Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones, en diferentes iglesias. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Un saludo especial para el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, y su esposa; y todos los ministros en todas las naciones y sus congregaciones.
Leemos en Génesis, capítulo 1, versos 26 en adelante. Y dice así:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla, nos abra las Escrituras y el entendimiento, y el corazón para creer y recibirla ahí en nuestra alma. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
“LA PRIMERA DISPENSACIÓN: LA INOCENCIA”.
Dios creó al hombre a Su imagen; y Su imagen es espiritual, cuerpo espiritual, cuerpo angelical, cuerpo teofánico como el de los ángeles, o sea, de otra dimensión. Y guiaba a los animales, a los peces…; sobre todo fue colocado – Dios colocó al hombre que había creado, primeramente como hombre-espíritu, cuerpo espiritual; y más adelante, en el capítulo 2 del Génesis, le da cuerpo físico, como nos dice el capítulo 2 del Génesis, verso 7:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.
O sea, primero hizo al hombre en otra dimensión: la dimensión de los ángeles o sexta dimensión; y lo colocó sobre todo el planeta Tierra y todo lo que tenía el planeta Tierra en ese tiempo, como gobernante, como rey sobre el planeta Tierra. O sea, que Dios el Rey del universo, colocó a Su primer hijo como Rey sobre este planeta Tierra.
Y luego le dio su cuerpo físico, en donde colocó el espíritu masculino y el espíritu femenino, y lo instruyó: que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera de ese árbol, moriría[1].
Y luego tomó a Adán (en el cual estaba el espíritu femenino y el espíritu masculino), lo durmió —fue la primera anestesia que es hecha en el ser humano—, y luego sacó de él, de su costado, una costilla, y de ahí formó un cuerpo femenino; y sacó de Adán el espíritu femenino y lo colocó dentro de ese cuerpo femenino; y cerró el lugar de donde había sacado la costilla para formar una compañera idónea para Adán.
Luego, encontramos a Adán y a Eva felices en el Huerto del Edén, donde estaba el lugar de adoración a Dios y donde Dios se encontraba con Adán todos los días en la tarde; y allí estaba el Árbol de la Vida y el árbol de ciencia del bien y del mal. Por lo cual, necesitamos ver lo que nos dice el reverendo William Branham con relación a estos árboles en el Huerto del Edén. Él dice que esos dos árboles allí: el Árbol de la Vida es Cristo, y por consiguiente, el árbol de la ciencia del bien y del mal es otra persona[2].
El Árbol de la Vida siempre sigue siendo Cristo. No hay otro que pueda ser el Árbol de la Vida.
Recuerden que el ser humano está representado en árboles, está representado también en animales. Por ejemplo, tenemos al Cordero de Dios, al Cordero, el Cordero que quitaría el pecado del mundo; y cuando Juan lo ve, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”[3]; y cuando las personas miran, lo que ven es a un hombre, a Jesús.
También Cristo dice que Él es el León de la tribu de Judá; no es un león literal, es un hombre. También dice la Escritura de los Dos Olivos que están delante de Dios, los Dos Ungidos[4]; y esos son Moisés y Elías, los ministerios de Moisés y Elías, que se repetirán conforme a Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14. ¿Ven? Representados en dos olivos.
Así que los seres humanos son representados en árboles, en animales y así por el estilo; y las naciones también son representadas en árboles, como Israel, que es representada o representado en la higuera.
Cristo también representa a las demás naciones en árboles: la higuera y todos los árboles o demás árboles, la profecía de San Mateo 24: la higuera y los demás árboles reverdeciendo en el tiempo final. Esa es una señal muy grande para los lectores de la Biblia.
También el mismo Cristo se representa en la Vid verdadera, en la Vid; porque Cristo es la Vid verdadera. Y representa a los creyentes en Él en las ramas; o sea, Él dice: “Yo soy la Vid, vosotros los pámpanos”[5]. O sea que en el árbol o planta de uvas, a las ramas se les llama: pámpanos o galhos, como en Brasil (no gallos el de las gallinas, sino galhos como las ramas de la planta de uva).
