Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Mis saludos para el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, si está transmitiéndose esta actividad. Que Dios te bendiga, Miguel, y te guarde, y te restaure pronto, tu salud sea restaurada pronto; y que Dios siempre te use grandemente en Su Obra en este tiempo final. Queremos que Miguel permanezca con nosotros hasta la transformación.
En el Programa Divino, antes de la fundación del mundo, cuando Dios lo diseñó, estábamos allí nosotros en Su mente para aparecer en este tiempo final; por lo cual, nuestra estadía en la Tierra en este tiempo no es por mera casualidad, fue diseñado por Dios así; y por eso estamos aquí, y estamos para un propósito divino, el cual cada uno debe cumplir: estamos para obtener la redención recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, y entrando —por consiguiente— al Nuevo Pacto que Dios dijo que establecería con la casa de Israel y con la casa de Judá.
Y San Pablo, explicando ese Nuevo Pacto, dice que este es el Nuevo Pacto[1] el cual él estaba enseñando en medio de los gentiles, pues Dios había dicho en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, que Dios, que Él establecería un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá; y cuando se dice “un nuevo Pacto”, es nuevo.
Por ejemplo, cuando usted dice: “Estoy estrenando unos zapatos nuevos”…, que algunas veces pues aprietan un poquito en lo que el pie se acomoda o el zapato se acomoda al pie. No puede usted decir: “Mandé a arreglar mis zapatos que ya estaban viejos, y se le puso la suela nueva y el taco nuevo, y ahora estoy estrenando unos zapatos nuevos”, no; esos son unos zapatos reparados, unos zapatos que fueron restaurados: su suela fue restaurada y su taco también.
Pero ahora, cuando se habla de un Nuevo Pacto, no se está hablando de la restauración del Pacto Antiguo; se está hablando de un Nuevo Pacto, de algo nuevo.
Y ahora, solamente se puede entrar a un Nuevo Pacto en una forma: las personas que estaban en el Pacto Antiguo, para entrar al Nuevo Pacto tienen que estar divorciadas del primer Pacto.
Dios representa a Israel en una joven, en una mujer, y también a Judá; o sea, a ambos reinos: la casa de Judá, que corresponde al reino del sur, compuesto por dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de [Benjamín]; y con ellos estaban los levitas, que aunque se les llama también tribu, no tenían heredad en el territorio de Israel, sino que le fueron dadas unas 42 ciudades a ellos para vivir en medio de todas las tribus de Israel. No les fueron dado territorio, o sea, un territorio como para ser mencionado: el territorio llamado la tribu tal o tal, sino que, en medio de diferentes tribus, a ellos les fueron dadas ciudades[2].
Y ahora, por cuanto el templo estaba en Jerusalén…, pues la mayor parte de los levitas, incluyendo la parte más importante de los levitas, que son los sacerdotes descendientes de Aarón, esos son los únicos que son herederos al sumo sacerdocio y también los herederos al sacerdocio que acompañaba al sumo sacerdote; los demás levitas son servidores de los sacerdotes para hacer ciertas labores en el campo religioso, en el templo también.
Ahora, encontramos que la mayor parte de ellos se fue para el reino de Judá, el reino del sur, que correspondía al reino de David, que fue roto, dividido, y diez tribus le fueron dadas a Jeroboam, y dos tribus le quedaron a Roboam[3]; y eso fue por obra de Dios, a causa de la idolatría que llevó a cabo y que dejó que se llevara a cabo en Israel el rey Salomón[4]; por idolatría, lo cual es infidelidad a Dios en el pacto matrimonial de Dios con Su pueblo.
Dios, vean ustedes, rompió, dividió ese reino, a causa de esa idolatría; y luego Jeroboam quedó con diez tribus, le fueron dadas diez tribus; Jeroboam, un descendiente de Efraín.
No le podían ser dadas esas diez tribus a otra persona, sino a un descendiente de Efraín, porque Efraín tiene la Bendición de la Primogenitura, Efraín descendiente de José; porque a José —y por consiguiente a sus hijos— le fue dada y le corresponde la primogenitura, los derechos de la primogenitura[5]; y Efraín representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, que tiene los derechos de la Primogenitura. Tan simple como eso.
