Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están en diferentes naciones conectados a través de la transmisión por el satélite Amazonas, y un saludo muy especial para Puerto Rico, para todos los hermanos allá en Puerto Rico, y también para el reverendo y misionero Miguel Bermúdez Marín en dondequiera que se encuentre en este día: Que Dios te bendiga Miguel y te use grandemente en Su Obra en este tiempo final.
En esta ocasión leemos las Escrituras en Primera de Tesalonicenses, capítulo 2, versos 11 al 13, y dice el apóstol San Pablo:
«Así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros,
y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.
Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.»
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
La Palabra de Dios actúa en el creyente, por lo tanto, «LA PALABRA DE DIOS QUE ACTÚA EN EL CREYENTE.» ¿Cuál es esa Palabra y cómo actúa en el creyente? Son las preguntas que hay en el corazón de las personas.
La Palabra que actúa en el creyente es la Palabra de Dios. Por medio del Evangelio de Cristo se proclama la Palabra de Dios y se da a conocer el Programa Divino para todos los seres humanos, porque la Palabra de Dios, la cual está contenida en el libro que es el libro más importante de la raza humana y que es una herencia divina para los seres humanos: la Biblia, contiene, y es nada menos que el pensamiento divino.
Algunas personas quieren saber cómo Dios piensa, y para eso tenemos los pensamientos divinos expresados en letra, los cuales fueron hablados, transmitidos, a profetas, a hombres llamados profetas, a los cuales vino la Palabra de Dios. «Porque no hará nada el Señor sin que antes revele sus secretos a sus siervos, sus profetas,» dice Amós, capítulo 3, verso 7.
La Palabra de Dios viene a los profetas porque son instrumentos de Dios a través de los cuales Dios se revela a los seres humanos. Es por medio del Ángel del Pacto, que en algunas ocasiones fue visto en la forma de una Columna de Fuego, que Dios se ha revelado a los seres humanos y se ha velado en cuerpos humanos llamados profetas, y a través de ellos Dios por medio del Ángel del Pacto le ha hablado a Su pueblo Israel, le ha hablado a los seres humanos desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Por eso es que Dios ha enviado, y para ese propósito, esos hombres de Dios llamados profetas, con las dos conciencias juntas, con el consciente y el subconsciente juntos, de tal modo que sin dormirse pueden tener los sueños, o sea, ver en otra dimensión, y pueden oír la Voz de Dios, Dios hablarle a ellos y transmitirle Dios por medio de Su Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, transmitirle los pensamientos divinos, los pensamientos de Dios.
Estos hombres, estos profetas, son conforme al corazón de Dios, por eso reciben en su corazón los pensamientos divinos, y por eso hablan conforme a como Dios piensa, porque es Dios transmitiendo a través de ellos Sus pensamientos a la raza humana, y cuando una persona en el tiempo que le toca vivir recibe la Palabra de Dios para su tiempo, esa Palabra actúa a través de esas personas haciendo ¿qué? Haciendo lo que la Palabra dice que hay que hacer en ese tiempo.
Por ejemplo, tenemos a Noé, el cual recibió por revelación divina, así como había recibido Abel por revelación divina, la forma correcta para acercarse a Dios, que era por medio de un sacrificio de un animalito que cubriría sus pecados, y entonces podía acercarse a Dios, porque ninguna persona se puede acercar a Dios con sus pecados sin ser quitados. Pero por cuanto en aquel tiempo no podían ser quitados los pecados, sino solamente cubiertos con la sangre de un sacrificio de un animalito, entonces Dios no veía los pecados y por esa razón es que se efectuaban sacrificios de animalitos, ordenados por Dios, para que el pueblo hiciera así para cubrir sus pecados.
Por eso es que el sacrificio, la ofrenda que ofreció Abel a Dios, fue aceptada, Dios se agradó. Caín ofreció una ofrenda de frutos del campo, frutas, legumbres, o cosas así y quizás con algunas florecitas para que se viera más bonita, pero eso no cubre el pecado del ser humano, es la sangre de esos sacrificios de animalitos, lo cual era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario derramando Su Sangre para no cubrir el pecado sino para quitar el pecado del ser humano.
Por eso tenía que ser efectuado un sacrificio por los creyentes en Dios para acercarse a Dios, no había otra forma, Dios lo estableció así, y como Dios lo establece, así tiene que hacerse. La sinceridad es importante, pero sinceridad sin hacer conforme a como Dios ha dicho que hay que hacer, no vale.
Caín se acercó con una ofrenda para Dios de frutos del campo, como flores, viandas, legumbres, cosas así, pero eso no quita el pecado, no tiene sangre para quitar el pecado o cubrir el pecado, y por esa causa no agradó a Dios; Dios le dijo: «Si el pecado está a la puerta, si obras bien…» pues sería lavado, si obra mal entonces tendría problemas.
Las cosas hay que hacerlas conforme a como Dios ordena, no hagan cosas para Dios a menos que sepan que están de acuerdo al Programa Divino. La sinceridad de Caín no sirvió para agradar a Dios porque la sinceridad tiene que estar acompañada del plan, del Programa Divino, para el tiempo en que la persona está viviendo.
