Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche aquí, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final, para así conocer las cosas que nosotros debemos conocer en este tiempo, de parte de Dios y Su Programa.
Para esta ocasión quiero leer en el libro del Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY”.
Estamos viviendo en el tiempo en que necesitamos conocer hoy todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final, luego de las que ya han sucedido en las edades pasadas, durante estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá.
Y ahora aquí, esta voz como de trompeta, esta voz celestial, es la Voz de Cristo; pues en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, encontramos esta misma voz hablándole a Juan, y dice así:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo en el Día del Señor, que es el Día Postrero, o sea, es el séptimo milenio; porque un día delante del Señor, para los seres humanos es un milenio, son mil años. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, Y el Salmo 90, verso 4, ese salmo de Moisés, habla de esto mismo, que un día delante del Señor es como mil años.
Y ahora, el Día Postrero delante de Dios es el séptimo milenio para los seres humanos, y ese es el Día del Señor. Así como el día séptimo de la semana para el pueblo hebreo es el día del Señor: el día de descanso, día de reposo, para dedicarlo a Dios. Ahora, el séptimo milenio está tipificado en el séptimo día de la semana. Por eso el séptimo milenio es el milenio de reposo para la Tierra y para los que vivirán en la Tierra, porque reposarán de estos afanes terrenales que se tiene en esta Tierra.
El Reino Milenial será diferente a la forma de vida que se tiene en la actualidad: será un reino de paz, de amor, de armonía, de felicidad y de reposo para el alma de las personas. Y no se estará viviendo en la forma apresurada que se vive en la actualidad (con los afanes de las cosas terrenales no se vivirá), lo principal será —para los que vivirán en el Reino Milenial— las cosas de Dios.
En la actualidad, en el reino de los gentiles ocupa el primer lugar las cosas materiales, pero en el Reino de Jesucristo las cosas de Dios ocuparán el primer lugar. Las cosas espirituales son primero y después las materiales.
Y ahora, durante el Reino Milenial “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”, dice Habacuc, capítulo 2, verso 14, e Isaías, capítulo 11, verso 9.
La Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová por medio de la predicación del Evangelio del Reino. Y por medio de la predicación del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, será dado a conocer al pueblo (a todos los que vivirán en el Reino Milenial), será dado a conocer la manifestación de la gloria de Dios, de la gloria de Jehová, en la Segunda Venida de Cristo; así como durante estos dos mil años que han transcurrido, de Cristo hacia acá, se ha estado dando a conocer la gloria de Dios manifestada en carne humana en Jesús, en la Primera Venida de Cristo, y la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y ahora, “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Y dice la Escritura en Zacarías: “Y todos me conocerán”, y también en otros lugares de la Escritura1.
Y dice: “Y en aquel día Jehová será uno, y uno Su Nombre”. Y dice también: “Y Jehová será Rey sobre toda la Tierra”2, sobre el pueblo hebreo y sobre todo el planeta Tierra.
Y ahora, vean ustedes cómo el conocimiento de Dios y Su Programa será dado a conocer a los seres que vivirán en ese glorioso Reino Milenial; porque lo primero es Dios y Su Programa. Así es en el Reino de Dios. En el reino de los gentiles no es así, pero en el de Dios sí es así.
Y ahora, esta voz como de trompeta que le habló a Juan en el Día Postrero, o sea, en el Día del Señor, es la Voz del Alfa y Omega. ¿Y quién es el Alfa y Omega? Nuestro amado Señor Jesucristo. No es una trompeta sonando (literalmente hablando), sino la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en el Día del Señor, o sea, en el Día Postrero, en el séptimo milenio. Y así como le habló a Juan el apóstol, le hablará a Su Iglesia, y le dará a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Y estas son las cosas que nosotros debemos conocer hoy, en el tiempo en el cual nosotros estamos viviendo; porque si no fuera necesario conocer estas cosas, ¿entonces para qué Dios, Jesucristo, las iba a dar a conocer a Su Iglesia? Es necesario conocer estas cosas que deben suceder pronto, porque, entre todas las cosas que sucederán, una será la principal, la más grande de todas, y es la Segunda Venida de Cristo.