Ahora, Jeroboam pensando en su corazón: “Este pueblo (el cual le había sido dado) van a ir a Jerusalén a adorar a Dios, a llevar sus ofrendas, sus sacrificios, a hacerlos allá (porque allá era el lugar que Dios dijo que se tenían que hacer)[6]; van a llevar también sus diezmos allá y demás ofrendas (conforme a la Ley que Dios había dado al pueblo hebreo); y se van a unir al rey Roboam de nuevo, y me van a matar a mí (decía el… pensaba en su corazón el rey); va nuevamente a unificarse el reino de David”[7].
Y entonces estableció la idolatría en medio de las diez tribus construyendo dos becerros de oro: uno lo puso en Dan y otro en Bet-el, para que el pueblo fuera a adorar allá, en esos lugares, y no fuera a Jerusalén. Y le dice al pueblo: “¡Basta ya!, de estar yendo a Jerusalén”. ¿Ve? Está pervirtiendo la Palabra que Dios había dado al pueblo, en donde les dijo que todos los sacrificios serían en Jerusalén, allá en el templo, donde Dios colocaría Su Nombre.
Y ahora, está alterando lo que Dios dijo, como lo alteró la serpiente allá en el Huerto del Edén cuando habló con Eva[8].
Y ahora les dice a ellos, luego que hace los dos becerros de oro, les dice: “He aquí tus dioses que te sacaron de Egipto”, y les establece la idolatría, la religión de la idolatría, a las tribus del norte. ¿Y qué sucede? Dios se divorcia, repudia, le da carta de repudio a la casa de Israel, al reino del norte.
También Judá (o sea, el reino de Judá, la casa de Judá) vio lo que hacía el reino de Israel; y están representadas en dos mujeres casadas, porque están casadas con Dios bajo el Pacto de la Ley.
El Pacto de la Ley es un pacto de matrimonio de Dios con el pueblo hebreo, dado en el monte Sinaí, para Dios ser su Dios, y el pueblo ser el pueblo de Dios. Por eso todo Israel, con los dos reinos, está representado también en una mujer; es la Iglesia del Antiguo Pacto, o sea, es la Iglesia del Antiguo Testamento.
Y ahora, puede Dios hablar de un nuevo Pacto, ¿por qué? Porque mientras estaban casadas la casa de Judá y la casa de Israel, no se puede volver a casar. Para que se establezca un nuevo Pacto de unión del pueblo con Dios, tiene que estar libre para volverse a casar; y se va a casar con el mismo Dios; por eso Dios le dice: “Yo soy vuestro Esposo”[9].
Y ahora, va a ser bajo un nuevo Pacto, con nuevas promesas y mejores promesas establecidas por Dios; de lo cual San Pablo dice, en Hebreos, capítulo 8 y capítulo 9, que es un Pacto con mejores promesas.
Y, vean, la casa de Israel (del reino del norte) fue llevada cautiva, fue desterrada de la tierra de Israel y llevada cautiva a Asiria; y después de ahí fue esparcida por el mundo entero.
Y ahora Cristo les dice, dice a Sus discípulos y a las personas, que Él no es enviado…; dice: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”; y también dice a Sus discípulos que vayan a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Eso está en el capítulo 10 y en el capítulo 15 de San Mateo.
Y en el capítulo 10 de San Juan dice que también Él tiene otras ovejas que no son de aquel Redil, de allá donde Él estaba, y que oirán Su Voz, “y habrá un Rebaño y un Pastor”. Él dice también que es necesario…, dice: “Las cuales también debo traer”, y dice que van a oír Su Voz.
También Él dice en San Mateo, capítulo 18, verso 11 al 14, y San Lucas, capítulo 19, verso 10: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Y también Él dice que el Padre le dio las ovejas; dice que son del Padre y que el Padre se las dio, ¿para qué? Para que les dé – las busque y les dé vida eterna: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna”, dice Cristo en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30.
