Los reinos del mundo vendrán a ser de Jesucristo

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes, y los que están en diferentes naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Hemos estado viendo cómo va hacia adelante el proyecto de la Gran Carpa-Catedral; es como en el tiempo de Esdras y Nehemías y Zacarías, en donde se comenzó una obra, y dice la Escritura que se terminaría, se completaría.

Ahora, tenemos aquí el capítulo 11 de Apocalipsis, versos 15 en adelante, 15 al 19, que nos dice:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LOS REINOS DEL MUNDO VENDRÁN A SER DE JESUCRISTO.” Vendrán a ser del Señor, de Su Cristo, del Señor, de nuestro Señor y de Su Cristo.

Los reinos del mundo, encontramos en Daniel, capítulo 2, que es el reino de los gentiles que estará en la Tierra en el tiempo de la Venida del Señor, de la Venida de la Piedra no cortada de manos; reino que ha estado gobernando por miles de años, pues desde que perdió Adán y Eva el Reino allá en el Huerto del Edén al pecar, el enemigo de Dios, el diablo, Satanás, a través de la serpiente —a través de la cual había engañado a Eva— encontramos que tomó este mundo, y ha estado reinando en este mundo el diablo por medio del plan de rebelión del diablo.

Luego encontramos que en el tiempo de Nabucodonosor (para no ir muy atrás) comenzó el reino de los gentiles, el cual le fue mostrado a Nabucodonosor y Nabucodonosor vio una estatua con la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido, que representa el reino de los gentiles desde el tiempo de Nabucodonosor.

Ese reino babilónico representa a la cabeza de oro con su rey Nabucodonosor; luego pasó a la otra etapa, del pecho y los brazos de plata, con el reino medo-persa; y luego pasó a la tercera etapa: el vientre y los muslos de bronce, que corresponde al reino o imperio de Grecia con Alejandro el Grande, y del cual salieron sus cuatro Generales y establecieron luego otros reinos; o sea, el reino de Alejandro el Grande se dividió en cuatro reinos luego de la muerte de Alejandro el Grande.

Y luego de ese reino del vientre y los muslos de bronce, vino el reino o imperio cuarto: las piernas de hierro; y ese fue el imperio romano que cayó y luego pasa a otra etapa (esa fue la herida de muerte de la cual fue sanado ese imperio, esa cuarta etapa); y pasó a una segunda parte la cuarta etapa: los pies de hierro y barro cocido.

O sea, el hierro representa al imperio romano, y pasa a los pies y está cubierto con barro; pero el barro y el hierro no se funden, son dos cosas diferentes, solamente alianzas humanas, así es como estaría. Y el capítulo 2, verso… En la parte más importante: verso 40 en adelante del capítulo 2 de Daniel, dice… Aun un poco antes: verso 25 del capítulo 2 de Daniel, dice:

“Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey (recuerden que el rey había decretado la muerte de todos los sabios, de los magos, de todas las personas).”

[Verso 24]: “Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.”

Es que el rey había ordenado la muerte de todos; y el verso… Vean cómo le dicen los caldeos. Verso 10:

“Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo.

Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia (¿Y quién salvó a los sabios de Babilonia de aquel tiempo? Dios por medio del profeta Daniel).

Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos (o sea, Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego eran sabios también).

Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.

Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había.

Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.

Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros,

para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.

Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.

Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.

El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.

El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.

A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.

Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación.

Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?

Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.

Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:

Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.”

Dios le puede mostrar al rey lo que ha de ser, pero si no le da la interpretación de lo que eso significa, de esa estatua que él vio, pues se queda viendo ahí lo que ha de ser sin entenderlo.

Pero la revelación siempre viene de parte de Dios por Su Espíritu a un profeta. “Porque no hará nada el Señor sin que antes revele Sus secretos (¿a quién?) a Sus siervos, Sus profetas,” los cuales son colocados en la Tierra por Dios con las dos consciencias juntas; y por consiguiente, esos misterios le son abiertos como le son abiertos los libros a las personas, a los estudiantes; y él entonces los comprende, porque viene de parte de Dios el Ángel Gabriel al profeta Daniel, y le enseña como un maestro, le enseña lo que significa lo que el rey vio.

Así podemos ver que el Ángel Gabriel acompañaba al profeta Daniel, que era Gobernador también de Babilonia, y sus compañeros trabajaban con él en toda la comarca en puestos políticos importantes.

