La Obra de Cristo desde el Génesis hasta el Apocalipsis

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino, y así ver el tiempo en que estamos viviendo en el Programa de Dios, verlo a través de la Escritura, viendo ahí lo que Dios ha prometido para este tiempo final.

Para esta ocasión nuestro tema es: “LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS”.

Para lo cual quiero leer en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18, donde dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (sino ¿de quién?, ‘de Dios’).

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestras almas, y bendiga nuestras almas con Su Palabra, y nos abra la Escritura y nos abra nuestro corazón para entender Su Palabra, la Escritura, y recibir Su Palabra revelada en nuestras almas en esta tarde. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Nuestro tema es: “LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS”.

En este pasaje que hemos leído dice que “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, y dice que creó todas las cosas: “… por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. O sea que solamente Él fue el Creador de todas las cosas.

Lo que dice en Génesis, capítulo 1, verso 1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, se cumple en esta Escritura que dice que el Verbo fue el que creó todas las cosas; y sin Él, nada de lo que ha sido hecho fue hecho.

O sea que ninguna otra persona llevó a cabo la Creación sino el Verbo, que era con Dios y era Dios, el cual luego se hizo carne y habitó entre los seres humanos, y fue conocido por el nombre de Jesús: el Verbo hecho carne, Dios hecho carne, el Ángel del Pacto hecho carne en medio del pueblo hebreo.

“Y a lo suyo (el pueblo hebreo) vino, y los suyos no le recibieron”.

Ahora, podemos ver cómo esto sucedió allá en la Primera Venida de Cristo, donde vino Jesucristo, el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo (que es el mismo Jesucristo en Su cuerpo teofánico), vino hecho carne, hecho hombre, en medio del pueblo hebreo; y el pueblo hebreo no lo recibió.

Ahora, podemos ver que ese que vino en medio del pueblo hebreo era nada menos que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto. Por eso es que el profeta Malaquías, en el capítulo 3, cuando profetiza acerca de la Venida del Mesías, y profetiza acerca del precursor del Mesías, que fue Juan el Bautista, dice… capítulo 3, verso 1 de Malaquías:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (ese mensajero ¿fue quién? Juan el Bautista, el cual vino preparándole el camino al Señor)<em>; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis…”.

¿A qué Señor buscaba el pueblo hebreo allá en el templo y en sus oraciones? Al Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; el cual le apareció al profeta Moisés en esa llama de fuego, y le dijo el Ángel de Jehová, que es el mismo Dios, le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”1.

Ese Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que le apareció en diferentes formas en una Columna de Fuego, y también le apareció a diferentes profetas en la forma de un Hombre, de un Ángel, de un Varón de otra dimensión, es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Creador de los Cielos y de la Tierra, que se hizo carne en medio del pueblo hebreo, y fue conocido el velo de carne con el nombre de Jesús, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

Ahora, podemos ver cómo la Obra de Cristo desde el Génesis ha sido vista manifestada; porque la Obra de Cristo desde el Génesis es la Obra del Ángel de Jehová, la Obra del Ángel del Pacto, que es la Obra del mismo Dios en Su cuerpo teofánico, desde el cual Él creó los Cielos y la Tierra; y también le creó al ser humano un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, a Adán; y después lo trajo a esta dimensión terrenal y le creó un cuerpo del polvo de la tierra, en el cual el ser humano, Adán, vivió.

Y ahora, podemos ver que este Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Creador de los Cielos y de la Tierra, es nuestro amado Señor Jesucristo; es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que se hizo hombre y habitó entre los seres humanos en ese velo de carne llamado Jesús.

Por eso es que cuando Felipe le dice a Jesús: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”, Jesús dice, en el capítulo 14 de San Juan, le dice: “Tanto tiempo hace, Felipe, que estoy con vosotros, ¿y todavía no me has conocido? ¿No sabes que el Padre está en mí, y yo estoy en el Padre (o viceversa); y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre? ¿Cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?”.

En Isaías, capítulo 7, verso 14, dice… hablando acerca de la Venida del Mesías, dice:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.

¿Qué significa Emanuel? Emanuel significa: Dios con nosotros2. O sea, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob hecho hombre en medio del pueblo hebreo, visitando al pueblo hebreo; y por consiguiente, a la raza humana.

