Los Pescadores de Dios en el Día Postrero

Muy buenas noches, compañeros ministros en la Edad de la Piedra Angular. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarlos y pedirle a Dios Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes, y que Dios los use grandemente en Su Obra en este Día Postrero; y así se lleve a cabo la pesca milagrosa de este Día Postrero.

Para lo cual quiero leer en San Mateo, capítulo 13, verso 47 al 50, donde dice Jesucristo:

“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;

y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.

Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla, y así nos ayude Él para estar conscientes de esta pesca milagrosa correspondiente a este tiempo final.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LOS PESCADORES DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.

Cristo, cuando llamó a Sus discípulos para el ministerio, encontramos en San Mateo, capítulo 4, verso 19, que dijo… Vamos a leer capítulo 4, verso 18 al 20, para que tengamos el cuadro claro.

Ya Cristo estaba bautizado por Juan el Bautista[1], estaba lleno del Espíritu Santo; y ya también había estado apartado en el desierto por 40 días y 40 noches, en los cuales no comió ni bebió, o sea que estuvo en ayuno[2]. Y ahora, comenzando Su ministerio, dice:

“Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.

Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.

Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.

Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.

Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron”.

Aquí podemos ver cómo Cristo comenzó a llamar a Sus discípulos; y cuando llamó a Pedro y a Andrés, dijo a ellos: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”.

Ahora, para poder comprender este misterio de lo cual habla Jesús: “Os haré pescadores de hombres”, tenemos que comprender lo que son las eras; y así comprender que la Era de Piscis corresponde a la era o dispensación del cristianismo.

Y el cristianismo en el tiempo de las persecuciones, cuando se escondían en las catacumbas, ellos dibujaban los peces como símbolo del cristianismo; porque el cristianismo está representado en la Era de Piscis.

Y ahora, Cristo para la Era de Piscis, donde los creyentes están representados en peces, Cristo dice a Sus discípulos:

“Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”.

Vean ustedes esta metáfora que Cristo usa aquí, representando a los escogidos en peces, los cuales serían pescados por los discípulos de Jesucristo y por todos los mensajeros que Él enviaría para llamar y juntar a Sus escogidos de etapa en etapa, de edad en edad.

El ángel mensajero en cada edad, con el grupo de ministros de su edad, ha estado a cargo de la Obra de pescar a los escogidos de Dios, esas almas que tienen sus nombres en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo: tomarlos del mar o aguas (que son el mundo, naciones, pueblos y lenguas), ir con la red del Evangelio y pescar a esos peces, que son los hijos e hijas de Dios.

Ahora, para el tiempo final, nos dice aquí que habrá una pesca; dice que la red que ha sido echada al mar será sacada, y se echará fuera los peces malos, y los peces buenos serán recogidos. Dice (vamos a leer esta parábola de nuevo), capítulo 13, verso 47 al 50:

“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;

y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.

Así será al fin del siglo…”.

Para el fin del siglo, también en la parábola del trigo y de la cizaña, Cristo habló diciendo que se llevaría a cabo la cosecha, o sea, la siega[3].

Encontramos en una de las tres fiestas anuales que el pueblo hebreo tenía, en las cuales se presentaba cada persona delante de Dios, encontramos que en la fiesta de la semana, al final, el trigo ya había sido recogido[4].

Las primicias del trigo son los hijos e hijas de Dios; las primicias de la cebada es nuestro Señor Jesucristo.

En medio del pueblo hebreo, la cosecha o siega se comenzaba con la cebada.

Y el primer Hijo de Dios que fue cosechado fue nuestro Señor Jesucristo; y está representado en aquella gavilla que fue tomada de la cebada, porque la cebada era lo primero que se cosechaba. Por eso Jesucristo está representado en esa gavilla de la cebada, la cual fue ofrecida el Domingo de Resurrección.

Porque era después de pasada la Pascua, o sea, después de pasado el día 15 (que era la Pascua) del mes de Abib, luego, el día 16, se ofrecía a Dios la ofrenda mecida de las primicias de los primeros frutos; y los primeros frutos eran los de la cebada. La cebada se cosechaba primero que el trigo.

Y ahora, podemos ver cómo ya esto fue cumplido en Jesucristo.