¿Hasta cuándo durarían esos sacrificios de animalitos? Hasta que viniera un Sacrificio perfecto que quitara el pecado, ya no cubrir el pecado, sino quitar el pecado del mundo. Y cuando Juan el Bautista fue enviado a predicar y a precursar la Primera Venida de Cristo, él dijo que después de él vendría uno mayor que él, del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado, y dijo: «Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, ese será.» Y cuando lo vio, lo señaló: «Éste es del cual yo decía que vendría uno mayor que yo después de mí, Él es el que les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.»
Juan el Bautista, aunque fue el profeta más grande que hubo en aquel tiempo para la Ley, encontramos que no podía bautizar a ninguna persona con Espíritu Santo y Fuego, era el que vendría después de él, el cual traería, daría, el Espíritu Santo a todos los creyentes en Él, y produciría ¿qué? el nuevo nacimiento en las personas, y para eso los perdonaría y con Su Sangre los limpiaría de todo pecado; ya con el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario cesaron los sacrificios de animalitos. Los sacrificios de animalitos ya de ahí en adelante no funcionaban delante de Dios porque ya estaba el Sacrificio perfecto del Cordero perfecto: Jesucristo. Por eso Juan el Bautista en San Juan, capítulo 1, verso 29 al 36 dice: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.»
Ahora llega el Cordero de Dios para el Sacrificio perfecto que quitaría el pecado del mundo y para así el ser humano ser reconciliado por medio de Cristo, ser reconciliado con Dios, para vivir eternamente en el Reino de Dios; y por consiguiente el alma de esas personas obtendría así la Vida eterna. Cristo es la Vida eterna y Él otorga la Vida eterna a todos aquellos que lo reciben como único y suficiente Salvador. «El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero,» dice en San Juan, capítulo 5, verso 24, y capítulo 6, versos 39 al 40.
Cada creyente en Cristo obtiene la Vida eterna como también Él lo dice en San Juan, capítulo 14, versos 27 al 30, donde dice: «Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo las conozco y Yo les doy Vida eterna; y no perecerán jamás, mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.»
Esa es la bendición grande que reciben todos los que oyen la Voz de Cristo, que es el Evangelio de Cristo, la Palabra de Dios, y lo reciben como Salvador, lo siguen, siguen a Cristo, el Cordero, y Cristo les da la Vida eterna. Por eso también dice en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13: «Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo (o sea, en Jesucristo), el que tiene al Hijo (porque lo ha recibido como Salvador) tiene la vida (¿qué vida? La Vida eterna); el que no tiene al Hijo, no tiene la vida,» o sea, el que no ha recibido a Cristo como Salvador no tiene la Vida eterna, tiene una vida temporal que se le va a terminar y no sabe siquiera cuándo se le va a terminar, y algunos se arriesgan, algunos jóvenes dicen: «No, todavía me faltan muchos años por vivir en la Tierra,» pero si usted se fija en las noticias, mueren niños, mueren jóvenes, mueren adultos, mueren ancianos, no hay edad para morir.
Por lo tanto, desde que el niño nace o niña nace, hay que presentarlos a Dios, a Cristo, para que Cristo los reciba en Su Reino y estén seguros en el Reino de Dios, y cuando ya tienen conciencia del bien y del mal entonces tienen la oportunidad de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, pidiendo perdón por sus pecados, porque ya tienen conciencia del bien y del mal.
Ahora, podemos ver la importancia de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador creyendo en Él, ¿y cómo van a creer si alguien no les predica? ¿Y cómo van a predicar si no fuesen enviados? Eso lo habla Isaías, y también San Pablo en Romanos, capítulo 10, verso 14 en adelante, donde dice:
«¿Cómo, pues, invocarán a aquel…»
Verso 13 también dice:
«porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (¿y qué más dice?).
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?
¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?…»
Por eso Cristo dijo:
«Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.»
Miren la bendición tan grande que hay para toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y cree, porque nace la fe de Cristo en su alma, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, y con el corazón se cree para justicia.
No puede creer en Cristo si primero no escucha el Evangelio de Cristo para que nazca la fe de Cristo en su alma, porque la fe viene por el oír la Palabra, y entonces acá en lo profundo de su ser, en su alma, que es lo que en realidad es la persona: alma viviente, ahí cree porque llegó la Palabra ahí a su corazón, el Evangelio de Cristo siendo predicado. Pero con la boca se confiesa para salvación, por eso se le da la oportunidad a las personas que vengan a los Pies de Cristo y den testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador; y luego tienen la oportunidad y el derecho de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en las personas el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua es tipológico, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por eso ordenó Cristo predicar y a bautizar: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado,» porque en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, o sea, en la muerte de Cristo, sepultura y resurrección.
Y ahora, estábamos en Cristo eternamente, Él es el grano de trigo, tipificado en el grano de trigo del cual Cristo dice: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.» Cristo, siendo el grano de trigo, murió en la Cruz del Calvario y fue sepultado.
