Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y también ministros y sus congregaciones en diferentes ciudades de la República Mexicana y también en otros países. Reciba también un saludo el misionero Miguel Bermúdez Marín, allá en el Brasil.
Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 2, verso 26 al 29. Y dice de la siguiente manera:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
y le daré la estrella de la mañana.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Nuestro tema para esta ocasión, para nuestro estudio bíblico de hoy domingo, es: “LA ESTRELLA DE LA MAÑANA”.
Dios creó los Cielos y la Tierra, colocó el sol y la luna y las estrellas como señales de los tiempos[1]; por lo tanto, en las estrellas se refleja el Programa Divino que Él ha estado llevando a cabo entre los seres humanos. Por eso también encontramos que en las estrellas están representados individuos.
Por ejemplo, en el sol está representado Cristo, el Sol de Justicia, como nos dice Malaquías, capítulo 4, verso 2: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”. Por eso Jesús también decía: “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida”[2].
En otros pasajes de la Biblia encontramos (como en Daniel, capítulo 12) que los justos serán como las estrellas del cielo. En las estrellas del cielo están representados los hijos e hijas de Abraham, la descendencia de Abraham; como le dijo Dios a Abraham: “Tu descendencia será como las estrellas del cielo”. Y dijo: “Míralas, y cuéntalas si las puedes contar. Así será tu descendencia”[3]. Incontable la descendencia de Abraham.
Hay personas en diferentes países que ni saben que son descendientes de Abraham; es que la descendencia de Abraham se ha extendido a todas las naciones. Y en la Simiente de Abraham, Cristo, serían benditas todas las naciones; vendría la bendición de Abraham a todas las naciones para salvación y vida eterna.
Ahora, en esta promesa hecha aquí en la lectura que tuvimos, que dice: “Y le daré la estrella de la mañana”. ¿Qué significa? Que el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, le va a dar la Estrella de la Mañana al Vencedor, a una persona.
En Apocalipsis, capítulo 22, leemos lo siguiente… Capítulo 22, verso 16, del Apocalipsis, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
Y ahora, encontramos que el Vencedor en el tiempo final va a recibir la Estrella de la Mañana, a Cristo en Su Segunda Venida. Él es la Luz del mundo, Él es la Estrella de la Mañana, Él es el Ángel del Pacto, Él es el Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, el cual dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y también dijo en el capítulo 18, verso 20, de San Mateo: “Donde estén dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estaré”.
O sea que Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia es la Estrella de la Mañana. Y ahora, los creyentes en Cristo también son estrellas, y los mensajeros de Cristo en medio de Su Iglesia, de edad en edad, de etapa en etapa, son las estrellas en la diestra de Cristo[4], del Hijo del Hombre, del Espíritu Santo.
Y por eso cuando aparecen esos mensajeros de edad en edad, vienen con la revelación divina de la Palabra para ese tiempo, para Dios cumplir en medio de Su Iglesia lo que está prometido para Su Iglesia para esa ocasión en que Dios envía cada uno de esos mensajeros.
Cristo, desde el Día de Pentecostés hacia acá, ha estado en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo. Por eso cuando le apareció a Saulo de Tarso (en el capítulo 9 del libro de los Hechos) una Luz más fuerte que el sol, él cayó del caballo, quedó ciego; y escucha la Voz desde esa Luz, que dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”, Saulo sabía que esa Luz era la misma que le había aparecido a Moisés allá en el monte Horeb, allá por el Sinaí, en un árbol, una zarza, y le había dicho: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob”[5].
O sea que ese Ángel que aparece en esa Luz le está diciendo que Él es el Dios de Abraham. ¿Por qué? Porque ese es el Ángel del Pacto, donde está el Nombre de Dios[6]. Es ese Ángel del Pacto el cuerpo angelical de Dios, la imagen del Dios viviente.
Por eso el ser humano también tiene un cuerpo espiritual llamado espíritu, porque esa es la imagen del ser humano; la imagen del ser humano es un cuerpo espiritual. Y también el ser humano tiene una semejanza física; Dios también tiene una semejanza física. Es Cristo la imagen y también la semejanza de Dios. La semejanza física, el cuerpo físico de Dios, es el cuerpo del Señor Jesucristo, el cual está glorificado, y está sentado en el Trono celestial. De eso es que habla Cristo en Apocalipsis.
