Las manos del profeta alzadas para la victoria del pueblo

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final; el cual veremos a través de la Escritura y en este evento histórico que tuvo el pueblo hebreo con Moisés, allá cuando fueron libertados y andaban por el desierto, allá en un lugar llamado Refidim. Allí tuvieron esta experiencia, la cual refleja también lo que sucederá en este tiempo final.

En el capítulo 17 del Éxodo, versos 8 al 16, luego que Moisés había dado agua al pueblo a través de la piedra que él hirió con su vara; luego dice:

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.

Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi;

y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LAS MANOS DEL PROFETA ALZADAS PARA LA VICTORIA DEL PUEBLO”.

En esta historia del pueblo hebreo en esta batalla, encontramos que, cuando Moisés tenía sus manos levantadas, la victoria estaba a favor del pueblo hebreo, y cuando se le cansaban las manos a Moisés y las bajaba, el pueblo contrario a Amalec entonces tenía ventaja sobre el pueblo hebreo y la batalla se ponía a favor de Amalec; pero cuando Moisés levantaba de nuevo sus manos, la batalla se ponía a favor del pueblo hebreo.

Esto lo vieron Aarón y Ur, y colocaron una piedra en donde sentaron a Moisés; y luego las manos de Moisés fueron sostenidas por las manos de Ur y también de Aarón; y Moisés se mantenía con sus manos en alto todo el tiempo, mientras la batalla estaba llevándose a cabo, y la batalla estaba a favor del pueblo hebreo en todo momento, hasta que obtuvo el pueblo hebreo la victoria.

Ahora, ¿cómo con una cosa tan sencilla como esa, una batalla, una guerra, puede ponerse a favor de aquel que tiene las manos levantadas en favor de ese pueblo? Es que la vara que Moisés tenía en su mano representaba la Palabra de Dios, y en la Palabra de Dios está el poder creador de Dios, con el cual hizo los Cielos y la Tierra.

Y Moisés es tipo de Cristo, en el cual estaba Dios manifestado libertando al pueblo hebreo y llevándolo hacia la tierra prometida. Y Amalec, pues representa: (una) al diablo y a todo lo malo que se levante en contra del pueblo de Dios; representa la carne también.

Así que vea, todo lo que se levanta en contra del pueblo de Dios, ahí lo encontramos representado en Amalec, el enemigo de Dios.

Y ahora, por cuanto Dios estaba en Moisés, y a través de Moisés Dios estaba gobernando al pueblo hebreo, y Moisés era un instrumento de Dios para por medio de Moisés Dios gobernar al pueblo hebreo; y por cuanto esa labor que estaba llevando a cabo Moisés era una labor directamente desde el Trono de Dios: Amalec se había levantado en contra de Moisés y del pueblo hebreo, y por consiguiente se había levantado en contra del Trono de Dios.

Y ahora, vean cómo Moisés con sus manos levantadas obtuvo la victoria para el pueblo hebreo; el secreto estaba en mantener las manos de Moisés en alto, con la vara de Dios en la mano de Moisés, y de eso dependía la victoria para el pueblo hebreo.

Ahora podemos ver que Moisés siendo el instrumento de Dios era la persona en la cual estaba Dios, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, manifestado, el cual libertó al pueblo hebreo y luego lo llevó hacia la tierra prometida; pero siempre usando a un hombre, o sea, al profeta Moisés; y por medio de Moisés dio las leyes al pueblo hebreo y constituyó a ese pueblo de esclavos en una nación con sus propias leyes, libre, la cual iba hacia la tierra prometida para establecerse allí como una nación libre y soberana con sus propias leyes.

Y ahora, en el monte Sinaí Dios le dio las leyes al pueblo hebreo, pero miren, tuvieron que tener esta lucha, esta batalla, contra Amalec, y ganar esa batalla.

Y ahora, miren ustedes cómo se refleja todo lo que Dios haría, tanto en el campo espiritual como también en el campo físico, para el Día Postrero.

Siendo que el pueblo hebreo acercándose al monte Sinaí y recibiendo las leyes de Dios allí, representa el bautismo del Espíritu Santo luego que cada persona ha recibido a Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo: vean ustedes cómo el pueblo ahí peleando, ahí contra Amalec, representa a la persona peleando, luchando, en contra de la carne, para obtener la victoria y recibir el Espíritu de Dios.