Luego encontramos que el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo que es la planta de trigo, producto de Cristo el grano de trigo, y la vida de Cristo, el Espíritu Santo, está en la Iglesia del Señor Jesucristo, y ahora la Iglesia del Señor Jesucristo que nació el Día de Pentecostés por el Espíritu Santo, la vida de la Sangre, que es el Espíritu Santo, está en la Iglesia del Señor Jesucristo, y es en la planta de trigo, la Iglesia, que nacen los granos de trigo, los hijos e hijas de Dios, que son todos los creyentes en Cristo. Tan sencillo como eso.
En las parábolas que dio Cristo encontramos los misterios de Dios representados en una forma sencilla del común del pueblo, de la agricultura, la ganadería, la pesca también y todas estas cosas; por ejemplo cuando le dice a Sus discípulos, que eran pescadores, les dice: «Venid en pos de mí, y yo os haré pescadores de hombres,» les habla en los términos de ellos, en el común del pueblo, en el común de ellos, que eran pescadores, pues les habla de peces y de pescadores.
Y los peces son todos los que son recogidos con la red del Evangelio de Cristo y colocados en el Reino de Dios, por eso para el tiempo final también Cristo usa esos simbolismos en el capítulo 13 de San Mateo, versos 47 al 50, y dice:
«Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
Así será al fin del siglo (y ahora vean lo que va a pasar al fin del siglo): saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.»
En el fin del siglo, que es en el fin de la Dispensación de la Gracia, en donde se cerrará la puerta de la misericordia, en donde ya Cristo habrá completado Su Iglesia, ya Cristo habrá recibido en Su Reino, en Su Iglesia, hasta el último que formaría parte de Su Iglesia, y lo habrá limpiado con Su Sangre preciosa, lo habrá reconciliado con Dios y por consiguiente ya estará dentro del Reino de Dios sellado con el Espíritu Santo formando parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, y entonces Cristo ya habrá terminado Su labor de intercesor en el Cielo, en el Templo celestial allá en el Lugar Santísimo, y saldrá del Lugar Santísimo; y el Trono de Dios, el Trono de misericordia, que Cristo con Su Sangre lo había convertido en Trono de misericordia, ahora se convierte en Trono de juicio.
Ya de ahí en adelante Cristo no estará como Cordero, sino como León, ya Cristo estará como Rey de reyes y Señor de señores para tomar el Libro sellado con siete Sellos que está en la diestra de Dios en Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante, que es el Título de Propiedad de toda la creación, es el Título de Propiedad de la Vida eterna, es el Título de Propiedad donde están escritos los nombres de todos los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo.
Es el Libro de la Vida del Cordero, es el Libro de la Vida, donde están escritos los nombres de todos los que creerían en Cristo. Ese Libro ha estado escrito desde antes de la fundación del mundo, y siendo el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, de toda la creación, Adán lo tenía y lo perdió, y por consiguiente perdió la Vida eterna física, y por eso murió a los novecientos treinta años.
Y el más que ha vivido fue Matusalén, novecientos sesenta y nueve años, porque nadie puede vivir mil años y pasar de mil años, porque eso es un día delante de Dios; pero cuando comience el Reino del Mesías, el Reino Milenial, los creyentes en Cristo, que ya estarán transformados, y los que murieron estarán resucitados, y regresarán con Cristo, porque primero viene la resurrección de los muertos creyentes en Cristo y le sigue la transformación de los que estén vivos, entonces todos tendrán cuerpos eternos porque en esas personas estará la Palabra de Dios para el tiempo en que ellos vivieron.
Alrededor de esa Palabra que ellos recibieron, los que murieron, será la resurrección de ellos, fueron creyentes en el mensaje de Dios, la Palabra de Dios para el tiempo en que ellos vivieron, y los que estarán vivos en el Día Postrero y habrán recibido la Palabra de Dios para el Día Postrero, esa Palabra obrará en ellos, estará obrando en ellos, en todo momento. En todo el trabajo que estarán haciendo en la Obra de Dios, estará obrando esa Palabra que ellos han recibido y será una obra basada en la Palabra de Dios para el tiempo en que estarán viviendo.
Así como para el tiempo de Noé obró la Palabra de Dios que le fue dada a Noé, y obró en la labor que ellos estuvieron haciendo, que fue la construcción del arca, esa fue una obra de la Palabra de Dios obrando a través de Noé y su familia.
También la predicación del Evangelio de Cristo es una obra de la Palabra de Dios que le fue dada a los creyentes en Cristo en aquel tiempo, y por consiguiente es para todos los creyentes en Cristo de todos los tiempos, de ir por todo el mundo predicando el Evangelio, «y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.» Eso es la Palabra de Dios obrando en los creyentes en Cristo.
Y ahora, la transformación de los creyentes en Cristo vendrá conforme al Programa Divino. Quiero leer un párrafo aquí, un pasaje aquí, del reverendo William Branham, que nos dice algo acerca de la transformación de los creyentes en Cristo, lo cual es muy importante, porque estamos esperando la transformación como creyentes en Cristo para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Pero hay una palabra prometida que dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, les dará la fe de rapto. «Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la Tierra? ¿Hallará esa fe que se necesita para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero? ¿Hallará fe en la Tierra cuando el Hijo del Hombre venga?» (San Lucas, capítulo 18, verso 8).
