritual, el Mensaje de Dios correspondiente al tiempo en que se está viviendo, ¿ve? “Para que les dé el Alimento (¿a qué?) a tiempo”.

No darle el desayuno a la hora de la cena, porque ya ese… hasta frío está, porque el desayuno ya corresponde a otro tiempo, a otra edad.

Debemos de saber, tenemos que saber en qué tiempo estamos viviendo; para —el Alimento que corresponde a ese tiempo— nosotros tomarlo, y darle ese Alimento al pueblo, y alimentarnos nosotros también con ese Alimento; porque es un Alimento para todos, para todos los ministros y todos los creyentes en Cristo.

Para el tiempo final, el tiempo de la tarde, ¿qué Alimento puede ser? Pues el tiempo del Alimento de la tarde, que es una cena; es una comida fuerte, la última comida; la última Comida para la Iglesia, para los creyentes en Cristo. Y después de esa Comida, entonces para el mundo vendrá la noche: de la gran tribulación; pero para la Iglesia: el arrebatamiento – transformación, arrebatamiento y Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Tenemos que dar el Alimento a tiempo. No el Alimento de otra edad pasada, sino el Alimento que nos corresponde en nuestro tiempo.

Así es para cada mensajero de cada etapa de la Iglesia, y para los ministros de cada etapa: que, unidos al mensajero de su edad, toman ese Alimento que el mensajero recibe del Espíritu Santo… – o que el Espíritu Santo da a través del mensajero, el cual él lo recibe y lo come, y lo comparte con todos los ministros; y luego los ministros lo comparten con sus congregaciones. Tan sencillo como eso.

“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”.

La labor de pastor es alimentar y cuidar las ovejas de su Señor.

“De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.

Hay una bendición grande; porque así como han trabajado y han administrado en el Cuerpo Místico de Cristo, después —en el Reino del Mesías— tendrán una posición bien importante.

A Sus discípulos Cristo les dijo: “Vosotros que me habéis seguido…”; porque Pedro quería saber: “Bueno, ¿nosotros qué hemos de tener?”. El Señor le dice: “Vosotros que me habéis seguido, que han estado conmigo, os sentaréis cada uno de vosotros…, ustedes doce se sentarán en doce tronos, y juzgaréis a las doce tribus de Israel”. San Mateo, capítulo 18, versos 26 al 28…; o capítulo 19 (capítulo 19 debe ser) de San Mateo. Capítulo 19, versos 28 al 30; y el capítulo 22 de San Lucas, versos 28 al 30 también.

Ahora, hay una bendición grande para todos los ministros y los mensajeros; cada mensajero y los ministros de su edad con sus congregaciones, en la Casa de Dios, dándoles el alimento espiritual, la Palabra correspondiente a la edad en que están viviendo. Esas personas que se ocupan de alimentar bien las ovejas con la Palabra de su edad son siervos fieles y prudentes.

Esos siervos…: está el mensajero de su edad y los ministros de esa edad. Pero hay otros ministros también, vamos a ver. El verso 48 en adelante, dice:

“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir…”.

Ahora vean, ponen en duda acerca de la Venida del Señor: “No, eso todavía pueden pasar miles de años; ya llevamos dos mil años”. En los tiempos de mil años atrás podían decir: “Ya llevamos mil años”. En los tiempos nuestros pueden decir: “Ya llevamos dos mil años, y todavía no ha venido el Señor”.

La Venida del Señor no era para ser cumplida en la primera edad, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima, sino para ser cumplida en la etapa de la Edad de Oro, la edad donde el trigo está recibiendo la Luz del Sol para madurar.

¿Y cómo se sabe que no era para ninguna de las siete edades? Porque no se cumplió. Tan sencillo como eso. Pero tenían que estar esperando.

Ahora, hay siervos buenos y hay siervos malos. Dice:

“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;

y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos…”.

¿Ve? Se pone a golpear a sus consiervos, a hablar mal de sus consiervos; “golpear”: herirlos, diciendo cosas malas de sus consiervos, de sus compañeros ministros. ¿Ven?