Y ahora, el pueblo del Nuevo Pacto es la Iglesia del Señor Jesucristo, llamado ese pueblo: el cristianismo. Así como hubo gente buena y gente no muy buena en el Antiguo Pacto, también están dentro, o creyendo que están dentro del Nuevo Pacto, porque en el Reino estaría el trigo y la cizaña, los buenos y los malos.
Y ahora, estamos viendo el pueblo que ya ha entrado al Nuevo Pacto, y son llamados “cristianos”; y como pueblo, también (pueblo espiritual) es llamado la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.
Y ahora, encontramos que eso es de lo que nos hablaba Cristo cuando dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros”[10], el yugo matrimonial entre Cristo y los creyentes en Él; el yugo del matrimonio, donde se unen dos personas y vienen a ser una misma carne, y en donde la esposa es la ayuda idónea que Dios le ha dado; una: para reproducirse el hombre en muchos seres humanos; y: para trabajar en todas las cosas que le corresponde al hombre hacer, y para la mujer las que le corresponde a la mujer.
No es bueno ver al hombre en la cocina haciendo los quehaceres de la mujer, esa parte se la ha dado Dios a la mujer; y también estará cuidando a los hijos, dándoles la comida, preparándoles la comida, y así por el estilo, y cambiándole de ropa; eso le toca a la mujer; aunque el hombre le pueda ayudar cuando sea necesario; debe también saber cómo hacer esa parte cuando sea necesario hacerlo.
El hombre tiene la responsabilidad principal de ganar el dinero y traer los alimentos a su hogar, o sea, trabajar para el sostén del hogar. Y cuando la situación es bastante difícil, la mujer está llamada también a ayudar: si tiene que trabajar para ganar dinero, también está llamada a hacerlo.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo es la Esposa del Cordero, de Cristo, en el campo espiritual; y está casada con Cristo – o está prometida con Cristo.
San Pablo dice “Yo os he desposado como una virgen pura a Cristo”[11], hablando de la Iglesia. Al estar desposada, pues es una Novia todavía. Como María: estaba desposada, comprometida[12].
Pero también, en el campo espiritual, está casada y está teniendo (en el campo espiritual) hijos e hijas de Dios por medio de la unión de Cristo con Su Iglesia bajo el Nuevo Pacto, el Pacto matrimonial.
Por esa causa aparecen los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo como los hijos e hijas de Dios, con vida eterna; aunque todos los seres humanos descendientes de Adán y Eva también son hijos de Dios, porque Adán y Eva son hijos de Dios.
Pero ahora, bajo el Nuevo Pacto, vean, los hijos de Dios son los que están unidos con Cristo bajo el Nuevo Pacto; esos son los que tienen vida eterna a través de Cristo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy vida eterna”. ¿Quiénes son los que reciben la vida eterna? Los que oyen la Voz de Cristo y siguen a Cristo.
En una ocasión Cristo dice: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida eterna”[13]. Los que no han querido venir a Cristo, vean, entonces han despreciado la vida eterna, y la ira de Dios está sobre ellos. De eso encuentran en el capítulo 3 de San Juan, del verso 16 en adelante.
Y ahora, podemos ver que hay un Programa Divino que se ha estado llevando a cabo, en donde todos los creyentes en Cristo están bajo un Nuevo Pacto, y por consiguiente están bajo el yugo matrimonial con Cristo, y por eso es que tienen ciertos derechos.
Vean, en un reino el rey, siendo el rey, su esposa ¿qué es? La reina; y sus hijos son los príncipes y princesas. Y en la unión de Cristo y Su Iglesia, Cristo es el Rey para el Reino Milenial, y Su Iglesia es la Reina, y los hijos e hijas de Cristo y Su Iglesia son los príncipes, los herederos de ese Reino. Tan simple como eso.
Por eso es que Cristo en el Apocalipsis dice que “Él nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra”[14].