Este sueño que tuvo el rey Nabucodonosor es un sueño político profético, pero que también incluye la parte espiritual (y es lo que sucedería en los postreros días).

“Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.

Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen (una estatua). Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.

La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;

sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.

Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó (o sea, que la Venida de la Piedra, que es la Venida del Señor para el Día Postrero, es para la etapa en donde esa estatua, que es el reino de los gentiles, esté en los pies de hierro y de barro cocido).

Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.”

Fue hecha un gran Reino que llenó toda la Tierra; porque la Piedra viniendo es la Venida del Mesías, esa Piedra no cortada de manos, cortada del monte, y Su Reino que Él reclama; porque en el Cielo cuando recibe el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete sellos, y lo abre, entonces hace el reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa; y es, luego que toma ese Libro, que viene Cristo, el Mesías, con el Título de Propiedad para hacer Su Obra de Reclamo y reclamar el Reino que le corresponde. Vamos a seguir:

“Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey.

Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.

Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.

Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual (el segundo reino sería el del pecho y los brazos de plata, que es el reino medo-persa; y después, el tercer reino es el vientre y los muslos de bronce)… y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.

Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo (ese fue el reino romano, el imperio romano de los Césares).

Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.

Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil.

Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas (el barro uniéndose al hierro por medio de alianzas humanas, pactos humanos)…”

“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,

de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.

El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.

Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia (por interpretar un sueño, vean todo lo que el rey le ofreció: Gobernador de toda la provincia de Babilonia, y le dio muchos honores, grandes dones; lo hizo Gobernador de la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios).

Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.”

Miren cómo subió, no por voto del pueblo sino por decreto del Rey, a Gobernador de todo el estado o provincia de Babilonia; y los que ayudaban a Daniel orando, fueron colocados en los negocios de la provincia de Babilonia, Daniel pidió para ellos también.

Así podemos ver cómo el reino de los gentiles, que comenzó con Nabucodonosor, terminará en los pies de hierro y de barro cocido, porque la Venida del Señor en el Día Postrero será en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido.

La Primera Venida de Cristo fue en las piernas de hierro, el imperio romano; y el imperio romano crucificó a Cristo. Y la Segunda Venida de Cristo será en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, al final de esa etapa; porque la Venida del Señor le pondrá fin al reino de los gentiles, le pondrá fin a los pies de hierro y de barro cocido, y entonces los reinos de este mundo vendrán a ser de nuestro Señor y de Su Cristo.

O sea, que la Venida del Señor para el Día Postrero es en la Obra de Reclamo de Cristo para tomar el Reino mundial, no solamente el Reino sobre Israel sino que el Reino del Mesías será mundial. Como Hijo de David es heredero al Reino de David y Trono de David, dice el Ángel Gabriel a la virgen María en San Lucas, capítulo 1, verso 30 en adelante; dice:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

O sea, que el Reino de David y Trono de David va a ser restaurado por el Mesías Príncipe en Su Venida para Israel.

Recuerden que la Venida de Cristo para el Día Postrero tiene dos partes muy importantes: Viene primero a Su Iglesia, pero eso es un secreto y será en secreto Su Venida a Su Iglesia; y luego vendrá a Israel, el cual verá a Cristo obrando en medio de Su Iglesia, y dirá: “Éste es el que nosotros estamos esperando.”

Y luego, para finalizar la gran tribulación, resucitará a los muertos de los elegidos de Israel, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, los cuales durante la gran tribulación van a ser martirizados, muertos, como murieron en el tiempo del Holocausto o Shoá los seis millones de hebreos, de judíos.

Y ahora, aquí en el Apocalipsis, capítulo 6, nos muestra bajo el Quinto Sello lo que sucede. Capítulo 6, verso 9 en adelante, dice:

“Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.

Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?

Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.”

O sea, que viene otra apretura, otra persecución para los judíos, conforme a esta promesa; pero los que murieron en el Holocausto nazi, que llevó a cabo el gobierno nazi de Hitler, no están perdidos: están en una dimensión donde le son dadas vestiduras blancas y se les dice que esperen hasta que sean completados los que faltan por morir como ellos, que son ciento cuarenta y cuatro mil que han de morir martirizados como ellos, doce mil de cada tribu.