Y todo ser humano sabe que necesita conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo en el tiempo final, porque de la Segunda Venida de Cristo dependerá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Y de la Segunda Venida de Cristo depende que nosotros escuchemos la Gran Voz de Trompeta, esa Trompeta Final, que es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
¿Y cómo vamos a escuchar Su Voz si no conocemos el misterio de Su Venida, para saber que es Él el que nos estará hablando en el Día Postrero con esa Gran Voz de Trompeta y revelándonos todos esos misterios?
Y ahora, ¿por medio de quién estará hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto?, ya que “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”. Amós, capítulo 3, verso 7.
Porque Dios coloca Su Palabra revelada en la boca y el corazón de Sus profetas, para que esos profetas hablen al pueblo de Dios esa Palabra revelada; y la hablan ungidos con el Espíritu Santo; y en esa forma el Espíritu Santo, por medio de Sus profetas, habla al pueblo.
Vean cómo nos dice Dios por medio del profeta Zacarías en el capítulo 7, en donde encontramos la forma en que Dios ha hablado al pueblo hebreo: Dice capítulo 7 de Zacarías, dice que Dios habló por medio de los profetas pero ellos no quisieron escuchar, o sea, el pueblo hebreo no quiso escuchar; dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros…”.
Por medio de los profetas era que Dios enviaba Su Palabra, el Espíritu Santo por medio de los profetas hablaba al pueblo hebreo; pero el pueblo hebreo no quiso escuchar.
Ahora vean cómo Dios, por medio de Su manifestación en Espíritu Santo en Sus profetas, le habla al pueblo: trae Su Palabra por medio de Sus profetas; porque toda revelación divina viene por medio de un profeta, un profeta enviado por Dios para el tiempo en que Dios va a dar esta revelación al pueblo.
Y ahora, veamos cómo también nos dice en Deuteronomio, capítulo 29, verso 29:
“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”.
Y ahora, ¿cómo ha venido la Palabra de Dios revelada para el pueblo? Por medio de los profetas. Las cosas reveladas son para el pueblo, y son reveladas por medio de los profetas de Dios.
Y ahora, en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 en adelante, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
¿A quién dice Dios que el pueblo escuche? Al profeta que Él levanta, que Él envía para el pueblo. Dice:
“… conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb (o sea, en el monte Sinaí) el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca…”.
¿Dónde podemos encontrar la Palabra de Dios para el tiempo en que nos toca vivir? Para el tiempo en que nos toca vivir, la encontraremos en la boca de un profeta. Y tenemos que saber quién es ese profeta que está anunciado en la Escritura; tenemos que conocer esas Escrituras que hablan de ese hombre a través del cual Cristo le estará hablando a Su Iglesia y le estará mostrando todas estas cosas que deben suceder, y que nosotros debemos conocer en este tiempo final.
Ahora, hemos visto que la Palabra de Dios está (¿dónde?) en la boca del profeta que Él envía.
“… y él les hablará todo lo que yo le mandare”.
¿Qué hablará ese profeta enviado por Dios? Todo lo que Dios le mande a hablar, lo cual Él coloca en el corazón y en la boca de ese profeta.
Y cualquier persona puede decir que no está interesado en escuchar a un profeta, o que no está interesado en escuchar la Voz de Dios; pero eso no lo deja libre de responsabilidad delante de Dios.
La persona tiene libre albedrío; toda persona tiene libre albedrío para creer o dudar, para ser creyente o un incrédulo a la Palabra de Dios, a lo que Dios habla, a Dios y Su Palabra; pero toda persona es responsable delante de Dios, y cada persona dará cuenta de sí mismo a Dios.
Y ahora, para las personas que no quieran escuchar, y para las personas que no han querido escuchar en tiempos pasados cuando Dios ha enviado esos profetas, miren lo que será de ellos:
“Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.
Y eso sí que es algo terrible para toda persona que no ha querido escuchar la Voz de Dios por medio del profeta que Él ha enviado en el tiempo correspondiente, en la edad o dispensación en que Dios lo ha enviado. O sea que las personas contemporáneas con ese profeta son responsables, delante de Dios, de oír la Voz de Dios a través de ese hombre.
Un profeta es un hombre con las dos consciencias juntas, y por eso escucha de Dios y le transmite ese Mensaje al pueblo.