Y ahora, veamos lo que dice el reverendo William Branham con relación a la transformación, en el libro de «Citas,» página 138, verso 1.235 nos habla acerca del arrebatamiento de la Iglesia. Dice:
«El arrebatamiento de la Novia (o sea, de la Iglesia Novia) será la misma cosa…»
O sea, como fue cuando Abraham recibió la visita de Elohím con dos Ángeles: Gabriel y Miguel; se le llaman Ángeles porque aparecen allí siendo seres celestiales que se materializaron allí y comieron con Abraham visitando Dios a Su amigo Abraham, pero la Escritura dice que Dios llamó a Abraham Su amigo.
Ahora vean, será como fue con Abraham y Sara, los cuales fueron rejuvenecidos porque ellos recibieron la Palabra y alrededor de esa Palabra que recibieron entonces vino esa transformación, ese rejuvenecimiento. Dice:
«El arrebatamiento de la Novia será la misma cosa. La Palabra que está en Uds., el cuerpo materializará alrededor de esa Palabra, y la misma cosa hizo por Sara.»
Como hizo con Sara y como hizo con Abraham, todo fue alrededor de la Palabra prometida que le fue dada a ellos, y ahora con la Palabra prometida que le es dada a la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente a cada creyente, alrededor de eso que ha sido prometido, lo cual ha creído la Iglesia Novia de Cristo, alrededor de esa promesa vendrá esa transformación, y para los que murieron, alrededor de la Palabra que ellos recibieron, vendrá esa resurrección en cuerpos eternos.
Cristo será el que realizará esa resurrección para los que murieron creyentes en Cristo, y Cristo será también el que producirá la transformación de todos los creyentes que estén vivos, de eso es que habla San Pablo en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, cuando dice:
«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos…»
¿Por qué? Cualquiera puede decir: «Yo soy ciudadano mexicano,» eso está bien, porque su cuerpo físico nació ¿dónde? en México, los que nacieron en Colombia pueden decir: «Yo soy ciudadano colombiano porque nací en Colombia y también soy descendiente de padres colombianos,» y así puede decir cada persona con relación a su ciudadanía terrenal.
Pero el nuevo nacimiento es del Cielo, y todos los que han nacido de nuevo han nacido del Cielo y por consiguiente su ciudadanía como creyentes en Cristo nacidos de nuevo, es del Cielo porque el nuevo nacimiento es del Cielo, de la Jerusalén celestial, de ahí yo soy ciudadano, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Por eso podemos hacer la diferencia de nuestra ciudadanía terrenal y de nuestra ciudadanía celestial, se obtiene por nacimiento la terrenal y se obtiene por nacimiento también la celestial.
«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (¿De dónde esperamos al Salvador? Del Cielo también, para qué?);
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra…»
Va a transformar estos cuerpos físicos en los cuales hemos venido a vivir en una forma de humillación, porque siendo hijos e hijas de Dios, príncipes y princesas del Cielo, nos ha tocado venir a la Tierra a vivir en estos cuerpos mortales en donde pasamos por diferentes problemas, diferentes sufrimientos, persecuciones, y así por el estilo, y siendo herederos de Dios y coherederos con Cristo, y por consiguiente siendo las personas herederas de las riquezas celestiales, de las riquezas de Dios, venimos a la Tierra en una pobre condición de humanos que pasan por diferentes problemas de salud, problemas económicos, y toda clase de problemas como los demás seres humanos, es porque estamos en estos cuerpos mortales que es lo que recibimos como herederos de Adán y Eva, porque ellos perdieron la Vida eterna física y lo que nos dejaron fue una vida temporal que cada día se ha estado acortando más.
Antes vivían hasta novecientos y algo de años, después bajó por ahí a ochocientos, setecientos, seiscientos, quinientos, cuatrocientos, trescientos, doscientos, ciento y algo; y ahora está menos de cien la edad de vida del ser humano, aunque algunos han pasado de cien y eso es un éxito muy grande, pasar de cien años, llegar a cien años es un éxito. El salmista David decía que eran setenta años y en los más fuertes, ochenta años; David vivió unos setenta años. Salomón no sabemos cuántos años, pero a lo mejor más o menos lo mismo.
Ahora, podemos ver que da trabajo llegar a ochenta años, y más trabajo da llegar a cien años, y más trabajo da llegar a ciento diez años o ciento veinte años; pero antes las personas llegaban a quinientos años, y era casi la mitad de la vida del ser humano allá en el tiempo de Adán, de Set, de Enoc, de Matusalén, de Noé, y así por el estilo. Noé vivió unos novecientos cincuenta años, pero vean, no importa los cientos de años que viva la persona o los poquitos años que viva la persona, lo importante es haber recibido a Cristo como único y suficiente Salvador para tener así segura la Vida eterna y saber que vivirá eternamente físicamente también en el cuerpo nuevo que Cristo le va a dar a todos los creyentes en Él.
En el cuerpo físico actual no importa que vivamos pocos años, lo importante es tener a Cristo en nuestra alma, tenerlo como nuestro único y suficiente Salvador. Ahora dice:
«…de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra…»
Transformará estos cuerpos físicos, resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a los que vivimos nos transformará, y entonces tendremos un cuerpo glorificado igual al cuerpo glorificado que Él tiene, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo, dice:
«…el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (o sea, para que sea semejante al cuerpo glorificado que Cristo tiene), por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.»