Y también a los hijos de Dios Cristo los representa, en el capítulo 13 de San Mateo, en el trigo; y a los que no son hijos de Dios los representa en la cizaña. Tan sencillo como eso. O sea que todo está, digamos, codificado en parábolas.
Y le preguntan los discípulos de Jesucristo en el capítulo 13, versos 11 al 17: “¿Por qué les hablas por parábolas?”. Cristo les dice: “Porque a vosotros es dado conocer los misterios del Reino; más a ellos no les es dado, sino por parábolas”. O sea que para los hijos de Dios les es dado a conocer los misterios del Reino de Dios, del Reino de los Cielos.
Por lo cual, es importante que aprovechemos conociendo los misterios del Reino de Dios mientras vivimos en esta Tierra. Así que cuando se nos habla de la Vid, ¿en quién pensamos? En Jesucristo. Cuando se nos habla de las ramas de la Vid, ¿en quién pensamos? En nosotros. Cuando se nos habla del trigo, ¿en quién pensamos? En nosotros. Y cuando se nos habla de los Dos Olivos, ¿en quién pensamos? En Elías y Moisés; o sea, los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero. Tan sencillo como eso es que está la Biblia.
En parábolas hablaba Cristo al público, pero a Sus discípulos les explicaba claramente. Por ejemplo, Él dice que el que siembra la buena semilla, en el capítulo 13, del 1 al 23, de San Mateo: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. Y el campo es el…”. En el campo es que es sembrada la buena semilla, y el campo es el terreno donde se siembra; o sea, seres humanos. Una es sembrada junto al camino, otra es sembrada en pedregales, otra es sembrada entre espinos y otra es sembrada en buena tierra.
La que es sembrada junto al camino son aquellos que oyen la Palabra y luego viene el enemigo y saca lo que fue sembrado en el corazón. Luego, al final, la que fue sembrada en buena tierra, dice que son aquellos que oyen la Palabra y la entienden, y llevan fruto; unos a ciento por uno, otros a sesenta por uno y otros a treinta por uno.
O sea que se siembra un grano de trigo (o de lo que sea) y produce cien; se siembra un grano de trigo y produce sesenta; y se siembra un grano de trigo y produce treinta; así es la buena tierra, una produce más que otra, como normalmente acontece. Está representando a los hijos de Dios como la buena tierra donde se siembra la Palabra; y esa es la buena semilla: la Palabra, para que lleve fruto.
O sea que la Palabra de Dios, el Evangelio, es sembrado en el corazón de las personas (la buena tierra) para que lleve fruto. No para que usted se quede sin hacer nada en el Reino de Dios; es para que produzca el fruto del Reino.
Recuerden que el Reino, dijo Cristo en el capítulo 21, versos 43 en adelante, de San Mateo, dijo a los judíos y líderes religiosos de aquel tiempo: “El Reino de Dios es quitado de vosotros, y dado a gente que produzca los frutos de él”.
O sea que el pueblo al cual fue pasado el Reino, fue dado el Reino, para que produzca y que produjera el fruto de Él, es el pueblo compuesto por todos los creyentes en Cristo, sean judíos o sean gentiles; ahí será hallado el fruto del Reino de Dios.
El fruto del Reino de Dios como hijos e hijas de Dios, y las obras de los hijos e hijas de Dios, serán hallados en los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, y que son herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro; heredan el Reino de Dios.
“No temáis, manada pequeña, porque al Padre le agradó daros el Reino”[6]. O sea que el Reino de Dios está con los creyentes en Cristo y forman el pueblo del Reino de Dios.
En el tiempo de Adán se estaba viviendo la etapa o Dispensación de la Inocencia. No estaban en una etapa en que las dos consciencias estaban separadas: estaban juntas; pero cuando pecaron hubo un grave problema, aun en el cerebro de ellos. Lo mismo pasa cuando una persona falla: se confunde todo.