Por eso en el capítulo 9, de Isaías también, nos habla acerca de la Venida del Mesías, en el verso 6 y 7, y dice:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

Ahora podemos ver quién vendría en medio del pueblo hebreo. Era el mismo Dios en carne humana, en la forma de un profeta.

Por eso es que en el capítulo 52 de Isaías, verso 6, dice:

“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente”.

Y esto corresponde a la Primera y a la Segunda Venida de Cristo, en donde Dios estaría presente, manifestado en carne humana; y por consiguiente el Nombre Eterno de Dios estaría manifestado en esa manifestación de Dios en carne humana.

Y ahora, podemos ver la Obra de Dios a través del Antiguo Testamento, no solamente de la Creación de los Cielos y de la Tierra, sino del trato que Dios ha tenido con el ser humano desde el Génesis, todo el Antiguo Testamento; en donde ha estado tratando con el ser humano… le dio pieles a Adán y Eva para cubrir su desnudez3… y por consiguiente tuvo que morir un animalito; porque para sacarle las pieles a un animalito tenía que morir un animalito.

Y ahora, ese animalito muriendo y dando pieles para Adán y Eva, representa también a Cristo; pues la Obra de Cristo muriendo en la Cruz del Calvario se reflejó desde el Génesis, todo el Antiguo Testamento, en aquellos tipos y figuras.

También fue profetizado que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza; y la serpiente y su simiente herirían al hijo de la mujer – o sea, a la simiente de la mujer (¿dónde?) en el calcañar4.

Ahora, podemos ver que esto ya desde el Génesis está establecido que sería de esa forma; por consiguiente, la Obra de Cristo desde el Génesis hasta el Apocalipsis ha estado siendo manifestada.

Y la Obra que Cristo haría en el Nuevo Testamento ya fue reflejada en el Antiguo Testamento; porque el Antiguo Testamento refleja el Nuevo Testamento. Y por eso es que en el Antiguo Testamento se reflejó la Primera y Segunda Venida de Cristo.

En José… En profetas se reflejó: como en José, y también en el rey David y en el rey Salomón, y en otros profetas.

También se reflejó en los sacrificios que el pueblo hebreo efectuaba por el pecado y la paz; todos esos sacrificios representaban a Cristo en Su Primera Venida, muriendo en la Cruz del Calvario, y limpiándonos de todo pecado, y reconciliándonos con Dios.

Y también el templo que construyó Salomón y el templo que había construido Moisés, reflejan a Cristo como el Templo humano de Dios, donde Dios estaría manifestado llevando a cabo Su Obra de Redención. Y también representan al Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo espiritual de Dios, ese Nuevo Templo; porque ya ni tiene el templo que construyó Moisés ni tiene el templo que construyó Salomón; pero Dios tiene un Nuevo Templo, que está construyendo Jesucristo, el cual para este tiempo final será terminado; o sea, su construcción será terminada.

Ese Templo está siendo construido con el mismo plano o diagrama con el cual fue construido el templo de Salomón y el templo que construyó Moisés, porque ese es el diagrama o plano del Templo que está en el Cielo. Y por consiguiente, el templo o tabernáculo que construyó Moisés refleja o representa el Templo que está en el Cielo; y representa también el que construyó Salomón: el Templo que está en el Cielo. Y, por consiguiente, representan también a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Porque la representación del Templo que está en el Cielo, en la actualidad, ni es el tabernáculo que construyó Moisés, ni es el templo que construyó Salomón, sino que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde se ha estado materializando en carne humana el Templo que está en el Cielo.

Ya no se está representando o reflejando en cosas de piedras o de oro o de plata o de madera, sino que se está reflejando, el Templo que está en el Cielo, en seres humanos; de las cuales San Pedro dice que somos piedras vivas, así como Cristo es la principal Piedra del Ángulo5.

Y ahora, vean ustedes cómo el Templo que está en el Cielo se está materializando en la Tierra en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, en la Obra que fue hecha en el Antiguo Testamento por Dios por medio de los profetas, se reflejó lo que Él haría en el Nuevo Testamento.

Ahora vean ustedes cómo San Pablo en su carta a los Hebreos, capítulo 3, versos 5 al 6, dice:

“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.

Ahora vean cuál es la Casa de Dios: aquí en la Tierra es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y en esa Casa es que nacen los hijos de Dios cuando reciben a Cristo como su Salvador, y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciben Su Espíritu Santo; y obtienen así el nuevo nacimiento. Así han nacido en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, han nacido en el Reino de Dios o Reino de los Cielos.