Cuando encuentran personas, ministros, hablando mal de los demás ministros y de las demás congregaciones, recuerden: aquí en la Escritura habla de personas, de consiervos, de ministros, que estarían haciendo eso.

Por lo tanto, usted debe saber dónde están colocadas esas personas y dónde usted está colocado. Y si usted se salió un poquito y por poco cae como uno de estos: No. Se sale de ahí y se pone a dar el Alimento a tiempo, a cuidar las ovejas bien, y a hablar bien de los demás ministros, que como usted luchan por hacer lo mejor en la Obra de Dios y luchan por servir al Señor lo mejor posible.

Cada cual tiene sus propios problemas, y cada cual lleva su propia cruz. Por lo tanto, no vamos a estar criticando a los demás ministros, sino orando por ellos, para que también ellos logren llegar a la meta de recibir la bendición: “Siervo fiel y prudente (fiel y prudente), entra en el gozo de tu Señor”[22].

Todos queremos ser fieles a Cristo, todos queremos tener bien alimentadas las ovejas del Señor (no son nuestras, sino del Señor), y todos queremos oír las palabras de Cristo: “Siervo fiel y prudente, entra en el gozo de tu Señor. Siervo fiel y prudente, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré”.

Todos queremos escuchar las palabras, que se hagan realidad esas palabras: “De cierto os digo que sobre todos Sus bienes le pondrá”. Así hará con el mensajero de esa edad y con los ministros de esa edad, que serán Su Gabinete para trabajar en el Reino del Mesías; y el grupo de creyentes de su edad, que será el grupo de trabajo de ese mensajero en el Reino del Mesías.

Es algo así como los patriarcas, que tenían sus descendientes que formaron tribus, y cada patriarca tiene su descendencia y es una tribu. Así es cada mensajero junto a los ministros de su edad con los creyentes de esa edad: vienen a ser como las tribus; y tienen una bendición muy grande esos mensajeros, como la tienen los apóstoles y los patriarcas, que son los ancianos, los 24 ancianos que se sientan en 24 tronos, y tienen coronas de oro[23]: son reyes; y juzgarán a las doce tribus de Israel los apóstoles del Señor.

Así que… Los doce apóstoles tienen que ver con los judíos, y los mensajeros de las edades con la Iglesia gentil. Así que para con los judíos hay un Programa, y para con la Iglesia del Señor hay un Programa también.

“Pero si aquel siervo malo…”.

Ahora miren cómo lo coloca:

“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;

y comenzare a golpear a sus consiervos…”.

Hay que tratar bien a los compañeros ministros. Tratarlos mal: la persona, el ministro, cae en esta categoría de estar hiriendo a sus consiervos; y por consiguiente se olvida y se descuida de alimentar bien las ovejas con la Palabra correspondiente a su tiempo, y se pone a hablar mal de los demás ministros y de las demás congregaciones. Y eso, pues, con el propósito también de que las ovejas se le vayan a aquel y se vengan con él. En vez de ayudarlo y decirle: “Vamos a… (esto…) cuando tengas actividades, me avisas para ayudarte. Te ayudo con equipos si tú no tienes, te ayudo con esto, con lo otro, para que hagas el trabajo y Dios te bendiga”.

Y la Escritura dice: “El que te bendiga (¿ve?) será bendito”[24]. Automáticamente Dios va a bendecir a esa persona colaboradora que ayuda a otro ministro.

Los ministros tienen que tener buen compañerismo los unos con los otros, y las congregaciones unas con las otras tener buen compañerismo. No pueden tener dificultades o problemas los pastores con otros pastores, y las congregaciones con otras congregaciones; porque se ponen en el lugar de los problemas que tenían los pastores de Lot con los pastores de Abraham[25]; y los pastores que tenían – los problemas que tenían los pastores de este rey Abimelec con los pastores de Isaac[26], cosas así. Entonces no se deben tener esos tipos de problemas.

Los de Abimelec con los de Isaac estaban, parece, en discusión por los pozos que habían – que tenían (creo que eran los de Isaac y los de Abimelec).

Así que más bien este es un tiempo de unidad y de compañerismo. Estamos en el tiempo de la Edad del Amor Divino; por lo tanto, todo debe ser hecho en amor divino, en compañerismo, y no dar lugar a que vengan personas a meter cizaña en medio del pueblo.