El ser humano iba a caer, Dios lo sabía; y tenían que manifestarse esos atributos divinos de Salvador, de amor, de misericordia, de Redentor, así por el estilo. Y el Título de Propiedad que tenía Adán, el Libro de la Vida, que es el Título de Propiedad de la vida eterna y de toda la Creación, con el cual y por lo cual Adán tenía dominio de todo el planeta Tierra con todo lo que tenía: le ordenaba a los animales que se pasaran a otro lugar, y se iban; a los peces también, a las aves también, y aun a los árboles; podía decirle a los árboles: “Pásate de aquí allá”, y se pasarían.
¿No dice Cristo lo mismo: “Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”?[7]
Así que Adán tenía esa autoridad, pero la perdió al perder el Título de Propiedad, el cual regresó a la diestra de Dios. Y de ahí en adelante hubo un cambio en la mente, en el cerebro, y en todo el cuerpo de Adán y Eva: vinieron a ser mortales, pues todavía no estaban adoptados, no estaban glorificados todavía; estaban en la etapa de prueba.
Encontramos que esa misma etapa o etapas las pasaría la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, en la Dispensación de la Inocencia estaban – estaba bajo el Pacto Divino; Pacto… el Pacto Edénico, o sea, el Pacto del Edén.
Es importante conocer estas cosas para saber lo que perdió Adán y Eva. Ella pecó por falta de creer lo que Adán le había enseñado, y ella ignoró lo que había enseñado Adán a ella de parte de Dios, y fue engañada.
Adán, al recibirla, pecó voluntariamente; se hizo pecado por ella y con ella; y la consecuencia fue que perdió el derecho a vivir eternamente en el cuerpo de carne que tenía. Y de ahí en adelante, ni él ni ella podrían vivir eternamente en el cuerpo de carne que tenían.
Pero hubo un sacrificio para ellos, y Dios les dio pieles, esas pieles de animalito que fue sacrificado por ellos[8]; Dios les dio esas pieles sangrantes, tipo y figura del Sacrificio de Cristo con el cual Su Sangre nos cubriría, nos limpiaría de todo pecado, y así nos daría Vida al quitar nuestros pecados.
Pero estamos hablando de la Dispensación de la Inocencia. Ellos se encontraban en el Huerto del Edén. Al pecar, Dios los sacó del Huerto del Edén para que no estiraran la mano también y comieran del Árbol de la Vida Eterna y vivieran eternamente como pecadores.
En estos cuerpos mortales, mientras más años vive la persona: más sufre; y sobre todo cuando ya llega a la edad de anciano o anciana, de ahí en adelante sufre bastante. Por lo tanto, no es la cantidad de años que podamos vivir; es el tiempo que vivamos sirviendo a Cristo, trabajando en Su Obra, siendo fieles a Él, glorificándole, y cumpliendo con lo que está establecido para los cristianos en el Nuevo Pacto, en el Nuevo Testamento, que está en los evangelios y en las cartas apostólicas de San Pedro, San Pablo y otros apóstoles; y, por consiguiente, en el libro de Apocalipsis, escrito por Juan como escribiente, pero dictado por Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo.
Por eso es que siempre dice, cuando escribe a las iglesias, dice: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”[9].
Es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, hablando a través de cada uno de los mensajeros de cada edad. Eso es lo que el Espíritu dice a las iglesias: lo que dice a través del mensajero de cada edad; el cual escucha de parte de Dios, de parte del Espíritu Santo, de parte de Cristo, lo que tiene que decirle a la Iglesia y en la Iglesia en ese tiempo.
Y luego él, ungido por el Espíritu Santo, lo habla; y eso es el Espíritu Santo hablando a través de ese mensajero; y llama y junta a los escogidos de esa edad, y los coloca en unión completa con Cristo en la edad de ese mensajero; y así ese grupo forma la parte del Cuerpo Místico de Cristo. La parte de ese Templo espiritual de ese tiempo es formado con esas piedras vivas, con esas personas.
Ahora, la primera dispensación, la de la Inocencia, ya pasó. En la Inocencia ellos estaban desnudos, y no se avergonzaban porque no tenían conocimiento de lo que era estar sin ropa o estar con ropa; no tenían conocimiento de lo que era pecado, de lo que era bueno o era malo. Pero luego de comer del árbol de ciencia del bien y del mal se escondieron, tomaron hojas de higueras para cubrirse.