Recuerden que el Apocalipsis es el Mensaje de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, transmitido a través del Ángel del Señor Jesucristo[7].
Y dice Apocalipsis, capítulo 3, versos 20 al 21:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Así como Cristo venció al morir, ser sepultado y resucitar al tercer día; luego subió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios en el Trono de Dios. Por eso la Escritura dice en San Mateo, capítulo 28, verso 16 al 20, Cristo hablando dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”.
El que tiene el poder en un reino es el que está sentado en el trono. Por lo tanto, Cristo está sentado en el Trono celestial y por eso Él gobierna el universo completo.
Y ahora, en esa misma forma en que el Padre ha sentado a Cristo en Su Trono celestial, Cristo va a sentar al Vencedor en Su Trono terrenal. El Trono celestial de Dios está en el Cielo. El Trono de Jesucristo es el Trono de David, es el Trono del Reino de David, el cual es heredero de ese Trono y de ese Reino, conforme a las palabras del Ángel Gabriel a la virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante.
Recuerden que va a surgir un cambio de Gobierno mundial, porque el Reino de Dios va a ser establecido en la Tierra; y el Rey, el heredero de ese Reino, es el Señor Jesucristo.
Veamos lo que nos dice la Escritura: capítulo 1, verso 29 en adelante, de San Lucas:
“Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Aquí el Ángel Gabriel le muestra a la virgen María que ese hijo que va a nacer, a nacer de ella, es el heredero al Trono de David y Reino de David; o sea que será el David que se sentará en el Trono de David para la restauración del Reino de Dios en la Tierra.
Recuerden que el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David. Tan sencillo como eso.
La Venida del Reino de Dios vendrá a ser la restauración del Reino de David y Trono de David; lo cual está prometido en las Sagradas Escrituras. El tiempo para ese cambio está muy cerca.
La humanidad ha sido gobernada por el reino de las tinieblas, pero va a ser gobernada pronto por el Reino de Luz, el Reino de Dios; y ahí van a estar los creyentes en Cristo de las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo ocupando posiciones importantes en el Reino del Mesías.
Israel espera la Venida del Mesías y espera el Reino del Mesías, y el cristianismo también está esperando la Venida del Mesías y la restauración del Reino de Dios en la Tierra. Y estamos muy cerca de que se haga una realidad la promesa de la Venida del Mesías y la restauración del Reino de Dios en la Tierra.
La Estrella de la Mañana es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia. Él es el Lucero de la Mañana, es también la Estrella o Lucero de la Tarde. En la tarde siempre el lucero resplandece en la parte del oeste y en la mañana en el este.
La parte oeste corresponde al continente americano y la parte del este corresponde al Medio Oriente, donde está Israel, y donde la Estrella de la Mañana, Cristo, resplandeció dos mil años atrás en Su Primera Venida.
Vino al pueblo que estaba bajo el Pacto vigente para aquel tiempo, para el cual estaba prometida la Primera Venida de Cristo; y para el pueblo que está en el Pacto vigente, el Nuevo Pacto, la Iglesia del Señor Jesucristo se encuentra en la etapa correspondiente al oeste. Por eso la Iglesia del Señor Jesucristo está esperando la Segunda Venida de Cristo: para la resurrección de los muertos creyentes en Él y la transformación de los que estemos vivos en ese momento, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Estamos en un tiempo profético, en donde están cumpliéndose las Escrituras que corresponden a este tiempo final; hasta que se cumpla plenamente la Venida del Señor a Su Iglesia; lo cual luego será visto por el pueblo hebreo, y dirá: “Este es el que nosotros esperamos”.
O sea, la pregunta sería: “¿Por qué está en medio del cristianismo, en medio de los creyentes en Cristo?”.
Es que la Segunda Venida de Cristo corresponde a los creyentes en Cristo, para ser transformados en el tiempo final, recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; porque están dentro del Nuevo Pacto que Dios estableció por medio de Cristo.
En la última cena Cristo dijo… tomando el pan y partiendo, y dando gracias al Padre, dio a Sus discípulos, y dijo: “Comed de él todos; este es mi cuerpo”. Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre, dijo a Sus discípulos: “Tomad de ella todos; porque esta es mi Sangre del Nuevo Pacto, que por muchos es derramada”[8]. Cristo está ahí hablando del Nuevo Pacto que va a establecer.
