Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Managua, Nicaragua. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este Día Postrero.
Para eso quiero leer en Hebreos, capítulo 12, versos 18 al 24, donde nos dice el apóstol San Pablo de la siguiente manera, y dice así:
“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar (o sea, al monte Sinaí), y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,
al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;
y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;
sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra y nos permita entenderla.
El apóstol San Pablo nos dice que nos hemos acercado (¿a qué?) al Monte de Sion, a la Ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial.
“LA JERUSALÉN CELESTIAL Y LA JERUSALÉN TERRENAL”.
Siempre las cosas celestiales se reflejan en las cosas terrenales o materiales, y por eso es que encontramos a través de la Escritura un sinnúmero de cosas que son tipo y figura de cosas celestiales.
Por ejemplo, tenemos en medio del pueblo hebreo —ordenado por Dios— la Pascua, en donde se ofrecía el cordero pascual; y eso era tipo y figura de algo celestial: de un Cordero Pascual celestial que vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario; y ese Cordero celestial era un hombre llamado Jesús de Nazaret.
Ahora, vean que las cosas celestiales, cuando se reflejan aquí en la Tierra en cosas materiales, luego se materializan aquí en la Tierra.
Y ahora, vean cómo la Primera Venida de Cristo fue reflejada en el cordero pascual y también en el macho cabrío de la expiación, que una vez al año (el mes séptimo, el día diez de cada mes) se sacrificaba para la expiación, en donde el pueblo hebreo era reconciliado con Dios.
Encontramos que todo eso el pueblo hebreo lo realizaba, tanto el cordero de la Pascua, como el macho cabrío de la expiación, y otros sacrificios que el pueblo hebreo realizaba con animalitos; lo cual estaba reflejando la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y así como las personas en medio del pueblo hebreo no alcanzaban misericordia de parte de Dios si no tenían aquellos sacrificios que Dios había ordenado, luego que se han materializado en la persona de Cristo esos sacrificios, ahora ninguna persona alcanza misericordia ante Dios sin el Sacrificio del Cordero de Dios y de la Expiación, que es nuestro amado Señor Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario. O sea que toda persona, para alcanzar la misericordia divina, necesita el Sacrificio de Cristo, para alcanzar la reconciliación con Dios necesita el Sacrificio de Cristo.
Y ahora, no necesitamos ya más cosas terrenales en donde se reflejaron las cosas celestiales, porque tenemos lo celestial: el Cordero de Dios celestial y el Macho Cabrío celestial, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual vino a la Tierra en forma humana y murió en la Cruz del Calvario. Era nada menos que lo celestial materializado aquí en la Tierra, cumpliendo los tipos y figuras que habían sido mostrados en el Antiguo Testamento.
Y ahora, así como Cristo es el Cordero celestial y el Macho Cabrío celestial, así como Cristo es el hombre celestial que vino en medio de los seres humanos, y fue visto dos mil años atrás, y llevó a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; ahora tenemos la Jerusalén terrenal, la cual refleja la Jerusalén celestial.
Y ahora, vean ustedes que el pueblo hebreo tiene como capital religiosa a la Jerusalén terrenal, y vino a ser también la capital del pueblo hebreo en el tiempo de David y de Salomón.
Y ahora, la Jerusalén terrenal tipifica, representa y refleja la Jerusalén celestial; y la Jerusalén celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo. Esta es la Jerusalén celestial que ha estado viniendo a la Tierra en carne humana; cada uno, cada miembro del Cuerpo Místico de Cristo de la Jerusalén celestial, ha estado viniendo a esta Tierra, pero sus nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, vean cómo la Jerusalén celestial se ha estado haciendo presente aquí en la Tierra, y ha estado manifestándose en medio de los seres humanos. Y a medida que han ido pasando las etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, han ido apareciendo en este planeta Tierra los miembros de la Jerusalén celestial, y han estado ocupando su posición en el Cuerpo Místico de Cristo, pues han sido llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu a través de cada ángel mensajero de cada etapa o edad de Su Iglesia.
Y vean ustedes cómo, así como la Jerusalén terrenal era la capital donde estaba el trono de David y también de Salomón; ahora, vean ustedes cómo esta Jerusalén celestial es la que tiene a Jesucristo como Rey y como su Señor; y es ella la que tiene la promesa de la Segunda Venida de Cristo para la etapa de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Y ahora, esta Jerusalén celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, habitarán en este planeta Tierra; tanto en la Jerusalén terrenal durante el glorioso Reino Milenial…, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad; estaremos con cuerpos celestiales, con cuerpos eternos, con cuerpos glorificados e interdimensionales, y estaremos en este planeta Tierra durante el Reino Milenial.