Y ahora, la cosecha del trigo viene después, y al final de la cosecha del trigo se presenta a Dios todo lo que fue cosechado; pero tenemos las primicias también del trigo, que son lo escogidos de Dios.

Ahora, para el tiempo final algo va a suceder, pero eso lo vamos a dejar quietecito ahí.

Encontramos, en esta parábola, que para el tiempo final se llevará a cabo la cosecha del trigo. El trigo representa a todos los hijos de Dios, y representa a todos los que entrarían al Programa Divino.

Y para el tiempo final, Cristo dice que para llevar a cabo esa cosecha enviará Sus Ángeles, enviará Sus Ángeles con la herramienta para cosechar. En San Mateo 24:31 dice que enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta.

Y en Apocalipsis, capítulo 14, nos dice, del verso 14 en adelante:

“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.

Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.

Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”.

Aquí podemos ver, en el libro del Apocalipsis, lo mismo que Cristo nos habló en San Mateo, capítulo 13, verso 30 al 43, con relación a la siega o cosecha para llevarse a cabo en el fin del siglo, ¿por quién? Por los Ángeles del Hijo del Hombre, los Ángeles de Jesucristo, enviados para el Día Postrero.

Esta cosecha es lo mismo que esta pesca milagrosa que Cristo dijo que se llevaría a cabo en el fin del siglo, en donde sería recogido lo bueno en cestas y lo malo sería echado fuera.

Ahora, para los tiempos pasados, los que trabajaron pescando peces, hijos e hijas de Dios:

  • en el tiempo de los apóstoles trabajaron con los apóstoles;
  • luego los que trabajaron en la primera edad, trabajaron con el apóstol San Pablo;
  • los que trabajaron en la segunda edad, trabajaron con el mensajero Ireneo, allá en Europa;
  • luego en la tercera edad con Martín, también en Europa;
  • luego en la cuarta edad con Colombo, en Europa también;
  • luego en la quinta edad con Lutero, en Europa también;
  • luego en la sexta edad con Wesley, en Europa también.

Y del territorio donde Dios enviaba ese mensajero, de ahí se extendía el Mensaje para otras naciones también, para la pesca de los peces de Dios, de los hijos e hijas de Dios.

  • Luego pasó Jesucristo en Espíritu Santo a Norteamérica, donde envió al reverendo William Marrion Branham para la Obra de pescar los peces para la séptima etapa de la Iglesia gentil.

Encontramos que con cada uno de estos mensajeros Dios envió también ministros que trabajaron en esta labor como colaboradores de la gran labor de la pesca milagrosa de cada edad.

Y ahora, para Norteamérica podemos ver quién fue el mensajero que estuvo frente a la labor de Dios en la pesca milagrosa de la séptima edad de la Iglesia gentil. Pero ya esa edad terminó.

Y ahora estamos en la Edad de la Piedra Angular, en el Día Postrero y en el fin del siglo, ¿para qué? Para la pesca milagrosa de este tiempo final, del fin del siglo; para la cual Cristo dice que enviará Sus Ángeles.

Los Ángeles son los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías: el ministerio de Moisés por segunda vez y el ministerio de Elías por quinta vez, para esta labor milagrosa de pescar los escogidos de Dios correspondientes a este tiempo final.

¿Recuerdan a nuestro hermano Branham en aquella visión en que el Ángel de Dios le estaba enseñando a pescar? Era para pescar los peces de Dios[5].

Y ahora, para el Día Postrero encontramos que tendremos la pesca milagrosa más gloriosa de todas; porque es la pesca milagrosa de los peces grandes, representados en 153 peces que fueron pescados cuando Cristo ya había resucitado y estuvo con Sus discípulos. Y ellos pescaron esa pesca tan grande, que vean ustedes cómo nos dice en San Juan, capítulo 21… Capítulo 21, verso 6 al 11, dice así:

“Él les dijo: Echad la red a la derecha (¿a la derecha de qué?) de la barca, y hallaréis”.

Ahora, vean ustedes, ellos habían ido a pescar durante la noche y nada habían pescado; pero ahora… Vamos a leer desde un poquito antes, para que tengamos el cuadro claro aquí; dice así [verso 3]:

“Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.

Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús (vean ustedes, cuando ya estaba amaneciendo se presentó Jesús, y ellos no sabían que era Jesús).

Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.

Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.

Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.

Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.

Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.

Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.

Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió”.