No podemos dejar que personas critiquen a los demás ministros, que le vayan a romper sus congregaciones; sino más bien que cada ministro ayude a los demás ministros para que las congregaciones estén firmes, y Dios siga añadiendo más almas a la Iglesia del Señor Jesucristo, y haya paz y armonía en medio de la Iglesia del Señor.

Esa es la actitud correcta, esa es la actitud que van a tener los ministros, siervos fieles y prudentes.

Los que no serán fieles y prudentes serán los que estarán hiriendo a los demás ministros, tratando de que no se haga realidad el Programa que Dios tiene para Su Iglesia para el Día Postrero, en donde sabemos que hay grandes promesas.

Sabemos que está la promesa de una manifestación grande de parte de Dios, donde va a venir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Sabemos que en el Día Postrero… hay una promesa para el Día Postrero. ¿Y por qué sabemos que es para este tiempo final? Porque no se cumplió en tiempos pasados. Tan sencillo como eso. Y si no se cumplió en tiempos pasados, es para nosotros.

Y por la fe: por la fe se conquistan las promesas divinas. Toda promesa divina se conquista por la fe; se logra obtener, se logra que se materialice esa promesa, por la fe.

Pero la fe sin obras es muerta[27]. No es decir: “Yo creo, yo creo, yo creo”, y no hacer nada. Cree, y entonces hace aquello que tiene que hacer para que se haga una realidad.

Por ejemplo, si la promesa es que Cristo nos va a proveer un local, un lugar de reunión, pues entonces uno lo cree, y entonces busca; y entonces consigue…, pide a Dios que lo bendiga, le provea dinero para comprar un sitio. No se va a sentar esperando a que venga un millonario y le diga: “Mira, aquí está, toma esto para ti”.

Sería como un chiste que hay, un cuento, de uno que pedía limosna; y está pidiendo limosna, y viene un turista y se compadece de la persona, y le extiende la mano y le está dando un billete (vamos a decir, 20 dólares); y él dice: “Échamelos aquí; por favor, échamelos aquí”. ¡Más bien es para tomarlo rápido antes que se vaya a arrepentir la persona!

Uno tiene que hacer la parte de uno. La fe sin obras es muerta; a la fe tiene que acompañarle la obra; y eso es una obra de fe. Actúa porque creyó. No actúa: pues porque no creyó. La expresión de la fe son las obras.

Si Dios ha prometido que va a darnos alguna cosa, entonces trabajamos para que se haga realidad, trabajamos creyendo que lo vamos a obtener.

Si para el cristianismo, conforme a como le fue mostrado al reverendo William Branham, en medio del cristianismo va a surgir una Gran Carpa Catedral, pues habrá un pueblo, habrá un grupo de ministros y de personas creyentes, que van a trabajar para que se haga realidad esa promesa. Y como fue una visión de algo que iba a pasar, pues se va a realizar: Dios va a respaldar a esas personas en el trabajo, que estará basado en lo que Dios ha prometido; van a conquistar esa promesa.

Habrá personas como los siervos que hieren a los otros siervos, que harán como cuando el tabernáculo o el templo allá en Israel tenía que ser restaurado: hubo otras personas que los criticaban, y les decían que esas murallas hasta una zorra al pasar las iba a tumbar, de tan débiles que iban a estar[28]; algo así. Y por el estilo, pues habrá algunos que se opondrán.

Otros creerán, dirán: “¡Esa es una promesa para nosotros! ¡Y gracias a Dios que no se cumplió en otro tiempo pasado!”.

Ahí, en el cumplimiento de esa promesa, la Columna de Fuego que libertó al pueblo hebreo, esa Columna de Fuego que se hizo carne, esa Columna de Fuego que estuvo todo el tiempo en medio del pueblo hebreo, y que estuvo a través de los profetas y que habló a través de los profetas, y que estuvo en Jesús, y que apareció sobre Jesús cuando fue bautizado[29]; y que luego, el Día de Pentecostés, vino también y bautizó a 120 personas con lenguas de fuego; esa misma Columna de Fuego que le apareció a San Pablo y le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”: ese es el Ángel del Pacto.