Por lo tanto, a Israel, del Pacto de las setenta semanas de Daniel, le faltan tres años y medio para completar las setenta semanas de Daniel. Porque cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario estaba en la semana setenta, a la mitad de la semana setenta; y allí se detuvo la semana setenta, faltándole tres años y medio para completarse; los cuales corresponden al ministerio de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, de Apocalipsis, capítulo 11, para Dios volver a tratar con el pueblo hebreo, y llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
Estamos en un tiempo profético muy importante, donde las profecías correspondientes al tiempo final van a cumplirse todas.
“A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”, dice el Espíritu Santo por medio del profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 2.
El Sol de Justicia. Recuerden que el sol es una estrella; los sistemas solares que hay giran alrededor del sol que tienen: una estrella. Y Cristo, la Estrella mayor, es el Sol; el Sol alrededor del cual giran todas las estrellas creyentes en Cristo, todos los creyentes en Cristo, que están representados en estrellas; y aun los mensajeros de cada etapa de la Iglesia están representados en estrellas.
Por eso Cristo aparece con siete estrellas en Su diestra; son los siete mensajeros de las siete etapas de la Iglesia entre los gentiles, llenos del Espíritu Santo, en los cuales Cristo en Espíritu estuvo manifestado, llevando a cabo la Obra correspondiente a cada edad de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, cuando se habla de señales en el sol, la luna y las estrellas, tiene múltiple aplicación para el pueblo. La luna, por ejemplo, representa a la Iglesia del Señor Jesucristo; en el tiempo pasado, bajo el Pacto que Dios le dio a Israel, representaba —la luna— al pueblo hebreo. Y el sol siempre representa a Dios; Dios, Cristo, nuestro Salvador. Y el pueblo está representado en las estrellas; por eso, recuerden que probablemente alguna estrella va a tener el nombre suyo.
Y ahora, miren ustedes, también cuando Cristo nació, ya estaba hablado también por el profeta Balaam (allá en Números, capítulo 24, verso 17) que de Jacob saldría una estrella. Se cumplió en lo literal la Estrella de Belén[9], que representa a Cristo la Estrella resplandeciente de la Mañana.
O sea que en las cosas naturales del cielo: las estrellas, el sol, la luna, están representados los creyentes en Cristo; cosas espirituales están representadas en el universo. Por lo cual, tenemos que entender que somos representados, tenemos la tipología de la Obra de Dios y lo que somos en el Programa de Dios.
Por ejemplo, Cristo dice en San Juan, capítulo 10, verso 1 al 30, que Él es el Buen Pastor, y que Él llama a las ovejas por su nombre (las ovejas que el Padre le dio) para que les dé vida eterna; somos representados también en ovejas. Y el mismo Cristo está representado en un cordero; por eso Juan cuando lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[10].
El cordero pascual que sacrificaba el pueblo hebreo allá en Egipto, para aplicar su sangre en el dintel y los postes de las puertas de sus hogares, para la preservación de la vida de los primogénitos[11], representa a Cristo muriendo, y la Sangre de Cristo siendo aplicada por el Espíritu Santo para la preservación de nuestra vida en el Reino de Dios, para preservación de vida eterna.
Sin la Sangre de Cristo aplicada, la persona no tiene vida eterna; por eso todos necesitamos a Cristo como nuestro Salvador. Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, y se hace efectivo eso en cada persona cuando lo recibe como Salvador; mientras tanto, aunque ya Él murió por nosotros y realizó el Sacrificio de Expiación, no le es efectivo a la persona a menos que lo reciba como su único y suficiente Salvador. Porque un perdón no es un perdón efectivo para la persona, a menos que lo reciba, a menos que lo acepte como perdón.
Estamos viviendo en un tiempo muy importante, en donde Dios está abriendo todos estos misterios de la Biblia, y sobre todo, del Apocalipsis, para llenarnos de conocimiento de Su Palabra, y por consiguiente, de Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Vimos que en la lectura al principio dice: “Y yo le daré la Estrella de la Mañana”. Cristo está reflejado, representado en la Estrella de la Mañana; pero no es que le va a dar esa estrella literal, ese planeta literal, sino que va a recibir a Cristo, va a tener a Cristo en Espíritu Santo en él.