Y ahora, veamos en Hebreos, capítulo 1, donde San Pablo nos habla acerca de los profetas que Dios ha enviado; y dice… capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
Habló Dios por medio de los profetas al pueblo hebreo, porque colocó Su Palabra en la boca de Sus profetas, y ellos hablaron esa Palabra.
Y luego dice que habló por medio de Su Hijo. Dice: “… en estos postreros días nos ha hablado por medio de Su Hijo”. Y también es un profeta: Jesús, el profeta de Nazaret.
¿Y qué son los postreros días?, ya que Pablo dice que Dios habló por medio de Su Hijo, por medio de Jesús, en los postreros días; y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá. Los postreros días delante de Dios, para los seres humanos son los milenios postreros, que son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad, comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros delante de Dios, que son los milenios postreros para los seres humanos; y los milenios postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Y el milenio postrero, que es el séptimo milenio, delante de Dios es el Día Postrero. Es en el séptimo milenio (y Día Postrero delante de Dios) en que Cristo resucitará a los muertos físicamente que fueron creyentes en Él y obtuvieron el nuevo nacimiento, y a nosotros los que vivimos nos transformará. Todo esto es para el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio.
Es ese Día Postrero el séptimo milenio, donde la Voz de Cristo se estará escuchando en medio de Su Iglesia como una Gran Voz de Trompeta. Eso nos habla de Voz de Arcángel.
Cuando Dios habló por medio de los mensajeros de cada edad (habló por medio de un ángel mensajero), eso fue Voz de Ángel: fue Dios hablando por medio de un mensajero el Mensaje correspondiente a esa edad. Y luego, cuando habla en el Día Postrero y nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, eso es Voz de Arcángel: es la Voz de Dios por medio de un profeta dispensacional hablándole a Su Iglesia.
Hemos visto que la Gran Voz de Trompeta es la Voz del Alfa y Omega, del primero y el último; y el Alfa y Omega, el primero y el último, es nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, que son las cosas que nosotros necesitamos conocer hoy.
Y ahora, ¿por medio de quién estará hablando estas cosas?, ¿y qué cosas estará hablando? Dice que son las cosas que deben suceder pronto.
Y entre las cosas que deben suceder en el tiempo final, en este tiempo final, ¿la más grande de todas es cuál? La Segunda Venida de Cristo. De la cual los apóstoles estuvieron preguntándole a Jesús, cuando Jesús estuvo en el monte de los Olivos. Dice el capítulo 24 de San Mateo, verso 3:
“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.
“¿Cuándo serán estas cosas?”, o sea, la destrucción de Jerusalén y el templo de Jerusalén. Él les enseñó que cuando vieran a Jerusalén cercada de ejércitos, ese era el tiempo.
Y cuando los discípulos de Jesucristo vieron a Jerusalén cercada de ejércitos en el año 70 (y aun desde el año…, desde dos años antes): cuando vieron a Tito, el general romano Tito, cercando a Jerusalén con ejércitos y dando la oportunidad a todos los que quisieran salir de Jerusalén para que salieran, y así se rindiera Jerusalén, los discípulos que estaban dentro de Jerusalén salieron de Jerusalén; pues Jesús les dijo3: “Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos, el que está dentro de la ciudad, salga de ella, porque ha llegado el tiempo para su destrucción; y los que están fuera, no regresen a ella, porque ha llegado el tiempo para su destrucción”. Esa era la señal para ellos.
Y los discípulos de Jesucristo que estaban dentro, salieron de Jerusalén; porque el general romano Tito les dio tiempo, les dio libertad para que salieran sin el ejército romano matarlos; y se fueron de Jerusalén.
Y ahora, el sumo sacerdote y demás sacerdotes, y los levitas, podían decir: “Esta es la ciudad que Dios nos ha dado, y aquí tenemos el templo. Por lo tanto, vamos a orar al templo para que Dios nos libre de este ejército romano”. No sabían que había llegado la destrucción de Jerusalén.
Jesucristo profetizó de la destrucción de Jerusalén y del templo, y dijo que sería por cuanto no conocieron el tiempo de Su visitación4. Por esa causa les vendrían todos esos problemas, la destrucción del templo y la destrucción de Jerusalén: por cuanto no conocieron el tiempo de Su visitación, la visitación de Dios en carne humana en la persona de Jesús.