Y vean ustedes cómo Dios dijo que destruiría a Amalec; dice: “Raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo”. ¿Por qué? Porque se levantó ¿contra quién? Contra el Trono de Jehová; y por eso Dios dijo que Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.

Ahora vean cómo esa batalla espiritualmente también se ha manifestado para, el pueblo de Dios, la Iglesia de Jesucristo y cada persona como individuo, obtener la victoria en contra de Amalec, recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir el Espíritu de Cristo; así como el pueblo hebreo recibió las leyes allá en el monte Sinaí.

Pero esto va aún más adelante, miren: es mirando a Cristo en la Cruz del Calvario, las manos levantadas de Cristo en la Cruz del Calvario, donde la persona obtiene la victoria contra la carne, y recibe a Cristo como su Salvador, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe el Espíritu de Cristo.

Ahí está la victoria: en ver a Cristo en la Cruz del Calvario con Sus manos levantadas; eso es para obtener la victoria y obtener así el nuevo nacimiento, obtener la victoria contra la carne.

Y ahora, de etapa en etapa, vean ustedes la gran victoria que han estado obteniendo millones de seres humanos al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; así ha sido para ellos y así ha sido también para nosotros.

Pero también en lo literal, vean ustedes, tenemos que el anticristo, el hombre de pecado, la bestia, es Amalec también; y para el tiempo final encontramos que el anticristo se levantará en contra de Cristo y en contra del Trono de Cristo; y eso será el cumplimiento de Apocalipsis, capítulo 17 y verso 13 al 14.

Vean, en el Éxodo, capítulo 17, está allí esa batalla, y ahora en el capítulo 17 de Apocalipsis también está esa batalla. Y, vean ustedes, se encuentra en el verso 8 en adelante, al 16 [Éxodo]. Y aquí todo esto se encuentra en el capítulo 17, verso 8 hasta el verso 18 [Apocalipsis]. Dice, para no leer mucho dice, verso 11 en adelante:

La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.

Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.

Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.

Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.

Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego;

porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios.

Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”.

Vean, lo mismo que está en el capítulo 17 del Éxodo, ahora aquí se repite pero ahora con la bestia y su reino levantándose en contra del Trono de Dios; porque se está levantando en contra de Cristo, en contra del Cordero, en la manifestación de Cristo en el Día Postrero, en donde las manos del Hijo del Hombre estarán levantadas al Cielo para la Gran Victoria del Día Postrero en el Amor Divino en favor de toda la Iglesia de Jesucristo.

En el libro del Apocalipsis, encontramos en el capítulo 1, versos 12 en adelante, los atributos y símbolos del Hijo del Hombre, todos esos atributos que estarán manifestados en la Venida del Hijo del Hombre. Dice:

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro (esto lo presenta a Él, al Hijo del Hombre, como Juez de toda la Tierra).

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego…”.

Los jueces de la antigüedad se colocaban una peluca blanca cuando iban a juzgar, cuando iban a estar ministrando como jueces en la Corte, y se colocaban una túnica que les llegaba hasta los pies. Todavía usan la túnica, pero la peluca blanca no en todas las naciones la usan; pero en aquellos tiempos antiguos sí la usaban.

Y aquí Cristo aparece con Su cabeza y Sus cabellos blancos como blanca lana, como lo hacían los jueces cuando se colocaban esa peluca blanca; aquí aparece Cristo como Juez de toda la Tierra.

“… sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (o sea, de la muerte y del infierno)”.

Aquí tenemos al Hijo del Hombre con todos esos atributos que Él estará manifestando.

Su cabeza y cabellos blancos, encontramos que habla de lo que Él manifestará; y en esta foto tomada, de una nube misteriosa, en febrero 28 de 1963 (la cual fue misteriosa porque no supieron cómo se formó a una altura de 26 millas1, donde no se puede formar ninguna nube), el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham, dice que era una nube formada por ángeles; eran ángeles mensajeros de Dios que estaban allí en sus cuerpos teofánicos; y esos son los siete ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil y un Ángel que era diferente a los demás, el cual es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.

Y ahora miren cómo dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo acerca de ese gran evento que apareció en el cielo; y Cristo había dicho que será vista “la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas las tribus de la Tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y entonces enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, desde un extremo del Cielo hasta el otro”, nos dice Jesús en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31.

