La belleza del nuevo amanecer

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos aquí en la ciudad de Belo Horizonte, República del Brasil. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en el libro del profeta Isaías, capítulo 60, verso 1 en adelante, y también en Malaquías, capítulo 4, verso 2. Vamos a Isaías 60, verso 1 en adelante, primeramente, donde nos dice:

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.

Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.

Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento”.

Y Malaquías, capítulo 4, nos dice, verso 2:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER”.

En estas Escrituras que hemos leído, este amanecer en donde Jehová, Dios, amanecerá sobre Su pueblo, es un amanecer espiritual. La Escritura nos dice en San Juan, capítulo 8, verso 12, el mismo Jesús hablando nos dice: “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida”. Este hermoso amanecer aquí prometido corresponde a la Venida del Señor.

En la Primera Venida de Cristo hubo un bello amanecer para los seres humanos que recibieron a Cristo en Su Primera Venida; y para el Día Postrero, para la Segunda Venida de Cristo, tenemos la promesa de un bello amanecer para todos aquellos que estarán viviendo en este tiempo final y verán la Segunda Venida de Cristo, “porque a los que temen mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”.

¿Cuándo nace el sol? En la mañana, por lo tanto, con el nacimiento del sol, un bello amanecer surge para todos los hijos e hijas de Dios.

Por eso es que en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1, nos habla del Hijo del Hombre con Su rostro como el sol. Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 en adelante, dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.

O sea que fue transportado a este tiempo final, donde un bello amanecer surgiría para todos los que temen el Nombre del Señor.

El Día del Señor es el séptimo milenio de Adán hacia acá, y tercer milenio de Cristo hacia acá; porque un día delante del Señor es como mil años para el ser humano (Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4; este Salmo es del profeta Moisés).

Y ahora, Juan el apóstol fue transportado al Día del Señor, al séptimo milenio.

“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (esta Gran Voz de Trompeta, ¿cuándo la escuchó? En el Día del Señor),

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Y quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo en el Día Postrero, en el séptimo milenio, en el Día del Señor, hablándole a Su Iglesia con esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y revelándole todas estas cosas que deben suceder pronto. El verso 12 en adelante, dice:

“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

Aquí tenemos a Cristo, el Hijo del Hombre, con Su rostro resplandeciendo como el sol en un nuevo día milenial, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio, en donde Cristo ya no estará manifestado en las siete edades de la Iglesia gentil, porque las siete edades corresponden a la noche, por eso están representadas en la luna pasando por siete etapas; pero ahora, en el Día Postrero, en la manifestación de Cristo en medio de Su Iglesia, es como el Sol de Justicia naciendo, resplandeciendo y alumbrándonos el entendimiento, el alma y todo nuestro ser; y eso es un nuevo amanecer y un bello amanecer para cada uno de ustedes y para mí también.

Es Cristo, el Ángel del Pacto, manifestado en el Día Postrero en medio de Su Iglesia, en una edad que no pertenece a las siete edades; por lo tanto, no pertenece a la noche; pertenece a un nuevo día, a un nuevo día con una nueva mañana resplandeciendo el Sol, ya no la luna sino el Sol: Cristo en la Edad de la Piedra Angular manifestado, hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta todas estas cosas que deben suceder pronto; y así un nuevo día amaneciendo para todos nosotros, un nuevo día dispensacional y un nuevo día milenial, para todos nosotros amaneciendo, con el Sol de Justicia, Cristo, resplandeciendo en un nuevo día. Y eso es para nosotros la manifestación de Cristo en este Día Postrero, y eso es LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER.

La belleza del nuevo amanecer es ver al sol resplandeciendo, naciendo; y la belleza del nuevo amanecer espiritual es ver a Cristo, el Sol de Justicia, resplandeciendo y alumbrándonos el entendimiento, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Por eso es que cuando Cristo, en San Mateo, capítulo 16, verso 27 al 28, habló acerca de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, vean lo que Él dijo: capítulo 16, verso 26 al 28:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

¿Cómo viene el Hijo del Hombre en el Día Postrero? Con Sus Ángeles. Sigue el verso 28:

“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.

Esa es la promesa de la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio: viene con Sus Ángeles.