Con ese poder que Él tiene, lo va a usar para transformar nuestros cuerpos físicos si permanecemos vivos hasta Su Venida con los creyentes que murieron, resucitados, los cuales van aparecer a todos los creyentes en Cristo que van a ser transformados, y cuando los veamos, seremos transformados.
Ahora, no vamos a ver ancianitos, vamos a ver jóvenes que van a venir del Cielo, de otra dimensión, de la sexta dimensión. Cristo está en la séptima dimensión, la dimensión de Dios, allá es donde está el Trono de Dios. Cuando termine Su Obra de Intercesión en el Cielo como Sumo Sacerdote, saldrá como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, tomará el Título de Propiedad y lo traerá a la Tierra.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 10, versos 1 al 11, ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo es Cristo que viene con el Librito abierto, con el Libro de los Sellos abierto, el libro sellado con siete Sellos ya lo abrió en el Cielo, lo trae a la Tierra y clama como cuando un león ruge, porque viene como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
Y clamó como cuando un león ruge y siete Truenos emitieron sus voces, es que la Voz de Dios, la Voz de Cristo, es como un trueno, y si habla consecutivamente, siete Truenos emiten sus voces, o sea, Dios hablando consecutivamente, siete Truenos, siete veces Dios hablando en el tiempo final, ya cuando Él cambie de Cordero a León.
Cuando Él cambie de Sumo Sacerdote a Rey, Él traerá Su mensaje como León de la tribu de Judá, y por eso viene con el Librito abierto en Su mano y lo entrega a un hombre para que se lo coma, por lo tanto, estará un hombre en la Tierra que lo recibirá y se comerá ese Libro, ese Título de Propiedad, y la orden luego es que profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, y por consiguiente si tiene que profetizar, es un profeta, tan sencillo como eso.
¿Y qué va a profetizar? Los juicios, las plagas divinas, los juicio divinos que van a caer sobre la Tierra durante la gran tribulación. Y para los creyentes en Cristo las bendiciones que Cristo tiene para todos los creyentes en Él; les va hablar todo lo relacionado al programa de la Venida del Señor para el Día Postrero, y le va a revelar el misterio del Séptimo Sello que es la Venida de Cristo a Su Iglesia, y les va a dar así la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y por consiguiente, alrededor de esa Palabra que el Espíritu Santo, Cristo, va a estar dándole a Su pueblo, alrededor de esa Palabra vendrá la transformación para esos creyentes en Cristo, y el rapto o arrebatamiento de los creyentes en Cristo de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ese mensaje será la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final de la cual habla San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, donde nos dice: «He aquí os digo un misterio, he aquí todos seremos transformados…» vamos a ver cómo lo dice para que lo tengamos claro, dice capítulo 15, verso 51 en adelante, dice:
«He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos…»
O sea, que no todos vamos a morir, habrá un grupo de creyentes en Cristo en el Día Postrero que van a ser transformados, no verán muerte, sino que serán transformados estando vivos, y los que murieron, creyentes en Cristo, van a resucitar en cuerpos glorificados, cuerpos eternos. Así que:
«…no todos dormiremos; pero todos seremos transformados.»
Todos tendrán cuerpos transformados, cuerpos glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente cuerpos jóvenes para toda la eternidad. ¿Cuándo? Dice:
«…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…»
A la final trompeta, la trompeta de Dios. En Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 11 al 21, nos habla que el mismo Señor descenderá del Cielo con Aclamación, Voz de Arcángel y Trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero y luego nosotros los que vivimos seremos arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
O sea, que esta Trompeta Final o Gran Voz de trompeta, es la Gran Voz de trompeta del mensaje del Evangelio del Reino que estará siendo proclamado en el Día Postrero para el llamado final de los escogidos del tiempo final.
Dice Cristo, San Mateo, capítulo 24, verso 14: «Y será predicado este evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.»
La predicación del Evangelio del Reino, que comenzó con Juan el Bautista predicando el Evangelio del Reino y luego continuó con Jesucristo, y luego el Día de Pentecostés comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia, comenzó una nueva dispensación; pero el Evangelio del Reino está ligado al Reino de Dios, está ligado al Reino de David y Trono de David, y la restauración del Reino de Dios en la Tierra por el cual Cristo dijo que orando pidamos a Dios diciendo: «Venga tu Reino, hágase tu voluntad como en el cielo también en la tierra.»
Por lo tanto, bajo la predicación del Evangelio del Reino se estará hablando, predicando, lo relacionado a la venida del Reino de Dios a la Tierra, y será así que podremos entender el Programa Divino correspondiente a la Dispensación del Reino. Con ese mensaje serán reunidos también ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu.
Ahora, la predicación del Evangelio del Reino en el Día Postrero, cuando esté siendo proclamado, que será la séptima Trompeta o Trompeta Final sonando, será la señal de que estamos al final, porque es la trompeta final, y luego vendrá el fin, será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin, y entonces vendrá el lapso de tiempo de tres años y medio que corresponde a la gran tribulación, que es el tiempo del fin o fin del tiempo.