Él ha estado en medio de Su Iglesia: “Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, dijo Cristo en San Mateo, capítulo 28, verso 20. ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo. Él es esa Columna de Fuego.

A San Pablo, esa Columna de Fuego, cuando le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (capítulo 9 y capítulo 16 y capítulo 22 del libro de los Hechos; y el 26 parece que también habla de eso San Pablo); esa Luz le dice a Saulo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.

Esa misma Columna de Fuego ha estado acompañando a la Iglesia de edad en edad, y ha estado hablando por medio del mensajero de cada edad, y ha estado bautizando millones de seres humanos que han recibido a Cristo como Salvador.

Vemos que acompañó al reverendo William Branham. Y en la visión que le fue mostrada de una Gran Carpa Catedral, él vio que esa Columna de Fuego se movió, de donde estaba se movió a otro lugar, a un lugar pequeño, a un cuartito pequeño; y allí se posó, sobre ese cuartito pequeño, se fue a ese lugar; y el Ángel que acompañaba al reverendo William Branham también se fue a ese cuartito pequeño; y eso es la Tercera Etapa[30].

Y en la Tercera Etapa le será dada la fe para el rapto a los creyentes en Cristo. Así que será de bendición grande la materialización de esa visión cuando la veamos hecha una realidad.

Habrá un pueblo, ministros y congregaciones, que creerán eso que fue prometido; lo cual ya fue prometido, fue visto ya en función. O sea, no que iba a ser, sino que fue visto: fue transportado a ese lugar; como Juan el apóstol fue transportado al Día del Señor, y oyó una Voz como de trompeta que decía: “Yo soy el Alfa y Omega”[31].

Y ahora, esa promesa se va a hacer una realidad en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la etapa de la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular; porque no se hizo una realidad en edades pasadas. Por lo tanto, esa promesa es para nosotros.

Así como hemos trabajado en todas las demás promesas, estaremos trabajando en esa promesa también, para que se haga una realidad.

Y de las cosas a ser hechas o construidas, como que parece que esa es la última.

Como también tenemos que tener locales para reunir las congregaciones; esa es una Obra de Dios. No los vamos a tener al aire libre para que cuando llueva se mojen, y ellos colaborando. Tenemos que tener lo mejor para las ovejas del Señor.

Así que ya sabemos que en algún momento se va a hacer una realidad la Visión de la Carpa.

Yo creo y respaldo esa Visión de la Carpa y el proyecto de esa Visión de la Carpa, porque es una promesa divina; y se tiene que hacer una realidad, no con un mensajero o un grupo de ministros o congregaciones de una edad pasada; porque si en su tiempo no lo hicieron, ya no es tiempo para ellos hacerlo. Tan simple como eso.

Ahora el tiempo nos ha tocado a nosotros. Y si nos ha tocado a nosotros, los que vivimos en el Día Postrero, pues son la gente del Día Postrero, los creyentes en Cristo del Día Postrero, los que les toca trabajar en ese proyecto para que se haga una realidad; y va a ser de bendición para la gente, para la humanidad.

Ahí se cumplirá la Tercera Etapa, que será para la Iglesia-Novia, para las vírgenes prudentes (que son la Iglesia-Novia), para las vírgenes insensatas también (el cristianismo completo) y para el mundo también.

Y todo eso va a ocurrir bajo un tiempo de apretura, la Tercera Etapa vendrá en un tiempo de apretura; y cuando viene un momento de apretura, todas las cosas parece que han llegado a su final.

Y ahora, lo que les comencé aquí tengo que terminárselo; dice[32]:

318 Yo no creo que Demas se fuera al mundo, porque él era (…) de una familia rica; y él quería irse con el resto de la multitud.