Vean ustedes, cuando está en un país reinando cierto rey, su esposa es la reina y sus hijos son los príncipes y princesas; y se dice: “Está reinando la familia real”. La familia real es: el rey, la reina y sus hijos, esos son los que están reinando.
Y la Familia Real que reinará en el Reino Milenial es Cristo, Su Iglesia y todos los hijos que Cristo ha tenido por medio de Su Iglesia, todos los nacidos de nuevo. La Familia Real del Cielo reinará sobre la Tierra, son los hijos e hijas de Dios; y por consiguiente, siendo Dios el Rey del universo, son los miembros de la Realeza del Reino celestial; Reino que será establecido en la Tierra, y lo que es llamado también que será la restauración del Reino de Dios en la Tierra o Reino de David restaurado.
Y ahora, estando nosotros en este tiempo final, le damos gracias a Dios por el privilegio que nos ha dado de ser miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
Por eso es que, en este tiempo final, hay un amor grande del cristianismo, de los creyentes en Cristo, por el pueblo hebreo: porque se está acercando el momento para la restauración del Reino de Dios en la Tierra, y, por consiguiente, la restauración del Reino de David para el pueblo hebreo.
Este es el tiempo en que habrá un entrelace muy grande, tanto dispensacional como también del Reino de Dios con el reino de los gentiles. El reino de los gentiles llegará a su final y el Reino de Dios será el que gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Estamos en la antesala del Reino de Dios y Su establecimiento en este planeta Tierra en forma literal. Estamos en la antesala, en la introducción; y por esa causa el cristianismo está a la expectativa, el judaísmo está a la expectativa también, el islam está a la expectativa también, porque creen que Jesús volverá.
El judaísmo esperan al Mesías, el cristianismo también y el islam también, porque creen y saben que Jesús volverá a la Tierra. Para el islam: Jesús volverá a la Tierra; para el cristianismo: Jesús volverá; y para el judaísmo: el Mesías vendrá. Están esperando al Mesías estas tres religiones tan importantes, que creen en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y que son descendientes de Abraham.
El apóstol Pablo, en Gálatas, capítulo 3, dice que los creyentes, los que son de la fe de Cristo (o sea, son de la fe de Abraham), son hijos de Abraham.
También dice San Pablo, en Hebreos, capítulo 2, versos 10 al 16, que Dios no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
Por lo tanto, hay una bendición grande para la descendencia de Abraham que viene por Isaac y también por Jacob; pero también hay una bendición grande para los que vienen por los otros hijos de Abraham, y —por consiguiente— por los hijos que tuvo por medio de Agar, por el hijo de Agar: Ismael, y también por los hijos de Cetura; o sea que hay una bendición grande para ellos también; aunque la bendición mayor viene por medio de Abraham, Isaac, pasa a Jacob, de Jacob a los patriarcas, y de ahí se extiende para las diferentes tribus.
Y ahora, por medio de Cristo la bendición de Abraham ha pasado a los gentiles; porque en Abraham y su simiente —y su simiente es Cristo, el Mesías, que vino a través de la tribu de Judá—, a través del Mesías, Cristo, es que son bendecidos los gentiles: bajo la predicación del Evangelio de Cristo, para recibir la salvación y vida eterna, y así entrar al Nuevo Pacto que Dios establecería con Su pueblo: con la casa de Israel y con la casa de Judá.
Estamos viviendo en un tiempo muy importante, en el cual hay grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo.
El cristianismo está viviendo en la Edad de Oro; la Edad de Oro, que está representada en la parte más alta de la Iglesia, que corresponde a este tiempo final, y que está representada en el lugar santísimo, que era todo de oro, por eso es la Edad de Oro.
Hemos llegado a la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Si es representada la Iglesia en un Templo espiritual, tiene que tener Lugar Santísimo.
En las etapas pasadas tuvo el Lugar Santo, y por eso estuvo el candelabro con las siete lámparas encendidas: las siete edades con los siete mensajeros, alumbrando en cada… esas etapas del cristianismo.