La predicación del Evangelio del Reino es la Gran Voz de trompeta o Trompeta Final con la cual serán llamados, juntados y preparados todos los escogidos de Dios del Día Postrero, así recibirán la fe para ser transformados y raptados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Tan sencillo como eso.
Después de pasar tres años y medio en el Cielo en la gran fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero, luego regresarán con Cristo para el establecimiento del Reino Milenial en donde el Mesías se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre Israel y sobre todas las naciones, porque será un Reino mundial, y con Él estarán todos los creyentes en Cristo que fueron glorificados, los que murieron y resucitaron en cuerpos glorificados y los que estaban vivos y fueron transformados y obtuvieron su cuerpo glorificado, regresarán con Cristo a la Tierra para el Reino Milenial, y ahí serán reyes y sacerdotes, y jueces también, pertenecerán al gabinete de gobierno de Cristo en Su Reino Milenial, tendrán y pertenecerán al gabinete del poder político, también del poder religioso, y del poder judicial, por eso son reyes y sacerdotes y jueces.
Dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 6, que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles, así que la posición de todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo es la más alta en el Reino de Dios, en el Reino del Mesías, por eso se mantienen firmes creyendo en Cristo, se mantienen fieles a Cristo, y trabajando en la Obra del Señor, porque la Palabra del Evangelio de Cristo obra a través de ellos, obra esa Palabra en la vida personal y también en la vida de trabajo en la Obra del Señor.
Por eso la predicación del Evangelio de Cristo la ha estado llevando a cabo, ¿quién? La Iglesia del Señor Jesucristo; no ha sido otra entidad, otro grupo, es la Iglesia del Señor Jesucristo, los cristianos son los que llevan el mensaje del Evangelio de Cristo por todos los lugares, es una misión que le fue dada a los creyentes en Cristo.
Y ahora, esa Palabra de la predicación del Evangelio vean cómo ha obrado a través de los creyentes en Cristo en la evangelización, y ha producido millones de almas para el Reino de Cristo, pero ha sido Cristo en Espíritu Santo en esas personas, en esos creyentes, llevando Su Evangelio, el Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador. San Pablo decía: «No me avergüenzo del Evangelio porque es potencia de Dios, poder de Dios para salvación.»
Es el poder de Dios manifestado por medio de la predicación del Evangelio de Cristo. El mismo Cristo dijo: «También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.» La Voz de Cristo es el Evangelio de Cristo siendo predicado, esa es la Voz del Espíritu Santo en esta Tierra, y el redil es la Iglesia del Señor Jesucristo, ese rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, y las ovejas, ¿quiénes son? Somos nosotros, ovejas del redil del Señor Jesucristo. «Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen, y Yo las conozco y Yo les doy Vida eterna.»
Los creyentes en Cristo forman el pueblo con Vida eterna, la Iglesia del Señor Jesucristo. (Lo que les cité fue San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18, y San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).
Y ahora, hemos visto cómo la Palabra de Dios ha estado actuando en los creyentes desde el Día de Pentecostés en adelante, así como actuó en los días de Jesús, en los días de Juan el Bautista, en los días de los profetas del Antiguo Testamento, en los patriarcas, y de todas esas personas, hasta Adán.
Y ahora le ha tocado a la Palabra de actuar en mí, ¿y en quién más? en cada uno de ustedes también; por eso todo lo que corresponde a nuestro tiempo es transmitido a nosotros, y esa Palabra que es transmitida a nosotros Dios la pone por obra a través de nosotros. Él dice que Él vela por Su Palabra para ponerla por obra, o sea, para cumplirla, para hacerla una realidad, y por consiguiente es una obra de la Palabra creadora de Dios.
«LA PALABRA DE DIOS QUE ACTÚA EN EL CREYENTE.»
La Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, actúa en el creyente de edad en edad, y para cada etapa de la Iglesia surge un mensaje vivo, con vida, para los que formarán la Iglesia del Señor Jesucristo, parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la edad, en el tiempo que le toca vivir a cada persona.
Y ahora, yo puedo decir: «A mí me ha tocado el mejor tiempo,» ¿y a quién más? a cada uno de ustedes también, estamos en el mejor tiempo de la Iglesia del Señor Jesucristo; es la Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ha venido subiendo, creciendo, de etapa en etapa hasta llegar a nuestro tiempo, que es la etapa o Edad de Oro, la edad para la adopción de todos los hijos e hijas de Dios.
No sabemos en qué día, mes o año será la resurrección de los muertos creyentes en Cristo y la transformación de los que vivimos y el rapto, no sabemos; pero es una promesa y va a ser cumplida por Cristo.
Cuando se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, cuando entre hasta el último escogido a formar parte de la Iglesia, se habrá… se cerrará la puerta, se habrá completado la Iglesia, y entonces Cristo saldrá del Trono de Intercesión, tomará el Título de Propiedad en el Cielo, lo abrirá en el Cielo, y hará Su Obra de Reclamo, reclamará todo lo que Él ha redimido con Su Sangre, a todos los creyentes que murieron los resucitará en cuerpos eternos, y a los que vivimos nos transformará.