Y Dios, como todos los días iba a visitarlos, pregunta a Adán: “¿Dónde estás tú?”. O sea que no estaba en el lugar en que siempre se encontraba con Dios. Y dice: “Oí tu Voz en el Huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”[10]. Pero antes no sabía que estaba desnudo, lo que era estar desnudo, y no se avergonzaba y no tenía miedo. Pero ahora la inocencia de Adán y Eva desaparece. Ahora no son inocentes, están conscientes de que están desnudos; lo que significa que están conscientes de que pecaron contra Dios, de que desobedecieron.
El reverendo William Branham habla de lo que fue ese pecado original; y en alguna de las conferencias que tendremos tocaremos ese tema, leyendo lo que el reverendo William Branham dijo que fue el pecado original.
Hoy no lo vamos a tocar; pero luego, cuando lo leamos, lo colocaremos a lo que hoy estamos hablando. Por lo tanto, dejaremos para otra ocasión lo que dijo el reverendo William Branham con relación a lo que fue el pecado original.
“LA PRIMERA DISPENSACIÓN: LA DISPENSACIÓN DE LA INOCENCIA”.
Algún día, en el Milenio, regresaremos al Huerto del Edén, a todo lo que perdió Adán y Eva en el Huerto del Edén. ¿Por qué? Porque el Libro de la Vida del Cordero regresará a la Tierra: el segundo Adán lo traerá y lo colocará en medio de la segunda Eva, Su Iglesia, para regresar al Huerto del Edén en el Milenio, o sea, regresar a esa Vida con todos los derechos contenidos en el Título de Propiedad de la vida eterna, del planeta Tierra y de todo lo que tiene y tendrá el planeta Tierra. Por eso es que la Escritura dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos, capítulo 8, versos 14 en adelante).
O sea que este planeta Tierra es nuestra herencia, y no solamente el planeta Tierra sino toda la Creación; a lo cual Cristo es el heredero de toda la Creación, y nosotros somos coherederos con Él; por eso es que somos reyes y sacerdotes con Él, y también jueces, que juzgarán al mundo y aun a los ángeles[11].
Por lo tanto, cuando el Título de Propiedad regrese a la raza humana, trayéndolo Cristo, el Ángel Fuerte, y colocándolo en medio de Su Iglesia, regresaremos a todo lo que perdió Adán y Eva en el Huerto del Edén; o sea, seremos restaurados a todo lo que ellos perdieron allá: seremos restaurados a juventud eterna, vida eterna en cuerpos glorificados, con todo el poder y los atributos que nos corresponden como descendientes del segundo Adán.
Por eso es que regresaremos a lo que perdió Adán y Eva, y por eso es que seremos transformados, tendremos cuerpos glorificados; porque los cuerpos que tenemos, de Adán hacia acá, es cuerpo animal. Y aunque la palabra parezca dura…, vamos a ver si en la Biblia está. Corintios, en [Primera de] Corintios, capítulo 15, versos 44 en adelante, dice:
“Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”.
Los cuerpos que tenemos es cuerpo animal; y de los cuerpos animales que hay, la corona de ellos es el cuerpo humano. Pero vamos a tener cuerpo celestial en la adopción de los hijos e hijas de Dios, como nos dice Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39; eso será la adopción, la redención del cuerpo; entonces tendremos cuerpo celestial, cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo.
Él tuvo que ser hecho a imagen, a semejanza del ser humano, para poder morir como Redentor, llevando nuestros pecados y así haciéndose mortal; tenía que descender a tener un cuerpo como el de los seres humanos. Eso está en Romanos, capítulo 8, verso 3, dice:
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne…”.
Y San Pedro dice que Él llevó nuestros pecados, por eso pudo morir[12]. Así como Adán y Eva vinieron a ser mortales al pecar, al venir el pecado sobre ellos; al venir el pecado nuestro sobre Jesús se hizo mortal, y por eso pudo morir por nosotros en la Cruz del Calvario, para poder darnos vida eterna, para que nosotros podamos vivir eternamente.