Y son millones de personas los que han nacido en el Reino de los Cielos, en la Iglesia del Señor Jesucristo, por medio del nuevo nacimiento; del cual le habló Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6, en donde le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender)”.

Y Nicodemo pensó que era nacer de nuevo por medio de su madre, y decía: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre, ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre y nacer?”. ¿Y qué si la madre de Nicodemo estaba muerta o ya demasiado anciana? Pero Cristo le hablaba de un nuevo nacimiento, diferente al nacimiento natural: era por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo.

Los discípulos de Jesucristo todavía no habían nacido de nuevo, pero estaban siguiendo a Jesucristo; y el Día de Pentecostés 120 personas nacieron de nuevo, porque recibieron el Espíritu de Cristo. Eran personas que habían creído en Cristo y habían lavado sus pecados en la Sangre de Cristo. Y así fue como comenzó la construcción de la Iglesia de Jesucristo en el Nuevo Testamento, en la parte que corresponde al Lugar Santo de ese Templo espiritual.

Y del Día de Pentecostés hasta este tiempo, se ha estado construyendo el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo; así como de Adán hasta Cristo se construyó el Atrio de ese Templo. Y todavía hay espacio en el Atrio, tanto para las vírgenes fatuas como para los hebreos que han de venir.

Pero la parte del Lugar Santo corresponde a los hijos e hijas de Dios, de Cristo hacia acá. O sea, del Día de Pentecostés hacia acá se ha estado construyendo en el Templo espiritual de Cristo la parte del Lugar Santo.

Y para este Día Postrero podemos mirar hacia atrás y ver la Obra de Cristo durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, en donde se manifestó por medio del mensajero de cada edad en Espíritu Santo, y llamó y juntó a los escogidos de cada edad, y los colocó en la edad correspondiente en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Lugar Santo de ese Templo espiritual.

Y hubo un territorio en donde se cumplió cada una de esas etapas de la Iglesia de Jesucristo; etapas que están representadas aquí, en este diagrama: Esta parte pequeña aquí corresponde aquí al tiempo de los apóstoles, pero esta parte de acá corresponde al tiempo de San Pablo, Ireneo, Martín, Colombo, Lutero, Wesley y el reverendo William Branham (hasta aquí).

Y luego, la parte de la Edad de la Piedra Angular, corresponde a este tiempo en el cual nosotros vivimos; para el cual Cristo envía a Su Ángel Mensajero6:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Envía a Su Ángel Mensajero al territorio latinoamericano y caribeño, para darle a conocer a todos los hijos e hijas de Dios, a la Iglesia de Jesucristo, todas estas cosas que deben suceder pronto; revelarles todos esos misterios correspondientes a este tiempo final, y mostrarles la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo final, conforme al libro del Apocalipsis, a la revelación apocalíptica, y conforme a todas las profecías del Nuevo Testamento y del Antiguo Testamento, para que así todos podamos ver la Obra de Dios correspondiente a este tiempo final, y podamos estar en esa Obra de Dios correspondiente a este tiempo final como parte de ese Cuerpo Místico de nuestro amado Señor Jesucristo.

Esta es la etapa más gloriosa de todas las etapas, porque es la etapa que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, y corresponde a la América Latina y al Caribe, con latinoamericanos y caribeños, los cuales son llamados y juntados y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Así como el lugar santísimo del templo que construyó Moisés y del templo que construyó Salomón estaba en el occidente, ahora el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo está en el occidente, que es la América Latina y el Caribe. Y ese Templo está siendo construido con piedras vivas, o sea, con seres humanos.

Y ahora para el Día Postrero, cuando se complete la construcción del Lugar Santísimo, con seres humanos, y entre hasta el último de los escogidos del Día Postrero a la Edad de la Piedra Angular, al Cuerpo Místico de Cristo: se habrá completado la construcción del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, y por consiguiente se habrá completado la construcción de todo ese Templo espiritual de Jesucristo.

Y cuando Moisés terminó la construcción del templo, y cuando Salomón terminó la construcción del templo, ¿cuál era el otro paso? Dedicarlo a Dios. Y Dios entró a ese templo, y pasó al lugar santísimo, y moró sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro.