Por lo tanto, con paciencia continuamos sirviendo a Cristo y trabajando en Su Obra hasta que llegue nuestra adopción física que será la redención del cuerpo, la transformación para los vivos, como para los muertos será la resurrección en cuerpos eternos. Todo ha sido, es y será, la Palabra de Dios que actúa, que obra, en el creyente. Esa es la que está obrando en mí, ¿y en quién más? en cada uno de ustedes, trabajando en la Obra del Señor en todo lo que corresponde a la Obra del Señor.
Es la Venida de Cristo en Su Iglesia obrando, actuando y produciendo lo que dice la Palabra de Dios que tiene que ocurrir en la Iglesia del Señor Jesucristo, y en cada creyente en Cristo como individuo esa Palabra obrando también, es la Venida de Cristo, Cristo viviendo en cada creyente en Él, Él es el que hace la Obra, el querer como el hacer, el querer conforme a la Escritura, para hacer conforme a la Escritura.
Por lo tanto, es Cristo por medio de Su Espíritu obrando en cada creyente en este tiempo final, como obró en los creyentes de edades pasadas. Hay mucha Palabra prometida para los creyentes en Cristo de este tiempo final, y van a ser cumplidas por el mismo Cristo en Espíritu Santo, en y a través de Su Iglesia, a través de los creyentes en Él.
Por lo tanto, decimos a Cristo: «Señor, heme aquí, envíame a mí, Señor heme aquí, úsame a mí en Tu Obra conforme a Tu voluntad, conforme a como Tú determinaste, escogiste hacer en mí y a través de mí desde antes de la fundación del mundo, como Tú pensaste desde antes de la fundación del mundo hacer a través de mí, aquí estoy Señor, úsame a mí conforme a Tu voluntad.»
Y si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y nació la fe de Cristo en su alma, ahora tiene la oportunidad de pasar al frente y recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted.
Y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.
Todavía la puerta de la misericordia está abierta, recuerden que en la parábola de las diez vírgenes, la puerta se cerraría cuando entraran las vírgenes prudentes con el Esposo, con Cristo, dice: «Y vino el esposo y se cerró la puerta. Y vino el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta.»
Todavía la puerta está abierta y entrada al Reino de Cristo para todos aquellos que oyen la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma y lo reciben como único y suficiente Salvador.
En la parábola de las diez vírgenes en el capítulo 25, verso 10 al 13, vimos que las vírgenes prudentes entran con Él a las Bodas y luego se cierra la puerta, y en San Lucas, capítulo 13, versos 25 al 27 dice: «Cuando el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, entonces comenzaréis a decir: ‘Señor, Señor, ábrenos,’ y Él dirá: ‘No os conozco, no sé de dónde sois.» Pero todavía la puerta está abierta para entrar al Reino de Cristo todos los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma y lo reciben como único y suficiente Salvador.
En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y también los niños de diez años en adelante pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Recuerden que Él dijo: «Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.»
La puerta de la misericordia en el Reino de Dios está abierta todavía, pero algún día va a ser cerrada, pero por cuanto todavía está abierta, se le da la oportunidad a las personas que vengan a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino.
En la vida, antes del ser humano partir de la Tierra, tiene la oportunidad de recibir la Vida eterna recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, y así cuando le llegue el momento de partir de esta Tierra tener la esperanza de regresar a la Tierra en un cuerpo eterno, inmortal, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
La vida no se acaba cuando el cuerpo físico muere, lo que se acabó fue la vida del cuerpo físico, pero la vida del alma y del espíritu de la persona continúa en otra dimensión, en otro mundo como comúnmente dicen las personas, porque hay vida en otros mundos, hay vida en otras dimensiones; por ejemplo, está la dimensión de los ángeles, que es la sexta dimensión, ahí hay vida, vida en cuerpos espirituales, y en esa sexta dimensión es que viven los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, sus cuerpos físicos murieron, pero ellos han continuado viviendo en el cuerpo angelical, en el cuerpo espiritual, porque cada creyentes en Cristo tiene un cuerpo espiritual llamado el ángel del Señor o llamado el ángel de cada persona.
Recuerden que en el libro de los Hechos, cuando San Pedro estuvo preso y fue libertado por el Ángel de Dios, que es Cristo en Su cuerpo angelical, encontramos que tocó la puerta de donde estaban orando por él, y una joven llamada Rode fue a abrir la puerta, y cuando oyó que era Pedro, porque conocía la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta y fue a las demás personas que estaban en la casa orando por Pedro, y les dice: «Es Pedro el que toca la puerta,» y ellos le dicen: «Rode, estás loca,» y ella insistía: «Es Pedro, es Pedro el que está tocando la puerta,» ellos le dicen: «Rode, es su ángel.» porque como ya habían matado a uno de los apóstoles y el próximo sería Pedro, pensaron que habían matado a Pedro; y entonces el que tocaba la puerta era Pedro pero en su cuerpo angelical; » es su ángel,» le dicen.