Ese Ángel… esa persona que recibirá la Estrella de la Mañana, es también el Ángel Mensajero de Apocalipsis, capítulo 7, que viene para llamar y juntar y sellar 144.000 judíos; y ese mensajero es el que vendrá con el espíritu y virtud de Elías en su quinta manifestación, y con el ministerio también de Moisés repitiéndose. Porque son los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 14, los que tienen el ministerio para los judíos en el tiempo final.
Por eso los judíos no reciben a ninguna persona, excepto a Moisés y Elías en el tiempo final, que vendrán con el Mensaje de Dios para el pueblo hebreo; pero primero esos dos ministerios estarán en medio del cristianismo, para Dios hacer la Obra que fue representada en el Monte de la Transfiguración, cuando Cristo había dicho en el capítulo 16 de San Mateo, versos 26 al 29, que “hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo con poder y gloria en Su Reino”.
Y seis días después los lleva al Monte de la Transfiguración, un monte alto, el cual tipifica a la Iglesia del Señor Jesucristo; y se transfiguró delante de Sus discípulos: Pedro, Jacobo y Juan; y aparecieron allí: Cristo con Su rostro como el sol, Sus vestiduras blancas resplandecientes, y a cada lado de Jesús apareció Moisés y Elías[12].
Ese es el orden de la Segunda Venida de Cristo, ese es el orden de la Venida del Sol de Justicia, ese es el orden de la Venida de la Estrella resplandeciente de la Mañana. Recuerden que el sol es una estrella, una estrella mayor que los planetas que están a su alrededor.
Y ahora, para este tiempo final tenemos que ver todo ese Programa que está colocado en esos tipos y figuras, símbolos bíblicos, para comprender lo que Dios ha prometido y cómo Dios lo estará haciendo en este tiempo final; no sea que nos pase por encima, como le pasó a Israel dos mil años atrás, que vino el Mesías y no lo recibieron. No queremos que le suceda a ninguno de ustedes lo mismo.
Por lo tanto, se requiere la revelación de la Palabra dada por el Espíritu Santo para el Día Postrero, para obtener la revelación divina de todas las promesas correspondientes a este tiempo final; y verlas a medida que van siendo cumplidas; y estar siendo parte también de esa bendición, respaldando todo el Programa Divino.
Recuerden a Cristo en San Lucas, que cuando María y José fueron a buscarlo…; porque habían ido a la Pascua, y cuando se regresaron, Jesús se había quedado con los doctores de la Ley, y allí estaba Él lo más bien; y Él jovencito, de unos 12 años, hablando con los doctores de la Ley, haciéndoles preguntas también, y contestando las preguntas que ellos le hacían.
Y José y María con todo el grupo de personas que había venido de Nazaret, y sus familiares, iban viajando; y de momento buscan: “¿Y dónde está el niño Jesús?”. Se les había perdido. Recuerden que María representa al cristianismo.
Y comienzan a buscarlo entre los familiares y no lo encuentran. Caminaron tres días y no lo habían encontrado. No sabían que no iba con ellos.
Es importante saber que Cristo va con nosotros siempre. No nos pase como a José y María, y demás familiares, que caminaban creyendo que Cristo iba con ellos y estaba con ellos, pero no estaba.
Regresaron al templo y allí estaba. Le dice María: “Hijo, ¿por qué nos hiciste esto? Tu padre y yo te hemos buscado con desesperación”. Cristo le dice: “¿No sabéis que en los negocios de mi Padre me conviene estar?”[13].
¿Cuáles son los negocios del Padre? Cumplir lo que está prometido que Dios llevará a cabo a través del instrumento que Él tiene para ese tiempo. Y el instrumento era Cristo. Por lo tanto, Él tenía que estar allí para estar cumpliendo la promesa divina para aquel tiempo.
Es importante estar seguros que Cristo está acompañándonos todos los días de nuestra vida. Sin Cristo no hay esperanza de vida eterna, sin Cristo no hay bendición de Dios.
Por lo tanto, es importante que también enseñemos a nuestros niños la importancia de tener a Cristo siempre a nuestro lado. Queremos que todos nuestros niños entren al Reino Milenial de Cristo, queremos tenerlos allá junto a nosotros en ese glorioso Reino en el cual ya los problemas terrenales habrán terminado.
Pero mientras tanto, tenemos que luchar en esta vida terrenal porque el reino no está en las manos de Dios; está en las manos del enemigo de Dios, está el reino terrenal en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido del capítulo 2 del libro del profeta Daniel. Pero es en esa etapa donde la Venida del Señor se realizará y donde Cristo tomará el Reino, establecerá el Reino de Dios en la Tierra, y traerá la paz y la felicidad para todos los creyentes en Él.