Y ahora, en la página 469 del libro de Los Sellos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham:

153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’. ¿Se acuerdan?

154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello”.

Y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo. Este es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el que tiene la Segunda Venida de Cristo, es el que tiene el Séptimo Sello.

Es el mismo Ángel del Pacto que acompañó al pueblo hebreo y libertó al pueblo hebreo, es el mismo Ángel del Pacto que le apareció a los profetas del Antiguo Testamento, es el mismo que le apareció a Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”2. Y ahora lo encontramos en medio de Su Iglesia.

Y en este tiempo final lo encontramos en esta nube formada por ángeles, todos están en sus cuerpos teofánicos aquí; son los siete ángeles mensajeros de las siete edades y el Ángel que era diferente a los demás, el Ángel Fuerte, que es Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que libertó al pueblo hebreo allá en Egipto.

Y ahora, tornando esta foto hacia la derecha, vemos aquí los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y un Ángel que es diferente a los demás formando aquí el cabello blanco del Señor. Ese Ángel que es diferente a los demás es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Su cuerpo teofánico.

Y así como los siete ángeles mensajeros de las siete edades (que se encuentran aquí en sus cuerpos teofánicos) para tener sus ministerios aquí en la Tierra tuvieron que venir en carne humana manifestados; esos espíritus teofánicos de los siete ángeles mensajeros vinieron manifestados en carne humana en cada ángel mensajero en cada edad de la Iglesia gentil; y ahora para el Ángel que era diferente a los demás tener Su ministerio en el Día Postrero: tiene que venir manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero para el cumplimiento de Sus promesas correspondientes a este tiempo final.

Y así como el enemigo de Dios se levantó en contra de los siete ángeles mensajeros como se había levantado en contra de Moisés y el pueblo hebreo, también para este tiempo se levantará en contra del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, manifestado en Su Ángel Mensajero; y ese será el enfrentamiento en donde el anticristo se levantará en contra del Cordero, de Jesucristo, el Ángel del Pacto manifestado a través de Su Ángel Mensajero. Y eso será un encuentro como Moisés con el pueblo hebreo contra Amalec.

Y ahora, el Hijo del Hombre con Sus manos levantadas al Cielo, lo que representa aquí, siendo que todos estos atributos que han sido vistos en el Hijo del Hombre…

“Su cabello como blanca lana” representa el ministerio del Ángel del Pacto manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero; y aquí los siete ángeles mensajeros forman aquí la barba también del Señor y esta parte del cabello del Señor; y eso se materializó cuando tuvieron sus ministerios. O sea que estos atributos que vemos aquí en el Hijo del Hombre son manifestados, materializados, en medio de Su Iglesia.

Y ahora, el Hijo del Hombre, vean ustedes, “tiene en Su mano las siete estrellas”, que son los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y ahora, el Hijo del Hombre con “Sus ojos como llama de fuego”: Sus ojos representan los ministerios de Moisés y Elías, porque son los ministerios prometidos para el Día Postrero; y ojos representa profetas, videntes; así como los siete ojos del Cordero, cada uno en cada cuerno del Cordero, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 5 al 6, representan, “los siete cuernos”: las siete edades de la Iglesia gentil, y “los siete ojos” representan los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, en la manifestación de los siete ojos de Jehová que recorren toda la Tierra.

Y ahora, vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, dice:

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios (que recorren) toda la tierra”.

Vean, esos siete espíritus de Dios son las siete manifestaciones del Espíritu Santo en los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y ahora, “los dos ojos (del Hijo del Hombre) como llama de fuego” son los ministerios de Moisés y Elías en la Edad de la Piedra Angular; y las dos manos, las manos del Hijo del Hombre, para el Día Postrero, que tienen que ser levantadas para obtener la victoria en el amor divino, la victoria de Jesucristo con Su Iglesia en este tiempo final, son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías.

Así como las dos alas de águilas son los ministerios de Moisés y Elías, y así como también las alas del Sol de Justicia son los ministerios de Moisés y Elías. En Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice:

Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”.

Son los ministerios de Moisés y Elías como las dos alas de la gran Águila, las dos alas del Águila, de Jesucristo en Su Venida, del Hijo del Hombre en Su Venida y del Sol en Su Venida. Y el Sol es Cristo, pues Él dijo: “Yo soy la luz del mundo”3.