Luego, cuando se abre el Sexto Sello, que son los ministerios de Moisés y Elías abriendo el Sexto Sello, dice:

“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre.”

El Sexto Sello, que son Moisés y Elías, esos ministerios de Moisés y Elías pueden abrir el Sexto Sello en el momento que quieran abrirlo. Esos son los ministerios para Israel, bajo esos ministerios es que los ojos les serán abiertos a Israel, son los ministerios de Moisés y Elías:

“…y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento (recuerden que van a caer piedras de granizo, de alrededor de 100 libras, digamos de 60 a 100 libras, sobre los gentiles; y hay muchos… muchas piedras gigantes dando vueltas en el espacio, así que viene algo terrible sobre la humanidad, sobre el reino de los gentiles).

Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.”

Las islas deben estar preocupadas. Oramos por Puerto Rico para que estos juicios que han de venir no toquen a Puerto Rico. Aunque hay riesgos grandes, pero oremos… y los que viven en Puerto Rico deben cuidarse, las costas son peligrosas, pero hay que ir a trabajar si el trabajo está en la costa; y es mejor morir trabajando, luchando y respaldando la Obra de Dios, que estar sentado de vago en un monte para evitar lo que viene.

Ahora, si puede estar en un sitio más seguro, también lo puede hacer por su familia, pero sin abandonar la Obra de Dios y sin abandonar el trabajo, porque ¿quién lo va a mantener? Es una responsabilidad de cada persona buscar el sustento de su vida y de su familia.

El Sexto Sello comienza, se abre, con un terremoto; ese terremoto tiene que ver con la resurrección. Cuando Cristo resucitó hubo un terremoto también, o sea, que entonces la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación para los vivos luego, todo eso va a ser en un tiempo de grande confusión mundial; o sea, que la Iglesia-Novia de Cristo se va a ir de la Tierra y no se van a dar cuenta de lo que sucedió.

Pero para ese tiempo habrá en la profecía, lo cual le fue mostrado al reverendo William Branham, una Gran Carpa-Catedral en algún lugar; y tiene que ser en el territorio del continente correspondiente, en alguna parte de ese continente, desde donde se cubra todo el territorio del continente; y de ahí se cubre el mundo entero también.

Para eso están los satélites, la televisión, la radio y la prensa; y así un Mensaje cubrirá toda la Tierra. El Mensaje anuncia el juicio que viene, el Día de venganza del Dios nuestro, pero anuncia también las bendiciones que vienen para los creyentes en Cristo.

Y luego cuando se abre el… En el capítulo 6, vean, dice: “…y todo monte y toda isla se removió de su lugar.”

Oramos por la Isla del Cordero. Que Dios nos cuide así como nos ha cuidado de todas estas últimas tormentas, nos cuide de lo que acontecerá en esos días. Dice que “dará el pago a los de las costas,” por Isaías y otros lugares. Sigue diciendo:

“Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;

y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”

Para esos días probablemente muy poca gente podrá ir al trabajo (o sea, que en el trabajo van a tener vacaciones), las carreteras van a ser afectadas y todas estas cosas. Pero vean, después el capítulo 7 dice:

“Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo (o sea, tenía el Espíritu Santo, que es el Sello del Dios vivo); y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar (recuerden que todas las cosas van a ser influidas, influenciadas, por otra dimensión),

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel (y comienza a enumerar doce mil sellados de cada tribu).

De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.”

Y así sigue enumerando los sellados. Luego aparecen las vírgenes insensatas o fatuas:

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,

diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación (o sea, son las vírgenes insensatas, que tienen que pasar por la gran tribulación), y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.”

Ahí aparecen las vírgenes insensatas.

Ahora, la Venida del Señor es para recibir el Reino en la Tierra; pero lo recibe en el Cielo y luego viene a la Tierra —ya como Rey— para tomar el Reino que le es entregado como Hijo de David: el Reino de David, y como Hijo del Hombre: el Reino del mundo entero.

San Lucas, capítulo 19, verso 11 en adelante dice:

“Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.

Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver.”