Y ahora, hemos llegado al tiempo más glorioso de todos: el tiempo del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; ese es el ciclo divino para la Venida del Señor.
“Porque el Señor vendrá a Su Templo”, dice la Escritura (tanto en Hageo, capítulo 2, como también en Habacuc, capítulo 2, y en otros pasajes[15] de la Escritura).
“Y vendrá el Libertador a Sion, el cual quitará la impiedad de Jacob”. Capítulo 59 de Isaías, versos 17 al 21.
Y así por el estilo, podemos ver otras Escrituras que corresponden a este tiempo final; y aunque algunas de ellas tuvieron un cumplimiento cercano en tiempos pasados, el cumplimiento lejano corresponde a este tiempo final; porque hay Escrituras que tienen doble y también triple cumplimiento, como la Escritura que dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito”[16]. Y también dice: “De Egipto llamé a mi hijo”[17].
Llamó a Israel de Egipto y lo llevó a la tierra prometida. Y luego, Jesús vivió en Egipto (no sabemos cuántos días, meses o años), y después, de Egipto lo llamó para que fuera a la tierra de Israel, cuando le habló a José el Ángel y le dijo que regresara a la tierra de Israel[18].
Así podemos encontrar diferentes profecías con doble o triple cumplimiento, porque las profecías tienen un cumplimiento cercano y también tienen un cumplimiento lejano. Y algunos pueden ver el cumplimiento cercano y pensar: “Ya esa Escritura se cumplió y no tiene nada más que ver sino en el sentido histórico, pero no en el sentido profético para cumplirse nuevamente”.
Dios tendría hijos a través de Adán y Eva; pero luego encontramos que tiene hijos a través de personas que se casan, porque todos pertenecen a Dios; y después también encontramos que tiene hijos por medio del pueblo hebreo bajo el Pacto que fue dado allá en Israel – en Egipto, entre los gentiles, pero en medio del pueblo hebreo que estaba con Moisés. Y luego encontramos a Dios teniendo hijos por medio de Cristo en y a través de la Iglesia del Señor Jesucristo, hijos con vida eterna; porque por medio del nuevo nacimiento es que las personas obtienen la vida eterna.
Y ahora, encontramos que la Familia de Dios con vida eterna son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo desde el Día de Pentecostés hacia acá; están dentro del Reino, Reino que está en la esfera espiritual; y cuando sea establecido en la esfera física, ahí vamos a estar también con Cristo.
Ahora, permanecemos dentro del Pacto matrimonial con Cristo, el Hijo de Dios; estamos bajo el yugo matrimonial con Cristo para, con Él —el cual está en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo—, trabajar en la Obra de Dios que sería llevada a cabo bajo la Dispensación de la Gracia en medio de todas las naciones; trabajo que se ha estado llevando a cabo de edad en edad, de etapa en etapa.
Y ahora, siendo que estamos bajo el yugo matrimonial con Cristo para trabajar, siendo que Cristo es el segundo Adán y la Iglesia es la segunda Eva, vean: para trabajar en la Obra del Señor y también alimentar todos los hijos e hijas de Dios; Cristo y Su Iglesia alimentan a todos Sus hijos.
Por eso dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 17: “El Espíritu…”, ese es Cristo, Cristo en Espíritu Santo.
Por eso la Escritura nos dice, en el capítulo 2 y capítulo 3, siempre que hablaba a cada iglesia, decía: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”, o sea, “oiga lo que Cristo en Espíritu Santo está hablando”. El velo de carne, pues era el instrumento que Él enviaba en cada edad; porque habla por medio de Sus instrumentos.
Y luego, en el Apocalipsis mismo, en el capítulo 22, vean lo que dice [verso 20]:
“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”.
Y ahora, Cristo en Espíritu Santo es el que ha estado hablando todas estas cosas a Su Iglesia, de edad en edad, por medio del mensajero correspondiente a cada edad; y lo cual le fue revelado al apóstol Juan, y fue escrito todo esto, que vendría a ser lo que se manifestaría en la Iglesia del Señor Jesucristo; y habló también de lo que se manifestaría en el reino de los gentiles.