Ahora, 153 peces, si son pequeñitos caben en cualquier red pequeña, pero si son peces grandes se necesita una red grande y gente fuerte para sacar esa red; y estos peces eran grandes.

De estos peces es que le habló el Ángel a nuestro hermano Branham, y le estaba enseñando cómo pescar peces grandes; y aquí están esos peces grandes de los cuales le hablaba el Ángel, los cuales no pudo pescar nuestro hermano Branham porque haló antes de tiempo el anzuelo.

Pero esos peces grandes serán pescados; y representan hijos e hijas de Dios de entre los gentiles, y también ahí vamos a incluir a los 144.000. Pero tenemos los escogidos del Día Postrero de entre los gentiles, que son los mejores peces, que son los que van a ser transformados; y esos son los mejores, esos son los más grandes de todos los peces del Señor.

Ahora, 153 no significa que solamente son 153 escogidos; sino que siendo un número simbólico, o sea, ese número: 153 peces (que fueron 153 peces realmente), luego viene a representar a los que serán pescados en el Día Postrero bajo el ministerio de los Dos Olivos, bajo el ministerio de Moisés y Elías.

¿Y dónde están los que estarán trabajando con los ministerios de Moisés y Elías brazo a brazo en esa pesca milagrosa? ¡Pues aquí estamos!

Hemos visto quiénes son los pescadores de Dios en el Día Postrero: son los Ángeles del Hijo del Hombre, con todos los que estarán trabajando en esa labor con los Ángeles del Hijo del Hombre, los que estarán trabajando con los ministerios de Moisés y Elías; ministerios que estarán manifestados en el Ángel del Señor Jesucristo en el Día Postrero.

Ahora, para esta pesca hay que trabajar de acuerdo a la dirección del que tiene el mandato para llevar a cabo esa pesca.

Miguel, que fue pescador, no puede decir: “No, si de eso yo sé; yo voy a tirar la red a mi manera”. Pues, ¿sabes una cosa, Miguel? Que si la tiras a tu manera vas a estar pescando, pero no en esta pesca milagrosa.

—“No, que yo la voy a tirar para Inglaterra”.

—“Está bien, vete a pescar para Inglaterra si quieres”.

Otro puede decir:

—“No, yo la voy a tirar para el África”.

—“Vete a pescar para el África”.

—“No, que yo sé pescar; yo la voy a tirar para Rusia”.

—“Está bien, vete a pescar para Rusia”.

¡Yo me quedaré pescando en la América Latina y el Caribe con todos los que Dios coloca en mi mano!

Miguel, ¿dónde quieres pescar?

[Hno. Miguel: ¡En la América Latina!].

Yo le doy gracias a Dios porque Miguel quiere pescar conmigo en la América Latina y el Caribe. ¿Y ustedes? Yo le doy gracias a Dios por cada uno de ustedes.

¿Saben ustedes una cosa? Dicen que hay peces que nacen en un sitio y después se van para otro sitio. ¿Cuáles son esos peces, Julio? Está el salmón, ¿verdad? No sé cuál otro. Y también hay aves que tienen sus huevos en un lugar, y después que nacen se van a vivir para otro lugar.

Pero ¿saben ustedes una cosa? La simiente de Dios de África, Dios la ha traído para acá; la simiente de Dios de Europa, ahora se encuentra en la América Latina y el Caribe también.

La simiente de Dios que una vez estuvo por otros lugares y que produjo los hijos de esas edades, ahora, vean ustedes, por cuanto en el Día Postrero la cosecha del trigo (que también es la pesca milagrosa de los peces de Dios, de los escogidos de Dios), por cuanto se estaría llevando a cabo en la América Latina y el Caribe, Él trajo esa simiente hasta este territorio.

No importa en qué forma hemos aparecido acá: ha sido por medio de estas conquistas de ciertas naciones a nuestros antecedentes o antecesores, los trajeron en una forma o en otra forma para que nosotros naciéramos acá. Por eso no nos quejamos de la forma en que hemos aparecido acá; no nos quejamos de la forma en que han venido nuestros antecesores, aunque vinieron maltratados. Pero aquí estamos; todo obró para bien, fue para nosotros estar acá.

Y ahora, la pesca milagrosa del Día Postrero se está llevando acá, en la América Latina y el Caribe.