Y ahora, en el capítulo 17 de San Mateo (que le sigue a la lectura que tuvimos), Cristo va a mostrarles en una visión a Sus discípulos la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, y así les mostrará la Venida del Reino de Dios. Capítulo 17, verso 1 en adelante, de San Mateo, dice:

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;

y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él”.

Ahí Cristo les mostró a ellos el orden de la Segunda Venida de Cristo: viene el Hijo del Hombre con Sus Ángeles; y ahí Sus Ángeles son Moisés y Elías. Los dos olivos de Apocalipsis, capítulo 11 y Zacarías, capítulo 4, son los Ángeles del Hijo del Hombre para el Día Postrero, para la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, resplandeciendo como el Sol de Justicia en un nuevo día dispensacional y en un nuevo día milenial.

Y ahora, podemos ver por qué Cristo resplandeció allí con Su rostro como el sol, y podemos ver en el libro del Apocalipsis por qué aparece Cristo, el Hijo del Hombre, con Su rostro como el sol.

En Apocalipsis, capítulo 10, también encontramos a Cristo descendiendo del Cielo envuelto en una nube y con Su rostro como el sol. Dice así, Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”.

Es Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo en el Día Postrero.

“Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.

Ahí tenemos a Cristo viniendo en el Día Postrero, en un nuevo día milenial y un nuevo día dispensacional; y eso es la mañana de ese nuevo día, eso es la belleza de un nuevo amanecer, de un nuevo amanecer en el Programa Divino, en una nueva dispensación y en un nuevo día milenial.

Ahora podemos ver el por qué Cristo se transfiguró delante Sus discípulos en el Monte de la Transfiguración y Su rostro resplandeció como el sol: porque allí Él está mostrando el orden de Su Venida en un nuevo día milenial y un nuevo día dispensacional, en donde, con Su Venida, nace un nuevo día, surge la mañana de ese nuevo día. Y ahí los hijos e hijas de Dios, al ver esa manifestación de Jesucristo nuestro Salvador, estarán viendo la belleza de ese nuevo día dispensacional y de ese nuevo día milenial, estarán viendo la belleza de ese nuevo amanecer.

Es un nuevo amanecer para todos los hijos e hijas de Dios. Ya no estamos en el tiempo de la noche de las siete edades de la Iglesia, estamos en el tiempo de un nuevo día milenial y un nuevo día dispensacional.

Conforme al calendario que se usa entre los gentiles estamos viviendo en el fin del siglo, y pronto comenzará el nuevo milenio; para algunos, el próximo año, y para otros, en el año 2001 comenzará el próximo milenio; pero el calendario ha sido cambiado, y por consiguiente tiene sus años de atraso.

Pero en el calendario de Dios, si lo tomamos a razón del calendario profético usado en el libro del profeta Daniel y también usado en el libro del Apocalipsis, capítulo 11 —que consta de 360 días al año—, encontraremos entonces que hace años ya estamos en el próximo milenio, y por consiguiente hace tiempo que estamos en la mañana de un nuevo día milenial, y por consiguiente estamos disfrutando la belleza de un nuevo amanecer.

Ahora, la promesa de Cristo es que, en el Día Postrero, el cual es el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá, Cristo ha dicho que Él resucitará a los creyentes en Él que han partido. San Juan, capítulo 6, nos dice en el verso 40:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

La promesa es para el Día Postrero.

Ahora, no sabemos en qué año del Día Postrero, en qué año del séptimo milenio; pero sabemos que en algún año del séptimo milenio, que es el Día Postrero, Cristo resucitará a los creyentes en Él que han partido, y a nosotros los que vivimos nos transformará. Y todo eso es en un nuevo amanecer, en una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, que corresponde a la mañana de un nuevo día dispensacional y un nuevo día milenial; no pertenece a las siete edades, las siete edades corresponden a la noche.

Ahora, el llamado de Cristo es: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti será vista su gloria, y sobre ti amanecerá Jehová”. Es un nuevo amanecer para disfrutar la belleza de ese nuevo amanecer.

Por eso el llamado es a despertar y levantarnos del sueño espiritual, y levantarnos a una nueva edad, a la Edad de la Piedra Angular, que corresponde al día; no corresponde a la noche de las siete edades, sino a la Edad de la Piedra Angular, corresponde al día de una nueva dispensación y al día de un nuevo día milenial.