¿Y quién ese es Hombre noble? Jesucristo. Se fue a un lugar lejano: al Cielo, para recibir un Reino el cual recibió al sentarse en el Trono de Dios, recibió el Reino celestial; y luego recibe el Reino terrenal. Por consiguiente, cuando le es entregado el Título de Propiedad, el Libro de los siete sellos o sellado con siete sellos, recibe el Título de Propiedad donde están escritos los nombres de todos los hijos de Dios, de todos los que lo recibirían como único y suficiente Salvador, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

Ahora, no toda persona está escrita en esa sección del Libro de la Vida, solamente los que formarían la Iglesia del Señor y estarán como reyes y sacerdotes en el Reino del Mesías. Luego Él da la parábola de las diez minas, donde nos dice:

“Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.

Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.

Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno (o sea, que Él le va a pedir cuenta por los talentos, por las minas que Él le ha dado a cada persona para trabajar en la Obra del Señor).

Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.”

Aquí en esta parábola le dio la misma cantidad a cada uno: una mina a cada uno. “Señor, tu mina ha ganado diez minas,” o sea, que la multiplicó por diez. Si ganó diez minas, más la que le fue dada, son once.

“El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.”

Encontramos que nos está hablando de cómo va a ser el Reino; por eso Él dice: “Haced tesoros (¿dónde?) en el Cielo o en los Cielos.” Cuando los creyentes en Cristo trabajan en la Obra del Señor, sin darse cuenta algunos, están haciendo tesoros en el Cielo, en el Reino de Cristo; y lo van a disfrutar luego, cuando estén en la Tierra en el Reino del Mesías; Él dice: “He aquí vengo pronto para recompensar a cada uno según sea su obra.”

Por lo tanto, encontramos que Cristo no le quitó lo que había ganado. Le dio uno, una mina, que es dinero, y ganó diez más; y no dice que Cristo le quitó todo, sino: “Ahora vas a reinar sobre diez ciudades, sobre lo que has ganado.”

Es que los creyentes en Cristo han sido limpiados con la Sangre de Cristo, y por consiguiente, la Escritura nos dice que reinarán con Él por el Milenio y por toda la eternidad. Por ejemplo, aquí en el capítulo 1 del Apocalipsis, versos 5 al 6 nos dice:

“…Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Nos ha hecho reyes y sacerdotes para nuestro Dios; o sea, que el Orden Sacerdotal celestial va a estar en el Reino del Mesías trabajando. Capítulo 5 del Apocalipsis, versos 5 en adelante dice:

“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos (el León de la tribu de Judá es Cristo, la raíz de David es Cristo, y Él venció, y ahora para tomar el Libro y abrir sus Sellos, para tomar ese Título de Propiedad, abrir sus Sellos y hacer Su Obra de Reclamo).

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra (los ancianos, que son veinticuatro sobre veinticuatro tronos, son los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce apóstoles del Señor, exceptuando a Judas Iscariote, pero la posición, el trono, le fue dado a otro apóstol).

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos (porque los santos, los creyentes en Cristo, estaban orando y habían orado por la resurrección, por el regreso a la Tierra; y los que están vivos en la Tierra, están orando por la Venida del Señor para nuestra transformación);

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.”

El Cordero, Cristo, es digno de tomar el poder y reinar en esta Tierra. Aquí podemos ver que hay un pueblo que está señalado en la Escritura como reyes, sacerdotes y jueces, porque han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador; y Cristo con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado y los ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinarán con Cristo sobre la Tierra por mil años, y luego por toda la eternidad.

Estas personas también son jueces porque juzgarán al mundo, Cristo con Su Iglesia juzgarán al mundo. Primera de Corintios, capítulo 6, lo dice así, verso 2 en adelante:

“¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros (¿ve?, a los santos que se refiere es a los creyentes)… Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?

¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”

No solamente los creyentes en Cristo van a juzgar con Cristo al mundo, sino a los ángeles también; por lo tanto, pertenecen al poder judicial celestial que será establecido en la Tierra en la Venida del Reino de Dios; y al poder político, como reyes y sacerdotes, también pertenecen; y al poder espiritual o religioso como sacerdotes. O sea, que esos tres poderes van a estar bien unidos y concentrados en Cristo y Su Iglesia. Y esos son los que vienen con Él en Apocalipsis 19. Capítulo 19, verso 11 en adelante dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea (¿ve?, va a juzgar, va a pelear).

