Muy buenas noches, ministros, pastores, colaboradores, hermanas y hermanos presentes, obreros todos en la Obra del Señor, en el Redil, el Rebaño del Señor; y todos trabajando de todo corazón en el Programa de Cristo, el Buen Pastor.
Si Él dijo que Él es el Buen Pastor, pues entonces hay ovejas y hay pastores que Él pondría en Su Redil.
Vamos a ver lo que dice la Escritura, en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante, dice… aun hay que comenzar un poquito antes, parece. Capítulo 10, verso 9 en adelante, dice:
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (o sea, vida eterna).
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.
“LOS PASTORES APACENTANDO LAS OVEJAS DEL SEÑOR JESUCRISTO CON CIENCIA Y CON INTELIGENCIA”.
En Jeremías, capítulo 3, está profetizado que se tendría un Rebaño, Dios colocaría pastores sobre Su Rebaño. Capítulo 3, verso 14 al 15 dice, de Jeremías:
“Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion;
y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia”.
Podemos ver que está profetizado que colocaría pastores; y luego vemos, bajo el Nuevo Pacto, que Dios por medio de Cristo es el Buen Pastor, y ha colocado personas como pastores, como ministros, para el cuidado de las ovejas del Señor.
Esas son las mismas personas a las cuales les dio talentos también, para trabajar en la Obra del Señor; y juntamente con esos ministros también Dios les ha dado talentos a las ovejas del Señor también.
Vean, en la parábola de las minas, dice el capítulo 19 de San Lucas, versos 11 en adelante:
“Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente”.
Ellos pensaban que, ya que Jesús había venido y ellos sabían que era el Hijo de David, el Príncipe-Rey, el que se sentaría en el Trono de David, ellos pensaban: “Ahora vamos para Jerusalén, allá está el sitio del Trono, y ahí va a comenzar el Reino de Dios”; pensaban en lo físico, pero primero viene lo espiritual; porque las cosas que se ven son hechas de las que no se veían, de las que no se ven. Hebreos, capítulo (¿qué?) 11, versos 1 al 3.
Y ahora, encontramos que todos están esperando que comience el Reino del Mesías ahora con la ida de Jesús a Jerusalén. No sabían que tenía que llevarse a cabo la Obra de Redención, el Sacrificio de Expiación por el pecado; y esas cosas las sabía Jesús. Juan el Bautista supo algo cuando dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, señalando a Jesús, en San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36.
[San Lucas 19:12] “Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver”.
Está dándoles una parábola de lo que Él va a hacer: Un hombre noble, de la nobleza, un Príncipe, el heredero al Reino, tenía que irse, pero iba a dejar personas trabajando en Su Obra.
Él se tenía que ir al Cielo como Sumo Sacerdote, para hacer intercesión y Él terminar la intercesión por todos los que entrarían a Su Reino en la esfera espiritual; luego salir del Trono, aparecer allá como León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores, para tomar el Título de Propiedad de la vida eterna, donde están escritos los nombres de todas las ovejas del Señor; y tomarlo, abrirlo en el Cielo, ese Título, que es el Libro sellado con siete sellos, de Apocalipsis, capítulo 5, en donde está en la diestra de Dios; Él lo toma, lo abre en el Cielo, y luego viene en Apocalipsis 10 con el Librito abierto para regresar ese Título de Propiedad a Su Iglesia.
Él tiene que reclamar el Reino, tiene que reclamar a todos los que Él ha redimido; y a todo lo que Él con Su Sangre ha redimido, tiene que reclamarlo para establecer luego Su Reino en la Tierra.
El Reino de Cristo —que es el Reino de Dios— y Su Venida, no es un anhelo solamente, es una necesidad; es la necesidad más grande que tiene la raza humana: la Venida del Reino de Dios para la solución de los problemas que tiene la raza humana; porque como va la raza humana, va rumbo a la destrucción, como los que vivieron en el tiempo de Noé.
La Primera Venida de Cristo fue para Salvación, porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar (¿qué?) lo que se había perdido[1]. Él dijo: “No he venido a condenar al mundo, sino a salvar al mundo”[2].
Y ahora, la única esperanza que hay para la raza humana es la Venida del Señor, es el cumplimiento de esa promesa; en donde Él vendrá con todos los que le recibieron como Salvador y nacieron en el Reino de Dios en la esfera espiritual, terminaron sus días en la Tierra, pasaron al Paraíso en alma y espíritu, y su cuerpo fue sepultado; y ellos están esperando en el Paraíso, que es la sexta dimensión, por la Venida del Señor.
O sea que no solamente los que estamos aquí en la Tierra estamos esperando por la Venida del Señor, en esta dimensión terrenal, sino los que están en el Paraíso también, esperando por la Venida del Señor allá. Así como en el Paraíso, en el tiempo de la Primera Venida de Cristo, estaban esperando allá Abraham (en el Paraíso), Isaac, Jacob, los patriarcas, y todos los creyentes de esa dispensación y dispensaciones anteriores, que murieron siendo creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Ellos esperaban para la Venida del Señor allí, para la resurrección.