Y luego, cuando termine el Reino Milenial y ocurra el Juicio Final, y luego la Tierra pase por la purificación de fuego (que no sabemos cuántos días o años durará ese periodo de fuego sobre el planeta Tierra), nosotros pues estaremos con Cristo en otra dimensión, en otro lugar, mientras este planeta Tierra pasa por esa etapa.
Y por medio de los volcanes, en donde está el territorio de Israel en la actualidad, allí brotará un monte tan alto que tendrá 1500 millas1 de alto por 1500 millas de ancho y 1500 millas de largo; o sea que será un monte en forma cuadrada y en forma de pirámide, hasta llegar a una altura de 1500 millas.
O sea que subirá más alto que las nubes, porque en la actualidad no hay ninguna ciudad que llegue a esa altura. Estará tan alto que ni aun los aviones viajan a esa altura; así que vean ustedes lo alto que estará esa ciudad; o sea, la parte más alta estará tan alta que ni los aviones viajan a esa altura.
Miren, la nube que apareció en febrero 28 de 1963, apareció solamente a 26 millas de altura (esta nube), y a esa altura no viajan aviones; y menos van a viajar a 1500 millas de altura, porque eso está más arriba de las nubes.
Y eso quizás está más arriba de donde están los satélites, por ahí; ¿o por ahí es que están? (¿A cuántas millas es que están los satélites, Julio? ¿Pero hablando de un punto aquí de la Tierra hasta allá? ¿23.000?) Bueno, 23.000 millas. (O sea, ¿a la altura en que estaba la nube, casi? Esta estaba a 26… Ah sí, 23.000; o sea, a 23.000 desde un punto de la Tierra ¿derecho, Julio? ¿Arriba? ¿Hacia el lado?).
Bueno, si no lo averiguamos mientras estemos aquí, tomaremos la medida después que ya pues estemos con el nuevo cuerpo. Pero vamos a investigar bien esa – la altura, en forma recta; cuánto tiene de la Tierra, en forma directa, los satélites; del satélite al punto más cercano de la Tierra, cuánto tiene de altura.
Ahora, 1500 millas es bastante distancia. Y esa es una altura en donde, vean ustedes, en ese monte que surgirá de la Tierra por medio de los volcanes, ahí habitará la Iglesia del Señor Jesucristo, los que pertenecen a la Jerusalén celestial; porque en la Jerusalén que estará durante la eternidad, será compuesta por el terreno donde estarán los habitantes de esa ciudad (el terreno lo colocan los volcanes, levantan esa montaña alta), y los habitantes son los redimidos con la Sangre de Jesucristo.
Vean lo que nos dice Apocalipsis, capítulo 21, versos 22 al 27; dice:
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”.
¿Quiénes son los habitantes de esa Ciudad? Los que tienen sus nombres escritos (¿dónde?) en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora, podemos ver lo que será la capital del mundo luego del Reino Milenial, y luego de la purificación que viene después del Juicio Final.
Ahora, podemos ver que ya para después del Juicio Final, sobre el planeta Tierra todo será eternidad para todos los que estarán viviendo en el planeta Tierra; de ahí en adelante ya no habrá más muerte para ninguno de los habitantes del planeta Tierra.
Durante el Reino Milenial sí habrá muerte de aquellos que hayan entrado al Reino Milenial con los cuerpos mortales.
Pero para la Iglesia del Señor Jesucristo durante el Reino Milenial no habrá muerte, porque ya estaremos en el cuerpo eterno y glorioso que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también, y para los que han partido en las edades pasadas; porque pertenecemos a la Jerusalén celestial, y tenemos nuestros nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, en el Cielo.
Ahora, podemos ver que esta es la congregación de los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Hemos visto que la Jerusalén celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual, durante el Reino Milenial habitará en la Jerusalén terrenal, pero durante la eternidad, después del Reino Milenial, habitará también en ese territorio pero en un monte alto que tendrá 1500 millas de alto, 1500 millas de ancho por 1500 millas de largo; o sea que será un monte cuadrado en su base, y en esa misma forma sube (en forma de pirámide) hasta una altura de 1500 millas.
Ahora, podemos ver que ese es el lugar donde habitará la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Jerusalén celestial.