Es la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo, manifestando los ministerios de Moisés y Elías, de los Dos Olivos, en los cuales trae bendición para todos los hijos e hijas de Dios.

Y con esos brazos, esas manos levantadas al Cielo, esos ministerios levantados al Cielo recibiendo de parte de Dios la bendición y dando la victoria al pueblo de Dios, la Iglesia de Jesucristo obtendrá la Gran Victoria en el Amor Divino, como obtuvo la gran victoria el pueblo hebreo en esa batalla con Amalec porque las manos de Moisés, del profeta de Dios, estaban levantadas al cielo.

Y para este tiempo final, con los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios del Hijo del Hombre levantados al Cielo, obtendremos la Gran Victoria en el Amor Divino.

También “los pies de bronce bruñido” o “como columnas de fuego”, representa los ministerios de Moisés y Elías, porque el bronce representa el juicio divino, y los profetas son el juicio divino; por lo tanto, están representados ahí los ministerios de Moisés y Elías, en “los pies de bronce bruñido, refulgentes como en un horno”, del Hijo del Hombre en el Día Postrero, en Su Venida. Vean, vamos a continuar leyendo aquí [Apocalipsis 1:14]:

“… sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos (esa es la Palabra creadora de Dios saliendo de la boca, del mensajero, de Dios); y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

“Su rostro como el sol” representa la Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, porque el sol es el astro rey.

Y “a los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia”, o sea, la Venida de Cristo con Su rostro como el sol, la Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. Ese atributo de “Su rostro como el sol” es la manifestación de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.

Y en Apocalipsis, capítulo 10, si leemos, encontraremos lo siguiente:

Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol (aquí lo encontramos de nuevo con Su rostro como el sol), y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.

Ahora vean la Venida del Hijo del Hombre con “Sus pies como columnas de fuego”, o sea, “como bronce bruñido”, o sea, con los ministerios de Moisés y Elías.

Y con un Librito abierto en Su mano: el Libro de los Siete Sellos, para entregarlo a un hombre en el Día Postrero, que será Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular, para que se lo coma y luego profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas4.

Y vean cómo lo que sucedió allá lo encontramos nuevamente acá en el libro del Apocalipsis. Miren a nuestro Moisés con sus manos levantadas al Cielo. Dice:

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más”.

Ahí tenemos al Ángel del Pacto con Su diestra levantada al Cielo, como lo hizo el profeta Moisés; y Su mano levantada al Cielo con el Librito abierto en Su mano, como Moisés tenía en Su mano la vara de Dios, la Palabra de Dios. Y ahora, el Librito abierto en Su mano es la Palabra de Dios también. Y ahora, todo esto es para darle la victoria a Su Iglesia en el Día Postrero.

Y para el Día Postrero el Hijo del Hombre estará con Sus brazos, Sus manos, levantadas al Cielo, o sea, con los ministerios de Moisés y Elías levantados al Cielo; y estará ministrando del Cielo la Palabra y el poder de Dios en favor de la Iglesia de Jesucristo, para darle la victoria en el amor divino y del amor divino a todos los hijos e hijas de Dios, a los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y ahora, hemos visto cómo para el Día Postrero la Iglesia de Jesucristo obtendrá la Gran Victoria en el Amor Divino.

Moisés llamó aquel lugar Jehová-nisi, que significa ‘Jehová es nuestra bandera’ o ‘Jehová bandera nuestra’.

Y ahora, en el capítulo 59 del libro de Isaías tenemos la profecía de la Venida del Hijo del Hombre, de la Segunda Venida de Cristo, y también tenemos la profecía donde el enemigo vendrá como vino Amalec, el enemigo de Moisés y del pueblo hebreo, como vino en aquel tiempo a hacerle guerra a Moisés y al pueblo hebreo.

Y ahora miren, en Isaías, capítulo 59, verso 17 al 21, dice:

Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto,

como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa.

Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová (¿Y por qué desde el occidente? Porque ahí es la manifestación de Dios para el Día Postrero), y desde el nacimiento del sol su gloria…”.

Porque ese es el territorio —aquí en el occidente— donde estará la manifestación del Nombre Eterno de Dios para darle la victoria a todos los hijos e hijas de Dios.