Y ahora, la señal de Su Venida: “cuál sería la señal de Su Venida y la señal del fin del siglo”.
En cuanto a la señal de Su Venida, Él en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, nos dice:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
O sea que una señal en el cielo sería vista; y esa señal que sería vista, ¿sería vista cómo? En el cielo, el Hijo del Hombre viniendo en las nubes. O sea que las personas verían las nubes, pero esa es la señal del Hijo del Hombre en el cielo; ahí estaría el Hijo del Hombre, aunque la gente solamente vería la nube o las nubes.
En otro de los Evangelios dice “en una nube”; aquí en San Mateo dice “en las nubes”; y en Apocalipsis, capítulo 10, donde nos muestra la Venida de Cristo como el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube…”.
Señala que es “una nube”. Pero no hay ninguna contradicción en lo que San Mateo dice que será “en las nubes”, y en lo que dice aquí Apocalipsis que será “en una nube”.
También en San Marcos o San Lucas nos habla de “una nube”; vamos a ver en cuál de ellos es. En San Marcos nos dice que será “en las nubes”, pero en San Lucas es donde nos dice que será “en una nube”. Vamos a ver. San Lucas, capítulo 21, versos 27, dice:
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (o sea, vuestra transformación; eso es la redención del cuerpo)”.
Cuando veamos estas señales, tenemos que levantar nuestras cabezas al Cielo, para estar con nuestra mente y nuestro corazón y nuestra mirada puesta en Dios y Su Programa, y esperar nuestra transformación.
Pero para esperar nuestra transformación tenemos que estar escuchando la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto y que nosotros necesitamos conocer; para así tener la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y ahora, ¿a quién enviará Cristo y a través de quién estará Cristo en Espíritu Santo manifestado dándonos a conocer todas estas cosas?, ¿a través de quién Cristo estará hablando con esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, que nosotros necesitamos conocer? Veamos Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, donde dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿A quién ha enviado? A Su Ángel), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, las cosas que nosotros necesitamos conocer en este tiempo final.
Y Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, nos dice (el mismo Jesús hablando dice): “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice Jesucristo que ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de estas cosas. ¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto; para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.
Jesucristo envía a Su Ángel Mensajero a Su Iglesia. El mismo Ángel que le había enviado a Juan el apóstol para darle la revelación del Apocalipsis, ahora lo envía a Su Iglesia para darle a conocer el significado de estas profecías apocalípticas, que están en símbolos y que hablan de las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Los misterios contenidos en esos símbolos proféticos, correspondientes al Día Postrero, en el Día Postrero son abiertos por el Espíritu Santo y son revelados al Ángel del Señor Jesucristo, y dados al Ángel de Jesucristo para que los dé a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y este Ángel Mensajero es un profeta, un profeta dispensacional: el profeta de la Dispensación del Reino viniendo, enviado por Cristo a Su Iglesia en este tiempo final, para darle testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto y así nosotros obtener el conocimiento de LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY, en nuestro tiempo.
Ahora, hemos llegado al tiempo en que necesitamos conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; de las cuales el profeta Daniel, en el capítulo 12 del libro de Daniel, quiso conocer, y le fue dicho que no podía conocer esas cosas en aquel tiempo. Vean cómo le fue dicho esto: capítulo 12, verso 4 en adelante, de Daniel, dice:
“Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin”.
¿Hasta cuándo sería cerrado y sellado este libro, y las palabras contenidas en este libro? Recuerden que el libro del profeta Daniel es el Apocalipsis del Antiguo Testamento; por eso estos símbolos del libro del profeta Daniel luego aparecen también en el libro del Apocalipsis. Y ahora, hasta el tiempo del fin sería cerrado y sellado este libro.
“Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.
Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río”.
Esos son Gabriel y Miguel, uno a cada lado; pero sobre el río estaba otro: ese es Cristo, el Espíritu Santo.
“Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río (¿Ven? Ese es el Espíritu Santo, o sea, Cristo en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión): ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo…”.
Como lo hace también en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 10, que levanta Su diestra al cielo y jura que el tiempo no es más o no será más. Y aquí dice:
“… y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo”.
O sea, por un año; y luego “tiempos” son dos años; y “medio tiempo” son seis meses; o sea, por tres años y medio, que son los tres años y medio de la gran tribulación.
“Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo (o sea, del pueblo hebreo), todas estas cosas serán cumplidas”.
Y ya la dispersión del pueblo hebreo, vean ustedes, está acabándose, porque están regresando a su tierra para la Venida del Mesías. Esa es la esperanza de todo hebreo que regresa a su tierra.
“Y yo oí, mas no entendí”.
Vean, cuando se acabe la dispersión del pueblo santo, “todas estas cosas serán cumplidas”.
“Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”.
Y ahora nosotros estamos viviendo en el tiempo del fin, en donde estas palabras son abiertas para ser dadas a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo, primeramente, para que así conozcamos LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY, en nuestro tiempo, para tener así la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Estamos viviendo en el fin del tiempo.
Y ahora, ¿qué cosas estarán sucediendo en el fin del tiempo, en el fin del siglo, en el cual nosotros vivimos?
Para el fin del siglo fue que Cristo dijo que se llevaría a cabo la siega, o sea, la cosecha, en donde el trigo será recogido y almacenado en graneros; y para eso, el Hijo del Hombre enviaría a Sus Ángeles5. Y la cizaña será atada en manojos para ser echada en el horno de fuego y ser quemada; o sea, los hijos del malo, que son la cizaña, para ser echados en la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes, donde “el día ardiente como un horno que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”. Malaquías, capítulo 4, verso 1.
Pero para los que temen el Nombre del Señor, en el mismo capítulo 4, el verso que le sigue, que es el verso 2, dice:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación…”.
¿Y qué significa eso?
“… a vosotros los que teméis mi nombre…”, esos son los escogidos, la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego los escogidos del pueblo hebreo, que son 144.000 hebreos.
“… nacerá el Sol de justicia…”.
¿Y qué es el nacimiento del Sol de Justicia? Cristo dijo6: “Yo soy la Luz del mundo”. Él es el Sol de Justicia. Por eso, en el Monte de la Transfiguración, cuando Él allí fue transfigurado, Su rostro resplandeció como el sol7.
Y en el Apocalipsis, en el capítulo 1 y también en el capítulo 10, aparece el Hijo del Hombre, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo con Su rostro como el sol, viniendo en el Día Postrero.
El sol es el astro rey; y Cristo viniendo en el Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, es el Rey de toda la Tierra. El sol es el astro rey, y Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Por eso la Segunda Venida de Cristo está representada en el sol naciendo.
Y “a los que temen mi Nombre nacerá el Sol de Justicia”, o sea, nacerá la Segunda Venida de Cristo; o sea, se cumplirá la Segunda Venida de Cristo; se realizará la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
“… y en sus alas…”
¿Y qué son las alas del Sol (las alas del Sol de Justicia)? El Sol de Justicia es Cristo, y Sus alas son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y de Elías.
Por eso Jesús, en San Mateo, capítulo 16, verso 27 al 28, dijo que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
La Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles es la Venida del Sol de Justicia resplandeciendo, y en Sus alas trayendo salud, salvación, para los que temen el Nombre del Señor; para darnos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, hemos visto las cosas que nosotros necesitamos conocer en este tiempo; y para eso, Jesús dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Así que los miembros de la Iglesia de Jesucristo, las personas, no tendrán que romperse la cabeza tratando de interpretar la Biblia, sino tener sus ojos espirituales bien abiertos y saber que Cristo ha dicho:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Y ese es el profeta de la Dispensación del Reino, enviado por Cristo a Su Iglesia en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, que ya ha comenzado si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.
Y es el profeta mensajero en el cual la manifestación de los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos, estarán manifestados en el Día Postrero; para —por medio de la manifestación de esos ministerios— venir con Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, dando a conocer todas estas cosas, y así ser llamados y juntados todos los hijos e hijas de Dios; porque ese Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, entrará directamente al alma de todos los hijos e hijas de Dios: entrará directamente al alma de todas las ovejas del Buen Pastor, del Señor Jesucristo.
Y les abrirá el entendimiento en el alma y en sus mentes, y les abrirá las Escrituras; y entonces las entenderemos y diremos: “¡Esto era lo que yo estaba esperando! Estas promesas divinas eran las que yo estaba esperando; y ahora, son abiertas estas promesas, son abiertos estos misterios; y ahora, son tan sencillos que hasta los niños lo pueden entender y pueden recibir estas promesas y el cumplimiento de estas promesas”.