Estamos en el tiempo final, viendo las señales en la luna, el sol y las estrellas; en la luna, el sol y las estrellas del campo físico y también del campo espiritual.
“LA ESTRELLA DE LA MAÑANA”.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
¿Qué es lo que tendrá el que reciba la Estrella de la Mañana? Tendrá a Cristo en él manifestándose en toda Su plenitud en el tiempo final. Cristo en Espíritu Santo en el Vencedor, el cual será un hijo de Dios del tiempo final, el cual estará en el Cuerpo Místico de Cristo y el cual le abre la puerta a Cristo en su edad, la Edad de Piedra Angular; porque en la Edad de Laodicea la puerta se la cerraron a Cristo.
Y ahora, en Apocalipsis 3, versos 20 al 21, Cristo toca la puerta, y el que abre tendrá esa bendición: abre la puerta para una edad eterna: la Edad de Piedra Angular.
La Edad de Piedra Angular es una edad paralela a la edad de la Primera Venida de Cristo; por lo tanto, las bendiciones que hubo allá reflejan las bendiciones que habrá acá.
La Segunda Venida de Cristo es para la Iglesia del Señor Jesucristo; pero los judíos la van a ver y van a decir: “Este es el que nosotros estamos esperando”. Y va a llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
Ahora, hemos visto lo que es la Estrella de la Mañana: es Cristo la Estrella mayor, el Sol de Justicia, naciendo para los creyentes en Cristo y luego para el pueblo hebreo.
Estamos en el tiempo correcto para esperar y ver la Venida de la Estrella resplandeciente de la Mañana.
En Segunda de Pedro, capítulo 1, verso 19, dice:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”.
“Y el Lucero de la Mañana (que es Cristo) salga en vuestros corazones”, lo tengan ahí en vuestros corazones, a Cristo en Su Venida en el Día Postrero.
Y el mensajero del Día Postrero recibirá a Cristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana, y Cristo se manifestará a través de él en este tiempo final; y así nos dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Estemos preparados para tan grandes bendiciones que hay. No podemos dejar que se nos escapen las bendiciones. Para lo cual, tenemos que estar al tanto de lo que Dios ha prometido y de qué hacer para estar preparados.
Estemos preparados: “Levantad vuestras cabezas al Cielo (a las cosas de Dios), porque vuestra redención (vuestra transformación) está cerca”[14].
La redención es la redención del cuerpo, la transformación de nuestros cuerpos, y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados.
“Y le daré la Estrella de la Mañana”. La Estrella de la Mañana, hemos visto que es Jesucristo nuestro Salvador.
El que reciba la Estrella de la Mañana recibirá a Cristo en Su Venida; y será adoptado junto con su grupo en el tiempo final; y por eso la promesa de Apocalipsis, capítulo 2, versos 26 al 29, se hará una realidad en él:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones…”.
Va a tener autoridad sobre las naciones: va a gobernar, a reinar con Cristo por el Milenio y luego por toda la eternidad.
“… y las regirá con vara de hierro (las gobernará con vara de hierro), y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.
En la misma forma que el Padre ha hecho con Jesucristo, sentándolo sobre el Trono celestial y dándole, por consiguiente, todo poder en el Cielo y en la Tierra, ahora Cristo hace lo mismo: dándole poder en la Tierra al Vencedor en el Día Postrero. O sea que será adoptado en el Reino de Dios, recibirá el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, y capítulo 10 del Apocalipsis; porque Cristo viene con el Librito abierto en Su mano en Apocalipsis, capítulo 10, para entregarlo a un hombre que se lo comerá y luego hablará el contenido de ese Libro que se comió.
Y ese es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Título de Propiedad de la vida eterna; por lo cual, regresaremos a como era antes de la caída de Adán y Eva. Así será la restauración del ser humano que haya recibido a Cristo como Salvador y haya obtenido el nuevo nacimiento.
Eso será: regresando a la vida eterna física, porque ya los creyentes en Cristo han regresado a la vida eterna espiritual, y les falta regresar a la vida eterna física con un cuerpo glorificado, inmortal, igual al cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador.