Cuando Cristo pasó por el Paraíso al morir, pasó primero por el infierno, que es la quinta dimensión; allá le tomó, le quitó, las llaves del infierno y de la muerte al diablo; y por eso en Apocalipsis, capítulo 1, verso 20 (18 al 20), señala ahí que Él tiene las llaves.
Así en forma rápida… Capítulo 1, versos 17 al 18 dice, de Apocalipsis:
“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies”.
Lo que le pasa a Juan el apóstol al ver a Cristo, le había pasado también al profeta Daniel cuando vio al Ángel Gabriel apareciéndole[3]. Y cualquiera puede pensar: “¿Tan débiles eran estas personas?”. Si a usted le pasa esa experiencia, a lo mejor sucede peor para usted. Y las palabras del Señor son, la experiencia es:
“Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome (y ahora se va a identificar): No temas (¿Ve? A cualquiera le da miedo. Del susto, cualquiera hasta se muere); yo soy el primero y el último;
y el que vivo (por lo tanto, Cristo no está muerto), y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos (o sea, por todos los siglos que vengan; y eso es: eternamente), amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.
Y si tiene las llaves, pues hará con los creyentes en Él que murieron, lo mismo que hizo con Lázaro: “Lázaro, ¡ven fuera!”[4].
En la resurrección de Lázaro está representada la resurrección de los muertos en Cristo que va a acontecer en el Día Postrero, pues Él dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”, San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, y capítulo 6, versos 41 al 58. O sea que es una cosa segura; es una promesa que Él va a cumplir en el tiempo correspondiente; y eso será cuando se complete la Iglesia y estemos listos para nuestra transformación.
Porque hay una promesa también para los que estén vivos en el Día Postrero y se cumpla la Venida del Señor con los que murieron: cuando resuciten ellos, los que estén vivos —creyentes en Cristo— serán transformados; y ese sí que va a ser un milagro grande.
Así que cuando Cristo complete Su Iglesia, salga del Trono de Intercesión, ya no será más Sumo Sacerdote, sino comienza la labor de Rey, de León; y esa etapa ya no habrá Sangre sobre el Propiciatorio; de ahí en adelante ya no serán añadidos al Cuerpo Místico de Cristo más personas, porque se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo; pero habrá misericordia para muchas personas que serán impactadas por esa bendición tan grande que viene, y van a dar sus vidas por Cristo en la gran tribulación.
Todo eso está ligado a la Tercera Etapa, que será para la Novia, para las vírgenes prudentes, para la Iglesia (o sea, las vírgenes insensatas), y para el mundo.
O sea que lo que está en el Programa Divino para ser manifestado de parte de Dios en el Día Postrero, es una manifestación y un despertamiento espiritual que impactará al mundo entero.
Para ese tiempo también van a acontecer muchas cosas, y la naturaleza estará clamando con dolores de parto para dar a luz un nuevo mundo, un nuevo medio ambiente; por eso va a ser, digamos, recreado, la Tierra, que ahora está tan débil, a la cual hay que estar echando vitaminas para que nos pueda dar el producto que necesitamos para comer.
Con los volcanes, que lanzarán ceniza volcánica, será fertilizado el planeta Tierra; y será acomodado, arreglado todo, para el glorioso Reino del Señor Jesucristo. Y allí estarán también los que han estado atendiendo el Rebaño del Señor.
Cuando el Príncipe de los Pastores, que es Cristo, aparezca, Él recompensará a todos los ministros, todos los pastores, todas las personas que les ha dado talentos para trabajar en Su Redil, en Su Iglesia, Su Rebaño; y a todas las ovejas les dará también grandes bendiciones; porque cada ministro con su congregación trabaja en la Obra del Señor, y él y la congregación serán recompensados en el Reino del Señor.
Por lo tanto, cada ministro, así como es aplicado al instrumento de Dios para cada edad, también tiene su aplicación para cada ministro, lo del siervo fiel y prudente[5].
Por lo tanto, siendo siervos fieles y prudentes a Cristo, sabemos que de parte de Él vendrá una bendición grande, y nos dirá: “Entra al gozo de tu Señor, entra al Reino del Señor”, y entraremos al Reino del Señor.
Físicamente iremos a la Cena de las Bodas del Cordero con un nuevo cuerpo, un cuerpo glorificado, porque no podemos ir con estos cuerpos, no hay un medio de transportación que nos lleve. Si vamos al aeropuerto y le pedimos que nos lleve a donde está Jesucristo ahora como Sumo Sacerdote, nos van a decir que estamos locos; pero cuando tengamos el nuevo cuerpo, el cuerpo glorificado, no habrá ningún problema; será un asunto de pasar de esta dimensión a otra dimensión. Y Cristo sabe cómo lo va a hacer.