319 Pero Pablo, pobrecito, ¿qué era? Dios siempre permite que un ministerio llegue a eso y luego lo corona.

320 Él permitió que Jesús llegara a un lugar (¡miren allí!), cuando podía levantar los muertos, cuando podía hacer cualquier cosa que Él quisiera; y permitió que un soldado romano le arrancara la barba de la cara, le escupiera el rostro, la cara; golpearlo…, ponerle un paño sobre el rostro y decirle: ‘Ahora, tú sabes, me dijeron que tú eres profeta…’. Todos ellos se pararon con sus varas (o sea, con sus palos, los soldados) y le pegaban en la cabeza, y le decían: ‘Dinos, ¿quién te golpeó?’. Él sabía quién le había pegado. ¡Claro que lo sabía! ¿Ven? Pero Su ministerio se estaba preparando para ser coronado.

321 Siempre llega a ese punto donde parece realmente débil, como si casi se ha ido; y entonces Dios lo corona”.

Cuando llega a esa etapa, en donde parece que ya no tiene fuerza, no tiene poder ese ministerio, que ya ese ministerio como que ya terminó, como que se ha ido, ya terminó, dice: “Entonces Dios lo corona”. Y dice:

[321] Oh, Señor, permite que suceda. Permite que suceda, Señor”.

Porque él está pensando también en su ministerio que Dios tiene en él, que sea coronado.

Así que la apretura será, y esas etapas de la apretura, será un tiempo donde parecerá que el ministerio, y todo, como que ya le pasó el tiempo, ya no va a seguir el ministerio correspondiente al Día Postrero (pero…), y parecerá que está muy débil; pero vean, es ese mismo tiempo por el cual pasó Jesús, por el cual pasó Moisés también, por el cual pasó San Pablo, por el cual pasó Pedro también; los apóstoles: los mataron, excepto a Juan el apóstol.

Y viene una etapa difícil, la cual ya sabemos; y cuando llegue, entre por completo esa etapa difícil, entonces dice: “Entonces miren, lo que ustedes han visto manifestado en parte (o sea, esa Tercera Etapa que vimos en el reverendo William Branham), entonces será manifestada en toda su plenitud”[33].

Y habla de esa Tercera Etapa, y que será para la fe de rapto; y nos habla de la Tercera Etapa en diferentes lugares, en La Gran Carpa Catedral que él vio; y así por el estilo. Todo está ligado.

Nos habla de resurrección; porque es para tiempo de resurrección, para transformación, para adopción; todo eso; y luego para rapto. Porque si es para recibir la fe para el rapto, ¿pues qué viene después de tener la fe de rapto? Pues el rapto prometido.

Todo eso está ligado, y es parte del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

La Tercera Etapa, ¿dónde y con quiénes va a ser vista? Pues con los que estarán haciendo aquello que vio el reverendo William Branham, en donde se manifestó esa Tercera Etapa.

Si fue vista esa Tercera Etapa manifestada en una Gran Carpa Catedral, ¿pues dónde se va a ver? Pues en una Gran Carpa Catedral; y desde ahí se extenderá a través de la televisión para otras naciones.

Así que los creyentes en Cristo, y todos los ministros, tendrán su mirada puesta en lo que ha sido prometido, y estarán trabajando de acuerdo a lo que ha sido prometido.

Ahí tenemos el Plano, el Programa de trabajo para el Día Postrero. Estarán trabajando guiados por Dios, de acuerdo a la Escritura.

Como Moisés: cuando estaban construyendo el tabernáculo, estaban trabajando (¿en qué?) en un Programa Divino, en algo que ya Moisés había visto.

Y así también será para el Día Postrero: habrá un grupo de ministros y congregaciones que estarán trabajando de acuerdo a lo que fue visto en visión, lo cual le fue mostrado al reverendo William Branham, de una Gran Carpa Catedral, en donde él dice que la Tercera Etapa va a ser manifestada.

Así que los que estarán interesados en la Tercera Etapa, pues van a estar trabajando en aquello en donde va a ser manifestada la Tercera Etapa.

No importa las críticas que le hagan a esas personas; lo importante es qué dice Dios, lo importante es lo que Dios tiene en Su Programa.

Sabemos que una apretura vendrá contra la Iglesia del Señor; y ninguno de nosotros quiere provocarla. Si alguien la provoca, ya responderá a Dios. Si por algo que haga alguna persona mal o en contra del Programa que Dios tiene para nuestro tiempo, provoca o hace para que venga una apretura, pues después Dios le va a pedir cuenta.