Estamos en un tiempo muy glorioso, en donde en algún momento va a entrar el último, el cual completará la Iglesia del Señor Jesucristo, o con el cual se completará la Iglesia del Señor Jesucristo; y Cristo completará Su labor de Sumo Sacerdote en el Cielo, habiendo redimido hasta el último escogido, hasta el último escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y luego se convertirá en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores, y hará la Obra de Reclamo: reclamará a todos los que Él ha redimido con Su Sangre, y reclamará todo lo que Él ha redimido: el Reino, el planeta Tierra y todas las cosas que Él ha redimido; y reclamará a Israel. Esto está prometido para suceder en este tiempo final; por lo tanto, en este siglo XXI vamos a ver suceder todas estas cosas.
Estamos viviendo en un tiempo muy pero que muy glorioso; tenemos la promesa de que habrá una resurrección de los muertos en Cristo y una transformación de los que están vivos, creyentes en Cristo nacidos de nuevo; y luego también habrá una manifestación poderosa de Cristo, la cual comienza antes de la resurrección.
Y habrá también una Carpa Catedral gigante en algún país, que será levantada, la cual fue vista por el reverendo William Branham cuando Dios le mostró lo que será la Tercera Etapa, en donde todo el poder de Dios estará manifestado, donde no habrá limitaciones. Y por consiguiente, eso corresponde a una edad; y no fue en la primera, ni segunda, ni tercera, ni cuarta, ni quinta, ni séptima edad.
Si hubiera sido en la primera, Pablo hubiera sido el instrumento para estar ministrando allí, y para estar en ese cuarto pequeño luego; para Dios realizar todas aquellas maravillas que fueron vistas por el reverendo William Branham; pero no fue para el tiempo ni de San Pedro ni de San Pablo.
Ni tampoco fue para el tiempo del reverendo William Branham; pero él tuvo el privilegio de ver lo que sería la parte culminante de la Iglesia del Señor Jesucristo y el tiempo en que la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos en Cristo se llevará a cabo; y luego de eso, el rapto o arrebatamiento (como es conocido en medio del cristianismo) para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Tan simple como eso.
Por lo tanto, habrá un grupo de personas, ministros y sus iglesias, trabajando en pro de ese proyecto divino, trabajando en pro de eso que fue visto en visión; y esas personas (ministros y congregaciones) conquistarán por la fe esa promesa.
No la conquistaron los del tiempo de los apóstoles allá, ni los del tiempo de la primera edad con San Pablo, ni ninguno de los mensajeros de las siete edades; pero será conquistado – conquistada esa promesa, por alguna persona, con ministros y congregaciones del tiempo final que estarán trabajando arduamente: con toda su alma, con todo su corazón, de buena gana, de buen ánimo, y sin limitaciones a los esfuerzos que tengan que hacer.
Como sucedió para el tabernáculo que construyó Moisés: fue con ofrendas, con ayudas del pueblo, que se construyó[19]. Fue un privilegio para el pueblo tener parte en la construcción de ese tabernáculo donde Dios moraría. Y cuando fue terminado, Dios descendió, el cual les acompañaba en aquella Columna de Fuego, y de noche en una Columna de… – de noche en una Columna de Fuego o una Nube de Fuego, y de día en una Nube que los protegía del sol[20].
Luego, cuando Moisés dedicó ese templo o tabernáculo, descendió allí, y entró y moró en el lugar santísimo[21], que es el lugar de y para morada de Dios; un lugar donde no estaban los candeleros o candelabros, un lugar oscuro, porque Dios moraría en la oscuridad. ¿Y por qué tenía que ser así? Porque Dios es Luz, y la única luz que tiene que haber allí es la Luz de Dios.
Y era de oro. Y el arca: de oro también. Y el propiciatorio: de oro sólido[22]. ¿Por qué? Porque eso representa la Divinidad: el oro.