“… y desde el nacimiento del sol su gloria (eso es desde la tierra de Israel); porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”.

Ahora, el enemigo viene como un río, como vino en aquel tiempo el enemigo del pueblo hebreo, Amalec, contra el pueblo hebreo y contra Moisés; pero Dios levantó bandera, y por eso Moisés puso allí el nombre de “Jehová-nisi”, “Jehová es nuestra bandera” o “Jehová bandera nuestra”.

Y ahora Dios levantará bandera en contra del anticristo, del enemigo que vendrá como un río, en este tiempo final; y la victoria será ¿de quién? De Dios en favor del pueblo hebreo.

Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre”.

Y San Pablo citando estas palabras del profeta Isaías, palabras proféticas, profetiza también San Pablo acerca de este tiempo final, y dice en el capítulo 11 de Romanos, verso 25 al 29:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles…”.

O sea que hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles será el endurecimiento del pueblo hebreo. Y cuando hayan entrado todos los escogidos de entre los gentiles al Cuerpo Místico de Cristo, entonces Dios se tornará en favor del pueblo hebreo, se revelará al pueblo hebreo.

Los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, nosotros los que vivimos seremos transformados, y entonces estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo; y en esa etapa, en donde estaremos de 30 a 40 días aquí en la Tierra en cuerpos eternos, y Dios manifestándose en toda Su plenitud en Su Iglesia, el pueblo hebreo verá esa manifestación; y eso será Jehová-nisi: Jehová levantando bandera en este tiempo final cuando el enemigo venga en contra de los escogidos de Dios, en contra de la Iglesia de Jesucristo; y después vendrá también en contra del pueblo hebreo, pero Dios tendrá Su bandera levantada, Jehová-nisi, Jehová bandera nuestra.

La Venida del Señor, del Ángel del Pacto, en el Día Postrero, manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, será esa bandera levantada en favor del pueblo gentil, la Iglesia de Jesucristo, y en favor del pueblo hebreo.

“… y luego todo Israel será salvo, como está escrito:

Vendrá de Sion el Libertador,

Que apartará de Jacob la impiedad.

Y este será mi pacto con ellos,

Cuando yo quite sus pecados.

Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.

Como Dios prometió e hizo un Pacto con Abraham, así Él lo cumple; aunque el pueblo hebreo lo haya rechazado en Su Primera Venida, pero en Su Segunda Venida lo recibirá; y ahí tendrá la bandera de Dios levantada, a Jehová bandera nuestra, o sea, la manifestación de Jehová, del Ángel del Pacto, en carne humana en el Día Postrero.

Esa será la manifestación de la bandera de Dios, Jehová bandera nuestra, porque ahí Dios se levantará en favor de Su Iglesia gentil y del pueblo hebreo como nuestra bandera.

Hemos visto que lo que ocurrió allá se repite acá; porque aquello fue tipo y figura de lo que sucedería en este tiempo final.

Por eso fue de gran bendición que Ur y también Aarón se mantuvieran al lado de Moisés ayudándole, colaborando con él y manteniendo sus brazos en alto para obtener la Gran Victoria en el Amor Divino.

Y aquí… los brazos levantados de Moisés allá son tipo y figura de los ministerios del Hijo del Hombre en este tiempo final levantados en favor de la Iglesia de Jesucristo (el Israel celestial) y del pueblo hebreo (el Israel terrenal).

Y la victoria la obtendrá Cristo, el Hijo del Hombre, con Sus brazos levantados en alto, con Sus ministerios de Moisés y Elías levantados en alto en este tiempo final.

Y todos los que estarán colaborando, ayudando a esos brazos, esos ministerios, para que se mantengan en alto en favor de la Iglesia y del pueblo hebreo, serán bendecidos por Dios, porque estarán como colaboradores de Dios, del Hijo del Hombre, y de los ministerios de Moisés y Elías en este tiempo final.

Y ahora, hemos visto cómo será la batalla en este tiempo final: la misma batalla de aquel tiempo, pero ahora actualizada en este tiempo final. Y así como Dios dijo que destruiría, raería de la Tierra, la memoria de Amalec, los sacaría de la Tierra, dejaría de existir en la Tierra; así también el anticristo, la bestia, el hombre de pecado y su reino, serán quitados, serán raídos de la Tierra; y será establecido el Reino de nuestro Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios bajo el Gobierno del Mesías.