Pero no era su ángel, era Pedro en carne y hueso, todavía no había perdido su cuerpo, y Pedro sabía que él tenía que morir como su maestro, en una cruz, pero Pedro decía, cuando le fueron a crucificar, que no era digno de morir como su maestro, y entonces lo crucificaron con la cabeza hacia abajo.
Es importante saber que esta vida que vivimos aquí en la Tierra no es la única vida, y que la vida no termina cuando muere el cuerpo físico, la vida continúa en otra dimensión. Después en el juicio final es que Dios juzgará todos los seres humanos, excepto los creyentes en Cristo porque ya los pecados de ellos fueron quitados y por consiguiente no tienen de qué ser juzgados, ya estarán glorificados.
Más bien ese será el gabinete de Cristo, la Corte de Cristo, el poder judicial, con el cual Cristo estará juzgando a todos los seres humanos que vivieron en esta Tierra, y resucitarán para ser juzgados los que estén muertos (eso es Apocalipsis, capítulo 20).
Y ahora, después de eso unos serán echados en el lago de fuego, los que saldrán culpables, y los que no hicieron nada en favor de la Iglesia del Señor y de los judíos. Otros saldrán a la Vida eterna porque hicieron algo en favor de los creyentes o del pueblo hebreo, y también los creyentes del pueblo hebreo resucitarán para estar en la eternidad.
Es importante entender que nuestro propósito de vida en la Tierra es divino. Usted no eligió estar aquí en la Tierra, por lo tanto hay un ser que eligió que usted viviera en este tiempo en el cual todos estamos viviendo; fue elección divina.
Es importante que sepamos porqué estamos en la Tierra, San Pedro dice, Primera de Pedro dice, que hemos sido elegidos para un propósito. Vamos a leerlo para que tengan este cuadro claro, del propósito de nuestra existencia en la Tierra, porque no podemos perder la oportunidad de obtener el beneficio del propósito por el cual vivimos en esta Tierra. Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2, dice:
«Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.»
¿Para qué hemos sido elegidos? ¿Para qué hemos venido a la Tierra? Para ser rociados con la Sangre del Señor Jesucristo, para lo cual se predica el Evangelio de Cristo, se da a conocer el Programa Divino de la Redención, por la cual Cristo murió en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, y se da a conocer que murió, fue sepultado y resucitó glorificado y está a la diestra de Dios sentado en el Trono de Dios, y está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre por todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador, y con Su Sangre nos limpia de todo pecado y nos mantiene limpios con Su Sangre, nos mantiene limpios de todo pecado.
Conociendo el propósito de nuestra vida en la Tierra, que es para obedecer el Evangelio de Cristo, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, que nazca la fe de Cristo en nuestra alma, que creamos y lo recibamos como único y suficiente Salvador, y así seamos rociados con la Sangre de Cristo y limpiados de todo pecado, y seamos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en nosotros el nuevo nacimiento y así entremos al Reino de Dios.
«El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios,» dijo Cristo, eso es el nuevo nacimiento, nacer del Evangelio de Cristo y nacer del Espíritu Santo, por lo tanto, bien pueden recibirlo como Salvador los que faltan de recibirlo como Salvador para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. En las demás naciones también pueden estar puestos de pie para la oración por los que han recibido a Cristo como Salvador o están recibiendo a Cristo como Salvador en estos momentos aquí y en las demás naciones. Ahora con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados:
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti trayendo todas estas personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, ha nacido la fe de Cristo en sus almas y lo han venido a recibir como único y suficiente Salvador. Te ruego les recibas en Tu Reino cuando ellos confiesen públicamente a Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Te lo ruego Padre, en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora todos los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer de nuevo, quiero vivir eternamente, sálvame Señor. Señor, haz realidad en mí la salvación que ganaste en la Cruz del Calvario para mí y para todos los que te recibirían como único y suficiente Salvador. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: «Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo,» porque Él dijo:
«El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.»
Ustedes me dirán: «Yo he creído en el Señor Jesucristo, nació la fe de Cristo en mi alma, he creído en Cristo y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo como ha sido ordenado: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo,’ por lo tanto, quiero ser bautizado y quiero saber cuándo me pueden bautizar.» Por cuanto usted ha creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien puede ser bautizado, y que Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento.
El mismo Señor Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, aunque no lo quería bautizar, le decía: «Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?» y Jesús le dice: «Nos conviene cumplir toda justicia,» y entonces lo bautizó y vino el Espíritu Santo sobre Jesús y posó y permaneció sobre Jesús. Y ahora, es Cristo el que dice que se predique el Evangelio y que sean bautizados:
«Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.»
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es tipológico y es un mandamiento del Señor Jesucristo.
La persona, cuando recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Recuerden, el bautismo en agua es tipológico, por lo tanto, es un mandamiento de Cristo así como tomar la Santa Cena es simbólica, tipológica, también, y el Lavatorio de Pies también es tipológico, así también es el bautismo. Por lo tanto… y es un mandamiento del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Bien pueden identificarse con Cristo en el bautismo, identificarse en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen todos pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al reverendo Andrés Cruz Gallego, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma: les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
«LA PALABRA DE DIOS QUE ACTÚA EN EL CREYENTE.»