Y para este tiempo final, cuando sea concluida la construcción de ese Templo, estará el Templo completo ya construido y será dedicado a Dios: Cristo dedicará este Templo para morada de Dios en Espíritu Santo, para morar Dios en Espíritu Santo en toda Su plenitud; y serán resucitados los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados, y Dios morará en toda Su plenitud en cada uno de los escogidos de Dios. Y así el Templo de Dios será glorificado en este tiempo final.

El Templo de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, será glorificado; porque Dios glorificará la Casa de Su morada, como nos dice en Isaías. Él nos habla acerca de esto que Él hará en el Día Postrero, y dice en el capítulo 60, verso 7, de Isaías:

“… y glorificaré la casa de mi gloria”.

Y ahora la Casa de Su gloria es Su Iglesia; y sobre todo, el Lugar Santísimo de la Iglesia del Señor Jesucristo. Porque ¿dónde estaba la Gloria de Dios en el templo que construyó Moisés? En el lugar santísimo, sobre el arca del pacto. ¿Y dónde estaba la Gloria de Dios en el templo que construyó Salomón? En el lugar santísimo, sobre el arca del pacto, en medio de los dos querubines de oro; y también en medio de los dos querubines de madera de olivo que construyó Salomón y colocó en el lugar santísimo. Y en medio de los dos querubines de oro colocó el arca del pacto; y la Gloria de Dios estaba sobre el arca del pacto, en medio de los dos querubines, tanto de madera de olivo cubiertos con oro como en medio de los dos querubines de oro que estaban sobre el propiciatorio.

Y de este conocimiento será llena la Tierra durante el Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, que corresponde al séptimo milenio y a la séptima dispensación; la séptima dispensación, que es la Dispensación del Reino; y séptimo milenio, que es, delante de Dios, el Día Postrero.

Porque “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”7</a>; o sea, que mil años de los nuestros solamente es un día delante del Señor. Y los días postreros delante de Dios, para los seres humanos son los tres milenios postreros, que son: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Estando Cristo en la Tierra, teniendo de 4 a 7 años de edad, comenzó el quinto milenio; y por consiguiente comenzaron los días postreros.

Los días postreros ya comenzaron desde los días de Jesucristo; por eso es que San Pedro y San Pablo nos hablan de los días postreros ya en los días de Jesucristo.

Por ejemplo, San Pablo a los hebreos, escribe en el capítulo 1, verso 1 al 2, diciendo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

Dice que Dios habló por medio de Jesucristo, por medio de Su Hijo, por medio del Hijo de Dios, ¿cuándo? En los postreros días. Porque San Pablo y San Pedro identifican aquellos días ya como los postreros días. Porque “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”. Y estos días postreros son el quinto milenio, el sexto milenio y séptimo milenio. Y cuando Cristo estuvo predicando en la Tierra, ya había comenzado el quinto milenio, y por consiguiente habían comenzado los días postreros.

Y de los días postreros, el Día Postrero es el séptimo milenio, para el cual Cristo dijo, hablando acerca de los creyentes en Él que morirían físicamente, Él dijo: “Y yo le resucitaré (¿cuándo?) en el Día Postrero”. San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40.

Y ahora, vean la bendición tan grande que hay para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio, donde se abre una nueva dispensación, la Dispensación del Reino, y donde son llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino todos los escogidos de Dios, para ser construida la parte más importante del Templo espiritual de Cristo: la parte del Lugar Santísimo, con seres humanos.

Y cuando se complete esa construcción, ya Cristo saldrá del Lugar de Intercesión en el Cielo, y hará Su Reclamo: el reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre, o sea, el reclamo de todas las personas que Él ha redimido con Su Sangre. Y los que han partido, los que físicamente han muerto, serán resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y esto es en la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo final.

Tenemos que comprender lo que ha sido la Obra de Cristo en el Antiguo Testamento, desde el Génesis hasta Malaquías, capítulo 4; y tenemos que también comprender lo que ha sido la Obra de Cristo desde Su Primera Venida hasta este tiempo final, durante todas las diferentes etapas del Nuevo Testamento, en donde en medio de Su Iglesia Cristo ha estado llevando a cabo Su Obra correspondiente a cada edad, y ha estado manifestado en cada ángel mensajero de cada edad o etapa de Su Iglesia, y por medio de cada mensajero ha estado hablando, y llamando y juntando a Sus escogidos de cada edad, de cada etapa, durante estos dos mil años que han transcurrido.