Así que… En el tabernáculo que construyó – o templo que construyó Salomón, también fue así; pero ya era con piedras, y con madera también, y así por el estilo[23]. Pero fue ordenado por Dios también: le fue mostrado al rey David para que fuera hecho; fue mostrado y diseñado por la mano de Dios. Y luego David, el rey, le dio a Salomón su hijo los planos de la casa, del templo, y todo lo que tenía que ser hecho[24].
Y ahora no está el tabernáculo que construyó Moisés, tampoco está el templo que construyó el rey Salomón, pero la Escritura nos dice que bajo el Nuevo Pacto está el Templo llamado la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y San Pablo dice: “¿No saben ustedes que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”[25]. Y hablando de la Iglesia dice que la Iglesia es el Templo de Dios. Y el que destruya el templo de Dios: Dios lo destruirá a él[26].
Por lo tanto, las consecuencias para los que se levanten en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo serán fatales. Los que se levanten en contra de cualquier hijo de Dios bajo el Nuevo Pacto, serán fatales las consecuencias. Sean individuos o sean naciones que se levanten en contra de algún hijo de Dios, o en contra de todos los hijos de Dios, tendrán graves consecuencias.
El mismo Cristo dijo que el que escandalizare a uno de estos pequeñitos, mejor le fuera amarrarse una piedra de molino en el cuello y tirarse al mar[27].
Y también en el juicio de las naciones, del capítulo 25 de San Mateo, versos 31 al 46, dice que reunirá delante de Él, cuando se siente en el Trono de Su gloria, o sea, en el Trono de David, reunirá delante de Él todas las naciones; colocará a unas a Su diestra (representadas en ovejas), y a otras a Su izquierda (representadas en cabritos).
A los de la derecha dirá que entren a Su Reino, preparado por Dios desde antes de la fundación del mundo para ellos, porque hicieron bien ¿a quiénes? Cristo dice: “Por cuanto lo hicisteis a uno de estos Mis hermanos más pequeños, a Mí lo hicisteis”.
Y luego a los de la izquierda los mandará al infierno. Y ellos preguntan: “Pero ¿por qué?”. Dirá: “Porque tuve hambre, no me disteis de comer; tuve sed, no me disteis de beber; estuve en la cárcel, y no me visitasteis (y así por el estilo); no me fuisteis a ver… enfermo, y no me fuisteis a ver, no me visitasteis”, y así por el estilo.
Y ellos dirán: “¿Pero cuándo te vimos bajo esas circunstancias, y no hicimos nada por Ti?” (esa es la idea).
Y Cristo dirá: “Por cuanto no lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”.
¿Y serán echados dónde? En ese lugar al cual nadie desea ir; irán, esas personas y esas naciones, al fuego; y serán, por consiguiente, destruidos.
Muchas naciones serán rechazadas por Cristo cuando se siente en Su Trono, el Trono de David, y serán quemadas; y habrá otras naciones que serán bendecidas: entrando al Reino del Mesías, naciones que han ayudado a la Iglesia del Señor Jesucristo y también al pueblo hebreo.
Por lo tanto, vendrá un tiempo muy importante, muy decisivo, para todas las naciones.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo tiene la promesa de ir con Cristo a la gran fiesta que en el Cielo se llevará a cabo, la cual será la fiesta más importante que se haya llevado a cabo en la historia de la Creación; y será en la Casa del Padre celestial. O sea que será una gran fiesta, a la cual yo he sido invitado, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Bueno, hemos estado hablando del yugo matrimonial. El yugo matrimonial es tipo y figura del yugo matrimonial de Cristo y Su Iglesia.
Vimos también que Dios estuvo, desde antes de la fundación del mundo, pensando… Algunas personas se preguntan: “Bueno, ¿y qué hacía Dios antes de crear o de estar creando las cosas?”. Pues pensando lo que iba a crear, pensando lo que iba a hacer; porque Dios no obra si no piensa primero.