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo (ese es el Nombre Nuevo del Señor, del cual habla en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, que Él tiene un nombre nuevo; y si Él lo dice, así es) …y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos (esos son los creyentes en Cristo que ahí vienen de la Cena matrimonial, de la recepción de la Cena de las Bodas del Cordero; vienen con Él después de la gran tribulación para establecer el Reino del Mesías).

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones (la Palabra), y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso (o sea, que es el tiempo para la ira de Dios por medio del Mesías, del Cordero, que se convierte en León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo).

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.”

Viene como Rey de reyes y Señor de señores. El verso 19 dice:

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.

Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”

Ahí podemos ver la batalla que viene; y durante la gran tribulación ocurrirá una Tercera Guerra Mundial, y será nuclear, atómica; no hay quién se la despinte a la raza humana porque ya está en la profecía, y ha sido hablada, y ha sido repetida en nuestro tiempo, ha sido hablada en nuestro tiempo.

Por lo tanto, los reinos del mundo vendrán a ser de Jesucristo, la Piedra no cortada de manos que vio Daniel en la profecía del capítulo 2. Pero lo importante, lo glorioso de esto, es que los creyentes en Cristo van a estar en el Reino del Mesías y van a estar trabajando en ese Reino como reyes (la parte política), como sacerdotes (la parte religiosa) y como jueces (la parte judicial).

Para ese Reino del Mesías habrá una sola forma de entender y creer en Dios: “porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar,” dice Habacuc, capítulo 2, verso 14; y cuando la humanidad es llena del conocimiento de Dios, entonces se aparta de lo que no es la verdad; porque cuando se recibe la verdad, entonces la persona deja lo que no es la verdad y se queda con la verdad.

Por eso todos van a conocer a Dios; y van a servir a Dios los que entren al Reino del Mesías; porque los reinos del mundo vendrán a ser ¿de quién? Del Señor Jesucristo nuestro Salvador. Y eso lo muestra Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7; dice:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro (o sea, que es el Príncipe heredero al Trono de David y al Reino de David); y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. (¿Y quién va hacer esto? Dice:)

El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

Será una Obra de Dios, una Obra Divina. Para que se establezca, se restaure el Reino de David, tiene que ser una Obra Divina. Para que haya un cambio en la política de Israel y de todas las naciones, tiene que venir una Obra Divina para llevarse esa cabo esa labor, e Israel ser restaurado al Reino de David y el Reino de David ser restaurado a Israel, y Jerusalén venir a ser la capital de Israel, de ese Reino, y del mundo entero.

Cualquiera podrá decir: “Habrá naciones que no estarán de acuerdo.” No se preocupen que esas serían entonces las que estarán a la izquierda en la parábola de San Mateo, capítulo 25, verso 31 al 46.

El Hijo del Hombre cuando se siente en el Trono de Su Reino, el Trono de David, colocará a Su derecha… reunirá delante de Él todas las naciones; colocará a Su derecha, como el pastor coloca las ovejas a su derecha, así colocará unas naciones; y a Su izquierda, como el pastor coloca los cabritos a su izquierda, también Cristo colocará otras naciones a Su izquierda; y juzgará: primero a las de la derecha, y les dará la bendición de entrar al Reino, al Reino mesiánico, al Reino del Mesías por lo que han hecho en favor de los pequeñitos; dice: “Sus hermanos más pequeños” (incluye a judíos y también a la Iglesia del Señor Jesucristo, los creyentes en Cristo); y a los de la izquierda también les juzgará.

A los de la derecha los colocará en Su Reino, a los de la izquierda los juzgará por las cosas que hayan hecho en favor o en contra de los creyentes en Cristo, y también lo que hayan hecho en favor o en contra de los judíos.

Recuerden que dice que “cualquiera que diere un vaso de agua fría, fresca, a uno de estos mis hermanos más pequeños, no perderá su recompensa; pero cualquiera que fuere de tropiezo, mejor le fuera amarrarse a una piedra de molino y tirarse a lo profundo del mar,” eso es lo que dice Cristo. [San Marcos 9:41-42]. Por lo tanto, es importante saber estas cosas.

Hay una promesa en el libro del Génesis para Israel y también en el libro de Números: “El que te bendiga, será bendito; y el que te maldiga, será maldito.” Israel es un pueblo bendito por Dios, y la Iglesia del Señor Jesucristo es un pueblo bendito por Dios.