Y ahora, en este Día Postrero: con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, llama y junta a todos Sus escogidos en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo de ese Templo espiritual de Cristo, que es Su Iglesia.

Ahora, hemos visto dónde nos encontramos en la Obra de Cristo conforme a los evangelios, y conforme a las cartas apostólicas de San Pedro y San Pablo, y conforme al libro del Apocalipsis.

Hemos visto que para poder comprender también estas cosas que deben suceder en este tiempo final, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice así:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, las cuales no pueden ser comprendidas aunque están escritas en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, pero no pueden ser comprendidas porque no pueden ser abiertas, a menos que las abra el Ángel del Señor Jesucristo y las revele a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso es que Jesucristo, así como envió ángeles mensajeros en las diferentes etapas o edades de Su Iglesia, para este tiempo final envía a Su Iglesia a Su Ángel Mensajero, para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, de acuerdo a las profecías bíblicas del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Y por eso también, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, reconfirma que Él ha enviado a Su Ángel cuando dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Envía a Su Ángel Mensajero para todas las iglesias y para todos los seres humanos, para darles testimonio de todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final; y así todos recibamos la fe para ser transformados y raptados, ser transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial.

Él dijo8: “… voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

Él viene por Su Iglesia, para llevarse a Su Iglesia a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo; porque Él viene para unirse con Su Iglesia en ese santo matrimonio, que es la unión de Cristo con Su Iglesia; como fue mostrada en la parábola de las diez vírgenes, fue mostrada esta etapa en donde vino el Esposo, y las que estaba preparadas (las vírgenes prudentes) entraron con Él a las Bodas, y se cerró la puerta.

Y luego llegaron las insensatas, que no tenían Aceite y que no tenían el Espíritu Santo, que no habían nacido de nuevo…; porque las que tenían Aceite son las personas que han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo (porque el aceite tipifica el Espíritu Santo); y por consiguiente han nacido de nuevo, y por consiguiente pertenecen al Cuerpo Místico de Cristo: son la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo, que se casa con Jesucristo el Hijo de Dios en Su Venida, y luego irán a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial.

Pero las insensatas no tenían Aceite, o sea que no habían recibido el Espíritu Santo; y por consiguiente no habían nacido de nuevo, y por consiguiente no pudieron entrar a las Bodas con Cristo, no lo recibieron. Y cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde y ya la puerta estaba cerrada; por lo tanto tuvieron que quedarse para pasar por la gran tribulación, donde darán sus vidas por Cristo, serán martirizadas y morirán durante la gran tribulación; pero luego resucitarán, después del Reino Milenial; porque no pueden pasar al Reino Milenial porque no estaban preparadas.

Ahora, podemos ver “LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS”.

Y lo más importante es ver la Obra de Cristo…; además de ver la Obra de Cristo en Su Primera Venida como Cordero de Dios llevando a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para así nosotros poder recibir salvación, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; en adición a eso, para este tiempo final, necesitamos ver la Obra de Cristo correspondiente al Día Postrero, en donde Él viene como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, para reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucitar a los muertos en Cristo en este Día Postrero, y transformar a cada escogido de Dios que está vivo en este tiempo final, y llevarnos a la Cena de las Bodas del Cordero, o sea, a esa recepción que se llevará a cabo en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial.

Y todo esto corresponde a la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo final.

Hemos visto: “LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS”.

Y ahora, para la Obra de Cristo ser llevada a cabo en este tiempo final, Jesús dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Y por medio de este Ángel Mensajero, que es el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, Jesucristo estará manifestándose en Espíritu Santo y estará hablándonos directamente a nuestra alma, directamente a nuestro corazón, todas estas cosas; las estará hablando por medio de Su Ángel Mensajero a todos nosotros.

Porque Su Ángel Mensajero no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que Jesucristo coloque en su corazón y en su boca para hablarlo a Su Iglesia.

Y así darle a conocer a Su Iglesia todas estas cosas que están prometidas en la Palabra profética para suceder en este tiempo final, e identificar todas las que ya han sucedido, y mostrarle el cumplimiento de cada una de ellas.