Que Dios nos ayude a ver en el Día Postrero la Estrella resplandeciente de la Mañana; como lo dice San Pedro en la lectura que tuvimos: “El Lucero de la Mañana”. Y Él nos dará la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.
A ese será que veremos en la Tercera Etapa, esa manifestación de Dios en el Día Postrero en medio de Su Iglesia, entrando a esa visión que tuvo el reverendo William Branham, donde vio una Gran Carpa Catedral y vio al Ángel del Pacto, a Cristo, entrando y colocándose en un cuartito pequeño, y ahí manifestándose conforme a Su Programa[15]. Todo eso está ligado a la Segunda Venida de Cristo, todo eso está ligado al Séptimo Sello.
Por lo tanto, el cristianismo tendrá el cumplimiento de la Visión de la Carpa algún día que no será muy lejano; y por lo tanto, habrá una manifestación plena de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia.
Estaremos viendo, entonces, ¿qué?, la Estrella resplandeciente de la Mañana. Y eso lo verán los madrugadores. Los que se levantan tarde ya les pasó el tiempo de poder ver la Estrella resplandeciente de la Mañana.
Así como hay que madrugar para ir al trabajo, madruguemos espiritualmente para ver la Estrella resplandeciente de la Mañana en este tiempo final; porque eso es la Venida de Cristo a Su Iglesia en el Día Postrero en el cual estamos viviendo.
Estamos en una etapa de preparación, preparación espiritual para recibir todas esas bendiciones que Cristo tiene para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Son bendiciones grandes las que Dios tiene para los creyentes en Cristo de este tiempo final, y las vamos a recibir.
Algo importante aquí en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, dice:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
O sea que el Vencedor, el mensajero vencedor, va a recibir una Piedrecita blanca. La Piedra es Cristo, la revelación de Cristo; y va a ser escrito sobre él también. Dice… Capítulo 3, verso 12, de Apocalipsis, dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios…”.
Dios va a escribir sobre el Vencedor el Nombre de Dios. Así como en Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice que Dios envía Su Ángel, y dice: “No le seas rebelde; porque Él no perdonará vuestra rebelión, porque Mi Nombre está en Él”.
Y ahora, el Nombre de Dios, que está en el Ángel, va a ser colocado en el Vencedor, conforme a lo prometido.
“… y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Aquí podemos ver que hay un Nombre Nuevo prometido para ser escrito sobre el Vencedor. Y quien dice que lo escribirá —el Nombre Nuevo— es Cristo en Espíritu Santo, el cual lo escribirá sobre el Vencedor. O sea que el Vencedor va a tener el Nombre de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.
La Segunda Venida de Cristo será con un nombre nuevo; y eso para muchos hará más difícil poder ver la Segunda Venida de Cristo. Pero el secreto está en ver qué es lo que está prometido que el Mesías hará en Su Segunda Venida; y al verlo hacer esas cosas, entonces saber que es que viene con el Nombre Nuevo de Cristo, Nombre Eterno de Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios. Tan sencillo como eso.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Lo que Cristo en Espíritu Santo dice a las iglesias, está aquí, en el libro del Apocalipsis; y por consiguiente, esa es la Voz de Cristo en medio de Su Iglesia, hablando por medio del Espíritu Santo a través de Sus diferentes mensajeros.
Que Dios nos ayude en este tiempo final a ver en Su Venida la Estrella resplandeciente de la Mañana. Vendrá con el Nombre de Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.
Recuerden que la Biblia dice que Dios llama a las estrellas cada una por su nombre[16]; y los creyentes en Cristo son estrellas descendientes de Abraham por la fe en Cristo.
Y que Dios me los bendiga y les guarde; y nos veremos eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Pasen todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“LA ESTRELLA DE LA MAÑANA”.
[Revisión julio 2024]
[1] Génesis 1:14
[2] San Juan 8:12
[3] Génesis 15:5, 26:4
[4] Apocalipsis 1:16, 1:20, 2:1
[5] Éxodo 3:1-6
[6] Éxodo 23:20-21
[7] Apocalipsis 1:1
[8] Mt. 26:26-28, Mr. 14:22-24, Lc. 22:19-20
[9] San Mateo 2:1-11
[10] San Juan 1:29
[11] Éxodo 12:1-28
[12] Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36
[13] San Lucas 2:40-49
[14] San Lucas 21:28
[15] Los Sellos, pág. 471, párr. 161
[16] Salmos 147:4