Todos queremos trabajar para que se cumpla todo lo que Dios ha prometido y para ser transformados lo más pronto posible; porque como están las cosas en el medio ambiente, a causa del calentamiento global, a causa del agujero este de… en la capa de ozono también, y demás problemas, no queremos estar mucho tiempo aquí en la Tierra. ¡Queremos ser transformados lo más pronto posible!

Yo no quiero vivir muchos años aquí en la Tierra; yo quiero ser transformado lo más pronto posible e ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, estaré haciendo mi parte. ¿Y quién más estará haciendo su propia parte? Cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, unidos todos, trabajemos en la Obra del Señor siempre, conociendo el tiempo que nos ha tocado vivir, conociendo nuestra posición en el Cuerpo Místico de Cristo y conociendo la posición de la Iglesia en el Cuerpo Místico de Cristo: en qué posición se encuentra la Iglesia, en qué edad se encuentra la Iglesia del Señor; y en esa edad estar trabajando.

No vamos a ir a otra edad para trabajar, porque ya pasaron. No vamos a ir a otra dispensación pasada tampoco, porque ya el trabajo de otra dispensación pasada terminó. No vamos a ir al tiempo de Noé a construir un arca, porque eso le tocaba a él. Mejor, el material que podemos comprar para construir un arca…, o le invertimos el dinero en material para una Gran Carpa Catedral (¡jej!), que es lo que está prometido para este tiempo final.

Así que estaremos respaldando todo proyecto divino prometido para este tiempo final, estaremos respaldando toda Palabra prometida para que se haga una realidad en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; y así el cristianismo tenga la bendición del cumplimiento de las grandes promesas, de grandes bendiciones divinas para este tiempo final.

Bueno, Miguel, que Dios te bendiga y te guarde. Y no se desconecten ustedes que están allá, ¿o ya van a desconectar? [Hno: ]. Sí, ya pueden desconectar allá a otros países. Así que la conexión es hasta estos momentos; y en la noche estaremos nuevamente con todos ustedes, y todos los hermanos y hermanas que estarán aquí reunidos.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde; y ya dejo con ustedes al licenciado Benjamín Cruz Alfaro.

(Ya pueden desconectar la transmisión).

Bueno, Dios les bendiga y les guarde.

“EL TIEMPO DE MADURAR A LA LUZ DE LA PALABRA”.

[Revisión junio 2025]

[1] Romanos 6:23

[2] San Juan 8:12

[3] Hechos 1:1-11

[4] Hechos 2:1-4

[5] Levítico 25:8-12

[6] Mt. 24:32-33, Mr. 13:28-29, Lc. 21:29-31

[7] Cita 592: 62-0422 “La restauración del Árbol-Novia”, párrs. 510-514

[8] Citas, pág. 68, párr. 591: 62-0422 “La restauración del Árbol-Novia”, párrs. 505-508

[9] Cita 593: 62-0422 “La restauración del Árbol-Novia”, párrs. 518-520

[10] Mt. 17:1-3, Mr. 9:2-4, Lc. 9:28-31

[11] Amós 3:7

[12] Hechos 13:8-12

[13] 2 Timoteo 4:16

[14] 2 Timoteo 4:9-10

[15] 2 Timoteo 4:14

[16] 1 Pedro 3:18-19

[17] Apocalipsis 1:18

[18] San Mateo 27:52-53

[19] San Mateo 16:24

[20] San Juan 16:33

[21] Apocalipsis 3:21

[22] San Mateo 25:21-23

[23] Apocalipsis 4:4

[24] Génesis 12:3, Números 24:9

[25] Génesis 13:1-12

[26] Génesis 26:12-22

[27] Santiago 2:17

[28] Nehemías 4:1-3

[29] Mt. 3:16, Mr. 1:9-10, Lc. 3:21-22

[30] Los Sellos, pág. 471, párr. 161

[31] Apocalipsis 1:10-11

[32] 62-1104M “Nombres blasfemos”, párrs. 318-321

[33] Citas, pág. 119, párr. 1057: 63-1229E “Apartando la mirada hacia Jesús”, párrs. 38-39

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