Y a medida que van siendo cumplidas las promesas de Dios, este Ángel Mensajero estará dando a conocer el cumplimiento de esas promesas; y también estará dándonos a conocer las que faltan por ser cumplidas, y nos estará mostrando cómo van a ser cumplidas todas esas promesas.

Y así estaremos siendo preparados todos, para ser transformados y raptados, o sea, arrebatados al Cielo, y ser llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Cuando ya estemos transformados y tengamos el nuevo cuerpo, entonces veremos a nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo glorificado, porque también nosotros tendremos un cuerpo glorificado. Pero mientras tanto, hemos estado viendo a Jesucristo, de edad en edad, manifestado por medio de cada ángel mensajero; y también en la Edad de la Piedra Angular manifestado por medio de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Estas cosas son reveladas a la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final, en la etapa correspondiente a la Edad de la Piedra Angular, la cual se cumple en la América Latina y el Caribe en este tiempo final.

Y así podemos ver que nos ha caído, nos ha tocado, la bendición más grande de todas las bendiciones que Dios ha derramado sobre Su Iglesia de edad en edad: nos ha tocado la bendición de la Edad de la Piedra Angular. Y esta bendición corresponde a la América Latina y el Caribe, donde Él envía a Su Ángel Mensajero para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder; y con ese Mensaje, que es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, ser llamados y juntados todos los escogidos de Dios, que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Con ese Mensaje de Gran Voz de Trompeta es que son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y todo esto es en la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo final, así como hemos visto la Obra de Cristo correspondiente a diferentes edades y dispensaciones, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

Y en el libro del Apocalipsis podemos ver la Obra de Cristo en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil; esas siete edades que fueron representadas en las siete iglesias de Asia Menor a las cuales San Pablo fue enviado; porque San Pablo fue el fundador de esas iglesias allá en Asia Menor; y aun de otras iglesias, pero las iglesias que tenían las características que estarían manifestadas en la Iglesia de Jesucristo fueron esas siete iglesias, y por eso fueron seleccionadas por Dios para representar las siete etapas por las cuales pasaría la Iglesia de Jesucristo durante la construcción del Lugar Santo de ese Templo espiritual.

Y luego llegaríamos a la Edad de la Piedra Angular en la América Latina y el Caribe.

Ahora, nos encontramos en la parte más importante de la Obra de Cristo, la cual está profetizada en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento.

Hemos llegado a la Edad de la Piedra Angular, hemos llegado a la Dispensación del Reino, que se está entrelazando con la Dispensación de la Gracia; y hemos llegado al tiempo en donde, lo que dijo Jesucristo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”, se está cumpliendo.

Hemos llegado al tiempo de la Obra de Cristo del Día Postrero, en la trayectoria de LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS.

Vean cómo termina el libro del Apocalipsis: termina como comenzó. Comienza con Jesús enviando Su Ángel… eso está en el primer capítulo. El primer capítulo comienza con Jesús enviando Su Ángel con la revelación de Jesucristo. Dice:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.

Vean cómo comienza el libro del Apocalipsis. Y en el capítulo 1, verso 1 al 2 o al 3, dice:

“… que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.

Son bienaventurados los que oyen y los que leen las palabras de la profecía de este libro. Y las palabras de la profecía de este libro ¿quién las trae? El Ángel del Señor Jesucristo enviado (¿por quién?) por el Señor Jesucristo; porque este es un profeta dispensacional, el cual viene con estas palabras proféticas dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y a Juan el apóstol se las dio a conocer en símbolos, pero estos símbolos tienen un significado.

Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Vean, el capítulo 1 comienza con Jesús enviando Su Ángel, y el capítulo 22 del Apocalipsis, que es el último capítulo, termina… Vean ustedes, el libro de Apocalipsis termina con el capítulo 22: Jesús enviando Su Ángel para dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias; porque ese es el Ángel Mensajero que le reveló a Juan el libro del Apocalipsis.

Este es un profeta dispensacional, el profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino, y mensajero de la Edad de la Piedra Angular, para la Iglesia del Señor Jesucristo; para Jesucristo usarlo en este tiempo final en Su Obra correspondiente al Día Postrero. Así como en la Obra de Cristo de otras edades y dispensaciones usó también profetas: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”, Amós, capítulo 3, verso 7.

Y en Deuteronomio, capítulo 18, nos dice el profeta Moisés, comenzando en el verso 15, nos dice, hablando acerca de este profeta, dice:

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”.