Y ahora podemos ver por qué Dios habla acerca del sol. Por ejemplo, en los Salmos también nos habla acerca del sol y nos habla acerca de Dios. El Salmo 80, verso 3, dice… podemos leerlo desde el verso 1; el Salmo 80, dice:

“Oh Pastor de Israel, escucha;

Tú que pastoreas como a ovejas a José,

Que estás entre querubines, resplandece.

Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

Y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos”.

La salvación para el pueblo hebreo, para ser restaurados totalmente y el Reino de Dios estar establecido en medio del pueblo hebreo, y el Mesías reinar como Rey de reyes y Señor de señores sobre el pueblo hebreo, sentándose sobre el Trono de David, vean ustedes, viene con Dios, Cristo, resplandeciendo.

“Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos”.

Y el rostro de Dios resplandeciendo para el Día Postrero es la Segunda Venida de Cristo siendo cumplida; porque el sol es el astro rey, y Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Por eso Cristo como Rey está representado en el sol, y también está representado en el león, porque el león es el rey de los animales; por eso la Segunda Venida de Cristo es como el León de la tribu de Judá, y como Rey de reyes y Señor de señores, y como el Sol de Justicia resplandeciendo.

Vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 10, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo viene con Su rostro como el sol, y viene clamando como cuando ruge un león; o sea que viene como el sol y viene como León: esos son los dos símbolos que representan a Cristo como Rey en Su Segunda Venida.

Y ahora podemos ver este misterio del sol resplandeciendo en el Día Postrero y trayendo las bendiciones del Cielo para la Iglesia de Jesucristo y para el pueblo hebreo.

El Israel celestial, que es la Iglesia de Jesucristo, es la primera que ve el Sol resplandeciendo y ve un nuevo día naciendo, y así ve la belleza de un nuevo amanecer; y después el pueblo hebreo verá la belleza de un nuevo amanecer, del nuevo amanecer del Reino Milenial y del nuevo amanecer del séptimo milenio.

Hemos visto este misterio de LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER. Hemos visto que Cristo es el Sol de Justicia, y también Él es el León de la tribu de Judá, el Rey de reyes y Señor de señores.

Y Él viene en el Día Postrero, en la mañana de un nuevo día milenial y en la mañana de un nuevo día dispensacional: eso es el comienzo del séptimo milenio de Adán hacia acá, y el comienzo de la séptima dispensación, séptimo día dispensacional.

Cristo, de edad en edad y de dispensación en dispensación, ha estado manifestado por medio de Sus profetas del Antiguo Testamento, y después se manifestó en toda Su plenitud por medio de Jesús, y luego vino en Espíritu Santo el Día de Pentecostés y estuvo manifestándose por medio de Sus apóstoles.

San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”1, y Cristo colocó a San Pablo entre los gentiles para que fuese luz para los gentiles2; porque por medio de cada mensajero, Cristo, la Luz del mundo, ha estado alumbrando el entendimiento y el alma de los seres humanos.

Por medio de cada mensajero —llamado una estrella o ángel mensajero— Cristo se manifestó y trajo luz en la noche de este mundo durante las siete edades de la Iglesia; pero ahora estamos en la mañana de un nuevo día dispensacional y de un nuevo día milenial; y Cristo, el Sol de Justicia, en este Día Postrero estará manifestándose por medio de Su Ángel Mensajero, y estará resplandeciendo a través de Su Ángel Mensajero; y así estará Cristo, la Luz del mundo, resplandeciendo; y naciendo el Sol de Justicia en la mañana gloriosa del Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, y en la mañana de una nueva dispensación, de la séptima dispensación.

Cristo resplandecerá sobre Su pueblo por medio del mensajero que Él tendrá en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Pero ese mensajero no es el Señor Jesucristo, él solamente es un redimido por la Sangre de Cristo, enviado por Cristo a Su Iglesia en este tiempo final, para darle Cristo a Su Iglesia LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER.

Y ahora, así como cada edad se cumplió en un territorio, las siete edades de la Iglesia se cumplieron en los territorios de Asia Menor, Europa y Norteamérica; y ahora la Edad de la Piedra Angular se cumple en la América Latina y el Caribe, en donde Cristo nos da un nuevo amanecer, donde Él resplandece como el Sol de Justicia; por eso nos llama diciendo:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”. Apocalipsis, capítulo 4, verso 1.