Ahora podemos ver todas las cosas grandes y maravillosas que representan aquel evento de cientos o miles de años atrás, cuando el pueblo hebreo iba de camino a la tierra prometida.

Hemos visto que las manos del profeta alzadas fueron para la victoria del pueblo de Dios.

Y ahora, hemos visto lo que son las manos de Moisés, lo que tipifican las manos de Moisés levantadas: las manos del Hijo del Hombre en este tiempo final, o sea, los ministerios de Moisés y Elías.

En la diestra Dios tenía el Libro de los Siete Sellos, y en la diestra es que está el poder de Dios. Y ahora en Su diestra Cristo trae el Librito sellado con siete sellos ya abierto, y levanta Su diestra al Cielo, Su mano al Cielo, y jura que el tiempo no es más.

El tiempo no es más para los gentiles, el tiempo no es más para el gobierno de los gentiles, el tiempo no es más para los gobiernos de este mundo; sino que el tiempo ha llegado a su final para dar comienzo pronto al glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, a ese glorioso Reino Milenial de nuestro Señor Jesucristo.

El tiempo ha llegado a su fin para el reino de los gentiles; y lo dice el Ángel Fuerte, Cristo, descendiendo del Cielo con el Librito abierto en Su mano.

Y ahora, en la diestra de Jacob, vean ustedes, colocándola sobre Efraín, estaba la Bendición de la Primogenitura siendo hablada5. Y ahora en la diestra de Cristo, el Ángel Fuerte, viene el Librito abierto en Su mano; y lo coloca ¿dónde? Lo coloca en la mano de Su Ángel, que es el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular, al colocarlo en las manos de Juan el apóstol, que es tipo y figura del Ángel del Señor Jesucristo y también del Cuerpo Místico de Cristo de este tiempo final, y también del Cuerpo Místico de Cristo de todas las edades pasadas con todos Sus ángeles mensajeros.

Juan pasando por esta revelación apocalíptica y pasando por las diferentes etapas de la Iglesia, vean ustedes, representa la Iglesia y los ángeles mensajeros de la Iglesia de Jesucristo.

Y ahora, vean en Apocalipsis, capítulo 1, que cuando Juan el apóstol vio al Hijo del Hombre viniendo y vio esos atributos manifestados en Él, dice:

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí…”.

Y en Su diestra ¿qué tiene? El Libro abierto, el Libro de los Siete Sellos abierto. Ya en Apocalipsis, capítulo 10, ya lo tiene abierto; por lo tanto, coloca Su Bendición de la Primogenitura sobre la cabeza de Su Iglesia gentil, la cual en el Día Postrero estará bajo el ministerio de Cristo en Su Ángel Mensajero.

Por lo tanto, toda bendición de la diestra de Dios vendrá por medio de la diestra del Hijo del Hombre colocándola en el Ángel Mensajero de Jesucristo, para así —por consiguiente— la bendición de la diestra de Dios estar en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Sobre la cabeza de Efraín fue que Jacob colocó Su diestra y habló esa Bendición de Primogenitura. Y ahora, de la tribu de Efraín fue que vino Josué y también Samuel; de la tribu de Efraín fue que vino el que introdujo al pueblo hebreo a la tierra prometida y el que tuvo el nombre del Redentor, porque Josué significa ‘Salvador’ o ‘Redentor’.

O sea que Josué, siendo primero Oseas hijo de Nun6, y servidor de Moisés, recibió un nombre nuevo colocado por Moisés7, y con ese nombre nuevo fue que introdujo al pueblo a la tierra prometida.

Y cuando vemos que el nombre de Jesucristo el Salvador es el mismo nombre de Josué (porque Jesús en hebreo es Josué o Yoshua o Yeshua), encontramos que ese servidor de Moisés que introdujo al pueblo hebreo a la tierra prometida tenía el nombre del Salvador, del Redentor.

Y ahora, para el Día Postrero Jesucristo promete escribir Su Nombre Nuevo, y Nombre Eterno de Dios, en el Vencedor8, para la manifestación (¿de quién?) de la bandera que Dios levantará para darle la victoria a Su Iglesia y también al pueblo hebreo.