Por lo tanto, quién haga algo mal en contra de Israel o de la Iglesia del Señor Jesucristo, tendrá problemas delante de Dios; y los que hagan algo bueno, no perderán su recompensa. Así de sencillo es todo en el Programa Divino.

Y ahora, sabiendo que los reinos de este mundo, los reinos del planeta Tierra, van a ser de Señor Jesucristo en Su Reino mesiánico, porque Él es el heredero no solamente al Trono de David y Reino de David y a todo el territorio de Israel, sino Él es el heredero al mundo entero, como Hijo del Hombre.

Como Hijo de Abraham es el heredero a todo lo que le fue prometido a Abraham. Como Hijo de Dios Él es el heredero de los Cielos y de la Tierra, y por consiguiente del Reino celestial donde se sentó en el Trono celestial; por eso Él dijo en el capítulo 28, verso 16 al 20 de San Mateo, cuando se fue a despedir de Sus discípulos para irse al Cielo, les dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.”

Él tiene el poder del Cielo y de la Tierra porque está sentado en el Trono celestial, y ahora le falta reclamar el Trono de David para gobernar sobre Israel, y desde ahí gobernar sobre todas las naciones.

El anticristo tratará de tomar ese Reino; pero así como el diablo trató de tomar el Trono celestial y no pudo, tampoco va a tener éxito el diablo en que le sea entregado el Reino de David y el Trono de David; aunque tratará, porque ese es el Reino y Trono que está en disputa; pero Cristo, al tomar el Título de Propiedad en el Cielo y abrirlo, hace el reclamo de ese Trono y de ese Reino, y del Reino mundial también, porque Cristo recibirá los reinos de este mundo; y todos los reinos en el Reino Milenial pertenecerán y estarán bajo la corona del Mesías, de Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores.

Los detalles los dejaremos para otra ocasión, porque no se pueden dar ciertos detalles que corresponden a la estrategia de Cristo para obtener todo esto que está profetizado; así que los detalles se quedan quietecitos ahí. Solamente mostramos las profecías y algunas cositas de cómo van a ser ciertas cosas para que tengamos nuestros ojos bien abiertos.

Cuando ustedes vean a Israel con hambre espiritual, deseando escuchar sobre estas cosas, recuerden, está por irse el Espíritu de Cristo para los judíos. Así como vino de los judíos recorriendo hasta… de Asia Menor a Europa, Norteamérica y Suramérica, y de ahí extendiéndose a otras naciones, luego regresará a Israel; porque como el sol sale del Este, va recorriendo el camino, pasa por el Oeste, y del Oeste va de regreso para el Este de nuevo. Oseas, capítulo 6, verso 1 en adelante, dice que va a regresar, los va a resucitar; y Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.”

Por lo tanto, Israel va a ser restaurado —oremos por Israel— pero va a pasar por una etapa difícil, parecida a la del Holocausto. Ellos no lo saben, pero saben que las condiciones están iguales a como sucedió antes del Holocausto judío; pero van a recibir la Palabra, el Mensaje final de Dios, van a recibir a Moisés y a Elías, los Dos Ungidos, los Dos Olivos, los cuales les van ayudar para ese tiempo.

Los reinos del mundo vendrán a ser entonces, ¿de quién?, del Señor Jesucristo. Eso fue lo que dijo el Arcángel Gabriel a la virgen María: que Dios le dará el Trono de David y reinará sobre Israel para siempre.

Y la multitud con la cual viene, Su Ejército, es la Iglesia ya resucitada, con cuerpos glorificados y transformados viniendo de la Cena de las Bodas del Cordero; eso es cuando venga ya para establecer el Reino en la Tierra. Antes de eso viene en forma secreta a Su Iglesia, estará en medio de Su Iglesia, le dará la fe para ser transformada y raptada; cuando veamos los muertos, los creyentes en Cristo resucitados, ahí seremos transformados.

Los detalles los dejamos quietecitos porque salen muchos imitadores por el mundo tratando de imitar; porque el enemigo, el diablo, los usa para interrumpir el Programa Divino, para que cuando vean (se vea el Programa de Dios siendo cumplido), digan: “Eso es lo mismo.”