No es como algunas personas que dicen… que hacen cosas, y después dicen: “Yo no pensé lo que estaba haciendo”. Es mejor que piense primero, y después haga las cosas; para que, cuando haga las cosas, las haga bien.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, disfrutando estos momentos y platicando acerca del yugo matrimonial, tanto en el campo físico como en el campo espiritual, de Dios con Su pueblo Israel —con la casa de Judá y con la casa de Israel—, y con la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde encontramos millones de descendientes de la casa de Israel y también de la casa de Judá, los cuales han entrado al Nuevo Pacto.
La Iglesia comenzó con hebreos, con miembros de la casa de Judá y miembros de la casa de Israel, o sea, miembros del reino del norte y miembros del reino del sur. Y el mismo Cristo era miembro de la casa de Judá; y no solamente miembro, sino Príncipe de la casa de Judá, o sea, Príncipe de ese Reino de David.
Por eso también el impacto tan grande que hubo en el tiempo de Jesús. Todos sabían que no estaban bregando con cualquier persona; que era una persona de la Realeza, de la descendencia de David, el cual era respetado por el pueblo; aunque algunas personas fueron irreverentes, pero el pueblo lo amaba y el pueblo lo seguía; y decían algunos en aquel tiempo: “Si lo dejamos así, todo el pueblo lo va a seguir”[28].
Pero Él tenía que morir; y por consiguiente tenía que haber un rechazo, para que pudiera morir llevando los pecados del ser humano. Y así, no solamente el pueblo hebreo sino todos los seres humanos, tener un Sacrificio de Expiación por sus pecados, el cual es el Sacrificio de Jesucristo realizado en la Cruz del Calvario, para judíos y gentiles.
Cristo los ama a todos los seres humanos; por lo tanto, la muerte de Cristo ha sido la bendición más grande que Dios le ha dado a la raza humana. Por lo tanto, no podemos estar enojados con los judíos, no puede haber antisemitismo en medio del cristianismo.
“La salvación (dijo Jesús) viene de los judíos”[29]. Por lo tanto, ¿cómo vamos a estar enojados con los judíos? Más bien, dándole gracias por todo lo que sucedió, por Dios haber enviado a Jesucristo en medio de los hebreos, de los judíos.
Así que amamos a los judíos de todo corazón; y queremos la bendición más grande que Dios ha prometido para los judíos: la restauración del Reino de David, donde recibirán la paz y la felicidad. Y eso es lo que desean los judíos: paz y felicidad; con paz y felicidad tendrán todas las demás cosas.
Y no vamos a hablar del orden para llegar a la paz; y luego, como meta, la felicidad de los judíos y de toda la humanidad; lo cual será en el Reino del Mesías, el Reino del Príncipe de Paz.
Que Dios les bendiga y les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención.
“EL YUGO MATRIMONIAL DE CRISTO CON SU IGLESIA”.
[Revisión septiembre 2025]
[1] Hebreos 8:10 (Pasaje completo: 8:1-13)
[2] Levítico 25:33, Números 18:23-24
[3] 1 Reyes 11:29-36, 12:1-24
[4] 1 Reyes 11:1-13
[5] Génesis 48:8-20
[6] Deuteronomio 12:11-14
[7] 1 Reyes 12:25-30
[8] Génesis 3:1-5
[9] Jeremías 3:14
[10] San Mateo 11:29
[11] 2 Corintios 11:2
[12] San Mateo 1:18, San Lucas 2:4-5
[13] San Juan 5:39-40
[14] Apocalipsis 5:9-10
[15] Malaquías 3:1
[16] Éxodo 4:22
[17] Oseas 11:1
[18] San Mateo 2:19-23
[19] Éxodo 25:1-9
[20] Éxodo 40:38, Números 19:15-16
[21] Éxodo 40:33-35
[22] Éxodo 25:10-22
[23] 1 Reyes 6:7, 6:14-22; 2 Crónicas 3:5-7
[24] 1 Crónicas 28:11-19
[25] 1 Corintios 3:16
[26] 1 Corintios 3:17
[27] Mt. 18:6, Mr. 9:42, Lc. 17:1-2
[28] San Juan 11:47-48
[29] San Juan 4:22