Si ustedes estudian las diferentes pescas milagrosas en donde Jesucristo intervino, ustedes encontrarán que todo habla del recogimiento de los escogidos de Dios de los diferentes tiempos.

Y ahora a nosotros nos toca la pesca de este Día Postrero. Y nosotros le damos gracias a Dios; porque así como se llevó a cabo una pesca milagrosa en la tierra de Israel, en Asia Menor, en Europa y en Norteamérica, en este Día Postrero se está llevando a cabo en la América Latina y el Caribe.

Y esta es la pesca milagrosa única que queda en el Programa Divino; con esta pesca milagrosa pescaremos a todos los escogidos de Dios de entre los gentiles y también del pueblo hebreo.

Esta es la pesca milagrosa más grande y gloriosa de todos los tiempos. Y para nosotros es muy importante, porque nosotros estamos trabajando en esta pesca milagrosa bajo la dirección del ministerio de Jesucristo correspondiente a este Día Postrero, el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo manifestando los ministerios de Sus Ángeles, que son los ministerios de los Dos Olivos: los ministerios de Moisés y de Elías, y ministerio de Jesús; porque fue Jesús el que habló la Palabra: “Tiren la red a la derecha”.

Y ahora, podemos ver que tirando la red a la derecha se pesca los peces correspondientes a la pesca milagrosa del Día Postrero.

Ahora, podemos ver que tirando la red, el Mensaje que corresponde al Evangelio del Reino, se recoge a todo escogido del Día Postrero, que son los peces de Jesucristo de este Día Postrero.

Hemos visto quiénes son los Pescadores de Dios en el Día Postrero, y hemos visto quiénes estarían trabajando con los Pescadores del Día Postrero, con los ministerios de los Dos Olivos, con Moisés y Elías.

¿Y dónde están los que estarían trabajando con Moisés y Elías, con los Dos Olivos, en esta pesca milagrosa del Día Postrero? Pues aquí estamos presentes en este Día Postrero viendo esta gloriosa pesca milagrosa de peces grandes. Porque estos son los peces que recibirán la transformación de nuestros cuerpos estando vivos, y los que han partido serán resucitados en cuerpos eternos; y si alguno de los nuestros se ha ido, regresará en el cuerpo eterno.

Ahora, ¿dónde quieren ustedes pescar? Yo le doy gracias a Dios por cada uno de ustedes, los cuales Dios ha puesto a mi lado para esta labor de la pesca milagrosa de este Día Postrero; y me alegro de que no están protestando.

¿Cuántos de ustedes han pescado alguna vez? ¿Cuántos han pescado de anzuelo o de nasa o de atarraya? Bueno, ustedes saben que cuando se está pescando, si viene una persona que no está de acuerdo con lo que están pescando o que no es de los que está – del grupo de los que están pescando, y comienza a meterse en el agua: espanta a los peces; ese es un estorbo.

Ahora, nunca sea de estorbo en la Obra de Dios en esta pesca milagrosa, no interrumpan en ningún momento esta pesca milagrosa. Trabajen en esta pesca milagrosa de acuerdo a las instrucciones bíblicas que Dios nos da para este Día Postrero.

Jesucristo dijo [Apocalipsis 22:16]:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Aun de esta pesca milagrosa Él nos daría testimonio, para que hagamos esta pesca conforme al orden divino correspondiente a este tiempo.

No vayan a interrumpir esta hermosa pesca milagrosa de este Día Postrero; no queremos que Dios los eche para otro sitio a pescar, ni tampoco queremos que Él se los lleve a descansar.

¿A cuántos les gustaría ya irse a descansar a la sexta dimensión? Allá no hay trabajo, allá no están trabajando. Ellos mismos dijeron: “Aquí ni trabajamos, ni comemos, ni dormimos”; así le dijeron al séptimo ángel mensajero cuando los visitó algunos años antes de su partida[6].

Y ahora, nosotros estamos aquí en la labor de la pesca del Día Postrero.

Que Dios nos ayude y nos permita comprender completamente la labor de la pesca, para que así Dios nos use en esta pesca milagrosa, y no se escape ni uno de los peces escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Cuando decimos “que no se nos escape” es que todos sean pescados; primero son peces y después son pescados, porque ya están pescados cuando ya están dentro.