Pero no fue lo mismo… Cuando Cristo estuvo en la Tierra decían: “Primero vino Teudas y Judas y llevaron muchos discípulos; murieron y todo se desvaneció.” Pero no era lo mismo, era una imitación de lo que sería el Mesías en aquel tiempo; y así será en nuestro tiempo también. Muchos imitadores han venido por el mundo tratando de interrumpir la Obra de Dios, pero vino un verdadero profeta, el precursor de la Segunda Venida de Cristo.

Como el Espíritu Santo dijo que será la Venida de Cristo a Su Iglesia y después la Venida de Cristo a los judíos, así va a ser.

Por lo tanto, los creyentes en Cristo, los escogidos, los elegidos que van a ser transformados, conocerán el Mensaje del precursor y luego verán cómo se estará cumpliendo esas profecías que fueron habladas por el Espíritu Santo a través del precursor, el cual vino preparándole el camino al Señor, que vendrá a Su Iglesia en forma secreta.

Pero ese secreto, ese misterio, le será abierto a la Iglesia del Señor Jesucristo; ese misterio del Séptimo Sello, que es el misterio de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia, le será abierto a la Iglesia del Señor; y eso le dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Estarán escuchando, por consiguiente, la Voz de Cristo tronando por siete veces, o sea, trayendo el Mensaje en forma consecutivo a Su Iglesia.

Esa forma consecutiva nos muestra que vendrá revelación sobre revelación. Siete es un número completo, o sea, que el Mensaje completo no va a ser dividido en partes, será un Mensaje con siete etapas, pero que viene en forma consecutiva. No va a ser un Mensaje que va a dar el primer trueno, uno por allá, y el segundo trueno, otro por otro sitio; será en forma consecutiva, Cristo hablando en la forma que está prometido que Él nos hablará en este tiempo final.

Dice el reverendo William Branham que todo será en simplicidad. Página 17 y 18 del libro de “Los Sellos,” y página 472 del libro de “Los Sellos.” Todo será en simplicidad. Pero no se puede dar mucho detalle, para que no surjan imitaciones que hagan daño al Programa Divino; pero todo va a llegar a su parte culminante en el cumplimiento de la visión de una Gran Carpa-Catedral que le fue mostrada al reverendo William Branham; él dijo: “Ahí será la Tercera Etapa, ahí será esa etapa que está prometida.”

Por lo tanto, cuando los creyentes en Cristo vean el cumplimiento de una visión, de esa Visión de la Carpa, en algún lugar… Si fuera para el tiempo de Lutero, tenía que ser en Alemania; si fuera para el tiempo de Wesley, tenía que ser Inglaterra; si fuera para el tiempo del reverendo William Branham, tenía que ser en Norteamérica; y ahí lo dejamos, averigüe usted el resto. Tiene que ser para el tiempo en donde Dios esté llevando a cabo Su Obra para darnos la fe para ser transformados, y de ahí se extiende hacia otras naciones.

“LOS REINOS DEL MUNDO VENDRÁN A SER DE JESUCRISTO.”

El hombre más importante que ha pisado este planeta Tierra. ¿Por qué? porque es Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Dios visitó el planeta Tierra en la Tierra de Israel, dos mil años atrás, vestido de un velo de carne llamado Jesús. Emanuel: Dios con nosotros. El velo de carne es la vestidura humana, es la semejanza física de Dios; el Espíritu Santo es un cuerpo de otra dimensión, y es la imagen de Dios.

Por lo tanto, en Jesucristo estando toda la plenitud de Dios, ahí teníamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, por eso Cristo decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Y Él decía: “Las obras que yo hago, no las hago de mí mismo. El Padre que mora en mí, Él es el que hace las obras.” Tampoco hablaba nada de Sí mismo, sino como el Padre le daba que hablase, como Él oía del Padre, así Él hablaba.

Por lo tanto, todo lo que Jesús hacía era lo que el Padre le daba a conocer por medio del Espíritu Santo que estaba en Él; como todo lo que usted y yo hacemos es lo que nuestra alma, nuestro subconsciente nos da a conocer por medio del espíritu que está en nosotros. Si el espíritu que está en nosotros sale, lo que queda es un cuerpo muerto, porque el cuerpo sin espíritu está muerto.

Así que podemos ver estas cosas y podemos ver lo que viene en el Programa de Dios para el planeta Tierra, para todas las naciones: que los reinos del mundo vendrán a ser del Señor Jesucristo, nuestro Salvador.