Y como los padres de familia, cuando se está construyendo o se está haciendo alguna ampliación en la casa, le dicen a los niños: “Retírense, para que el polvo no les moleste o les vayan a dar un golpe”. Cuando esté o se vaya a renovar el planeta Tierra, con los volcanes, maremotos… maremotos para darle una lavadita, y los volcanes para acomodar otra vez bien la corteza de la Tierra, para que pueda producir muchos frutos para el Milenio, nos dirá:
“Hijos, tienen que retirarse de la Tierra ahora. Va a haber mucho polvo volcánico en la reconstrucción de la Tierra, y eso da alergia; así que estarían estornudando y muy temerosos; y con tanta agua de maremotos, de tsunamis, y con terremotos y todo, pues estarían muy asustados aquí. Les tengo una Cena en la Casa de Mi Padre”.
La Cena de las Bodas del Cordero, la Cena de la unión de Cristo con Su Iglesia. Y…, ahí vamos a pasar unos tres años y medio, y luego vendremos a la Tierra para la luna de miel, que durará mil años. Ya eso todo está preparado de parte de Dios, o sea, está preparado en el Programa Divino; y se va a materializar de acuerdo a como está preparado, porque Él tiene el poder para diseñar y para llevar a cabo lo que Él diseñó, materializarlo.
Así que, con tantas promesas de bendiciones que hay para los creyentes en Cristo, hace que cada día el amor hacia Cristo sea mayor. ¡Tantas cosas que Cristo tiene para nosotros!, y ¿qué tenemos nosotros para Cristo? Pues siempre buscamos dar más de lo que hay aquí, y lo que podemos hacer con nuestras manos, de acuerdo a la capacidad mental, física, económica, en todas las formas; porque la Escritura dice que nosotros le damos a Dios de lo que Él nos ha dado[6].
Así que no podemos gloriarnos que le damos algo a Dios, ¿ve?, sino que, de lo que Él nos ha dado, le damos a Dios, ponemos en la Obra de Dios para trabajar. Nos da para que trabajemos en Su Obra, eso es la parábola de los talentos y de las minas; para que trabajáramos en Su Obra repartió los talentos, en la parábola de San Mateo[7]; y en la parábola de San Lucas repartió las minas.
Por lo tanto, todos tenemos el privilegio más grande: de trabajar con la persona más importante, no solamente de la Tierra sino del Cielo también: el que tiene un Nombre que es sobre todo nombre[8].
Por eso San Pablo dice que somos colaboradores de Dios[9], o sea que trabajamos con Dios en el Programa que Dios tiene.
Por lo tanto, ministros y colaboradores, y hermanos y hermanas presentes: Que las bendiciones de Cristo sean sobre ustedes en el Redil del Señor, que es donde Él derrama Sus bendiciones, que llegan hasta nuestra alma.
Y cada cual cosecha bendiciones de acuerdo a la fe que tenga; las cree y se materializan. No se preocupe cómo van a ser posibles, eso le toca a Dios, cómo hacerlas realidad; a nosotros nos toca escucharlas y creerlas. Así es como funciona el Programa Divino, así es como funciona la Obra de Redención, así es como funciona la salvación para toda persona.
[San Marcos 16:15-16] “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere (¿ve?) y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.
¿Ve que es un asunto de escuchar la predicación de la Palabra, del Evangelio de Cristo? Y la parte de la persona, luego de escuchar, es: creer o no creer; para eso tiene el sentido del libre albedrío: para creer o no creer; y por eso para el alma fue dado un solo sentido, para que no se compliquen las cosas: solo el sentido del libre albedrío para creer o no creer; eso es lo que puede hacer con el alma o en el alma: creer o no creer; porque “con el corazón se cree (¿para qué?) para justicia, y con la boca se confiesa para salvación”[10].
Por lo tanto, adelante, pastores, alimentando las ovejas del Señor con la Palabra correspondiente a nuestro tiempo, y siempre fieles a Cristo. Él es fiel a Su Palabra, a lo que Él prometió, y a cumplir lo que Él hizo, hacerlo una realidad en la vida de cada persona.
Y que Dios les bendiga y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final, siguiendo el Programa de Dios para nuestro tiempo.
Dejo nuevamente al reverendo José Benjamín Pérez con nosotros para concluir ya nuestra parte; y ya mañana… Está como Miguel ya, que espera el postre; hoy no hay postre. Así que ya mañana continuaremos en el lugar correspondiente.
Mañana no hay culto, ¿verdad? [Sí] Ah, pero lo adelantaron para hoy, ¿verdad?
Así que, Dios me les bendiga grandemente a todos, y continuaremos viéndonos mañana, ¡y siempre!, eternamente.
“LOS PASTORES APACENTANDO LAS OVEJAS DEL SEÑOR JESUCRISTO CON CIENCIA Y CON INTELIGENCIA”.
[Revisión noviembre 2023 – RM-PP]
[1] San Lucas 19:10
[2] San Juan 3:17, 12:47
[3] Daniel 10:8-9
[4] San Juan 11:43
[5] San Mateo 24:45-51
[6] 1 Crónicas 29:14
[7] San Mateo 25:14-30
[8] Filipenses 2:9
[9] 1 Corintios 3:9
[10] Romanos 10:10