Y ahora, podemos ver que tenemos la Jerusalén terrenal, que es la Jerusalén allá en medio del pueblo hebreo; y esa Jerusalén terrenal representa también a todo el pueblo hebreo, así como la Jerusalén celestial representa a toda la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y vean ustedes, la Jerusalén terrenal, dice San Pablo que da hijos para esclavitud, o sea, hijos para la Dispensación de la Ley, para estar bajo la Ley2; pero la Jerusalén celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, de la cual nosotros somos hijos, da hijos (¿para qué?) para el Reino de Dios, da hijos libres.
Y vamos a ver cómo nos explica aquí San Pablo; nos dice que la Jerusalén terrenal, la cual representa también a todo el pueblo hebreo, está tipificada en Agar y su hijo Ismael.
Y luego, la Jerusalén celestial está tipificada en Sara, que era la mujer que tenía marido, era la mujer libre; y está (la Jerusalén celestial) representada en Sara y su hijo Isaac, porque Sara representa la Jerusalén celestial, y su hijo Isaac representa los hijos de la Jerusalén celestial, los hijos de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Gálatas, capítulo 4, verso 26 en adelante, dice:
“Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.
Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora (por eso encontramos que el pueblo hebreo estuvo persiguiendo a los creyentes en Jesucristo).
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”.
Así que como Abraham echó fuera a Agar y a su hijo Ismael, vean ustedes, Dios echaría fuera a la Jerusalén terrenal, al pueblo hebreo con su dispensación, para dar lugar a la Jerusalén celestial y a los hijos de la Jerusalén celestial; o sea, dar lugar a la Iglesia del Señor Jesucristo y a su dispensación; para que así los hijos de la libre fueran manifestados aquí en la Tierra: creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; y así estar manifestados como hijos de la Jerusalén celestial; así como Isaac fue la manifestación del hijo de Sara, de la mujer libre, a la cual le había sido hecha la promesa que tendría un hijo de Abraham aun siendo ella estéril.
“Mas ¿qué dice la Escritura? (Pues) Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”.
Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Esta herencia no es para los hijos de la esclava, sino para los hijos de la libre; esta herencia es para los hijos de la Iglesia del Señor Jesucristo.
“De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.
Somos hijos de la Jerusalén celestial, de la Iglesia del Señor Jesucristo; la cual, conforme a la promesa divina tiene un nombre, que es el Nombre Eterno de Dios, nombre que en el Día Postrero ella heredará. Y ese es el nombre también nuevo del Señor Jesucristo.
Y ahora, la promesa es ¿para quién? Para la Jerusalén celestial.
Hemos llegado al tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, donde estamos viendo la Jerusalén terrenal (allá en medio del pueblo hebreo), pero también estamos viendo la Jerusalén celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y los hijos de la Jerusalén celestial no tienen que ser hijos de la Jerusalén terrenal; aunque hay algunos que pertenecen al pueblo hebreo que han entrado al Cuerpo Místico de Cristo, porque tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, y por consiguiente pertenecen a la Jerusalén celestial; pero el resto es de entre los gentiles.
Y estamos en la etapa final, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, para recibir las bendiciones correspondientes a la Jerusalén celestial; las bendiciones de la herencia de todo lo que perdió Adán y Eva en la caída; herencia que será restaurada a todos los hijos de Dios, a todos los hijos de la Jerusalén celestial.
Hemos visto LA JERUSALÉN CELESTIAL, y también hemos visto LA JERUSALÉN TERRENAL.
Que las bendiciones de Cristo sean sobre cada uno de ustedes. Y pronto Cristo termine de llamar Sus escogidos de la Jerusalén celestial; llamado que está en la América Latina y el Caribe en este tiempo, en donde Cristo está llamando y juntando a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta en este Día Postrero, en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, como llamó y juntó a los escogidos de Dios de la Jerusalén celestial de cada etapa o edad de la Iglesia gentil, en el territorio donde se cumplió cada una de esas edades.
Y ahora nos ha tocado a nosotros, en la América Latina y el Caribe, el llamado de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, el llamado de los hijos de la Jerusalén celestial, de los hijos de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Que Dios llame y junte a todos los escogidos de la Jerusalén celestial en la América Latina y el Caribe, que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, y se complete así el número de la Jerusalén celestial, de los miembros de la Jerusalén celestial; y seamos transformados y raptados, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes y televidentes.
Dejo nuevamente con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA JERUSALÉN CELESTIAL Y LA JERUSALÉN TERRENAL”.
[Revisión agosto 2022]
1 1500 millas = 2414 km
2 Gálatas 4:24-25