Y ahí yo voy a estar en el Reino del Mesías, el Reino del Señor Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también; porque Él con Su Sangre nos ha lavado de todo pecado y nos ha limpiado con Su Sangre, de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos con Él en Su Reino.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino y pueda vivir eternamente en el Reino de Cristo, en el Reino del Mesías nuestro amado Señor Jesucristo; para lo cual puede pasar al frente.

Y los que están en otras naciones también pueden pasar al frente, donde se encuentren, allá en la Iglesia o auditorio o lugar donde se encuentren, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por los que estarán recibiendo a Cristo como Salvador en estos momentos.

Los niños de diez años en adelante también pueden pasar al frente a recibir a Cristo como Salvador y luego tener la oportunidad de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Dijo Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Eso es así.

No hay otro Salvador, no hay otro Nombre en el cual podamos ser salvos, dice San Pedro en el capítulo 4, verso 12, del libro de los Hechos; y Cristo mismo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”

No hay otra forma de llegar a Dios. Es por medio de Cristo nuestro Salvador que el ser humano puede llegar a Dios, porque Cristo es el Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante Dios con Su propia Sangre.

Encontramos los hijos de Aarón, dos hijos de Aarón que entraron al lugar santísimo sin estar autorizados a entrar en el lugar santísimo, para ofrecer incienso a Dios; era el sumo sacerdote el que podía entrar al lugar santísimo con el perfume y fuego correcto requerido por Dios.

Y ahora, en el Cielo Cristo es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec. No se puede entrar a la presencia de Dios sin que sea por medio de Cristo nuestro Salvador, el Sumo Sacerdote del Templo celestial, para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios con Su Sangre de todo pecado y ser reconciliados con Dios. Como sucedía el día diez del mes séptimo de cada año, el día de la expiación, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, y San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, donde Él en la última cena con Sus discípulos, partió el pan y dio a Sus discípulos y les dijo: “Comed de él todos, porque este es mi cuerpo que por muchos es partido”; y tomando la copa de vino, dio a Sus discípulos después de dar gracias al Padre, y dijo: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del Nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” ¿Ven? Lo mismo bajo un Nuevo Pacto.

Por lo tanto, el Nuevo Pacto ha sido establecido por Cristo con Su Sangre, Su carne, Su cuerpo; y no hay otra forma bajo el Nuevo Pacto, de llegar a Dios y ser reconciliados con Dios.

No se nos puede pasar la oportunidad de obtener la vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador, al cual y para el cual serán los reinos del mundo; los cuales vendrán a ser ¿de quién? De Jesucristo nuestro Salvador.

Vamos a estar puestos de pie para orar por las personas que han recibido a Cristo como Salvador en diferentes naciones. Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo:

Padre nuestro que estás en los Cielos, vengo a Ti con todas las personas que están recibiendo a Cristo como Salvador en diferentes países. Recíbelos en Tu Reino, te lo ruego. En el Nombre del Señor Jesucristo, te lo ruego. Amén.

Y ahora, repitan conmigo esta oración los que están recibiendo a Cristo como Salvador en diferentes naciones:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.

Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.

Señor, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Creo con toda mi alma que Tú eres mi Salvador. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano.

Señor, nació Tu fe en mi corazón, doy testimonio público de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí, el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer del Agua y del Espíritu para entrar a Tu Reino como le dijiste al gran rabino Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan. Quiero entrar a Tu Reino, quiero vivir eternamente en Tu Reino.

Sálvame, Señor. Haz una realidad la salvación que ganaste para mí y para todo ser humano en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre glorioso y Eterno, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! AMÉN.

Cristo les ha recibido en Su Reino. Y ahora los que han venido a recibir a Cristo como Salvador en estos momentos, se preguntarán o nos preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar? Porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, porque estábamos en Cristo; y por consiguiente Él nos ha enviado a vivir en esta Tierra para que así confirmemos nuestro lugar en la vida eterna con Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para continuar y finalizar; y en cada país dejo al ministro correspondiente para que les indique a las personas que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos, cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Dejo al reverendo José Benjamín Pérez con ustedes.

“LOS REINOS DEL MUNDO VENDRÁN A SER DE JESUCRISTO.”

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