Y Apocalipsis 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para (manifestar) a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Vean, son mostradas por el Ángel de Jesucristo; porque, por medio de Su Ángel Mensajero, Cristo estará resplandeciendo en un nuevo amanecer, en un nuevo amanecer en medio de los latinoamericanos y caribeños; y así estaremos disfrutando de LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER.

Hemos visto lo que es el nuevo amanecer, y hemos visto lo que es el Sol de Justicia naciendo para los que temen el Nombre del Señor: es la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto, manifestándose en el Día Postrero en medio de Su Iglesia, en la América Latina y el Caribe, y alumbrándonos el entendimiento y el alma; y así dándonos un nuevo amanecer, y llenándonos del conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, y preparándonos para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, en donde estaríamos contemplando LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER. Es un nuevo amanecer para todos nosotros.

“Haz resplandecer Tu rostro y sálvanos”, eso para el pueblo hebreo es la Segunda Venida de Cristo resplandeciendo, para traer salvación a los que temen el Nombre del Señor; primeramente a la Iglesia de Jesucristo, y después al pueblo hebreo.

Hemos visto que la mañana es la parte más importante del día. Cristo, cuando le apareció a Sus discípulos, Cristo caminando sobre el mar, los discípulos estaban bajo una tempestad, a punto de perecer, pero a la cuarta vigilia (la cual corresponde a la mañana, corresponde al horario de 6 a 9 de la mañana) apareció Cristo caminando sobre el mar3.

Ellos pensaban que era un fantasma, pero era Jesucristo; y esa fue una gloriosa mañana para ellos, al tener a Cristo en esa mañana caminando sobre el mar. Él reprendió el mar y se calmó la tempestad, fue una hermosa mañana; la belleza de ese nuevo amanecer era Cristo.

Y ahora, en la resurrección de Cristo, vean ustedes, fue en la mañana también, fue la mañana más gloriosa de todas las mañanas, porque Cristo resucitó; y con la resurrección de Cristo han venido todas las bendiciones divinas para el pueblo de Dios, para la Iglesia de Jesucristo, y también para el pueblo hebreo están esas bendiciones.

Y ahora, el Día de Pentecostés también fue una gloriosa mañana, pues en la cuarta vigilia, de 6 a 9 de la mañana, fue que vino el Espíritu Santo sobre 120 personas; y ya de 8 a 9 de la mañana, ya Pedro estaba predicando su primer mensaje4. Fue una hermosa mañana en donde nació la Iglesia de Jesucristo el Día de Pentecostés.

Ahora podemos ver esa bendición tan grande para la Iglesia de Jesucristo: fue en una mañana, en donde la belleza del nuevo amanecer fue vista esa belleza sobre 120 personas que recibieron el Espíritu de Dios y obtuvieron el nuevo nacimiento, y obtuvieron el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y ahora, en una nueva mañana y en un nuevo amanecer, la Edad de la Piedra Angular, que corresponde a la mañana de un nuevo milenio y de una nueva dispensación, las bendiciones de Jesucristo están siendo derramadas sobre nuestras almas y estamos disfrutando LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER.

El nuevo amanecer, vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 10, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo desciende con Su rostro como el sol; eso es un nuevo amanecer con la Venida del Ángel Fuerte para la Iglesia de Jesucristo.

Y con ese nuevo amanecer Cristo nos habla con esa Voz de los Siete Truenos, hablándonos, clamando como cuando ruge un león, y revelándonos el misterio de Su Venida, el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Venida del Sol en un nuevo amanecer, para que disfrutemos LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER.

Estamos viviendo espiritualmente en un nuevo amanecer, y estamos disfrutando espiritualmente LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER.

Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también en este nuevo amanecer; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en la Iglesia de Jesucristo, y pronto Jesucristo resucite a los muertos creyentes en Él y nos transforme a nosotros, y nos haga iguales a Él, a Su imagen y semejanza, con un cuerpo eterno, y luego nos lleve a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y adelante disfrutando LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER” en este Día Postrero.

“LA BELLEZA DEL NUEVO AMANECER”.

[Revisión junio 2021]

1 Gálatas 2:20

2 Hechos 13:47

3 San Juan 21:1-14

4 Hechos 2:14-40

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