Ahora podemos ver que necesitamos amarnos los unos a los otros, y trabajar en compañerismo los unos con los otros, y que no hayan discusiones, ni celos, ni nada de esto entre los pescadores.

Dios ha colocado a mi lado a Miguel Bermúdez Marín, el cual fue pescador y sabe de esto; y Dios lo ha colocado para que me ayude en esta labor, y para que con ustedes, ministros, él esté trabajando siempre, y sean bien orientados en la labor de esta pesca milagrosa en la América Latina y el Caribe.

Estén siempre de acuerdo con Miguel en toda esta labor que se está llevando a cabo en toda la América Latina y el Caribe, para que así reportemos a Dios esa pesca milagrosa que Él ha encomendado en nuestras manos para este Día Postrero.

Estamos en un tiempo en que todos tenemos que estar bien unidos en amor divino, para que se lleve a cabo completamente esta pesca milagrosa. Dios lo ha prometido, y Dios lo hará, Dios lo cumplirá.

Y nosotros pues somos los instrumentos que Él estará usando para esa labor, tanto ustedes aquí en Haití como los ministros en Venezuela, los ministros en México (República Mexicana), los ministros en los diferentes países de la América Latina y el Caribe; todos estamos en esta labor de la pesca milagrosa correspondiente a este Día Postrero.

Tenemos que tener la red ¿dónde? A la derecha. Cuando se habla de la derecha se habla del poder divino, la diestra de Dios.

Ahora, podemos ver que la red colocada a la derecha, a la diestra, es la red colocada de acuerdo al Trono de Dios.

Jesucristo se sentó ¿dónde? En el Trono de Dios, a la diestra de Dios. Y por eso a la diestra es echada la red en este Día Postrero; y cae la red en la América Latina y el Caribe, para la gran pesca milagrosa de las almas de Dios que tienen escritos sus nombres en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande darles testimonio de esta pesca milagrosa del Día Postrero, y darles a conocer quiénes son los pescadores de Dios en el Día Postrero; y poder ver cuáles son los ministerios enviados por Cristo para este Día Postrero, los cuales estarán al frente de esta labor de la pesca milagrosa del Día Postrero, como estuvo frente a la Obra de la pesca milagrosa en cada edad: Jesucristo en Espíritu Santo en el mensajero de cada edad.

Y para el Día Postrero, Él dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Ese es el mensajero a través del cual Jesucristo estará en Espíritu Santo manifestado llevando a cabo esta pesca milagrosa, junto al cual estarán los ministros de este Día Postrero trabajando brazo a brazo. Eso es trabajar brazo a brazo con nuestro Señor Jesucristo manifestado a través de Su Ángel Mensajero en la pesca milagrosa del Día Postrero.

¿Dónde están los pescadores de Dios en el Día Postrero? Aquí estamos presentes trabajando en esta pesca milagrosa.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde; y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Cristo.

Yo les doy las gracias a ustedes por todo lo que han hecho para nuestra estadía aquí, y por vuestra amabilidad, amor y cariño que nos han expresado en estos días. Y le pido a Dios que les bendiga grandemente, que les prospere espiritualmente y materialmente también; y que haya abundancia de alimento espiritual y también haya abundancia material, económicamente, para todos ustedes, ministros y vuestras congregaciones; y que Dios los use grandemente en Su Obra, y se lleve —aquí en Haití— a cabo esta pesca milagrosa prometida en la Escritura. Así también en todos los países latinoamericanos y caribeños.

Y que Dios nos use grandemente a todos en este Día Postrero en esta pesca milagrosa. Yo estaré siempre con ustedes trabajando en esta pesca milagrosa. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos y que Dios les guarde.

Y nuevamente con nosotros Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, en esta reunión de ministros tan hermosa que estamos teniendo en esta ocasión.

Que Dios les bendiga, y buenas noches.

“LOS PESCADORES DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.

[Revisión junio 2023 – DM – JR]

[1] San Mateo 3:13-17, San Marcos 1:9-11

[2] Mt. 4:1-2, Mr. 4:12-13, Lc. 4:1-2

[3] San Mateo 13:24-30, 13:36-43

[4] Éxodo 34:21-22, Deuteronomio 16:9-10

[5] Citas, pág. 12, párr. 97

[6] Los Sellos, pág. 322, párr. 219

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