Y ahora, por medio del Ángel enviado por Jesucristo a Su Iglesia es que todos los hijos e hijas de Dios, todas las ovejas del Señor, escucharán la Voz de Cristo dándonos a conocer lo que nosotros necesitamos conocer hoy, en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
¿Vieron lo sencillo que es todo? Nadie tendrá que romperse la cabeza estudiando y estudiando para tratar de descubrir esos misterios, sino solamente recibir al Enviado de Jesucristo; y por medio del Enviado de Jesucristo obtendremos el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, de todas estas cosas que nosotros necesitamos conocer en este tiempo final para ser llamados, juntados y preparados para ser transformados, y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Ahora, este Ángel no es el Señor Jesucristo; él solamente es un instrumento de Jesucristo enviado a Su Iglesia en el Día Postrero, y es un miembro del Cuerpo Místico de Cristo redimido por la Sangre del Señor Jesucristo.
Por eso cuando Juan el apóstol quiso adorarlo en Apocalipsis 19, verso 6 al 10, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 al 10, el Ángel le dijo que no lo hiciera: no aceptó la adoración de Juan; y le dijo que adorara a Dios. Porque este Ángel no es el Señor Jesucristo: él es un profeta dispensacional enviado a la Iglesia de Jesucristo con la revelación divina de todas estas cosas que nosotros necesitamos conocer hoy, en el tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
LAS COSAS QUE NOSOTROS NECESITAMOS CONOCER HOY. Vean la forma sencilla en que Él las dará a conocer a Su Iglesia, a Sus hijos, a Sus ovejas en este tiempo final: por medio de Su Ángel Mensajero, en el cual estará Cristo en Espíritu Santo manifestado hablándole a Su Iglesia, ungiendo a ese profeta mensajero; y ese profeta recibiendo la revelación de Dios, la revelación de Cristo, y dándola a conocer a todos los hijos e hijas de Dios. Y así, LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY será conocido por todos los hijos e hijas de Dios.
¿Vieron la forma establecida por Dios en Su Palabra para darnos a conocer todas estas cosas que nosotros necesitamos conocer? Y no hay otra forma; es la forma establecida por Cristo. Y ninguna persona tiene una forma mejor que la que Cristo tiene para darnos a conocer lo que nosotros necesitamos conocer hoy; no hay otra forma. Él dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
El Enviado de Cristo es el mensajero que viene dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y esa es la forma de conocer —a ciencia cierta— estas cosas que nosotros debemos conocer. No serán opiniones humanas, sino que será la revelación de Jesucristo para Su Iglesia en este tiempo final.
¿Y toda revelación tiene que venir por medio de quién? De un profeta. Por eso envía un profeta dispensacional: Su Ángel Mensajero.
“LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY”.
¿Y vieron lo sencillo que será conocer estas cosas? Recibiendo al que Jesucristo envía para dar a conocer estas cosas. Y así todos somos enseñados por Jesucristo: a través del Espíritu de Cristo en Su Ángel Mensajero dándonos testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes dándoles testimonio de “LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY”, y vimos la forma sencilla en que obtendríamos ese conocimiento.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto Cristo por medio de Su Ángel nos revele todas las cosas que necesitamos conocer; y pronto nosotros seamos transformados, y todos seamos llevados a la Casa de nuestro Padre celestial con Cristo, a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Hablemos de Cristo dando a conocer las cosas que Cristo dijo que nos daría a conocer en este tiempo final; porque esas son las cosas que nosotros necesitamos conocer en este tiempo final: las cosas que Él dijo que deben suceder en este tiempo.
Y así no ser solamente un creyente de Dios solamente por la historia, sino también por lo que Él está haciendo en nuestro tiempo; y tener así un Dios no solamente del pasado ni del futuro, sino del presente: un Dios que cumple lo que Él prometió para este tiempo final.
Que Dios les bendiga y les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención.
“LO QUE NECESITAMOS CONOCER HOY”.
[Revisión agosto 2020]
1 Jeremías 31:34, Hebreos 8:11
2 Zacarías 14:9
3 San Lucas 21:20-21
4 San Lucas 19:44
5 San Mateo 24:31
6 San Juan 8:12
7 San Mateo 17:1-2