¿Y por qué Moisés dice “a él oiréis”? Porque él trae la Palabra de Dios. Dice, ya en el verso 18 de este mismo capítulo 18: verso 18 al 19 dice:

“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (o sea, como Moisés)<em>; y pondré mis palabras en su boca (¿dónde Dios coloca Sus Palabras? En la boca del profeta que Él envía)”.

En cada profeta que Él ha enviado se ha cumplido parcialmente esta profecía, y en Jesús se cumplió en toda Su plenitud; y también se ha cumplido parcialmente en los siete mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil. Y se cumple en el Día Postrero en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, que es el último profeta que Cristo envía a Su Iglesia; porque es el último profeta de todos los profetas dispensacionales, y es también el último mensajero que Él envía a Su Iglesia.

Por eso la Palabra de Cristo para el Día Postrero ¿dónde estará? En la boca de ese Ángel Mensajero de Jesucristo. Por eso dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”; porque en él es que Cristo coloca Su Palabra para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

“Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Porque coloca en el corazón y en la boca de este Ángel Mensajero Su Palabra, para revelar todas estas cosas que deben suceder.

“… y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare”.

¿Qué hablará? Todo lo que Dios le mande a hablarle a Su pueblo.

“Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.

O sea que le tendrá que dar cuenta a Dios todo aquel que no escuche la Voz de Dios en el profeta que Él envía, en donde Dios coloca Su Palabra.

El que no escucha al Enviado de Dios, pues no escucha a Dios, porque Dios coloca Su Voz, Su Palabra, en la boca de ese profeta.

Y ahora: “El que recibe a profeta en nombre de profeta: recompensa de profeta recibe”9. Recibe todos los beneficios para lo cual Dios ha enviado ese profeta. Pero el que no lo recibe, pues le tendrá que dar cuentas a Dios cuando Dios le pida cuentas.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, donde estamos viendo la Obra de Cristo correspondiente al Día Postrero, así como hemos visto a través de la historia bíblica LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS.

Y ahora nos toca ver la Obra de Cristo profetizada en el libro del Apocalipsis y en los evangelios y también en las cartas apostólicas; y esa Obra es en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, donde Él envía a Su Ángel Mensajero para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; y lo usa para llevar a cabo, por medio de Su Ángel, la Obra de Jesucristo correspondiente al Día Postrero, en donde llama y junta a Sus escogidos, y nos prepara para ser transformados y raptados en este Día Postrero, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS.

Y ahora, ¿dónde están las personas que en este tiempo final estarían viendo la Obra de Cristo correspondiente a este Día Postrero, y estarían escuchando Su Voz por medio de Su Ángel Mensajero?

Aquí estamos en Ciudad Victoria un grupo; y en diferentes lugares y ciudades de la República Mexicana hay más personas, hijos e hijas de Dios, que para este tiempo final estarían viendo y oyendo la Obra de Cristo correspondiente a este Día Postrero.

Y en diferentes países de la América Latina y del Caribe también, hay cientos o miles de personas que están viendo y oyendo y recibiendo los beneficios de la Obra de Cristo correspondiente a este Día Postrero.

Esta es la Obra que nosotros tenemos que ver, tenemos que entender, y estar en ella en este tiempo final, para ser transformados y raptados, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo en este tiempo final; porque es en la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo donde Él derrama Sus bendiciones, y nos transformará a nosotros, y a los muertos en Cristo los resucitará en cuerpos eternos, y nos llevará a la Casa de nuestro Padre celestial en el Cielo, a la gran Cena de las Bodas del Cordero.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, en la Obra correspondiente de Cristo a este Día Postrero; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto los muertos en Cristo resuciten, y nosotros los que vivimos seamos transformados, y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes. Y dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión. Pasen todos muy buenas noches.

Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.

“LA OBRA DE CRISTO DESDE EL GÉNESIS HASTA EL APOCALIPSIS”.

[Revisión septiembre 2021]

1 Éxodo 3:6

 

2 San Mateo 1:23

 

3 Génesis 3:21

 

4 Génesis 3:15

 

5 1 Pedro 2:4-6; Efesios 2:19-22

 

6 Apocalipsis 22:16

 

7 2 Pedro 3:8, Salmo 90:4

 

8 San Juan 14:2-3

 

9 San Mateo 10:41

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