Ahí, en esa manifestación, estará la manifestación del Nombre Nuevo de Jesucristo y Nombre Eterno de Dios, para así manifestarse Cristo, el Ángel del Pacto, por medio de Su Ángel Mensajero, y cumplirse la promesa: “Y vendrá el Redentor a Sion”. Y luego, dice San Pablo: “Y vendrá el Redentor de Sion”.

O sea, viene a Sion: la Iglesia; y después, de Sion pasa al pueblo hebreo cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios.

Y eso es la bandera de Dios levantada, eso es “Jehová bandera nuestra”: la manifestación de Dios, del Ángel del Pacto como nuestra bandera levantada, manifestada en esta Tierra, en este Día Postrero, en favor de Su Iglesia y también en favor el pueblo hebreo.

Por eso es tan importante que así como las manos de Moisés tenían que estar levantadas en alto para la victoria del pueblo de Dios, del pueblo hebreo: las manos del Hijo del Hombre, del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, tienen que estar levantadas en este tiempo final; y esos son los ministerios de Moisés y Elías levantados en este tiempo final.

Por eso es que Dios levanta esos ministerios en este tiempo final: para la victoria, la Gran Victoria en el Amor Divino, de la Iglesia de Jesucristo y del pueblo hebreo también.

Y nosotros: siendo ayudantes, y los ministros también, y todo creyente, para que esas manos se mantengan en alto ministrando la bendición de Dios del Cielo para la Iglesia de Jesucristo y también para el pueblo hebreo. Por medio de esas manos levantadas al Cielo viene el poder y bendición del Cielo para el Israel celestial y también para el Israel terrenal. Por eso es tan importante LAS MANOS DEL PROFETA ALZADAS PARA LA VICTORIA DEL PUEBLO, del pueblo de Dios.

Y hemos visto todo lo que significa esto para este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo; por eso están prometidos los ministerios de Moisés y de Elías, que son las manos del Hijo del Hombre levantadas al Cielo para bendición de todos los hijos e hijas de Dios; y así estará manifestada, levantada la bandera de Dios, para los hijos de Dios de la Iglesia y para los hijos de Dios del pueblo hebreo.

“LAS MANOS DEL PROFETA ALZADAS PARA LA VICTORIA DEL PUEBLO”. Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de: “LAS MANOS DEL PROFETA ALZADAS PARA LA VICTORIA DEL PUEBLO”.

Y para este tiempo, las manos del Hijo del Hombre, de Cristo… Y cuando las levanta al Cielo: jura, por el que vive para siempre, que el tiempo no será más; se acaba el tiempo para el reino de los gentiles y comienza el ciclo divino para el Reino de Dios ser establecido en el planeta Tierra, y Cristo reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, sentado en el Trono de David, y reinar por mil años y luego por toda la eternidad.

Porque ese Reino no será dejado a otro reino, dice Daniel en el capítulo 2, verso 30 al 45; y también el capítulo 7, verso 17 al 18, que el reino será dado, entregado, al pueblo de los santos; y “no será dejado para otro pueblo”, o sea, no tendrá fin.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos los que vivimos seamos transformados, y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos, y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

Cristo es sin igual. Él es nuestro Salvador, Él es nuestra bandera y Él es el que nos da la victoria en este tiempo final con Sus manos levantadas al Cielo. “Cristo es sin igual”.

Y aunque el pueblo se encuentre en este tiempo en un tiempo paralelo al tiempo de Moisés con el pueblo hebreo frente a Amalec, no podemos tener miedo o temor, porque nuestro amparo es Dios, es nuestro amado Señor Jesucristo, Él es nuestra Roca. Y al amparo de la Roca yo estaré seguro, y ustedes también. Al amparo de la Roca salvo estoy. “Al amparo de la Roca”.

Salvo yo estoy al amparo de la Roca. ¿Y quiénes más? Ustedes también.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos; y continúa con nosotros José Benjamín Pérez.

Dios les bendiga, y pasen todos muy buenas noches.

“LAS MANOS DEL PROFETA ALZADAS PARA LA VICTORIA DEL PUEBLO”.

[Revisión enero 2022]

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2 Éxodo 3:6

3 San Juan 8:12

4 Apocalipsis 10:8-11

5 Génesis 48:14-20

6 Números 13:8

7 Números 13:16

8 Apocalipsis 3:12

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