Así también, en tipo y figura, sucedió con Adán y Eva. Si Adán no se hacía pecado por Eva: Eva moriría, pero Adán seguía viviendo; y si Cristo no se hacía pecado por nosotros: nosotros moriríamos, y Cristo seguía viviendo en la Tierra por toda la eternidad, porque no tenía pecado. Él tomó nuestros pecados para morir por todos nosotros.
La primera dispensación: de la Inocencia, la encontramos en Génesis, capítulo 1, capítulo 2 y capítulo 3. Luego veremos las otras dispensaciones.
Recuerden que cada dispensación es un lapso de tiempo, de trato de Dios con el ser humano, donde hay pactos establecidos por Dios; y por consiguiente, está la forma de acercarse a Dios, de adorar a Dios, de servir a Dios; y de Dios bendecir al ser humano.
En este estudio de las dispensaciones llegaremos a la dispensación donde nos encontramos en la actualidad. Son siete dispensaciones:
- La Dispensación de la Inocencia.
- La Dispensación de la Conciencia (cuando ya están conscientes después de pecar).
- La Dispensación del Gobierno Humano, con Noé.
- La Dispensación de la Promesa, con Abraham.
- La Dispensación de la Ley, con Moisés.
- La Dispensación de la Gracia, con Jesús.
- Y la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación.
Recorreremos esas dispensaciones para ver en ellas cómo Dios trató con las personas en cada dispensación; y luego lo que es el tipo y figura de lo que pasó allá para lo que estará pasando en la dispensación que nos toca vivir en este tiempo final.
Recuerden que en la parábola de las diez vírgenes, cuando se oyó el clamor: “¡He aquí el Esposo viene; salid a recibirle!”, las que estaban preparadas recibieron al Señor, entraron con Él a las Bodas, y se cerró la puerta; y cuando vinieron las insensatas a tocar a la puerta, ya estaba cerrada, quedaron para la gran tribulación. Eso está en San Mateo, capítulo 25, del 1 al 13; y en San Lucas, capítulo 13, versos 22 al 27.
“Cuando el Padre de Familia se haya levantado y cerrado la puerta, entonces comenzaréis a decir: en…”. Vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro. “En Tu Nombre hicimos tal cosa y tal cosa”, y Él dirá que no las conoce. Y se siente mal que una persona que piense que otra persona lo conocía, y cuando se presenta Él le diga: “Yo no te conozco, no sé quién eres”. Capítulo 13, verso 22 en adelante, dice, de San Lucas:
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”.
Recuerden que Cristo es la Puerta. “Yo soy la Puerta; el que por mí entrare, será salvo, y hallará pastos”, dice San Juan, capítulo 10, verso 9.
“Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.
Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.
Allí será el (lloro) y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos”.
Esto tendrá su cumplimiento. El Padre de Familia es Cristo; porque a través de Cristo es que viene la Familia de Dios, la Casa de Dios, la descendencia de Dios, que son los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso los hijos de Dios nacen por medio de Cristo, en y a través de Su Iglesia, que es Cristo el segundo Adán, y Su Iglesia es la segunda Eva; tipificados en Cristo, el segundo Adán, como el Grano de Trigo; y Su Iglesia tipificada en la planta de trigo a través de la cual vienen los granos de trigo, los hijos e hijas de Dios. Tan sencillo como eso.
Para el próximo domingo continuaremos con el tema correspondiente de la segunda dispensación: de la Conciencia, desde el lugar donde me encuentre, pero estaré con ustedes en la pantalla.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA PRIMERA DISPENSACIÓN: LA INOCENCIA”.
[Revisión abril 2024]
[1] Génesis 2:15-17
[2] Las Edades, pág. 103, párrs. 102-103
[3] San Juan 1:29
[4] Zacarías 4:12-14
[5] San Juan 15:5
[6] San Lucas 12:32
[7] San Mateo 17:20
[8] Génesis 3:21
[9] Apocalipsis 2:7, 2:11, 2:17, 2:29, 3:6, 3:13, 3:22
[10] Génesis 3:9-10
[11] 1 Corintios 6:2-3
[12] 1 Pedro 2:21-24